- Amy no estará siempre para mí- pensó.
Dejó los papeles sobre la mesa y comenzó a ponerse su pijama. Nunca pensó que apenas siete meses despues de la última batalla las cosas hubiesen tomado este curso. Poco a poco ella y las demás habian tomado el rumbo de vidas normales, lejos de esa fantasia de medianoche en donde cada cinco pasos salia un ente malvado tratando de gobernar el mundo. Sumida en recuerdos, una sonrisa de satisfacción asomó en sus labios.-salvar el mundo- rió- como si en realidad hubiesemos hecho eso...
Estaba cepillando su cabello cuando un par de brazos fuertes la sorprendieron por la espalda y la lanzaron dulcemente a la cama.
-¿Tienes idea de lo que me costará cepillarme el pelo mañana?
- Tengo frío, Usako- dijo Mamoru-ya no te quejes y metete en la cama
- Pero Mamo-Chan.
- Pero nada, vamos, que ya extraño tu cuerpecito tibio
- ¿Mamo-Chan?
- Sí, Usako.
- ¿Así será nuestra vida cuando nos casemos?
- espero que no tan fría como hoy... y con algo más de acción, claro- contestó él, besando su cuello.
- Ya... deja eso... en verdad tengo que cepillar mi pelo.
- Esta bien, pero no tardes- replicó Mamoru, soltandola al fin.- Te quiero, Usako.
- Yo tambien, Mamo-Chan- contestó Usagi, arrancando de los brazos de su novio.
Usagi no había olvidado el reflejo de su traje marinero ni sus inoportunas frases. ¡Que tontas le parecían ahora!
- Te castigaré... ¡en el nombre de la luna!-ensayó
¿Acaso no volveria a repetirla nunca más?
Algo en ella lo agradecía. No quería pelear más. Sin embargo, otra parte le pedía a gritos salir, luchar contra el mal, juntas, con esas amigas que inevitablemente cada día veía menos. Cuanto las extrañaba.
Tener una vida normal otra vez la asustaba, no quería que un buen día todo su sueño se rompiese por otra pelea, por esos conflictos que la vida le hacía casi insuperables. Puede ser que alguna vez ella hubiese sido la princesa de la luna, pero ahora era sólo Usagi, nada más. No quería ver en sus ojos la mirada que su amiga Naru llevaba a todos lados. ¿Cuantás veces tuvo que callar el nombre de Nefraite¿Qué sentido tenía? De todos modos ella no recordaba, no podía y sin embargo su corazón... un corazón que no era completamente de Umino... que nunca lo sería.
- El corazón no olvida- se dijo
Un pensamiento más alegre la sacó de su meditación. Era viernes por la noche y su novio estaba en su dormitorio esperandola para pasar el mejor fin de semana de sus vidas. De estas vidas. ¿Qué importaba el resto? Al fin y al cabo era sólo la tonta Usagi Tsukino, tenía 17 años y su tipo de sangre era O. Un día había encontrado a una gata que hablaba más de la cuenta y que se había transformado en su mejor amiga ¿Qué más podía pedir una chica como ella?
Volvío al dormitorio. Su novio estaba otra vez roncando, enmarañado entre las sábanas. Se recostó a su lado, besó su frente y lo abrazó sutilmente.
- Buenas noches, Mamo-Chan- susurró. Quisó decir algo tonto, pero se contuvo. Quizás mañana...
