DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.
00000000000000000
CAPITULO 7: PAZ, ESE ESTADO TAN BUSCADO.
¿Cómo hacer para no sentirse perdido¿Cómo dejar de lado que por primera vez en su vida había mantenido una amistad sin estar basada en el dinero que poseía o en el prestigio de su familia¿Cómo no querer morirse por el hecho de saber que nunca mas iba a poder compartir un helado, o pasear por el Callejón Diagon con la chica que ya consideraba su hermana mayor?
Era la realidad, y debía aceptarla. Sophie Richards, no existía. Definitivamente, su progenitor estaba en lo cierto cuando le decía que los únicos amigos que un Malfoy necesita son aquellos que le cuidan la espalda, o los bien posicionados en la sociedad mágica. Se sentía tan idiota, tan estúpido... ¡Él, Draco Malfoy, engañado por el imbécil del Niño Que Vivió!
Ya no soportaba el dolor. Un dolor que no era físico, a pesar de los castigos y las torturas que le infringía su "Tía Bellatrix". Era un dolor mas fuerte y le daba terror. Sentía como su corazón deseaba dejar de latir, sus pulmones deseaban dejar de respirar, y su mente deseaba olvidar lo vivido.
Otra vez, Harry Potter se había encargado de fastidiarle la vida. Porque su maldita tía se lo recriminaba durante quince minutos, cada dos horas, cuando probaba su resistencia a diferentes hechizos, a diferentes abusos físicos y psicológicos. Nunca en su vida se había sentido tan vulnerable.
Lo único que deseaba era morir. Encerrado en esa maldita habitación en un lugar que no conocía y no tenía intenciones de conocer. A menudo, escuchaba las carcajadas de su tía regocijándose por torturar a alguien más y solo podía agradecer que no fuera él.
Y, cuando pensaba que su día no podía empeorar, la maldita puerta se abrió para dar paso a Bellatrix Lestrange, una de las mas temibles mortífagas existentes.
00000000000000
Ron, Hermione, Ginny, Luna y Neville se encontraban en la Sala común de Gryffindor, su lugar de residencia durante lo que quedaba del verano. Por alguna extraña razón, nadie les respondía a sus preguntas y, con muchísima suerte, podían recibir un "No sucedió nada importante".
Pero sabían que no era verdad. Sabían que algo estaba mal. Y lo sabían porque ninguno de los miembros de La Orden del Fénix los miraba a los ojos al hablarles. Pero, sobre todas las cosas, lo sabían porque Remus Lupin no había vuelto a la Torre, como lo hacía después de cada reunión, o de cada redada.
Hay algo que está mal -decía una y otra vez Hermione caminando de un lado al otro de la Sala Común, aumentando, si eso era posible, los nervios de los otros chicos. -Y estoy segura que tiene que ver con Harry.
¿Quieres decir que algo le sucedió? -preguntó Ron temblando notoriamente ante la posibilidad.
No lo sé. -respondió Hermione -simplemente estoy convencida de que algo está mal.
Estás exagerando Hermione -dijo Luna al fin.
¿CóMO TE ATREVES A DECIR QUE EXAGERO CUANDO MI MEJOR AMIGO...MI HERMANO ESTÁ EN PELIGRO? -le gritó la castaña perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
A veces eres tan obtusa -murmuró Luna.
¿QUÉ DEMONIOS DIJISTE?
Calma Hermione -dijo Ginny tomándola de un brazo -Todos estamos muy nerviosos desde que harry desapareció.
Claro, claro -corroboró Neville -Ya lo van a encontrar.
Ya lo encontraron -dijo Luna solemnemente, con una tranquilidad envidiable.
¿Cómo puedes saberlo? -le preguntó Ron -No lo veo por aquí¿verdad? Deja de decir idioteces y mantén la boca cerrada si no es para decir algo coherente.
He dicho la verdad -dijo Luna levantándose de su sillón ofendida -Encontraron a Harry esta tarde. Lo sé.
¡ESTÁS LOCA! -le gritó Ron mientras ella caminaba inmutable hacia la habitación que compartía con Ginny y Hermione.
No lo está -sonó la voz de Lupin -Encontramos a Harry esta tarde, como bien dijo Luna.
000000000000000000
La mañana lo sorprendió en una cama amplia y mullida. Tan cómodo y relajado estaba que no notó a la niña sentada a los pies de su cama, mirándolo con curiosidad. Estiró los brazos, desperezándose y tomó los lentes de su mesa de luz. Se sentó en la cama, pensando en los sucesos del verano, cuando se sintió observado.
Hola -dijo la intrusa, regalándole la mas hermosa de las sonrisas.
¿Quién eres? -preguntó Harry sobresaltado.
Larien -respondió la pequeña acercándose a él, gateando como si fuera un bebé. -Estás triste.
Un poco -admitió Harry, sonriendo con tristeza -¿Cómo entraste a la habitación?
Por la ventana. La dejaste abierta anoche.
Pero...¡deben ser como diez metros desde el suelo!
Volé -dijo la niña encogiéndose de hombros y metiéndose bajo las sábanas.
Harry se asombró al ver la familiaridad con la que la pequeña lo trataba. Larien se acurrucó a su lado y lo abrazó con sus pequeños bracitos, en un intento de reconfortarlo. Ciertamente lo logró. Harry sentía la misma paz que cuando estaba junto a Idril.
Entonces la observó mejor. Era tan rubia como la dueña del castillo, y tenía los mismos ojos plateados. Su rostro era tan blanco como el de ella y sus labios portaban la misma exquisita palidez. No supo bien por qué, pero correspondió al abrazo de la pequeña niña, sintiéndose inmensamente feliz.
¿Eres hija de Idril?
No. -dijo Larien soltándo una risita -Es mi tía.
Eres igualita a ella.
Lo sé. Siempre me lo dicen.
¿Cuántos años tienes?
Tres -dijo ella enseñándole los tres deditos del medio de su mano. -Pero pronto cumpliré los cuatro, y eso es muuuy importante.
¿Ah, si¿Puedo saber por qué?
Porque va a empezar mi enseñanza. A los cuatro -dijo mostrando cuatro deditos -me enseñan muchas cosas. Mi tía Idril es muy buena maestra. Ella me enseñó a volar. ¿Por qué estás triste Elerossë?
Son muchas cosas.
Aquí nadie es triste, nosotros te haremos feliz. -dijo Larien saliendo de la cama -Abajo te esperamos para desayunar. Mis hermanos quieren conocerte. Mi tía dice que eres un gran gran mago. -la pequeña llegó hasta la puerta y, antes de salir, volteó -No debes preocuparte por tu padrino, Elerossë -y se fue.
0000000000000000
La puerta se cerró nuevamente, dejando dos figuras observarse en la oscuridad de la desnuda habitación. Sin mas muebles que el catre en donde descansaba su frágil cuerpo entumecido. Levantó sus ojos grises hacia quien osó a molestarlo en sus mas íntimos pensamientos.
¿Has aprendido la lección, Draco? -preguntó Bellatrix sonriendo maliciosamente.
Nunca le encontré sentido a esto. -le respondió Draco. El era un Malfoy, y los Malfoys no se dejaban doblegar.
No debiste abandonar a Narcissa en San Mungo. Y no debiste escapar Draco, tu padre hubiera enfurecido.
La voz de Bellatrix era socarrona y gozaba viendo sufrir a ese muchacho, aunque fuera su sobrino. Por ser su sobrino. Por ser hijo de Narcissa y no suyo. Su varita acariciaba la pálida piel del rostro, haciendo presión en las mejillas, y aflojando un poco en la frente.
Pero tenía instrucciones precisas del Dark Lord. No podía herirlo demasiado. Tenía que sacarle toda la información posible sobre los días que pasó con Potter, pero el muy imbécil no quería cooperar. Lo mas importante ahora era que proporcione algún dato para corromperlo, para violar sus más íntimos sentimientos y para destruirlo. Debían encontrar el punto débil de Potter.
Draco...mi "querido" sobrino, ya te dije que tienes que colaborar conmigo¿verdad? Dime nuevamente ¿qué es lo que mas atormenta a Potter?
¡Y CóMO DEMONIOS QUIERES QUE LO SEPA¡POTTER NO ES MI AMIGO¡TODO LO QUE ME DIJO ESTOS DÍAS ERA MENTIRA!
Estás seguro Draco? preguntó Bellatrix -Porque si no puedes colaborar con mi Señor, entonces no mereces vivir.
Bella -la reprendió una siseante voz desde la puerta de la mazmorra. -Creo haberte dicho que necesito vivo al hijo de Lucius.
Mi Señor -dijo ella arrastrándose a sus pies -Sólo quería asustarlo, no incumpliría jamás una orden suya.
Lo dejaré pasar esta vez, Bella.
Lord Voldemort se acercó a Draco Malfoy que, aún tendido en el camastro, no podía apartar sus ojos de su imponente figura. Era tan terrorífico como lo habían descripto en los periódicos, y mas que lo que su padre había podido contarle. Definitivamente, cualquier persona podía morir con sólo mirarlo a los ojos.
Con una amabilidad desconocida en él, se sentó junto al prisionero y le levantó la barbilla, para poder mirarlo a los ojos. Una sonrisa de satisfacción cruzó su rostro al ver las típicas facciones aristocráticas de los Malfoy. El chico era una copia mejorada de Lucius.
Draco Malfoy -siseó el Lord -¿Debo dejarte ir?
No...no lo sé, Señor -respondió el rubio intentando ocultar los escalofríos que corrían por su espina al sentir la mano de ese intento de hombre sobre sí.
Lo haré. ¡Bella!
Si, mi Señor. -dijo ella reclinando la cabeza.
Llama a Severus. Debería estar en el segundo piso.
Si, mi Señor.
Durante algunos minutos, que parecieron horas para Draco, ambos se quedaron solos en la "habitación e huéspedes", como solía llamarle Bellatrix al lugar donde lo tenían encerrado desde el ataque a Hogsmeade. Nunca pensó que la miserable mujer lo llevara con ellos al castillo en donde se escondía el Dark Lord.
Mientras Draco pensaba en lo que le deparaba el destino, o mas precisamente, en lo que podía llegar a estar planeando ese sujeto para él, Lord Voldemort lo observaba calculadoramente. Si ese chico era tal como Lucius le había dicho, definitivamente iba a ser uno de sus mas fieles seguidores.
¿Me llamó, mi Señor? -preguntó Severus haciendo una reverencia desde la entrada de la mazmorra.
Severus...tengo un trabajo para ti.
Usted dir�, mi Señor.
Lleva a Draco a Malfoy Manor. Déjalo ahí y asegúrate de que nada le falte.
Si, mi Señor. -dijo acercándose a Draco y alzándolo en sus brazos.
En brazos de su Profesor de Pociones, Draco atravesó el castillo en el que se encontraba, obteniendo vista de las mazmorras. Podía decirse, que la suya era la mas "acogedora", dado que, en las siguientes, los prisioneros estaban encadenados, o yacían inmóviles en el inmundo suelo de piedra, compartiendo los últimos días de sus vidas junto a, por lo menos, tres sujetos mas.
Después de subir por unas extensas escaleras de piedra, llegaron a un inmenso vestíbulo, que atravesaron ante la vista de varios fieles de Lord Voldemort. La mayoría los miraba incrédulos, algunos se preguntaban si debían intervenir. Después de todo, el hijo de Lucius Malfoy era un prisionero.
Un sujeto pequeño y tembloroso se acercó a Snape, sin despegar los ojos del bulto que éste llevaba en sus brazos. El profesor de Pociones detuvo su caminata y fijó la mirada en el lloroso hombrecito. ¡Cómo odiaba al imbécil!
¿Qué quieres Pettigrew?
¿Por...por qué te lo llevas?
órdenes del Lord. -fueron las últimas palabras que se desprendieron de la boca de Severus Snape, antes de abandonar el castillo.
Una vez en el exterior, Snape aferró mas aún el cuerpo de Draco Malfoy y se concentró, visualizando mentalmente la Mansión de los Malfoy. Cerró los ojos y, cuando los abrió, se encontraba dentro del Salón principal de Malfoy Manor.
Severus dejó salir un suspiro, al ver que había sobrevivido un día mas junto su ex señor, soportando las tareas que le encomendaba. Subió las escaleras de mármol brillante, aún cargando a Draco, que parecía demasiado cansado para caminar.
Dejó al rubio en su cama, llamó a un elfo doméstico para darle las instrucciones necesarias sobre el cuidado de su alumno. Tomó algunas pociones que siempre llevaba encogidas en el bolsillo de su túnica, las volvió a sus tamaños normales y las esparció en una mesita.
Con cuidado, sentó a Draco contra el respaldo de la cama y le quitó algunos cabellos que le caían sobre la frente. El otro, se dejaba hacer, sabía que su profesor no iba a hacerle daño, al menos, no el daño que ya le había hecho su tía.
¿Qué sientes, Draco? -preguntó amablemente Severus.
Dolor. Me duelen todos los músculos de mi cuerpo profesor. No puedo moverme por mi mismo.
Bellatrix está loca. -murmuró Severus para sí moviendo la cabeza negativamente -No te preocupes. Toma esta poción, te permitirá dormir y te calmará gradualmente el dolor.
¿No tiene algo mas fuerte?
No. Con el hechizo que usó ella, si te doy algo que calme instantáneamente el malestar, se te agarrotarán los músculos y no podrás volver a moverlos en tu vida. Dolerá por un tiempo mas, pero vas a volver a la normalidad.
Gracias profesor.
No hay de que. -Severus se puso de pie para dejar la Mansión -Si necesitas cualquier cosa, puedes enviarme una lechuza. Trata de no poner nada comprometedor en ella, no me gustaría tener que explicarle a determinadas personas cuál es mi vínculo contigo, tu padre o el Dark Lord.
Descuide, seré discreto.
No esperaba menos de un Malfoy. Por último, le dejé instrucciones a un elfo sobre como alimentarte y como administrarte las pociones. Todo irá en aumento de cantidades al pasar los días.
De acuerdo -dijo Draco en el medio de un bostezo, antes de caer profundamente dormido.
000000000000000000000000
Luna abandonó su camino hacia su habitación y volvió a sentarse en el sofá en el que se encontraba antes, con una sonrisa de superioridad y entendimiento. Los demás, fijaron sus ojos en Remus Lupin. Sorprendidos, aliviados, felices y preocupados, porque su ex profesor no se mostraba tranquilo.
¿Qué sucedió? -preguntó Ginny.
Bueno...hubo un ataque en el Callejón Diagon. Voldemort -hubo un escalofrío por parte de todos -estaba allí y...
¿DóNDE ESTÁ HARRY? -gritó Ron.
Él está bien. -se apresuró a decir Lupin. -Voldemort ni siquiera lo tocó.
¿Podemos verlo? -preguntó Hermione esperanzada.
Lo siento chicos, pero no está aquí. No me interrumpan -dijo Lupin al ver que Ron y Hermione abrían la boca -Una persona se lo llevó. No teman, porque sé que ella nunca le hará daño.
¿Está en "El Paraíso"? -preguntó Luna mirando con sus ojos saltones a Remus.
Si, efectivamente, allí es donde se encuentra. El profesor Dumbledore y yo le enviamos una carta para ver a Harry lo antes posible.
¿Qué es ese lugar? -preguntó Neville completamente perdido.
Es el reino de los ángeles en la Tierra -explicó Luna.
¡Eso es una ridiculez¡Los ángeles no existen¡Y mucho menos ese lugar! -exclamó Hermione.
Obtusa -murmuró Luna, haciendo sonreír a Remus.
Si existe Hermione. De hecho, yo lo conozco. Es un lugar hermoso, lleno de paz, tranquilidad y felicidad. Justo lo que Harry necesita en este momento.
Pero... -dijo Hermione, sabiendo que no todo era tan bueno como parecía.
"El Paraíso" está fuera de las leyes de nuestro mundo, así como también del mundo muggle. Sólo pueden entrar y salir las personas autorizadas por la Familia Real y...
Si Harry no quiere volver, no habrá manera de sacarlo de allí¿verdad? -preguntó Ginny.
Así es. Por eso le enviamos una carta a Idril Silimaurë, la reina y señora, pidiendo permiso para ver a Harry. Dumbledore fue muy amigo de su abuelo, y mantiene una buena relación con ella.
Pero va a proteger a Harry con su reino completo si cree que hay alguna amenaza contra él. -dijo Luna finalmente.
¿Cómo sabes tanto? -le preguntó Lupin asintiendo a su última afirmación.
Amras Silimaurë me lo dijo -explicó Luna y Lupin lanzó un silbido de admiración -Sé que parece extraño, pero su madre y mi madre eran amigas. Ella se casó con Orodreth Silimaurë, solíamos vernos durante las vacaciones hasta que mi mamá falleció y él me visita en mis sueños cada vez que puede.
¿Disculpen? -dijo Ron -¿Quiénes son esas personas¿Y por qué tienen esos nombres?
Son nombres élficos. -explicó Lupin -Y...él amigo de Luna es el heredero de la corona, si es que su tía no se casa y tiene hijos.
Está bien. -dijo finalmente Hermione -Todo eso está muy bien. Pero...Harry tiene que regresar. Harry debe querer volver. No puede dejarnos así como así. Somos sus amigos, está usted, que fue amigo de sus padres y el profesor Dumbledore...
Olvídalo Hermione -le dijo Luna levantándose y saliendo de la Sala Común -Harry no confía en él.
00000000000000000000000
Harry terminó de vestirse y llamó a un elfo, que lo guió hasta el salón donde estaba desayunando la familia de Idril. Al abrirse las puertas de roble, Harry se encontró con un salón hermoso. Las paredes coloreadas con un suave celeste, amplios ventanales que dejaban pasar la luz del sol matinal y una mesa redonda, con cubiertos para seis personas.
Cereales, frutas, leche, bizcochos, té, jugos naturales, y todo tipo de exquisiteces esperaban por los comensales. Tres personas se encontraban ya sentadas. Larien y dos chicos mas, que Harry supuso eran sus hermanos, le sonrieron, mientras la mas pequeña le hacía señas para que se ubique junto a ella.
Buenos días -dijo Harry al sentarse.
Elerossë -dijo Larien llamando su atención -Ellos son mis hermanos: Amras y Merenwen.
Encantado de conocerlos -dijo Harry sonriendo tímidamente.
El gusto es nuestro -dijo un muchacho de, mas o menos, 14 años, con largos cabellos rubios platinados y ojos marrones.
Es un honor tenerte aquí, Harry -dijo una niña de unos 10 años, de cabellos castaños y los mismos ojos marrones de su hermano.
Definitivamente, ellos dos parecían mucho mas humanos que Idril y Larien. Mientras la pequeña hacía salir de sus dedos bolitas de colores que explotaban en el aire, como si de pequeños fuegos artificiales se tratara, Harry estudió detenidamente a los otros dos. Si alguien le decía que eran príncipe y princesa, no le creería. Nada se parecían a las familias reales que conocía del mundo muggle.
En cuestión de unos minutos, la puerta del comedor volvió a abrirse, dejando paso a Idril, acompañada de un hombre tan joven como ella. De cabellos castaños, ojos plateados y piel tan pálida como la de Idril, el sujeto le sonrió amablemente.
Bienvenido Harry -dijo el hombre en cuestión. -Espero que te guste nuestro castillo y nuestro reino, y que... ¡Larien!
Lo siento papá -dijo la pequeña, al recordar que no podía hacer magia en la mesa.
Harry -dijo Idril -Él es mi hermano. Su nombre es Orodreth. Es el padre de los tres diablos. -dijo señalándolos con la mano -Por cierto...¿Son ciertos los rumores de que cierta jovencita estuvo volando hoy por la mañana hasta adentrarse en las habitaciones de cierto muchachito aquí presente?
¡Sólo quería conocerlo! -se defendió Larien.
¡Larien! -exclamó su padre indignado, mientras sus hermanos intentaban, en vano, ocultar la risa.
Además, Elerossë estaba triste, y yo lo hice feliz¿verdad? -terminó mirando a Harry.
Es cierto. Y...no me molestó en absoluto su presencia.
Larien, Harry no está acostumbrado a que lo llamen Elerossë -dijo su padre con una sonrisa.
Pero ese es su nombre¿no? -preguntó la pequeña confundida.
Si, pero...
Está bien. De hecho, lo prefiero -dijo Harry algo incómodo por las miradas que estaban fijadas en el -Es que...
No te gusta ser Harry Potter, "el Niño que Sobrevivió" y toda esa basura¿cierto? -preguntó Amras.
Algo así.
-De acuerdo, será Elerossë entonces.-le dijo Idril guiñándole un ojo.
A partir de allí, todos desayunaron conversando amablemente entre ellos. Por lo que Harry pudo comprender, ese mundo estaba más aislado que nada en el mundo, y nadie podía entrar a él sin la autorización de Idril o su hermano. Por otra parte, le explicaron que no hay restricciones de edad para hacer magia, aunque había un plan de "estudios" por llamarlo de alguna manera.
La enseñanza se separaba de acuerdo a razas, porque no todos tenían los mismos poderes. Como agregado, a medida que avanzaban en edad, los niños aprendían nuevos hechizos y formas de liberar su magia. Por lo que pudo enterarse, todos los adultos enseñaban a los pupilos, incluyendo a Idril y Orodreth.
Cuando el desayuno estaba culminando, una bellísima ave entó por uno de los ventanales, dirigiéndose a Idril. Ella carraspeó incómoda, al reconocer al fénix de Dumbledore. Harry abrió los ojos sorprendido por la intromisión de Fawkes y el resentimiento lo inundó.
Idril tomó el pergamino y lo leyó sin prisas, estudiando cada una de las palabras. Sabía, en carne propia, que Dumbledore era una buena persona, pero también era uno de los seres mas manipuladores que conocía. Nunca buscaba hacer el mal, pero solía causarlo de todas formas, como efecto secundario a sus acciones. Lo que sucedió con Sirius era un ejemplo demasiado claro y latente aún.
Elerossë -dijo Idril llamando la atención de Harry, que observaba a Fawkes absorto -Debemos hablar. Sígueme, por favor.
Claro. -asintió Harry siguiéndola por una serie de pasillos hasta llegar a un extenso jardín colmado de verde césped y hermosas flores, seguidos de cerca por el fénix, que no parecía querer irse.
Albus me envió esta carta -dijo mostrándosela -¿Qué opinas al respecto?
No quiero volver -dijo Harry en un murmullo. -Por favor, no lo dejes entrar.
No lo haré si no quieres. De todos modos, iré a hablar con él y le transmitiré personalmente tu mensaje.
¿De verdad me puedo quedar aquí? -preguntó Harry esperanzado.
Supongo que sí. Va a tener que darme muy buenas razones para que te envíe con él nuevamente
Tiene una muy buena -susurró Harry.
No me interesa la estúpida profesia pequeño -dijo Idril dándole tranquilidad -Albus cometió demasiados errores en el pasado y debo admitir que lo seguí en demasiadas ocasiones. Nunca debí dejar que te lleve con los Dursley, debería haberte traído aquí. Perdóname por eso, Elerossë. Y también perdóname por permitir que lleven a Sirius a Azkaban siendo inocente.
¿Perdón?
Yo supe en seguida que Sirius era inocente. Pero no pude hacer nada. Mis poderes no son considerados válidos en el Ministerio, por lo tanto, de nada servía mi testimonio.
Pero podrías haberle dicho a Dumbledore...él...
No pequeño -dijo ella sonriendo tristemente -Albus estaba tan furioso y afectado por la muerte de tus padres que no me hubiera escuchado.
¿Y Remus¿Conoces a Remus?
Si, Remus vivió aquí un tiempo. Pero él estaba sufriendo tanto que yo no podía ir y decirle simplemente "Sirius es inocente, está encerrado en Azkaban por un crimen que no cometió." Si yo hubiese hecho algo así, Remus hubiese enloquecido, al no poder hacer nada por él. Lo único que estaba en mis manos, lo hice. -Harry la miró interrogante -Cuidé de sus sueños durante todo el tiempo que estuvo allí, mientras mi hermano cuidaba de sus pensamientos durante el día. Nosotros hicimos lo posible para ayudarle a mantener la cordura, sabiendo que llegaría el día en que saliera de allí.
Por lo que sirvió...
00000000000000000000
La Orden del Fénix estaba en plena reunión. Habían muchos puntos por aclarar. Severus dio su informe del día a Dumbledore y seguidores, diciendo todo lo referente a Draco Malfoy, y los demás escucharon atentamente. Tonks era la próxima en hablar, cuando el ruido de una explosión hizo que todos se sobresaltaran y miraran hacia las puertas del Gran Salón.
El roble dejó paso a Idril Silimaurë, vestida con su usual túnica blanca inmaculada. Su presencia era tan imponente como la de Albus Dumbledore o Lord Voldemort. Caminó con paso seguro hasta el Director y, cuando lo tuvo frente suyo, le dio un sonora bofetada.
Nadie se atrevió a hablar después de eso, pues los dos parecían enfrascados en una lucha de miradas, que no pensaban perder. Remus se movió despacio hacia ella y le tocó el hombro tentativamente, intentando llamar su atención.
Está bien Remus -dijo Idril dedicándole una sonrisa -No voy a matarlo.
¿Cómo está Harry? -preguntó el licántropo.
Bien, mucho mejor que cuando lo visité durante las vacaciones. Y -entonces volvió a enfocar su vista en el anciano -NO quiere regresar. Vine a decírselo personalmente, para que no diga que actúo como una irresponsable o esas estupideces que suele utilizar para manipular a la gente.
Sabes que lo necesitamos aquí. -dijo Dumbledore serenamente -Y él necesita de sus amigos. Este es su mundo Idril, no puedes dejarlo encerrado contigo.
¿Cómo se atreve a decirme que lo tengo secuestrado? -preguntó Idril en un tono tan suave y sedoso, que sonó demasiado amenazante -Cuando el único que lo ha encerrado es usted, dejándolo con esos muggles.
No podía hacer otra cosa.
¡Claro que podía¡Yo le pedí que me lo de a mí¡En ningún lugar iba a estar mas seguro que conmigo! Sabe perfectamente que nadie puede ingresar a mi reino sin mi autorización.
Lo sé. -concedió Dumbledore -Pero no puedo asegurar que no haya nadie en "El Paraíso" que...
Si valora su vida, Dumbledore, ni se le ocurra decir algo sobre mi gente. No respondo de mis actos si ataca a los habitantes de mi tierra.
No era mi intención -dijo Dumbledore al ver la tensión que se había creado en la sala. Todos habían sacado sus varitas al ver la actitud hostil de Idril -Sígueme, lo mejor será que hablemos en privado.
No veo que es lo que tenemos que hablar. Ya le dije que Harry no va a volver. Búsquese otro Salvador para el mundo mágico.
No seas así -pidió Albus -Hablemos como gente civilizada.
¿Ahora quiere hablar como "gente civilizada"? -exclamó Idril moviendo las manos -¿Ahora¡MALDITA SEA DUMBLEDORE¿POR QUÉ NO QUISO HABLAR COMO GENTE CIVILIZADA CUANDO VINE A DECIRLE QUE SIRIUS ERA INOCENTE, EL MISMO DÍA QUE ESCAPó DE AZKABAN¿POR QUÉ NO ME ESCUCHó CUANDO LE DIJE QUE YO QUERÍA ENSEÑARLE OCCULMENCIA¿POR QUÉ DEMONIOS NO ME ESCUCHó CUANDO LE DIJE QUE NO DEJE A SIRIUS EN GRIMMAULD PLACE?
El silencio del Gran Salón, podía ser fácilmente interrumpido por la caída de un alfiler. ¿Cómo sabía esa mujer todo eso? Se suponía que sólo las personas de La Orden tenían esa información, y ella no era parte del grupo.
Remus se precipitó a calmarla. Sabía que Idril había mostrado su corazón herido abierto y también que las lágrimas que abandonaban sus ojos no eran comunes. Estaban repletas de dolor, de culpa y de furia. Esos sentimientos, combinados con la fuerte magia que poseía, se exteriorizaban en lágrimas de sangre, que manchaban la túnica y el suelo a su paso.
Por favor...no. No soporto verte llorar, lo sabes -dijo Remus limpiándole la sangre con un pañuelo.
No lo voy a dejar aquí si no es su deseo Remus. Sabes que se lo debo a Lily y James.
Y a Sirius -susurró Remus.
No. A Sirius le debo otra cosa y la voy a cumplir.
Por favor Idril -pidió Dumbledore nuevamente -Vamos a mi despacho.
No. -dijo ella nuevamente -¿No confía en su gente que no quiere hablar aquí?
Bien -dijo Dumbledore soltando un suspiro -Tu ganas.
Harry no quiere volver, de hecho, ni siquiera quiere que lo llame así. Estamos utilizando su nombre élfico. Está instalado en el palacio, disfrutando de sus estancia allí y me pidió que no lo deje entrar al reino Dumbledore.
Idril, tu sabes lo que pasará si él no vuelve. -dijo severamente Albus Dumbledore -El mundo entero depende de él. Él es quien debe vencer a Voldemort. Nadie mas puede, ni siquiera yo, ni siquiera tu.
Lo sé, pero no me pida que piense en él como si fuera un arma, porque no lo es.
No estoy diciendo eso. Lo que digo es que antes o después, tendrá que enfrentar al Lord, y cuanto mas tarde en hacerlo, mas chances de perder tiene. Sabes que él gana poder y aliados a medida que avanza el tiempo.
Está bien -dijo Idril después de unos minutos de silencio -Yo voy a hablar con él, pero no le prometo nada. No voy a obligarlo, Dumbledore. Si él quiere volver, nosotros dos vamos a tener una muy extensa conversación sobre MIS condiciones y las de Harry.
No esperaba menos de ti. Gracias Idril.
No me lo agradezca a mí. El único motivo por el que confío en esta Orden, es porque Remus y Sirius son parte de ella.
¿Nadie le dijo a esta mujer que Black está muerto? -preguntó Severus en un susurro irónico.
Trágate tus palabras, Snivellus -dijo Idril abandonando el Gran Salón.
00000000000000000000
A ver si ahora sale bien...
Besos
Barby
