DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.
CAPITULO 4: EL ARREPENTIDO.
Harry despertó esa mañana sintiendo que no estaba solo en la cama. Su visión se estaba volviendo borrosa, por lo tanto la poción multijugos estaba dejando de hacer esfecto. Con una casi imperceptible maldición, abrió el cajón de su mesa de luz y se tomó medio frasco de poción. Inmediatamente su sentido de la vista se recobró. Ya no era una forma borrosa lo que yacía en el otro extremo de la cama, sino que era Keith.
Como un balde de agua fría, los recuerdos cayeron sobre él. La noche anterior había estado sufriendo otra de sus pesadillas. La mas usual de todas, la que aún lo atormentaba y no lo dejaba vivir en paz. Esa noche en que Sirius lo había dejado para siempre, esa noche en que se había vuelto a quedar sólo, esa noche en que deseó que su corazón dejara de latir. Y Keith lo había calmado, y seguramente se había quedado dormido antes de volver a su cama.
Tenía que aprender a manejar de otra manera esas situaciones. Harry Potter no podía darse el lujo de llorar. Primero tenía que vengarse. Vengarse de Bellatrix, vengarse de Voldemort y, por qué no....vengarse de Dumbledore. El muy desgraciado le había ocultado la verdad, por su culpa Sirius estaba...ni siquiera podía pensarlo sin que se le achicara el corazón. Dumbledore quería un arma para la guerra, esa arma era él. Bien. La iba a tener, pero no iba a contar con que esa arma se iba a encargar de destruirlo a él también.
Un movimiento junto a él lo sacó de sus pensamientos. Keith se estaba desperezando, negándose a abandonar el mundo de Morfeo. En dos segundos, el chico entendió la situación, estaba durmiendo en la cama de Sophie, su nueva amiga. Deseando no ver en sus ojos reproche, se volvió hacia ella. Se sorprendió al ver que le sonreía, en muestra de su agradecimiento.
-Lo siento –musitó Draco –Creo que me quedé dormido aquí.
-Está bien. –dijo Harry, notando la incomodidad de su amigo –Yo...gracias por lo de anoche.
-Pesadillas?
-Si..me persiguen, desde que sucedió lo de mi papá.
-Lo lamento. –respondió Draco, maldiciéndose mentalmente por no notar que a la chica no le iba a gustar hablar de eso.
-No es tu culpa. Espero que no te hays propasado conmigo mientras dormía –dijo Harry sonriendo, para evitar que la charla se torne demasiado deprimente.
-Claro que no! Soy todo un caballero!
-Mejor así. Desayunamos? –ofreció Harry.
-Creo que sería mas correcto decir.."almorzamos"? Viste la hora?
-Por Merlín! Es tardísimo!!!
-Lo se. Vamos.
En ese momento, a kilómetros del Callejón Diagon tres amigos escoltados ingresaban a un imponente castillo, siendo recibidos por un sonriente Albus Dumbledore. A través de los anteojos de media luna, el conocido hechicero, estudió los rostros de sus alumnos. Tanto Hermione, como Ron y Ginny se mostraban alegres por volver a Hogwarts, pero la procupación por la desaparición de su mejor amigo era notoria. Parecían no haber dormido desde que se enteraron de la noticia, probablemente así era.
Tonks, Lupin y Moody eran la escolta de los tres alumnos. Al parecer, habían tenido algunos inconvenientes entre ellos, pues Remus y Tonks miraban a Ojoloco con el ceño fruncido. Dumbledore los miró divertido e interrogó a la mas joven de los escoltas.
-Tuvimos que viajar de pie. –explicó Tonks molesta–todo el camino, desde King´s Cross hasta aquí, de pie, mirando por las ventanas del Expresso.
-Hay que estar en...
-ALERTA PERMANENTE! –dijeron todos junto a Moody, que los miró con mala cara.
-No se preocupen, pueden descansar unos momentos. –Informó Dumbledore –Aún faltan dos horas para la próxima reunión de la Orden. Y...tengo que hablar con alguien antes de dar comienzo. Así que, si me disculpan, me retiro.
-Profesor! –lo llamó Hermione.
-Oh! Disculpe señorita Granger, pueden quedarse en la Torre de Gryffindor. Elijan alguna de las habitaciones vacías e instalen sus pertenencias.
-Gracias Dumbledore –interrumpió la señora Weasley, que venía del Gran Salón –pero me temo que los elfos ya se encargaron de esas tareas. Dejaron todas sus cosas en la habitación de mujeres de sexto año y....–agregó informando a sus hijos y Hermione.
-Pero mamá! –se quejó Ron –Los elfos no saben que yo no puedo entrar ahí?
-Señor Weasley –dijo Dumbledore riendo –Creo suponer que para saber que hay protección contra los jovencitos, es porque intentó adentrarse en los aposentos de las señoritas.
-Eh...yo.... –las orejas de Ron estaban tan escarlata como el uniforme de Quidditch de Gryffindor –el año pasado...pero sólo porque queríamos hablar con Hermione!!
-Está bien. –continuó el viejo mago –Como varios miembros de la Orden se suelen quedar a dormir en ocasiones, las escaleras fueron desencantadas momentáneamente. No creo que haya problemas. De todos modos, sólo serán un par de días, porque Neville Longbottom se quedará aquí también por el resto de las vacaciones, y Luna Lovegood llegará con él. Igualmente, le aconsejo avisar por la mañana antes de abrir los doseles de su cama, no queremos que asuste a las chicas, verdad?
-Si...señor –dijo Ron, que ahora todo su rostro estaba sonrojado.
-En fin –dijo Molly Weasley –tengo algunas cosas que hacer. Ya saben donde queda la Torre, y la contraseña es "Leones de la Orden".
-Ah! –dijo Tonks encantada –Siguieron mi consejo! Qué bueno! Siempre quise poder poner la contraseña de la entrada!
-Vamos chicos –los insitó Remus. –Creo que yo voy a ir con ustedes así descanso un poco.
El almuerzo esta vez había sido pagado a medias. Keith y Sophie ingirieron algo rápido en el Caldero Chorreante, antes de partir hacia el Callejón Diagon. Desde su anterior estadía en el Callejón, antes de comenzar su tercer año en Hogwarts, se podía decir que Harry era un experto conocedor de todos los rincones de aquel lugar. Sabía donde comprar los mejores helados, las mejores ropas, conocía todos los bares, confiterías y restaurantes, y no había nada que lo sorprendiera. Excepto, tal vez, por un cartel enorme que ahora observaba desde una esquina.
-"Sortilegios Weasley"? –se preguntó a sí mismo.
-Eso parece –respondió Keith.
-Vamos a ver? –propuso Sophie, después de todo, tebía bastante que ver con que Fred y George abrieran su propio negocio.
-Eh...no lo sé... –dudó Keith. No le gustaba la idea de entrar a territorio enemigo, aunque nadie iba darse suenta que era Draco Malfoy, y considerando la ilusión que aparentemente le hacía a su nueva amiga se decidió. –Sí. Vamos.
-Genial! –exclamó Sophie salió corriendo hacia allí.
-Buenos días –les dio la bienvenida una cordial voz –yo soy Fred Weasley, en qué puedo ayudarlos?
-Podría mostrarme alguno de los mas recientes productos, por favor? –pidió Sophie.
-Claro! Será un placer! Siempre es un honor tener clientas tan hermosas! –dijo, provocándo que Sophie se ría a carcajadas y que Keith gruñera disconforme.
-Te espero afuera –dijo Ketih, mostrándo que no le agradaba el pelirrojo.
-Creo que tu novio se enojó conmigo.
-No. Está bien. No es mi novio. –dijo Sophie con una sonrisa, negando con la cabeza.
Exactamente dos horas después de su llegada a Hogwarts, un elfo apareció en la Sala Común de Gryffindor, solicitando la presencia de Remus Lupin y Nymphadora Tonks en el Gran Salón, pues la reunión estaba por comenzar. Ambos adultos se despidieron de Ron, Hermione y Ginny y se dirigieron hacia allí apresuradamente.
Cuando llegaron, notaron algo fuera de lo normal. Además de la gran mesa circular en la que todos se reunían cada vez, había una pequeña tarima, en el lugar de la Mesa de Profesores durante el año escolar. Todos conocían el motivo por el cual la tarima estaba ubicada allí: un nuevo miembro de la Orden del Fénix iba a prestar juramento de fidelidad.
Poco tiempo después, y habiendo consultado con los presentes, todos llegaron a la conclusión de que nadie tenía idea quien era el o la nueva integrante. A nadie le gustaba la idea. Cuanta mas gente, mas desconocidos, cuantos mas desconocidos, mas posibilidades de traición.
Dumbledore hizo su aparición, ingresando por una puerta lateral. Detrás de él, un muchacho de unos 19 años, alto, flaco, de porte extremadamente formal y antinatural, ojos cafés y cabello pelirrojo. Percy Weasley solicitaba ser parte de La Orden del Fénix. Los murmullos aumentaron, pues todos conocían la historia de "Percy-lame botas del Ministro-Weasley". Molly Weasley comenzó a llorar, emocionada porque su hijo hubiese recobrado la sensatez, Arthur Weasley no podía mas que mirar al hijo que lo había ignorado durante todo un año y abrir y cerrar la boca de la impresión. Pero Bill y Charlie lo observaban con recelo, ellos no lo iban a perdonar tan fácil. Había hecho sufrir demasiado a sus padres.
-Señores, por favor, silencio –dijo Dumbledore levantando una mano –Otro integrante de la familia Weasley va a formar parte de La Orden a partir de este momento. Lo que tengan que decir al respecto, lo hablarán directamente con él. He escuchado sus razones para formar parte de la organización y, demás está decir, son muy convincentes. Señor Weasley, por favor.
-Yo, Percy Weasley –dijo Percy mirando al resto de los integrantes y levantando su mano derecha –prometo y juro aportar todo mi esfuerzo a la causa de La Orden del Fénix, acatar las órdenes del Profesor Albus Dumbledore y no revelar a nadie lo desarrollado en cada reunión. Como así también, trabajar firmemente en cada tarea que se me designe y proteger la vida de Harry Potter con la mía de ser necesario.
-Bien. En ese caso, puedes sentarte donde encuentres una silla vacía Percy –dijo un sonriente Albus Dumbledore.
Percy se sentó junto a su madre, quien le tomó la mano, aún con lágrimas en los ojos, y le dedicó su mas sincera sonrisa. Por su parte, él respondió con un beso en la mejilla. Dumbledore tomó asiento en su lugar de siempre y dio por comenzada la reunión.
-Novedades sobre Harry? –preguntó, notando como todos los presentes se removían en sus sillas. –Nadie sabe nada? No es posible que un chico de 16 años sobreviva solo, sin utilizar la varita, durmiendo en la calle, sin comer, sin comprar alimentos, sin utilizar un baño. Algo se nos está escapando.
-Está olvidando que Potter tiene una gran capacidad para romper las reglas y burlarse de la gente, Profesor –dijo ácidamente Snape.
-Cállate Snivellus! –Remus saltó de su asiento –Tu también tienes culpa de esto! Si no hubieras dejado de darle lecciones de Occulmency, no se habría producido el incidente del Ministerio!
-Potter sólo está llamando la atención, Lupin. Es que no lo conoces? Es igual a su padre.
-SEÑORES! –exclamó Dumbledore poniendo fin a la discusión –No quiero otro enfrentamiento como este. Guárdate tus comentarios Severus. Y tu Remus, tus reproches. A todos nos duele la muerte de Sirius, pero no puedes culpar a Severus.
-Lo siento –dijo Remus bajando la cabeza.
Sophie salió del negocio de los gemelos Weasley con varios paquetes media hora después de haber entrado. Keith la esperaba junto a la puerta, con los brazos cruzados y recargado y con una pierna en la pared. No sólo odiaba a los Weasley, y todo lo que tuviera que ver con ellos, sino que encima querían quitarle a su Sophie. Ella era su amiga, sin importarle su direro, la posición de sus padres en la alta sociedad mágica, y ningún pelirrojo imbécil se la iba a quitar.
-Tardaste bastante. Simpáticos los dueños del negocio, no? –preguntó irónicamente.
-Qué sucede? –preguntó Sophie confundida.
-No me gustó la manera en que te miró. Como si fueras un pedazo de carne, como si quisiera devorarte.
-Mmmm...estás celoso?
-No! Yo no soy celoso! Sólo estoy cuidándote! Pero si quieres puedo desaparecer de tu vida en este instante.
-Estás celoso –dijo Sophie entre risas –Vamos Keith, no lo conzco. Eres mi único amigo en Inglaterra y pretendo que lo sigas siendo. No seas ridículo.
-Lo siento. Es que a veces....la gente se me acerca interesadamente y una vez que consigo una amiga de verdad...
-No tienes por qué preocuparte –agregó la chica –Te comprendo. A mí también me sucede –Kaith la miró extrañado, tenía que inventar algo rápido –Era la capitana de Quidditch de mi equipo y...te imaginarás.
-Comprendo. Vamos a tomar un helado? –lo cortó Draco, para evitar que siga hablando de sus celos y se burle de él.
-Por mí está bien. –dijo Harry con una sonrisa.
La reunión culminó con nuevas tareas para algunos de los miembros de La Orden. Otros, seguían con la misión mas importante del momento: buscar y encontrar a Harry Potter. Los padres de Ron pidieron permiso para pasar por la Torre de Gryffindor, antes de retirarse hacia La Madriguera. Querían conversar con Percy y contarle la nueva noticia a Ron. El anciano aceptó encantado.
Después de pronunciar la contraseña, Bill y Charlie entraron a la Sala común de los Leones, saludando a sus dos hermanos y Hermione, que se encontraban en unos sillones, deliberando sobre posibles lugares donde encontrar a Harry. Los tres los miraron sonrientes, y también a los señores Weasley, que ingresaron tras ellos. Pero sus rostros se fruncieron cuando vieron al último.
-QUÉ HACE ÉSTE AQUÍ?!?!?!?! –gritó Ron –NO TIENE DERECHO A ESTAR AQUÍ!
-Cálmate Ron. –intervino el Señor Weasley –Percy forma parte de La Orden ahora.
-Y? –preguntó Ginny.
-Cómo "Y?"? –dijo Molly –Percy ha vuelto!
-BIENVENIDO! –le gritó Ron con asco y se encerró en la habitación que estaba ocupando.
-RONALD WEASLEY! VEN AQUÍ! –lo llamó a los gritos su madre.
-TIENE RAZ"N MAMÁ! –gritó Ginny desapareciendo tras la misma puerta que su hermano.
-Eh..yo...voy a.... –dijo Hermione señalando la habitación y dirigiéndose hacia allí.
-Tranquila mamá –dijo Bill, al ver que su madre estaba llorando por la reacción de sus hermanos –Es lógico que se pongan así.
-No! No lo es! –sollozó la mujer –Son sus hermanos! No sus enemigos!
-Pero hasta hace unos días, Percy renegaba de la familia –intervino Charlie fulminando con la mirada a su hermano, el arrepentido –Dijo cosas horribles de todos nosotros, de Dumbledore y de Harry. Es absolutamente normal la reacción que tuvieron.
-Yo creo....-comenzó solemnemente Percy.
-Nadie te pidió tu opinión Percy! –exclamó Bill –No tienes idea lo que sufrieron papá y mamá por tu maldita arrogancia, tu ceguera, tu ambición y tu actitud hacia nosotros! Si quieres saber lo que pienso, mejor será que te vayas preparando. No creo que vaya a ser fácil que dejen de verte como el "lame botas del Ministro"!
-Pero....
-No entiendes Percy? –fue el turno de Charlie –lo mejor será que no te acerques a ellos todavía! Están muy dolidos! Y ni se te ocurra intentar hablar con Harry cuando regrese! Porque te va a maldecir! Y yo no pienso impedirlo!
-Basta...por favor –pidió la señora Weasley.
-Está bien mamá. Vamos a hacer una cosa. –dijo Bill –Fleur y yo nos quedamos aquí esta noche, con los chicos. Ustedes vayan. Cuanta mas gente haya en La Madriguera para cuando los gemelos reciban a Percy, mejor. Porque imagino que van a intentar utilizar con él todos sus productos.
-Tienes razón Bill –dijo Charlie –Vamos mamá.
-Hasta mañana. –dijo el señor Weasley.
POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.
BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.
BARBY