A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Estén atentos a los cambios de locación; cualquier frase que aparezca de este modo ":frase:" indica una acción realizada durante los diálogos. Mucho muy importante, esto es post–Hades y es una continuación de mi extrañísima línea temporal, así que hagan los cálculos que correspondan. Misao es mala con las matemáticas.
¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras! … :juega con sus dedos¿Cuándo actualizarás?
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. El personaje de Selene Ishikawa pertenece a Fanny Shadow. Los demás personajes originales que no reconozcan, adivinen quién fue la mente maestra detrás de ellos.
ADVERTENCIA.
Principio 62 para ver y entender Manga: El consumo diario de enormes cantidades de alcohol nunca tendrá efectos secundarios, como la resaca post – borrachera.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 9:
La Soledad.
Isla de Chiloé. Casa de Anneke.
Día Siguiente.
Aquella taza humeaba fragante y sosegada en la mesita de noche, que de pronto fue levantada de su lugar por el santo de géminis. Era media mañana y la verdad ya no se sentía tan mal, pese a la levantada de la noche anterior. Saga bebió un sorbo de aquél líquido, aunque no sin antes oler el vapor que emanaba y que parecía tener la virtud de despejarle la nariz. Era limonada caliente, con hojas de salvia y romero, un remedio casero que Anneke le había dicho le haría bien. Bebió un segundo sorbo y dejó la taza sobre la mesa, para acurrucarse en la cama.
Estaba cansado y los malestares aún persistían, sin embargo parecía estar recuperando su salud. Saga se cubrió hasta la nariz y fijó los ojos en el techo, que ahora le parecía más familiar. Estaba solo en la casa. Anneke lo había dejado, aprovechando que la lluvia había cesado. Necesitaba ir a la cercana ciudad de Ancud por dos motivos: comprar algunas provisiones, y hablar con su jefe. O al menos eso fue lo que le contó.
Luego de los agitados sucesos de la noche anterior, luego de que Anneke se desplomase en sus brazos, Saga tuvo que llevarla hasta su cuarto. Por fortuna no se había desmayado, sino que se había quedado dormida de golpe, como presa de un súbito ataque de narcolepsia: el esfuerzo que hizo para ayudarlo la había dejado exhausta. Para alivio del santo de Géminis, que ya bastante culpable se sentía por abusar, Anneke despertó como lechuga esa mañana.
Se recostó sobre su derecha, encarando la ventana. Su armadura estaba allí, dormitando no lejos, al igual que Bruno. El viejo perro parecía indiferente al santo, pero estaba pendiente de todos sus movimientos. Saga cerró los ojos y buscó en el interior de su mente, buscando aquél enlace mental que lo unía a su gemelo.
Nada. Seguía sin poder contactarlo.
¿Estaría bien¿Vivo al menos?
Sintió un extraño apretón en su esófago y estómago. El mero hecho de estar allí, a miles de kilómetros de Atenas, sin saber nada, lo tenía muy mal. No sabía que ocurría en su casa, léase, el Santuario, pero sí sabía que su hermano estaba muriendo. Esa horrible sensación de acidez generalizada en cada una de sus venas, que había vivido luego de la primera noche que Kanon había pasado en Cabo Sunión y que nunca logró sofocar, volvía a adueñarse de cada una de sus arterias…
… con culpa incluida.
Es que si hubiera estado sano, si su salud no fuera tan mala de un tiempo a esta parte, quizás Kanon no estaría como le había visto la noche anterior. Su gemelo agonizaba y con esto no creía estar exagerando (en el caso que estuviera vivo). Hubiera preferido un millón de veces ser él quien hubiera recibido aquél ataque y estar en el lugar de su hermano en aquella cama de hospital.
Es que al menos si él moría, nadie le echaría de menos, Kanon tenía más motivos para estar vivo que él. Saga todavía tenía fresco en su memoria la imagen de Isabella. Su cuñada estaba ansiosa esperando por su hermano, atenta a todos sus suspiros y pendiente de su salud. Ella y su hermano se adoraban con locura. Hasta Saga se daba cuenta de eso, y eso ya era mucho. Él nunca había estado enamorado en serio, tan solo había tenido encantamientos pasajeros, por lo que no que entendía bien lo fuerte que podía llegar a ser un vínculo de aquel tipo. Sin embargo, ver a su hermano con su cuñada le daban una fuerte pista para comenzar a comprenderlo.
Si Kanon se moría en este momento, una chica quedaría destrozada por dentro, y él seguro se sentiría incompleto y más solo que nunca. En cambio si él fallecía… ¿qué importaba?
Solo. Se sentía solo. Tenía muchos amigos, pero estaba solo. Nadie le comprendía, todos bromeaban con y de él; sus intereses eran muy disímiles al del resto de sus compañeros. Saga era un personaje extraño al que todos temían y nadie quería hacer enojar. Inspiraba miedo a los pequeños: Kyrus se lo quedaba viendo con ojos grandes y sin hacer un gesto cuando lo cargaba y los demás niños pequeños del Santuario hasta temían respirar cuando él estaba cerca. Solo Kiki se portaba con más soltura y hasta ahora… Anita era la única niña que le había sonreído de motu proprio.
Tan rodeado de gente y tan solo al mismo tiempo. Bah. Ocurre que nadie se había detenido un poco para conocerlo mejor.
… Anneke…
Y ahora comprobaba con pena que las chicas también se sentían intimidadas por él. Feh. Merecido se lo tenía por haber sido tan canalla en el pasado.
… esos bellos ojos grises… ¡Tan tristes!
No quería eso. No quería que lo vieran como a un ogro. Él no lo era, no más, nadie le comprendía bien. No los culpaba… no lo hacía… Anneke…
… Yo vendo unos ojos negros,
¿Quién me los puede comprar?
Los vendo por hechiceros,
Porque me han pagado mal…
"Son grises… tan bonitos…"
En momentos como ese, era cuando más solo se sentía. Dejó escapar un largo y apenado suspiro. Cerró sus ojitos.
"¿Mmmm?"
Saga abrió los ojos al sentir el gemido de Bruno. La húmeda y negra nariz del perro estaba justo frente a él y pronto la rosada lengua del perro comenzó a lavarle la cara. Con este gesto parecía pedirle que se animara y que las cosas no parecían tan malas como él creía. Asqueado, Saga se incorporó y apartó al perro de sí con suavidad, para proceder a limpiarse la cara con las sábanas.
"¡Qué desagradable!" Protestó Saga sin mucha energía. "¿Anneke nunca te enseñó a no lamer a la gente sin permiso, perro?"
Bruno levantó las orejitas y ladeó la cabeza como si pudiera entenderlo. Esos caninos ojos castaños que tenía compraban a cualquiera. ¡Vaya! En esta casa, todos tenían ojos magnéticos. Saga le acarició la cabeza… ocasión que el perro aprovechó para saltar arriba de la cama, no solo para encontrar un rincón en el cuál echarse, sino también para jugar… y echar a Saga de la cama si es que podía.
"¡NO! Perro, sal ¡SAL, Bruno! NO, estás desordenando. ¡Bruno!" Honestamente Saga quería echar al perro fuera de la cama, pero entre juego y empujón, comenzó a divertirse. "¡Sal, que ensucias las sábanas! Perro, SAL te dicen como…"
DING DONG. DING DONG.
Llamaron a la puerta. Saga y Bruno se quedaron quietos y prestaron atención. Sonó el estridente timbre una vez más. El santo de géminis entrecruzó las cejas: Anneke había salido con llaves. Quizás necesitaba ayuda. O si no¿Quién sería? Sin pensarlo mucho se puso de pie, con Bruno a su lado muy atento. Como su cuarto afortunadamente estaba en el primer nivel, no tuvo muchos problemas para encontrar la puerta principal. Caminó hasta ella y la abrió sin mayor trámite. Fuese quién fuese, ya pensaría en algo para solucionar su más que probable e inminente problema.
"Anneke. ¡Qué Bueno Que Te Encuentro! No Pude venir antes por… ¡Oye! Tú no eres Anneke." Dijo la visita en castellano.
Sin sospechar nada, Saga había abierto la puerta con timidez. Allí, había una mujer tan alta como él mismo, acompañada de un adorable perrito pequeño de color negro. Vestía ropas muy oscuras, negras en su totalidad; su piel era blanca y cremosa como la leche. Parecía la versión buena de una Samara adulta (ya saben la de la película "El Aro"), que sin embargo, irradiaba una presencia mágica y misteriosa. No era del todo humana, de eso Saga estuvo seguro. Al verlo, la mujer le sonrió muy coqueta…
"No, Err… ella no está… verás…" Balbuceó Saga en un torpe castellano, que era obvio tendría que practicar más.
"Eso no importa, afuerino." Le dijo la mujer, mientras le ponía la mano sensualmente sobre su antebrazo, con un coquetería tal que le hizo sentir muy incómodo.
Entonces esta persona abrió la puerta de lleno y se le colgó a Saga por el cuello. Estupefacto, Saga abrió los ojos a un tamaño imposible e intentó resistirse ante tal ataque, pero… Lo siguiente que sintió fue el efusivo beso en los labios que esta desconocida le dio, antes de perderse remolonamente en la inconciencia.
x–x–x–x
Anneke abrió la puerta de la cocina con facilidad. Venía con varios paquetes, pero como sería su habilidad en el manejo de estos y el hecho que nunca recibía ayuda en estos casos, que abrir la puerta y meterse a la casa sin botar nada al suelo le resultaba pan comido.
Dejó los paquetes sobre la mesa y bostezó. Buscó entre su compra algunos artículos que le había conseguido a Saga y que pretendía llevarle. Ya luego pondría orden a sus cosas. Salió de la cocina y se dispuso ir al cuarto que su guapo invitado estaba ocupando… cuando de pronto vio a Bruno olisqueando a un pequeño perrito negro.
"Bruno. ¿Qué haces?" La chica se puso las manos en las caderas. Bruno y el perrito se volvieron hacia ella y se alegraron al verla. Corrieron entusiasmados a saludarla, moviendo las colas. Anneke, bien dispuesta a mimar mascotas, no se hizo de rogar. "¿Cómo Está mi Brunito precioso? NEGRO, qué lindo que estás hoy. ¿Qué haces aquí tú solito?"
"¡GUAU, GUAU, GUAU!" Ladraron AMBOS perros al unísono.
Algo pareció caer al suelo no lejos de allí. Anneke sintió un frío en la espalda y una sensación de culpable fastidio la invadió. Levantó la mirada, temerosa, mientras ataba algunos cabos. Sabía que el perrito negro, llamado Negro, NUNCA JAMÁS se separaba de su ama, pero a ella no la había visto, lo cuál no cuadraba con su comportamiento. Se puso de pie y caminó en dirección al ruido.
Una corriente de aire la golpeó en la cara de lleno cuando salió de la cocina: no había que ser un genio para saber que la puerta de calle estaba abierta. ¿Acaso…? Anneke apuró el paso decidida, y no se tardó nada en llegar hasta el acceso principal.
"¡Kyaaa!" Exclamó Anneke al llegar y encontrarse con un espectáculo no muy agradable, al cual le dio la espalda. "¡VIUDA¡Más Respeto Que Estás En Mi Casa!" Vociferó con enojo y energía.
Saga estaba contra la pared y la mujer a quién Anneke había llamado Viuda todavía lo tenía preso en un sensual y efusivo beso. A estas alturas había comenzado a jalonearle la parte superior de su pijama y una de sus manos ya estaba bajo el pijama de Saga. Nuestro querido santo de Athena tenía la mirada perdida en el horizonte, como presa de un extraño y estúpido trance, aunque esto lo estoy infiriendo de la sonrisa de idiota que lucía con tanta gracia en el rostro. No estaba del todo conciente, se veía extraño. La Viuda, al sentir la poco feliz voz de Anneke, soltó a su presa y se arregló las ropas, con algo de vergüenza.
"¡Anneke! Niña por Dios, qué susto me das. ¿Qué No Sabes Hacer Ruido Para Advertir Que Vienes?"
"¡Más Te Vale Que Saga Esté Presentable Para Cuando Me Dé La Vuelta!" Ladró Anneke, siempre dándole la espalda. Casi toda la sangre se le había ido al rostro.
"¿Se llama Saga?" Preguntó Viuda muy nerviosa, mientras se arreglaba el peinado. "¡No Me Digas Que Es Tu Novio! Te Juro Que NO Fue MI Intención Que… ¡ES QUE ESTÁ MUY GUAPO!"
Anneke se dio la vuelta, y con manos empuñadas, dando pisotones, caminó hasta Saga, apenas dirigiéndole una mirada a la Viuda. Se acercó al dorado y le miró la cara, claro que tuvo que atajar las de pronto alegres manos del santo. El guardián de la tercera casa respondió dócil y relajado a su toque… su mirada seguía perdida en algún sitio… que se encontraba a la altura de donde debería ir un escote en sus abrigadas ropas. Saga esbozó una inconsciente e idiota sonrisa y la abrazó, dejando caer todos sus 87 kilos encima de la pobre (inserte sarcasmo) de Anneke, quien a duras penas lograba mantenerlo en pie.
Era como lidiar con un ebrio somnoliento y regalón.
"Ya sé que esta muy guapo, no es mi novio, pero ¡MIRA COMO LO DEJASTE!" Reclamó Anneke enojada, mientras trataba de quitarse al dorado de encima y de controlar sus manos, que con cada minuto que pasaban, se ponían más y más osadas. Saga parecía estar muy necesitado de cariño e insistía en darle abrazos de pulpo y ligeros besos donde podía. "¡Está Enlesado! Quítale el hechizo en este momento." Protestó Anneke con energía.
¡QUIÉN como ella::bichito verde de la envidia muerde a Misao en la base del cuello:
"¿Para qué, si se ve muy tierno contigo?" Bromeó picaronamente la Viuda al ver los patéticos intentos de Anneke por quitarse de encima a un regalón y ebrio Saga.
"¡No Burles, Viuda, no es divertido! Si está enlesado no tiene chiste alguno. ¡Quítale el hechizo para que actúe normal!" Replicó de nuevo Anneke, sin dejar de hacer los aspavientos necesarios para mantener los progresos de Saga a raya… que ya bastante habían avanzado.
"Tú no sabes divertirte." Bufó la Viuda con un mohín en la cara. "¿Qué tal si me niego a quitarle el encantamiento? Yo me voy y te dejo tranquila con…"
"¡BRUNO! CÓMETE A NEGRO." Gritó Anneke muy seria. La pobre (sí, como no) tenía cada vez más problemas para neutralizar los inconscientes avances de Saga. Bruno, obediente, y en una burlona actitud, le puso una pata encima al perrito pequeño, aplastándolo contra el suelo y sacándole un lastimero gemido. Se relamió los bigotes.
"¡NO, MI BEBÉ NO!" Lloriqueó la Viuda realmente afligida, y sin esperar ni un solo segundo, corrió hasta la pareja e hizo a Anneke a un lado abrazando a Saga por el torso. Volvió a besarlo en los labios, absorbiendo una suerte de humo rojo del interior del santo de Géminis, quien se quedó quieto, como dormido. Bruno entonces dejó ir a su improvisada víctima a una señal de su ama.
Ese perro está muy bien entrenado.
Mientras Anneke una enrojecida se estiraba las ropas, Saga había logrado colar una mano debajo de su sweater, la Viuda apoyó al santo contra la pared para que no cayera al suelo, dado que estaría en ese estado por unos minutos. La chica se cruzó de brazos y trató de relajar sus acelerados latidos. Sabía que tenía que estar tan roja como un copihue en un fondo verde.
"Ya está. Lo desenlesé. Se va a recuperar en unos minutos." Explicó la Viuda. "Lástima: no alcancé a hacer nada con él."
"¡Oye! No me gusta que te aproveches así de los hombres… menos en mi casa y frente a mis narices." Gruñó Anneke. "¿Qué no te puedes aguantar siquiera unas horas?"
"¿Celosa? Creí que no era tu novio."
"No lo es, pero es mi invitado y digamos que…"
"Lo estás cuidando." Viuda suspiró. "Así eres tú. Espero no más que no se aproveche del pánico. En fin… que bueno que te veo, porque te estuve buscando."
"¿Para qué?"
La Viuda suspiró y miró hacia todos lados con cautela, se ajustó su chal y echó sus negros cabellos hacia atrás. Caminó rápido hacia Anneke y la tomó de un brazo, en una actitud que era obvio demostraba que tenía que contarle algo importante.
"Tengo noticias. Cosas extrañas están pasando. Fuerzas mágicas se han puesto en movimiento. Creo que tiene que ver con el mar…"
"Cuéntame algo que yo no sepa." Gruñó Anneke con un sarcástico tono de voz.
"¡Niña, es importante! No habría venido hasta aquí si no…"
"¡Aaagh!" Saga recuperó la conciencia de golpe y se aferró a la pared muy agitado. Tuvo un shock de adrenalina que lo puso neurótico. Miró a su alrededor y al ver a la Viuda, gruñó de corazón. "¡TÚ!"
"¡Cálmate Saga! No pasa nada. Ella es una amiga mía." Anneke explicó rápidamente, alzando las manos en señal de paz, interponiéndose entre Saga y la Viuda.
"¡Una amiga! NO TE CREO. ¿Qué Clase de Amiga es Esa? Me siento extraño¿Qué pasó conmigo?" El santo de géminis no recordaba nada de lo que había pasado, pero sospechaba que no había sido nada bueno, por lo cuál no estaba contento. "¿Qué me hizo tu amiga? NO me gusta, no me gusta. ¿Qué quería hacerme tu amiga?"
"Anneke¿Qué dice?" Preguntó la Viuda, al no entender ni papa del idioma en el que Saga se expresaba. No obtuvo respuesta.
"Te aseguro que lo lamenta, pero no pasó nada que tengas que lamentar." Le dijo Anneke con una lastimosa sonrisa. "Ven, nos trae noticias." Añadió, estirando la mano. Saga negó con energía.
"No gracias. Yo llego hasta aquí no más." Afirmó decidido. "No me acerco a esa loca ni de chiste." Anneke puso una expresión muy triste. Saga tragó saliva al verla: se sintió un poco mal por haber provocado esa expresión.
"Ya habrá tiempo para que hables con tu hombre. Traigo noticias importantes." Insistió la Viuda. "Anneke, sé que los brujos rondan tu casa."
"Eso también lo sé…"
"Que bien, así estás alerta. Consíguete ramas de Canelo. Ahora… anteayer estuve con la Fiura, y no sabes lo que me dijo: el Trauco vio que los brujos de la Mayoría hicieron un aquelarre hace dos noches en la Cueva de Quicaví." La Viuda tragó saliva y bajó la voz.
"Los mal nacidos esos siempre están haciendo sus juntas extrañas." Rezongó Anneke de mala gana. "¿En qué me afecta eso?"
"Es que… el Trauco volvió a espiar la reunión. Fiura estaba muy enojada con él por eso. El asunto es que… esta junta la mandó llamar el capitán del Buque de Arte."
"¡EL CALEUCHE!"
"¿De qué hablan? Apenas les entiendo…" Gimió Saga curioso.
"Shhh, calla mijo, luego te explico." Ordenó Anneke en castellano. Es que toda su atención estaba concentrada en su amiga. "¿Por qué se reunió la Mayoría?" La Viuda continuó.
"Intentan atrapar a un guerrero poderoso… es por Paulina, tu sabes, la hija de Don Sergio… tal parece… que necesitan este guerrero para enfrentarse a Poseidón."
"¡HEY, Sí entendí esa Parte!" Exclamó Saga enojado.
Anneke se quedó en sorpresivo mutismo. Don Sergio y su familia era una de las pocas personas que le agradaban en serio. Era un pescador artesanal muy esforzado y de bajos recursos, viudo, que se desvivía por sus dos hijos. Vendía muy buenos pescados, y a ella en especial sus mejores capturas. Paulina era su hija menor, que aún estaba cursando la secundaria. Era muy divertida y siempre charlaba animosamente con ella: ambas se llevaban estupendo. Sin embargo la salud de la niña era todo un problema, por no decir un misterio… además que no era del todo humana. Dejando eso de lado, Anneke intercambió una mirada con Saga, quien la observó igualmente extrañado y preocupado.
¿Qué tenía que ver Poseidón en todo este asunto?
Atenas. Hospital.
Shura no había pasado mucho tiempo en la UCI. Su armadura le había protegido montones, por lo que su condición era mucho mejor que la de Seiya, que comenzaba a repuntar (esperaban que despertase esa tarde) y que la de Kanon, quién luego de una agitada noche estaba mucho más estable. Los médicos apenas podían seguirles el ritmo de su recuperación y estaban impresionados por la increíble capacidad de sanación de los santos. Ni modo, cosas que pasan.
El santo de Capricornio estaba sentado en su cama, aún conectado a sueros y a medicamentos. Shion estaba haciendo las gestiones para que les permitieran seguir con los cuidados del dorado en el Santuario. Shura observó a Aldebarán, quien, junto a Aioros, le hacían compañía.
"¿Alguna noticia de Saga? Me habéis contado de todos, menos de él."
"Nada." Resopló Alde preocupado. "Shaka y sus alumnos están buscando su cosmos, pero parece que se encuentran con interferencia cada vez que están por dar con él y no pueden precisar donde está."
"Mu está tapado de trabajo con las armaduras que se dañaron y de momento no puede ayudarles. Hasta Kiki está esclavizado en esa tarea." Añadió Aioros, quien se cruzó de brazos preocupado. "Esto no me gusta nada."
"Esperemos que a Kanon no le pase nada en ausencia de Saga: Anoche nos dio un buen susto. Creí por un momento que se moría." Dijo Aldebarán, mientras empuñaba las manos. "Hmpf. Como vuelva a ver a la culebra esa, le parto la cara."
"Si es que yo no la atrapo primero." Gruñó Shura con desdeño. "Si que nos dio una buena paliza y ni defendernos pudimos. ¿Qué hay con Serra?" Añadió casual. Aioros suspiró.
"¡Cierto! Desde que regresó a la vida que ustedes dos no se separan, pero ahora no están juntos." Comentó Alde divertido. "¿Dónde está esa garota tan linda?"
"Está con Alisa, Shaina e Isabella." Explicó Aioros sonriente. Es que las palabras de Alde eran MUY ciertas: era raro no verlos juntos. "Las chicas se las ingeniaron para sacar a Isa de aquí: se la llevaron a su casa para que al menos se cambiara de ropa."
"Pobrecita: ha estado muy alterada con todo esto, pese a que lo niega. Anoche la doctora Selene le tuvo que dar un sedante." Se lamentó Aldebarán. "El cambio de aire le hará bien."
Hablando de la reina de Roma, en eso, llamaron a la puerta de la habitación. Tras unos segundos, Selene entró al cuarto con una gentil sonrisa. Los santos la saludaron animosos, más aún porque parecía traer buenas noticias.
"Adivinen todos. Traigo dos noticias…"
"¿Una buena y una mala?" Aventuró Shura. Selene asintió con pesadez.
"Seiya acaba de tener una recaída. Despertó por algunos minutos, pero hizo un mal movimiento al tratar de sacarse el respirador él solo y está inconsciente. No es grave, pero sí de cuidado." Anunció con calma. "Estaba muy dolorido, pero animoso como de costumbre, al menos el rato que estuvo despierto."
"Ese crío es un desastre. Ni inconsciente deja de hacer burradas." Se lamentó Shura.
"Bah. A ese niño no lo mata ni Thanatos." Añadió Alde con optimismo. "Ya verán que pronto se recupera."
"Seiya tenía que ser." Suspiró Aioros, expresando el sentir del grupo. "¿Y la buena cuál es?"
"Kanon está mejorando. Isabella se va a poner muy contenta cuando regrese. No ha despertado, pero los últimos exámenes que le hicimos salieron muy bien y según una de las enfermeras, está reaccionando a los ruidos externos." Explicó muy complacida. Selene puso una honesta sonrisa. Si bien lo de Seiya le preocupaba, el que uno de sus pacientes mostrase un progreso tan bueno en tan poco tiempo le subía el ánimo por las nubes. Los 3 santos dejaron escapar una alegre exclamación.
"¡Eso Es Estupendo!" Exclamaron Shura y Aioros al unísono.
"¿Kanon no ha tenido más mejorías que esa, Doc?" Preguntó Aldebarán. Selene negó con la cabeza.
"Sigue noqueado, pero eso ya no es necesariamente malo. Si despierta puede lastimarse. En todo caso y en vista de los exámenes que recibí, tengo muchas esperanzas con que mejore mucho más a partir de ahora." Anunció mientras se acercaba a la cama de Shura. "Ahora… ¿Podrían salir por mientras ausculto a mi paciente?" Les pidió con amabilidad.
Alde y Aioros procedieron a dejar la habitación para que así Selene pudiese revisar a Shura. Ambos santos se miraron y estiraron los músculos de los brazos.
"Vamos, te invitó a un café." Dijo Aioros.
"Vale, pero del brasileño. No me gusta el colombiano."
"Alde… no te pongas quisquilloso: es nada más café de máquina, sin chiste." Rezongó el santo de Sagitario. "Además si nos vamos a poner a discutir sobre café, prefiero el griego."
"Hmpf. Sí, como no, no me hagas reír."
Los dos santos, se alejaron a paso calmado en busca de la expendedora más cercana… iniciando una discusión carente de todo sentido respecto de qué café era el mejor.
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo Capítulo: Un poco más de Té.
… el dulce aroma que emanaba de esa olla hizo que se le hiciera agua la boca. Saga, que ya estaba mucho más activo, se dejó seducir por el olor que respiraba. ¿Qué sabor tendría esa mezcla¿Habría algún problema si probaba un poco? Tomó una cuchara cercan y sin esperar…
PS: Lo que hizo la Viuda es lo que yo me muero de ganas de hacerle a Saga. Muchas de las cosas que aquí aparecen tienen relación directa con el próximo fic. Respecto del verso (Yo vendo unos ojos negros…), es una tonada de mi país. Capítulo que casi quiso darme guerra, pero lo convencí de que no lo hiciera. Para algunas notas culturales, chequen capítulos anteriores, que no las voy a explicar de nuevo, pero las que no conocen, fíjense más abajo. Por mientras, ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!
Brújula Cultural.
Thanatos: En la Mitología Griega, Thanatos es el dios de la muerte. Es una de las deidades que habita el inframundo, que se encuentra regido por Hades. Él es la muerte, pero sin embargo no se haya subordinado a Hades, aunque son buenos amigos. Thanatos es hermano gemelo del dios Hypnos, el sueño, quien habita ya el inframundo, ya el Olimpo (después de todo Hypnos está casado con una de las Gracias, quienes son las mejores amigas de la diosa Afrodita). Thanatos fue engañado por el rey griego Sísifo en más de una ocasión, siendo este sujeto el único que puede decir que ha engañado a la muerte, mas no pudo huir de ella.
La Viuda: Mitología de Chiloé.Históricamente hablando, se trataba de una mujer que, sospechando que su marido la engañaba, lo seguía de noche para ver a donde iba. En el plano mágico, es una mujer muy alta y que siempre está vestida de negro. Camina descalza, siempre está en la compañía de un pequeño perrito negro y suele aparecerse detrás de las ramas. Su piel es muy blanca y cremosa. Aparece en lugares solitarios y en las playas. Sale de noche y acecha a los galanes, a quienes hechiza con su aliento y cuando los tiene "enlesados", se los lleva su cabaña, donde los obliga a hacer cosas NC-17 que bueno… mejor ni menciono, que capaz me sacan del sitio Un.n. Cuando se aburre de él, lo deja lejos de su casa y lo abandona. No les produce mucho daño, fuera de una pérdida temporal de la memoria. Los efectos de su hechizo duran algunos días, pero la víctima recupera la normalidad al cabo de los mismos. La cosa cambia si es el galán quien intenta acechar a la Viuda, porque si ese es el caso, le dan una paliza fenomenal, luego que cumple con su papel de hombre. A veces merodea las casas… si alguien la sorprende y le habla, la Viuda desaparece en la sombra… lo cual si me llega a pasar, creo que me daría un patatús.
La Fiura: Es la esposa del Trauco. No se le dice Fiura por Furia, sino por Feura (fealdad). Es tal su poca gracia que se dice que hasta causa la pérdida de la razón. No hay ser que pueda ser más feo que ella. Sin embargo, es coqueta y le gusta acicalarse, usa ropa llamativa y la muy desinhibida suele tomar sol en cueros en las rocas… lo cual no es muy saludable para el distraído transeúnte. Tiene las mismas mañas que el Trauco y la Viuda, pero al contrario de la Viuda, su poder es más dañino. Enloquece y produce enfermedades. Lo terrible es que tiene el mismo poder de seducción que su marido.
El Trauco: Hombre de baja estatura, horrible y deformado. Sus pies terminan en horribles muñones. Es coqueto y también ocupa mucho tiempo en acicalarse. Acecha los bosques, tiene una gran fuerza, aunque tiene que apoyarse en su bastón, el pahueldún, para caminar. Es un admirador de la belleza femenina, y no muy leal a su mujer, la Fiura. Cuando ve a una muchacha, la hace caer en un sueño en el que se presenta como un galán, las seduce y las desflora. Este tiene más hijos que Mitsumasa Kido, pues siempre deja a sus conquistas esperando bebé. Como se sabe horrible, suele descargar su frustración con los hombres, atacándolos salvajemente, como intentando producir en ellos las mismas deformaciones que él tiene. Hay diferentes formas de destruirlo, y no se requieren necesariamente los servicios de un brujo.
Enlesar: Un hechizo. Una persona que ha sido enlesada, por lo general un hombre, pierde la memoria y cae en una suerte de sopor. De este estado se aprovechan algunos seres mágicos, como la Viuda o la Fiura, para satisfacer ciertos impulsos instintivos.
Canelo: Es un árbol nativo de Chile. Es para los mapuches, el árbol de la paz, y sus hojas se usan en algunos de sus ritos de purificación y sanación (machitún).
Copihue: Esta es la flor nacional de Chile. Es de color rojo o blanco, y es MUY difícil que crezca. Es una flor tímida, pero preciosa, y lastimosamente se encuentra en peligro de extinción.
