DISCLAIMER: Ninguno de estos personajes son mios. Todo pertenece a JK Rowling, Warner Bros, etc, etc... no gano dinero con esto...es solo una forma de pasar el tiempo hasta que llegue el verdadero libro 6!!

ADVERTENCIA: este fic contiene slash, si no te gusta no lo leas.

VERSIONES: En ff.net: el ff contiene relaciones heterosexuales y homosexuales.

En sf.net: el ff contiene slash solamente y mencion a las relaciones het.

GRACIAS A MI AMIGA DEL ALMA QUE ME DEJO TRANSFORMAR SU FF!!

CAPITULO 2: AL FIN LIBRE.

Las primeras horas lejos de Privet Drive. Harry suspiró resignado. Se sentía libre y eufórico en un comienzo, pero ahora...estaba mas perdido que nunca. Qué iba a hacer? A donde quiera que vaya tenía que arrastrar su baúl. Además, no tenpia dinero muggle, sólo algunos Galleons que le habían quedado del año anterior. Pero no iban a serle de mucha utilidad en el mundo muggle, y sólo había una manera de cambiarlos, y era llendo a Gringotts, el Banco de los Magos.

Pero ir al Callejón Diagon traía demasiado peligro para su libertad. Cualquier persona lo reconocería rápidamente, y a los dos segundos, Dumbledore estaría junto a él, dándole el reto de su vida y enviándolo a Privet Srive nuevamente. No, definitivamente, tenía que pensar en algo rápido. Tenía que encontrar la manera de entrar al mundo mágico sin ser visto, sin que noten que era él. Pero además...tenía que llegar al Caldero Chorreante y no podía utilizar el Autobús Noctámbulo, porque Stan y Ernie ya lo conocían.

Luego de mucho pensar y retorcer se cerebro, ideó un plan casi perfecto. Casi, porque aún le faltaba dinero muggle, pero nada que no pudiera solucionarse, pues no era mucho lo que necesitaba. Además, necesitaba otro "ingrediente" y para conseguirlo, debía esperar a la mañana. Así que, una vez que repasó el plan unas veinte veces en su mente, se acercó a una boca del metro, acomodó su bapul bajo la capa de invisibilidad y se acostó a dormir.

***

No muy lejos de allí, en Privet Drive, una mujer abría la puerta de la alacena que se encontraba debajo de las escaleras. Como su esposo había salido a trabajar, y su hijo aún dormía, pensó que lo mejor era despertar a su sobrino con una torta, y dejarsela en su "dormitorio" durante el resto del día, así podría comer cuando tuviera hambre. Pero lo que vió, o mejor dicho, lo que no vió, la dejó muda.
Harry no estaba en su cama, y no podía estar en ningún otro lugar e la casa. Sobre la cama había una carta, escrita con la letra de su sobrino. La carta estaba dirigida a ella. La tomó, desplegó el papel y, mientras se sentaba en la mesa de la cocina, la leyó.

Tía Petunia,

Espero que no estés demasiado enojada conmigo. De verdad agradezco tu sinceridad y tu trato esta última semana. Pero debes entender que ya no soporto mi encierro. Y no hablo de la alacena. Hablo de todo, siempre es lo mismo. Desde que Voldemort volvió me tienen encerrado por los veranos.

No te preocupes por mí. Yo voy a estar bien. Sé que probablemente tengas que ir a decirle a la Sra Figg que me escapé, no voy a enojarme contigo porque a esas alturas ya voy a estar muy lejos, internado en el mundo muggle.

De alguna manera me las voy a arreglar para tomar el Expresso de Hogwarts el 1° de septiembre, eso seguro. Pero hasta ese momento, quiero disfrutar de ser un chico normal, de 16 años, que sólo quiere pasar un buen rato. Ya no quiero preocuparme por nada de lo que pueda pasar.

De verdad no te preocupes. Espero que no te enojes conmigo. Gracias por todo. Nos veremos. En cuanto pueda te mando una lechuza.

Harry.

Petunia leyó la carta dos veces antes de reaccionar. Tendría que haberse dado cuenta de que Harry había aceptado sin quejarse a quedarse en la casa. Era una idiota. Ahora el chico podía estar corriendo un grave peligro y era todo por su culpa. Lo que no entendía era que tenía que ver en todo eso la Señora Figg. Lo mejor era averiguarlo cuanto antes.

Sin mas preámbulos, Petunia salió de su casa y se dirigió a lo de su anciana vecina. Cuando llegó, golpeó a la puerta, rogando porque no estuviera durmiendo. Arabella Figg no tardó en abrir e invitarla a pasar a su vivienda, que tenía tanto olor a repollo como siempre.

-Petunia, querida, necesitas que cuide de tu sobrino? –preguntó la Sra Figg.

-No, yo...no sé cómo decirle esto Arabella. Eh..usted es una...bruja?

-No! Por qué piensas eso? -dijo la Sra Figg, observando a su alrededor, chequeando que no hubiera ningún diario mágico o algo que la delatara.

-Es que...Harry escapó anoche. Y me dejó una carta diciendo que seguramente yo iba a decirle a usted, lo que no comprendo es....

-CÓMO QUE ESCAPÓ? Qué le has hecho Petunia? Qué le hicieron esta vez?

-Vernon. Lo mandó a la alacena nuevamente. –dijo Petunia temblando –Yo no...

-Dumbledore! -dijo Arabella, mientras abría la ventana y sacaba la cabeza –Mundungus Fletcher! Ven aquí inmediatamente si no quieres que te mande a matar!!

Petunia no comprendía lo que estaba sucediendo. Pero algo era seguro. Esa mujer tenía algo que ver con el mundo de la magia, porque había nombrado a Dumbledore. Aunque...para qué gritaba? Llamando a quién? En dos segundos obtuvo la respuesta. Un hombre se materializó frente a ella, en el centro de la sala de estar e la anciana. Mirando con preocupación a las dos mujeres.

-Qué sucede ahora Arabella? No me ausenté en toda la noche.

-QUÉ QUÉ SUCEDE? HARRY ESCAPÓ!! ESO SUCEDE!! INFORMALE A DUMBLEDORE!! INMEDIATAMENTE!!!

PLOP!

Así como llegó, el hombre desapareció. Arabella Figg daba vueltas por la sala, alrededor de uno de sus sillones, sin dejar de murmurar maneras de matar a Fletcher. Mientras Petunia la miraba aún asombrada. Era evidente que ambos estaban al cuidado de Harry, para que nada le suceda. Y ella había sido tan idiota de dejarlo escapar.

Al cabo de unos minutos, hizo su aparición un hombre. Alto, de cabello y barba blanca, ojos azules y lentes de media luna. Dumbledore. Petunia lo había visto en una ocasión, en el casamiento de su hermana, al que había concurrido obligada por sus padres. Ahora sabía que estaba en problemas. Dumbledore parecía querer asesinarla con la mirada.

-A dónde está? Y cuándo se fue? –fueron las primeras palabras de Dumbledore.

-No lo sé. Se fue anoche. Me dejó esta carta. –dijo Petunia estirando el brazo hacia el anciano.

-Bien. –dijo Dumbledore cuando terminó de leerla. –Se llevó sus cosas?

-Si....todas. Usted cree....que esté en peligro?

-Por supuesto que lo está! Si Voldemort –escalofrío por parte de las dos squibs y el mago –se entera de lo sucedido no tardará en buscarlo. Tenemos que encontrarlo antes que él. Mundungus, reúne a la Orden mientras yo hablo con Petunia.

-Claro Albus. –dijo el mago, y desapareció con un "plop".

-Ahora... -dijo Dumbledore acercándose a la tía de Harry –quieres decirme que fue lo que sucedió?

-Yo...bueno..yo le conté la verdad. Y pasó bien la semana. Bueno, bien dentro de lo que se puede, porque Vernon también escuchó que yo era una squib y lo castigó, enviándolo a la alacena nuevamente. Yo me encargué de que comiera por las noches y...

-Y?

-Él.......él tenía esas pesadillas con El Que No Debe Ser Nombrado. Pero...dejó de tenerlas hace unos días.

-Dejó de tenerlas?

-Si...dice que alguien muy parecido a un ángel entró en su sueño y lo expulsó. A partir de allí durmió bien todas las noches.

-Petunia... –dijo Dumbledore recobrando la tranquilidad –Entiendes que esto es muy peligroso, verdad? Lo mejor será que tu familia siga creyendo que Harry está en la alacena, para que no pueda filtrarse la información de que ha escapado. Voy a encontrarlo, y cuando lo haga..ese chico me va a a escuchar.

***

Las primeras luces de la mañana lo hicieron despertar de su hermoso sueño, en el que era feliz y caminaba junto a sus padres por un capo de Quidditch, cerca de su imaginario hogar. Harry abrió los ojos para encontrarse en medio de una calle muggle, con el cuello y la espalda doloridos. Se tapó la cicatriz, guardó la capa de invisibilidad en el baúl y observó a su alrededor.

Primer problema solucionado. Evidentemente, le había dado lástima a algunas personas, pues en sus pies había varias monedas. Bien. Con eso era suficiente para pagar un boleto del metro. Ahora necesitaba encontrar un lugar de donde sacar lo único que le faltaba. Caminó unas cuadras hasta dar con el lugar perfecto.

Un enorme salón de belleza, que estaba abriendo sus puertas al público. Se acercó, intentando no llamar demasiado la atención. Pasó por la puerta y se dirigió a la recepción, donde una mujer de unos 25 años atendía el teléfono con una sonrisa. Una vez terminada la conversación, la mujer se dirigió a él.

-Puedo ayudarte? –preguntó mirandolo a los ojos, y luego observando el baúl.

-Eh..si..yo....necesito pedirle un favor.

-Lo siento, no damos limosnas. –dijo la mujer sin borrar la sonrisa de si rostro.

-No! Me ha mal interpretado. No quiero dinero. Me preguntaba si usted podría facilitarme el acceso al sector de peluquería.

-Necesitas un corte de cabello? Eso no es un favor!!

-No..es que...verá...estoy haciendo un trabajo para la escuela....de arte. Y necesito algo de cabello para una escultura. –que se lo crea por favor, era lo único que pensaba Harry mientras le mentía.

-Oh...un artista! Claro. Es por ese pasillo, doblando a la derecha. Dile a Mike que yo te autoricé a que tomes cabello.

-Gracias. Le prometo que cuando tenga dinero suficiente para comprar materiales le haré un retrato. –mintió Harry con una sonrisa.

-De nada.

Harry recorrió el pasillo, ya cansado de llevar su baúl a todas partes. Con dificultad subió los tres escalones que marcaban el inicio del sector de peluquería, donde un jóven se acercó a él. Su cabello parecía demasiado anti natural, de color rojizo (obviamente teñido) y un corte a la moda, se notaba que había estado horas peinándolo para que se vea...como el de Harry. Despeinado.

-En qué puedo ayudarte? –preguntó el joven.

-Estoy buscando a Mike.

-Yo soy Mike. Te conozco?

-No. La señora de la recepción me evió. Estoy haciendo un trabajo para mi escuela. Estudio arte. –aclaró, sintiéndose cada vez mas seguro con su mentira –Y necesito cabello.

-Ah....bueno, si ella te autorizó....en la tercer butaca están por cortarle el cabello a una chica. Es pelirroja, no se si...

-Es perfecto.

-Bueno. En ese caso, espera aquí mientras le cortan, y después puedes tomar la cantidad que necesites.

-Gracias.

***

Dumbledore no tardó en reunirse con la Orden nuevamente. Hogwarts era el cuartel general durante el verano. Y el Gran Salón el lugar de reunión. Alrededor de una única y larga mesa, se encontraban Remus Lupin, el matrimonio Weasley, acompañados por su hijo Charlie (recién llegado de Rumania), Nymphadora Tonks, Minnerva McGonagall, Kingsley Shacklebolt, Dedalus Diggle, Elphias Doge, Emmeline Vance, Sturgis Podmore (que ya había sido liberado de Azkaban, recibiendo las correspondientes disculpas públicas por parte del Ministerio y una suma considerable de Galleons, en concepto de indemnización), Severus Snape, Viktor Krum y Noel Mikens (un nuevo integrante de la Orden).

-Bien. Los he reunido porque surgió un problema. Harry escapó de lo de sus tíos.

-QUÉ? –fue el grito general.

-Si no me equivoco, no hay demasiado peligro, pues está protegido por...alguien muy especial. Pero de todos modos, no hay que confiarse. Debemos encontrarlo.

-Ese mocoso me tiene cansado Dumbledore. –soltó Snape, cortando el tenso silencio que se había apoderado del Gran Salón. –Me voy. Espero que el Lord no se haya enterado aún. –se puso de pie y atravesó las puertas.

-Alguna idea de dónde puede estar? –preguntó Noel Mikens, que era el único que no lo conocía personalmente.

-Ninguna. –respondió Dumbledore –Supongo que en el mundo muggle, por lo que dice la carta que le dejó a su tía. Pero no tiene dinero para sustentarse, por lo que creo que tratará de cambiar Galleons por Libras y, para eso, debe ir a Gringotts.

-Pondré al tanto de esto a Fleur y Bill. –dijo Arthur Weasley, poniéndose de pie.

-Y yo voy a casa, tal vez intente comunicarse con Ron. –dijo su esposa.

-Bien. Viktor...ve con Noel y Charlie a buscar a Hermione y llévenla a La Madriguera. Lo mejor es que estén juntos. Tonks, intenta averiguar lo que sea, siempre es bueno poder cambiar de aspecto –dijo Dumbledore sonriendo -Los demás, sigan con sus tareas asignadas. Por supuesto, si escuchan algún rumor, por mas insólito que sea, no duden en confirmarlo.

Uno a uno, los miembros presentes en la reunión se fueron dispersando, quedando sólo Dumbledore y un acongojado Remus Lupin en el Gran Salón. El licántropo no dejaba de pensar que Harry era su responsabilidad, ahora que Sirius se había ido. Qué pensaría James si supiera que su único hijo estaba abandonado a su suerte y que él no había hecho nada para evitarlo?

-No te tortures Remus. –dijo Dumbledore rompiendo el silencio –Si lo que Petunia me dijo es cierto, Harry está mas que protegido.

-A qué se refiere, Profesor?

-Creo que no está solo. Idril Silimaurë expulsó a Voldemort de sus sueños, por lo tanto, lo tiene vigilado. Y te aseguro que ella jamás permitirá que le suceda algo.

-Está seguro de eso? Quiero decir...ella....

-No completamente, pero confío en que sea así. Ahora...intenta averiguar algo de su paradero.

-Albus...esto no debería estar sucediendo. Quiero decir...Harry es mi responsabilidad, y ni siquiera le envié una carta durante las vacaciones para ver como está, debe sentirse abandonado.

-Si te hace sentirte mejor –dijo el anciando con el rostro mas cansado que nunca –Esto es mi culpa. Estoy seguro de ello. Harry perdió su confianza en mi y va a costar mucho que la recupere.

***

Caía la noche, lenta y silenciosamente, el cielo variaba de color de forma casi imperceptible, pasando del mas puro celeste, a un azulino, para luego recibir reflejos rojizos, producto del sol escondiéndose. Ese era el momento ideal, y el encapuchado lo sabía. En ese momento, todos estaban apurados por volver a casa, el toque de queda estaba próximo. Él, en cambio, recién empezaba su travesía.

Negro. Negro era el color que lo cubría, de la cabeza a los pies. La túnica arrastraba en el suelo, ensuciándose y dándole un aspecto lúgubre. La capucha, también negra, caía sobre su cabeza y cubría parte de su rostro, dejando a la vista sólo su boca. Un par de labios rojos, quebrados por la falta de agua, elemento vital para todo ser humano. Pero estaba mas allá de esas "pequeñeces", ya habría tiempo de conseguir agua, ahora...necesitaba cumplir con su objetivo.

Los magos y brujas del Caldero Chorreante se apartaban a su paso, como si desprendiera alguna especie de aura maligna. No eran tiempos de paz y todo aquel que no dejaba ver su rostro era sospechado de ser un mago tenebroso o, al menos, de no ser de fíar. Estúpidos. Eso era lo que eran, porque pudo discernir magos oscuros con la cara descubierta, que lo miraban con curiosidad, fingiendo temor. Y sin embargo, la gente desconfiaba sólo porque tenía el rostro cubierto.

Caminó en silencio hasta la chimenea del lugar, sintiéndo los ojos del tabernero en su nuca. Tenía seguramente dos minutos antes de que La Maldita Orden del Fénix llegara a "observarlo". Debía apresurarse. Tomó un puñado de polvos flu, que eran "cortesía de la casa" para sus clientes. Sin importarle el no haber consumido nada, entró a la chimenea, y con voz clara y potente pronunció dos palabras: Callejón Knocturn.

El Callejón estaba tal como lo recordaba. Magos y brujas desagradables a la vista de cualquier persona reunidos, comentando sus "andanzas" y hablando del retorno del Lord. Claro que ellos no habían dudado como el estúpido Ministro, pero ahora estaba la confirmación oficial. Voldemort había regresado, esta vez para acabar con todo. Aunque, no parecían muy molestos, mas bien, se los veía ansiosos.

Llegó al negocio que buscaba. Entró y esperó a que el imbécil dueño se acercara a él, tratándolo como si lo amara, cuando en realidad, era un ser que despreciaba a todos sus clientes. Los despreciaba por ser todo lo que él no había podido. El hombre salió del cuarto trasero del local y clavó sus ojos en él. Una sonrisa, tan maligna que podía helarle la sangre a cualquiera, fue lo que el encapuchado le ofreció.

-Buenas tardes. –dijo el vendedor con un hilo de voz –Puedo ayudarle?

-Por supesto que puede. –contestó el enacpuchado. –De otro modo no estaría aquí. Necesito Poción Multijugos.

-Lo siento, señor, debe haberse equivocado..aquí no....

-He dicho que necesito la poción. –lo interrumpió el encapuchado –No de la regular, sino de la que permite que el cambio se mantenga por 24 horas, y es acompañado por el cambio de voz también. –tomó aire para seguir hablando con el mismo tono que hacía estremecer al vendedor –No me diga que no tiene, porque sé perfectamente que si necesito alguna poción oscura debo dirigirme aquí. Ahora...cuánto va a costarme el equivalente a un mes?

-Eh...si.... –dijo el hombre con manos temblorosas, retirando un libro de una estantería, dejando a la vista un hueco en la pared, donde podían verse diferentes frascos de pociones prohibidas –Serían estos 15 frascos. Necesita cabellos? o....

-Creo que no le pedí cabello. Cierto? –el vendedor asintió –A cuánto asciende el monto?

-Son....15 Galleons.

-Bien. Vamos a arreglar esto de la siguiente manera. No puedo entrar a Gringotts, así que usted será mi banco personal por el día de hoy. Mi bóbeda es la 659, le firmaré una orden para que retire el dinero. Pero no voy a darle 15 Galleons –antes de que el vendedor replique, el encapuchado continuó –Voy a darle 40.

-Nadie regala dinero si no es por algo a cambio.

-Por supuesto que no. Necesito algunas monedas y no puedo obtenerlas por mí mismo. Por lo tanto, usted va a darme 30 Galleons ahora y mañana por la mañana (o ahora si se apresura), podrá retirar 70 de mi cuenta. Lo que significa que 40 quedan para usted. Y...una cosa mas. Si La Orden del Fenix o cualquier persona, pregunta que me llevé, usted responda que sólo le pedí dinero y que le dejé una suma considerable de premio por sus servicios prestados.

-Claro. Será un placer Señor.....?

-Black. Sirius Black. –respondió el encapuchado firmando la orden de retiro de fondos del Banco, utilizando el nombre de Remus Lupin y saliendo del negocio.

Una vez fuera del negocio, el encapuchado esquivó varios sujetos que le impedían el paso, o mas bien, los sujetos lo esquivaron a él. Pues aunque estaban acostumbrados a magos oscuros, no todos los días recibían visitas de alguien completamente cubierto por una túnica. Nadie quería problemas ahora que le guerra se avecinaba. En el baño de un mugroso bar, el encapuchado dejó caer su capucha, revelando su juvenil rostro.

Su reflejo le devolvió un jóven de 16 años, con el cabello negro azabache completamente desalborotado, ojos verdes, anteojos negros y una cicatriz en forma de rayo. Todo había salido a la perfección. Aún racordaba el rostro del estúpido vendedor cuando le dijo que su nombre era Sirius Black. Se había puesto lívido, parecía que iba a caer desmayado en ese momento. Volvió a apreciar su rostro, y con un débil "adiós Harry", bebió la mitad del primer frasco de la poción multijugos, a la que previamente le había agregado el cabello de la muggle pelirroja.

ESPERO QUE LE GUSTE A ALGUIEN...Y QUE ME DEJEN REVIEWS...PORFIS!!!!!