Disclaimer: Esta historia está basada en personajes y situaciones creadas y pertenecientes a JK Rowling, Little Literacy Agency, Scholastic Bloomsbury, Arthur A.L. y Warner Bros., Inc.
NdA: Aquí está el siguiente capítulo, como prometí :). Espero que os guste.
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Capítulo 5: En la Sección Prohibida
El ruido de las plumas al rozar el papel se mezclaba en un susurro constante que recorría la habitación. Hileras de libros se enfilaban sobre la vieja mesa de madera, mellada de tanto uso. Durante los últimos días habían pasado tarde sí y tarde no en la poco atestada sala de la biblioteca, buscando sin descanso entre volúmenes de todo tipo. Si bien habían encontrado alguna información a estas alturas, no había aún nada claro en sus anotaciones, nada que pudiera llevarles a la dirección correcta. Sólo pistas vanas que llegaban a la misma conclusión: un simple cuento sin base real.
Ron pasaba las hojas aburrido, haciendo un ruido cortante cada vez que pasaba la página. Llegando al final de la obra, cerró de golpe la tapa y depositó el libro sobre una pila que estaba apartada.
- Y otro libro más que no tiene n-a-d-a de n-a-d-a –recalcó Ron con malicia, al mismo tiempo que alzaba las cejas hacia Draco. Éste resopló y volvió la vista de nuevo hacia el libro que estaba ojeando-. No sé para qué nos molestamos en seguir buscando. Está claro que aquí no vamos a encontrar nada.
- Puede que no estemos buscando en el lugar adecuado –sugirió Ginny levantando la mirada del pergamino en el que estaba escribiendo.
- ¿Qué quieres decir? –preguntó Harry curioso.
- Pues que estos libros no parecen tener mucha información. Y si de verdad los sellos pertenecen a la magia negra… quizás hay otro sitio donde buscar las respuestas.
- ¿Te refieres a…?
- La Sección Prohibida.
- ¡Claro! –exclamó Ron-. Buena idea, Ginny. Seguro que allí está lo que necesitamos. Deberíamos haber pensado en ello desde el principio en vez de perder el tiempo.
- Se te olvida un detalle: para eso necesitamos un permiso especial –replicó Hermione. Ron perdió el entusiasmo casi tan rápido como lo había obtenido-. Y ya sabéis que no es nada fácil de conseguir. A no ser que…
Hermione fijó sus ojos en Malfoy. Al instante los otros se dieron cuenta de a qué se refería y también se giraron hacia él. Éste les miró extrañado.
- ¿Qué?
- Malfoy, tú podrías pedirle a Snape una autorización –sugirió Hermione.
- ¿Qué? –soltó Draco irritado-. ¿Te has vuelto loca? El último que pidió a Snape una autorización recibió lecciones gratis de inmersión en el lago.
- Mira, dos pájaros de un tiro –señaló Ron con una sonrisita. Draco le dirigió una mirada asesina.
- Bueno, podrías intentarlo al menos –insistió Hermione-. Parece que a ti te tiene más estima, después de todo.
- Mira, Granger –replicó Draco con un tono colérico en la voz-. He venido aquí a perder mi tiempo y mi esfuerzo cada vez que me lo habéis pedido, o tal vez debería decir cada vez que me habéis obligado a venir; os he ayudado a buscar esos malditos datos; he intentado callarme lo que pienso y en varios días no ha salido una palabra insultante de mi boca. Pero todo tiene un límite. No hago esto por gusto, así que a no ser que tengáis algo mucho mejor con lo que chantajearme, olvídalo, no pienso pedirle nada a Snape.
- Está bien, está bien, olvídalo –resopló Hermione-. Con Lupin tampoco podemos contar, necesitaríamos una buena excusa para conseguir esa autorización.
- La autorización tampoco es un requisito indispensable –comentó Harry, que hasta el momento había seguido la conversación sin decir una palabra.
- ¿Qué? No, Harry¡ni hablar! –exclamó Hermione al instante.
- Si aún no he dicho nada….
- Pero sé perfectamente qué ibas a sugerir. Nada de rondar por los pasillos de noche ¡Te meterás en un lío!
- Pero, Hermione, nadie tiene por qué enterarse. Iré con cuidado.
- Buena idea, Harry. Voy contigo si quieres –sugirió Ron.
- ¡Ron, no le animes encima!
- Escucha, Hermione –continúo Harry con voz calmada hacia su amiga-. Es la mejor manera, iré con la capa invisible y nadie se enterará. Entro, miro y me largo. Ya está.
- Y si le pillan tampoco pasa nada –señaló Draco maliciosamente-. Es el niño consentido del director, como mucho le darán una palmadita en la espalda.
- Y tú vas a venir conmigo, Malfoy –añadió Harry con clara determinación. Draco abrió la boca para protestar, pero Harry no estaba dispuesto a empezar una discusión-. Hablo en serio. Tú sabes más de artes oscuras, sabes dónde buscar y además así evito el riesgo de que nos delates. Así que o vienes esta noche, o voy yo a buscarte a la sala de Slytherin.
Draco frunció el ceño y en sus ojos grises pasó una sombra de fuego helado. De mala gana, comenzó a recoger sus cosas, levantándose del asiento.
- ¿Qué haces? –preguntó Harry sorprendido.
- Me voy. Ya que vas a tenerme ocupado esta noche, sin importarte siquiera si yo tenía otros planes o no, creo que no está de más que pueda aprovechar el resto de la tarde para mí mismo. Además, no me necesitáis. Y aunque al parecer tú disfrutas mucho de mi compañía, yo no siento lo mismo.
- El placer es mutuo, Malfoy –resopló Harry-. Y créeme, va a ser un alivio pasar el resto de la tarde sin aguantarte. Pero más te vale que estés aquí, digamos, a eso de las once.
Draco no dijo nada. Tomó sus cosas y con paso ligero cruzó la biblioteca hasta la puerta, cerrándola de un portazo tras de sí, cuyo eco retumbó sobresaltando a algunos alumnos.
- Eso ha sido rudo –observó Ginny después de que Draco se hubiera marchado.
- Sí, no debería haber dado ese portazo. Seguro que la señora Pince se habrá puesto de un humor de perros –comentó Harry divertido.
- ¡No, me refería a tu comportamiento, Harry! –aclaró Ginny indignada-. No tenías por qué hablarle así.
- Oh, vamos. Es Malfoy de quien estamos hablando –replicó Harry ligeramente desconcertado.
- Eso no es disculpa, Harry –continúo Ginny severamente-. Puede que Malfoy sea un imbécil, y que siempre esté fastidiando a todo el mundo, pero eso no te da derecho a comportarte de la misma manera. No eres mejor que él si actúas así.
Cuando Ginny dejó de hablar se hizo un silencio incómodo. Harry la miraba con mala cara. ¿Por qué no iba a poder hablarle así después de todo lo que les había hecho durante cinco años? Además, desde el principio todo había sido culpa suya. Ginny sacudió la cabeza y volvió a centrarse en su trabajo, dejando que Harry siguiera dándole vueltas a su reproche.
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En la sala de Gryffindor se oyeron débilmente las campanas que señalaban las once de la noche, amortiguadas por el alegre crepitar del fuego y las voces y risas de los que se encontraban a su alrededor. A pesar de que había poca gente aquella noche en la sala, reinaba una sensación de multitud, bastante corriente durante aquellos días.
Sentados en el suelo, justo enfrente de la chimenea, Harry y Ron se encontraban en mitad de una partida de ajedrez mágico, que para variar, iba ganando Ron. Hermione por su lado estaba enfrascada en la lectura de un libro, con Crosshanks tumbado en su regazo y ronroneando calladamente. Ninguno parecía darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.
Al cabo de unos minutos, Hermione dejó su lectura, señalando con un marcador el punto donde se había quedado y depositando el libro en una mesita a su lado. Se estiró en la butaca, despertando con su movimiento a Crosshanks, que en seguida saltó al suelo. Echando una mirada a sus amigos, que seguían jugando al ajedrez, se levantó y empezó a caminar hacia las escaleras.
- Yo me voy a la cama, estoy cansada –dijo suavemente-. Buenas noches, chicos.
- Buenas noches, Hermione –respondieron al unísono, sin levantar la vista del tablero.
Frotándose los ojos, Hermione comenzó a subir las escaleras hacia el dormitorio de las chicas. Cuando sólo había subido tres o cuatro peldaños, se paró en seco.
- ¡Harry! –exclamó volviéndose hacia la sala-. ¡Son más de las once!
- No te preocupes, Hermione. En cuanto terminemos la partida, iremos a la cama.
- No, Harry, no me refiero a eso¿No habías quedado con Malfoy a las once?
Harry levantó la cabeza y miró a Hermione, con los ojos abiertos como platos.
- ¡Ahí va! –exclamó al tiempo que se incorporaba de un salto, derribando algunas figuras al hacerlo. Corrió hacia el dormitorio, subiendo las escaleras de dos en dos a toda velocidad, y casi derribando a Dean, que bajaba en aquel momento y pudo apartarse de su camino por muy poco.
- ¿A dónde va tan corriendo? –preguntó Dean con cara extrañada. Ron se encogió de hombros, y también subió hacia el dormitorio, mucho más calmadamente.
Cuando llegó arriba, Harry había vaciado casi todo el contenido de su baúl sobre la cama, buscando su capa invisible. Apenas la encontró, fue directo a la cómoda, abriendo uno de los cajones para encontrar un pergamino viejo y desgastado. Con la capa en una mano y el mapa y su varita en otra, salió hacia la puerta con la misma velocidad con que había entrado.
- Ron¿te importaría guardarme todo eso? –preguntó casi sin aliento al pasar al lado de su amigo.
- Claro, claro, no te preocupes. Suerte con la búsqueda –contestó Ron con una sonrisa y levantando el pulgar. Harry le devolvió la sonrisa y bajó corriendo las escaleras.
- A ver por dónde empiezo… -susurró Ron para sí mismo al acercarse al montón de ropa que yacía sobre la cama.
Apenas cruzó el cuadro que daba entrada a la sala de Gryffindor, Harry se puso la capa sobre los hombros y tomó el pergamino.
- Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas –susurró al tiempo que tocaba su superficie con la punta de la varita. Al instante aparecieron las líneas que formaban el mapa de Hogwarts y algunos puntos en movimiento con una etiqueta a su lado. Enfrente de la puerta de la biblioteca, podía ver un punto etiquetado como "Draco Malfoy" que apenas se movía-. Genial. Encima por una vez va y llega a la hora en punto.
Sin demorarse más, comenzó a caminar a paso ligero bajando las escaleras, comprobando de vez en cuando que ningún punto señalado en el mapa estuviera lo bastante cerca de él para darse cuenta de su presencia. Cuando hubo llegado a la cuarta planta, revisó de nuevo el mapa y se paró en seco. Había dos motas de tinta, separadas poca distancia entre ellas, con las etiquetas de "Argus Filch" y "Señora Norris" sobre ellas, caminando por uno de los pasillos en dirección a la biblioteca. Si llegaban allí antes que él y descubrían a Malfoy, estarían en serios problemas.
Comenzó a correr lo más rápido que pudo, rogando porque nadie oyera el ruido de sus pasos al avanzar. Seguía con el mapa en la mano, débilmente iluminado por su varita, apoyada contra él, para comprobar la distancia que aún les separaba. Casi sin aliento, llegó a la entrada del pasillo que daba a la biblioteca. Malfoy estaba justo enfrente de la puerta, su figura apenas iluminada por la escasa luz de las ventanas del lugar. Harry miró por última vez el mapa y retuvo el aliento al ver que los puntos de Filch y la Señora Norris estaban a punto de girar la esquina. Alzando la cabeza, vio una luz acrecentándose al final del pasillo, confirmándose todos sus temores. Sin pensárselo dos veces, echó a correr hacia delante, aumentando la velocidad y guardando a tientas su varita y el mapa en uno de los bolsillos de su túnica.
Draco se dio cuenta en aquel instante de la creciente luminosidad. Alguien se estaba acercando por el pasillo de su derecha; seguramente sería Potter y le iba a decir un par cosas por haberle tenido esperando tanto tiempo. Según se iba iluminando el corredor, pudo ver dibujada la sombra de alguien sobre la pared y también la de un animal pequeño, como un gato. Un momento. ¿Un gato?
No tuvo tiempo de pensar nada más. Sintió como alguien agarraba su túnica por detrás y tiraba de él, lanzándole contra la pared. Cerró los ojos al notar el impacto de su espalda contra la dura piedra y antes de que se diera cuenta, alguien le tapaba la boca con la mano y deslizaba algo, una tela quizás, sobre sus cabezas. Intentó resistirse, pero la presión del cuerpo que se apretaba contra él no le dejaba apenas moverse. Notaba el aliento cálido del desconocido sobre su cuello. En la oscuridad no podía ver quién era, solo había sombras a su alrededor. El corazón le latía a toda velocidad.
- Shhh… no hagas ruido o nos descubrirán –susurró una voz en su oído, que pudo reconocer al instante.
- ¿Quién anda ahí? –llegó la voz ruda de Filch, que iluminaba con un farol toda la estancia. Miró a un lado y otro, sin encontrar nada sospechoso-. Te he oído, seas quien seas. ¡Sal de donde estés!
Harry contuvo la respiración y se apretó más hacia delante, procurando que la capa les tapara completamente a los dos. En la posición en la que estaba apenas podía ver lo que pasaba. Filch se estaba acercando despacio, moviendo continuamente el farol de un extremo al otro y lanzando ráfagas de luz al hacerlo. Con todo el ruido que habían hecho no iba a ser fácil librarse de él.
Ahora podía notar los pasos de Filch por detrás de él; debía a estar a muy pocos metros de distancia de ellos. Se quedó completamente quieto, como una estatua. Draco no se había movido un ápice, aunque tampoco habría podido con Harry aprisionándole contra la pared. Él, al contrario que Harry, si podía ver lo que estaba pasando, a través de la tela semitransparente de la capa.
La Señora Norris olisqueaba el aire recelosa, acercándose peligrosamente a donde ellos estaban.
- ¿Has encontrado algo, pequeña? –preguntó Filch a la gata, al tiempo que dirigía la luz hacia el rincón donde ésta tanteaba suspicaz. Por un instante, que a los chicos les pareció eterno, Filch observó a su alrededor, entornando sus ojos saltones. Luego, con cara de decepción, apartó la luz y comenzó a caminar por el pasillo-. Seguramente ha sido ese maldito Peeves. Cuando lo atrape…
Poco a poco se fue alejando de allí, dejando de nuevo el pasillo en penumbras. Harry esperó largo rato después de que las pisadas de Filch dejaron de ser audibles. Sólo cuando estuvo totalmente seguro de que no había peligro, empezó a moverse. Apartó la capa y se separó un poco de Draco.
- Ha estado cerca… -susurró tras dejar escapar un suspiro de alivio.
- Mm-hmm –musitó Draco bajo la mano de Harry, aún firmemente apretada contra su boca.
- ¡Oh¡Lo siento! –dijo Harry al darse cuenta, retirando de inmediato la mano.
- Au –replicó Draco con voz enojada. Separándose de la pared, empezó a masajear la zona de su espalda que había recibido más impacto al chocar-. No es que no aprecie que me acabes de salvar el cuello, Potter, pero¿te importaría avisarme la próxima vez que tengas intención de saltar encima de mí como un poseso, para que no me de un ataque?
- Claro, Malfoy –repuso Harry volteando los ojos-. Te mandaré una lechuza con quince días de antelación.
Harry recogió la capa sobre su brazo y sacó la varita del bolsillo, girándose hacia la puerta de la biblioteca.
- Alohomora –musitó, y al instante la sala se abrió, mostrando una visión muy diferente de su habitual. La habitación estaba casi completamente a oscuras y silenciosa-. Lumos.
Penetrando en la biblioteca con cuidado, echó un vistazo alrededor, iluminando la estancia con la luz que emitía su varita. Draco entró tras él, cerrando de inmediato las puertas y murmurando un hechizo para que nadie pudiera oír lo que pasaba dentro. Cruzaron de inmediato el pasillo principal, hasta el fondo de la biblioteca donde se encontraba la Sección Prohibida. Harry acercó la luz a la larga fila de libros que cubría la pared.
- Bien¿por dónde empezamos? –preguntó para sí mismo, echando un vistazo a los títulos que estaban más cerca de él. Draco pasó por su lado y se dirigió al otro extremo de la estantería y empezó a sacar libros y hojearlos. Harry no tardó en hacer lo mismo.
Aquellos libros no eran como los demás. La mayoría tenían imágenes y lenguajes extraños, figuras en círculos y signos que no tenían sentido. Algunos parecían forrados en algún tipo de piel y su tacto era pastoso y resbaladizo. Otros emitían sonidos extraños o soltaban chispas al abrirlos. Harry no se sentía nada cómodo.
- ¡Wow! "Hechizos y Encantamientos para Duelos de Magos". He oído hablar de este –exclamó Draco entusiasmado al otro extremo de la habitación. Tenía un gran libro forrado de negro y plata en las manos y lo hojeaba con los ojos llenos de curiosidad.
- Malfoy, no hemos venido para eso…
- "Cómo hacer que los hechizos que lance tu enemigo se vuelvan contra él" –leyó Draco sin prestar ninguna atención a Harry-. Éste me lo tengo que memorizar…
Harry sacudió la cabeza y siguió mirando en la estantería. Era inútil discutir con Malfoy, parecía un niño en una tienda de golosinas. Cansado de mirar libro por libro, optó por buscar en las portadas algún título que pudiera resultarle apropiado. De vez en cuando, oía a Draco decir algo en voz alta cuando encontraba algún otro libro que le gustaba. Empezó a preguntarse para qué se le habría ocurrido arrastrarle hasta allí, si no le estaba ayudando nada…
Avanzando un poco más, se dispuso a mover algunos libros que no tenían el título en la tapa. Comenzó a sacarles uno a uno y a buscar en sus primeras páginas. Entonces oyó un ruido. Era sibilante, como un susurro, apenas duró un segundo. Pensando que lo había imaginado, siguió cogiendo libro tras libro. Menos de un minuto después, volvió a oírlo, esta vez más claramente. Levantó la vista hacia Malfoy, pensando que quizás fuera él quien hacía esos ruidos, pero el otro chico estaba leyendo ensimismado un gran volumen forrado en piel, ignorando todo lo que pasaba a su alrededor.
De nuevo se oyó el mismo sonido, águdo como un silbido, deslizante… y parecía venir de algún punto muy cercano a Harry. Procurando no moverse de su posición, Harry agudizó el oído esperando que de nuevo surgiera. No tardó mucho. El susurro era ahora mucho más fuerte, cortando el silencio de la sala, y esta vez Harry creyó distinguir alguna palabra. Confuso, volvió a quedarse quieto, esperando a que el sonido regresara, y esta vez lo oyó mucho mejor: "No te acerques…."
- ¡Malfoy! –dijo Harry en voz alta, empezando a ponerse nervioso. Draco seguía ignorándole. Alzó la voz un poco más-. ¡Malfoy!
- ¿Qué? –contestó éste irritado, mirándole de soslayo por encima del libro-. ¿No ves que estoy ocupado?
- ¿Has oído eso? –preguntó Harry.
- ¿El qué?
- Ese… sonido. Esa voz –intentó explicarse. No sabía ni cómo definirla.
- ¿De qué estás hablando? –inquirió Draco confuso. La voz volvió a oírse en ese momento.
- De eso, ¿no lo oyes¿No has oído la voz?
- Potter, me estás empezando a asustar –declaró Draco mirándole desconcertado.
La voz surgió de nuevo. Cada vez se hacía más y más frequente, hasta el punto que casi era un murmullo constante: "No te acerques… este lugar está prohibido… no te acerques…". Harry siguió el sonido, intentando descubrir de dónde venía. Cuando localizó el punto donde se oía más fuerte, se quedó sorprendido: parecía que venía de detrás de la estantería. Rápidamente empezó a sacar los libros bruscamente, dejándoles caer en el suelo.
- ¿Qué haces? –preguntó Draco mirándole como si de repente se hubiera vuelto loco. Dejó en la estantería el libro que había estado mirando y se acercó reticente a Harry.
- Viene de ahí detrás –explicó Harry mientras seguía retirando libro tras libro, haciendo que la voz llegara más y más fuerte a sus oídos-. No sé por qué tú no la oyes, pero es una voz águda que parece venir de aquí, no hace más que decir constantemente "No te acerques".
Draco le miró con los ojos muy abiertos. Se quedó pensativo unos segundos, analizando lo que acababa de escuchar.
- Vale… -declaró poniéndose delante de Harry para que no siguiera tirando libros al suelo-. A ver si lo he entendido. Oyes una voz –Harry asintió levemente-. Bien. Una voz aguda que te está diciendo que no te acerques… -de nuevo volvió a afirmar-. Y viene de aquí detrás.
- Eso mismo –dijo Harry pacientemente-. Y ahora ayúdame a buscar su origen o apártate.
Echándole a un lado, volvió inmediatamente a apartar más libros. Draco le miró consternado y confuso.
- Oye, Potter –continuó Draco cogiéndole de la muñeca. Harry le echó una mirada feroz-. Si una voz que sólo tú puedes oír te dice que no te acerques… No le lleves la contraria.
Por la expresión que tenía en ese momento, Draco estaba hablando muy en serio. Por un momento, Harry dudó entre seguir adelante o hacerle caso, pero en el instante en que se oyó de nuevo la voz la curiosidad decidió por él. Continúo tirando al suelo todos los libros que caían en sus manos, formando pequeños montículos de libros a sus pies.
- Vale, luego no digas que no te lo advertí –señaló Draco, apartándose de la trayectoria de los libros, que caían sin cuidado al suelo.
- No lo entiendo –musitó Harry al cabo de un rato. Delante suyo estaba la pared desnuda, sin un solo libro en la estantería, y la voz seguía oyéndose firmemente por detrás de las piedras-. ¿Se supone que está al otro lado de la pared?
- Em, Potter… -llamó Draco detrás de él.
- ¿Qué demonios quieres ahora? –demandó Harry bastante enojado-. ¡Estoy en una situación un tanto delicada en estos momentos y tú no dejas de ser un maldito incordio!
- ¿Es normal que te brille el bolsillo? –continúo Draco impasible.
- ¿Eh? –Harry le echó una mirada de absoluto desconcierto. Bajando la vista se dio cuenta de que Malfoy tenía razón. De su bolsillo derecho salía un brillo blanquecino, como si tuviera una linterna encendida. Definitivamente eso no era normal.
Con cuidado, metió la mano en el bolsillo y sacó el objeto que brillaba en su interior. Era el anillo. Toda su superficie de cristal de plata emitía un halo de luz blanca, tan fuerte que podría iluminar toda la sala de haber estado a oscuras. Harry tuvo que apartar la mirada, pues el resplandor era tan persistente que hacía daño a la vista.
- ¿Por qué brilla así? –dijo Harry para sí mismo-. ¿A ti te lo ha hecho alguna vez, Malfoy?
- A mí el anillo no me ha hecho nada… Ha estado en una caja de madera hasta el pasado verano¿recuerdas?
Ensimismado como estaba mientras miraba el resplandeciente anillo, Harry no se dio cuenta de que la voz había cesado. De hecho todo estaba completamente en silencio. Sólo cuando levantó de nuevo la vista hacia la pared de la estantería, se dio cuenta de que algo había cambiado. En los bloques de piedra había empezado a aparecer un ligero vapor verde.
En cuestión de segundos se oyó una fuerte explosión y los libros que aún permanecían en las estanterías cayeron en cascada hacia ellos.
- ¡Protego! –gritó Draco en el instante en que vio el peligro, creando un campo de fuerza a su alrededor que le protegió justo a tiempo. Harry no tuvo ocasión de reaccionar, le pilló tan de sorpresa que varios libros cayeron pesadamente sobre él, cubriéndole por completo.
Cuando estuvo seguro de que ya no había peligro, Draco retiró el hechizo. Mirando a su alrededor, observó que casi la totalidad de los libros de la Sección Prohibida yacían en el suelo, abiertos, amontonados, era un completo desastre. ¿Cómo demonios iban a arreglárselas para colocarlos de nuevo?
Con gran esfuerzo, Harry retiró algunos de los libros que le cubrían, emergiendo como pudo de la gran masa de kilos y kilos de hojas que le habían caído encima. Tenía varios rasguños y algunos cortes y uno de los cristales de sus gafas se había roto.
- Gracias por la ayuda, Malfoy –escupió mordaz mientras trataba de recomponerse.
- ¿Todavía sigues vivo? Lástima… -contestó Draco con una sonrisita.
Apartando los libros que les cerraban el paso, ambos se dirigieron al lugar de dónde había surgido la explosión: el punto de dónde venía aquella voz que Harry había escuchado. En los bloques de piedra aparecía ahora una inscripción, como grabada a fuego, de un tono verde brillante, que lucía con más intensidad a medida que Harry, con el brillante anillo en la mano, se acercaba allí. Eran unos símbolos extraños, de líneas rectas y geométricas. Se podían distinguir triángulos y trapecios, y algunos se asemejaban mucho entre sí. La mayoría tenían en sus bordes una serie de círculos. Harry los observó tremendamente extrañado. Jamás había visto algo parecido a esto.
- ¡Passage du Fleuve! –exclamó Draco a su lado.
- ¿Qué me has llamado? –preguntó Harry mirándole de soslayo.
- No te decía a ti, idiota –contestó Draco volteando los ojos-. Me refiero a esos símbolos. Son Passage du Fleuve. Es un término en francés. Significa el Paso del Río.
- ¿Y... eso quiere decir…? –demandó Harry alzando una ceja inquisitivo.
- El Paso del Río es uno de los lenguajes prohibidos. Fue creado por Heinrich Cornelius Agrippa en el siglo dieciséis, basándose en el alfabeto hebreo y se utilizaba como código entre los magos hasta el siglo pasado. Era uno de los pocos sistemas en que magos y brujas podían comunicarse entre ellos en la época de la inquisición sin que los muggles se enteraran.
- Wow… -comentó Harry sorprendido-. ¿Sabes que cuando hablas así te pareces mucho a Hermione? –Draco le echó una mirada feroz- Vale, no he dicho nada.
- De modo que esto es pasa..pasage de… passa.. un alfabeto antiguo –balbuceó Harry mirando con detenimiento los símbolos-. Ya era hora de que empezaras a ser útil, Malfoy. Empezaba a pensar que tu ayuda no me era necesaria.
- Genial, y me lo dices ahora –dijo Draco disgustado y cruzándose de brazos-. De haberlo sabido me habría callado, igual así me dejabas en paz.
- ¿Sabes traducirlo? –inquirió Harry con un brillo expectante en su mirada.
- No exactamente… tengo algunas nociones, pero solo lo básico. Necesitaría algo de ayuda. Seguramente en alguno de estos libros tiene que venir el código y su traducción al hebreo. Todavía se usa para hechizos de alta magia antigua.
- ¿Y cómo esperas encontrarlo? –dijo Harry señalando al suelo alfombrado de libros a su alrededor.
- Con mucha suerte…
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Las últimas tres horas habían sido un tormento. Harry apenas podía mantener los ojos abiertos; le dolía la espalda y las piernas de tanto agacharse y levantarse. Había tenido que colocar todos los libros de nuevo en su estantería, uno por uno. En ese momento en lo único en que podía pensar era en su confortable cama, y en lo a gusto que se sentiría de poder estar allí en ese instante, pero cada vez que miraba las pilas de libros que aún quedaban por colocar, se desvanecían todas sus esperanzas.
Con un suspiro apagado, fue a recoger los libros que Draco había amontonado a su lado. Tampoco él parecía estar mucho mejor; se frotaba mucho los ojos y tenía aspecto de estar muy muy cansado. Había estado sentado en el suelo durante horas, mirando página por página todos los volúmenes que ahora estaban colocados en sus respectivos sitios. Durante la última hora había ido mucho más despacio, y Harry había tenido que esperar de brazos cruzados a que terminara.
- 255… 256… -contó Harry al tiempo que colocaba los últimos dos libros que tenía en la mano-. ¿Te queda mucho con ese?
- Y yo que sé… -contestó Draco con voz apagada.
Harry aprovechó para sentarse un rato en el suelo mientras Draco terminaba con el libro. Era un alivio, después de haber estado tanto tiempo de pie. Observó a su compañero, que pasaba las páginas pesadamente, sin ánimo.
- ¿Necesitas un descanso? –sugirió al cabo de un rato.
- Lo que necesito es irme a la cama –aseguró Draco levantando la cabeza-. Son las tres de la madrugada, llevo horas mirando libros y mañana tenemos clase.
- Ya lo sé. Yo también estoy cansado –apuntó Harry cerrando los ojos un momento-. Pero no podemos dejarlo. Puede que mañana esos símbolos ya no estén ahí. Además, todavía quedan todos esos libros por colocar.
- ¿Me puedes recordar de nuevo por qué estoy aquí perdiendo el tiempo contigo cuando podría estar tranquilamente en mi habitación? –inquirió Draco mientras pasaba lentamente las hojas del libro.
- Porque si no estuvieras aquí, le contaría a todo el mundo lo del anillo y lo mucho que tú tienes que ver con todo el asunto –explicó Harry con un deje de burla.
- ¿Te he dicho ya lo mucho que te odio?
- ¿En la última hora? Sí, unas diez o doce veces.
Draco terminó de pasar las páginas y dejó el volumen a un lado, cogiendo enseguida otro de los libros que yacían amontonados en desorden en el suelo. Lo colocó en su regazo y empezó a hojearlo. Mientras, Harry se levantó sin mucho ánimo para recoger el último libro y colocarlo en su lugar en la estantería.
- 257… -susurró para sí mismo-. Cuando queramos terminar de colocarlos ya será de día.
- ¡Lo tengo! –exclamó Draco en ese instante. Harry casi dio un salto al oírlo-. Aquí viene la correspondencia de los símbolos del Passage du Fleuve al hebreo. No parece una traducción demasiado fiel, pero servirá.
Harry se acercó a él con creciente curiosidad. Echando un vistazo al libro por encima de su hombro pudo ver una serie de símbolos extraños separados en filas, unas encima de otras, y justo debajo de cada símbolo, una letra hebrea. Fijándose mucho podía ver cierta semejanza con las figuras que aún brillaban en la pared de la biblioteca, pero no tenía nada claro que de ahí se pudiera sacar alguna traducción. Sin embargo, Draco parecía bastante seguro de sí mismo en ese instante, mientras pasaba su vista de los jeroglíficos de la pared al libro sin descanso y murmuraba para sí palabras que Harry no alcanzaba a comprender.
- Alef… vav… tet… samej… zain…vav…dalet…
- ¿Seguro que dice eso? Yo no lo veo muy claro –comentó Harry observándole. Draco volteó los ojos.
- Potter¿has tenido como asignatura Runas Antiguas alguna vez? –preguntó cansinamente. Harry negó con la cabeza-. ¿Y acaso sabes traducir hebreo?
- No.
- ¡Pues cállate¡Termina de colocar esos dichosos libros y déjame concentrarme!
De mala gana, Harry empezó a recoger los libros que aún quedaban repartidos por el suelo de la biblioteca, murmurando entre dientes continuamente. Habría al menos más de treinta libros todavía, suficiente para haberles entretenido otras dos horas largas de no haber encontrado lo que buscaban en ese último volumen. Al menos, con un poco de suerte, podrían dormir un par de horas antes de las clases. Harry se esforzó por acabar deprisa con su tarea, mientras se repetía a sí mismo que no volvería a tocar un libro en una buena temporada. Cuando el último ejemplar estuvo colocado en su sitio, se acercó de nuevo a Draco, que había estado leyendo los símbolos calladamente durante todo ese tiempo.
- ¿Y bien? –preguntó reluctante cuando llegó a su altura.
- No tiene mucho sentido… - contestó Draco cansadamente-. Dice: "Hallarás las respuestas donde la lengua de la serpiente se oculta".
- ¿Y estás seguro de que esa es la traducción correcta? –continúo Harry observando los símbolos, que ya empezaban a distinguirse con menos claridad.
- Son casi las cuatro de la mañana –contestó Draco malhumorado-. Llevo mirando libros y libros y más libros desde hace más de tres horas, y el único apoyo que tengo para traducir son las nociones que conozco de lenguajes prohibidos y una página desgastada con equivalencias al hebreo que ni siquiera sé si son correctas… ¡Cómo voy a estar seguro¡De lo único que estoy seguro es de que quiero estrangularte!
- Vale, vale… no te alteres… vas a despertar a toda la escuela. Sólo estaba sugiriendo que igual te habías confundido en alguna palabra y por eso no tenía sentido.
- Llevo estudiando lenguajes antiguos desde que tenía cinco años, Potter –comentó Draco un poco menos alterado-. Creo que tengo los suficientes conocimientos para traducir una frase simple. Pero si crees que no lo hago bien, puedes buscarte otra persona; tal vez la sangre sucia sabelotodo….
- No la llames así –le advirtió Harry duramente.
- Mira, yo ya he acabado aquí. Te he traducido la maldita frase y los libros ya están en su sitio. Así que si no te importa, me voy antes de caerme redondo aquí mismo –señaló Draco dirigiéndose hacia la salida de la Sección Prohibida. Harry seguía dándole vueltas a la frase, sin prestar demasiada atención. Mientras las enigmáticas letras se iban evaporando lentamente en aquella pared de oscura piedra, una idea le vino a la cabeza.
- La lengua de la serpiente… Malfoy… ¿podría el texto estar refiriéndose a la lengua Pársel? –preguntó en voz alta, haciendo que Draco se parara justo antes de abrir la puerta.
- No sé… podría ser –contestó éste sin darse la vuelta-. El Pársel es la lengua de las serpientes, después de todo.
- Creo que ya sé dónde buscar –señaló Harry con una sonrisa triunfal. Draco se giró hacia él, mirándole extrañado-. Sólo conozco un sitio en todo Hogwarts donde se puede utilizar la lengua Pársel.
- ¿En serio? – preguntó Draco desconfiado-. ¿Y eso dónde es?
- La Cámara Secreta –contestó Harry modulando las palabras al llegar a su altura. Como única respuesta, Draco le lanzó una mirada de sorpresa.
Y sin más, Harry se colocó la capa invisible por encima de los hombros y cerró la puerta de la biblioteca tras de sí. Con un leve gesto, ambos se despidieron y comenzaron a caminar en direcciones contrarias, de vuelta a sus habitaciones.
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Reviews:
Ann Magus: Gracias Ann, por estar siempre ahi :). Ya ves, esta vez no he tardado casi nada (aunque no sé cuánto me demoraré en el siguiente vv). Pero me esforzaré por tenerlo cuanto antes :).
Ginebra: Muchas gracias :). En cuanto a los sellos, no están "exactamente" en la escuela, pero andas muy cerca. Posiblemente lo puedas descubrir ya en el siguiente capítulo :).
Arla17: Muchas gracias, me alegra que te guste :).
Audrey-ludlow: La escena del desayuno también me habría gustado verla XD, fue divertido hacer una escena así. Muchas gracias por tu apoyo, con tus comentarios me entran muchas ganas de ponerme a escribir :). Gracias.
