Disclaimer: Todos los personajes, castillos, mundo, hechizos... en fin, todo pertenece a JK Rowling. Yo sólo hago esto por diversión.
Bien, después de haber leído el sexto, necesitaba alejarme un poco de la historia que todos conocemos... y he decidido ambientar esta cuando Harry debía ser bastante pequeño, en la época en la que Bill Weasley está en séptimo. Espero que os guste, por que yo me lo estoy pasando muy bien escribiéndola.
A los que esperabais una actualización de "Languor Aperio" os pido un poco de paciencia, es que todavía estoy en trauma post-sexto y puede que tarde en recuperarme. Los que lo habéis leído ya sabéis a qué me refiero... nada más ¡a leer!
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Hola a todos. Mi nombre es Victoria. El apellido no importa, en realidad os haría reír si lo supierais, y eso no me gustaría porque pretendo que me toméis en serio.. Como iba diciendo, me llamo Victoria, y soy bruja. No en el sentido malintencionado y grosero de la palabra (creo que soy bastante agradable). No. Hago magia. ¡Sí! Magia de verdad. No me limito a mero ilusionismo, yo soy de las que de verdad sabe hacer aparecer un conejo de dentro de una chistera,... er... más o menos... en realidad no soy muy buena en apariciones.
¿Por qué os estoy escribiendo esto? Muy simple: estoy enamorada. Oh sí, pero no de una persona cualquiera... no. Se trata nada más y nada menos que de mi profesor. "¡Pues vaya una historia típica!" diréis. Ja, si conocierais a mi profesor... es tan... no sé, misterioso y sexy... Siempre vestido de negro, el pelo largo (ay, cómo me gusta) y tiene una nariz tan elegante... me emociona oírle hablar, sus túnicas ondeando al viento son como brazos que me llaman... claro, que si me acercara a él y le abrazara... uf, no quiero ni pensar en lo que pasaría. En realidad creo que me odia. Y eso es lo más triste de todo. ¿Qué he hecho yo para merecer su desprecio? Mis amigas me dicen que no me preocupe, que es así con todos, incluso con el resto de los profesores... ¿Cómo no me voy a preocupar, si no me hace ni caso? Yo creo que detrás de toda esa máscara de frialdad se esconde el corazón de un hombre sensible y adorable tan tierno como un gatito...
Me acuerdo de aquella primera vez que le vi. Yo era muy pequeña, y me asusté un poco cuando en la ceremonia de selección me dijeron que él era el jefe de la casa de Slytherin... allí, con el sombrero seleccionador calado hasta las cejas, deseé firmemente no ir a su casa... pero ahora las cosas han cambiado. No es que quiera ser Sly, (mis amigos Gryffindor me matarían) sino que haría lo que fuese por que me pasara algo que me uniese más a él.
En realidad ya lo intenté una vez. Después de mucho pensar llegué a la conclusión de que lo que tenía que hacer era ayudarle un poco, que se diera cuenta de lo guapa, interesante y divertida que soy yo. Es decir... preparé una poción de amor y se la di. Oh, sí, se la di, y él se la bebió... pero no salió todo como yo esperaba. Ejem, yo soy buena en pociones (a ver, con el interés que tengo en el profesor...) con esto quiero decir que la poción estaba bien hecha, lo que no funcionó del todo fue... ¿de verdad queréis saberlo? Uf, qué vergüenza... pero ya que voy a contarlo, empezaré por el principio.
Creo que no os lo he dicho, pero este año estoy en séptimo, es decir, que este es mi último año en Hogwarts y en cuanto haga los EXTASIS pienso probar suerte en Gringotts, el banco de los magos. Un amigo mío también quiere ir allí, y como es muy guapo, muy simpático y nos llevamos muy bien, pues una de las razones por las que quiero ir allí es por él. Se llama Bill Weasley ¿le conocéis? Seguro que habéis oído hablar de él. Es alto, y con una larga melena pelirroja que suele llevar atada en forma de coleta. Es guay... ¡hasta lleva un pendiente con forma de cuerno!. Pero no os dejéis engañar por su aspecto: es muy estudioso y muy listo¡este año ha ganado el Premio Anual! Y por supuesto nadie duda que batirá todos los récords en los Extasis... pero ya basta de hablar de Bill, aunque... bueno... tiene mucho que ver en mi historia. Ya llegaremos a eso.
El resto de mis amigos no tiene ni idea de lo que les gustaría hacer... algunos quieren ser aurors ¡qué poca originalidad! La verdad es que el departamento de aurors del ministerio debe estar lleno de Gryffindors. Aunque, sinceramente, opino que actualmente debe tener menos trabajo, desde que el niño- que- vivió sobrevivió... De este sí que habréis oído hablar. Se llama Harry Potter y no hay mago que no sepa quién es. Derrotó al mago más malo y más poderoso siendo tan sólo un bebé. No sé qué habrá sido de ese niño. Probablemente viva en una mansión llena de gente que le adore. ¡Qué suerte!
Yo mientras tanto, aquí estoy. No puedo quejarme. A mí también me gusta la Defensa Contra las Artes Oscuras, y será una asignatura que debo aprender muy bien si no quiero quedarme fuera del trabajo de Gringotts. Allí si no sabes defenderte... mal rollo.
Joe, empiezo a hablar de mí y no paro. Ya voy a mi historia.
Pues este año, como ya he dicho, mis amigos y yo estábamos en Séptimo. El estrés en este curso es inimaginable, aunque tiene sus ventajas. Los de séptimo somos los dueños de la sala común. Ésta cada vez parece estar más llena de niñatos... claro, eso va a ser que nos vamos haciendo mayores. Precisamente eso estábamos comentando mis amigas y yo, tiradas en el sofá frente al fuego una tarde plomiza de octubre.
-¡Uf qué cansada estoy!- dijo María nada más entrar por el hueco del retrato.
-Anda, María, deja de quejarte como una vieja reumática y siéntate aquí con nosotras... ¡Fuera de aquí, niño!- le dijo Mónica mientras que espantaba a un osado chico que quería sentarse en el sillón destinado a María.
María se dejó caer pesadamente sobre el sofá y tiró la mochila repleta hasta los topes de libros.
-Si es que... ¡No hay derecho¿Por qué nos hacen estudiar tanto? Eso estaba bien cuando teníamos todas las neuronas frescas, pero después de siete años... ¡no soportaría otro año más con Binns!
-Claro, María... ¿A quién se le ocurre meterse en Historia de la magia?- le dije yo.
-YA os vale. ¡Necesito el Extasis de Historia para poder entrar en el ministerio! Y la asignatura me gusta... lo único que el profesor... bueno, no sé cómo Dumbledore no le ha echado todavía.
-Bah, Dumbledore está loco o senil...- dijo Mónica repantingándose un poco más en el sofá.
-No te atrevas a decir eso.- je,je, yo siempre defendiendo a Dumbledore... me cae bien el vejete.
-Pues yo estoy de acuerdo con ella. ¡Lo que a ti te pasa es que siempre estás defendiendo a todos los profesores!
-¡Qué va! Mónica, me ofendes.
Después de un rato me puse a continuar con mi tarea... era suspiro la que nos había puesto Snape.
-¿Qué estás haciendo, Victoria?
Levanté la vista.
-¿Eh? Ah, Pociones.
María y Mónica se miraron.
-Ya.
-¿Por qué me miráis así?
-¿Qué tal tu clase hoy con Snape?- No sé por qué el tonillo retintinero con el que lo dijo Mónica no me gustó nada.
-¿Qué insinúas? Ha sido normal, como siempre.- ¡Si es que no se puede contar a nadie que te gusta tu profesor!.. Enseguida se empiezan a reír de ti todos y a aprovechar cualquier excusa para lanzarte indirectas.
-Ajá. ¿Y qué habéis aprendido hoy?- Siguió Mónica en el mismo plan.
-¿Filtros de amor? – Añadió María olvidando lo cansada que estaba. Las dos se empezaron a reír como tontas (porque lo son) y yo me quedé ahí, poniéndome roja... bueno, en realidad me esforzaba por que no saliera sonrisita que empezaba a esbozar mi boca,.
-Bueno¿vais a parar? Se va a enterar toda la torre. SSSSHHhh- intentaba acallarlas, pero nada. Así que cogí un cojín y me lancé sobre ellas dos a cojinazo limpio
Claro, ellas se armaron con otros dos y empezamos a dar el espectáculo delante do toda la sala común. Ja, si eso mismo lo hubieran hecho los pequeños ¡la que les habría caído habría sido de órdago!
Cuando ya nos empezamos a calmar, es decir, cuando ya estábamos unas sobre otras en una extraña postura, se oyó una voz.
-Jajajaaj¿así que erais vosotras las del escándalo? Jajajajaj.- era Bill, que estaba acompañado por unos amigos y su repelente hermano pequeño.- Bueno, Percy. Ya ves que no es para tanto.
El niño repelente nos señalaba y decía a su hermano mayor.
-¡Pero Biiiiiiiil! No me dejan estudiar. Se lo diré a mamá. Haz que se callen. No sé como pueden haberte elegido premio anual y prefecto.
-Vamos, Percy... si quieres estudiar vete a la biblioteca.
Percy le miró muy ofendido y estirándose todo lo que pudo salió airadamente de la sala. Creo que le vi restregándose las lágrimas... me daba igual, es un niño repelente. De mayor será insoportable, seguro.
Nosotras recobramos la compostura de señoritas afectadas y Bill se sentó a nuestro lado. Sus dos amigos, Jim y Leo, subieron al dormitorio de los chicos. El efecto fue inmediato. Sospecho que a María y a Mónica les gusta Bill. Ya sabéis en qué sentido.
-¿Y bien, señoritas¿Se puede saber cual es el motivo de tal escándalo?- Dijo adoptando una pose seria e imitando a la perfección el tomo de McGonagall.
Las tres nos echamos a reír otra vez.
-Ja, nada Bill. Estas dos, que son imbéciles.- le dije, señalando a las dos imbéciles en cuestión.
-¿Sabes quién le gusta a Victoria?- Dijo Mónica con una sonrisa malvada. Supongo que a eso se le llama venganza.
-¡Cállate! Si se lo dices te degüello- salté yo.
-Me da igual... – Mónica se levantó de un salto y le dijo a Bill al oído (es que si no se acercaba a él tanto, reventaba la niña) lo suficientemente alto como para que yo lo oyera.- Nuestro querido profesor de Pociones.
Bill se quedó allí sentado. A él todo eso le daba igual. Me dieron ganas de abrazarle. En lugar de eso, cogí a mi supuesta amiga del brazo y le grité.
-¡Traidora! Ya no te ayudo con tus deberes, hala.- La extorsión es lo que mejor se me da.
Pero creo que Mónica ni me oyó. Acababa de sentarse al lado de Bill...,. al otro lado estaba ya María. ¡Qué descaro! Ya sé que el chico es guapo... pero mis amigas son patéticas (se nota que las quiero mucho). Cómo no cabía más gente en el sofá me senté de nuevo, esta vez en el sillón.
-Bill, deberías enseñarle a Vic cómo hacer correctamente un filtro... jajajaja¡seguro que se lo echa al murciélago!
Los tres se rieron de mi (o de MI SEV o de los dos, vaya usted a saber) mientras yo me cruzaba de brazos y miraba fijamente la chimenea. Hum... un filtro... para Severus... mi cabeza empezaba a darle vueltas a la tentadora idea. La verdad es que era una gran idea... pero sería imposible llevarla a cabo. En el hipotético caso de que consiguiera hacer la poción ¿cómo iba a hacer que el profesor de POCIONES que me odia o pasa de mí se tomase el líquido que yo le ofreciese sin que él notase lo que era? Puf... podrían salir tantas cosas mal... pero era un sueño bonito.
Algo de mis pensamientos debieron de notar los otros porque Bill me preguntó.
-¿Lo estás pensando? Eso es mala señal.- y me sonrió. Lo cual provocó que mis amigas se acercaran más a él y rieran aún más alto. Cuando yo digo que son patéticas...
-Pues la verdad es que es muy tentador... Pero debe ser imposible.
-Uy, nada hay imposible si lo deseas con fuerza... jajaja- dijo María aprovechando la risa para apoyar la cabeza sobre el hombro de Bill.
-¿Estás pensando en hacerlo de verdad, Victoria?- Dijo Mónica, mientras se inclinaba un poco para acercarse a mí.
-¡No¡Claro que no!
-Pues yo creo que sería muy fácil. Sencillamente le echas la poción en el café cuando no sospeche nada y esperas hasta que se lo beba... después haces que te mire ¡y ya está!
-Si, claro... qué fácil.- dije yo, irónicamente, por supuesto... ¡María tenía unas ideas a veces!
-A mí me parece que deberías aprovechar un momento en el que Snape esté débil o algo así.- Opinó Bill- algo así como si estuviera borracho... entonces seguro que bebía cualquier cosa
-Claro, Bill. ¿Y cómo le emborracho? Para eso tendría que darle de beber... estamos en las mismas.
-Pues a mí me parece una gran idea, Bill.- Saltó María. Reprimí el impulso de voltear los ojos
-Ja, lo que pasa es que no tienes narices para hacerlo.- Dijo Mónica desafiante. Yo tendría que conocer a mis amigas, que ya son muchos años juntas. Pero si había alguien idiota en esa habitación, ese alguien era yo. Así que, ni corta ni perezosa le digo un estúpido:
-¡A qué sí!
Había mordido el anzuelo. Ya no había marcha atrás. Ojalá me hubiese mordido la lengua y allí mismo me hubiera caído un rayo. Pero no. Lo que pasó fue que los tres se me quedaron mirando totalmente en silencio.
-Júralo.- me dijo María.
-Lo juro.- Hala¡alegría! Allí estaba, firmando mi sentencia de muerte más contenta que unas castañuelas, sin pensar que un juramento, es un juramento. Sin pensar que esas dos iban a estar allí todo el día dándome la paliza...
-Si no lo cumples... ¿qué tendrá que hacer, Mónica?
Mónica se quedó un rato pensando muy seria, y yo ya creía que iba a decir que mejor no me obligaran... cuando dijo algo terrible.
-Si no lo cumples... ¡le daremos tu diario al propio Snape!
Silencio.
-¿Qué?
-¡Genial, Mónica!... Ya estoy viendo la cara del murciélago mientras lee "oh, Sev, hazme tuyaaaaaaa"- Como siempre, María riéndose de mí.
-Bah, no seáis patéticas ¿de verdad pensáis que el murciél... que Snape leería un diario de una alumna? Mira que llegáis a ser infantiles...- Intenté convencerlas.
-Oh, Victoria, gracias por la idea... se me ocurre algo mejor... ¡repartiremos una copia a cada alumno y profesor!... seguro que alguien lo lee.
¿Por qué no soy capaz de quedarme nunca calladita? Si no les hubiese dicho nada...
-Por cierto, mejor será que tengamos nosotras ese cuaderno... ¡Accio diario de Victoria!
Y para mi horror, el diario vino flotando desde nuestro dormitorio hasta las manos de Mónica... tenía que hacer algo para impedirlo. Antes de que mi amiga pudiera agarrarlo, me levanté de un salto y ya me iba a arrojar a cogerlo... cuando noté que un brazo fuerte me tomó por la cintura y me impidió avanzar...
-¡Bill¿ES que tú estás de su parte?- y con resignación vi como María recibía el diario entre sus brazos limpiamente.
-Jajaja, venga, Vic... será divertido... ¡y conseguirás lo que deseas!
-Si claro, Bill. Para ti es muy fácil decirlo... Si lo que quieres es leer mi diario, te lo doy ahora, ya que de todos modos no voy a poder hacer la poción...
-Yo te ayudaré.- Bill es un perfecto caballero... o eso creía.
Mis amigas me miraron las dos enfurruñadas mientras decía.
-¿En serio?
-Sí.
-Ey, Bill.. si la ayudas tendrás que perder algo tú también si no lo conseguís...
-¿No os parece mejor usar el baño de prefectos siempre que queráis?
Mónica y María se consultaron con la mirada nuevamente.
-De acuerdo. Uf... me muero de sueño... ¿Por qué no nos vamos ya a dormir?
Miré la sala... estaba casi vacía... ¡Y yo no había terminado aún lo deberes de Pociones!
-Id vosotros... yo tengo que terminar esto.
-Ah, Claro... ¿para Sev? Jajaja, pues nada. Espero que allí te venga alguna poción de amor... te damos hasta antes de final de curso para conseguirlo. Buenas noches, Bill.
-Las dos recogieron sus cosas y se dirigieron a las escaleras de nuestro dormitorio. Sin embargo, Bill se quedó a mi lado.
-Bueno...- dijo él- ¿Ya has pensado en qué filtro...?
-No, la verdad es que no tengo ni idea... ¿alguna sugerencia?
-Creo que lo mejor sería una poción de efecto corto... como mucho un día... y que después de ese tiempo no recuerde nada.
Hum... la verdad es que este chico parecía saber muy bien lo que se hacía. Estaba bien pensado.
-Me parece bien... ¿Alguna receta en concreto?
-Tendremos que buscar en la biblioteca... ¿qué tal mañana?- dijo mientras me lanzaba una deslumbradora sonrisa.
Fiu, si yo hubiera sabido lo que pretendía ese chico tras esa sonrisa... no hubiera dicho "Sí" tan rápido... Todavía no lo sabía, pero Bill se iba a aprovechar de mi situación... pero no os voy a adelantar nada. Así hay más misterio... Por otra parte me da tanta vergüenza pensar en lo que sucedió...
En fin, pues esa noche me acosté bastante tarde, porque no sé si habéis intentado hacer alguna vez los deberes para la clase de tu profesor favorito al lado de un chico tan guapo y simpático como Bill... en serio, mi corazón se veía dividido... y mi trabajo interrumpido. ¿Es que yo no veía que Bill tramaba algo? No, tonta de mí... yo sólo pensaba en Snape y en la maldita poción, sin pensar en las cosas que podían salir mal.
Al día siguiente fuimos los dos por la tarde a la biblioteca... La señora Pince nos miró como si fuéramos terroristas cuando solicitamos un libro de filtros amorosos.
Bill y yo nos sentamos en una mesa de la biblioteca y empezamos a buscar la poción que necesitábamos. Después de bastante tiempo nos decidimos por una... Precisamente estábamos copiando los ingredientes y las instrucciones en un pergamino cuando ocurrió algo muy gracioso: Filch apareció en la biblioteca. Abrió al puerta y vimos su cabeza asomándose... miró a izquierda y derecha... supongo que no vio a nadie, ni siquiera a nosotros, porque entró. Tenía la escoba cogida con una mano y la iba arrastrando tras de sí... en la otra mano llevaba una flor enorme y bastante mustia.
Bill y yo nos miramos y decidimos guardar silencio. Con gran sorpresa por nuestra parte... ¡Filch le tendió la flor a la señora Pince y esta le dio un beso en la mejilla! Puag... no sé si fue una escena divertida o repugnante... pero Bill y yo casi tuvimos que escondernos debajo de la mesa para que no se nos oyera reírnos... Aunque no lo debimos conseguir del todo, porque Filch se giró y nos vio allí, mirándole con los ojos como platos y con una sonrisita... se marchó gruñendo no sé qué sobre los "repelentes alumnos entrometidos".
Bueno... pues esa noche ya teníamos la receta... (jajaja, ni que fuéramos a hacer pastelitos). Sólo faltaba hacerla y la parte más difícil... dársela a Sev.
Como no sabíamos dónde hacer la poción, decidimos ir a la torre de astronomía (sí, ya sé la fama que tiene esa torre... que es a dónde van todas las parejitas y tal... pero es que pensamos que en el hipotético caso de que alguien entrara justo en la sala que habíamos elegido, estarían tan... ocupados, que no notarían el caldero. Mientras ideábamos todo esto, por supuesto que yo intentaba recuperar mi diario a toda costa... ¡pero me había sido imposible! Tengo unas amigas muy retorcidas cuando quieren... Sospecho que está escondido en alguna parte del castillo fuera de la torre de Gryffindor... pero todavía no lo he encontrado.
Al día siguiente de llevar el caldero a la torre, Bill y yo tuvimos clases de Pociones (aaaaayyyyyyy). Claro, Bill, y yo estudiamos lo mismo, si queremos trabajar en el mismo sitio...
-Victoria... - Me dijo por encima de los vapores de la clase.
-¿Hum?– yo seguía distraídamente los movimientos de Snape por la clase... ¿Por qué no se arreglará el pelo? Necesita una mujer en su vida... me necesita a mí...
-Hola... vuelve a la realidad... nos falta un ingrediente para la poción.
Yo miré mi libro...
-No, no falta nada...
-Esa poción no, tonta... me refiero a –bajó la voz- el filtro...
-Señorita XXX ya os dije que no diría mi apellido y señor Weasley... ¿Conspirando en mis clases? Bien, diez puntos menos para Gryffindor.- Nos miraba como a escoria. Ya verás morenazo cuando te pille... ¡Tiene una voz tan seductora!
Snape se alejó de nuestro sitio para inspeccionar el resto de los trabajos. Aprovechando que estaba dado la vuelta Bill me dijo muy rápido.
-Lo siento, pero no hay otra manera de conseguir lo que nos falta...
¿Qué? No me dio tiempo ni a preguntarlo. Sencillamente, me empujó, haciendo que me cayera del asiento (sí, con el taburete alto incluido)... sobre la mesa de los del al lado... todos Slytherin. Por supuesto, la cosa no podía quedarse sólo ahí, Oh, no... al darme contra la mesa (con la cabeza, concretamente) ésta se tambaleó y el caldero que estaba justo en el borde (voy a matar al tipo que lo dejó ahí) se cayó del escritorio. Pero no sólo eso... no sólo me cayó todo el contenido encima... además mi ya dolorida cabeza recibió otro impacto. El caldero cayó del todo... y ya no pude ver nada más.
Lo siguiente que recuerdo (oh, felicidad eterna) fueron unos brazos fuertes que me llevaban. Sí¡¡era él! Me estaba llevando a la enfermería en brazos. Deseé que el tiempo se congelara... incluso perdoné a Bill... momentáneamente. Se iba a enterar el pelirrojo cuando le volviera a ver... más valía que el numerito hubiese servido para algo. Supongo que montó ese escándalo para coger el ingrediente del despacho de Snape sin que él lo notara. Bueno, por lo menos estaba en sus brazos, y eso ya era algo.
Mi Severus iba murmurando algo por el camino... supuse que no debía ser nada agradable y me hice la desmayada otra vez... tal vez si se diera cuenta de que ya estaba consciente, me dejase en el suelo para que fuese a patita a la enfermería. NO, iba a disfrutar de ese momento. Hum... todavía recuerdo el olor de su túnica y el calor de su cuerpo... ayayayayay, me estoy poniendo colorada...
Pues mi Severus y yo llegamos a la enfermería y me depositó suavemente sobre una cama (supongo que con gran pesar por su parte). Oí sus pasos firmes por la enfermería y luego los nerviosos de la señora Pomfrey.
-¿Qué ha ocurrido, profesor?
-Hágase cargo de esta bufona... -¿Eh¿Bufona? No estará hablando de mí... ¿verdad? Abrí un ojo para comprobar que no había nadie más en la sala... oh, sí. La bufona debía de ser yo.
-Profesor... ¿pero qué ha pasado?
-Lo único que sé es que me di la vuelta y un instante después, tras mucho ruido, encontré a esta... tirada en el suelo con el caldero de un compañero de la cabeza...
-¡Ay1Pobrecita... ¿qué poción era?
-Nada importante... los efectos sólo le durarán unas semanas.
"Buf... nada importante...¿eh¿efectos¿qué efectos? Si me encuentro estupendamente..." pensaba yo.
-¡Qué horror! Y una chica tan guapa... cuando se despierte va a ser terrible para ella.
¿eh? No pude evitarlo... ya no podía esperar más... ¿qué efectos! Como todavía me quedaba algo de dignidad, no me levanté de un salto... sino que me removí en la cama haciendo ruiditos con la garganta... Una especie de ronroneo. Oí que se acercaban los dos a mí y entonces abrí los ojos.
Puse cara de desconcierto y de no saber donde estaba (si es que soy una actriz consumada)... y me encontré con sus negros ojos mirando fijamente dentro de los míos... seguro que me puse como un tomate... No sé lo que pensé... creo que le imaginé besándome con pasión... debió darse cuenta de mi sonrojo, por que de repente se irguió totalmente rígido y con una mirada extraña hacia mí se fue de la enfermería sin ni siquiera despedirse.
-¿Cómo estás querida?- me preguntó amablemente la señora Pomfrey
¿Hum? Yo seguía en mi nube... mi príncipe me había llevado en brazos y... joooooo, qué mirada tan profunda... seguro que estaba muy preocupado por mí. Tanto me impresionó esa mirada que se me había olvidado lo de "los efectos que durarían unas semanas". En ese momento me acordé. Me llevé las manos a la cara. Todo estaba en su sitio... sí, no faltaba ni sobraba nada allí... me incorporé... mi cuerpo parecía normal... Luego ¿qué efectos? La señora Pomfrey me miraba como esperando algo... ¿estaría esperando a que me diera cuenta por mi misma?
Qué tontería... si no me pasaba nada. Miré interrogante a la señora Pomfrey. No me dijo nada. Me levanté de la cama y ella no hizo nada por retenerme. En lugar de eso, me tomó del brazo y me condujo a una habitación contigua que supuse que debía ser su habitación. ¿Por qué¿Qué quería aquella extraña mujer de mí?. Abrió la puerta de un armario. Miré dentro. No había nada especial. Y luego lo descubrí. En la cara interna de la puerta del armario había un espejo, y en ese espejo un reflejo. Mi reflejo.
Me quedé ahí con la boca abierta. La señora Pomfrey apoyó su mano sobre mi hombro, como para infundirme ánimos.
-Arréglelo. Usted ha hecho cosa más difíciles.- le dije imperante.
Vi su sonrisa, esa que se dirige a niños pequeños o a locos.
-Querida... esto ha sido el efecto de una poción... es mejor no arriesgarse. Crecerá por sí sólo. ¿Una taza de té?
¿TÉ? Yo allí, pelona, más calva que Lex Luthor en Smallville y a esa vieja sólo se le ocurre darme té. ¡No me extraña que Severus se fuera así de repente nada más verme! Bill me las vas a pagar oh, claro que sí... despídete de tu preciosa melena pelirroja, de tu pendiente y de tu perfecto cutis...
Salí de allí sin despedirme, jaja, como Sev. Ni siquiera me daba cuenta de que la gente me miraba... hasta que me topé con María y Mónica... Estaban acompañadas de Jim y Leo. Los cuatro se quedaron de piedra al verme.
-¿Victoria?
-No, la reina de Inglaterra... ¿A tí que te parece?- Como véis no esrtab de muy buen humor al responderle así.
-¿Qué te ha pasado?- preguntó Jim.
Le debí mirar muy mal por que el pobre chico retrocedió.
-Sólo te diré una cosa... haz que Bill Weasley no se tope en mi camino... por su propio bien...
-Vámonos, anda...- Mónica me cogió del brazo y María nos siguió.
-Esperad, tengo que recoger mis cosas en clase de Pociones.
-Pero, mujer... no puedes ir así... espera a ponerte algo que te cubra.
Yo soy cabezota, y sin pelo, más todavía...
-¡Ni hablar! Me voy a Pociones. Ya nos veremos luego.
-¿No nos vas a contar lo que ha pasado?
-Oh, claro que sí... de hecho tenéis mucho que ver con ello... todo por la ridícula poción.
Me deshice de ellas y me dirigí a Pociones... la gente me miraba... no importa. No iba a bajar la cabeza por una... nimiedad como esa. Y no iba a... llorar... snif... no... no iba a... Buaaaaaaa, buaaaaaa,...
Llegué a la clase de Pociones empapada en lágrimas. Tan deprimida estaba que no me di cuenta de que no estaba vacía como esperaba hasta que oí una voz profunda que sonaba al fondo de la clase, mientras yo terminaba de recoger las cosas...
-¿Señorita XXX? mi apellido, ya sabéis acérquese...
Levanté la alopécica cabeza y distinguí a mi profesor de Pociones. Respira, Victoria, respira... Intenté secarme las lágrimas, debía estar dando un espectáculo muy patético... pero nada más verle, empecé otra vez a llorar como una Magdalena...
Me acerqué a él sólo por que me lo había pedido (en realidad creo que me lo había ordenado). Cosa extraña. Metió la mano dentro de su túnica y sacó un pañuelo de tela completamente blanco. Me lo tendió.
-Séquese, por favor.
Cogí el pañuelo y distinguí en él sus iniciales: SS. Me sequé las lágrimas... pero no me atreví a hacer lo mismo con ese líquido que empezaba a gotearme de la nariz... después de todo era SU pañuelo. Hum... olía a él. Esperé a que continuara con el lienzo entre mis manos.
-Ha sufrido un desgraciado accidente... ¿cómo ha ocurrido?
Snif, Snif... buaaaaaaaaa hala, otra vez a llorar.
-Cálmese, por favor.- Se le veía un poco cohibido. Se levantó de su escritorio y se sentó encima de la mesa, más cerca de mí... retrocedí un poco. Estaba muy cerca... y yo estaba calva. No era un gran momento para mí.
-Lo.. lo siento... Profesor...Fue un accidente... Bill me asustó no iba a perder la oportunidad de meter a Bill en la conversación. No quería que me castigaran a mí sola y sin saber cómo... me caí... y... buaaaaaaa... ahora estoy calvaaaaaaaaa...
-Bueno, bueno... tranquilícese... – ahí estaba ese hombre. Él tenía la culpa más que nadie. Tan calmado, tan... rígido... y mirándome así... como si él no hubiese tenido nada que ver. De repente sentí mucha rabia y mucha ira contra él.
-Gracias por el pañuelo... ya me voy.- se lo tendí y él lo miró con cara de asco...
-Eh, quédeselo. Sólo quería decirle que es probable que encuentre algún remedio contra su... eso. Si usted quiere, claro. –Sonrió de forma maligna.- Aunque está bastante... vanguardista con ese peinado.
¡Será cabrón¡¡¡¡Le adoro!
-Me gustaría volver a mi estado anterior.- Intenté decirle serenamente.
-Bien, entonces venga a mi despacho después de la cena... ¿a las ocho?
-De acuerdo ¿tengo que llevar algo? aparte de mi cabeza, se entiende
-No... de momento es sólo para estudiar la situación. Me llevará un tiempo encontrar una cura. Puede retirarse.
Me di la vuelta y recogí las cosas... ¡había quedado con él¡A solas! Iba a ser interesante.
-Señorita...- oí que me llamaba cuando estaba casi en la puerta. Me di la vuelta toda feliz, pero intentando que no se notara.
-¿Si?
-Cúbrase la cabeza con algo, que va a coger un resfriado.
Parece mentira, otra vez cabreada con él. ¡Con lo bien que había quedado con el pañuelo y su preocupación¿Es que ese hombre disfruta torturando a los demás? Me di la vuelta otra vez, apretando con fuerza el pañuelo entre mis manos mientras le dije un "buenos días" tan frío que estoy segura de que le debió impactar.
Fui a la torre de Gryffindor en dónde ya me esperaban mis amigos... no vi a Bill por ningún lado. María se acercó a mí y me tendió algo que resultó ser un gorrito de invierno. LO acepté encantada. Ya estaba harta de que la gente me viera la piel de la coronilla. Dejamos las cosas en la habitación (el pañuelo me lo guardé en la túnica... ¡no lo iba a dejar en la habitación por nada del mundo!) y bajamos todos a comer. Jim y Leo iban con nosotras, pero no se acercaban mucho a mí. Supongo que todavía temían que mordiera.
Una vez en el Gran Comedor tampoco vi a Bill por ningún lado y ya no pude evitar preguntar por él a mis amigos.
-¿Bill? Ni idea... a lo mejor lo sabe alguno de sus hermanos..- me dijo Leo.
Busqué a Charlie que es dos años menor que Bill... pero no debía haber bajado todavía... al que sí vi fue al otro hermano... el niño repelente.
Hice de tripas corazón y me acerqué a él con una sonrisa falsa.
-¡Percy! Oye... no sabrás dónde está tu hermano Bill por casualidad...
Percy me evaluó de arriba a abajo tras sus horribles gafas de concha que me dieron ganas de romper.
-No. Supongo que estará con alguna chica en la torre... ¿eres su novia? No te conviene, es un chico muy poco serio.
Mi sonrisa falsa se hizo más falsa todavía. Le di las gracias y regresé a mi sitio... la verdad es que había dicho algo interesante... la torre... ¡claro! Debía estar allí escondido... o a lo mejor estaba preparando ya la poción... ¡Qué mono! Casi le perdono lo el pelo...
Terminé de comer todo lo rápido que pude y me dirigí a la torre de astronomía, concretamente a la clase que habíamos seleccionado Bill y yo. Si yo hubiera sabido lo que me esperaba en la torre...
Creo que ya me estoy alargando demasiado... ¿qué os parece si seguimos otro día? Si tenéis preguntas que hacerme sobre lo que sea, estaré encantada de responderlas... todavía queda la mejor (y más vergonzosa) parte de mi historia.
Prometo continuar pronto.
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Snape White
Miembro de la Orden Severusiana (ay, qué ganas tenía de poder poner esto)
