Hiei, Youko y Yo.
Capitulo V
-¡Shuuichi estoy en casa!
-¡Shuuichi!
-¿Shuuichi?
Bueno, estaba confirmado, su pequeño necesitaba con urgencia ayuda psicológica. No era para nada común entrar a la pequeña sala y encontrarse con un muchacho tirado en el suelo, con la camisa ligeramente levantada, el rostro con una mueca que daba miedo y mucho más rojo de lo que era normal.
Claro podría tratarse de algo físico, pero lo escuchaba hablar solo en su habitación por las noches, y, además, perdía con demasiada facilidad la concentración y la noción del tiempo. Y ahora lo encontraba en ese deplorable estado, como si acabara de correr cientos de millas.
-Shuuichi... ¿estás bien? –preguntó la mujer mientras se inclinaba para posar una mano en la frente de su hijo. El chico parecía demasiado concentrado en algo, debatiéndose consigo mismo entre hablar o no hacerlo. A primera vista, no parecían cosas demasiado preocupantes, pero después de tener un hijo casi perfecto en todos los sentidos, sí había algo fuera de lugar ahí.
-¡Te digo que no, maldita sea! –gritó de pronto poniéndose de pie, tirando de espaldas a la pobre mujer que se sorprendió del brusco y repentino grito de su hijo. Al que por cierto, nunca había escuchado gritar.
-¡Ahhhh! ¡Mátala! ¡Mátala!
-¿¡Qué?! –y por primera vez tuvo conciencia de que al escucharse el ruido de la puerta al abrirse y después del anuncio de su madre, se encontraba tirado en el piso de la sala, demasiado aturdido como para saber que había pasado.
-¡Qué la mates! ¡¿Te has dado cuenta?! ¡Acaba de arruinarme la existencia!
-No exageres, sé que...
-Ni siquiera puedes contestar algo inteligente, también tienes deseos de estrangularla.
-Es mi madre.
-¡Eso no le quita lo inoportuna! ¡Estaba a punto de tener una sesión de duro y ardiente sexo con Hiei! ¡Y ella lo arruinó! –los gritos del Youko comenzaban a darle jaqueca. –¡Merece morir!
-¡Te digo que no, maldita sea!
Y ahí, con la cabeza hacía arriba, mirándolo con un poco de temor, estaba su madre, demasiado desconcertada como para decir algo.
-¿Dónde esta Hiei? –si pudiera, en ese mismo momento se habría dado un golpe para dejarse inconsciente, ¿cómo sabría su madre quién era Hiei? Lo que le recordaba que, los gritos de ella provocaron que el, hasta ahora, excitante y excitado demonio de fuego, lo aventara con fuerza contra el suelo, con una rapidez mayor a la acostumbrada subiera sus pantalones y desapareciera en el aire. Todo en el pequeño lapso en que ella llegó a su lado.
-¿Hiei? –estúpido, estúpido, estúpido ¡y mil veces más, estúpido!
-Bueno, este... –una respuesta rápida, una excusa perfecta, no podía negar la existencia de que hasta el momento alguien lo había estado acompañando, la pequeña mesita tenía pruebas de ello. -... Hiei es... ¡un amigo! Si, un amigo y vino a tomar té conmigo... pero... –claro, él, que siempre tenía buenas ideas y podía mentirle a cualquiera sin que dudaran de la veracidad de sus palabras, ahora parecía inseguro, su cerebro se había ido de vacaciones, dejando una patética excusa del siempre lleno de recursos Kurama.
-¿Pero? –la mujer se levantó del suelo, algo sorprendida, pues su pequeño siempre tan educado, había olvidado ayudarla, demasiado concentrado en explicar la ausencia de su amigo imaginario.
-¡Fue al baño! –gritó, esperando que Hiei aun estuviese ahí cerca y lo ayudara con su pequeño acto, llegando en ese momento a la habitación, después de su aparente uso del sanitario, claro que su sonrisa se borró cuando nadie apareció.
-¿Qué hacías en el piso entonces? -¡cierto! El piso, su ropa desarreglada... ¡diablos! ¿Por qué le pasaban estas cosas a él?
-Odiándote por privarme de las deliciosas caricias de un ardiente demonio de fuego...
-Iba... bueno, yo... me dirigía a mi habitación a cambiarme de ropa en lo que él usaba el baño pero me tropecé y caí y fue cuando tú llegaste pero me pegué demasiado fuerte y por eso tardé en reaccionar cuando me hablaste pero no fue mi intención asustarte es sólo que el golpe me dolió un poco y pensé que eras Hiei que se burlaba de mi y...
-Shuuichi, si no respiras te ahogarás. -¿respirar? ¡Ah claro! Había dejado de hacerlo después de "bueno yo..." aunque no se percató, quizá por los nervios.
-Buenas noches. –y ambos se giraron a la entrada de la pequeña sala. Ahí ante ellos, estaba la oscura figura de Hiei, con una mirada que Kurama no supo como interpretar, quizá estaba molesto, ¿quién no?
-Buenas noches. –murmuró la mujer sorprendida. Después de todo, su hijo no tenía un amigo imaginario, ¡existía! ¡Era de carne y hueso! Y bastante mono. Parecía un niño pequeño, aunque sus ojos se veían algo irritados...
-Hiei. -¡uh! Eso no debió salir como una suplica.
-Tengo que marcharme 'Shuuichi' te veré mañana. Hasta luego señora. –inclinó ligeramente su cabeza, dio media vuelta y salió.
-¡Espera Hiei! –gritó, saliendo tras él, pero a pesar de correr un poco, no lo alcanzó. Se sentía deprimido, ni siquiera habían podido aclarar las cosas y ahora estaba ahí, sin saber si el demonio le correspondía o sólo saciaba sus instintos. Y a propósito de ellos, aun tenía una dolorosa sensación que no le permitía pensar en otra cosa que no fuera al pequeño koorime debajo de él.
-Tu amigo se ve agradable, la próxima vez invítale a quedarse. –dijo su madre, estaba levantando las tacitas con el té intacto, su mirada se posó en el helado y Kurama sintió como la sensación no desaparecía.
-¿Me pregunto si le agradará tanto después de saber qué estábamos haciendo antes de que ella llegara?
-Cállate de una buena vez.
-Yo sólo decía.
Unos minutos más tarde, agobiado por los comentarios y las preguntas constantes de su madre, alegando cansancio, subió a su habitación, demasiado aturdido, escuchando, además, los constantes comentarios irónicos y sugerencias de muerte de un zorro de ojos dorados.
Abrió sin ganas la puerta, su preciosa oportunidad de aclarar las cosas con Hiei se había marchado tan rápido como había llegado y se sentía completamente frustrado, y ansioso. Se sacó la camisa para ponerse el pijama, sin siquiera percatarse de que un par de ojos lo miraban desde una esquina. Estaba por sacarse los pantalones cuando un carraspeo le llamó la atención.
-Hiei. –murmuró.
-¡¿Hiei?! ¡Es Hiei! ¡Hiei que bueno que volviste! ¡Bésame! ¡Tómame! ¡Has conmigo lo que quieras!
El sonrojo que adornó las mejillas de Kurama no pasó desapercibido para el koorime que miraba con atención todas y cada una de las reacciones del zorro. Entonces él también se sonrojó. Kurama tenía los pantalones abajo.
ººº
-¿De que querías hablar? –preguntó Hiei, evitando, evidentemente el tema de lo que había sucedido hacia unos minutos en la sala.
-Sobre, lo de la otra noche. –musitó bajito Kurama, manteniendo la cabeza agachada, no quería mirar a Hiei al rostro, sabía que si lo hacía, sus instintos actuarían de nueva cuenta sobre él, provocando una escena más como la de la sala, claro que no se opondría si pasaba, pero quería primero dejar las cosas claras con Hiei.
-¿Qué otra noche? –claro que Hiei no iba a ponérselo fácil, él quería al zorro, pero el zorro no parecía muy seguro de lo que quería, y quizá lo que quería decirle era que todo había sido producto de la lujuria.
¡Oh! Porque era bien cierto que entre los demonios no existe el amor. Sólo la lujuria. Un demonio no ama, sólo desea. Había casos especiales y muy contados en que un demonio lograba amar, pero casi siempre era a una criatura que no pertenecía a su especie. Por lo regular era de un ningen. Los ningen aman, y pueden hacer que el amor que profesan, sea igualmente transmitido por un demonio. Pero entre demonios el amor no existe. Cariño talvez, compañerismo sin duda, pero jamás amor. Siempre viendo el lado práctico, el amor te hace débil y te llena de inseguridades, el amor no es necesario.
Pero Hiei amaba. Claro que lo hacía. El por qué, no tenía idea, quizá porque había nacido de una relación de amor, porque, ¿qué explicación habría en que dos demonios, de razas que por naturaleza son enemigas, se unieran y procrearan a un ser prohibido? Hiei lo era, un ser que no debió existir, un ente vedado, un ser temido y despreciado por todos. Hielo y fuego, alguien quien no debía nacer jamás. Pero quien por amor había sido concebido, quizá también podía, pese a su naturaleza, brindar amor. Aunque era poco probable.
En cambio, el zorro, era uno de los seres más lujuriosos por naturaleza, y si Hiei lo amaba, corría el riesgo de ser despreciado, pero si el youko, lo deseaba tan fervientemente, él podría usar esa excusa también y quedarse a su lado, hasta que el zorro se aburriera y decidiera que era suficiente.
-No juegues, Hiei. Sabes a que me refiero. –¡claro que lo sabía! Pero no estaba mal fingir un poco de demencia.
-¡Oh! ¿Entonces me vas a explicar ahora por qué parece que tu mente se va de paseo? –preguntó cruzándose de brazos, esperando por una respuesta que sabía no era la que el zorro quería darle.
-¡No! Es decir, sí... pero no me refería a eso. –las últimas palabras salieron como un murmullo, muy bajito, casi imperceptible, pero que Hiei escuchó bastante bien.
-¿Entonces me dirás por que murmuras cosas sin sentido? –esa táctica funcionaba, aunque corría el riesgo de enfadar al zorro.
-¿Qué? Yo no murmuro sin sentido. –exclamó indignado.
-¡Claro que lo haces! Casi siempre cuando parece que pierdes el sentido.
-¡Yo no pierdo el sentido!
-¡Por supuesto que sí! Pareciera que estas dormido, pero con los ojos abiertos y comienzas a balbucear cosas. –explicó, Kurama se quedó callado, si murmuraba cosas ¿qué tanto sabía Hiei de lo que hablaba con youko? O consigo mismo, dado el caso.
-¿Qué cosas? –preguntó nervioso.
-¡Cosas! –dijo haciendo ademanes despectivos con las manos –Nunca entiendo lo que dices.
Bueno, por lo menos, Hiei no se había enterado que él era el protagonista de sus delirios. Aunque ahora que lo pensaba, ese era el motivo de todo, y por lo cual necesitaba aclarar las cosas.
-Bueno, lo que yo quería decir... –al parecer, esta vez no iba a haber oportunidad de escape, por lo que Hiei suspiró, valor, ya lo había decidido.
-Que fue un error. Lo entiendo zorro, mejor de lo que crees. –Hiei había agachado la cabeza, bueno, después de todo había llegado el momento.
-No Hiei, lo que...
-No te preocupes, entiendo la naturaleza de los demonios, y no te culpo, nuestra amistad no se ha visto afectada. –al momento en que decía eso, Hiei se había encaminado a la ventana. Toda su resolución de decirle lo que sentía a Kurama, muerta. No podría soportar el rechazo del zorro.
-Pero eso no era... –Kurama estaba bastante sorprendido, sabía que Hiei pensaría eso, pero que se lo dijera así tan abiertamente lo había descolocado.
-Te veo luego. –se despidió, y con un rápido movimiento salió por la ventana, perdiéndose de vista de inmediato.
-¡No Hiei, no entiendes! –gritó Kurama asomándose por la ventana, demasiado tarde, Hiei se había marchado.
Continuará...
Mwe je je je je... les dije que esto no tardaba mucho. Espero les guste... y no vayan a matarme o.o
Atemu Asakel 04 su mamá casi los encuentra... pero ya viste que no n.n
Yukii wiii no sabes lo mucho que me gusta recibir reviews tuyos, y pues creo que si fue rápido ¿no? a mi también me gusta cuando sale youko... es que es un pervertido de primera n.n y las galletas marias sirve para eso o.o igual que las de animalitos, pero con leche son mejor n.n
Jen Sweet ¿si verdad? las mamás llegan cuando uno menos se lo espera, y estube bien tentada en hacer que los encontrara, pero sería un trauma bien grande para la mamá de Kurama encontrar a su lindo y perfecto hijo con las manos en la masa, en este caso, con la boca... comiendo helado n.n
Last Lightangel gracias por leer.
