Capítulo 3. El mundo mágico.

Cojo mis maletas y decididamente empujo la puerta. El interior me fascina, es como si hubiera retrocedido en el tiempo. Está muy oscuro y destartalado. Unos ancianos están sentados en un rincón tomando copitas de jerez. Uno de ellos fuma una larga pipa, y el otro, vestido a la manera india, tiene a su lado un espléndido narguile del que aspira con auténtico deleite. Tres mujeres, con túnicas de colores oscuros, charlan en voz baja mientras juegan a las cartas y sonríen aviesamente a los cuadros. Un hombre pequeño que lleva un sombrero de copa charla con el viejo cantinero, que es completamente calvo y que parece una nuez blanda. El suave murmullo de las charlas cesa cuando entro, pero vuelve a comenzar después de echarme un vistazo, supongo que por que no me consideran lo suficientemente interesante, lo cual es todo un alivio y me permite cotillear tranquilamente.

Me acerco al hombre de la barra quien, al verme con las maletas, se despide del hombrecillo del sombrero de copa y pregunta:

¿La señorita Martínez?

- Sí, soy yo.- Respondo sorprendida de que alguien me conozca tan lejos de mi casa.

- Me llamo Tom y soy el dueño del establecimiento. El profesor Dumbledore me comunicó que llegaría hoy y le ha reservado una habitación. Por favor, acompáñeme.

Con gran parsimonia sale de detrás de la barra y se acerca a mí, sacando de su usado delantal un palito de madera. Ante mi total asombro, apunta con él a mis maletas y con un: "Wingardium Leviosa" las hace levitar hacia las escaleras.

Mi boca se ha abierto tanto que parece la entrada a un túnel del ferrocarril, por lo que el hombre se acerca a mí y me la cierra con un gesto firme mientras sonríe.

Ahora sí que ya no me puedo quedar tranquila. Vamos a ver... ¿desde cuando un hombre puede hacer volar un par de pesados maletones cuando yo casi no podía con ellos y los iba arrastrando por la calle? Y todo ello nada más y nada menos que tras apuntarles con un "palito" de madera... �¡Venga ya! Muy buena la broma, pero os he pillado, a ver¿a qué cámara oculta tengo que mirar para saludar a los espectadores?

El hombre sólo acentúa su sonrisa, mientras me deja hacer. Me acerco a las maletas y paso mi mano por encima y por debajo. ¡No hay cables que la sujeten! Esto va a ser uno de esos adelantos de última tecnología, algo de levitación magnética... pero no, no hay nada. Miro al cantinero para ver si me explica de una buena vez a qué se debe todo esto, pero sólo dice:

- Esto es una varita- mientras me enseña el palito. Y ante mi cara de no entender nada, apostilla- Bienvenida al mundo mágico, donde nada es lo que parece. No se preocupe, el profesor Dumbledore se encargará de aclarar todas sus dudas.

Y con un movimiento de su palit... ejem, digo, de su "varita", hace que mis maletas suban las escaleras delante de nosotros.

Caminamos por un largo y tortuoso pasillo, bastante destartalado y oscuro, dejando atrás incontables puertas marcadas con bellos números góticos. Nos paramos junto a la puerta marcada con el número 13.

¿Son imaginaciones mías o esto empieza a resultar un poco bastante macabro? Vale que yo sea un pelín gafe, pero esto me parece que empieza a pasarse de la raya. ¿Lo habrán hecho a posta? Miro al posadero y éste se ríe por lo bajo, como si me hubiera leído el pensamiento. De repente siento instintos asesinos. Él parece notarlo, por lo que se apresura a darme la llave, a dejar mis maletas en el suelo y a decirme que el tal Dumbledore llegará pronto. Se marcha tan rápidamente que no puedo ni darle las gracias.

Miro a mi alrededor y lo que veo me sorprende gratamente. Al parecer, por una vez en la vida me van a salir las cosas derechas.

La habitación, contrariamente a lo esperado, está bastante limpia y resulta acogedora. Una mesita bajo la ventana, con una silla, un pequeño armario y una coqueta cama constituyen todo el mobiliario.

Me siento tan cansada que no tengo ganas ni de deshacer las maletas, así que decido darme una ducha. Cuando salgo, agarro el cepillo y... �¡AHHHH!

¿Sabéis lo que me ha pasado? No , no lo adivinaréis nunca. A ver, a ver... ¡premio para la señorita del fondo! Y es que... �¿desde cuando mi reflejo en el espejo me dice con la misma cara de mala leche que mi madre que me peine decentemente! Menudo susto, hubiera jurado que ella estaba aquí. Una cosa... �¿y desde cuando mi reflejo se mueve sin que yo me mueva y puede hablarme!

Dios, el encontronazo con el tío ese me ha afectado mucho más de lo que imaginaba, ahora tengo alucinaciones. No, si ya lo decía mi abuela cuando yo era pequeñita: "Esta chica está como las maracas de Machín". Qué maja ella, grrrr...

Bueno, como que decido pasar del tema y me voy a secar el pelo. Con el secador en la mano busco un enchufe. A ver, no hay en el baño... en la habitación tampoco... ¿y detrás de la cama? No... ¿y detrás de la mesilla? Definitivamente, tampoco... Espera un momento¿dónde enchufa esta gente la lámpara de la mesilla? Me acerco y.. ¡No tiene cable! Acciono el interruptor como quien no quiere la cosa y... ¡plin, se enciende¡plin, se apaga¡plin, se enciende¡plin, se apaga... Creo que me estoy volviendo completamente loca.

En eso llaman a la puerta. Me cierro el albornoz y:

¡Adelante!

Se abre la puerta, dejando ver a un hombre alto, de larga barba blanca, con unos anteojos de media luna y vestido con una túnica de lo más estrafalario que he visto en mi vida y que...

¡Pumm!

...y que se acaba de dar un golpazo en la cabeza con el dintel de la puerta. Si es que no se puede ser tan alto.

Me aguanto como puedo las ganas de reirme a carcajadas mientras él entra frotándose el chichón que se acaba de hacer y me mira con cara rara. Tom entra detrás suyo aguantándose como yo las ganas de reír, y, tras dejar una bandeja con té y pastas ( muy ingleses estos ingleses, sí señor), saluda con una reverencia (ni que fuera el primer ministro en persona) y sale, cerrando la puerta. Sus carcajadas en el pasillo se han debido oír en kilómetros a la redonda.

- Millas.

¿Ein- Me ha pillado completamente fuera de juego. Una de dos, o habla solo o yo me he perdido algo.

- Han debido oírse en millas a la redonda. Será mejor que te vayas acostumbrando a la terminología inglesa, para cuando estés en el colegio.

¿He hablado en voz alta o este hombre me ha leído la mente?

- Lo segundo.

�¡Ya lo ha hecho otra vez! Esto me está empezando a dar mucho miedo, socorrooooo! Ahora que lo pienso (sip, yo a veces también pienso, no seáis malas, si no cómo va este a poder leerme el pensamiento¿eh? Ala, por listillas ( ), no me gusta que me lean el pensamiento.. ¡Fuera! Si me estás leyendo el pensamiento¡sal ahora mismo de mi mente¡Fuera!

- Está bien.- Dice con un suspiro.- Pero que conste que me lo estaba pasando muy bien.

¿Estoy alucinando o es que me he vuelto completamente loca¿Qué le echan éstos al agua de la ducha? Al verme con el secador en la mano, sonríe y rebusca en su túnica, sacando otro palit... varita, me apunta con ella...y de pronto noto como el pelo se me seca en un abrir y cerrar de ojos. Lo toco... ¡no puedo creerlo! Saco un espejito "normal" del neceser de viaje y me miro.

- Creo que así es como lo querías¿no?

Asiento sin poder dejar de mirarme ¿Egocentrismo? Nooooo, que va... Es sólo que por fin tengo el pelo peinado como siempre he querido, como si acabase de salir de una peluquería, con unas suaves ondas...

- Gracias.

- De nada.- Sonríe contento.- Bueno, creo que no me he presentado, soy el profesor Dumbledore, director de Hogwarts. Y tú debes ser Susana.

Asiento.

- Susana Martínez.- Le tiendo la mano, pero en vez de estrechármela, me la besa. ¡Es encantador!

Él pasea la mirada por la habitación y en eso reparo en que la situación es un poco extraña, todas mis cosas por ahí, yo en albornoz... Rápidamente recojo lo que puedo, agarro lo primero que pillo de ropa, que resulta ser un vestido de tirantes largo hasta la rodilla, me meto en el cuarto de baño un pelín roja. Cuando salgo, el hombre se ha sentado en un sillón que ha aparecido de la nada porque antes no estaba ahí, y está sirviendo el té.

Me indica que me siente enfrente suyo en otro sillón y me alarga una tacita de porcelana.

- Verás, creo que tendrás muchas preguntas, así que espero poder contestártelas a todas. Pregunta lo que quieras.

Tras dar un sorbo y, cómo no, quemarme la lengua con el té, cojo una pasta. ¡Que gracia, redondita, con un agujero en medio¿A qué me recuerda?

- Pues... me gustaría saber muchas cosas, pero la principal... ¿por qué yo¿por qué ahora? En su carta ponía que normalmente se empieza Hogwarts con 11 años y yo tengo 21.

- Verás... Por dónde empezar...

¿Por el principio- Digo poniendo carita inocente. Pero mi cara no ha debido gustarle mucho, y tampoco mi pregunta, por que me echa una mirada indefinible y sigue hablando.

-Bien, es una historia muy larga, la condensaré. Verás, hace unos cuantos años, había un mago muy malo, muy malo, que trataba de dominar el mundo, tenía muchos seguidores que se hacían llamar mortífagos y comenzaron una guerra en el mundo mágico. Hay dos tipos de magos, los que descienden de otros magos y los que son de origen muggle, es decir, aquellos cuyos padres no son magos, o sólo uno de ellos lo es.- Empieza poniendo voz rara y hablando como si se lo estuviera contando a un niño pequeño, cosa que no me gusta en absoluto.

¿Y- Vale, lo admito, soy una borde.

- Pues que el mago malo y los mortífagos creían que los únicos con derecho a ser magos y a mandar por encima de los demás eran aquéllos que descendían de longevas familias de magos, o sea, ellos. Por lo que se dedicaron a matar a muggles y a todo aquel que descendiera de ellos, mago o no. Éstos, viendo la amenaza que los mortífagos suponían, se unieron en su contra, liderados por un mago muy poderoso, el único al que el mago malvado temía, y el único que supuestamente podía derrotarle.- Tengo que reconocerlo, la historia está bien.- Pero las cosas no salieron como estaba previsto.

¿Y qué tengo yo que ver con todo esto?

Una de las galletas ha salido rodando y se ha metido debajo del armario, me levanto y me agacho a cogerla mientras él sigue hablando.

- ... y, bueno, quetudesciendesdeesemago.

Me quedo quieta, a cuatro patas, con la galleta en la mano y el brazo estirado. Mis oídos acaban de jugarme una mala pasada, no, si es que con la capa de cerúmen que tengo en las orejas no me extraña. Le miro con cara de susto y el se apresura a aclarar:

- Del bueno.

¡Uff, menudo alivio! Ya me veía yo en plan Luke Skywalker cuando Vader le dice: "Luke, yo soy tu padre". Por lo menos no tengo que preocuparme por si algún día me da por pasarme al lado oscuro, porque la ira lleva al odio, el odio lleva a...

¿Me estás escuchando?

Otra vez me ha pillado fuera de juego. Me levanto y me siento.

- Disculpe¿me lo podría repetir?

- Pues eso, que ese mago bueno era muy poderoso, pero al final el mago malo fue derrotado por un niño, un bebé de tan sólo un año de vida.

¿Cómo fue posible- Yo y mi manía de interrumpir.

- Bueno, fue magia muy poderosa que el niño llevaba en la sangre gracias a su madre.- me mira con expresión conspiradora.

- Sí, pero hay algo que no entiendo.- Lo cierto es que me estoy haciendo un lío tremendo. Vamos a repasar toda la información: hubo una guerra en el mundo mágico, mortífagos contra muggles, los primeros estuvieron a punto de ganar pero su jefe fue derrotado por un bebé de un año. ¡ Pues menuda birria de jefe¿Y para eso tanta historia- Vale, supongamos que me creo que desciendo de ese gran mago.- Me mira con algo que parece ser una mezcla de ansiedad y gratitud.¿Y por qué demonios yo no tengo poderes mágicos- Vale, ya la he fastidiado. Su mirada ha pasado a ser de enfado.

¿Estás segura de que no los tienes?

- Veamos... Sé que a mi alrededor ocurren cosas raras, pero es que soy muy torpe y...- otra vez esa mirada de ansiedad- ...y bastante gafe.- Termino apesadumbrada.

Estoy flipando. Se ha echado a reír a carcajadas, y tengo la absurda sensación de que se está riendo DE MÍ.

¿Qué ocurre?

- Nada, nada- saca un pañuelo que parece una servilleta y se seca las lágrimas producidas por la risa.- Eso no es que seas gafe, son las manifestaciones de tus poderes.

¿Y cómo es que no he recibido la carta antes¿Cómo es que mis padres no tienen poderes si descienden de magos- Creo que le he pillado. Se ha puesto serio y un poco...¿rojo?

- Bien, verás, tu bisabuelo (que era el mago bueno del que te he hablado al principio) lo hizo así.

¡Un momento¿Mi bisabuelo? Pero si murió de una enfermedad rarísima en uno de sus viajes, o al menos eso es lo que me contó mi madre, que era cazador y que se enamoró de África, pero sobre todo de su pobre fauna.

- Tu bisabuelo no era cazador, era incapaz de matar una mosca, y mucho menos alguno de esos maravillosos animales. Era un gran mago, uno de los mejores que he conocido.- Noto que se pone colorado, esto es muy sospechoso...- Y, desde luego, no murió de una rara enfermedad. Mi cara debe ser todo un poema, ya que estoy más perdida que un pulpo en un garaje, porque se apresura a explicar- Tu bisabuelo, al no saber cómo iba a acabar la guerra, hizo un hechizo por el que la magia saltaría tres generaciones de sus descendientes.

¿Por qué?

- Voldemort, que así es como se llama el mago malvado, juró que le mataría, a él y a todos sus descendientes. Tu bisabuelo podía esconder a su familia, cambiarla de nombre y todo eso, pero él sabía que Voldemort los encontraría siempre y cuando la magia siguiera corriendo por sus venas. Así que hechizó a sus descendientes, y el hechizo ha funcionado hasta ahora.

¿Mis padres saben todo esto- La verdad es que no lo creo, me resulta muy difícil pensar que la fría, racional y analítica madre que tengo encaje en todo esto.

- No, el hechizo provocó que se olvidaran de todo lo concerniente al mundo mágico.- No, si ya lo decía yo.

Buff, menuda historia. La verdad es que desde hace unos días no sé si todo esto es real, un sueño estúpido o una comedia de los hermanos Marx. Pero aún así, está chachi.

- Bien, si la magia saltó tres generaciones y se supone que yo soy la tercera¿porque no recibí la carta cuando debía?

Se sobresalta. Esa pregunta no debe gustarle demasiado, ya que se la llevo haciendo todo el rato y siempre cambia de tema.

- Eres igual que él, persistente hasta el final. Bueno, supongo que tu bisabuelo también tiene derecho a equivocarse, supongo que no calculó bien el tiempo y todo eso, pero ahora no importa, ya estás aquí.

Sí, muy bien, sin embargo, hay algo que no me ha contado, un sexto sentido que me dice que se calla algo importante. Le miro fijamente, tratando de descifrar qué es lo que ocurre, pero no lo consigo

Llaman al puerta

-A tiempo.- Le oigo musitar.¿Quéocurrir�?

Se abre la puerta...


¡Hola a todas¿Qué tal estáis? Espero que muy bien, y que no estéis muy enfadadas por que no hayaactualizadoantes, pero es que no escribia nada que me gustara lo suficiente como para subirlo.

De todas formas, espero que os guste y, ya sabéis, reclamaciones, howlers o tomatazos, a los reviews.Por cierto, gracias a todas las que me dejásteis uno en el segundo capítulo. ¡Sois las mejores!