A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Estén atentos a los cambios de locación; cualquier frase que aparezca de este modo ":frase:" indica una acción realizada durante los diálogos. Mucho muy importante, esto es post–Hades y es una continuación de mi extrañísima línea temporal, así que hagan los cálculos que correspondan. Misao es mala con las matemáticas.

¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras!

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. El personaje de Selene Ishikawa pertenece a Fanny Shadow. Los demás personajes originales que no reconozcan, adivinen quién fue la mente maestra detrás de ellos.

ADVERTENCIA.

Principio 96 para ver y entender Manga: Y en relación al principio 95, el único planeta que puede hacer algo al respecto es la Tierra.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 14:

Llegada a la Costa.

En el Caleuche.

"¡NO NEGOCIO CON TERRORISTAS!" Exclamó Saga bastante ofuscado.

Sí, la frase puede sonar muy cliché, demasiado repetida y hasta aburrida. Ya ni siquiera se pueden hacer buenos chistes con esa frase, sin causar una indigestión o muecas de sarcasmo. Pero quizás lo más trágico de esa frase es que sigue sirviendo para oscuros propósitos, incluso los de esta escritora de fics en sus momentos de ocio.

Humberto se cruzó de brazos e hizo una mueca de ironía. Sus ojos se tornaron rojos y un viento lo envolvió, haciendo que sus cabellos volaran libres en el aire.

"Siempre consigo lo que quiero." Dijo con una voz de ultratumba, gutural y en estéreo. "¡REDÚZCANLOS!"

Todos los brujos estiraron sus manos hacia ellos, de manera tal que los tres pudieron sentir como fluía un oscuro poder por entre los dedos de los brujos. Entonces, este poder adquirió una negruzca luz, se intensificó y al mismo tiempo, y como si se tratara de una onda expansiva que iba en su dirección, comenzó a cercarlos a una velocidad vertiginosa. Anneke cerró los ojos con fuerza y estiró las manos hacia fuera, al tiempo que se agachaba. Luces blancas salieron de sus manos.

"¡Cristal Wall!" Exclamó Mu al conjurar su técnica, que les cubrió como una burbuja, repeliendo así el ataque. El poder de Anneke de alguna forma se mezcló con el de la pared, por lo que el contraataque provocado por la técnica del lemuriano no fue de naturaleza negativa, sino positiva.

"¡AAAAAAAAAAAARRRGH!"

"¡UUUUUUUUUNGH!"

Dolorosas exclamaciones hicieron eco contra el mar cuando los brujos que recibieron el contraataque fueron barridos por aquella onda. Humberto, en vista que este extraño poder avanzaba hacia él también, conjuró un rápido hechizo y lanzando aquél poder, logró disolver el ataque que lo amenazaba a menos de medio metro antes de que le hiciera daño. Acto seguido, con los ojos relampagueando chispas, invocó una ventolera poderosa y rayos del cielo. Una daga apareció en su mano, que una vez que la asió entre sus dedos, la lanzó en contra de la pared de cristal de Mu a toda carrera. El lemuriano casi se muere de la impresión cuando la hoja de la daga se clavó en la pared, y atravesándola, la hizo añicos, dejándoles desprotegidos.

"¡No DEJEN De Atacar BRUJOS DE CUARTA!"

Saga le dio un manotazo a la daga para evitar que les hiciera daño, rápidamente se puso en guardia y comenzó a repartir patadas a diestro y siniestro. Mu tragó saliva y también se dio a la tarea de quebrar huesos. En bola, y todos al mismo tiempo, los brujos que les acechaban se dejaron caer encima de ellos con más tenacidad que antes. Si bien no eran más que una patética broma de combatiente para un santo dorado, eran muchos.

AAAARGH!" Se quejó Anneke. Las rodillas de la chica se doblaron bajo el peso de su cuerpo y no le quedó de otra sino tenderse en la cubierta. Se quedó muy quieta, retrayéndose a una posición fetal, con los ojos muy cerrados.

"¡Señorita Anneke!" Mu se agachó en seguida junto a ella, preocupado que pudiera estar herida. Hay que aclarar que el mareo aún no se le pasaba al lemuriano, pero al menos ya estaba bajo control. "¿Está herida? No se mue…"

"Estoy perfecto… es que se me ocurrió una idea para poder desembarcar." Le susurró Anneke en voz baja, mientras le guiñaba el ojo. "Y como no podía llamar su atención de otro modo…" ¡Vaya! Anneke estaba fingiendo.

Mu la miró extrañado. Se oyó un crujido cercano y un chillido de dolor que parecía de niña. 3 brujos salieron volando por los aires, lo cuál les hizo regresar a la realidad. Mu tuvo que deshacerse de 4 más, valiéndose de sus puños y varios gráciles movimientos de artes marciales. Anneke se quedó en su lugar, en la misma posición… entonces Saga retrocedió, y como no la había visto en el suelo.

"¡OPAAA!"

"¡Ayayay!"

Cayó al suelo con poca elegancia y sin nada de gracia, teniendo un fuerte aterrizaje forzoso con aquél noble sitio en donde la espalda cambia su digno nombre. Por desgracia, en su caída y debido a los aleteos que dio con los brazos en un afán de encontrar asidero del cuál sujetarse y que eventualmente detendrían su caída, no encontró nada mejor que la capa de Mu, pero como el centro de gravedad del lemuriano no estaba preparado para el peso adicional…

… digamos que los dos santos dorados tuvieron un encuentro doloroso en el suelo, con Anneke al medio.

Hay que concederle a Mu, que aunque esta caída no le hizo nada bien a su inestable sentido del equilibrio, pudo convocar una Cristal Wall en forma de cúpula justo a tiempo para repeler un masivo ataque de los tripulantes del Caleuche, que comenzaron a apilarse encima de la burbuja que se había formado encima de ellos para protegerles del ataque.

"¿Qué pasó?" Saga se incorporó sobre sus codos. Vio que Anneke estaba a sus pies y que también se había incorporado. Mu estaba tendido de espaldas, con las rodillas flexionadas y con los brazos estirados hacia arriba, para poder mantener la Cristal Wall funcionando. "ANNEKE. ¿Te pasó algo? Dime Que Estás Bien." Preguntó Saga con urgencia. No quería que nada le ocurriese a esta chica. Primero él se moría.

"Estaré bien cuando salgamos de aquí." Gruñó, entre asustada y ofuscada. "Se me ocurrió una idea para conseguir el permiso."

"¿Cuál?"

"Eso es lo que nos iba a decir." Preguntó Mu, quien apretaba los dientes. Se le estaba haciendo difícil sostener la pared. Anneke sonrió con travesura.

"¿En verdad que ustedes, santos de Athena, pueden destruir montañas con el revés de sus manos?" Preguntó picarona.

Humberto, que sólo veía la creciente pila de brujos amontonarse encima de la Cristal Wall de Mu, entrecerró los ojos con furia, y el cielo tronó como respuesta a su ira interna. Él era un hombre orgulloso que siempre conseguía lo que quería. Si tenía que apoderarse del cuerpo de un santo, para poder sacar del medio a un dios molesto y así quedarse con su premio, lo haría, aunque no dejase piedra sobre piedra.

Lo lastimoso del asunto es que Humberto, el Capitán más joven que había tenido el Caleuche en tres siglos, no podía llevar a cabo tal empresa dado que se escapaba a sus posibilidades. Pero era hombre joven, demasiado orgulloso e insolente para su propio bien. El que no le estuviera resultando apoderarse de la mente del guerrero lo tenía descolocado: Saga se había fortalecido mucho en las últimas 24 horas y ni siquiera había podido rasgar siquiera un poco al interior de su mente, excepto provocarle una migraña. Humberto no quería aceptar que había perdido su oportunidad… aunque comenzaba a entenderlo.

Caminó con decisión hacia a pila que se amontonaba encima de Anneke y los santos. ¡Anneke! Como detestaba a esa mujer. Maldita limpia que metía las narices en lo que no le importaba. Lo peor de todo es que no podía hacerle daño. Ya vería…

Una luz blanca se coló entre la pila de brujos y segundos después, los santos los hicieron volar por los aires. Ya de pie, Saga y Mu repelieron a los restantes y comenzaron a caminar al encuentro de Humberto, quien, orgulloso como él solo, sacó pecho y levantó el mentón. No dio ni un paso más. Anneke se abrazó a la espalda de Saga: la tremenda seguridad que él le inspiraba tenía un efecto calmante en sus ya destrozados nervios.

"Esto es un juego de nunca acabar." Les dijo Humberto con las manos en las caderas. "Por mucho que ustedes sean más fuertes que nosotros, tarde o temprano se van a cansar."

"Lo sabemos." Respondió Saga muy serio, cruzándose de brazos.

"Por eso decidimos tomar cartas en el asunto." Añadió Mu, pálido como ratón de molino, pero digno en todo lo que le era posible.

"Necesitamos bajar del Caleuche. Pido permiso para desembarcar." Pidió Saga con una sonrisa sospechosa.

"No. Ustedes se quedan, les guste o no." Humberto rió socarronamente, cruzándose de brazos. "Intenten salir, si quieren, pero no respondo de su salud mental."

"¿Esa es tu última palabra?" Preguntó Saga.

"Sí."

"Ni modo." Dijo Mu encogiéndose de hombros e intercambiando una cómplice mirada con Saga. "Es la única solución que tenemos."

"Nos bajamos del barco… A lo cavernícola." Añadió Saga. Anneke les miró con curiosa inocencia, como si no supiera de qué hablaban los santos. Humberto arqueó una ceja. Saga inflamó su cosmos con fuerza, lo mismo que Mu. Esto preocupó al Capitán del Caleuche.

"¿Qué se supone que hacen?"

"Van a destruir tu barco." La explicó Anneke con una sonrisa burlona. "Si no nos dejan bajar, lo destruirán, aunque perdamos la razón."

"¡Pero…!"

"¡RAYO KEN!"

"¡REVOLUCIÓN DE ESTRELLAS!"

Las técnicas de Mu y Saga se estrellaron superficialmente hacia estribor y por la proa respectivamente, sin el ánimo de hacer mucho daño, pero sí para hacer notar su punto de vista. La madera se astilló en millones de pedazos y los mástiles crujieron tenebrosamente. Anneke se aferró a Saga aún más.

"¡DETÉNGANSE MALDITOS!" Exclamó Humberto lleno de miedo. Al menos el tipo era impresionable.

"¿Nos dejarás salir?" Preguntó Saga de nuevo.

"¡NO!"

"Entonces mejor destruimos esta nuez de una vez." Gruñó Mu.

Ambos Santos parecían ir en serio. Esta vez elevaron en serio su cosmos, preparándose para disponer de sus más letales técnicas. Humberto retrocedió un paso, y por un instante cruzó miradas con los grises ojos de Anneke, que parecían confirmarle que realmente los santos destruirían el Caleuche si no los dejaban ir.

"¡EXPLOSIÓN DE…!"

"¡EXTINCIÓN DE…!"

"¡BASTA!" Vociferó Humberto, deteniendo a ambos santos, que lo miraron muy serios. "¡YA LÁRGUENSE! Váyanse los malditos de mi barco si quieren, tienen mi permiso." Gruñó con el dolor de su orgullo.

"No quiero que me vuelvas a molestar, ni que te acerques a Anneke." Le advirtió Saga. Humberto apretó los puños sin ceder. "Bien. Tú lo has querido. ¡EXTINCI…!"

"¡YA, YA, YA ESTÁ! No te volveré a molestar y ningún brujo se acercará a esa mujer en su vida, PERO YA LÁRGUENSE."

Anneke suspiró de alivio. Saga miró a Mu de soslayo, quien asintió con la cabeza. Bajo la atenta mirada de los demás brujos, al menos de los que estaban concientes, se alejaron de Humberto hasta una distancia prudente.

"Voy a abrir un portal hasta la casa de Anneke… quisiera dejarla allí antes de partir." Le dijo Saga. Mu asintió: lo único que quería el lemuriano era bajarse del barco.

"Por mi está…"

"¡CUIDADO SAGA!"

Anneke empujó al gemelo al suelo, alcanzando con las justas a retirar las manos antes que una poderosa bocanada de fuego, que calcinó a 3 brujos distraídos, le pasara por encima. La chica se dio la vuelta hacia Humberto, quien la miraba espantado: aquella mujer le había descubierto, le había sorprendido: eso no era bueno para su salud. Saga se incorporó rápidamente en una actitud defensiva, pero Anneke le detuvo, sin dejar de mirar a los ojos a Humberto.

"¡COBARDE!" Exclamó Saga, conteniéndose en decirle otras cosas intencionadas, dado que Anneke estaba presente. La chica le abrazó con fuerza.

"Vamonos, por favor."

"Saga, no vale la pena."

El santo de Géminis abrió un portal a otra dimensión, que llevaba convenientemente hacia la casa de Anneke en la isla. Ambos dorados, como los caballeros que eran, esperaron a que Anneke cruzara de nuevo, sin embargo la chica, antes de cruzar, giró sobre sus talones y con el rostro frío y serio, apuntó a Humberto con el dedo, en una amenazante actitud.

"Te descubrí, infame." Le dijo con firmeza. "¡Sabes lo que eso significa! Así es como te quería pillar." Y sin más, la chica cruzó por el portal, seguida de Mu. Saga sin embargo se quedó atrás unos momentos.

"¿Cambiaste de idea que no te vas?" Humberto apretó los dientes. Saga avanzó unas cuantas zancadas y serio como estatua de juzgado, lo miró a los ojos. "¡VETE ANTES QUE ME ARREPIENTA!" Vociferó el Capitán del Caleuche. Saga sonrió maquiavélicamente.

PUNCH. CRAACK.

El Santo de Géminis le dio un certero golpe en la cara, que sirvió para destrozarle la nariz a Humberto. El brujo trastabilló hacia atrás varios metros, sujetando su ahora sanguinolenta nariz, para finalmente caer sobre su espalda entre unos barriles.

"Tenía que hacer eso." Saga giró sobre sus talones, caminó hasta el portal y lo cruzó sin mayor problema.

Casa de Anneke.

La puerta de la cocina se abrió con suavidad. Saga entró cargando a Anneke, que se sentía cansada como nunca antes en su vida, y la dejó sobre una silla. Detrás entró Mu, quien tenía que ser el lemuriano más feliz del planeta, porque estaba de regreso en un lugar más firme. Bruno, el viejo perro de la chica, saltaba angustiado y ansioso alrededor del trío, y buscaba a toda costa ver que su ama estuviera bien. Anneke apoyó los codos en la mesa y la cabeza entre sus manos. Mu depositó un vaso de agua a su lado.

"¿Estás bien, Anneke?" Preguntó Saga.

"Muy cansada, eso es todo." Le dijo mirándolo a la cara, con una débil sonrisa.

El gemelo la miró complacido. Le gustaba ver la sonrisa de esta chica tan extraña y que ya le había salvado la vida en más de una ocasión. Afortunadamente, eso ya no sería necesario, esperaba, a partir de ese momento. Sintió en eso un nudo en el estómago al verla. Intercambió una mirada con Mu, quien le miró con atención.

"¿Quieren comer algo antes de marcharse? No hemos desayunado nada." Preguntó de pronto Anneke, mirando a ambos santos a la cara. Los ojos de la chica se habían llenado de pena de un momento a otro y habían perdido algo de brillo. Esto llamó la atención del Lemuriano, pero fue a Saga a quien más le afectó. "Creo que Saga dejó algo de kuchen ayer."

"Le agradezco mucho señorita, pero no puedo en esta ocasión." Se disculpó Mu con todo el dolor de su alma. "Dudo poder retener algo en mi estómago en estos momentos."

"¿Cómo sabes que ya nos vamos?" Preguntó Saga con ojos grandes y voz quieta.

"Porque tienes que regresar. ¿O crees que es muy divertido tenerte de parásito?" Medio sonrió Anneke. "Vete que te deben necesitar en tu casa."

"La verdad no lo necesitamos." Dijo Mu muy serio. "Ha estado todo muy tranquilo sin Gargamel quejándose por todo."

"Oye, puntitos, no me busques que me encuentras." Gruñó Saga malhumorado. Mu sofocó una burlona sonrisa.

"Da igual." Mu se encogió de hombros. Su rostro aún no recuperaba sus colores normales, pero ya se sentía mucho mejor. Le hizo una pequeña seña con la cabeza a Anneke. "Un gusto señorita, lamento que nos hayamos conocido en tan penosas circunstancias. Espero poder verla de nuevo. Saga… te espero afuera."

Sin mayor ceremonia, Mu salió de la cocina, dejando a Saga solo con Anneke en la cocina. Pasó un minuto… como que ninguno quería despedirse, pero sabían que era inevitable. Saga no quería dejar a Anneke sola, más aún cuando de pronto la presencia de la chica se había inundado de la más penosa melancolía… la misma que había detectado al principio. Se agachó junto a la chica, para poder mirarla a los ojos, de igual a igual.

"Ojalá que me vengas a ver después."

"¿Huh?"

"Que vengas cuando quieras, tan solo llama antes." Le dijo Anneke sonriendo.

"Este… yo… tengo que volver a casa. Necesito ver como están las cosas allá y…"

"Tienes que ver a tu hermano. Yo lo sé." Anneke lo miró curiosa, mientras le acariciaba el rostro… gesto que sorprendió dulcemente al Gemelo Mayor. "¿Por qué me das explicaciones que no me debes?"

"No lo sé. Si no te las diera, me sentiría muy mal." Saga le sonrió mientras se ponía de pie. "Gracias Anneke: en verdad te debo muchas."

"No es nada." La chica entonces se puso de pie y lo abrazó con un gran cariño, abrazo que a Saga no le quedó más remedio que responder. "Cuídate mucho y no te desabrigues."

"Lo intentaré. Anneke… ¿irás a verme algún día, verdad?" Pregunto como temeroso que le dijera que no. La chica asintió lentamente.

"Te iré a ver sólo si me vienes a buscar para llevarme."

"No creas que no lo haré." Respondió Saga inflando el pecho.

Ambos se quedaron mirando a los ojos un buen rato. Intrigaba a Saga el hecho de que tenía que levantar la cabeza ligeramente. Sin embargo su mirada se clavó en los grises ojos de su amiga, y en la profunda pena que estos tenían. Anneke lo soltó y medio sonrió.

"Ya sabes donde vivo. Vete a ver que todo esté en orden en casa."

"Eso haré. Anneke… oye... Nunca me dijiste cuanto medías de alto."

¿Qué mejor pregunta para poner a la chica como gato de espaldas? Anneke, se puso de un llamativo color rojo, y le dio un juguetón empujón a Saga, a quien arrastró fuera de la cocina. Una vez afuera, Mu alzó las cejas… errr, digo puntos…digo… ¡Ustedes Ya Saben A Lo Que Me Refiero! El caso es que Mu alzó los puntos al verlos salir: se habían tardado menos de lo que él creía.

"Muy Bien. Ahora lárgate." Le dijo Anneke.

"¡Que Carácter!"

"Por favor, Mu, ya llévatelo." Pidió la chica divertida. Mu asintió.

"Así se hará."

"¡Cuídate Anneke y Gracias por Todo!" Alcanzó a decir Saga antes que Mu lo tele transportara fuera de allí.

Anneke se quedó mirando el espacio vacío, ya que en el momento en que los dorados habían desaparecido, el lugar había sido llenado por el más ensordecedor de los silencios. Bruno llegó a su lado y se apegó a ella, gimiendo y lamiéndole los dedos. La chica respiró profundo y ocultó los ojos bajo el flequillo.

"¿Lo ves, Bruno? Estamos solos tú y yo de nuevo…" El perro alzó las orejas y observó con atención a su ama, quien suspiró con amargura. "… Estoy sola de nuevo…"

La chica giró sobre sus talones y se dirigió de regreso a la casa, seguida del leal perro.

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

No hay adelanto del próximo capítulo… porque es el último.

PS: AHÁ. Seguro no era el final que ustedes esperaban. La verdad prefiero dejarles hasta allí: ya se me estaba haciendo muy repetido dejar a mis dorados con una pareja establecida, cuando a veces las relaciones se tardan un poco más en concretarse… además lo hice porque soy una celosa y me cuesta compartir a Saga XDDD, aún con una de mis "hijas." De todas maneras… aún queda el epílogo. Espero que hasta aquí, este cartapacio les haya gustado mucho. De momento les pido que ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!

Brújula Cultural:

Brujos: Recuerden que una de las formas de eliminar a un brujo, es descubriéndolo en medio de una fechoría. Si esto ocurre, el brujo morirá antes de un año. Cuando Anneke vio lo que Humberto estaba haciendo a espaldas de los santos, eso cuenta como haber sorprendido al brujo en una fechoría.

OMAKE:

Cuando Las Tripas Rugen.

Esa noche.

21:30 pm

Anneke suspiró profundo una vez más y dejó de ver a través de la ventana. Ya no se veía nada para afuera, la noche estaba cerrada. Llevaba encima el cansancio de todas las cosas ocurridas esa mañana, y también aquellas que no sucedieron, cosa que en ambos casos eran muchas. Todo lo anterior se dejó caer sobre sus hombros como un grueso fardo. Sacudió ligeramente la cabeza y regresó su atención a su cena: se había preparado pasta con salsa boloñesa. Algo sencillo y muy común.

Llevó el plato a la mesa y lo dejó allí unos segundos, mientras iba en busca de algo para beber en su refrigerador. Estaba por cerrar la puerta cuando… un par de manos cálidas le taparon los ojos.

"¿Hiciste como para repetirte? Es que esto huele muy bien."

"¡KYAAA!" Anneke casi deja caer la jarra que llevaba en sus manos. Giró sobre sus talones lo más rápido que pudo. Saga le miró inocente, y con los ojos grandes. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas y no sabía como explicar su presencia allí.

"Hola."

"¿Tú De Donde Sales?" Le preguntó contenta, pero tratando de desacelerar su pobre corazón. "¿No se supone que deberías preguntar 'quién es', en vez de preguntar por lo que cociné?

"Es que tenía hambre." Saga reconoció aún más apenado. "En mi casa no hay nada listo y el lugar se siente muy solo y no me gusta almorzar sin compañía." El Gemelo mayor se puso a jugar con sus dedos. "Nadie quiere almorzar conmigo tan tarde."

"¿Almorzar?"

"En Atenas son las 14:30. Hora de almuerzo… y la verdad me recordé que cocinas rico, y…" Saga agrandó aún más sus ojos. "No te enojes conmigo por llegar sin avisar."

"¿Qué no sabes cocinar?"

"…"

Saga la miró largo rato y se cruzó de brazos. Bufó fingiendo molestia, mientras observaba a Anneke dejar la jarra encima de la mesa y se dirigía a la cocina. Una vez que revisó las ollas, caminó hacia otra estantería y revisó dentro de unos cajones. Sacó un plato, un vaso y un par de cubiertos extra.

"Es que no quiero comer solo ni con mala compañía." El geminiano bajó la mirada. "Además la comida de los hospitales me pone nervioso. Sabía que tu estabas sola y…"

Anneke le entregó los artículos que había sacado de los cajones y estantes a Saga, a excepción del plato. Lo miró con una sonrisa amable y alegre.

"Ponte un puesto, en seguida te sirvo." La chica caminó hasta las ollas.

"¿Entonces me invitas a cenar?"

"Sí, pero no te hagas ideas." Le sonrió Anneke mientras servía un segundo plato de pasta. "Las pastas no se me dan bien, así que no respondo si no te gustan."

"Da Igual."

Saga se encogió de hombros y al mismo tiempo que había terminado de disponer su sitio, Anneke le sirvió su plato con comida. La chica se sentó en su puesto y ambos comenzaron a comer.

"Espero que esto no se te haga una costumbre." Bromeó Anneke. "¿Qué tal todo por tu casa?"

"Bueno…" Saga se detuvo unos momentos. "Tuve que dar muchas explicaciones, y tengo que redactar un informe de lo ocurrido en el Caleuche, están restaurando el área dañada en el coliseo, pero fuera de eso, todo bien." El gemelo reanudó su comida con entusiasmo. Lo que estaba comiendo… ¡Estaba Delicioso! "¿Seguro que no se te dan las pastas?"

"Es que con hambre, todo se encuentra delicioso." Anneke suspiró. ¡Cómo se alegraba de ver a Saga comiendo! "Dime una cosa. ¿Cómo sigue tu hermano?"

Saga se detuvo de golpe y ocultó la mirada bajo su flequillo. Suspiró con pesadez y se quedó quieto por lo que pareció una eternidad. Anneke tragó saliva: quizás no debió preguntar.

"Disculpa mi rudeza, no quise…"

"Kanon está bien. Todavía no despierta, pero la doctora que lo está atendiendo dice que está mejorando y que estuvo muy delicado. El maldito infeliz estuvo muy mal." Aclaró Saga, quien miró a Anneke con los ojos cansados. "Pero ya basta de lo que pasó conmigo. Dime¿Como te fue hoy?"

Anneke le sonrió. Ambos continuaron el resto de la cena charlando animadamente, poniéndose al día de lo que había ocurrido en ambos lados del planeta, en sus respectivos hogares. De momento, ninguno lo sabía, pero esta no sería la primera comida que compartirían.

¿Es que huelo algo en el ambiente, que es muy bueno y que no es comida? Espero no equivocarme.

Fin del Omake.

Por

Manquehuito (Misao-CG)