Capítulo 2: Londres "mágico"

Mis maletas, mis maletas... como siempre son las últimas en salir por la cinta transportadora. Al menos han aparecido, no como la última vez que viajé con mis padres, fuimos a Milán y mis maletas aparecieron en Tokio!!

Ahora a buscar un taxi que me pueda llevar a... saco la carta de ese tal Dumbledore... ah, sí, el Caldero Chorreante. ¿Qué es eso? A ver... ¡¿un bar?!¿Qué demonios voy a hacer yo en un bar? Calla, niña, no te impacientes y sigue leyendo... según pone aquí, allí hay una habitación reservada a mi nombre. Entonces debe ser una especie de hotel. Dios mío, ¿dónde me voy a meter? No importa, ya me preocuparé cuando llegue.

Salgo del aeropuerto cargada como una burra con mis maletas. No entiendo que ha metido aquí dentro mi madre, pero parece que llevo el armario entero, con cajones y todo. Después de un rato de dar vueltas como una idiota, encuentro un taxista que entiende el castellano y que acepta llevarme a Oxford Street, que es donde supuestamente está el hotelito de marras.

Voy mirando por la ventanilla, realmente feliz, y por primera vez en la vida me siento libre. Libre de hacer lo que me de la gana sin tener que dar explicaciones a nadie, claro. (Recordemos que mi madre es un pelín agobiante). Le he debido de caer bien al taxista, porque parece que le han dado cuerda para toda la eternidad. No para de hablar, y en un momento me ha contado toda su vida. Me entero de que se llama Ramón, de que es de Lugo, de que está casado con una inglesa y de que tiene tres hijos, dos niños y una niña. Yo le cuento parte de la mía, saltándome, evidentemente, la parte de que soy una bruja (en el buen sentido de la palabra).

Cuando estamos a unas dos manzanas de la calle en cuestión, me dice:

- Oxford Street es una calle muy larga, tiene casi 500 números. ¿A cual vas?

- Pues..- saco la carta y la miro. ¡Maldición, no hay número!- a un sitio llamado el Caldero Chorreante.

- ¿El Caldero Chorreante? No me suena, y eso que llevo aquí más de 10 años. ¿Es un establecimiento nuevo?

- Creo que no, debe ser una especie de hotel con un bar en la planta inferior.

- Pues sigue sin sonarme. ¿Qué quieres hacer?

- Puede dejarme al principio de la calle

- ¿Segura?

- Sí, me apetece caminar un rato.

- ¿Y las maletas?- Este hombre está en todo.

¡Ups! Las maletas, me había olvidado completamente de ellas. ¿Qué hago ahora?

- No se preocupe.- Pongo cara de niña buena.

-Está bien.- Se le nota preocupado. Aún así me hace caso, pero en vez de dejarme al principio, me deja a la mitad de la calle.

Una vez sola, parada en medio de la acera, disfruto de la sensación de estar perdida en otro país. Otro idioma, nuevas costumbres, nueva gente, nuevos olores...

¡PUM! ¡PLAS! De pronto me encuentro tirada en el suelo con... ¡un tío encima! No puedo reaccionar, me he quedado prendida en esos ojazos negros. Nuestras caras están muy cerca y puedo notar su respiración. Él reacciona, se incorpora y me ayuda a levantarme.

- Sorry!- Me dice

Sigo en estado de shock total. Ahora que estamos de pie, me doy cuenta de que no está nada mal y es muy atractivo. Tiene el pelo negro como sus ojos y viste completamente de negro, un color que siempre me ha parecido muy elegante. Veo borrosamente que mueve su mano por delante de mi cara y le oigo decir:

- Are you right?

En ese momento reacciono y me sonrojo violentamente al darme cuenta de la cara de boba que he tenido que poner al quedármele mirando.

- Yes, I'm ok, I'm ok.- Respondo. Me mira no muy seguro y luego intenta explicarse:

- A very stupid one had let his or her luggage in the middle, and I...

Me sonrojo aún más y el lo nota, por que calla.

- That luggage is mine.- Consigo balbucear poniendo cara de circunstancias.

Su cara es todo un poema. Creo que se debate entre echarme la bronca o reirse a carcajadas. Claro está que a mí no me importaría que un tío así me echara la bronca... ¿Pero qué digo? Creo que comienzo a desvariar, el golpe me ha debido de afectar al cerebro. Intento cambiar de tema antes de que se decida.

- I'm a little bit lost and...- Me corta en seco, parece alguien habituado a mandar y que le obedezcan.

- Are you Spanish?

- How did you notice it?

- Por tu acento.- ¡Guau! Y encima habla castellano. Creo que me he enamorado.- ¿Decías?

- Pues verás, estoy un poco perdida porque he llegado esta mañana en avión desde España – comienzo agachándome para levantar las maletas que están tiradas en el suelo y... ¡PUM! Un chico con patines se ha tropezado conmigo y mis maletas. La verdad es que ya no se donde meterme. Me disculpo, mientras el hombre me mira y aparta las maletas, pegándolas a la pared de la casa que tenemos detrás nuestra para que no sigan causando más daño.

- Eres un peligro público, ¿eh?- Además graciosillo. Eso me gusta menos.

Le miro con cara de pocos amigos y él se apresura a pedirme que continúe mi relato.

- Pues eso, que estoy buscando una especie de hotel que debe estar por aquí cerca, pero la calle es muy grande y no se dónde está.

- ¿Cómo se llama?

- El Caldero Chorreante.

Su reacción me deja helada. De repente me agarra por el codo y me empuja contra la pared. Su cara se ha vuelto una máscara impenetrable y sus ojos me miran con dureza. Su voz suena fría y dura cuando vuelve a hablar:

- ¿Eres estúpida o es que estás loca?- Umm, no puedo evitar pensar en lo sexi que está cuando se enfada, a pesar del chaparrón que creo que se avecina.

- Pero yo...

Me hace una pregunta que me sorprende.

- ¿Eres bruja?- Sólo puedo asentir- Si yo hubiera sido un muggle y no un mago y se lo hubieras dicho ,¿qué, eh? Nos habrías puesto en peligro a toda la comunidad mágica. Los muggles ignoran nuestra existencia y queremos que siga así. Parece mentira que tenga que decírtelo.

- Lo siento, no sabía que fuera un lugar mágico...- Mi expresión debe ser de abatimiento total y le debo de dar pena, ya que me suelta, y cuando me vuelve a hablar lo hace con voz normal. Me dice que me mostrará dónde está mientras coge una de mis maletas. Yo cojo la otra y comenzamos a andar.

Por el camino me cuenta que el Caldero Chorreante está protegido por un hechizo de forma que los muggles no puedan verlo, sólo los magos. Mi mente científica se rebela, pero prefiero callar y dejar que siga hablando.

Por fin llegamos. La apariencia exterior es un poco cochambrosa y me dan ganas de volverme para España. Pero ese espíritu aventurero que siempre me ha impulsado lo vuelve a hacer esta vez. El hombre se despide rápidamente de mí, mirando hacia los lados como si temiera algo y se aleja, perdiéndose entre el gentío, mientras no puedo evitar fijarme en su trasero mientras anda. Definitivamente, el golpe me ha afectado al cerebro, ya que yo nunca había actuado así con respecto a ningún tío, o al menos no tan evidentemente. Suspiro, deseando volverle a ver pronto. Creo que ya sé con quien voy a soñar esta noche.

Cojo mis maletas y decididamente empujo la puerta. ¿Lo volveré a ver?