Capítulo 5. "Haciendo amigos"

- Ya es día 1 de Septiembre.- musito mientras arranco contenta la hoja del calendario.

Llaman a la puerta. Es Trelawney.

-¿Estás preparada?

Asiento mientras con un movimiento de varita termino de llenar el baúl y lo cierro. La verdad es que estos hechizos están genial. No sabía que pudiera ser tan divertido el hacer magia. Es cierto que lo que estoy viviendo es científicamente imposible, pero después de comerme mucho la cabeza y acabar con un dolor de la misma que para qué os voy a contar, he decidido pasar del tema y no asombrarme por nada.

La verdad es que estas semanas con Trelawney han sido agotadoras, pero muy útiles. Ahora puedo hacer la mayor parte de los hechizos que se piden de primero a sexto, gracias a las clases intensivas, al igual que las pociones y las transformaciones. Además, en una visita a Flourish y Blotts ( que es la librería donde se venden todos los líbros mágicos) he encontrado unos libros de hechizos que son geniales, sólo estoy esperando a conocer a alguien que me caiga mal para probarlos. Lo que aún no he conseguido es ver nada en adivinación, así que he optado por inventarme los resultados. Aunque me parece que la profesora es igual de negada que yo para ello, pese a lo que diga, ya que no ha "adivinado" que lo hago.

Aún así, tendré que dar clases intensivas durante el curso. ¿De qué? Ni idea, según la mujer me harán un exámen de nivel al entrar, para convalidarme los cursos de primero a sexto como si hubiera estado estudiando con un tutor, y me darán los cursos de aquello en lo que falle.

Tras despedirnos de Tom, salimos a la calle y cogemos un taxi, en dirección a la estación de King's Cross. Vamos vestidas a la manera muggle, y la verdad es que Trelawney está graciosísima con pantalones, parece una garza con unos horrorosos pantalones rosas de los que se enamoró un día que la llevé por el Londres muggle, como dice ella, a comprar ropa.

Llegamos y rápidamente nos encontramos en la plataforma entre los andenes 9 y 10. Miro el reloj. Faltan apenas unos minutos para que el tren del colegio salga, y como no nos demos prisa, vamos a perderlo.

- Susana, una cosa.- me dice deteniéndose.- No iré contigo en el tren de Hogwarts.

-¿Qué?

- Sí, sólo van los alumnos en él. Pero te diré la forma de entrar. Mira hacia allí.

Un detalle en una de las vigas que estaban en medio de la plataforma y que sujetan el techo me llama la atención. Juraría que la he visto reverberar.

-Tendrás que atravesar esa viga. Es la entrada al andén 9 y ¾ .

-¿Y cómo llegarás tú?

-Me apareceré.

-¿No puedo ir contigo? – Para que negarlo, no es que nos llevemos súper bién, pero Trelawney y yo hemos aprendido a soportarnos. (Miento, la verdad es que si no haces caso de sus profecías, la mujer es maja, un poco loca, pero maja y todo!).

- No sabes aparecerte.

-Porque no has querido enseñarme.- digo apuntándola con un dedo, cosa que se que le molesta.

Suelta un bufido y nos despedimos. Con un plín desaparece, así que yo miro con cara de circunstancias a la columna. Cojo aire y…

Al llegar al otro lado no pudo evitar sorprenderme. Una locomotora de vapor, de color escarlata, espera en un anden lleno de jóvenes cargados con sus equipajes. Un rótulo dice: "Expreso de Hogwats, 11h".

El humo de la locomotora se eleva sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores se mueven por entre las piernas de los estudiantes. Las lechuzas se llaman unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.

Siguiendo las instrucciones de Trelawney, subo al tren, que está lleno de enanos (entendedme, comparados con una tía de 21 años… pues la verdad es que son bastante pequeños) y recorro los vagones hasta que encuentro uno que está libre. Entro, agrando mi baúl y me acomodo.

El tren se empieza a mover, y en eso se abre la puerta del compartimento. Una chica pelirroja entra rápidamente, da un portazo y se tumba boca abajo en los asientos, sin, supongo, darse cuenta de que sentado justo en frente hay un bulto que se mueve y respira (o sea, yo).

La oigo sollozar y no se que hacer. Umm… no me había fijado en el color del techo, sí señor, muy bien conjuntado, sólo le faltan unas cortinas a juego y…

La chica solloza aún más fuerte, así que dejo mis tácticas de evasión y no puedo evitar preguntar:

-¿Estás bien?

La próxima vez que se me ocurra preguntar, dadme una colleja. La joven se sobresalta y se levanta, de tal forma que me da un cabezazo en la barbilla y me tira al suelo, contra el que me golpeo la cabeza.

Ahora es ella la que me pregunta:

-¿Estás bien?

Sí, monina, estoy genial, el compartimento ha empezado a dar vueltas, la luz se oscurece, me duelen la barbilla y la cabeza, y parece que estoy de resacón.

El golpe me ha debido dejar aún más tarumba.

- Sí, estoy bien, no te preocupes.

- ¿En serio?

- Sí, de verdad. ¿Y tú?

- Yo estoy bién, a mí no me pasa nada.

¿Nada? La echo una de esas miradas que dicen "venga, cuéntamelo, que te he pillado" y ella baja la cabeza, mientras se restriega los ojos.

-¿Seguro?

- Sí. Es que se me ha metido algo en los ojos.- Es una de las excusas más chapuceras que conozco (chapucera por que la usa todo el mundo, yo incluida).

Las lágrimas vuelven a rodar por sus mejillas. Cojo mi bolso y saco un paquete de clínex. Le tiendo uno.

- Toma, anda.

Ella lo coge y se suena violentamente la nariz.

- Venga, cuenta, ¿qué te pasa?

- Nada.

- Pues el que nada no se ahoga.

Me echa una furibunda mirada por la gracia, pero, ¿qué queréis? Al menos se ha olvidado de seguir llorando.

En eso estamos cuando se vuelve a abrir la puerta. ¡Pero es que no se puede viajar a gusto!

Un chico rubio, bastante atractivo, pálido, delgado, vestido con el uniforme del colegio, con el emblema verde y plata de Slytherin y que lleva prendida una P de Prefecto en la túnica negra (el que Trelawney me obligara a leerme el mamotreto de la "Historia de Hogwarts" tiene que servir para algo, ejem, sigo), entra en el compartimento, seguido de otros dos chicos grandotes. Una fría y sardónica risa se oye.

- Qué pasa, Weasley, ¿Potter ya no te hace caso? Tendrás que buscarte a otro para ser su mascota.

La joven no responde, sólo solloza de nuevo.

- No sabía que fueras una llorona, Weasley.

- Vete a la mierda, Malfoy.- responde ella desafiante.

Ella será una llorona, pero tú vas a convertirte muy pronto en picadillo de niñato, mocoso. Decido imponer mi autoridad.

-Oye, ya vale, ¿no crees que te has pasado?

- ¿Y tú quien eres?

Alguien que te va a dar una colleja como no cierres esa bocaza, engreído.

- Susana Martínez.

-Yo soy Malfoy, Draco Malfoy, la autoridad en estos vagones.

Fiufiuuuuu, naaa naaa naaaa, Fiufiufiuuuuuuu, naaa naaa naaaa (Música de western);

Ni que estuviéramos en el Lejano Oeste. Le miro con sorna y me levanto. Gracias a Dios, con tacones soy más alta que él, que hay que ver como crecen estos enanos hoy en día, así que puedo mirarle desde las alturas con aire de superioridad.

- Mira, "niño"- remarco lo de niño, lo que no parece hacerle ninguna gracia. Por fin he encontrado a alguien con quien probar esos hechizos de los que os hablé.- En este momento tienes dos opciones: o sales por tu propio pié de este compartimento, o tú y yo vamos a tener un serio problema, y, créeme, no creo que quieras conocer MI autoridad en estos vagones.

Ahí te he pillado, Malfoy. Se achanta un poco y parece que va salir corriendo… pero no, de pronto saca su varita. La pelirroja y yo hacemos lo propio, siento la adrenalina corriendo por mis venas, es mi primera pelea, cuando…

-¿Qué ocurre aquí?

Otra joven, con la túnica de Hogwarts y otra P de prefecto prendida en ella ha hecho su aparición en escena.

- Vaya, esto se está convirtiendo en una reunión de sangres sucias y pobretonas. Tú pareces de sangre pura- comenta dirigiéndose hacia mí.- Te daré un consejo, no te juntes con perdedores.

- Mira, niño, aquí los únicos perdedores son tus gorilas.- digo lanzándole un hechizo de petrificación a uno de sus amigos, que estaba husmeando en mi bolso. Y es que no me gusta que me toquen las… la moral.

- ¿Qué está pasando aquí?

Una señora, con un carrito lleno de chucherías, se ha asomado a la puerta. ¿Qué pasa, es que todo el mundo tiene que juntarse en mi compartimento? Ni que repartiera entradas para el cine.

Pongo cara de niña buena y, con todo el aplomo que soy capaz de reunir, suelto:

- Nada, los señores ya se iban.- Y como el mocoso no hace ademán de moverse, añado:- Malfoy, por favor, cierra la puerta por fuera, que se escapa el gato.

Una peligrosa sonrisa aflora a los finos labios del niño.

- Me caes bien. Creo que nos vamos a llevar muy bien.- Y, sin más, sale con el mocoso que aún quedaba en pie arrastrando al que yo había hechizado.

- Uff…- La prefecta suelta un bufido.- ¿Qué ha pasado?

- Malfoy ha entrado a reírse de mí.- aclara la pelirroja.

- El muy…- Suelta una barbaridad que no pienso poner aquí.

En eso, parece reparar en mí por primera vez.

- ¿Y tú quien eres?

-Me llamo Susana Martínez.

- Yo soy Hermione Granger, y ella es Ginny Weasley.

- Encantada.

- Encantada- responden a coro.

- Me tenías muy preocupada, Gin, cuando has salido corriendo…

- Es que no lo soporto…- Me da que va a empezar otra sesión de llorera, así que le tiendo el paquete de clínex.

Hermione me mira agradecida.

- Es que está enamorada de Harry y él no le hace caso.- me cuenta en plan cotilla.

- ¿Y quien es Harry?

- ¡BUAHHHHH!

¿Qué os había dicho yo que hiciérais cuando se me ocurriera hacer preguntas? Pues nada, no, ahora ya no vale, pero teneis que estar más atentas la próxima vez.

Hermione, con cara de circunstancias, me hace una seña y cambia de tema.

-¿Eres nueva? Es que creo que no te he visto antes.

- Sí, este es el primer año que voy a Hogwarts.

- ¿A qué curso irás?

- A Séptimo.

- Entonces igual que yo. Ginny va a Sexto ¿Sabes ya a qué casa quieres ir?

- Las casas es en lo que se divide a los alumnos según sus cualidades, ¿no?

-Sí, Gryffindor, Slytherin, Ravenclaw y Huffelpuff. A Gryffindor van los valientes, a Slytherin los ambiciosos, a Ravenclaw los inteligentes y a Huffelpuff los trabajadores. ¿Tienes alguna casa en especial? Nosotras vamos a Gryffindor.

Ginny asiente. ¿Una casa en especial? Por lo que he podido leer, Slytherin no, no quiero entrar ahí ni borracha, así que quedan Gryffindor, Ravenclaw y Huffelpuff. Como no me considero ni valiente ni muy inteligente, las dos primeras están descartadas. Creo que en Huffelpuff estaré bien, porque trabajadora sí que soy. Aún así, me encojo de hombros.

- No lo sé.

- No como el idiota de Malfoy y sus gorilas, esos van a Slytherin.

Hablamos animadamente, estas niñas son simpáticas. Cuando el tren empieza a aminorar la marcha, me dejan sola para que pueda cambiarme. Me pongo el uniforme y la capa. Parezco un vampiro, jiji.

Poco a poco, el tren se va parando hasta detenerse por completo. Me bajo, dejando mi baúl en el compartimento, tal y como me había dicho Trelawney.

Me encuentro en una pequeña y coqueta estación, llena de flores por todos lados. Hay mucha algarabía y no sé que hacer. De pronto, un hombretón tan ancho como alto se planta delante de mí.

-¿Eres Susana Martínez?- inquiere con un potente, aunque agradable, vozarrón.

¿Puede alguien explicarme por qué todo el mundo parece conocerme? Asiento.

-Yo soy Hagrid, el guardabosques de Hogwarts. Vendrás conmigo y con los de primer año, para la ceremonia de selección.- Asiento. Algo de eso me había contado Trelawney.

-¡¡Hagrid!

Un joven alto, moreno, de ojos verdes y de muy buen ver, se abalanza sobre el hombretón y le abraza, seguido por otro joven, alto, pelirrojo, pecoso y con un sospechoso parecido a Ginny, que se encuentra a su espalda y mira al moreno con auténtica adoración.

-¡Harry, me alegro de verte!

Ummm, creo que ya se quien es Harry, pienso con una traviesa sonrisa.

El hombre saluda también a Ginny, Hermione y al pelirrojo, y se vuelve a llamar a los de primer año.

Las chicas se acercan y me dan ánimos, bajo la sorprendida mirada de los dos chicos, pero cuando éstos se deciden a hablar, Hagrid vuelve y no les queda más remedio que despedirse.

El hombre nos lleva por un estrecho sendero rodeado de tupidos árboles que impiden ver lo que hay al otro lado. Al torcer uno de los recodos, el sendero termina súbitamente en la orilla de un gran lago negro, por lo que alguno de los alumnos que van echando carreras, frenan en seco antes de caer al agua. ¡Lastima!

Los enanos no pueden evitar exclamaciones de asombro. Al otro lado del lago, en la punta de una alta montaña se yergue imponente y majestuoso el castillo de Hogwarts, iluminadas sus cientos de ventanas brillando bajo el cielo estrellado. Incluso yo abro la boca en una mueca de asombro. ¡Es impresionante!

- ¡Todos a los botes! ¡No más de cuatro por bote!- grita Hagrid señalando a una flotilla de botecitos alineados en la orilla, al borde del agua.

Cuando llegamos a la otra orilla, Hagrid nos conduce por unas escaleras de piedra desde el embarcadero, que van a dar a las escaleras de la entrada principal del castillo. En lo alto, una bruja mayor, con aspecto serio y estricto nos espera. Debe de ser la profesora de Transformaciones, esa de la que Trelawney sólo echa pestes.

Nos mira, severa, aunque cuando repara en mí su expresión se dulcifica un poco. Nos pide que la sigamos en fila de a dos, para entrar en el Gran Comedor, donde empezará la Ceremonia de Selección.

El castillo es enorme, y el vestíbulo es inmenso. Las paredes de piedra están iluminadas con resplandecientes antorchas, el techo es altísimo y ante nosotros se abre una enorme y espectacular escalera de mármol blanco, que sube a los pisos superiores.

Hay cuatro puertas y una arcada de piedra, que permite bajar por unas oscuras escaleras. De la mayor de las puertas sale una enorme algarabía, aunque McGonagall nos conduce por la más pequeña de todas, hasta una estrecha habitación donde nos apretujamos como sardinas en lata, y que está completamente vacía. Sólo hay otra puerta, en la pared de enfrente a aquélla por la que hemos entrado.

- Bienvenidos a Hogwarts.- comienza McGonagall cuando consigue acallar los murmullos de los enanos.- El banquete de comienzo de año dará comienzo en unos momentos, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La selección es una ceremonia muy importante, porque…- Vale, vale, todo eso ya me lo ha contado Trelawney. Miro a mi alrededor, sólo hay caritas asustadas, algunos incluso con rastros de lágrimas y churretones en la cara. Pobrecitos, que penita me dan…

- Susana.- La voz de la profesora me saca de mi ensimismamiento.- Tú serás la última de la fila.

¿Fila? ¿Qué fila? Ahora me doy cuenta de que los enanos están formando una fila de a dos. Vale, ya lo he pillado. Oye, espera un momento… ¿Y por qué tengo yo que ser la última?

Comenzamos a entrar por la puerta, que da acceso al Gran Comedor, y noto como me empiezan a temblar las piernas y siento una opresión en el estómago...¿Pasará algo si me doy media vuelta y salgo corriendo? Es que me acabo de dar cuenta de que…

McGonagall, que parece adivinar mis intenciones, se coloca detrás de mi, cortando en seco toda posibilidad de escapar. Respiro hondo.

- Eso, Susi, respira, tranquila, sólo tienes que probarte un sombrero, nada más….- Me digo a mí misma sin demasiada convicción.

Aún así, las ganas de salir corriendo aumentan por momentos, al igual que los murmullos de la gente sentada en las mesas en el Gran Comedor desde que he entrado, supongo que se preguntarán que narices hace una chica mayor entrando a la ceremonia de Selección tras unos enanos a los que les saca medio cuerpo de altura. ¡Eso mismo me pregunto yo!

Nerviosa, localizo otra puerta al otro extremo del Gran Comedor, que sería mi salvación si no fuese porque está justo detrás de la mesa de profesores. En ella veo a Trelawney, que se ha cambiado de ropa, Hagrid, un profesor muy bajito, más profesores, un sitio vacío, y a Dumbledore, que me sonríe. Ya no siento ganas de escapar. No, no es que la sonrisa del director tenga un efecto calmante. Es que ahora siento ganas de retorcerle el pescuezo por meterme en este lío.

Hermione y Ginny me saludan desde una de las mesas, al igual que el tal Harry y el pelirrojo, mientras el sombrero canta una extraña canción sobre la amistad, el colegio y sus cuatro casas. ¿Cómo puede cantar un sombrero? Será que tiene un altavoz o algo por el estilo.

Cuando el sombrero termina, McGonagall desenrolla un pergamino y la ceremonia de selección comienza. Va seleccionando a los enanos y por fin…

-Martínez, Susana.

Me acerco al taburete y me siento. El Gran Comedor se ha quedado en completo silencio. La profesora me pone el sombrero en la cabeza y este se cuela hasta mis ojos, cegándome. De pronto oigo una vocecita en mi oido:

- Mmm, hace tiempo que te esperaba.

-¿Quién eres tú?

-El Sombrero Seleccionador.

-Venga ya, ¿desde cuando un sombrero puede hablar?- Pregunto con un más que evidente sarcasmo en la voz.

- Venga ya, ¿desde cuando una científica cree en y hace magia?- Responde la vocecita con el mismo tono de sarcasmo.

Ahí le ha dado. Cambiemos de tema.

-¿Por qué me esperabas?

- Tu bisabuelo me dijo que vendrías.

-¿Le conocías?

-¡Por supuesto que le conozco!

- ¿Cómo que le conoces?- ¿Soy yo o el sombrero acaba de hablar en presente?

El sombrero no responde, y tras un lapso, vuelve a hablar con un ligero temblor en la voz. ¿Nervioso?

-Bien, a ver dónde te coloco…-Ha pasado completamente de mi pregunta, pero esto no se va a quedar así.

- No me has contestado.

-Eres muy trabajadora y constante…

- No me has contestado.

- Rápida de mente y de reflejos…

-Sigues sin contestarme.

-Valiente y decidida…

-Contesta.

-Leal y astuta…

-¡Cooooonteeeeestaaaaaa!- Canturreo.

-…estarías bién en cualquiera de las cuatro casas…

- Contesta, contesta, contesta.

-¡Y tozuda como una mula!- apunta exasperado, estremeciéndose visiblemente.

- Bueno, ¿me lo vas a contar?

-No puedo.

-¿Cómo que no? No puedes dejarme así.¿Está… vivo?

- Debes descubrir la verdad por ti misma.

- ¿Qué verdad?

-Y para ello lo mejor es que seas… ¡Gryffindor!- Grita en voz alta.

Noto como me quitan el sombrero. Es McGonagall, que me indica que me vaya a sentar a una de las mesas, justo aquélla en la que Ginny y Hermione aplauden ruidosamente junto a sus compañeros. Dumbledore marca el comienzo del banquete y las mesas se llenan por sí solas de exquisitos manjares. No sé como lo ha hecho, pero paso de romperme la cabeza. Me siento junto a las chicas, pero no puedo dejar de mirar torvamente al sombrero mientras recibo los saludos y las felicitaciones del resto de mis nuevos compis.

- Mira, Susana, estos son Ronald Weasley, el hermano de Gin, y Harry Potter.- comenta Hermione presentándome a sus amigos.

Se quedan expectantes, como esperando alguna reacción extraña por mi parte, pero no sé que por qué. Vuelvo a mirar al sombrero

-¿Qué te ha pasado con el sombrero? Has estado un buen rato con él.- pregunta Ginny.

-…

-Susana…

-…

-¡Susana!

Me sobresalto y me vuelvo.

-¿Qué?

-Deja de mirar así al sombrero, que lo vas a desgastar.- Sonríe Harry.

La verdad es que ahora entiendo que Ginny ande detrás de este chico, tiene una sonrisa muy bonita, unos ojos esmeralda preciosos… y una extraña cicatriz en la frente, en forma de rayo, que tapa con el flequillo. ¡Qué raro! Algún accidente o alguna caída seguramente.

-¿Qué?

-¿Te pasa algo?- inquiere Ron.

- Es que voy a matar a ese sombrero.

-¿No quieres estar en Gryffindor?-pregunta Ron.

- No es eso.

- Bueno, contando con que el sombrero no es un ser vivo, si no un objeto inanimado hechizado, no creo que puedas hacerlo.- Esta chica parecía maja, pero creo que Hermione es un pelín pedante y repelente.

-Pero sí puedo torturarle.- comento con una sádica sonrisa.

-¿Y cómo?- me preguntan Ron y Harry a la vez.

- Bueno, un láser tiene muchas aplicaciones…- Los tres me miran con cara de susto.- Pero no me hagáis mucho caso…

Ellos asienten.

- Bueno, cuéntanos, ¿cómo es que este año estás en Hogwarts? –pregunta Ron.

- Es una larga historia.

- ¿Dónde estudiabas antes?-sigue cotilleando Ginny.

- En la universidad.- Me miran sin creérselo.- Es verdad.

- Pero, ¿qué edad tienes?…

- Veintiuno.- Miradas asombradas.

- ¿Y a qué curso irás?

- A séptimo.

- ¡Como nosotros! Pero…- dice Harry.

- Veréis, hasta principios de este verano, yo no sabía que podía hacer magia, ni que era descendiente de magos, ni nada de eso. Mis padres son muggles, y mis abuelos, pero mi bisabuelo por parte de madre por lo visto sí era mago, uno de los mejores y más grandes, por lo visto. Bueno, a lo que iba, yo estudiaba en la universidad, y el curso pasado acabé la carrera.

- ¿Qué carrera?- inquiere Hermione.

- Ciencias Físicas.

- Guau, eso es la caña, ¡¡por fin voy a poder hablar con alguien de temas muggles!- dice contenta.

-¿Tú tambien eres muggle?

- Sí, toda mi familia es muggle. Pero, oye, si tu bisabuelo era mago, ¿cómo es que tú no sabías nada de la magia?

- Por lo visto hubo una guerra en el mundo mágico, según me contó Dumbledore, y mi bisabuelo, que fue uno de los magos que más luchó contra el tal Voldemort…- caras de susto y miradas asesinas hacia la menda.- ¿Qué ocurre?

- Has dicho el nombre de quien-tú-sabes.- musita Ron con expresión horrorizada.

-¿Y?

- No pasa nada, es que todo el mundo tiene miedo de decir el nombre de Voldemort..- me tranquiliza Harry. Ahora las miradas asesinas se dirigen hacia el chico.- ¿Qué? Es cierto.

- Lo siento, es que no sé de la historia más que lo que me contó Dumbledore.

-¿Qué te dijo?- Por alguna razón, Harry parece sumamente interesado en saber qué es lo que yo sé.

- Bueno, sólo me dijo que hubo una guerra en el mundo mágico, magos contra mortífagos, había un mago muy malo que se llamaba Voldemort,- ni caso a las miradas asesinas que me lanzan – al que sólo le gustaban los sangre pura, como una especie de Hitler.- Harry asiente.- Y pues eso, que mi bisabuelo era un mago muy poderoso, de los pocos que se podían enfrentar a él, que Voldemort juró que le mataría, a él y a todos sus descendientes, por lo que hizo un hechizo por el cual la magia saltaría tres generaciones para protegernos, haciéndo que olvidáramos todo lo relativo a la magia.

Luego me contó que esa birria de malo malísimo cayó derrotado ante un bebé de tan sólo un añito finalizando la guerra – Harry se sonroja ¿?.

- ¿No… te contó cómo se llamaba ese niño?- inquiere.

Niego con la cabeza.

-No, ¿por qué?

- Guau, me encantaría conocer a tu bisabuelo- asegura Ron intentando cambiar de tema.

Pero antes de que pueda responder, Dumbledore da por finalizada la cena y nos manda a los dormitorios. Nos levantamos y los chicos me guían por el castillo, las escaleras, los pasadizos, y todo lo que veo me asombra. La gente de los retratos ¡se mueve, al igual que las armaduras, Ginny me comenta que las escaleras cambian de dirección y de posición, que hay hasta fantasmas… ¡¡Es genial!

Nos internamos por un pasillo cerrado, al final del cual cuelga el retrato de una mujer muy gorda, con un vestido rosa chicle. Es la completa antítesis de Trelawney.

- ¿Santo y seña?- pregunta.

- Valentía.- responde Hermione, muy en su papel de prefecta.

El retrato se balancea hacia delante dejando ver un agujero redondo en la pared. Pasamos y, tras desearles buenas noches a los chicos, Hermione y Ginny me guían escaleras arriba hasta las habitaciones de las chicas de séptimo. Ginny se despide y nosotras entramos. Estamos en una habitación circular y Hermione se apresura a explicarme que la sala común y las habitaciones de Gryffindor se encuentran emplazadas en una de las torres del castillo.

Hay cuatro camas y a los pies de una de ellas se encuentra mi baúl. En eso entran otras dos chicas y Hermione me las presenta: Parvati Patil y Lavender Brown, mis compañeras de habitación junto con Hermione, que no dejan de hacer aspavientos y soltar grititos a medida que les cuento mi historia. La verdad es que son un poco cursis.

Va a ser un año divertido.

¡¡¡HOLA! Bueno, para que me perdonéis, dos capítulos seguidos. No tenía intención de subirlo, pero terminé de escribirlo, así que…

Es cierto que os dije que Snape saldría en este capítulo, pero lo rehíce y saldrá en el siguiente, no os preocupéis.

Así que ya sabéis, dudas, reclamaciones, howlers, tomatazos, sugerencias (que serán bien recibidas, por que a veces me quedo sin ideas), lo que queráis, a los reviews.

Besitos,

LunaKittyLovegood.

Miembro de la Orden Siriusiana

Miembro de la Orden Severusiana