Hiei, Youko y Yo.

Capitulo II.

-¡Suéltale!

-No quiero.

-¡Me odiará después de esto! ¡¿Acaso crees que me perdonará?!

-Buena pregunta.

-¡Te lo suplico! Suéltale por favor.

-¡Cállate! Me distraes.

-Me matará.

-Pues yo no lo veo muy renuente, hasta parece que lo disfruta.

-¿Cómo puede estar...? Creo... creo que tienes razón...

-¡Por supuesto que la tengo! Mira que bien besa...

-Se siente tan bien...

-Yo tenía razón... su piel quema. –ambos sonrieron.

-Hiei. –escuchó su voz ronca murmurar contra el cuello del pequeño demonio, besando suavemente cada pedacito de piel que estaba a su alcance. Se incorporó un poco, para observar el rostro del pequeño demonio. Y quedó sin aliento. Hiei tenía los ojos cerrados, su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración agitada, sus labios entreabiertos y aun húmedos y el tenue sonrojo que cubría sus mejillas... con esa visión, algo en él comenzó a vibrar sin control y capturó los delgados labios en un beso delicado.

Mordió suavemente el labio inferior del demonio de fuego, lo escuchó gemir y con su lengua fue abriéndose paso al interior de esa tibia cavidad que lo recibía con retraimiento. Sintió como Hiei usaba su lengua con timidez, moviéndola con lentitud, hasta tocar la suya y enlazarse en una danza, que lejos de buscar ser el dueño del control, se movía buscando brindarle placer a su compañero. Las manos de Hiei, que hasta hacía unos momentos permanecían extendidas a sus costados, pronto encontraron camino por la espalda de Kurama.

-Eso se siente bien.

-Sí...

Tomó los brazos de Hiei y los subió sobre su cabeza, sujetándolos con fuerza con una mano, con la otra, bajó acariciando el pecho del demonio. Con un pequeño tirón sacó la camisa oscura, que estaba sujeta por los pantalones. Los cinturones que el demonio usaba no fueron impedimento y pronto el pecho quedó desnudo frente a él. Besó con reverencia el vientre de Hiei, prestando especial atención en su ombligo, humedeciéndolo un poco con la lengua. Subió dejando un pequeño rastro de saliva hasta tomar prisionero entre sus labios una tetilla, succionándola con delicadeza... escuchó un suave gemido del demonio de fuego y no pudo evitar sonreír.

-Kurama... –musitó el koorime -¿qué...? ¡Oh Dios! –gimió al sentir como el pelirrojo mordía con suavidad -¿Qué me haces? –gimió.

-¿No te gusta? –murmuró. Hiei mantenía los ojos cerrados, disfrutando las sensaciones que Kurama le brindaba, los abrió cuando sintió que las caricias cesaron para encontrarse al zorro que lo miraba atentamente, a pesar de la poca luz que dejaban entrar las gruesas cortinas, pudo percatarse de que el aspecto de Kurama no era el de siempre, su cabello más largo y plateado y esas pequeñas orejas que sobresalían de su cabeza, los ojos dorados y la sonrisa de satisfacción en su rostro.

Cerró con fuerza los ojos, pensó que estaba con el pelirrojo, o por lo menos eso fue de lo último que se percató, pero en algún momento Kurama había adoptado su forma de zorro, bastante atractiva, pero de cierta forma Hiei se sintió decepcionado. Con sus brazos jaló por los hombros al Youko, atrayéndolo hasta su rostro para darle un beso. No podía echarse para atrás, no ahora, y aunque le doliera, no sabía en que forma, pero lastimaba, no perdería la oportunidad de sentirse amado aunque fuese una sola vez.

Sintió como su pecho era nuevamente atacado por un sin fin de besos, como una lengua juguetona le acariciaba con reverencia. Estaba bien sentirlo ¿no? Después de todo, tenía que permitirse ser feliz por unos momentos, sentirse amado y deseado... que alguien lo viera, si no con amor, por lo menos no con desprecio, y sabía que aunque Kurama no lo amase, lo quería y le tenía aprecio como compañero y en cierta forma, podía sentirse querido al lado de tan hermosa criatura.

-Su piel es tan suave...

-Y dulce...

-Después de esto, moriría gustosamente.

-Yo no.

-No te entiendo...

-Porque si muriese... no podría disfrutar de esto nunca más.

Kurama comenzó a quitar los cinturones que el koorime poseía, y este se dejaba hacer, como si no tuviese voluntad propia, respondiendo a cada uno de los deseos del Youko, mirándolo en ocasiones, pero la mayor parte del tiempo con los ojos cerrados, imaginándose que estaba con el pelirrojo. Cierto que ambos eran uno mismo, pero Hiei lo sentía como un desconocido con ese aspecto, aunque la energía que emanaba era la misma, el dulce olor era igual, después de todo ¿qué es en realidad el aspecto físico?

Aun con un poco de indecisión se obligó a abrir los ojos y con un poco de torpeza, comenzar a desabotonar la piyama oscura que aun traía puesta Kurama, concentrándose en el torpe movimiento de sus dedos, batallando con los pequeños botones negros que presentaban un poco de resistencia. Kurama sonrió, tomó entre sus manos las del pequeño demonio y las besó, para después el mismo terminar la labor que había comenzado Hiei.

Cuando terminó, se recostó a un lado de Hiei, tomando una de sus manos, besando cada uno de los dedos, para después introducir uno dentro de su boca. Hiei algo desconcertado se colocó sobre el Youko, sonrojado, uno de sus dedos estaba dentro de la boca de Kurama y comenzaba a succionarlo con deleite. Le soltó la mano y comenzó a deslizar sus blancos dedos por el brazo de Hiei, dejó el dedo que chupaba, para tomar otro y hacerle lo mismo. El Yukai sentía la lengua cálida del Youko tocar con complacencia sus dedos, hasta que Hiei no pudo contenerse más, jalando su brazo para después posesionarse de los labios de Kurama, en un ardiente beso.

Hiei enterró sus dedos en el cabello plateado de Kurama, sin apartar sus labios, escuchando los suaves gemidos que morían en la garganta de su compañero. Se separó un poco, para morder con suavidad los labios de Kurama, se sentía tan bien.

Kurama algo sorprendido, respondía complaciente a las caricias de su amor, no sabía dónde Hiei había aprendido, lo cierto era que dada la edad y el origen de Hiei, era de esperarse que no fuese un completo ignorante en eso... después de todo él tampoco lo era. Le dolía un poco, no ser el primero en la vida de Hiei, pero también era cierto que él no era ningún santo. El pasado tendría que quedarse atrás... olvidado... ahora era tiempo de darle una oportunidad al futuro... a su futuro... juntos.

Sintió como Hiei metió los dedos dentro del elástico del pantalón, comenzando a tirar de él para poder bajarlo. Kurama sonrió y levantó sus caderas, ayudando a lo que bien sabía Hiei quería, junto con la parte baja de su pijama también desapareció su ropa interior, quedando desnudo frente a Hiei. Sintió su mirada penetrante, lo miraba, no con lujuria... era un sentimiento difícil de explicar, había visto esa mirada en otras personas... pero nunca le dio importancia, ahora, notarla en Hiei, lo llenó de dicha.

Apretó con fuerza los ojos, demasiado ansioso, quería tomar al Yukai y halarlo hasta que quedara encima suyo y lo tomara, pero no podía apresurar a Hiei, podía asustarse y dejarlo desnudo y ansioso, y moriría antes de permitir que eso pasara. El cuerpo tibio y desnudo de Hiei se colocó encima suyo, besando su cuello, obligándolo a echar la cabeza a un lado para darle más espacio al koorime. Bajó por el pecho desnudo de Kurama, dejando un pequeño rastro de saliva, que hacía que la piel se sintiese sumamente cálida.

Kurama deslizaba sus manos por la espalda desnuda de Hiei, acariciando con suavidad, trazando pequeños círculos con sus dedos. Hiei deposito un pequeño beso en el miembro erecto del zorro, haciendo que este pegara un gritito de sorpresa. Con sus manos acarició sus piernas y Kurama instintivamente las abrió, dándole espacio a Hiei para explorarlo. Hiei abrió su boca, abarcando gran parte del miembro palpitante de Kurama, sin dejar de estimularlo con sus manos, arrancándole pequeños gemidos de placer al Youko. Abandonando ese lugar, subió nuevamente hasta la cara de Kurama, plantándole un beso en el que Kurama pudo sentir un sabor salado dentro de la húmeda cavidad de Hiei, con seguridad ese sabor le pertenecía a él.

Una fuerte punzada de dolor lo invadió en su parte baja. Hiei lo exploraba. Sabía lo que pasaría, ¿cuántas veces lo había experimentado antes? Muy pocas en realidad, pues él era alguien que se enorgullecía de su actitud dominante, pero Hiei seguramente también, así que decidió ceder, pues después de todo, no lo hacía por tener el control, o satisfacer sus instintos, no, él estaba haciendo el amor con Hiei.

-¿Hacer el amor? –inquirió el Youko.

-Es así como le llaman los humanos, cuando están con la persona que aman.

-Es sólo sexo.

-Es sólo sexo cuando lo haces con cualquiera, cuando amas a la persona que está contigo, es hacer el amor.

-Y si la persona con quien "haces el amor", no te ama, ¿entonces qué es?

-No lo había pensado.

-¿Crees que Hiei este haciendo el amor con nosotros?

-No lo sé... sinceramente no lo sé.

La punzada desapareció cuando el excitado miembro de Hiei, invadió el cálido interior de Kurama, moviéndose con lentitud. El Youko rodeó la cintura del koorime con sus piernas, sin evitar que los gemidos salieran de su boca, convirtiéndose pronto en grititos de placer y jadeos incontrolables, muestras de la pasión y el deseo que lo invadían. Una mano de Hiei lo estimulaba, dándole un suave masaje a su miembro, y unos cuantos besos y mordiscos en su pecho le hacían olvidar por un segundo el dolor que sufría. Y pronto, ese dolor se convirtió en el más grande placer que hubiese experimentado en su vida. Con apremio movió sus caderas al compás de Hiei, escuchando los gruñidos que el Yukai soltaba, un empujón más y el cuerpo del Koorime cayó sobre él. Regalándole besos en el cuello y uno en los labios.

Kurama abrazó al demonio de fuego y éste tomó la cobija que lo había abrigado durante la noche y cubrió ambos cuerpos desnudos. Él no estaba cansado, pero la expresión de Kurama era de total agotamiento. Le brindó un beso más en la frente y le sonrió, sonrisa que fue correspondida por el Youko, que ahora lentamente se transformaba nuevamente en el ningen Shuuichi Minamino. Hiei no se pudo reprimir y depositó un suave beso en los labios del pelirrojo, no uno como los anteriores, uno lleno de ternura y amor, no de deseo y pasión. Kurama sonrió y cerró sus ojos, después de todo, no había dormido casi nada, y la última imagen que tuvo enfrente, fue la de la gran sonrisa del Koorime y el casi imperceptible movimiento de sus labios.

-Descansa Kurama. –y después, sólo oscuridad, pequeñas imágenes placenteras invadieron su mente. ¿Qué importaba todo lo demás?, ¿qué importaba que en esos momentos se encontraba desnudo, recostado en el suelo de su habitación, si a su lado estaba el ser más maravilloso de cualquier mundo?... se permitió descansar, sin importar nada más y pronto se sumió en un mundo de bellos sueños.

Despertó con una sensación de confort inigualable y sonrió, estirando sus brazos, para desperezar su cuerpo. Se movió a un lado, buscando ese cuerpo tibio que le había hecho tan feliz en tan sólo unos momentos. Pero no pudo encontrarlo. Abrió los ojos y se incorporó asustado... Hiei no estaba.

Continuará.


Hola! Gracias por leer n.n la verdad es que no soy muy afecta a los lemons porque nunca sé si me quedan creibles o no... aunque a Yami le gusto o.o... pero ella es mi amiga y le gusta todo lo que escribo T.T aunque sea realmente malo. En fin. Muchas Gracias a todos.

Yukii o.o arigatou gozai masu por leer mi fic... eres algo así como... nuh sé o.o... experta conocedora de Yu Yu Hakusho... tu opinión vale mucho, ojala y no te descepcione n.n

La Loka Kelly n.nU nop, lentito pero seguro, a decir verdad este fic ya esta terminado... pero primero lo lee mi querida Yami y cuando ella me dice que ya esta bien pues lo subo, espero no hacerte esperar mucho y que sigas disfrutando.

Nim pues gracias por el comentario, a decir verdad se siente bien cuando recibes comentarios positivos n.n y pues aunque no reciba muchos, el saber que hay aunque sea una persona a la que le gusta me da animos de seguir n.n arigatou.

Jen-Sweet n.n espero el lemon te guste... y este fic lo escribo yo solita, Yami solo me edita, pero pronto subiremos uno hecho por las dos. Domo Arigatou por leer.

Saludos a todas y nos leemos pronto.