¡HOLA A TODOS! Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. Les ruego que se den una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.
¡MUCHAS GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA! ¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras!
Un especial agradecimiento a Ekléctica, quien se dio el enorme trabajo de corregir el fic.
Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, y en este caso se recomienda mucho, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D
Una velita para que el Concilio actualice los spin offs…
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!
ADVERTENCIA.
Principio 41 para ver y entender Manga: No hay nada más sexy que tacones altos en un mecha.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 5: En Dos Extremos.
Isla de Chiloé.
Flashback.
Su agitada carrera pareció alargarse al infinito, pese a que estaba apenas a unos metros de distancia de su objetivo. Es que ver a la distancia a tres santos en el suelo, como abatidos por algún rayo, y a uno de ellos, incorporarse con dificultad y tambalear, le afectó más de lo que habría gustado en reconocer… Es que todavía no se daba cuenta que entre los caídos estaba su hermano, pero sus tripas ya lo presentían. Las rodillas de Shura de Capricornio cedieron bajo su peso y el santo se desplomó.
"¡SHURA!" Saga exclamó al tiempo que sujetaba a Shura. El santo de Capricornio dejó caer todo el peso de su cuerpo en sus brazos y el geminiano se vio obligado a ayudarle a sentarse en el suelo. Saga, luchando contra la molesta congestión de su nariz y la ansiedad de la que era víctima, frunció el ceño. "¿QUÉ LES PASÓ?"
"Ni idea…" Dijo Shura con una dificultad que le sobresaltó.
Cuando Shura le hizo a un lado y se tendió en el suelo, sintiéndose como recién salido de la moledora de carne, Saga le dejó tranquilo. El Gemelo Mayor observó a su alrededor, sin poder creer lo que veían sus ojos… estaba sobre un lodazal, que no tenía motivos ni razones lógicas para estar allí. Seiya estaba tendido sobre su espalda, con el rostro contorsionado de dolor y con el rostro lleno de sangre, y no lejos de allí…
"¿Kanon?"
… No fue necesario para Saga verle el rostro. Era imposible no reconocer a su gemelo, aunque no le viera la cara. El santo de Géminis se abalanzó sobre su hermano menor y con sumo cuidado le dio la vuelta para tenderlo sobre su espalda. Sintió un vacío en las tripas ni bien pudo verlo con claridad.
De niños, los gemelos habían sido muy unidos, en el sentido fraternal de la palabra. Sin embargo, a medida que crecieron y que otros factores entraron en juego, esa fraternidad quedó relegada al fondo de sus mentes y comenzó la intensa rivalidad entre ambos, de la cual todos están perfectamente conscientes. Fueron necesarios casi catorce largos años para que volvieran a desempolvar aquella antigua amistad.
Afortunadamente, y aunque ninguno quisiera reconocerlo, se habían vuelto muy compadres, uña y mugre, como siempre debió haber sido, pese a que discutían muy seguido, lo cual es muy normal, dicho sea de paso. No hay par de hermanos en el mundo que se precie de tal que no se pelee al menos una vez por mes.
Producto del resfrío y de la leve fiebre que sentía, sin mencionar la molesta congestión en su nariz, Saga dejó de respirar unos instantes y sus lacrimosos ojos (debido al virus y no a otra cosa, que conste) derramaron algunas lágrimas. Es que Kanon… ¡Kanon estaba horrible: su cosmo estaba peligrosamente errático y bajo, sus brazos estaban rotos y su respiración era patética. Sangre fluía por su boca, nariz y orejas y horribles moretones adornaban su cuello y cubrían su piel. Sintió un extraño vacío y retorcijón de tripas.
"Kanon. ¡TE PROHIBO QUE DEJES DE RESPIRAR!" Con las manos temblorosas, Saga reacomodó a su hermano en el suelo para que pudiese respirar mejor y estuviera más cómodo, al mismo tiempo que comprobaba su vía aérea. Le preocupaba que estuviese respirando tan… lento y débil. "¡Kanon! Reacciona,Maldito Seas." Gruñó al mismo tiempo que le rasgaba la camisa, para ver si tenía más heridas… lo que vio le horrorizó. Saga tenía pensado presionar su pecho para así ayudarle a respirar, pero… se contuvo… ¿Es Que Su Hermano TeníaTODASLas Costillas Rotas?
"…uuuuuuuungh …" Kanon exhaló aire, con un leve y doloroso fuelle del cuál jamás fue consciente.
"Hermanito." Le llamó Saga en tono burlón. "Si te mueres, Isabella te matará…" Nada. No hubo respuesta por parte de Kanon, excepto que su rostro se cubrió por una palidez mortal, que en contraste con la sangre, parecían acentuar la gravedad de su hermanomenor. "¿Kanon?"
…
Fin de Flashback.
"¿… sacaste a este sujeto, Anneke?" Oyó una voz en un idioma diferente… parecido al que hablaba Alsacia. Debía ser castellano.
Saga comenzó a recuperar la conciencia, pero no abrió los ojos. Se mantuvo en ese limbo entre la conciencia y el inconsciente, apenas enterado de lo que sucedía a su alrededor. La cabeza le pulsaba y podía oír el preocupante chirrido que su tráquea hacía con cada respiración. Se sentía horrible y si antes tenía frío, ahora estaba virtualmente congelado, al menos en sensación, ya que le rodeaba un agradable calorcito. Además… ¿Era idea suya o habían dos personas con él? Ese olorcillo… ¿qué era? Parecía ser desinfectante.
Ya habían pasado varias horas desde el rescate del santo dorado. La Pincoya y el Pincoy hacía rato que se habían ido, pero Anneke no estaba sola con Saga. Había llamado a un amigo de su infancia, un médico llamado Enrique. Ayudaba a su papá, que también era doctor, con su consulta, aportando la fuerza de sus casi treinta años. Esto lo hacía gustoso de la vida: adoraba la práctica rural con toda su alma, sentía que había nacido para tal tarea. Anneke no había dudado en llamarlo luego que la Pincoya y su marido se fueran, pues la condición de Saga le preocupaba.
"Lo saqué del mar, ya te lo dije." Respondió Anneke casual. "Vi un destello dorado en el agua y apareció allí. Se estaba ahogando ¿Qué querías que hiciera? No podía dejarlo a merced de las olas."
"No te estoy reclamando nada… excepto por el pijama que le pusiste. ¿No tenías uno menos ridículo?" Anunció Enrique sofocando una carcajada, mientras cubría a Saga con la manta. "¿Alguna idea de quién es?"
"No lo sé. Pero no habla castellano." Respondió Anneke en griego, para luego traducirle la misma frase al castellano. Enrique levantó ambas cejas. Él sabía que su amiga tenía este don tan extraño, desde que era niño lo sabía y no le importaba en lo más mínimo. Pero por muy acostumbrado que estuviera a esta situación, había veces en que no podía dejar de sorprenderse. "Debe tener algo que ver con la armadura que viste en la cocina."
"¡Qué envidia me das! Ahora resulta que aprendes idiomas nuevos." Rió Enrique, mientras guardaba sus cosas. "Que no daría yo por tener esa misma habilidad, Anneke Sturm." Añadió con una sonrisa, que borró en cuanto vio la poco expresiva cara de su amiga.
"¿Cómo está él, Enrique?" Le preguntó Anneke tras echarle una ojeada a Saga. El geminiano, quien seguía en un calmado sopor, sintió una agradable sensación de seguridad ni bien los ojos de la mujer se posaron sobre él.
"Pa'l Gato. Así está. Muy Resfriado." Anunció Enrique sin mucha pompa. "Estaba enfermo de antes, estoy seguro. Haber caído al agua helada no le ayudó. Le va a dar una monumental recaída. Está con 37.8 de fiebre… lo que me sorprende: otro en su lugar estaría mucho peor… aunque se va a poner como basilisco si despierta y ve qué pijama le pusiste. ¿En serio no tenías uno más mejor?"
"No me preguntes por el pijama, por favor, créeme que no tenía otro." Suplicó Anneke divertida. "Sobre este sujeto… no lo sé. Lo presiento muy especial, Enrique. No por nada traía una armadura puesta, digo yo." Anneke suspiró. "¿Qué debo hacer con él?"
"Te lo diré en la cocina, por mientras me sirves un poco de esa sopa que estabas preparando." Sonrió Enrique con amabilidad. Anneke le correspondió. "Andando que me muero del hambre."
Anneke y Enrique salieron de la habitación, no sin antes que la chica arropase más a Saga y que apagase las luces. Cerraron la puerta y se alejaron. El santo de géminis inhaló una buena cantidad de aire y abrió perezosamente los ojos. Se sentía seguro, pese a saberse en un lugar desconocido. Se apoyó en sus codos y se levantó con pesadez.
Confusión extrema. ¿Qué lugar era este? En la oscuridad apenas sí podía distinguir mucho. Prestó atención… el constante golpeteo de gotas contra el techo y las paredes indicaban que estaba lloviendo afuera. También podía oír el ulular del viento. ¿Qué le había pasado? Lo último que recordaba era… era…
Flashback.
"A OTRA DIMENSIÓN, MALDITO." Bramó Caicaivilú emergiendo de entre la tierra, mientras abría las fauces y le regresaba el truco a Saga, que apenas tuvo tiempo de defenderse y desapareció en el vórtice.
"¡SAGAAAAA!"
Fin de Flashback.
Saga suspiró con ansiedad y se recostó en aquella cómoda cama. Entrecerró los ojos mientras recreaba en su mente aquellos sucesos… echó las mantas a un lado y se obligó a sentarse. Tenía que regresar a casa a cualquier precio. Se paró sobre sus pies, pero un intenso dolor de cabeza le impidió dar siquiera un paso. Cayó, afortunadamente, sentado en la cama antes de desplomarse hacia atrás.
Atenas, Hospital.
Horas más tarde.
"No se preocupen, doctores." Pidió Shion diplomático. "La señorita Nauplias puede escuchar."
Isabella miró a Shion con ojos grandes, agradecida de corazón. El Patriarca le dirigió una gentil mirada, antes de volverse hacia los médicos, entre quienes se contaba Selene. Saori estaba allí: momentos antes, cuando por fin se había encontrado frente a frente con la doctora, de ascendencia anglo–nipona, la había acosado a preguntas de toda índole (de TODA índole). La diosa había tenido un soberano alivio al ver una cara conocida, más aún cuando ésta había atendido a sus santos.
Shun y Shiryu también estaban allí, en espera de noticias. Hyoga e Ikki hacía mucho rato que no eran habidos, no estaban en el Santuario al momento del ataque, pero algo les decía que ya venían en camino. Estos dos santos de bronce tuvieron una compleja reacción con choque de sentimientos al ver a Selene, pero en ningún caso fue negativa: se alegraron de verla después de tanto tiempo, atendiendo a sus amigos, pero hubieran querido encontrarse estando las cosas más calmadas.
Shaka, Milo, Aioros, Serra, Camus y Alsacia también esperaban atentos lo que los doctores tenían que decir. El santo de Acuario y su esposa no estaban en el Santuario al momento del ataque. De haber sido así, créanme, Caicaivilú se habría convertido en un helado trozo de hielo eterno. Habían sido enviados a una reunión diplomática a la embajada francesa, y se habían espantado cuando a su regreso se encontraron todo patas arriba. No se habían tardado en llegar al hospital para ver cómo estaban las cosas. Por motivos de fuerza mayor, Alisa había regresado al Santuario, pero de esto no había pasado mucho rato: ella, Serra y luego Alsacia habían estado con una enmudecida Isabella, por mientras esperaban resultados.
El doctor Papadopoulos carraspeó sin necesidad, pues toda la atención del grupo estaba concentrada en el grupo de cinco doctores que habían atendido a los heridos y que él había liderado.
"Señores, De momento las cosas están bien." Anunció cansado, pero confiado. "Los pacientes se encuentran estables dentro de su gravedad, pero las próximas veinticuatro horas son cruciales." Estas palabras del doctor Papadopoulos sonaban obscenamente trilladas. El médico se llevó una mano al mentón. "Como ustedes saben, los tres pacientes llegaron muy graves… tuvimos que intervenir, lo cual debo decir, nos impuso un gran desafío."
"El santo de Capricornio es el único que no corre riesgo vital." Dijo otro médico. "Es quien tenía los huesos más enteros. Pero los otros dos… hay que tener paciencia con ellos."
"Seiya y mi paciente están en la UCI adultos…" Comenzó Selene.
"Se llama Kanon." Afirmó Isabella con tristeza, mirando a Selene a los ojos. "No se olvide." La doctora asintió.
"No lo haré." Le dijo con una sonrisa. "Ambos están muy delicados, sobre todo Kanon: apenas aguantó la operación. Estaba hecho un desastre."
"¿Se va a recuperar?" Preguntó Saori con un gemido, sujetándose de la manga de Shion. Selene no asintió, pero tampoco negó nada.
"Si ha aguantado hasta ahora, no veo porqué no." Respondió el doctor Papadopoulos. "Con ustedes, santos, nunca se sabe."
Mientras los doctores comenzaban a dar un diagnóstico más técnico y detallado sobre el estado de Seiya, Shura y Kanon, Isabella comenzó a sentir los pies muy helados. Su rostro estaba inmóvil y sentía que llevaba el mundo a cuestas. Sin que se diera cuenta, Alsacia la tomó de un brazo y se dejó llevar hasta unos asientos cercanos. Allí la sentaron, sin que ella opusiera resistencia alguna.
"Ya verás que Kanon pronto se pondrá bien." Le dijo Alsacia mientras le daba palmaditas en la espalda. "Estos hombres están hechos para aguantar arrastradas de todo tipo."
"Isabella, veréis que mi señor Kanon saldrá fortalecido de esta, además sé de buena fuente que ha sobrevivido trances peores." Le animó Serra. "Pero él necesita de una razón para quedarse, tenéis que ser fuerte por él, así le daréis fuerza." La extraterrestre sonrió.
Isabella no reaccionó. Su rostro parecía ser una piedra y apenas mostraba signos de que estaba pendiente de lo que ocurría alrededor de ella. Por dentro estaba destrozada y hecha jirones, pero por fuera… una inquietante falta de reacciones comenzaba a preocupar a Alsacia. Si hasta la habían pinchado con un alfiler, pero apenas lo había notado. Isabella de pronto inhaló una buena bocanada de aire.
"¿Dónde está Saga?"
Esto tomó por sorpresa a Alsacia y Serra, que intercambiaron una nerviosa mirada. Saga seguía perdido, y ambas sabían que Mu y los dos alumnos de Shaka le estaban buscando infructuosamente. El Gemelo Mayor había desaparecido luego que Caicaivilú le regresara su técnica y desde entonces nada se sabía de él. Serra abrió la boca para explicarle esto… pero no alcanzó a hacer nada. Selene se había acercado hasta ellas y se arrodilló junto a la chica, tomándole las manos.
"¿Te llamas Isabella, verdad?" Preguntó con voz baja. La aludida asintió. "¿Quieres entrar a ver a Kanon?" Le preguntó Selene, sacando una inmediata reacción de la policía.
"¿Puedo?" Preguntó Isabella, poniéndose de pie, seguida de la doctora. Selene asintió con la cabeza y le guiñó un ojo.
"Sígueme."
Sin perder más tiempo, Isabella siguió a Selene al interior de la UCI adultos. Atrás, Alsacia y Serra suspiraron: al menos eso les comprobaba que Isa no estaba tan ida después de todo. La policía apenas se dio cuenta cuando traspasaron la puerta y caminaron en tenso silencio por lo que pareció ser una eternidad. Por fin llegaron hasta donde estaba Kanon. Antes de entrar a su habitación, Selene encaró a Isabella.
"Aquí está Kanon. Acaba de llegar de la sala de recuperación. Lo que vas a ver puede ser impactante. Está lleno de vendajes, sondas y cables. Tiene un tubo en la boca que le ayuda a respirar. Está morado entero, y no solo por la cirugía." Entonces Selene abrió la puerta.
Aunque el impacto de ver a un ser querido bajo una maraña de cables, que más que ayudar parecían estar retrasando la curación, no tiene comparación y podía desarmar a cualquiera, Isabella pasó por alto esto y no se tardó ni dos segundos en llegar junto a la cama de Kanon. Éste estaba tendido en aquella cama de hospital y más que un ser humano parecía ser un muñeco de plástico. Sintió una fuerte acidez en el estómago y apenas pudo reprimir un gemido lastimero. Por fin las primeras lágrimas brotaron de sus ojos, tras haberlas aguantado por horas. Isabella observó la mano de Kanon y quiso tomarla… sin embargo vaciló. Selene se le acercó y le puso la mano sobre su hombro.
"Puedes hacerlo. Le hará bien… También puedes hablarle. No lo parece, pero escucha y le hará muy bien oír tu voz." Le dijo antes de soltarla. "Te dejaré sola. Cualquier problema, le dices a la enfermera."
Isabella asintió mientras sujetaba la mano de su santo con ternura, pero con miedo de romperla. Selene salió en silencio del cuarto y le avisó a la enfermera que estuviera atenta. Con paso lento, la doctora se alejó en dirección a la puerta, la cual estaban franqueando Shion y Saori. Suspiró.
"Y Apenas es el comienzo."
Isla Grande de Chiloé.
Casa de Anneke.
Saga volvió a abrir los ojos, sintiendo como si tuviera la cabeza llena de algodón. Se extrañó: nuevamente estaba arropado en la cama, como si nunca hubiera intentado ponerse de pie. Esta vez, no había nadie con él. Se levantó con dificultad, apoyándose en sus codos. Esperó unos segundos a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad. Podía oír al viento que arreciaba con fuerza contra la casa. La puerta de la habitación estaba semiabierta.
El santo de géminis volvió a tenderse en la cama y observó el techo. Suspiró profundo e intentó concentrar su cosmo, a ver si con eso podía contactar al Santuario. Cerró los ojos con fuerza…
"¡Hmpf!" Bufó de disgusto.
Apenas si podía encender su cosmo siquiera un poco. En ese estado, mejor ni intentaba elevarlo, ya que le sería imposible. Sin embargo decidió intentarlo, aunque sin éxito, rindiéndose al cabo de unos quince minutos. Maldijo su resfrío entre dientes: si estuviera sano, no tendría problemas en…
"Saga…" Oyó una voz a lo lejos. Abrió los ojos y puso atención. "Nada puede ayudarte…" ¡Era la voz otra vez! Saga apretó los dientes y volvió a apoyarse en sus codos. "No te resistas, es inútil que te opongas… tarde o temprano podré…"
"¿Podrás Qué? Tú no harás nada." Gruñó Saga enojado. "¡Lárgate! Fui… poseído por un dios… y pude vencerlo. ¿Crees que me asustas o que podrás…?"
"¿Cómo piensas defenderte si estás tan débil? Jejeje… es cuestión de tiempo… es cuestión de tiempo antes que te rindas… "
Algo pareció golpearle justo en el medio de los ojos, dándole la sensación que le taladraba la cabeza. Saga no se pudo defender de inmediato, pero de todos modos trató de resistir todo lo que podía. El dolor era muy intenso y se le esparcía por todo el cuerpo, como si fuera una helada y eléctrica sensación, a través de sus sobre estimulados nervios.
"Argh… no… ¡Déjame en paz!"
"No Des Pelea." Vociferó la voz muy molesta. Saga, pese a ser un blanco fácil, le estaba poniendo las cosas difíciles.
El geminiano encendió y apagó su cosmo. Se encogió sobre sí mismo en una convulsiva posición fetal, que le trajo el amargo recuerdo de sus batallas con Ares. Abrió y cerró los ojos, cuyas pupilas se veían muy pequeñas y comenzaban a verse rojas. La punta de sus cabellos osciló entre el gris y el azul. Saga apretó los dientes. Una amarga y nauseabunda sensación inundó su esófago y la congestión no le dejaba respirar. Maldito sea su resfriado. ¡No lo iba a permitir! No permitiría que… ¡NO PODÍA!
"Resistirse es inútil…"
La puerta del cuarto se abrió de golpe y una cegadora luz blanca inundó la habitación por completo.
"¡Largo De Aquí!"
…
Entonces se produjo silencio.
Continuará.
Por
Misao–CG
Próximo Capítulo: Despertar Con Un Pijama Ajeno
… no estaba al pendiente de las ideas y venidas de Anneke, quien, acostumbrada a que todos la ignorasen, dejó que el santo comiese tranquilo. Lo que ocupaba la mente de Saga en esos momentos, era aquél sabor tan delicioso que inundaba su boca y estómago, emborrachando sus sentidos. ¡Que Sopa Más Buena!
PS: Anneke tiene una suerte que ya me la quisiera, aunque no querría estar en los zapatos de Isa. Pero tranquilos, ¿Cuándo he hecho sufrir a un santo…? Err… Mejor no respondan. ¡GRACIAS POR LEER!
Brújula Cultural.
Basilisco: ¿Es idea mía o muchas culturas tienen una idea de lo que debería ser un basilisco? En fin. El basilisco del cuál hablo, y que describe la mitología chilota, es una serpiente con cabeza de gallo, que nace de un huevo azul o gris, que pone o una gallina vieja o un gallo de color rojo, llamado Llo–Lloy. Mata con su mera presencia, y si alguien le ve la punta de la cola, quedará paralizado de por vida. Al nacer tiene la forma de un gusano que corre como lagartija. Es tremendamente perjudicial para las personas: vive en gallineros (donde se come las gallinas) o debajo de las casas. De cualquier forma, comienza matando a los animales de la casa, antes de comenzar a matar a los humanos, a quienes les absorbe el aire mientras duermen. No abandona una casa hasta que mata a todos sus habitantes. Para matarlos, se necesitan las artes de un Brujo, quien tras el pago de una módica suma, matará al gallo o gallina que pone los huevos Llo–Lloy y aplicará sus técnicas.
Pa'l Gato: Es una expresión de mi Chile bonito. Se aplica a cuando el estado de salud, propio o ajeno, está tan mal, que ya no se puede estar peor. Se aplica mucho a los resfríos fuertes u otros malestares, físicos o del ánimo, que sin ser letales o permanentes, inutilizan.
