Hiei, Youko y Yo.

Capitulo III

En verdad dolía. Sí, era cierto que él nunca habló de sentimientos con Hiei. Simplemente dejó que su instinto de Youko tomara el control y las cosas pasaran. Había sido el momento más feliz de toda su vida, nunca antes se sintió de esa forma, y aun podía sentir esa cálida sensación que le recorría el cuerpo. Y por eso... dolía.

Dolía porque el no tener esa sensación era como tener miles de agujas clavadas en su cuerpo. Y la forma en que las cosas sucedieron, le daban la extraña sensación de que todo se pondría más difícil.

-¿Crees que se enfadó?

-No lo sé. Pero no se veía que le desagradara del todo, yo diría que lo disfrutó.

-Pero se marchó, sin decir nada...

-Siempre se va por la mañana.

-Pero... ¡debió quedarse!

-No era del todo forzoso. Nunca me quedé con alguien más de lo necesario. Es algo similar, también es un Youkai.

-¡Ahora es diferente!

-¿En qué forma? Tu origen es el mismo, él te trata como Youko, nunca te ha visto como un ningen, si lo hubiese hecho, desde un principio no se hubiese relacionado contigo, por más que le interesara robar algo.

-He cambiado...

-¡Pero Hiei no lo sabe!

-Es tu culpa...

-¿Qué?

-¡Si no hubieses hecho lo que hiciste Hiei todavía estaría aquí!

-¿¡Lo que yo hice?! ¡Si mal no recuerdo tú y yo somos el mismo, para que yo desee algo, debes desearlo Tú primero!

-¡Pero fuiste Tú quien lo forzó!

-No, yo no forcé nada. No quieras culparme por lo que tus instintos y deseos te obligaron a hacer, no somos dos personas diferentes, ni personalidades distintas, somos uno y como uno, ambos, nosotros... tú fuiste el culpable.

-Él me odia.

-No puedo contestarte eso. Si no lo sabes, tampoco yo. ¿Comprendes ahora? Las cosas funcionan de una forma por una razón, y el que desees o creas que funcionen de otra, no lo hace cierto. ¡Piénsalo Shuuichi! Pon en orden tus pensamientos y después aclara lo que sientes, y podrás traer a Hiei de vuelta. –sonrió.

-¿También lo amas?

-Somos uno, recuerda eso.

Pasó el cabello por sus manos, tratando de acomodarlo. No pondría la pequeña liga, le gustaba más llevarlo suelto. Y así, cuando el aire se deslizara por ellos, recordaría la maravillosa sensación que le dieron los dedos de Hiei al enredarse en él. Sonrió. Pero no una sonrisa de falsa tranquilidad o de obligada amabilidad. Era una sonrisa de tristeza, pena por los acontecimientos, no tanto el hecho en sí, sino la forma en que se desencadenaron. Él quiso demostrarle a Hiei que lo amaba, pero la forma no fue la adecuada y lo más probable era que ahora, el Youkai creyese que sólo había sido para saciar su instinto. Pero eso era lo más alejado de la verdad. Lo amaba. Y se lo demostraría... de alguna forma.

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-Hiei... –se escuchó la suave voz de una chica. Él miró hacia abajo, estar subido en una de las más altas ramas de ese enorme árbol le daba tranquilidad, aunque no esa sensación agradable que le inundaba los sentidos al estar sentado en el árbol junto a la ventana de Kurama, aquel que emanaba un dulce aroma, vió a la pequeña joven de cabello azulado que lo miraba con una amable sonrisa, y por un momento, una punzada en el estomago lo descontroló, al grado de hacerlo perder por un instante el equilibrio. –Buenos días Hiei. –le sonrió. Hiei gruñó.

-Buenos días. –se obligó a contestar.

-¿Llevas mucho ahí? –Hiei negó con la cabeza, ella volvió a sonreírle -¿Te gustaría desayunar conmigo? –preguntó con la mirada expectante, por una respuesta afirmativa del arisco demonio. Hiei por toda respuesta, se dejó caer de la rama, cayendo frente a la chica y asintiendo lentamente. No podía negarle nada a ella, ni a Kurama. Un suave rubor casi imperceptible lo cubrió de pronto. El sólo pensar en el zorro lo hacía tener sensaciones que nunca antes había experimentado.

Yukina colocó una pequeña tacita frente suyo, y él musitó un pequeño gracias. Kurama siempre le había dicho que se debía agradecer a las personas cuando tenían alguna atención con él, y el momento se le antojó propicio. Y nuevamente se turbó por pensar en el Youko. Dio un ligero sorbo al contenido de la humeante tacita y reconoció el sabor.

-Es té, no sabía si preferías eso o café, pero Kurama dice que te gusta el té –la chica le sonrió y Hiei por poco y se ahoga con el liquido caliente y de no ser porque estaba frente a su hermana lo habría escupido. Enrojeció. Gesto del que su pequeña hermana se percató. –¿Está caliente? Lo siento, debí advertirte. –murmuró apenada. A Hiei no le gustaba el té, pero lo bebía porque Kurama se lo daba, y disfrutaba más de el hecho de compartir tiempo con el zorro, se sentía feliz, no tanto por esa extraña bebida caliente. ¿Tan difícil era de entender?

-No, esta bien, no fue nada. –le contestó, tratando de calmarla, el té no le había parecido caliente, a decir verdad, nunca antes se había quemado con algún brebaje ningen, su sonrojo fue por el nombre que Yukina pronunció, provocándole un escalofrío.

-Me gusta mucho que estés compartiendo el desayuno conmigo, Hiei. –comentó la chica después de un rato de silencio. Ambos continuaban tomando el caliente liquido, sin pronunciar palabra. Yukina sentía que en cierta forma no hacía falta, se sentía a gusto con Hiei, le brindaba una sensación de tranquilidad que con nadie más tenía. No era atracción, era algo más... simplemente, se sentía en paz.

-A mi también. –se escuchó responder con voz cálida "¿Qué me haz hecho, zorro?" se preguntó, el no solía decir palabras amables, aun cuando las pensara, ni siquiera a su hermana, pero ahora sentía necesidad de expresarlas, por lo menos a ella.

La mañana transcurrió tranquila. La conversación no fue muy prolifera. Más bien se la habían pasado haciéndose mutua compañía, disfrutando del tiempo en silencio y de los pequeños comentarios hechos con sinceridad. Después de un rato salió del templo, demasiados minutos pensando en el zorro.

Cada objeto o comentario, cada momento, cada palabra, cosas insignificantes o sin sentido, todo, de alguna forma extraña, enferma, quizá retorcida, le recordaba a Kurama. Que si el color verde de los bonitos diseños de la taza le recordaban los ojos del zorro, que si el dulce sabor de la miel del pan, a los suaves labios rojos palpitantes de su amigo después de brindarle un cálido beso. Todo y a la vez nada. Estaba en todo y al mismo tiempo, todo le recordaba que tan difícil era, pues no tenía nada.

¿Y el comienzo? Una actitud extraña. Kurama tendía a perder la razón. Quedándose ensimismado durante mucho tiempo, y extrañamente, eso solía suceder a menudo en su presencia. ¿Acaso nadie, más que él, conocían ese extraño comportamiento? Lo que lo llevó a deducir que él era quien lo provocaba. Por eso, esa madrugada, cuando lo vio actuar de esa misma forma, mirando por demasiado tiempo un punto invisible frente a la pared, lo decidió. Aclararía todo.

No esperó que eso pasara. Pero pasó. Y él definitivamente no era de piedra. Podía controlarse. Someter sus instintos. Mantenerse bajo control. Pero con alguien como Kurama, era una labor titánica. Y cedió. Ahora debía afrontar las consecuencias, no era algo para dejarse a la ligera, o esperar a que el tiempo decidiera. Él no huía, nunca dejaba sus peleas inconclusas. Sin importar que, lo arreglaría, de alguna manera.

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La salida del colegio era ya algo monótono para él. Escuchar los cientos de murmullos de las chicas que suspiraban a cada paso que él daba, los ocasionales acercamientos de niñas que le daban pequeñas cartas perfumadas donde juraban que lo amaban y que él era la razón de su existencia. ¿Qué podían saber de amor? No. Ellas no lo amaban, ni siquiera podrían sentir algo más allá que simple atracción por él, quizá enamoradas de la dulce apariencia que mostraba, del chico tierno e inteligente, que brindaba amabilidad a todos, pero no de él. Ni siquiera lo conocían. ¿Cómo podrían amarlo?

Sin embargo había alguien que se había molestado en conocerlo. Más allá de la figura del hijo perfecto y estudiante modelo. Y aun más del poderoso Youko, del gran ladrón, del letal guerrero. Hiei lo sabía. Él lo entendía. Era como un complemento. Su alma gemela. Por ello, aun dolía. Se le oprimía el pecho, por lo que no pudo brindarle a nadie una de aquellas hermosas sonrisas que todos amaban.

-¡Eh Kurama! –escuchó un fuerte grito. Se giró para encontrarse con un muy sonriente Yusuke y Kuwabara, que traían en las manos varios paquetes de bocadillos.

-¡Venimos a invitarte a almorzar! –casi gritó Kuwabara, mostrándole muy cerca del rostro uno de los panecitos.

-Lo siento chicos, pero... –comenzó para ser interrumpido por el moreno, quien le pasó un brazo por los hombros y le sonrió, su otra mano sujetó con fuerza la bolsa de papel que contenía el alimento.

-No aceptaremos un no por respuesta, Kurama. –Yusuke lo jaló para que caminara a un lado de él, sin soltar el abrazo amistoso que le había dado, Kuwabara por su parte había comenzado a comer, caminando junto a ellos, ambos jóvenes riendo de cosas sin sentido, por lo que Kurama no evitó sonreír. Necesitaba tiempo con sus amigos, con aquellos que lo conocían un poco mejor que el resto y a quienes no les importaba su origen.

Sentados en la suave hierba verde, recibiendo la brisa que manaba de una fuerte cercana, los tres amigos conversaban alegremente y despreocupados de sus habituales obligaciones. Recibiendo los cálidos rayos del sol, bebiendo un poco de zumo, después de haber terminado con todos los bocadillos. Kurama sonreía ante el recuerdo, quizá él había comido uno o dos, todos los demás habían desaparecido en las bocas de sus amigos.

-¿Crees que debimos invitar a Hiei? Hubiese sido como una reunión de equipo, o algo parecido ¿no? –comentó Yusuke, provocando una mirada melancólica en Kurama, por breves momentos, por lo que sus amigos no lo notaron.

-¡Nah! Ese enano es un aburrido, y no habría aceptado, es un amargado. –espetó Kuwabara, levantando un dedo en señal conocedora, recibiendo al instante un golpe en la cabeza que lo tiró al piso.

-¿A quien llamas enano? Idiota deforme. –Yusuke y Kurama levantaron sus rostros y fijaron su mirada en la pequeña figura negra que tenía un pie sobre la cabeza de su amigo pelirrojo, apretando con un poco de fuerza, obligando a Kuwabara a mantener su rostro contra la hierba.

-¡Hola Hiei! –soltó alegremente Yusuke, sujetando sus piernas para mantener el equilibrio. Kurama sólo sintió como su cuerpo se estremecía y soltó un leve suspiro, que sólo fue notado por Hiei.

-Vamos Hiei, Kuwabara sólo bromeaba, suéltale. –Hiei fijó su mirada en Kurama, no sabía exactamente como reaccionar, pero no podía mostrar su inseguridad ante sus otros compañeros, quienes no podían evitar tomar la mínima posibilidad de error para burlarse de él. Sí, él no conocía mucho de ese mundo, pero no era para que rieran de cualquier cosa, por más ridícula que les pareciese. Él era muy inteligente, conocía muchos tipos de lenguajes del Makai, tenía un amplio conocimiento en historia de su mundo y del Reikai, nadie podía llamarlo ignorante, y el sólo hecho de que desconociera las simplezas del Ningenkai no lo hacía un idiota.

-No me gustan sus estúpidas bromas. –refunfuñó, quitando el pie de la cabeza de su compañero. Éste se levantó airoso, molesto y dispuesto a golpear al demonio, pero el brillo de advertencia en la mirada del koorime lo hizo desistir de su idea.

Poco tiempo pasó para que los chicos se percataran del tiempo que había transcurrido, Yusuke y Kuwabara se levantaron y después de una despedida rápida, alegando algo sobre una cita en el cine, se marcharon corriendo. Kurama sonrió y Hiei bufó molesto. Pero al quedarse solo con el Youko, hizo que no notara la frase exacta del detective "Keiko y Yukina... en el cine... cita..." o probablemente no sabía el verdadero significado de las palabras, y la pequeña nubecita de polvo distrajo su atención, jamás había visto correr de esa forma a los ningen.

-Tenemos que hablar. –fue lo siguiente que escuchó, y solo sintió como su corazón comenzaba a latir desbocado.

Continuará...


n.n Gomen ne por la tardanza... pero es que tuve unos pequeños problemitas con mi compu... el caso es que... ToT se me borraron todas mis historias!!! no saben lo feo que sentí cuando me dijeron que habían tenido que formatear a mi Taichi (mi compu n.n) y que no se había salvado casi nada... Supongo que algunos saben lo que se siente... y si no... hagan un respaldo!! En fin. Decir que este capitulo se salvo porque mi editora lo tenía... el siguiente no... y había una escena que me agradaba mucho... por suerte recuerdo la esencia de él. Aunque quizá tarde un poquito. Aun estoy muy deprimida.

Yukii pues muchas gracias n.n, yo lo leo y me da un poquito de verguenza... y pues... con la prisa pues se quedaron en el suelo n.nU, mira que en ocasiones se pierde la noción de donde estas, así que cuidado. Y pues la verdad, que leas mi fic y opines sobre él, es un verdadero halago, porque debido a los fics que traduces, uno puede percatarse que tienes muy buen gusto, y que leas y opines sobre el mio, me llena de ilusión. Mil gracias y besos para ti. Espero te siga gustando.

Angel pues si es bastante cortito, y pues si me tarde un poquito (más bien mucho diría yo), pero aqui esta el nuevo, el siguiente también será lemon n.n!!

Jen-Sweet pues aqui Hiei no es tan inocente como parece... yo creo que debido a su forma de ser, tiene un gusto muy desarrollado por la "acción" y pues como es un demonio y supuestamente tiene varios añitos, no creo que sea tan inmaduro en ese tema. Besos.

Atemu Asakel04 pues el fic ahora va a tardar un poquito, pero espero que no mucho. A mi también me fascina la pareja que hacen Hiei y Kurama, es de mis favoritas n.n

Saludos a los que leen. Muchas gracias por todo.