Antes de empezar, una aclaración: la mayoría de lasfrases que van entre comillas es lo que piensa Victoria.
VIC+VIC+VIC+VIC+VIC
Bien. Aquí estamos Bill y yo conspirando en la sala común frente al fuego.
-Bill, necesitamos un plan B.
-Jajajajaa... todavía no puedo creerme lo que te pasó... JAJAJAJAJAJA- Bill se partía de risa.
Yo esperaba a su lado impaciente por ver si se callaba de una maldita vez, pero llevaba así todo el día y no había manera de hacer que dejara de reírse de mí.
-Bueno, Bill. Ya vale ¿no?
Paró un momento de reírse, me miró... y volvió a descojonarse.
Grumph... si no fuera una pena destrozar su bonita cara, allí mismo le hubiera despedazado.
-Bill... oye Bill, si no vas a parar me voy y ya está. Estoy harta de que te rías de mí.- le dije toda indignada. ¡Y eso que no le había contado más que parte de la verdad! Si le llego a decir lo del pañuelo en los ojos... Me acomodé dicha prenda sobre la cabeza y le miré muy seria.
Nada. La técnica McGo de mirar con severidad no funciona. Así que me levanté para irme de allí. Estaba perdiendo el tiempo.
-Espera- me dijo él cogiéndome de la mano.- lo siento... Siéntate.
Con un suspiro me dejé caer en el sofá a su lado.
-Vale... ¿Y ahora qué hago?
Bill siguió con su sonrisilla permanente mientras parecía que estudiaba la situación.
-Bien... lo primero, sin duda alguna, es pedirle perdón a Snape para que recuperes su confianza.
-¿Recuperar su confianza¿Qué significa eso¡¡Si sigue la norma número uno de Mulder: no confíes en nadie!
Bill parpadeó.
-¿La norma de quién?
-Mulder... déjalo. Es el personaje de una serie de la tele muggle.
-¿La tele?... ¿cómo funciona? Mi padre siempre dice que quiere tener una.
Tomé aire. Yo había conocido al señor Weasley hacía unos años, en la estación de King Cross cuando iba a coger el tren. Cuándo se enteró de que era hija de muggles no paró de hacerme preguntas estúpidas tipo: "¿Es cierto que los chupetes son amuletos que colocan los padres a sus hijos para protegerlos contra el hombre del saco?" o " ¿Todavía no saben los muggles que el ratoncito Pérez es un animago que trabaja para el ministerio? Sí, yo le conozco. Está loco por los dientes. El ministerio usa esos dientes de leche para fabricar ... eh... hola, Molly cariño. ¿Por qué me miras así?". La señora Weasley me salvó de su marido justo a tiempo para evitar que se me escapara el tren. Lástima, ahora que estaba a punto de saber por qué demonios el ratón se llevaba los dientes.
-Déjalo, Bill. Bien, le pido perdón ¿y luego?
-Luego pídele que siga intentando encontrar una cura a lo de tu pelo. Así tendrás más oportunidades de verle y de hablar con él.
Ja, muy listo este Bill.
-Sigue.
Bill tomó aire.
-Una vez hecho eso, intenta acercarte más a él, ser más de su confianza.
-Bill, te recuerdo que Mulder...
-Ya, pero tú inténtalo.
Bueno, lo intentaría.
-Y si no se enamora de ti pasado un tiempo- me sonrojé. ¿Bill pensaba que podría hacerlo sin poción?- entonces tendremos que probar otra vez a darle la poción. Pero hay que esperar... dejar que se olvide de que intentaste "envenenarle".
¡Era un sabio plan!
-Oye, Bill... ¿y no sería más fácil que buscara mi diario? Así Mónica y María no tendrían nada con qué obligarme a darle la poción.
Bill me miró.
-Olvídate de eso. Conociéndolas, seguro que ya han hecho una copia o dos por si acaso encuentras el original.
Lo dudaba. No creía que mis amigas pudieran ser tan astutas.
Además- continuó mirándome fijamente a los ojos- ¿no quieres ver qué pasa si se toma la poción?
Dudé un poco ante sus penetrantes ojos. Me recordaba a la manera de mirarme Sev algunas veces.
-Oye Bill. ¿Tu crees que hay magos que pueden leer la mente?
Pareció sorprenderse ante mi pregunta, y dejó de mirarme tan intensamente.
-¿Por qué lo dices?- Intentó parecer tranquilo, pero me pareció que estaba un poco nervioso.
-Curiosidad.
-Yo creo que sí... Pero tengo entendido que hay que entrenar mucho para ello. – me miró de refilón.- Para entrar en Gringotts nos iría bien algo así¿no?
Mi mirada se iluminó cuando mencionó Gringotts. Era agradable hacer planes de futuro con Bill.
-Sí, sería genial.
Ël me sonrió y luego se giró al notar que alguien tocaba su hombro insistentemente. Era el repelente de su hermano.
-Hola, Percy. ¿Qué ocurre?- le preguntó Bill amablemente.
-Ven conmigo... he descubierto a unos estudiantes infringiendo las normas. ¡Tienes que hacer algo!- le dijo Percy muy serio.
Volteé los ojos. Odio a ese niño insufrible.
Bill se giró para encararme.
-Lo siento.- dijo con una sonrisa de disculpa.- Pero el deber me llama. Tú ve a reconciliarte con Snape y sigue el plan ¿vale?
Se levantó y me guiñó un ojo antes de irse.
Cuando me quedé sola aparecieron mis dos amigas por la puerta acompañadas por Leo.
-Hey, Victoria. ¿Qué haces aquí sola?- me preguntó Leo.
Pero yo tenía una misión que cumplir, así que me levanté del sofá y me despedí de ellos. Pillé a Mónica y María intercambiando miradas cómplices.
-Por cierto, Vic, cuando vuelvas explícanos qué significa lo que escribiste el día 14 de marzo del año pasado... – dijo María a mis espaldas.
¡Serán perras! Se estaban leyendo mi diario... grumph. Apreté los puños y salí de allí dignamente, con mi pañuelo pirata ondeando al viento. Era extraño, los profesores no me habían dicho nada por llevarlo... claro que si a Trelawney le dejaban llevar todos esos chales¿por qué no me iban a dejar a mí con mi pañuelo?
Me adentré en el pasillo todavía con el eco de sus risas en los oídos. Me estaba enfadando tanto que por un momento olvidé que iba a buscar a Sev para pedirle perdón.
Pero una vez que llegué a la puerta de su despacho sí que me puse nerviosa.
Llamé a la puerta y nadie contestó, pero como la vez anterior había pasado eso mismo y yo no le oí decirme que entrara ( a pesar de que me estaba gritando) pues decidí entrar.
Al pasar, tenía un nudo en el estómago. Era la hora del recreo que precede a la hora de comer. Por eso había elegido ese momento... Pero lo que me encontré al entrar no fue a un Snape trabajador encima de su escritorio con su cara de pocos amigos... En realidad no estaba.
Me quedé ahí de pie en medio del despacho en el que había pasado la noche mirando el vacío escritorio. Jo. ¿Y ahora a dónde iba? No tenía ni idea de dónde podía estar Sev si no era en las mazmorras... ¿tal vez en clase? Me di la vuelta para salir pero justo en ese momento oí un ruido atronador.
Pegué un respingo. ¿Qué era aquello? Pero como buena Gryffindor que soy, decidí investigar. ¿Snape tenía algo que hacía aquel ruido¿Qué sería?
jjjjjjjjjjhhhhhhhhGrrrrrrrrrrroooooooortpop- retumbó de nuevo la habitación.
Mis piernas empezaron a temblar un poco, lo admito. Cogí un periódico que había cerca de mí, sobre una silla y lo alcé como arma. ¿Por qué en este tipo de situaciones siempre me olvido de que soy bruja? O sea, que allí estaba yo con mi temible periódico en mano dispuesta a luchar contra la bestia que osaba entrar en el despacho de mi amado. En cuanto viera sus afilados colmillos y sus pezuñas le partiría el cráneo con las noticias... sí señor le leería los desastres del mundo hasta que se muriese. ¡jajajajaja! Nadie podría conmigo.
Otra vez sonó el extraño gruñido retumbante. Apreté el periódico con fuerza y lo alcé sobre mi cabeza por si tenía que asestar un golpe sobre algo rápidamente. Descubrí que el sonido venía de mi izquierda, y girándome con rapidez vi el sofá en el que había dormido.
Allí estaba la bestia.
¡Qué monada! Yo quiero una así para mí... Mi querido Sev (cómo ya habréis adivinado muchos) estaba allí tumbado boca arriba, roncando como nunca había oído a nadie roncar. Totalmente despatarrado y arropado con las túnicas.
Jo... me sentí un pelín culpable. En el fondo, si no había dormido bien era por mi culpa. Me quedé contemplándole extasiada durante un rato y me acerqué un poco más a él.
Justo cuando ya estaba casi encima (mi madre dice que soy agobiante, creo que esto lo demuestra) de él, sólo para verle dormir, no os creáis nada raro... pues en ese momento dio un terrible ronquido que me dejó sorda y abrió los ojos.
No olvidaré su expresión de pánico al verme. En seguida me aparté de él notando el consabido sonrojo en mi cara. Él se incorporó y me señaló.
-Usted... oh no, otra vez usted no...
¿Cómo¿Qué quería decir con eso? Inflé el pecho toda disgustada y apreté la mandíbula.
-Buenos días profesor.
Me miró muy hoscamente.
-Vayase de aquí ahora mismo. Está usted invadiendo mi intimidad.
¿invadiendo su...? jjajajajajajajajaja... hice un esfuerzo supremo para no reírme, pero no lo conseguí y pasé de estar profundamente irritada a partirme de risa.
-¿Y ahora qué? Es usted una lunática y no tengo por qué soportarla más. Ahora, largo.
Pero yo seguí riéndome... jajajajaj¡invadiendo su intimidad! Jajajajajajajaj
Él se levantó del sofá y se dirigió directamente hacia mí. Yo seguía riéndome y en poco tiempo me encontré con que estaba fuera del despacho. ¡Me había echado! Ah, eso sí que no. Dejé de reír y empecé a aporrear la puerta.
-Abra profesor... ¡tengo que hablar con usted! Por favor... ME QUEDARÉ AQUÍ TODO EL DÍA SI ES NECESARIOOOOOOO.
El truco de gritar funcionó. Él abrió la puerta.
Le sonreí al verle y él también a mí... justo antes de sacar su varita y apuntarme.
-Quietus.
Después de hacer eso cerró la puerta otra vez de un portazo. Ahí me quedé. ¡Me había lanzado un hechizo para que no pudiera hablar!
Intenté decir algo pero de mi garganta no salió ni un sólo sonido.
Eso no iba a quedar así. Empecé a aporrear la puerta otra vez... esta, incluso daba patadas. Pero nada. Por fin, me harté de ser buena y abrí la condenada puerta sin permiso.
Encontré a Snape tan tranquilamente leyendo el periódico que antes había cogido yo y que había dejado caer al suelo cuando me echó.
Me planté delante de su escritorio con los brazos en jarras intentando adoptar una postura amenazadora. Pero él no debió notar que estaba allí. ¿Me estaba ignorando? No podía ser. Di dos patadas en el suelo para hacerme notar. Pero él ni se inmutó, seguía enfrascado en su lectura.
¿Y ahora? Intenté carraspear. Ningún sonido salió, así que hice lo único que podía hacer estando como estaba desesperada por hablarle y furiosa: cogí su periódico con brusquedad, pero él lo agarró con fuerza. Al final forcejeamos cada uno por nuestro lado y el periódico se partió en dos. Me caí al suelo del impulso. Bien, ahora no podría ignorarme¿no?
Pues sí. ¿Sabéis lo que hizo?
Ignorarme.
Pasó de largo frente a mí y no me pisó supongo que de milagro. Salió por la puerta y yo me apresuré a seguirle. Puf, era muy difícil ir a su paso. Pero al final conseguí alcanzarle justo antes de que se metiera en el almacén de pociones. Tiré de su capa con fuerza y al final él se giró.
-Ah... ¿estaba usted aquí? Qué raro... si no la he oído.
"Cabrón"
Intenté hacerle entender por señas que me devolviera la voz pero...
-¿Señorita xxx¿Qué está haciendo? Le advierto de que si intenta tomarme el pelo le quitaré puntos a su casa.
"Bastardo... ¡ayúdame!"
-No la entiendo... ¿qué quiere?- me sonrió descaradamente mientras cruzaba sus brazos.
"Ah, sí, te gusta hacerme rabiar... ¿no? Pues pienso perseguirte como si fuera tu propia sombra hasta que hagas lo que te pido"
Pero Sev debió de leer mis pensamientos, por que se puso serio de nuevo y me susurró.
-Mi querida Victoria... tiene usted suerte de que no la haya petrificado o lanzado una maldición después de lo de anoche... así que más le vale que se aleje o cumpliré mis amenazas.
Le miré duramente y con los labios le dije un "por favor"... pero fue en vano. Se metió en el almacén y cerró con llave.
Bueno, pues allí no tenía nada que hacer. Mejor iba a buscar a mis amigas para que me ayudasen. Me encaminé hacia la sala común... una cosita¿había sido mi imaginación o Sev había dicho "mi querida Victoria"? Sé que lo había dicho con retintín e ironía pero sus palabras resonaban en mi cerebro como música celestial.
Corrí por los pasillos hasta la torre de Gryffindor y al entrar no las vi por ninguna parte. De hecho no había nadie de mi curso para ayudarme. Miré dentro del dormitorio, pero nada. Me empezó a entrar el pánico. ¿Y ahora qué?
Desesperada agarré a un niño que pasaba por allí y lo zarandeé ante su sorpresa.
"Ayúdame, vamos, ayúdame" eso pensaba mientras zarandeaba al niño... pero él no debía entenderme, porque empezó a gritar de terror. Un compañero suyo me pegó una patada para que le soltara ...
"joder... ¿pero qué he hecho yo?"
Me erguí todo lo alta que era ante los dos chavales, pero el segundo se puso delante de su compañero y me amenazó con su varita.
-Aléjate de él...
Al ver la varita me volví loca... ¡eso era lo que necesitaba!
Me puse de rodillas frente a los dos e intenté hacerles comprender lo que quería que hicieran.
"finite incantatem... vamos, decidlo... es tan fácil como eso" agitaba mi propia varita para que entendieran que debían hacer... pero el resultado fue:
-Vámonos... creo que se está riendo de nosotros...
"Ey, no os vayáis" Y me lancé a coger al primero del pie, para que no se fueran... el otro niño le ayudó a soltarse y se fueron corriendo.
"Genial, ahora aparte de estar calva y sin voz me comporto como una chiflada que va asustando niños..."
Suspiré. ¿dónde estaba todo el mundo?
¡Claro! Debían de estar comiendo. A toda prisa me dirigí al comedor y los encontré allí a todos.
-Victoria¿dónde te habías metido?- me dijo Mónica.
¡Me alegré tanto de verles!
Toqué en el hombro a Mónica y me señalé la garganta.
-¿Qué?- me dijo ella un poco molesta cuando seguí insistiendo.
"Venga... estoy muda. ¿Es que no está claro? Vamos... se dice: finite incant..."
-Oye, Victoria, deja de hacer el mono. ¿Qué te pasa?
"Joe, si no es tan difícil"- volví a señalarme la garganta y saqué la varita agitándola del modo que nos enseñó Flitwitch.
-Sí, ya veo tu varita. Muy bonita, Victoria... y ahora si me dejas comer...- Mónica se dio la vuelta y siguió a lo suyo.
Me quedé allí mirándoles con incredulidad. ¿Es que ninguno iba a ayudarme? No parecía. Todos estaban comiendo y charlando sin parar. Un poco deprimida y decepcionada me senté al lado de Bill y empecé a comer.
Al cabo de un rato oí a Bill que me decía:
-Estás muy callada... ¿te ocurre algo?
"Dios bendito ¡gracias!" ¿Cómo no iba a confiar en Bill? Él era el más inteligente y el mejor de todos los prefectos. Sin pensar le di un beso en la mejilla y él me miró extrañado.
-¿Eso es que no te ocurre nada?- dijo mirándome
Y entonces empecé a hacer mis gestos. Ya los estaba aprendiendo a hacer de memoria. Bill me miró concentrándose en entenderme y al final me dijo.
-Ya sé¡estás afónica!
"¡síiiii! Eso es... ¡te quiero Bill! Y ahora, cúrame."
-...Y claro, como estás afónica no quieres hablar para no estropearte más la voz ¿no? Bueno, lo comprendo.
"¿QUÉ? No, Bill, estás equivocado..."
Intenté hacerle más señas, pero en ese momento se levantó y se despidió.
-Hasta luego... Victoria, acuérdate de que luego tenemos una clase extra de Pociones, nos vemos allí. Ah, y ponte un pañuelo en el cuello para no coger más frío en la garganta.- me guiño el ojo, pero esta vez no me hizo sentir nada feliz.
"Parece que la gente cura todos mis males con pañuelos"
Metí la mano dentro del bolsillo para acariciar el pañuelo de Severus. Estaba empezando a deprimirme... ¿y si nadie se daba nunca cuenta de mi problema! No podía ser así... Sev no permitiría que ese peso cayera sobre su conciencia... ¿VERDAD?
Miré la mesa de profesores. Allí no estaba. ¿Y si se lo pedía a algún profesor? Después de mi experiencia con los niños (que por cierto me miraban con terror desde un extremo de la mesa) y mis amigos decidí que mejor no hacer también el ridículo con los profesores. Tenía que seguir intentando que fueran mis amigos los que me ayudasen.
Terminé de comer esperando a ver si alguno se daba cuenta de que no hablaba, pero todos parecían haber aceptado la versión de Bill sobre mi afonía y por eso no se extrañaban de mi mutismo. Me aburría.
Me levanté de la mesa y fui a mi sala común a recoger los libros de pociones. Como había dicho Bill, ese día nos tocaba clase por la tarde, por eso Snape estaba recogiendo cosas del almacén. Cuando lo tuve todo listo, me encaminé hacia la clase.
Todavía era muy pronto, y no había nadie... nadie excepto Snape.
-Llega inusualmente pronto... claro, como ya no tiene que perder el tiempo peinándose.- fue su amable saludo.
Me senté en mi sitio habitual y sin hacerle ni caso, cogí un pergamino. Empecé a escribir: (lo que va entre paréntesis y comillas es lo que pensaba mientras escribía):
("Mi muy querido, adorado y") Estimado profesor: espero que se dé cuenta de la posición en la que me ha dejado. No tiene derecho a hacerme esto y usted lo sabe. En cualquier caso tenía que hablar con usted y por eso me dirigí hacia su despacho. Como estoy segura de que no me va a desencantar le diré por escrito lo que no puedo decirle de palabra ("Lo cual es absolutamente culpa tuya, idiota"). Quería pedirle perdón ("ja, como si me arrepintiera" ) por lo ocurrido ayer en su despacho y prometerle que no volverá a ocurrir ("siempre y cuando no vuelva usted a emborracharme para encerrarme en su despacho toda la noche... no es que yo me queje: por mi repito... pero todo tiene un límite"). ¿Tendría usted la amabilidad de perdonarme y de seguir intentando solucionar mi problema? Por favor, notifíqueme su decisión. Su arrepentida alumna: Victoria.
Releí la nota antes de entregarla... si alguien ajeno la leyera, se podría pensar algo extraño... pero no iba a dejar que eso sucediera. Le daría la carta en mano. Con ese propósito me levanté y me dirigí hacia su mesa al fondo de la clase.
Cómo no me miró ni hizo ninguna clase de comentario, dejé el pergamino encima de su mesa cuidadosamente doblado y a la vista.
Me quedé ahí esperando y ante mi insistencia, él alargó la mano y cogió el pergamino.
Al verlo doblado dijo:
-¿Qué es esto¿Un soborno?
Jajaj, tenía gracia... pero aún así intenté no sonreírle. Por su culpa dos niños pequeños pensaban que estaba demente. Él me miró un segundo y se guardó el papel en el interior de su túnica sin leerlo.
-Puede sentarse
¿Qué¿No se lo iba a leer? En fin... con gesto algo derrotado, hice lo que me pedía. Aún pasó algún tiempo antes de que llegaran el resto de mis compañeros. Por fin Bill se sentó a mi lado.
-Hola Vic... ¿qué tal la afonía?
Levanté el pulgar en señal de que todo iba bien... ¿para qué molestarse en intentar explicárselo otra vez?
Comenzó la clase y empezamos a tomar nota... ¡tomar nota¿Cómo no se me había ocurrido? Rápidamente, tomé un trozo de pergamino y escribí una nota para Bill:
Estoy bajo los efectos de un "quietus". ¡Lánzame un Finite Incantatem!
Y se la iba a pasar disimuladamente por la mesa cuando alguien la cogió antes de que pudiera hacer nada. ¿Quién era? Pues quien iba a ser... Seguro que Snape llevaba toda la clase esperando a que hiciera algo así.
-Vaya, la señorita xxx intenta pasar notitas a su novio en medio de clase... ¡qué conmovedor! Leamos el contenido.
Y ante mi asombro y el de toda la clase empezó a "leer" en alto:
-Mi querido Billy... me muero pensando en ti... eres tan atractivo y me encanta tu trasero. Sólo espero poder atraparte en el pasillo y devorarte con pasión... vaya, señorita, qué bien escribe. Por esta vez no le quitaré puntos. Pero aún hay más. Sigo leyendo...
¿qué? Pero si se lo está inventando todo. Abrí la boca desmesuradamente. Bill me miraba con ojos como platos. ¡claro! Él creía que realmente había escrito eso...
"Tierra, trágame" pensaba mientras me tapaba la cara con las manos y enrojecía. Todos se reían de mí, especialmente los Sly y Bill... no sabía lo que hacía Bill. No podía mirarle a la cara. Pero Snape siguió inventándose mi supuesta carta de amor desenfrenado por Bill. Claro, sazonado con comentarios marca Snape. Jos, la verdad es que decía cosas geniales... ojalá me dijera a mí esas cosas al oído. Pero sintiéndolas de verdad, claro. La verdad es que el tío se estaba montando todo un espectáculo. ¡y yo no podía defenderme mientras no pudiera hablar!
Por fin Snape se hartó de inventar cursiladas a mi costa y la clase volvió a trabajar. Bill no me dirigió la palabra más de lo indispensable y yo no traté de enviarle ninguna otra nota. ¡a saber lo que haría Snape si lo hacía!
Pasado un rato, Snape empezó a hacer su ronda de preguntas. Normalmente preguntaba a todos y esperaba a que levantásemos la mano para responder... obviamente, siempre elegía a Slytherin para darles puntos. Pero ese día sólo preguntó a una persona. ¿Adivináis a quién?
-Señorita xxx. Veamos si tiene algo en la mente aparte de a Weasley.
"Pobre Bill... él lo debe de estar pasando peor que yo. Yo por lo menos sé que esto es una venganza y que todo es mentira... pero a saber lo que está pensando él." Pero no pude pensar más, porque Snape me dirigía una pregunta directa.
-¿Cómo haría para mezclar languijuelas escabechadas con mandrágora de Brasil?
Ja, la respuesta era muy fácil.
Abrí la boca para responder, pero obviamente no salió nada de allí.
-¿Cómo dice? – Snape hizo gesto de que no podía oírme bien. Le miré con cara de odio y volví a mover los labios esforzándome por obtener algún sonido.
La clase empezó a murmurar.
-Diez puntos menos por no saberlo... una lástima. Probemos con otra: ("¿otra¿Hasta cuando va a continuar con esta farsa?") ¿Qué es un Lethifauren?
También sabía la respuesta... respondí moviendo los labios sin hablar.
-No sé si no me he expresado bien. ¿Cómo es un Lethifauren?
Estaba empezando a hartarme. La clase ya se reía de mí. Snape me sonreía con malicia.
-Está afónica, no puede hablar.- oí una voz a mi lado entre todas las demás. Se hizo el silencio de nuevo y miré a Bill. ¡Mi héroe! Pero se iba a meter en problemas por mi culpa.
Miré implorante a Snape, para que no metiera también a Bill en su labor vengativa y él pareció entender mi ruego... lo que no sabía era si iba a complacerme o no.
-Diez puntos menos por su insolencia, Weasley. Otros veinte menos para xxx y detención esta tarde, después de clase
Levanté una ceja. ¿Detención con él¿Después de lo que había pasado la noche anterior? En fin... supongo que lo hizo en vez de castigar a Bill quitándole puntos. Cuando Snape dijo esto, Bill me miró como diciendo que lo sentía y que él había intentado ayudarme. Para tranquilizarle, puse mi mano sobre su hombro. No importaba ¡iba a estar con Snape!
Terminó la clase y recogimos las cosas. Todo el mundo se fue, pero yo tenía que quedarme. Bill se despidió de mí con una mirada extraña. A ver cuándo le explicaba que era mentira lo que había leído Snape.
-Bien, señorita... solos otra vez. ¿No es emocionante?... ¿Por qué no responde? Ah... ya me acuerdo. Según Weasley está usted afónica.- esbozó una sonrisa.- Qué patético, ninguno de sus compañeros ha entendido lo que le pasaba. Apuesto lo que quiera que mis Slytherin sólo en 5 minutos lo habría adivinado.
¿Me iba a tener toda la tarde así¿Riéndose de mí?
Fruncí el ceño.
-No ponga esa cara, señorita, que se pone más fea de lo que ya es.
Jo... eso me dolió. Me sentía como si me hubiera acuchillado.
-Pero no quiero entretenerla charlando. Tiene mucho que hacer. Empezará limpiando esos calderos de allí...- y me dio una lista interminable de tareas.
Me pasé la tarde allí absolutamente en silencio. Él me observaba trabajar y eso me ponía nerviosa. Ni siquiera podía tararear para hacer menos pesado el castigo... Por fin terminé. Ya había pasado la hora de cenar, así que me fui a dormir directamente. En la sala común encontré a Bill solo.
-¡Hola Victoria! Te estaba esperando. Tenemos que hablar sobre la clase de hoy.- me dijo más serio.
Glups.
Antes de que Bill dijera nada hice un gesto con la mano para que parara. Saqué de mi mochila un pergamino, tinta y pluma (ay que ver, con lo fácil que es usar un boli y un cuaderno... ¡los magos se complican tanto!) y escribí¡lánzame un Finite Incantatem!
Le entregué la nota y él la leyó. Mirándome con cara de no saber lo que me proponía, sacó su varita y por fin lo dijo:
-Finite Incantatem
Esperé un momento y luego pude decir en voz alta:
-Probando, probando... puedo hablar... ¡Puedo hablar¡Gracias Bill!- y corrí a abrazarle.
-Esto... ¿y la afonía?
Me separé de él y le expliqué lo que había pasado con Snape. Él empezó a reírse (cómo no) y al poco rato yo también.
-Ah... y la nota de clase... se lo inventó todo sobre la marcha. ¡Yo lo que te escribí es que me ayudaras! Jajajaja... ¡y Snape se inventó toda una carta de amor allí mismo! Jajajaja ¿a que es gracioso¿Tú te creíste que te lo había escrito yo? Jajajajajaj
Bill esbozaba una sonrisa. Ya no se reía tanto. Debería haberme dado cuenta de eso ¡pero estaba tan contenta ahora que ya podía hablar! Después de un rato nos despedimos y subí a mi habitación. Mis amigas estaban dormidas así que me desvestí sin hacer ruido. Cuando ya estaba en la cama preparándome para cerrar los ojos, un repiqueteo en la ventana me sobresaltó.
Preguntándome qué podría ser, me levanté de la cama y me dirigí a la ventana. Allí había una lechuza de aspecto sombrío que me miraba con sus penetrantes ojos. Reconocí que era una de la lechucería de la escuela. Abrí la ventana para dejarla pasar, sin embargo ella se limitó a estirar la pata para alcanzarme un pergamino.
¿De quién sería?
La lechuza se alejó al cumplir su misión y me dejó con el papel en la mano dudando si abrirlo y leerlo o no. Finalmente me senté en el alféizar de la ventana y empecé a leer a la luz de la luna:
" Arrepentida estudiante: Al contrario que usted me doy perfecta cuenta de las consecuencias de mis actos y reflexionando sobre el mensaje que ha tenido a bien escribirme he decidido aceptar sus disculpas. Me pondré manos a la obra en su desgraciada cabeza para lo cual necesitaré su colaboración. La espero mañana después de cenar en mi despacho. Si se repite la maniobra de ayer, la echaré de mi despacho para siempre, actúe en consecuencia.
S.S.
Ps: por esta vez y sin que sirva de precedentes también confieso mi culpa al actuar indebidamente con usted respecto a su "afonía" y a lo relacionado con el señor Weasley. Espero que no me guarde excesivo rencor."
Releí la carta de su puño y letra cien veces... lo que más me intrigaba era la nota final... me estaba pidiendo perdón... ¡y claro que le iba a perdonar! A las que no iba a perdonar era a Mónica y María, por no hacerme ni caso cuando necesitaba su ayuda.
Miré hacia dónde dormían y se me ocurrió una pequeña venganza. Alcancé mi varita, que estaba en la mesilla de noche y agitándola pronuncié:
-Quietus.
Ja, iban a ver esas dos cómo se sentía con ese problema.
Con una sonrisa de felicidad, guardé la carta con el pañuelo de Severus. Dentro de poco iba a tener un pequeño santuario de él. Y me dormí apaciblemente.
O0o0o0o0o0o00o0o0o00
Aquí Snape White de nuevo: ya veis que esto cada vez tiene más romance... espero que os haya gustado y que no dejéis de leer!.
Sw
Miembro de la Orden Severusiana
In Severus I trust
