DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.

CAPITULO 11: LA NUEVA PROFESORA

La mañana llegó a Hogwarts. El sol se escondía tras algunas blancas y espumosas nubes, dejando ver tan sólo traslúcidos rayos dorados que se perdían tras los árboles del Bosque Prohibido o se reflejaban en el Lago.

La paz que transmitía esa visión era digna de una obra de arte muggle, pero se contradecía rotundamente con la situación del mundo mágico.

Albus Dumbledore observaba pacíficamente por una de las ventanas de su despacho, esperando ver la llegada de su nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras.

Sentado frente a su escritorio, un inquieto profesor de pociones llegaba al límite de su auto-control. Todos los años vivía la misma situación y, todos los años, lo que mas deseaba era estrangular al anciano frente a él, hasta que le dijera el maldito nombre.

Poco después de media hora de silencio, Dumbledore sonrió y suspiró, aún de espaldas a Snape. A lo lejos, llegaba el sonido de un carruaje desplazándose por el camino proveniente de Hogsmeade.

-Asumo que su nuevo "gran profesor" viene en camino –dijo sin preocuparse por ocultar su reproche.

-Si Severus. Aquí viene –y con eso, tomó asiento en su sillón.

-¿No vas a decirme quién es?

-Paciencia Severus, paciencia.

-¡Maldita sea Albus! Esto ya no es divertido. ¿Puedes decirme quién es el profesor?

-Profesora –lo corrigió Dumbledore.

-¿Profesora? –repitió Snape, rogando mentalmente haber escuchado mal -¿Una mujer?

-Estoy seguro que es ideal –fue todo lo que dijo el anciano.

-¿Ideal? Albus... ¿Te has vuelto loco? ¿Una mujer? ¿Qué clase de mujer puede saber lo suficiente de Artes Oscuras como para enseñarle a los alumnos a defenderse? Puedo imaginarlo... Apuesto 100 Galleons a que no es mejor que Lockhart.

-Acabas de perder la apuesta Severus. –dijo una voz femenina desde la puerta.

Severus se volteó y el tiempo pareció detenerse. Frente a él estaba ella. Sus ojos debían estar engañándolo. Sacudió su cabeza para aclarar su vista, pero ella seguía allí. Y tal como la recordaba.

Su cabello castaño, con finísimos reflejos naturales mas claros, caía libremente por los hombros. Algunos mechones lacios y otros ondulados, dándole un toque de frescura y rebeldía.

Sus ojos grises brillaban con luz propia, como si hablaran por sí solos. Esos ojos que tantas veces había mirado con amor y devoción, y que estaban llenos de lágrimas la última vez que los vio.

Su tez seguía siendo la de una adolescente; con, tan sólo, casi invisibles indicios de futuras arrugas junto a sus ojos.

Y sus pecas. Sus pecas que, innumerables veces, había intentado contar, siempre fallando pues, al mínimo contacto con el sol, parecían multiplicarse.

Lo único que había cambiado es que se veía mas alta. Su estatura rondaba el metro con sesenta centímetros y ahora parecía llegar al 1.70. Tal vez vistiera zapatos con tacos, pero no podía asegurarlo porque su túnica (que se adaptaba a su esbelta figura) casi rozaba el suelo.

-¿Car...? ¿Caroline? –alcanzó a preguntar cuando encontró su voz.

-Severus, tanto tiempo. –lo saludó ella sin emoción.

-Caroline... ¿Dónde...? –pero su pregunta quedó inconclusa cuando otra persona ingresó al despacho.

Remus Lupin observó el rostro desencajado de Severus Snape y el esfuerzo que estaba haciendo Caroline para no dejar ver sus emociones y controlar su temperamento explosivo.

En el fondo del despacho, Dumbledore observaba la escena, sin intenciones de interrumpir, y con una sonrisa en el rostro. Entonces Remus decidió hacerse cargo de la situación.

Se acercó a Caroline y pasó un brazo por su estrecha cintura, siempre con los ojos fijos en Snape. Ella, agradecida silenciosamente por el gesto protector de Remus, apoyó su cabeza en su hombro y tomó con su mano derecha, la mano que la sostenía.

-Todo está listo –dijo Remus dulcemente. –Dobby, el elfo doméstico del que te hablé, está con Winky arreglando todo.

-Gracias –dijo Caroline sonriendo por primera vez desde que llegaron a Hogwarts.

-Caroline –Albus Dumbledore eligió ese momento para hacerse notar –Es un placer verte nuevamente. ¿Puedo ofrecerte un te?

Severus miraba a Lupin con odio infinito. Odiaba que el licántropo esté tan cerca de Caroline, porque él no tenía derecho a una mujer tan pura.

Entonces fue cuando la cruda realidad lo golpeó. Él tampoco lo tenía. Él había matado, se había unido al Señor Tenebroso y...

Tenía que hablar con ella. No hubo un minuto en su vida en el que no pensara en Caroline. Si supiera cuanto la había extrañado y todo lo que había hecho para encontrarla. Si supiera que cada día que pasaba se recriminaba una y otra vez el error que había cometido 19 años atrás.

-Gracias Albus –dijo Caroline, sacando a Severus de su mundo paralelo –Pero tengo muchas cosas que hacer antes de mi primer clase. Tal vez mas tarde.

-Cuando gustes querida. Y...puedes encontrar los horarios de tus clases, al igual que las listas de tus alumnos, en tu despacho.

-¿El mismo despacho y salón de siempre? –preguntó con melancolía.

-Por supuesto.

-Hasta luego entonces Albus, Severus. –se despidió Caroline, que salió del despacho del Director de la mano de Lupin.

--------------------------------------

El Gran Salón estaba repleto de alumnos que comenzaban el año. Los de primero no disimulaban su emoción de estar, finalmente, en Hogwarts, sentados en la mesa correspondiente a su casa, esperando por la primera de sus clases.

Los demás, conversaban animadamente con sus compañeros y amigos, mientras hacían conjeturas sobre el nuevo profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.

Sólo Harry sabía que se trataba de una mujer, y esperaba con ansiedad conocerla. Idril le había dicho que confíe en ella, pero no estaba seguro de poder hacerlo. El mundo mágico se basaba en la desconfianza por esos días, y Harry Potter no era la excepción.

El desayuno terminó y ningún nuevo profesor hizo acto de aparición. Iban a tener que esperar al almuerzo o a sus clases para conocerla.

Ron y Hermione lo seguían a donde fuera que vaya. Durante el desayuno habían intentado hablarle, pero Harry se comportaba distante y frío. Ambos decidieron que era mejor esperar hasta la noche en la Sala Común.

La primer clase del año fue Adivinación. Firenze y Trelawney compartían el salón en la planta baja del castillo. Fue la clase mas extraña que cualquiera pudiera haber imaginado.

Firenze hablaba con su usual y exasperante calma, dando discursos sobre los astros; discursos que, por cierto, nadie entendía. Mientras la profesora Trelawney se desesperaba intentando atraer la atención de sus alumnos, con el fin de que utilicen sus técnicas de Adivinación.

Harry se sentía un ente. Pasó toda la clase mirando a la nada, pensando en los cambios que había sufrido su vida en tan sólo unos meses. Sirius ya no estaba con él, su tía Petunia también había muerto y tenía un "refugio" que amaba, donde todos lo querían y lo trataban como uno mas.

Pero ahora estaba nuevamente en Hogwarts y deseaba, con todo su corazón, no haber vuelto. Todos sus compañeros le enviaban miradas de pena, pues sabían que Voldemort estaba tras él.

Odiaba que lo miren y hablaran sobre él como si no estuviera presente. Varias veces se encontró escuchando palabras de lástima, palabras pesimistas; y siempre notaba las miradas, esas malditas miradas que le querían decir que lo comprendían.

Nadie sabía nada. Nadie lo entendía. Nadie sabía que había visto caer detrás del velo a la única persona que consideraba su verdadera familia. Nadie sabía lo que era tener tras suyo al asesino de sus padres y enfrentarse a él desde los once años.

Durante todo el día se la pasó esquivando las miradas y los susurros. Ni siquiera habló con Ron y Hermione. Y no le prestó atención al anuncio de Dumbledore en el desayuno, cuando presento a la nueva profesora.

Después de la cena, cuando estaba a punto de recluirse en la soledad de su cama adoselada, Hermione y Ron prácticamente le suplicaron que se quedara con ellos en la Sala Común durante un momento.

A regañadientes, pero sabiendo que probablemente era lo que tenía que hacer, Harry aceptó y se sentó en el sillón mas cercano a la puerta de su habitación.

-¿Qué les parece la nueva profesora? –preguntó Ron para romper el hielo.

-No lo sé. –dijo Hermione pensativa –Se me hace extraño que Dumbledore la haya presentado como Miss Caroline.

-¿Quién? –preguntó Harry, y Hermione sonrió por haber atraído su atención.

-Si, la presentó así. No dio su apellido ni dijo nada mas sobre ella.

-Extraño –fue todo lo que dijo Harry antes de silenciarse nuevamente.

-Eh.. Harry, no pude darte tu regalo antes, así que... ¡Feliz cumpleaños! –dijo Ron entregándole un paquete envuelto en papel rojo.

-Gracias.

-Yo también tengo el mío.

Harry recibió los dos regalos y, por un momento, todo fue como antes. Eran tan sólo tres amigos sentados frente al fuego, intercambiando regalos de cumpleaños.

Ron le obsequió un surtido de alguno de los nuevos productos de "Sortilegios Weasley". Mientras que Hermione le entregó un libro que hablaba sobre los misterios de mundo mágico.

----------------------------------

Severus caminaba como gato enjaulado dentro de sus aposentos. Había sido uno de los días más difíciles de su vida. Por primera vez en años, no había logrado concentrarse en sus clases y casi no había quitado puntos a sus alumnos.

Todo el día había pensado en Caroline. Desde que la vio en el despacho de Dumbledore su mente regresó a sus dos últimos años de estudiante. Recordaba el primer día de Sexto año, cuando su figura resaltaba entre los alumnos de primer año.

El Director la había presentado como una alumna de intercambio y fue sorteada en Gryffindor. Ella había sido la primer persona en acercársele de manera amigable y sin segundas intenciones.

No le importaba pelearse con Black o Potter, ella siempre se hacía tiempo para estar con él. Recordaba las tardes que habían pasado en la Biblioteca juntos, o paseando por los terrenos de Hogwarts, sentados junto al lago.

Ni siquiera cuando comenzó a salir con Lupin lo abandonó. El licántropo había sido su novio por cuatro meses durante la mitad del año y habían terminado después de las vacaciones de Navidad. Le había dolido tanto verla de la mano con él por los pasillos, o besándose en cualquier momento.

Estaba seguro que Black también estaba enamorado de ella, porque cuando los miraba moría de celos. Tal vez fue por eso que Lupin y Caroline habían terminado, tal vez ella no había querido interponerse entre los amigos. Lo cierto es que aún separados, Lupin y ella siguieron siendo inseparables.

Y en Febrero de su sexto año Severus había reunido el valor suficiente para pedirle una cita en San Valentín. No podía olvidarse lo nervioso que había estado ese día, antes del paseo a Hogsmeade.

Pero todo se le había pasado a los cinco minutos de estar con ella. Porque Caroline parecía tener un sexto sentido con él y con un simple toque en su mano lo había calmado.

Ese día la había besado por primera vez y se había sentido completo. Con tan solo un roce de labios había reconocido en Caroline la mujer de su vida. Su corazón había parecido salirse cuando ella le dijo que hacía tiempo que esperaba ese beso.

Y luego su vida había cambiado completamente. Durante las comidas la observaba desde la mesa de Slytherin y ella le respondía con una sonrisa, un guiño de ojos, o enviándole un beso.

Hasta había entablado una buena relación con Lily Evans. Las dos eran tan inseparables como Potter y Black, y ella fue la que la que insistió en un acercamiento entre la pelirroja y el insoportable moreno.

Caroline se había entregado completamente a él. Le había dado su amor, su comprensión, su alma y su cuerpo. Y mayo de su último año, cuando ella se sinceró por completo, cuando le confió su mas profundo secreto, él le rompió el corazón.

Sus ojos grises repletos de lágrimas lo perseguían día y noche desde ese maldito día en el que se dejó llevar por el miedo. Le había dicho tantas cosas, la había insultado y le había gritado como a nadie en su vida. Y todo por miedo.

La mañana siguiente fue cuando comprendió lo que había hecho. Al entrar al Gran Salón para desayunar, Lupin salió de algún lugar y él no lo vio hasta el tercer golpe en su rostro.

El licántropo estaba furioso y nadie podía detenerlo. Lo habría matado allí mismo de no ser por Evans. La pelirroja aplicó un eficiente "Demanius" en Lupin, pero sólo para darle vuelta la cara de una bofetada y gritarle a los cuatro vientos que nunca iba a perdonarle el daño que le había hecho a su amiga.

No fue hasta que Dumbledore se acercó a él en la Enfermería que lo entendió todo. Caroline se había marchado para siempre la noche anterior después de hablar con él, mientras todos dormían.

Todo el día había estado recordando y reviviendo estos hechos de su vida. Sus felices días de estudiante, antes de que su vida se le vaya por la borda y se uniera al ser mas despiadado de todos los tiempos.

Tenía que hablar con ella, y cuanto antes mejor. Tenía que encontrar la forma de decirle que la seguía amando, que la había buscado y tenía que contarle de los oscuros días de su vida.

Con un repentino ataque de valor, Severus dejó sus aposentos para dirigirse a los de Caroline.

-----------------------------

Hermione se acercó a Harry con un sobre, mientras le sonreía misteriosamente. Se lo entregó y, ante la mirada confundida de Harry, le explicó de que se trataba.

-Son los resultados de tus MHBs. Como te habías ido, Dumbledore se los dio a la Señora Weasley, y ella se encargó de comprarte los libros de este año.

-Gracias.

Harry abrió el sobre para llevarse una agradable sorpresa. Había pasado todos sus exámenes con excelentes notas. En las cinco materias que necesitaba para estudiar para auror había recibido las calificaciones suficientes para poder continuar en las clases.

Harry sonrió despectivamente al imaginar el rostro de Snape cuando lo viera en la primer clase de Pociones. Este año iba a ser tan diferente. Ya no se iba a dejar pisotear por Snape.

Él era tan basura como Dumbledore, él no evitó la muerte de Sirius, pudiendo haberlo hecho. Y se iba a arrepentir.

-Harry? –lo llamó Hermione preocupada al ver esa sonrisa que nunca antes había estado en el rostro de su amigo. –Estás bien?

-Mejor que nunca –respondió el moreno. –Buenas noches.

Harry se dirigió a la habitación de varones de Sexto año, dejando solos a Ron y Hermione. La chicas suspiró audiblemente y ron la miró confundido.

-No está bien Ron. No entiendo que le sucede. Ni siquiera el año pasado actuaba así.

-Lo sé.

-Preferiría que nos grite o que se enfade con nosotros, pero no este silencio.

-Harry acaba de perder a Sirius –Ron intentó justificarlo.

-Eso no quita que está actuando de manera extraña. Creo que hay mas de lo que nos dicen. Y vamos a averiguar qué es.

-A qué te refieres?

-Algo sucedió en el despacho del Profesor Dumbledore al finalizar las clases, y tenemos que averiguarlo Ron.

-Mañana podemos hablar con Lupin. Él se está quedando en el castillo para estar cerca de Harry.

-Bien. Me voy a dormir Ron.

-Hasta mañana.

-----------------------------

Como si se movieran solas, sus piernas lo dejaron en la puerta del salón de Defensa contra las Artes Oscruras. Las manos le temblaban y el pulso se le aceleró. Iba a hablar con ella, frente a frente, los dos solos.

Severus caminó a una velocidad exasperantemente lenta entre los pupitres, manteniendo la vista en su objetivo, la puerta del despacho. Cuando estuvo frente a ella respiró hondo y tocó.

Al no obtener respuesta la tercera vez que llamó, se animó a entornar la puerta y asomar la cabeza. El despacho estaba completamente a oscuras y vacío.

Susupiró audiblemente. Caroline ya debería estar en sus habitaciones. ¿Lo consideraría mal si iba hacia allí? Necesitaba hablar con ella lo antes posible y, ahora que tenía un ataque de valor, no quería desperdiciarlo.

Abandonó el aula rápidamente y se dirigió a la Torre Este del castillo. No comprendía por que Caroline había elegido un área completamente inhabitada para sus habitaciones. Probablemente porque Lupin tenía su propia habitación en ese mismo sector.

Recorrió el pasillo como si de una sombra se tratase, cuidando de no hacer demasiado ruido para no despertar a los cuadros durmientes. Al llegar a donde se suponía que debía hacer un cuadro de Merlín, se llevó una sorpresa.

Una pareja de lobos custodiaba la entrada. Pintados dentro del Bosque Prohibido, el lobo macho tenía pelaje marrón claro y brilloso, porte agresivo y ojos dorados. Sus dientes afilados le gruñían directamente hasta que la loba, de cabello completamente blanco y ojos negros como la noche mas serena se le prendió del cuello juguetonamente.

Severus tardó unos minutos en recomponerse. Ese lobo era un licántropo. Ese lobo era Lupin.

Después de darse cuenta de que no conocía la contraseña y los lobos no iban a dejarlo entrar sin ella, decidió golpear el cuadro. No era como si los lobos lo fueran a morder.

Durante uno o dos minutos tocó y toco, esperando que Caroline lo escuchara dentro. Y, cuando estaba por darse vuelta y regresar a sus aposentos, el cuadro se abrió.

-¡Severus! ¿Qué haces aquí?

-Lupin. -respondió el otro intentando no sonar sorprendido -Pensé que estas eran las habitaciones de Caroline y necesitaba hablar con ella.

-¿No crees que es un poco tarde para eso? -preguntó Remus entrecerrando los ojos peligrosamente.

-No creo que sea de tu incumbencia, es algo que ella y yo debe....

-¿Quién es Remus? -la voz de Caroline resonó dentro de la estancia, interrumpiéndolo.

-Nadie, Cary. -respondió el licántropo sin dejar de mirar a Severus -Vuelve a la cama. No es nadie.

-¿Ella...? ¿Tu...?

-Hasta mañana.

Severus se quedó de pie, viendo como Remus le cerraba el cuadro en el rostro. Y se dio cuenta de que ya no había nada que pudiera hacer.

La había perdido. Lupin y ella vivían juntos. Tal vez hasta se habían casado y tenían hijos. La última esperanza para ser feliz se había cerrado frente suyo.

Maldiciendo por lo bajo, Severus Snape se fue a intentar dormir.

POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.

BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.

BARBY