¡HOLA A TODOS! Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. Les ruego que se den una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.
Un especial agradecimiento a Ekléctica, quien se dio el enorme trabajo de corregir el fic.
Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, y en este caso se recomienda mucho, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D
Una velita para que el Concilio actualice los spin offs…
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!
ADVERTENCIA.
Principio 5 para ver y entender Manga: Mientras menos te preocupes del sexo, más oportunidades tendrás.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
"VII. Extremus Australis"
("Extremo Sur")
Capítulo 1: Santuario Bajo Ataque
Casa de Géminis.
Día Siguiente.
Calor. Ese día sería caluroso, lo mismo se auguraba de la primavera que prácticamente ya se había instalado en Atenas. Pero Saga sentía frío. El mayor de lo gemelos salió del baño y se dirigió a su habitación, pálido y ojeroso, bien abrigado en su bata y temblando de frío. Estaba desanimado y lo único que quería era descansar: se sentía muy enfermo. No ayudó a su situación el hecho de que había cambiado las sábanas de su cama, se había duchado y puesto algo de orden en su cuarto… cosa por la cuál había discutido con Kanon. Tales acciones habían confabulado para que se sintiera peor. Ahora sólo quería echarse a dormir 3 siglos, sin que nadie lo molestara. El que Isabella no pudiera cuidarle ese día por motivos de fuerza mayor (dicho de otro modo, su trabajo), jugaba a su favor.
Estaba por entrar a su cuarto cuando algo llamó su atención a su derecha. Saga levantó ambas cejas e inhaló aire al fijarse que la armadura de Géminis estaba no lejos de su puerta y tenía un aspecto… desolado. Era como si la armadura estuviera llorando penas en aquél rincón, aunque claro, esto no era más que una impresión. El santo suspiró.
"¿Te dejaron atrás otra vez?" Le preguntó mientras miraba fijo a la armadura. Por supuesto no obtuvo respuesta, pero no tal cosa no era necesaria. Saga se masajeó casualmente el cuello. "No te pongas así, sabes que no es nada personal… Debe hacer calor, por eso te dejó aquí, es todo." Explicó Saga casual, pero pensativo. "¿Porqué entonces tengo frío?" Se lamentó exhalando con tristeza. Una gran gota orbitó la Armadura de Géminis.
Dejando a la armadura atrás, Saga entró a su cuarto y se dejó caer en su cama, refunfuñando el regaño que le daría a Kanon cuando lo viera de nuevo. Ambos compartían la armadura, que los aceptaba por igual y sin distinciones, tomando turnos para usarla. Teóricamente, y debido a su resfrío, Kanon debería estarla usando, con mayor razón debido a su turno de Santuario, pero no: el que la armadura de Géminis estuviera tan tranquila en el pasillo era prueba evidente que su hermano no la estaba usando. Gruñó de nuevo. Cuando hacía calor, Kanon no se ponía la armadura ni de chiste, aunque eso implicase contravenir una orden.
Bah. Mejor dejaba de hacerse mala sangre en vano. Le dolía la cabeza y se sentía demasiado mal y miserable como para pensar en normas de conducta. Saga se refugió bajo sus cobijas acurrucándose en un improvisado y cómodo nido de hombre resfriado. Segundos más tarde le dio un fuerte acceso de tos, de esos que amenazan con destrozar la tráquea, que duró varios segundos antes de que se calmase. Saga carraspeó y tras quejarse lastimosamente unos segundos se quedó en silencio.
"… me siento malito…" Gimió, aprovechando que nadie, más que la armadura, podía escucharlo.
…
Kanon. ¡Athena!
Saga se incorporó de golpe. Olvidó de pronto su malestar, dado que este había sido eclipsado por una urgente sensación de peligro. Congestionado como estaba, se las ingenió para concentrar su cosmo: tenía un muy mal presentimiento… uno que involucraba a su gemelo y a la diosa…
…
Camino al Coliseo.
Tzzz…
Calma. Hacía mucho calor ese día, y las pocas sombras que se proyectaban por el seco suelo del Santuario estaban siendo aprovechadas o por soldados o por aprendices. Nada nuevo bajo el sol y nada amenazaba la espesa tranquilidad de los recintos sagrados de la diosa Athena… o al menos esa era la impresión. Un par de ojos amarillos se asomaron bajo una roca y observó sus alrededores con la paciencia de un depredador y se fijó en el Coliseo, el cuál sin estar cerca, tampoco estaba muy lejos de su posición. ¡Este tenía que ser el lugar! Tenía soldados, guerreros… no podía haberse equivocado.
Hundió su cabeza en la tierra con una extraña facilidad. Su cuerpo largo y reptilesco así se lo permitía, como también la naturaleza de su esencia, que se fundió en el suelo casi con pereza. Silencio, sinuosidad de formas, avanzó describiendo curvas húmedas a medida que se movía, justo por debajo de la superficie de la tierra. La única evidencia que dejaba tras su paso eran húmedos manchones en el suelo, pero estos se secaban con más rapidez de la necesaria, antes que alguien se percatase de su presencia…
¡Tenía que estar cerca! Podía sentirlo: había energía divina no lejos de allí, y esa misma energía era la que le llamaba…
Tzzzz…
Su lengua bífida se escapó de entre su boca por unos segundos, antes de esconderse nuevamente. Se detuvo… la tierra vibraba bajo pasos humanos. Este hecho que bien podría haber pasado inadvertido para cualquier criatura, no escapó a sus agudos sentidos. Se quedó quieta…
"Kanon, ¿por qué no estás usando armadura?" Preguntó Seiya con los brazos detrás de la cabeza. Shura carraspeó y puso atención.
"Porque hace calor, por eso." Respondió Kanon sin darle importancia al asunto.
"Creí que debías estarla usando." Añadió Seiya con un suspiro. "Saga está resfriado, ¿no?"
"Con todo lo que se queja es imposible no darse cuenta que Saga está mal." Bromeó Shura. "Es una lástima."
"El que haga calor no es una excusa para no usar la armadura." Comentó Seiya casual.
"Lo dice quien tiene una armadura con muchas corrientes de aire." Bromeó Kanon. "Lo que me lleva a preguntar… ¿Por qué no estás tú usando tu armadura?"
"Este… La mandé a reparar."
"¿OTRA VEZ?" Preguntaron Kanon y Shura al mismo tiempo. Una gota resbaló por la cabeza de Seiya.
"Es que… se trizó de nuevo… y bueno… yo…"
"Debes tener más cuidado con tu armadura: la vas a dejar lisiada de por vida." Alertó Shura. "Además Mu puede empezar a cobrarte si sigues tan chapucero."
Los tres santos avanzaron en dirección del Coliseo sin percatarse de nada. No pueden culparlos, pues no había nada fuera de lugar. La criatura que estaba bajo sus pies había ocultado tan magistralmente su presencia que tan solo un dios habría sido capaz de detectarla. Entrecerró sus ojos y volvió a sisear. Su cabeza emergió de las profundidades de la tierra lo suficiente como para poder ver a los tres santos que avanzaban tan tranquilos por aquél camino.
"¡TZZZZZZZZZZ!"
Siseó con fuerza antes de ocultarse. Por alguna razón sentía la necesidad de atacarles, y eso sería justamente lo que haría. Seguir sus instintos, hasta ahora, le había dado buenos resultados. Entonces, ¿por qué resistirse? Extrañados, los tres santos se detuvieron, prestando atención.
"¿Oyeron eso?" Preguntó Seiya tranquilo.
"Seeee…" Shura suspiró. "Debió ser algún animalillo. Andando, que la diosa está en el coliseo."
BRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAM, SPLOOOOOOOOOOOSH.
Los tres santos clavaron al suelo los pies y asumieron una instantánea posición de defensa al ver emerger del mismo suelo una gigantesca y amenazadora serpiente. Era enorme: por lo bajo debía medir unos treinta metros de largo y su aspecto constrictor no auguraba nada bueno… Antes de que pudieran pestañear, la criatura se enrolló con rapidez alrededor de ellos y los apretó con fuerza, ejerciendo una presión tremenda.
"Ungh…" Protestó Shura, siendo lo único que pudo hacer.
Ninguno entendía nada, aunque tiempo para pensar no tenían. La presión ejercida por la serpiente les rompió varios huesos en el segundo y no podían respirar. Mucho menos emitir sonido alguno o encender sus cosmos siquiera para pedir ayuda. Los habían atacado a traición y con la guardia más baja que nunca, un error imperdonable, pero error involuntario al fin y al cabo. Shura, en su desesperación, intentó mover los brazos, pero nada… un quejido lúgubremente letal le suplicó que por favor no se moviera. Toda la sangre se le fue a la cabeza y creyó que sus ojos y oídos se reventarían en cualquier momento.
¡SE ESTABAN QUEDANDO SIN AIRE! Uno de sus compañeros, Seiya o Kanon, dejó de moverse y su presencia descendió a un nivel peligrosamente bajo. Los músculos de Shura se tensionaron en un rictus que sólo recordaba haber sentido la vez en que murió en manos de Shiryu. El instinto de supervivencia le instó a que hiciera algo, pero moverse le era imposible. Literal.
Estaba por desmayarse cuando la presión desapareció… Shura cayó de bruces al suelo, abriendo y cerrando la boca como pez fuera del agua, tratando de recuperar aire, compostura, ¡Todo! Los huesos le dolían y los músculos le ardían. Apoyó las manos en el suelo cuando por fin pudo recuperar el control de sus extremidades e intentó ponerse de pie, pero tan solo pudo impulsarse y caer torpemente sobre su espalda. Se quedó allí en el suelo, respirando gruesas bocanadas de aire en su ansiedad por llenar de oxígeno sus pulmones.
Si no hubiera llevado puesta la armadura de Capricornio, la cuál estaba trizada en varias partes, seguro sería hombre muerto. Shura intentó incorporarse, pero un intenso dolor se esparció desde sus costillas al resto del cuerpo y le obligó a permanecer quieto en el suelo. Mientras trataba afanosamente de respirar… recordó algo… ¡Seiya y Kanon no llevaban Armaduras…!
La adrenalina que se bombeó a su sistema le hizo olvidar todo dolor y se incorporó para ver como estaban a sus compañeros y amigos. No estaban lejos de él, pero si en un lamentable estado. Seiya estaba tendido sobre su espalda, cubierto de moretes, inconsciente, vivo apenas y tratando como él, de respirar a toda costa, aunque no estaba consciente de este esfuerzo. Sangraba por sus orejas, nariz y boca. Una de sus manos era presa de una leve convulsión y su pecho apenas se movía. Kanon estaba completamente quieto sobre su costado, dándole la espalda. El brazo que podía verle estaba morado y su presencia iba en declinación… intentó ponerse de pie… ¿Qué pasó y qué les atacó?
Shura apretó los dientes y se obligó a ponerse de pie. Sólo entonces se dio cuenta que su brazo derecho estaba roto. Apretó los dientes mientras se paraba. Todo a su alrededor estaba mojado, el lugar que antes estuviera seco ahora se había convertido en un lodazal. Sintió como un hilillo de sangre le salía de la comisura de los labios. Perdió el equilibrio unos instantes, pero no cayó al suelo.
"¡SHURA!" Saga le sujetó a tiempo, luciendo la armadura, y le obligó a sentarse. El santo de Géminis sonaba gangoso. "¿QUÉ LES PASÓ?"
"Ni idea…" Shura apartó a Saga de sí y se tendió en el suelo. Apretó los ojos y reanudó su afán por respirar. Se quedó allí unos momentos, sin que su compañero le presionara por repuestas. Parecía que Saga estaba concentrado en otros asuntos.
"Kanon. ¡TE PROHIBO QUE DEJES DE RESPIRAR!" Al sentir la enojada orden de Saga, Shura ladeó la cabeza y abrió un solo ojo. "¡Kanon! Reacciona, Maldito Seas." Insistió el mayor de los gemelos, mientras le rasgaba la camisa. Lo que vio no debió gustarle, a juzgar por la mueca que puso.
Saga había puesto a Kanon sobre su espalda e intentaba hacerlo reaccionar. El mayor de los gemelos tenía una mirada extraña, y se veía angustiado como sólo lo había visto una vez. Kanon también sangraba por las orejas, nariz y boca… y tenía una palidez horrible. Shura intentó ponerse de pie…
"Saga… atacó a traición… desapareció de pronto… No pude verle bien…" Balbuceó con gran esfuerzo. El mayor de los gemelos lo miró con los ojos desorbitados y apenas asintió. Miró en dirección del Coliseo… y entrecerró los ojos.
"Manténganse vivos." Ordenó Saga encendiendo su cosmos, tanto para advertir a los demás como para pedir ayuda. "Regreso en un rato." Y sin decir más, se alejó corriendo.
Coliseo.
BROOOOOOOARRAAAAAAAAAAAAAM. GOOOOOOOOOOR.
¡¿Pero QUÉ RAYOS?!
Todos los santos pegaron un salto al sentir la alarma de Saga, pero no tuvieron mucho tiempo de ponderar el porqué de tal reacción del gemelo. Saori estaba en el Coliseo, pasando la mañana con sus santos, se puso pálida de un momento a otro. Una enorme serpiente se elevó ante ellos, emergiendo desde la arena del Coliseo y sin darles más tiempo, les atacó.
"¡CRISTAL WALL!"
Shion y Mu conjuraron sus técnicas en un abrir y cerrar de ojos. La serpiente impactó dolorosamente contra ésta y el rebote produjo una intensa vibración. Todos los dorados presentes, que eran más de los usuales 6, atacaron al unísono y sin perder ni un solo segundo. El grito que iba a pegar la diosa murió en sus labios cuando Alisa la abrazó y la obligó a refugiarse detrás del Patriarca. Shion apretó los puños.
"Alisa, ¿Qué pasa?" Preguntó Saori nerviosa. Alisa negó con la cabeza.
"No lo sé. Pero no te muevas." Ordenó Alisa, mientras le aferraba la mano.
"COLMILLO DE LEÓN."
"Ustedes tres quédense detrás de nosotros." Ordenó Mu, quien no le quitaba los ojos de encima a la criatura. Alisa asintió con la cabeza y con su mano libre, le acarició la espalda a su inquieto bebé, a quien cargaba en su canguro y que amenazaba con explotar en llanto de un momento a otro.
"GRAN CUERNO."
"ROSAS PIRAÑA."
"¿DONDE ESTÁS, MALDITO?" Bramó la enorme serpiente, entre que esquivaba los ataques.
"SEKI SHI KI MEI KAI HA."
"ATAQUE ESCORPIÓN."
La serpiente se deshizo en mil partículas de agua al recibir este ataque conjunto, pero volvió a reconstruirse en menos tiempo del que esperaban, y cargó contra los dorados sin darles tregua, ni a ellos, ni a los demás santos que se hallaban en aquél estadio esa mañana.
"RELÁMPAGO DE VOLTAJE."
"LA CÓLERA DEL DRAGÓN."
SPLOOOOOOOOOOOOOSH, HUUUUUUUUUSSSH.
Lo desesperante de la situación, era que por más que atacaran en conjunto a la criatura, menos daño parecían infringirle. Estallaba en agua con cada golpe, pero se reconstruía al cabo de unos segundos.
"¿DÓNDE ESTÁ, DÓNDE?" Bramó de nuevo la criatura, barriendo con su cola parte importante del coliseo y de santos. Shion miró hacia atrás y apretó los dientes. Dio un paso adelante, mientras se arremangaba las ropas.
"Alisa, por favor, saca a la princesa de aquí." El Patriarca le miró de reojo con gentileza. "Te aseguro que nada le pasará a Milo."
"Pero… Shion, me quiero quedar…" Gimió Saori con ojos temblorosos.
"Vamos Saori."
Alisa, por lo general, no habría obedecido una orden de este estilo, pero en vista de lo peligroso de la situación no se hizo de rogar mucho. Si su bebé no hubiera estado con ella en sus brazos, seguro habría desobedecido, pero no podía darse tal lujo en ese momento. Echó un último vistazo a su marido, que se batía a duelo con la criatura. Ignoró el reproche de su corazón e hizo lo que le pidieron. Tomó con fuerza la mano de Saori y comenzó a sacarla de aquél estadio. Shion miró a Mu.
"Ve con ellas Mu, por favor."
"¡Pero Maestro!"
"Obedece." Insistió Shion muy severo, encendiendo su cosmos. Mu le hizo caso y raudo fue en pos de las chicas que huían entre las gradas.
Afro y Aioria se estrellaron contra unas graderías no lejos, Aldebarán atacó de lleno y evitó que Máscara Mortal y Milo se vieran perjudicados. Shiryu y Shaka atacaron la cabeza de la bestia, sin éxito. Todo cuánto hacían era inútil. Shion conjuró una Extinción de Estrellas, pero antes de liberarla, la criatura le fijó la mirada y siseó con malicia. El Patriarca la encaró con fiera dignidad, asumiendo un porte adusto, al nivel de su estatus.
"¿QUIÉN ERES Y COMO OSAS ATACAR LOS SAGRADOS RECINTOS DE LA…?" Exigió Shion, sacando un vozarrón poco común en él.
"¡SOY CAICAIVILÚ Y TENGO TODO EL DERECHO DE ATACAR EL LUGAR QUE SE ME ANTOJE!" Replicó la serpiente. Entrecerró entonces los ojos y volvió a sisear. "¿Dónde se esconde ese remedo de dios que reina en este Santuario?"
"Aquí no reina ningún dios, sino una diosa." Protestó Shion, apretando los puños.
"¡MIENTES MALDITO!"
Entonces Caicaivilú reanudó su ataque con nuevos bríos, no sin antes atacar a Shion, que repelió el ataque con facilidad y tuvo que unirse a la lucha. Alisa corría entre las graderías del coliseo, arrastrando consigo a Saori, a quién tenía fuertemente sujeta del brazo con una mano, mientras que con la otra abrazaba a Kyrus, que estaba con los ojos llenos de lágrimas, bien sujeto en su canguro. Mu iba justo detrás de ellas, cubriéndoles su escape, mientras Argol y Dio, corrían por delante, para despejarles el camino. Athena intentaba por todos los medios soltarse, pero Alisa no la soltaba.
¡SWIIIIIIIIIIIIIIIIISH, BAAAAAAAAAAAANG, BROOOOOOOM!
Las chicas tuvieron que detenerse de golpe cuando su huída se vio cortada por un enorme trozo de mármol, que de no ser por Mu, habría hecho mucho daño. Alisa abrazó a Saori y a Kyrus mientras se agachaban, y se protegían de los escombros más pequeños, al mismo tiempo que Mu las cubría con su cuerpo del resto de mampostería que les llovía encima. Milo llegó hasta el grupo en menos de un hipo, tomó a Alisa en brazos, mientras que Mu tomaba a Saori y ambos se alejaron lo más rápido posible del área de peligro. Argol y Dio cubrieron la huída.
"¡KYAAAA!" Alisa se tragó el grito. Cruzó una nerviosa mirada con su marido, quien le guiñó un ojo. "Qué cerca estuvo eso…"
"¿Qué RAYOS PASA?" Exigió saber la diosa, hecha una mata de nervios, pataleando para que la soltaran.
"Primero salgamos de aquí." Ordenó Milo mientras obligaba a las chicas a ponerse de pie.
"No se detengan, y sigan por…" Continuó Mu, pero…
"YA BASTA." Vociferó la diosa, plantándose con energía ante la batalla, mientras inflamaba su cosmos. Todos palidecieron al tiempo que una fuerte ventolera arreció contra la diosa, que fue cubierta por su sagrada armadura. Caicaivilú le fijó la mirada. Saori elevó su cosmo energía aún más. "¿POR QUÉ ATACAS MI…?"
"Eres una diosa. ¿DÓNDE ESTÁ POSEIDÓN? ¿POR QUÉ SE REFUGIA DETRÁS DE UNA FALDA?"
"¿POSEIDÓN? ¿De Qué Hablas?"
"¿DÓNDE ESTÁ POSEIDÓN? NECESITO HABLAR CON ÉL."
…
Caicaivilú se quedó en silencio en espera de una respuesta. Una gran vena palpitó en la frente de Palas Athena, quien, aferrando el báculo de Niké, le miró con ojos asesinos.
"ESTO NO ES CABO SUNIÓN. ESTE ES MI SANTUA…"
"¿ME ESTÁS DICIENDO QUE ME EQUIVOQUÉ, NIÑATA? HE VIAJADO DESDE MUY LEJOS PARA…"
"¡A OTRA DIMENSIÓN!"
El ataque de Saga pareció envolver por momentos a la criatura, quien distraída no se había percatado de la llegada del santo de Géminis. Comenzó a ser absorbida por la técnica del geminiano, pero entonces se agitó por completo y en una extrañísima y complicada contorsión, escapó a la técnica de Saga. Se hundió en la tierra y todo el lugar crujió con un tenebroso temblor. Los santos fijaron la mirada al suelo. Saga apretó los puños y los dientes: ignoraba por todos los medios su resfrío para poder concentrarse en la batalla.
"¡Quítate de en medio, estorbo!" Esa voz resonó en su cabeza, causándole un penetrante dolor. Saga, por reflejo, se llevó una mano a la cabeza.
BRAAAAAAAAAAAAAAAAAAARARUUUUUUUUUM.
"A OTRA DIMENSIÓN, MALDITO." Bramó Caicaivilú emergiendo de entre la tierra, mientras abría las fauces y le regresaba el truco a Saga, que apenas tuvo tiempo de defenderse y desapareció en el vórtice.
"¡SAGAAAAA!" Chilló Saori, quien enojada, sacudió su báculo y sin saber como atacó con su cosmos. Caicaivilú no se pudo defender y cayó con estrépito al suelo. Una vez allí, Aldebarán, Aioria, Máscara de la Muerte y Afro se le tiraron encima como si fueran jugadores de rugby.
"¡SUÉLTENME! Necesito hablar con Poseidón." Se sacudió la serpiente bajo ellos, con tanta facilidad que se liberó del agarre de los santos. Sin embargo se quedó quieta cuando Saori le amenazó con su báculo, siendo apoyada por Shion, Shiryu, Mu y Milo. "¿Dónde está Poseidón?" Gruñó Caicaivilú.
"EN SU SANTUARIO, ¿Dónde Más?" Bufó Saori Exasperada.
"¡ESTE ESSU SANTUARIO!" Insistió la terca serpiente. Shion le dio un fuerte coscorrón, al mismo tiempo que Saori le daba con Niké en la cabeza.
"No, Es el Santuario de Athena, So bruto" Explicó el Patriarca, muy enojado.
"¡Mira Lo Que Le Hiciste A MI Coliseo!" Saori estaba frenética. "¡Y A MIS SANTOS!"
Caicaivilú les fijó la mirada por largo y silencioso rato, sin siquiera moverse o sisear. Nadie perdía de vista a esta imponente criatura, salida quizás de qué hueco en la tierra. La serpiente sacó la lengua y siseó… entonces se convirtió en agua y desapareció. Todos observaron atónitos y por algunos segundos no reaccionaron.
"¿QUÉ? NO PUEDO CREERLO." Dijo Máscara alzando la voz y gesticulando con las manos. Este fue el primero en reaccionar. Shion sacudió la cabeza.
"Santos de Athena, rastreen a esa criatura y si sigue en el Santuario, elimínenla a como dé lugar." Ordenó con severidad. Saori estaba en silencio, pero echando humo por las orejas. Los dorados asintieron en silencio y no se tardaron en obedecer la orden del Gran Maestro.
"¡SAGAAAA!" Llamó de pronto Alisa sin éxito, mientras sujetaba el brazo de Milo con un mano, mientras que con la otra rodeaba al bebé. El mayor de los gemelos no estaba a la vista. "¿DÓNDE ESTÁS?"
De súbito, Flopsi, en su forma dragón, aterrizó muy cerca de los dorados. Serra, bien sujeta de las riendas, ni siquiera se bajó de la montura de su querido dragón: se veía agitada y angustiada.
"¡Señores! Kanon, Shura y Seiya están muy malheridos y necesitados de ayuda médica." Dijo a la rápida, en un solo suspiro. "Mi señor Aioros y mi señor Demetriano están con ellos, mas requieren asistencia extra." Anunció, mientras agitaba las riendas.
Todos abrieron los ojos como platos y sintieron un vuelco en el estómago. Saori apretó los dientes.
"¡AH NO! JULIÁN ME ESCUCHA, OH SÍ, SI ME ESCUCHARÁ Y NO LE GUSTARÁ. ¡CLARO QUE ME ESCUCHARÁ!" Gruñó la diosa enfurecida, mientras buscaba su celular.
Continuará.
Por
Misao–CG
Próximo Capítulo: La Isla Grande
"¡Aargh!" Anneke escupió agua tras salir a la superficie y trató de mantenerse a flote. El peso que llevaba era mucho y se estaba cansando. Las voces que parecían venir de la misma armadura entraron en pánico, sin ponerse de acuerdo en lo que debían hacer. Anneke se enojó mucho. "¡USTEDES DOS! Si quieren ayudar ¡ABANDONEN este Cuerpo!" Regañó con ímpetu a la armadura de géminis, quien, algo indecisa, no sabía si abandonar o no el cuerpo de Saga…
PS: Capítulo difícil. No quería ser escrito e hizo todo lo posible por evitar salir a la luz pública. Según mi Musa eso se debe a que es un capítulo tímido y con un serio caso de pánico escénico, así que sean lindos con él y anímenlo a vencer su timidez. Este Fic da comienzo: seguramente si hay chilenos leyendo, se habrán dado cuenta que usaré figuras mitológicas del folklore del sur de mi país. Por este motivo voy a incluir las notas pertinentes para que los demás no anden tan perdidos. Desde ya les digo que este fic y el siguiente están muy estrechamente ligados: de hecho eran fics siameses, a los que tuve que separarles al cabo de 10 horas de sencilla cirugía… sí, todo porque sexy Saga es mi consentido y necesitaba escribir algo basado exclusivamente en él. Ojalá les haya llamado la atención todo este cartapacio, que bien largo que me quedó. ¡GRACIAS POR LEER!
BRÚJULA CULTURAL
Caicaivilú: En la cosmovisión mapuche (pueblo indígena del sur de Chile), Caicaivilú es una de las serpientes que provoca el diluvio universal. Tiene poder sobre las aguas y sus criaturas, y desprecia a los humanos, puesto que estos explotan los recursos de los mares sin control alguno. Su contraparte es Tentenvilú, que tiene poder sobre la tierra y su fauna, que es benéfica para los humanos a quienes ama y protege. Un buen día, harta ya de los humanos, Caicaivilú comenzó a hacer subir el nivel de las aguas: los humanos que eran tocados por las olas, se convertían en piedras, moluscos, animales y aves. Cuando Tentenvilú se dio cuenta, comenzó a hacer subir los cerros, y le pidió a los hombres que huyeran a ellos. Pero mientras más hacia crecer los cerros, Caicaivilú más hacía crecer las aguas. Muchos hicieron caso, muchos no, y no más tan solo una pareja pudo ponerse a salvo. Tentenvilú y Caicaivilú se trenzaron en una pelea de voluntades que derivó en lo puños, y que terminó con el triunfo de Tentenvilú, pero al final de la pelea, las cosas no pudieron ser regresadas a la normalidad y así fue como el sur de mi país quedó convertido en un semillero de islas y fiordos que ahora pueden apreciar en los mapas.
