A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Estén atentos a los cambios de locación; cualquier frase que aparezca de este modo ":frase:" indica una acción realizada durante los diálogos. Mucho muy importante, esto es post–Hades y es una continuación de mi extrañísima línea temporal, así que hagan los cálculos que correspondan. Misao es mala con las matemáticas.
¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras!
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. El personaje de Selene Ishikawa pertenece a Fanny Shadow. Los demás personajes originales que no reconozcan, adivinen quién fue la mente maestra detrás de ellos.
ADVERTENCIA.
Principio 45 para ver y entender Manga: Doble suicidio es romántico.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 6:
Despertar Con Un Pijama Ajeno.
Isla de Chiloé. Casa de Anneke.
Día siguiente.
No conocía ese techo. Parpadeó curioso mientras observaba el cielo de aquél cuarto. ¿Dónde estaba y como había llegado allí? Saga respiró profundo. Al menos estaba cómodo y abrigado. Se sentó en la cama y observó sus alrededores. El cuarto no era muy grande: había un ropero antiguo y un pequeño escritorio junto a una ventana. La puerta estaba abierta, aunque no por completo. Las cortinas estaban cerradas, sin embargo pudo darse cuenta que era de día, y por las pintas más de mediodía. Afuera, llovía profusamente, pues podía oír el relajante golpeteo de las gotas contra el techo y las ventanas. No lograba, sin embargo, explicarse el que estuviera lloviendo: según él, el invierno había acabado y la última lluvia fría había ocurrido hacía poco más de un mes. Estaba confundido.
Se incorporó un poco, apoyándose en sus codos y prestó atención, con todos sus sentidos. Intentó usar su cosmo para rastrear su entorno, pero apenas pudo encenderlo lo suficiente como para saber que había una persona más en ese lugar, sin poder precisar si era o no un enemigo, antes de apagarlo. Frunció el ceño y respiró varias veces en forma profunda antes de volver a encender su cosmo, esta vez para concentrarse y tratar de elevarlo, pero se le hacía muy dificultoso. Llegaba a un punto en que se sofocaba de manera muy desagradable. Saga sabía que eso no era debido solo al resfriado: parecía haber una suerte de interferencia alrededor de la casa.
Muy cansado y dolorido, se detuvo, tomando sutiles bocanadas de aire. Se fijó en la cama y en los diseños del edredón antes de volver a fijarse en el techo. Las imágenes de su hermano herido y de la serpiente que había atacado al Santuario se repitieron con una molesta nitidez en su cabeza. Se preocupó… ¿Todo estaría bien? Sacudió su cabeza y se mordió el labio inferior. Si no podía elevar su cosmo, no podría contactar el Santuario, a menos que se consiguiera un teléfono o que le estuvieran buscando desde allá.
"Kanon…" Susurró Saga de pronto, mientras se dejaba caer en la cama. Le disgustaba tener que estar preocupado por su hermano.
Si no podía contactarse por cosmo, quizás podría hacerlo mediante la conexión psíquica que mantenía con su gemelo. Y aunque no pudiera dar noticias sobre su paradero o saber qué había pasado en el Santuario, al menos sí tendría novedades de su hermano. Cerró los ojos y buscó en su mente aquella conexión hasta que por fin la encontró y "activó".
"Kanon… responde…" Murmuró con el ceño fruncido. Nada. Se oía mucha interferencia. El santo dorado se concentró aún más… hasta que pudo visualizarlo. Pero era como si su gemelo no quisiera contactar con él, o esa fue la sensación que le dio. "¡Vamos! Sé que estás ahí¡Kanon!"
Un intenso dolor lo paralizó de súbito. Éste se esparció por su torso hacia el resto de su cuerpo. Los dedos se le adormecieron de pronto y tuvo serias dificultades para respirar. Sintió un objeto extraño en su garganta y agujas enterradas en su piel. Además, sentía como si tuviera estacas de madera clavadas en los pulmones.
"¿Ka-non?" Balbuceó apenas, algo temeroso.
La conexión con su gemelo se rompió de pronto. Saga abrió los ojos de golpe, más angustiado que nunca. Sabía que había sido Kanon quien había roto el enlace, no le cabía duda al respecto, y aunque no habían intercambiado palabra alguna, sabía que ese dolor que había sentido era el de su hermano. Nuevamente el geminiano se quedó con la vista fija en el techo…
… Hasta que una presencia ligera llamó su atención a su derecha. Saga volvió la cabeza y se apoyó en sus codos. La armadura de géminis estaba allí, tan estática como siempre, irradiando misterio y preocupación. Parecía que le miraba con atención, como preocupada por su salud, y ansiosa por noticias. El santo esbozó una sonrisa cómplice.
"Hey, algo conocido… ¿Estás preocupada? Estoy bien, no te preocupes." Le aseguró Saga melancólico. Algo en la presencia de la armadura pareció cambiar. Saga identificó esto como una pregunta. "¿Quieres saber de Kanon?… ya le conoces. Por su bien, espero que se… recupere." Añadió sintiendo un extraño vacío en las tripas. La armadura de géminis no tuvo reacción alguna, más que quedarse como piedra.
En ese momento, un peso saltó a la cama que ocupaba y Saga apenas pudo reaccionar antes que un perro enorme se le abalanzara encima, olfateándolo y lamiéndole la cara, desordenando de paso las cobijas.
"ARGH. PERRO. ¿QUÉ significa ESTO?" Gruñó Saga agitado y no muy complacido.
Bruno bufó sonoramente y procedió a empujar a Saga fuera de la cama con terca y perruna insistencia. El santo de Géminis agitó los brazos y no tuvo más remedio que rodar fuera de la cama, perplejo ante tan insolente intromisión de su espacio personal. Una vez en el suelo, Saga se puso de pie y de un salto se situó junto a su armadura (que tenía una gota orbitándole en la cabeza). El perro escarbó las mantas y tras unos alocados y desordenados minutos, hizo una suerte de nido en las cobijas y se echó allí tan tranquilo, tras dar unas 6 o 7 vueltas sobre su eje. Saga le miró perplejo.
"¿Tú Quien Eres?" Preguntó sin saber si sentirse molesto o qué. Bruno jadeó y tras lamerse la nariz, apoyó su cabeza entre sus patas. Una enorme gota resbaló por la cabeza de Saga. "¡Oye! Ahí estaba yo." Dijo el santo con voz lastimera, pero el perro suspiró como aburrido. "¡Sal de ahí!" Ordenó Saga con autoridad… que Bruno ignoró olímpicamente.
Decidido a sacar al perro de la cama que momentos antes estuviera usando, Saga dio un par de pasos dispuesto a mover al perrazo de su lugar, pero desistió cuando éste le dio un intimidador gruñido. Anonadado, Saga retrocedió los dos pasos que había avanzado. ¿Acaso un perro le detenía¿A ÉL, un Santo Dorado? Una venita pulsó en su frente. Esto era inconcebible.
"Saga tiene problemas de autoridad con los animales." Comentó Pólux como al aire, claro, sin que el santo pudiera oírle.
"Con lo mandón que es… pobre." Cástor hubiera meneado la cabeza de haber podido hacerlo.
"¡Fuera De Ahí, Saco de Pulgas!" Exclamó con energía, al tiempo que recuperaba el espacio perdido.
"¡GUAU!"
Bruno levantó la cabeza y dejó escapar un potente y autoritario ladrido, que dejó a nuestro intrépido santo de una sola pieza. Saga retrocedió los dos pasos que había avanzado. Se quedó quieto y entrecerrando los ojos, fijó su mirada en el perro, quién le correspondió con similar gesto, iniciando una tensa competencia de voluntades. Saga apenas prestó atención al cambio de humor que había percibido en su armadura.
"¡Grrrrrrrrrr!" Gruñó Saga.
"¡GRRRRRRRRRR!" Gruñó Bruno.
"Uhh… esto es nuevo."
"¡Pelea, Pelea, Pelea!"
"No ayudes, Castor." Murmuró Pólux hastiado.
Ambos, perro y santo, se dejaron llevar por tan perruna, e infantil en el caso de Saga, actitud que reclamaba territorio, por más de dos minutos. De pronto Bruno bufó y bajó la mirada, se echó en la cama y pareció emitir una risilla al estilo 'Patán,' cosa que molestó sobremanera al santo de Géminis.
"¿Quién Te Has Creído Tú Que…?"
Quiso la casualidad que en ese momento, Saga se fijara en un espejo de cuerpo entero del cuál no se había percatado antes, que ahora le devolvía su espantado reflejo.
"Ya se dio cuenta." Comentó Cástor.
Sí. Espantado reflejo. Saga observó su imagen tan horrorizado como si estuviera viendo al mismísimo Hades, bailando polca con un tutú color rosa y flores en la cabeza. El geminiano se pasó las manos por la cara al tiempo que daba un buen par de zancadas hasta el espejo, como si con eso quisiera borrar de sus ojos la supuesta ilusión de la que era preso. Se palpó el torso con las manos y jalando de su pijama, bajó la mirada como para asegurarse que no era un engaño lo que sus ojos veían. La profecía de Enrique se había cumplido.
¿Dónde estaba SU pijama¿Cómo era que no se había dado cuenta que estaba usando ropa ajena¿QUIÉN le había cambiado de ropa y POR QUÉ? Siguió observando su reflejo en el espejo, lívido del espanto. Es que el pijama que llevaba puesto… es que… es que…
¿QUIÉN Había Sido el Condenado Descriteriado Que le Había Puesto ESO¡Era Una Aberración Al Buen Gusto. Eso podía considerarse un atentado terrorista.
Mientras más atención le prestaba al pijama, más calambre de ojo le daba. ¡Era de una espantosa y brillante tonalidad Amarilla Neón! Parecía de esos que brillaban hasta en la oscuridad y le lastimaba sus ojitos. Y lo peor de todo… ¡Y LO PEOR DE TODO!
"¡Conserva la Calma, Saga, Mantén la calma!" Se dijo el santo a sí mismo.
"Doble o nada a que entra en pánico." Apostó Cástor.
"Hecho." Le siguió Pólux.
Saga le dio la espalda al espejo y se talló la cara. Respiró profundo. Está bien, había hecho cosas muy malas en su pasado, algunas de las que sí era responsable, como incitar a Kanon a lanzarse sobre la tapa de un basurero por las escaleras o apostarle a que no era capaz de sacarle una foto a la guapísima maestra de Máscara Mortal mientras se duchaba, cuando aún eran niños. Y otras sobre las que no había tenido control alguno, como en la época en que Ares le había poseído, pero esto… ESTO…
¿Esto era una broma, verdad? Era como para ponerse a llorar.
Tomó aire, profundas bocanadas de aire, y miró al techo, tragando saliva y rezándole a Athena para que lo que había visto no más fuera fruto de su loca imaginación y de la fiebre que tenía. Se dio la media vuelta para volver a encarar al espejo, sin dejar de rezar su plegaria. Cerró los ojos con fuerza y una vez que estuvo seguro, abrió los párpados para así enfrentar con valentía su reflejo, como el recio hombre que era.
"¡AARGH!"
Pegó un salto hacia atrás y asumió una posición defensiva. Nope. No era una ilusión. Dejó caer gruesos lagrimones por las mejillas. ¿Qué clase de diseño era ese¿Qué no había uno mejor¿QUIÉN fue el insensible descriteriado que le puso eso?
"Bruno, te escuché ladrar. ¿Qué escándalo tienes aquí?" Anneke abrió la puerta de improviso, dándole un topecito con la punta del pie. "Vas a despertar a…"
"¡AAAAGH!" Exclamó Saga al ver a la chica, mientras se cubría el cuerpo con los brazos, como si estuviera desnudo.
"¡KYAAAA!" Anneke exclamó y retrocedió un paso, casi tirando la bandeja que traía con ella, cosa que afortunadamente no sucedió.
"¡GUAU, GUAU, GUAU!" Ladró Bruno mientras se sentaba en la cama y movía la cola.
"¡Se Armó La Gorda!" Exclamaron Cástor y Pólux al mismo tiempo.
Saga se sintió morir. Miles de gotitas orbitaron su cabeza mientras se quedaba mirando fijo a Anneke, quien sorprendida como estaba, le sonreía nerviosa y condolida. El geminiano aguantó la respiración, súbitamente preso de un sentimiento de vergüenza absoluto. Se sentía expuesto… MUY expuesto.
A todo esto¿Quién era la chica esta?
"¿Qué haces fuera de la cama?" Le preguntó Anneke en griego, sonando algo insegura. Mientras apretaba las asas de la bandeja nerviosa, caminó hacia el escritorio, donde dejó la bandeja. "Te va a dar una recaída: anoche lo pasaste muy mal."
Saga le miró aprehensivo y tensó todos los músculos. Se llevó una mano al cuello y no dejó de mirar a su alrededor, como buscando alguna cámara escondida. De pronto, al regresar la vista a la chica, descubrió que Anneke le miraba con insistencia.
"Err… este…" Balbuceó Saga, mientras señalaba al perro, que seguía echado en la cama. "El perro…" Respondió mientras se cruzaba de brazos en un desesperado intento por cubrir el estampado del pijama. Anneke miró al perro, con ambas cejas levantadas. Casi se muere de la vergüenza cuando vio que el desfachatado Bruno había sacado a Saga de la cama.
"¡Ay, BRUNO SAL DE AHÍ! Fuera de aquí, fuera te digo." Anneke correteó al perro fuera de la habitación mientras le hablaba en castellano. Saga observó quieto todo este despliegue antes que la chica se volviera hacia él. "Discúlpalo, por favor. Es que le gusta dormir aquí a esta hora." Le dijo en un vacilante griego. "¿Te regresas ahora a la cama?"
Anneke le sonrió nerviosa, como si esperase que la regañasen. Saga frunció el ceño y jaló del pijama que traía puesto, avergonzado y nervioso, exigiendo una explicación.
"¡Tengo Puesto Un Pijama De PATITOS!" Exclamó molesto.
"No son patitos." Rezongó Anneke en el mismo tono, con las manos en las caderas.
"¡Si Son Patitos!" Insistió Saga muy rojo y no debido a la fiebre. "Tienen alas y plumas. Son Patitos."
"No son Patitos. Son canarios. Específicamente es Piolín." Afirmó Anneke decidida. La chica suspiró. "Perdóname la vida, pero era lo único que tenía seco para que te pusieras." La chica le tomó de un brazo y le arrastró hasta la cama, obligándole a meterse entre las cobijas. "Luego cambio las sábanas, pero por ahora no te ventees o te dará un aire." Saga estaba perplejo.
Tenía puesto un pijama de Piolín.
¡PIOLÍN! Horror de horrores. PIOLÍN.
Piolín.
…
Sin comentarios.
"¿Un aire?" El geminiano sacudió la cabeza, mientras se acomodaba en la cama, de manera que quedó sentado. "Un momento¿Qué quieres decir con eso y con que este pijama era lo único seco?"
"¿No recuerdas?" Le preguntó Anneke inocente, mientras ponía un cojín en las piernas del santo. Saga tuvo una mala espina. "Te tuvimos que sacar del mar. El agua aquí es muy helada: no podíamos dejarte con el pijama que traías puesto, estabas todo empapado." Anneke se puso muy nerviosa y caminó hasta el escritorio en busca de la bandeja. "¡TRANQUILO! Yo no más te saqué la parte de arriba." Saga perdió oficialmente todos los colores.
"¿Quién más estaba contigo?" Preguntó casi con temor.
"Una amiga."
Saga tragó saliva. ¿Acaso lo habían desnudado mujeres? O sea… ya, está bien, todo sea por una causa noble, como salvar su vida, pero ¿LE DESNUDARON mujeres mientras él estaba inconsciente? No es que le molestase que una mujer le quitase las ropas, muy por el contrario, pero por alguna razón el hecho de haber estado tan vulnerable le incomodaba. Anneke se acercó hasta él y puso la bandeja sobre el cojín.
"Te estabas helando muy rápido. Lamento en serio lo que pasó… pero te ibas a morir si no lo hacíamos. Además no te cambiamos nosotras, llamamos al marido de mi amiga y no estábamos presentes." Le explicó Anneke apenas mirándole.
Saga, quien se había quedado mirando el humilde plato de sopa de pollo que había en la bandeja, levantó la mirada hacia la chica, ya menos alterado. Apretó las comisuras de los labios, sintiéndose algo culpable… aún no entendía mucho de donde estaba, pero no podía hacer que esta chica se sintiera mal porque había hecho algo lógico y esperable en aras de su bienestar. No estaba siendo un caballero.
"No me des explicaciones." Le dijo el santo más calmado. Puso una expresión en el rostro que le hizo ver como un niño. "Agradezco que me hayas salvado la vida… aunque no el hecho que me hayas puesto un disfraz de patitos." Añadió sonriendo.
"Es un pijama de Piolín." Corrigió Anneke mirándole a los ojos.
"Da Igual." Saga se encogió de hombros. "¿Qué pasó con mi pijama?"
"Lo lavé. Se está secando, pero va a tardar." Explicó Anneke. "Llueven perros y gatos afuera desde anoche. ¡Come Antes Que Se Te Enfríe!" La chica le puso sorpresivamente una mano sobre la frente y rostro. Un ruborcillo subió a las mejillas del santo. "Anoche tuviste mucha fiebre… y todavía no se te pasa… Iré por el termómetro, enseguida regreso."
Saga abrió la boca para decir algo, pero no pudo. Anneke desapareció tras la puerta, o más bien pareció salir huyendo de su presencia. La chica se veía muy nerviosa. Observó el plato de sopa, el cuál no pudo evitar oler. Tomó la cuchara y se dispuso a probarla, con cuidado, ya que estaba caliente.
Se llevó la cuchara a la boca tras haberla sumergido en el caldo, para así poder probarla. Le dieron ganas de llorar cuando el líquido inundó su boca. Toda preocupación de su mente pareció borrarse de un plumazo con el sabor de la sopa y de súbito se sentía en la gloria. ¡Tenía Que Ser la Sopa Más Deliciosa De Su Vida! La textura, el sabor, la cantidad justa de sal. Esa sopa la hicieron con cariño. Y conste que estamos hablando de un remilgoso de categoría Premium.
Este tipo de sopa era la que invitaba a comerla con entusiasmo. Saga comenzó a comer con ganas, saboreando ensimismado el alimento que consumía. Anneke regresó al cuarto un par de veces, primero con el termómetro, que dejó encima del escritorio, y luego con un juego de sábanas limpias. Saga apenas si se dio por aludido. No estaba al pendiente de las ideas y venidas de Anneke, quien, acostumbrada a que todos la ignorasen, dejó que el santo comiese tranquilo. Lo que ocupaba la mente de Saga en esos momentos, era aquél sabor tan delicioso que inundaba su boca y estómago, emborrachando sus sentidos. ¡Que Sopa Más Buena!
Lástima que se había terminado. Saga suspiró casi dolido mientras miraba el plato vacío, lamentando haber comido tan rápido. Miró a su alrededor, pero Anneke no estaba allí. ¿Dónde estaría la chica?
Errr…
Saga entonces reparó en un pequeño detalle… ¿Quién Era Esta Chica? Se golpeó la frente con una mano. ¡Que Grosero! Encima que le salvaban la vida y lo cuidaban, no se preocupaba de saber quién era su improvisada benefactora. Decidido a revertir tal situación, Saga puso la bandeja a un lado, se levantó y decidió llevar el plato sucio a la cocina, si es que la encontraba.
Un fuerte acceso de tos retrasó su objetivo algunos segundos. Sentía la cabeza pulsarle, pero nada que no pudiera manejar. Tomó la bandeja de la cama y se dispuso a salir… pero se encontró con una enojada Anneke bloqueándole el paso.
¿Era idea suya o la chica era ligeramente más alta que él?
"¿Qué haces fuera de la cama?" Preguntó Anneke con las manos en las caderas.
"¿Llevar esto a la cocina?"
"No sabes ni donde está." Anneke le quitó la bandeja de las manos. "Ahora recuéstate, que para esto estoy yo." Añadió firme, sin embargo, algo de tristeza fluyó en sus palabras, que Saga notó con sorpresa.
"No. Seguro tienes algo mejor que hacer. ¿No dejas que te ayude?"
"Estás resfriado y no me gustan extraños en mi cocina."
"Tendré eso en mente." Le dijo Saga encogiéndose de hombros. "Pero no te vayas todavía…"
Nada. Anneke apenas le dio tiempo para continuar. Saga tuvo la sensación que la chica le estaba evitando. ¿Por qué? Se rascó la cabeza y decidido a conversar con ella, se dispuso a seguirla… pero apenas alcanzó a salir de la habitación, cuando la chica regresó y le obligó a entrar de nuevo, arrastrándole hasta la cama. Ambos se sentaron en el borde.
"¿Qué tengo que hacer para que te quedes en cama? Feh. Inconsciente te veías mejor." Le dijo nerviosa. Saga la miró directo a los ojos, fijándose muy bien en el delineado contorno de los mismos y de la tristeza que emanaban, lo cuál logró conmoverlo. Esto consiguió que Anneke se ruborizara. "¿Qué pasa que me miras así?"
"Nada. Es que… no me dejaste terminar de hablar." Chistó Saga. "Te debo una disculpa."
"¿Cómo?" El tono de Anneke dejó traslucir algo de incredulidad.
"Gracias por salvar mi vida y cuidar de mi… Lamento haberme alterado con lo del pijama. Sé qué lo hiciste con la mejor intención."
"¿Huh?" Anneke abrió los ojos como platos. Se puso nerviosa: apoyó sus manos sobre las rodillas y fijar sus ojos en ellas, evitando a toda costa la mirada del santo… lo que no dejó de intrigarlo. Es que era la primera vez que alguien le agradecía algo en forma sincera.
"Soy Saga de Géminis, santo dorado de la orden de Athena." Se presentó, con un ademán de cabeza. "¿Quién eres tú?"
"Ya s-sabía eso. Tu ar-madura me lo d-ijo. Errr… Yo Soy A–Anneke Sturm." Respondió, ocultando los ojos tras su flequillo, sin dejar de mirar sus rodillas. Saga bajó la cabeza, en busca de los ojos de Anneke. Miles de preguntas bombardeaban su mente, pero estaba tan intrigado por esta reacción de la chica que las podía dejar para otro. Huyendo de esta inquisidora mirada, Anneke miró hacia otro lado. "Mucho gusto."
"Encantado."
Se produjo un tenso silencio a medida que el nerviosismo de la chica iba en aumento, lo cuál contrastaba con la aparente calma de Saga. El santo, dada su curiosa naturaleza, estaba cautivo por esta chica que evitaba su mirada a toda costa. Si bien estaba acostumbrado a que su presencia incomodara, esta vez le hacía sentir un poco mal. Al fin y al cabo que nada había hecho para intimidarla.
"¿Tu preparaste la sopa?" Le preguntó Saga. La chica asintió sin emitir sonido. "¡Te quedó estupenda! Tiene que ser la mejor sopa que he probado en años." Exclamó de corazón.
"Este… ¡Dejé algo en el horno! Disculpa, tengo que ir a verle."
Anneke se puso de pie como si hubiera estado sentada sobre un resorte y salió corriendo del cuarto, dejando a Saga solo y rascándose la cabeza. No se tardó en escuchar los acelerados pasos de la chica por unas escaleras que no se oían tan lejanas y que parecían ir en ascenso. Abrió mucho los ojos: primera vez que le pasaba esto.
Lo que le faltaba: primero no había bebé en la tierra que le sonriera de motu proprio, y ahora las chicas le tenían miedo. Tenía que ser una broma.
"¡Qué tímida!" Se dijo a sí mismo en voz baja. "¿Acaso es más alta que yo?" Añadió al tiempo que una gota resbalaba por su cabeza.
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo Capítulo: Las voces.
… espantada, Anneke apenas sí podía dar crédito a sus ojos cuando entre las nerviosas convulsiones del santo, su voz cambiaba de tonalidad y sus cabellos se tornaban grises. No estaba asustada, sino preocupada y enfurecida por la cobardía de la entidad que se estaba aprovechando…
PS: Por fin Sexy Saga despierta y se encuentra con un montón de sorpresas, capaz de hacer entrar en pánico a cualquiera. Al menos se tomó las cosas con calma… excepto la parte del pijama, pero bueno, ya lo superará. Espero que esto les haya gustado. Aprovechen que no me estoy explayando mucho en esta sección para ¡DEJAR UNA BELLA REVIEW!
Brújula Cultural.
Motu Proprio: No, no está mal escrito. Viene del Latín y significa "de propio motivo"… o sea, algo que nace o se hace por motivación voluntaria.
