DISCLAIMER: Ninguno de estos personajes son mios. Todo pertenece a JK Rowling, Warner Bros, etc, etc... no gano dinero con esto...es solo una forma de pasar el tiempo hasta que llegue el verdadero libro 6!!

ADVERTENCIA: este fic contiene slash (relacion chico/chico), si no te gusta no lo leas. ¡¡¡¡¡ESTÁS ADVERTIDO!!!!!

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Muchísimas gracias por sus reviews a: Ophelia Dakker, Alinasnape, Alejandra V, LiamBlack y Queenofthedeath.

No puedo responderles una a una, espero que nadie se enoje.

¡¡Besos!!

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CAPITULO 9: LA ANTORCHA.

En cuanto Harry e Idril aparecieron en el Palacio Real, el moreno parecía a punto de estallar. Sabiendo lo que podía suceder, Idril lo tomó de la mano y lo llevó a un salón absolutamente vacío.

Lo único que podía romperse en el Salón de las Antorchas era, justamente eso, las antorchas. Pero todas ellas eran poderosos instrumentos mágicos que se protegían a sí mismos con encantamientos milenarios.

Cada antorcha tenía su historia procedencia. Y sólo algunas selectas personas eran capaces de encenderlas. Los ángeles del Castillo eran los encargados de su custodia para que no cayeran en manos equivocadas, y para hacer el bien utilizándolas.

Idril enfocó sus plateados ojos en Harry, que tenía los puños apretados, al punto de hacerse sangrar las palmas de las manos por la presión que ejercían sus uñas.

-Elerosë...háblame. No lo guardes.

-Lo odio –susurró Harry –Lo odio. LO ODIO. ¡¡¡LO ODIO!!!

Con el último grito, la magia que luchaba por salir logró su objetivo y un aura celeste rodeó a Harry, mientras el salón, y probablemente todo el palacio, temblaba. Idril intentaba calmarlo, pero no había manera.

Fue entonces cuando la puerta se abrió dejando paso a Orodreth. Los dos ángeles se quedaron quietos, inmóviles ante la extensión de poder que mostraba Harry. Sabían perfectamente que clase de mago era, de quién era descendiente y los poderes que podía desarrollar. Pero Dumbledore también le había ocultado eso a Harry y el mundo entero.

El aura celeste que rodeaba a Harry aumentaba su tamaño y se oscurecía a medida que transcurrían los minutos, mientras Idril pensaba en como controlarlo. Fue entonces cuando se lo ocurrió y pidió a su hermano que busque a Larien.

Cuando ambos se quedaron solos, Idril continuó hablándole a Harry, mientras que las antorchas comenzaban a encenderse. Algunas para defenderse del poder que las atacaba, pero una en especial llamó la atención de la Reina.

La antorcha de la Llama Verde. Esa antorcha que sólo podían encender los miembros de la Familia Real, en contadas ocasiones, tenía la llama mas impactante que nunca había visto.

El verde se extendía hasta el techo del Salón, brillando como nunca. Todas las demás antorchas se apagaron de golpe, reconociendo le poder de su "antorcha madre", que poseía el mismo color esmeralda de los ojos de Harry.

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La Orden del Fénix regresó a Hogwarts con la cabeza gacha. Las cosas no podían estar saliendo de peor manera. Si Harry no quería regresar antes, menos iba a querer hacerlo ahora.

Nadie comprendió lo que había hablado con Voldemort en parsel, pero sí sabían lo que le había gritado a Dumbledore y no había sido nada cordial con él. Molly Weasley los recibió en el Gran Salón, seguida de cerca por sus dos hijos mayores.

-¿Qué sucedió? –preguntó la mayor de las pelirrojas.

-Voldemort se presentó en Privet Drive –informó Lupin –Y accidentalmente murió la tía de Harry.

-¡Por Merlín! Menos mal que Harry no estaba allí.

-Eh... de hecho, sí estaba. –dijo Tonks –Llegó en ese momento con esa mujer y...

-¿Y?

-Y le gritó tantas cosas a Dumbledore que no me asombraría no volver a verlo jamás.

-Calma, calma –dijo Dumbledore desde su lugar –Lo que debemos hacer es hablar nuevamente con Idril. No creo equivocarme al pensar que en cualquier momento va a volver con muchas ganas de matarme.

-Pero profesor hay que cerrarle la entrada al castillo –propuso desesperada Molly Weasley.

-No Molly, ella sería capaz de hacer cualquier cosa por Harry, pero no va a hacerme daño. Sólo nos queda esperar a que venga a verme o....

-Yo iré –dijo Remus.

-No Remus, deben haberte cerrado la entrada al pueblo.

-No. Yo vivo ahí. No pueden haberme expulsado sin motivos. Iré a ver a Harry. –dijo el licántropo firmemente.

-Remus –dijo Dumbledore al fin –Si no sabemos nada de Harry en dos días, irás. Pero no quiero otro enfrentamiento con Idril.

-Bien. –dijo el licántropo abandonando el lugar.

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No comprendía que le estaba sucediendo, pero nunca se había sentido tan extraño en su vida. Su cuerpo temblaba, expulsando una extraña energía que nunca había sentido dentro suyo.

Intentaba abrir los ojos y observar a su alrededor, pero no podía. Sólo escuchaba su propia voz repitiendo una y otra vez "lo odio", "lo odio", "lo odio". Un resplandor frente a él le llamó la atención, pero aún así no podía abrir los ojos y averiguar de que se trataba.

Pronto escuchó una segunda voz ingresando en su mente. Esa voz la conocía, era dulce, armoniosa, casi angelical. Era la voz de una niña, que lo llamaba y le pedía que se concentre en ella....

-Elerossë... respira profundamente...descansa.

-No...no puedo –alcanzó a decir Harry.

-Si puedes. Concéntrate.

-¿Larien?

-Eso es Elerossë. Piensa en mi, piensa en mi. Deja el odio de lado.

-Pero es que él...

-Vamos, tu puede hacerlo.

-¡¡¡AAAAGGGGGGGGHHHHHHHHRRRRRRRRR!!!

El aura que rodeaba a Harry desapareció de golpe y Harry cayó al suelo de piedra. Su estado de inconsciencia era tan preocupante como el poder que había utilizado para encender la Antorcha de la Llama Verde.

Orodreth lo tomó en sus brazos y lo llevó a su habitación, mientras Idril concentraba su poder en apagar la Antorcha. No era algo fácil de hacer, pero debía lograrlo.

Sus manos entre el fuego verde esmeralda, y un conjuro en élfico antiguo. Estaba haciendo todo lo que podía, pero no daba resultado.

Justo cuando iba a abandonar, dos manos mas entraron al fuego y recitaron el conjuro junto a ella.

La llama fue perdiendo cuerpo y fortaleza lentamente, hasta apagarse completamente. Entonces Idril se permitió un suspiro de alivio. Ya tendría tiempo para ocuparse de la antorcha.

Las manos que la ayudaron a apagar el fuego cubrieron las suyas y se cerraron en un abrazo. Sabía perfectamente de quien se trataba y recostó su espalda contra el pecho de su captor.

-¿Qué haces aquí? –preguntó en un susurro, intentando no romper la armonía del ambiente.

-Vine a ver como estabas, y como se encuentra Harry.

-No puedes verlo Remus. –Idril sentía que se le partía el corazón al negarle la posibilidad al licántropo.

-Lo sé –respondió con pesar –Sólo quería asegurarme que esté bien.

-Y el viejo Albus te pidió que vengas, imagino.

-De hecho....no. Me pidió que no lo haga porque no quería otro enfrentamiento contigo. Además, él estaba seguro de que habrías quitado mi firma mágica de las barreras.

-¿QUIEN SE CREE QUE ES? –exclamó Idril soltándose abruptamente del abrazo –¡NUNCA HARÍA ALGO ASÍ!

-Idril, lo sé...tranquilízate.

-Remsie, esta es tu casa, yo nunca te dejaría fuera.

-Lo se. Es lo que le dije, pero....En fin, eso no importa ahora. Si Harry está bien voy a irme. No quiero que sospechen que vine. –dicho eso, Remus caminó hasta la puerta, pero antes de abrirla, sintió una mano en su brazo.

-Moony, estás sufriendo demasiado. ¿No quieres quedarte?

-Estaré bien –respondió Remus intentando autoconvencerse –Saluda a Harry de mi parte.

-Lo haré –dijo Idril para luego depositar un pequeño beso en los labios del licántropo.

No fue mas que un roce de labios, pero fue lo suficientemente reconfortante para que Remus vuelva a sonreír. E Idril sonrió a su vez, reconociendo ese brillo tan especial en los ojos dorados.

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Draco estaba cansado de la soledad de su Mansión. Su madre mejoraba con los días o, por lo menos, eso parecía, pues ahora solía hablarle y decir cosas coherentes.

Pero no era eso lo que preocupaba al rubio de ojos grises, sino los acontecimientos del Calejón Diagon. No dejaba de pensar en Potter. Potter era su enemigo en Hogwarts, Potter había rechazado su amistad, Potter era el chico de Oro, el preferido de Dumbledore, el Gryffindor perfecto.

¿Qué pasaría si él le ofrecía su amistad nuevamente? ¿Lo rechazaría? Probablemente sí. Porque no iba a dejar que lo vieran con el hijo de un reconocido mortífago.

Ya estaba cansado de tantas conjeturas. Lo que mas le había costado aceptar era que le gustaban los hombres. Bueno, no los hombres, pero sí uno en especial.

Durante toda su vida lo habían educado siguiendo algunas típicas líneas familiares. Resumidamente, debía casarse con una mujer de sangre pura, de familia adinerada, preferentemente aristocrática, y tener uno o dos hijos que sean sus herederos.

Y ahora todo eso se iba a parar a cualquier lado, porque él no quería casarse con una mujer. Quería a Harry Potter sólo para él. Aunque tal vez fuera algo pasajero. Ya lo averiguaría.

Por otro lado, no dejaba de pensar en esa extraña mujer que se lo llevó. Bellatrix no quiso decirle nada sobre ella y no podía preguntarle a Snape. su profesor le había dado permiso para escribirle si algo grave sucedía y él no debía mostrar interés sobre Harry Potter.

Derrotado, suspiró e intentó dormir.

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Harry despertó la mañana siguiente con la extraña sensación de no haber dormido en días. Su cuerpo se negaba a moverse y su cabeza parecía a punto de estallar. Intentó sentarse en la cama y un quejido salió involuntariamente de su boca.

De la nada, dos manos se colaron bajo sus brazos y sintió como era sentado en su propia cama. Luego algunos almohadones fueron puestos en su espalda y una mano liberó alguna clase de energía justo en su frente. Minutos después, se encontraba listo para lo que viniera.

-¿Cómo te sientes pequeño?

-Bien. Gracias Idril. ¿Puedo...uhm...preguntarte qué sucedió?

-Claro -dijo Idril sentándose en el borde de su cama. -Tu magia se descontroló. Creo que eso ya había ocurrido antes ¿verdad?

-Si. En algunas ocasiones. Pero nunca del modo que...

-Fueron demasiadas emociones para tan poco tiempo Harry. De pronto te ves privado de las únicas dos personas que consideras tu familia.

-No quiero hablar de eso -dijo Harry volteando el rostro.

-¿De qué quieres hablar entonces?

-Hay algunas cosas que no comprendo Idril. -Harry hizo una pausa para ordenar sus ideas -Si tu estuviste en el colegio con mis padres, entonces no tienes mas de 40 años.

-37 para ser exactos. -dijo Idril sonriendo.

-Pero...si tus antepasados eran inmortales. ¿Cómo es que tu eres la Reina de este lugar?

-Pensé que nunca te darías cuenta -dijo Idril complacida -Verás, nosotros somos inmortales. De hecho, mi abuelo murió hace diez años y tenía 467 años. Pero podemos dejar de serlo, podemos elegir morir.

-¿Por qué habrías de hacerlo?

-Hay varias maneras de dejar la inmortalidad. Una de ellas es cuando renuncias a ella para salvarle la vida a alguien mas. Es como si le "pasaras" tu vida. Esa persona no se convierte en inmortal, pero se recupera y vuelve de la muerte, siempre y cuando haya muerto menos de un minuto antes.

-¿Así la perdió tu abuelo?

-No. La última vez que los habitantes de "El Paraíso" formaron parte activa en una guerra contra la oscuridad fue cuando Dumbledore derrotó a Grindewald. Se perdieron muchas vidas, entre ella, la de mi abuela. Verás Harry, por mas inmortalidad que tengamos, hay algunas maneras de matarnos. Y él las sabía. Él mató a mi abuela durante la batalla final. Y mi abuelo vivió lo suficiente para dejar el reino en paz y enseñarnos a Orodreth y a mí todo lo que sabía antes de abandonar la inmortalidad y dejarse llevar por la muerte. Extrañaba mucho a su esposa y deseaba mas que nada reencontrarse con ella.

-¿Se dejó morir? -preguntó Harry abriendo los ojos desmezuradamente.

-Si pequeño. Se dejó morir. No antes de asegurarse que estabamos bien -los ojos plateados se llenaron de lágrimas y sy voz se cortó un poco -pero aún lo extrño mucho.

-Lo siento. No quería...

-Está bien. Soportó mucho tiempo en soledad. No se fue hasta asegurarse de que "La Reina" se haría cargo de todo como si fuera él.

-¿Y tu madre? ¿Ella...?

-Ella nos traicionó. -dijo Idril mientras sus ojos se endurecían, aunque dejaba ver la tristeza -Ella... ella se equivocó en sus elecciones y eso le costó su vida.

-¿Y por qué tu padre no vive con ustedes? Él es mago, ¿verdad?

-Mi padre fue la equivocada elección de mi madre. Él tiene la entrada prohibida a este lugar. Mi abuelo nos educó. Él nos alejó de mis padres cuando eramos muy pequeños. Podría decirse que nos secuestró. -Idril hizo una pausa mientras recordaba los oscuros días con sus padres -Pero cambiemos de tema... vino Remus a verme ayer.

-¿Qué quería? ¿No dejarás que me lleve, verdad? -preguntó Harry alarmado.

-Elerossë, tranquilízate. él sólo vino porque quería saber cómo estabas. Hablé con él y se fue.

-Seguramente el viejo....

-Dumbledore no sabía que él estaba aquí. De hecho, lo hizo contra su voluntad. Creeme pequeño cuando te digo que Remus te ama. Eres el único hijo de sus amigos, eres lo único que le queda para pelear y no dejarse morir.

-Pero él...

-Él no vino a llevarte. Ni siquiera me pidió verte porque sabía que yo no lo iba a dejar. Pero tal vez puedas considerar darle una oportunidad. Él está sufriendo mucho por la pérdida de Padfoot.

-¿Puedes...puedes traerlo? -preguntó Harry luego de un rato en silencio.

-Claro. ¿Cuándo quieres verlo?

-Cuando pueda venir.

-Iré a buscarlo. -dijo Idril antes de darle un beso en la frente y partir.

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El almuerzo en el Gran Salón de Hogwarts transcurría en el mas completo silencio. Cada una de las personas que allí se encontraban repasaban los hechos del día una y otra vez, intentando vislumbrar la luz al final del túnel.

De todos los presentes, los mas silenciosos y preocupados eran los Weasley y Hermione. Necesitaban que Harry vuelva. ellos eran su familia, él los necesitaba, él no podía preferir estar en un lugar lejano y rodeado de extraños antes que con ellos.

Los únicos que comprendían las razones de Harry para quedarse en El Paraíso eran Remus, Luna y albus Dumbledore. Los tres conocían la mágia de la población y sabían que el ambiente cálido era lo mejor para Harry. Pero también deseaban tenerlo de vuelta, sobre todo Remus.

Antes de que cada uno se fuera a su habitación, una ya casi familiar explosión se sintió en el Hall de entrada. albus dumbledore se puso de pie, mientras las puertas de roble se abrían dando paso a Idril Silimaurë.

Ante el asombro de la mayoría, Luna Lovegood abandonó su asiento e inmediatamente apoyó una de sus rodillas en el suelo, bajando la cabeza en señal de sumisión. Ella fue la primera que Idril vio cuando ingresó y sonrió, mientras negaba con la cabeza.

-No Luna -le susurró arrodillandose frente a ella y levantándole el mentón. -Tu eres amiga de la familia, no debes arrodillarte.

-Yo sé que no soy como tu, pero...

-Luna, ¿cuántas veces tengo que repetirte que no soy tu reina? No es cuestión de ser o no ser un ángel. Es que NUNCA debes arrodillarte ante nadie. Tu eres amiga de la familia. Ponte de pie pequeña.

-¿Cómo está Harry? -preguntó Luna ya de pie, a lo que Idril le respondió en un idioma extraño. Un idioma que sólo Albus Dumbledore y Remus Lupin comprendieron. -Me imagino. Mándale mis saludos.

-Con gusto, pequeña. Por cierto, Amras te manda sus mejores deseos para este año.

-Gracias -dijo Luna sonrojándose.

-Idril -dijo Dumbledore al fin -¿Qué te trae por aquí?

-Vengo a buscar a Remus.

-¿Puedo saber por qué? -preguntó el anciano.

-Supongo que si. -dijo Idril encogiéndose de hombros. -Elerossë quiere verlo.

-¿Elerossë? -preguntó McGonagall.

-Minnerva -saludó Idril inclinándo la cabeza -No entiendo qué es lo que te sorprende. Ya les había dicho que Harry quiere ser llamado por su nombre élfico.

-Entonces ¿Quiere verme? -preguntó Remus entre sorprendido y feliz.

-Si Remsie -dijo Idril acariciándole la mejilla cuando sintió un resoplido proveniente de Snape. Cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos parecían lanzar dagas. Se acercó al profesor de Pociones, apoyó ambas manos sobre la mesa y se inclinó, dejándo su rostro a menos de cinco centímetros del del hombre -¿Tienes algún problema Snivellus? ¿Algo que decir?

-No vuelva a llamarme así -siseó el hombre -Si lo hace, se va a arrepentir.

-No sabes el miedo que te tengo -dijo Idril en tono burlón -No creo que quieras enfrentarte conmigo, Snivellus. Después de todo, el que le tiene miedo a la gente inocente eres tu. -el rostro de Snape palideció -¿O no le temías a Caroline?

-Tu no sabes nada de eso -siseó Snape entornando los ojos y poniéndose de pie.

-Se mas de lo que crees. -dijo Idril antes de girar y dirigirse a Remus, que parecía querer asesinar con la mirada a Snape -¿Vamos Remsie?

-¡ESPEREN! -gritó Hermione sin poder contenerse, y el Salón se congeló porque NADIE le daba órdenes a Idril.

-¿Si? -preguntó sonriendo.

-Eh...mmm...yo....

-Tranquila pequeña, no muerdo.

-Harry...¿él está bien?

-Tan bien como puede estarlo alguien que se siente defraudado por el que creyó su mentor.

-Pero... ¿Eso que significa? ¿Va a regresar? ¿No quiere vernos? -Hermione estaba al límite del llanto.

-Ven -dijo Idril ofreciéndole su mano. Hermione la tomó y se acercó a ella, mientras el resto del Salón lobservaba el intercambio con interés. Idril puso su otra mano en el corazón de Hermione y siguó mirándola a los ojos -¿Tu qué crees?

-Gracias -dijo Hermione sonriendo mientras las lágrimas caían por sus ojos -Mándele un abrazo y dígale que lo extraño.

-No te preocupes. Yo le voy a decir que ustedes están aquí y que lo extrañan y lo quieren mucho. Pero él tiene que decidir por sí mismo. Hermione, ¿verdad?

-Si...¿él...él le habló de mi?

-Él siempre habla de ustedes y estoy segura de que los extraña. Ahora debo irme, quiero llegar antes de que los chicos jueguen Quidditch. Nos veremos nuevamente Hermione.

Con esas palabras, Idril y Remus dejaron Hogwarts en un remolino de luz blanca.

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-¿Harry? -dijo Remus cuando ingresó en los aposentos del Salvador del Mundo Mágico.

-¿Remus?

-¡Oh Harry! -exclamó el licántropo acercándose a la terraza, donde el jóven descansaba. -Lo siento, no debí dejarte solo. Debí estar contigo.

-No Remus, está bien.

-Perdóname, por favor -pidió Remus abrazándolo por primera vez.

Y Harry sientió la calidez del licántropo. Comprendió los problemas que había causado escapándose de Privet Drive, comprendió que Remus también se sentía muy sólo desde la muerte de último amigo, y lloró. Lloró por Sirius, lloró por su tía, lloró por su destino y por sus dudas.

-Lo extraño mucho -dijo Harry entre sollozos.

-Yo también, no sabes cuánto. -lloró Remus también.

-¿Por qué siempre me quedo sólo? ¿Por qué no puedo tener una vida normal?

-Harry, mírame -dijo Remus rompiendo el abrazo -NO estás solo. Yo sé que no es lo mismo, no soy Padfoot y no puedo reemplazarlo, pero estoy aquí, estoy contigo para lo que sea.

-Gracias -medio sonrió Harry.

-¿Te gusta aquí?

-Sí. Es...cálido.

-Lo sé -dijo Remus tomando asiento en uno de los sillones de la terraza -¿Sabías que yo vivo aquí?

-¿Aquí? ¿En el castillo? ¿O en el pueblo?

-En el castillo. En el ala norte. ¿Idril no te lo dijo?

-¡¡MOONY!! ¡¡ES EL TIO MOONY!! -exclamó Larien mientras corría hacia él y se lanzaba a sus brazos.

-Hola hermosa. ¿Cómo estás?

-Bien. ¿Te quedas? No vuelvas a irte, por favor, por favor, por favor. -pidió la pequeña haciendo un puchero.

-¿Harry? -preguntó Remus, pisiéndo autorización, y el moreno asintió -Me quedo.

-¿Hasta cuando? ¿Te irás nuevamente? -insistió Larien.

-No sé.... depende de lo que haga Harry.

-Hasta el primero de septiembre -dijo Harry con algo de dificultad.

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HASTA AQUÍ EL NUEVO CAPÍTULO...

ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO.

DEJENME SUS REVIEWS....

BESOS A TODOS...

Gala Snape

Miembro de la Orden Severusiana