Advertencia: después de este capítulo os vais a quedar con ganas de más. -

Capítulo V

¡Hola! Ains, llevaba tanto tiempo queriendo hablar con vosotros de nuevo... Ya visteis lo sucedido con mi estupenda estrategia de echarle la poción a mi querido profesor y su venganza posterior. Sin embargo me perdonó y me citó al día siguiente después de la cena para ver si resolvíamos de una dichosa vez mi "problema capilar" como le gustaba a él decir.

Me saltaré el aburrido día que tuve hasta esa hora. Lo más notable que pasó fue que castigué a mis amigas con un "QUIETUS" para que vieran cómo me sentí yo. Desgraciadamente a ellas sólo les duró una media hora. Fue Bill quien las desencantó.

Bien, pues después de cenar me dirigí otra vez al temido y adorado despacho y entré sin llamar.

Mal hecho.

Asomé la cabeza y lo que vi me hizo cerrarla de nuevo de un portazo. Me quedé congelada fuera del despacho... ¡Había pillado a Snape cambiándose!

¡Qué vergüenza! No sabía qué hacer. Él no me había visto, pero sin duda había escuchado el portazo. ¿Quién me mandaría a mí entrar sin llamar? Jo, lo iba a estropear todo otra vez. ¿Por qué, por qué no me sale nada bien? Y sobre todo... ¿Por qué ese hombre no se cambia de ropa en su dormitorio como todo el mundo? No, claro, él se tiene que cambiar en el despacho a la hora en la que espera a inocentes jovencitas como yo para seducirlas y pervertirlas. Ay, esta noche no podré dormir recordando la visión. Bueno, no os asustéis... no estaba desnudo, pero aún así le había sorprendido sin sus prendas habituales.

¿Y qué hacía yo ahí fuera esperando a que él saliera y me echara la bronca? Ya está, me iría corriendo y regresaría más tarde, así el no sabría que había sido yo la que abrió la puerta.

Me lancé al pasillo corriendo... demasiado tarde. Oí la puerta del despacho abrirse a mi espalda y su voz retumbante:

-Señorita xxx... ¡Venga aquí de inmediato!

¿Correr o no correr? He ahí la cuestión. Pero ya me había visto, ya sabía que había sido yo... ya no había escapatoria. Con un suspiro de resignación me paré en seco y di la vuelta lentamente. Ahí estaba él, ya vestido del todo con cara de pocos amigos (en realidad debe de tener pocos amigos).

Eché a andar en su dirección y él señaló el interior de su despacho. Yo entré y él lo hizo tras de mí cerrando la puerta a su paso.

-Quítese el pañuelo antes de que me arrepienta. Cuanto antes empecemos mejor.- me dijo duramente.

Fiu... por lo menos no me había dicho nada por lo de abrir la puerta, aunque eso no impidió que yo no dejara de recordarlo. Esta vez no tomó notas, sino que digamos que hizo pruebas. Empezó a esparcir ungüentos por zonas de mi cabeza, los volvía a lavar, anotaba reacciones, me echaba más potingues, y en la mesa apartaba los que le servían de los que no. Su mesa empezaba a estar llena de trastos.

-Bien... creo que esto será suficiente.- me dijo al cabo de un rato. En realidad creo que hablaba consigo mismo, a mí llevaba toda la noche ignorándome.

Sostenía en su mano un frasco de cristal en el que había mezclado varias sustancias. El líquido tenía un repugnante color verde.

-¿Con eso me volverá a crecer el pelo?- me aventuré a preguntar.

Él me miró de soslayo y luego adoptó ese aire de yo-soy-superior-a-ti-y-por-tanto-decido-cuando-puedes-dirigirme-la-palabra-y-cuando-no. Esperé una respuesta con los ojos fijos sobre él y esto debió de incomodarle, así que al final no tuvo más remedio que contestarme:

-Tenía entendido que era usted una "arrepentida estudiante"... Dígame ¿espía a todos sus profesores por afición o por enfermedad?

¿Qué¿A qué viene eso? Estaba indignada. Haciendo acopio de valor tomé aire y le respondí.

-¿Y usted se cambia siempre en su despacho con la puerta sin cerrar para que le descubran y así poderse enfadar libremente con sus víctimas o es sólo casualidad? Sepa que me ha encantado su ropa interior ¿podría verla otra vez?

Jajaja... No, en realidad no le dije eso, sino que me quedé callada como una tumba. Aunque hubiera sido divertido ver la cara que se le hubiera quedado.

No, pensándolo bien no hubiera sido divertido, habría sido aterrador.

Al ver que no respondía, se dio la vuelta y cogió algo más de su mesa. Luego se giró y me dio el frasco con el líquido verde-repugnante y un tubo de pomada.

-Yo ya he hecho suficiente por usted. Sólo tiene que diluir el líquido con otra parte de agua y mezclarlo con la pomada. Creo que eso podrá hacerlo usted. Luego extienda la mezcla sobre la zona afectada y en unas ocho horas habrá recuperado su cabello normal. Le recomiendo que lo haga antes de acostarse y así por la mañana estará como siempre.

Alcé las cejas con incredulidad. ¿Ya¿Ya lo había resuelto¡Qué guay! Es el más listo del mundo.

Me levanté de la silla en la que estaba y sin poder remediarlo le abracé.

-Gracias, gracias, gracias...- casi se me salían las lágrimas de los ojos de agradecimiento.

Sin embargo, él me separó con cara de asco y me dijo un seco:

-No hay de qué. Y ahora desaparezca de mi vista. Espero no verla por aquí nunca más.- y empezó a recoger sus trastos.

Me quedé un rato indecisa sin saber qué hacer. ¿Por qué me odia tanto? Jos, si hasta hacía bien poco parecía que acabábamos de entendernos. En fin, lo mejor sería hacer las paces con él otra vez si podía. Consultaría a Bill al día siguiente, ahora era un poco tarde.

Miré lo que me había dado Snape y sonreí ¡Tenía unas ganas tremendas de probarlo! Así que me dirigí a la puerta y le dije un "Buenas noches" no correspondido al profesor.

¡Y dentro de un par de días era Halloween! Con mi precioso pelo de vuelta iba a ser la más guapa de todas. A lo mejor lograba que así Snape se fijara en mí... hum, y todavía tenía el filtro embotellado. ¿Y si tenía ocasión de echárselo a Snape? Jajajaj...También lo consultaría con Bill, que por cierto últimamente estaba algo distante conmigo. Bah, estaría estresado con sus tareas de prefecto y ahora que todo el mundo estaba excitado por la llegada de Halloween.

Lo más rápido que pude fui a mi torre y me encerré en el baño. Mis amigas ya estaban todas durmiendo.

Bien, sólo había que mezclar la pomada con el líquido verde y ya está. Lo hice creando una masa espesa que más tarde esparcí por mi cráneo teniendo cuidado de no echarme en donde no quería que me saliera pelo. Snape no me había explicado si esa crema me haría brotar el pelo sólo dónde me había parado de crecer o en cualquier sitio en el que echara la crema. Bueno, lo hice todo del modo más cuidadoso que pude y luego me fui a dormir.

No conseguí dormirme enseguida, porque estaba pensando en cómo volver a estar de buenas con Sev. Se me ocurrió que quizás si le escribía... ¿Pero qué le iba a decir? Se me ocurrían varias posibilidades:

Posibilidad nº 1: "Querido profesor¿quiere ser mi amigo?" hum, eso suena muy infantil, me recuerda a cuando de pequeña jugaba en el parque con un cubito en la arena y se acercaba otro niño. Invariablemente le decía: "¿Quieres ser mi amigo?" y obviamente el niño decía que sí y jugábamos hasta que terminábamos enfadándonos y echándonos la maldita arena a los ojos, o pegándonos con las palitas de plástico o rompiendo los cubos... ¡Ay, infancia, divino tesoro!

Posibilidad nº2: "Olvidemos el pasado y construyamos un futuro juntos". En fin... NO. Definitivamente no.

Posibilidad nº 3: "Bésame con pasión y..." No, con esto saldría huyendo.

Posibilidad nº4: "¿Podría explicarme otra vez para qué sirve un bezoar? Es que no me ha quedado claro... ¿Que le parece si quedamos en un restaurante lujoso para discutirlo?" em... creo que suena a encerrona. Si yo fuera él y me mandaran esta carta haría mis maletas y huiría lo más lejos posible. Además, siempre cabría la posibilidad de que de verdad me explicara otra vez todo y me aburriera mortalmente...

Posibilidad nº5: "Severus¿es que no te das cuenta de que te adoro?"... sin comentarios

Posibilidad nº 6: "Eres malo, malo, malo... pero me gustas así"... jejejejej

Posibilidad nº 7: "He raptado a tu lechuza, si quieres recuperarla dirígete a la torre de Gryffindor vestido de la manera más sexy posible y con un ramo de flores. Pregunta por Victoria y llévala a dar un romántico paseo a la luz de la luna. Luego declárale tu amor eterno y jura que te casarás con ella. Si haces esto te devolveré a tu lechuza." Tendría que querer mucho a su lechuza para que esto colara... y de todas formas ¿tiene lechuza?

Posibilidad nº8: "Oh, profesor, estoy tan arrepentida. De verdad que yo no quería haberle visto mientras se cambiaba. Fue todo un error lamentable...¡Perdóneme!" No, tampoco. Es demasiado llorica y eso no le gustará. Además tampoco estoy tan arrepentida de haberle visto en ropa interior... que por cierto era algo ajustada y por supuesto negra. ¡Qué pena que no estuvierais allí para verle como yo!

Posibilidad nº 9: "No fui yo la que abrió la puerta, sino mi hermana gemela, que también se ha quedado calva por casualidad. No tiene remedio esta chica, le encanta hacerse pasar por mí. Todas las cosas raras que parece que hago yo en realidad las hace ella, en casa ya no sabemos qué hacer. Sea amable con ella y ya verá cómo todo se soluciona." Esto parece una novela de ciencia ficción. Aunque creo que la idea de tener una hermana gemela loca es genial y a lo mejor se lo creía y todo... Hum, no, es de Sev de quién hablo, no se lo creería.

Posibilidad nº10: "Gracias por su ayuda, profesor. Espero que cuando me vuelva a crecer el pelo podré agradecérselo como es debido. Una cosa: espero que no me guarde rencor por mi intromisión el otro día, abrí la puerta por error y estoy realmente avergonzada. Gracias de verdad. Le adjunto un nuevo libro de pociones que me han dicho que es lo mejor como prueba de mi arrepentimiento y gratitud." Ey, eso no sonaba tan mal... sólo tendría que encontrar el libro y ya está.

Fíjate, sólo con diez posibilidades y ya he encontrado lo que necesitaba. Cuando tuviera tiempo me pondría a buscar un libro interesante y se lo enviaría. No hacía falta que fuera de pociones, además seguro que de esos ya tendría miles. Encontraría algo apropiado en Hogsmeade seguro.

Con mi problema medio resuelto pude por fin relajarme y dormir tranquilamente. Esperaba que al día siguiente mi precioso pelo volvería.

-Aaaaaaahhhhhh, VICTORIA DESPIERTAAAAAA

¿Em¿Qué? Abrí los ojos sobresaltada y me incorporé de un brinco.

-¿Qué ocurre María?- dije entornando los ojos.

María y Mónica me miraban con los ojos como platos. María alzó el brazo y me señaló. Entonces me di cuenta. ¡Mi pelo había vuelto a crecer! Estaba contentísima y me puse a reír como una loca. Me levanté de la cama de un salto y corrí a abrazar a mis amigas, que seguían con cara de susto.

Había algo extraño en todo esto.

-Chicas¿qué os pasa? Snape dijo que encontraría el remedio y lo ha hecho¿no? Vuelvo a tener el mismo pelo de antes.

Las miré triunfante y ellas intercambiaron miradas.

-Em, Victoria¿estás segura de que está igual que antes?-Me dijo Mónica con gesto inseguro.

Yo me giré con una sonrisa para demostrarles que sí y fue entonces cuando me di cuenta de que ellas tenían razón.

-¿P-Pero... Por qué está tan largo?- dije mirando la larga melena que colgaba de mi cuero.

-O-Oye... ¿Crees que seguirá creciendo?- Dijo María.

¿Qué? Me fijé bien... sí... algo me decía que seguía creciendo ¿pero hasta cuando?

-Bueno, no importa, supongo que se podrá cortar.- Pensé en voz alta.

-Tienes razón, voy a por una tijeras.-Y Mónica fue a buscarlas mientras María y yo nos sentábamos a esperar.

-¡Aquí están!- Mónica se dirigió sin vacilar hacia mí y cogió todo el pelo que me sobraba. María la ayudó.

Oí el tijeretazo y cómo una gran masa de pelo caía encima de la cama.

-Bueno, pues ya está.

-Jajjaaj, muchas gracias, chicas, Ya pensaba que iba a quedarme como Rapuncel.

-Sip... bueno¿nos vamos a desayunar?

Y las tres nos bajamos al Gran Comedor. Allí estaba Bill y me senté a su lado para contarle mis progreso con Snape.

O mejor dicho la nueva y extraña postura de Snape conmigo.

Bill pareció tomárselo muy en serio.

-¿Y ahora no te hace caso?

-No... bueno, antes estaba borde conmigo pero ayer se pasó mazo. Ni siquiera me sonrió despectivamente.

-Hum... ¿y no sabes qué pudo provocar ese cambio?

-Ya te he dicho que abrí la puerta en un mal momento para él.

-Ya pero eso no me parece suficiente como para que cambie de un día a otro.

-Jos, Con Snape todo es posible, créeme.

-Jajaja, Ya. Oye, me alegro de que por fin tu pelo volviera.

-Ey, muchas gracias.

-Aunque te lo has dejado más largo ¿no?

-No, qué va... Mónica y María me lo han cortado como lo...- me llevé las manos al pelo para demostrarle que estaba igual que antes... el problema es que había vuelto a crecer. Me giré con pánico hacia mis amigas, que en ese momento hablaban de la fiesta de Halloween de mañana.

-Mónica, María... ¿Ha crecido otra vez?

Ellas pararon de hablar y me miraron incrédulas. Luego las dos asintieron. Me empezó a dar un ataque de histeria.

-¡Bill! Todo esto es por tu culpa.- le dije señalándole.

Bill se encogió en su asiento.

-C-Calmate, Vic... No me parece tan grave... y así tienes otra excusa para hablar con Snape.

Hum, tenía razón el chico, pero de momento tendría que volver a cortarme lo que me sobraba. Normalmente llevo el pelo sobre los hombros, actualmente me llegaba a la cintura.

Me dirigí al baño después de desayunar y con las tijeras de Monica volví a cortarlo. Bueno, Ya podía ir a clase. Tenía con McGonagall así que mejor no llegar tarde.

A toda prisa metí mis libros en la mochila y las tijeras, por si tenía que volver a recortarme y fui hasta la clase de Transformaciones.

-Llega tarde, Señorita... Siéntese.- Me dijo McGo

Nada. Hice lo que me pedía e intenté concentrarme en la clase, aunque en realidad en lo que pensaba era en cómo le iba a pedir otra vez ayuda a Snape.

Realmente no iba a ser fácil ganarme otra vez su confianza (si es que la había tenido alguna vez).

McGonagall nos estaba explicando cómo transformar ranas en pelotas de ping-pong. ¿Y a quién demonios le interesa eso? Si yo tuviera una rana lo convertiría en príncipe azul, está claro y no en una insignificante pelota de ping-pong... aunque no creo que pudiera besar a una rana ni por todos los príncipes del mundo.

En fin, mi rana me miraba desde el escritorio como preguntándome si la iba a convertir de una vez. Mi mente estaba volando muy lejos, sin embargo.

-Ey, Victoria... ¡Despierta! Me dijo María que estaba a mi lado.

La miré sobresaltada.

-¿Qué? Oh, sí, sí... ya voy.- y alzando mi varita la agité en el aire sobre la rana que seguía mis movimientos con los ojos muy abiertos.

No pasó nada.

-Vuelve a intentarlo.- insistió María.

Lo intenté de nuevo, pero tampoco funcionó. Mi rana se empezaba a aburrir y observaba con curiosidad a la que estaba usando María para sus prácticas. Ja, María se hacía la lista, pero su pelota de ping-pong era verde y saltaba sola por la mesa.

No pude evitar sonreír.

-¿De qué te ríes? Por lo menos la mía ya no es una rana- me dijo muy ofendida María.

-Ya, ni una pelota. Más bien parece un huevo Kinder monstruoso.

-¿Un huevo-qué?- me dijo ella olvidando momentáneamente su rana mutante.

-Nada, olvídalo.

Cogí a mi rana por una pata justo a tiempo, quería escaparse de la mesa aprovechando que yo estaba distraída (cosa que no me extraña viendo el destino de su compañera).

-Bien, rana. Ahora esto es entre tú y yo.-le dije muy seria apuntándola con la varita.

-¿Croac?

-Sí, sí. Te voy a transformar en pelota de ping-pong y ni poniéndome esos ojos como platos vas a conseguir que desista en mi empeño.

María me miró de refilón riéndose de mí por hablar con mi rana. ¿Qué tenía de malo? El trabajo en equipo es muy recomendable y si la rana colaboraba, mucho mejor.

Agité mi varita sobre ella concentrándome en la transformación y cerré los ojos para ayudarme.

"Quiero que te conviertas en pelota de ping-pong. Quiero que te conviertas en pelota de ping-pong. Quiero que te conviertas en pel... AAAAHHHH"

Una mano se posó sobre mi hombro justo cuando iba a decir el hechizo. Abrí los ojos y me giré. La mano que se apoyaba sobre mi hombro era la de McGonagall.

-Bien, Victoria. Cerrar los ojos no es recomendable, sobre todo si el animal que pretende transformar se mueve.- me dijo.

Miré hacia mi mesa. McGonagall tenía razón: Mi rana se había esfumado.

"Maldita traidora... ¿cómo se te ocurre abandonarme en un momento como éste?"

-No se preocupe, creo que es esa de allí. –me dijo la profesora señalando hacia una esquina de la clase.- Recójala e inténtelo de nuevo. Con los ojos abiertos, recuérdelo.

Yo intenté sonreír y luego me levanté de mi pupitre para recuperar al batracio escapista. ¡Contenta me tenía el bicho!

Me acerqué a la esquina y allí me tuve que meter debajo del escritorio de otro.

-Aquí estás, rana escurridiza.- Dije cogiéndola.

-¡Hola, Victoria!- Oí una voz también debajo del pupitre.

Me giré y vi a Bill que se había metido debajo.

-Ey, Bill. ¿Qué tal llevas tu rana?

-Genial.- me dijo enseñándome una perfecta pelota de ping-pong.- ¿Y tú?

-No tan genial.- le enseñé mi rana que intentaba soltarse de mí.

Me iba a incorporar para salir de debajo del pupitre cuando Bill me interrumpió.

-Por cierto... ¿Ya no estás enfadada conmigo?

-Bueno, no del todo.

-Ah... ¿por qué no te cortaste el pelo después del desayuno?

-Pero si sí que me lo corté...- miré mi pelo.- ¡Oh, no¡¡¡Ha vuelto a crecer¿Pero a qué velocidad crece esto?

Bill intentó calmarme.

-Bueno, no te preocupes... supongo que si te lo cortas otra vez...

Hum... Si me lo cortara otra vez me crecería, pero bueno. ¡Casi prefería seguir calva que esto!

-¿Crees que Snape se dignará a verme otra vez? A lo mejor no hizo la poción correcta.

-¿Snape equivocándose con una poción? Eso habría que verlo.

Y entonces me vino una idea aterradora a la mente.

-O-Oye Bill... ¿Y si en realidad Snape ha hecho esto como venganza¿y si nunca me para de crecer el pelo? Además, creo que cada vez lo hace más rápido.- Me estaba empezando a asustar.

-Venga, no seas tonta... ¿Quieres que te acompañe a hablar con Snape?

Le miré a los ojos agradecida y le abracé.

-Si, por favor. Ven conmigo.

-Bueno, vale... pero suéltame, no seas pesada.-Bill se estaba poniendo un poco rojo.

-Sí, señores. Más vale que salgan de ahí ahora mismo o tendré que descontar puntos a su casa. Señor Weasley no esperaba esto de usted.- McGonagall nos miraba a los dos con cara de pocos amigos asomándose bajo la mesa.

¿De qué va esta? Ah, ya... es que ver a dos alumnos abrazados debajo de un pupitre en medio de clase no debe de ser muy común.

Un poco avergonzada saqué a mí rana de allí y volví a mi pupitre rápidamente.

-Y ahora, prepárate a ser una pelotita... –Le dije a mi rana otra vez en mi sitio.

-¿Croac?- Pobre rana... Creo que nunca llegó a ser completamente redonda, pero por lo menos no daba saltos como la de María.

O0o0o0o0o0o0o0ooo0o0o

¿Y qué decir? Esa tarde Bill me acompañó a ver a Snape, pero en cuanto me vio, salió corriendo escaleras arriba. Sí, de verdad. Me pasé el día persiguiéndole, pero no había manera. Me tuve que cortar el pelo otras cinco o seis veces y cada vez que lo hacía crecía más rápido... cosa que descubrí demasiado tarde.

Al día siguiente era Halloween. Me desperté enredada con mi pelo. Parecía que llevaba una bufanda gigante de visón.

Morir ahogada por mi propio pelo no era lo que yo tenía pensado. Me abstuve de recortármelo porque si lo hacía probablemente tardaría muy poco en crecer tanto que tendría que llevarlo arrastrando por el suelo.

-Sabes, he oído decir a unos de sexto que creen que llevas peluca. Como antes estabas calva...- me comentó Mónica en tono casual mientras desayunábamos.

Yo quería llorar, pero mis ojos ya habían echado agua como para regar un desierto. Me limité a asentir con la cabeza... que cada vez me pesaba más.

-Por lo menos podrías cepillártelo...- me reprochó María.

La fulminé con la mirada, pero no dije nada y me dediqué a mis tostadas. Estaba de un pésimo humor y no había podido hablar con Snape, quien (por cierto) tomaba tan tranquilo su cafetito en la mesa de profesores.

A él también le dirigí una mirada asesina que no sirvió de nada ya que me ignoraba.

Y lo peor es que la siguiente clase la tenía con él.

-Vamos Vic. Ahora toca Pociones.-Me dijo Bill para animarme.

Oh, sí. Estupendo... Así ese desgraciado podrá humillarme mucho más de lo que ya lo hace normalmente. Seguro que hace comentarios tipo "Vaya, vaya, señorita. Parece que no se decide con su peinado" o "La prefería cuando podía ver mi reflejo en su calva... Con esa mata de pelo podría fregar el suelo sin agacharse siquiera".

-No voy a ir.

-¿Cómo que no? Si hoy nos va a dar una clase muy importante.

-¿Y qué? No quiero que me ponga en ridículo. Todo es culpa suya.

-Oh, Victoria... ¿Entonces ya no quieres que te bese con pasión?- dijo María metiéndose en la conversación.- Bueno, así iré repartiendo las copias de tu diario hoy mismo. Sería un gran estreno siendo esta noche Halloween.

La miré airadamente. ¿De verdad era amiga mía? No le contesté.

-Bill, de verdad que no me apetece nada ir.

-Venga, Victoria. Si no lo haces te será más difícil que él lo arregle.

¿Más difícil? Ja, eso era imposible. Pero Bill tenía razón.

-Está bien, espera que termine de desayunar y ahora voy.

-Vale. ¡Hasta luego!- Y se despidió de mí con una sonrisa y un guiño.

Me quedé mordisqueando mi tostada lentamente mientras veía a Bill desaparecer por la puerta del Gran Comedor.

-Sabes... a veces creo que le gustas.- me susurró Mónica.

Pegué un respingo... Mejor no pensarlo.

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¿Y cómo creéis que fue la clase de Pociones¿Mal?

Fue peor.

No sólo mi pelo había pasado ya de la cintura, no sólo no podía concentrarme en lo que explicaba Snape, no sólo no pude hacer mi poción correctamente. Lo peor de todo es que como me temía empezó a hacer comentarios sarcásticos... pero no sobre mi pelo, sino sobre mi ineptitud.

-Observen cómo la señorita XXX en un desesperado intento por parecer que sabía ha mezclado sangre de Mandrágora con cactus selvático. Patético. Cinco puntos menos para Gryffindor. ¿Y esto? Oh, apuesto a que no esperó los seis minutos con 30 segundo exactos para echar las uñas de Grindylow. Cinco puntos menos para Gryffindor. ¿Dónde está su material, Señorita? Le falta la probeta de metal. Otros cinco puntos menos...- y así llevaba toda la clase.

¿Probeta de metal? Si ni siquiera nos había dicho que la compráramos. ¿Por qué me odia¿Por qué? Dudaba que fuera sólo por haberle visto mientras se cambiaba. Ni siquiera se lo había contado a nadie... excepto a Bill.

-Tranquila, Victoria.- Me susurró Bill mientras posaba su mano sobre la mía.- Todo el mundo tiene un mal día.

¡Pues vaya un consuelo!

-¿Haciendo manitas, Weasley?- Snape apareció de la nada detrás de nosotros- Veinte puntos menos por conducta improcedente dentro de mi clase.

Eso ya sí que era demasiado.

Me levanté de un salto con muchísima rabia.

-¿Disfruta torturándome, Profesor¡No lo soporto más!

Y sin saber lo que hacía, tiré mis libros al suelo de un manotazo con un grito y cogí mi mochila. Fui a grandes zancadas hasta la puerta y la abrí de un tirón ante el resto de atónitos y ahora silenciosos estudiantes. Las lágrimas se me escapaban de los ojos.

Nadie hizo nada por impedírmelo. Y mejor así, si Snape hubiera dicho algo más le habría pegado un puñetazo o le habría querido arrancar los ojos con las uñas.

Le odiaba.

Odiaba a todo el mundo y a mí misma por ser tan patética, porque siempre era yo la loca, la payasa y la que hacía tonterías.

Después de salir de clase eché a correr escaleras arriba sin saber muy bien adónde iba. Tan metida en mis pensamientos estaba que no me di cuenta de que me chocaba con alguien.

-Victoria. Tenga más cuidado, podría hacer daño a alguien, sobre todo a usted misma.

Miré a quién me hablaba. Era el mismísimo Dumbledore.

-Yo... hum, lo siento, Señor.-Dije intentando no mirarle a la cara para que no me viera empapada en lágrimas.

-¿Qué te ocurre?

Le miré a los ojos sin poder reprimirme. Me estaba tuteando. No podía decirle lo que me pasaba, pero no hizo falta. Asombrada escuché sus palabras con incredulidad:

-Ah, Ya veo... Otra vez Severus. Bien, ese muchacho necesita que le den una lección. Creo que lo que tienes en mente no es peligroso del todo... No es que lo apruebe, pero creo que se lo merecería.- ¿Estaba hablando de mi plan de echarle el filtro a Snape? No, no podía ser.- Personalmente opino que esta noche sería la ideal ya que en el banquete de Halloween todo el mundo estará algo distraído... Incluso Severus. Bien, me tengo que ir. Ah, y no pierdas de vista a Bill Weasley... él no te quita el ojo de encima.- Y se fue guiñándome un ojo.

¿Qué era lo que acababa de pasar? Estaba tan sorprendida que se me olvidó que tenía ganas de llorar. ¡Qué hombre tan particular este Dumbledore! Me daba la impresión que había conseguido un nuevo cómplice... el mejor.

Sin darle muchas más vueltas me encaminé hacia mi torre. Allí esperaría a la próxima clase mientras ideaba una nueva estrategia. Si Dumbledore decía que hoy era el día F (de filtro) es que hoy no podría fallar. Aunque tuviera que llevar el pelo a cuestas, lo conseguiría. Cogí el bote de poción y lo metí en el bolsillo del traje que llevaría esta noche.

De repente todo parecía maravilloso.

Bajé cuando fue la hora a mi clase con Flitwitch. Allí ya estaba Bill, esperando con las cosas que me dejé en pociones.

-¿Estás bien Victoria?-Me preguntó mientras me alargaba mis pertenencias.

Yo le sonreí.

-Perfectamente. Me siento mucho mejor. Ah, y esta noche le echaré el filtro.- Dije bajando la voz.

Bill enarcó una ceja pero no dijo nada.

La clase pasó lentamente, pero por lo menos después ya no tendríamos nada más que hacer salvo comer y prepararnos para la fiesta de esta noche.

Mis amigas y yo empezamos a arreglarnos bastante pronto. Cuando acabamos estábamos las tres realmente guapas (¿por qué no decirlo?) .

El problema de mi pelo empezaba a ser preocupante. Tras probar varios peinados, decidí dejármelo suelto ya que si iba a crecer se me estropearía el peinado de todas maneras. ¿Y por dónde lo llevaba ya? Pues por las rodillas.

Pesaba como una alfombra gigantesca y daba un calor insufrible. Aparte de que era imposible de cepillar (el cepillo se quedaba enganchado y no había manera de pasarlo de la raíz a las puntas) y ya no digamos para llevarlo sin golpear las cosas... es que cuando me giraba bruscamente el pelo se movía siguiendo la dirección... a lo anuncio Pantene pero con una melena de más de un metro de largo. O sea, que si no tenía cuidado, podía barrer con facilidad las cosas que había sobre una estantería o sobre una mesa, golpear a mis compañeros... También se me enganchaba en lugares absurdos como en los respaldos de las sillas, en los marcos de los cuadros de estilo Rococó. Un imbécil me lo pilló cerrando la puerta sin mirar. Incluso tenía que tener cuidado con las velas, chimeneas, lámparas, etc. Por si me lo quemaba, más que nada.

Me daba verdadero pánico que se acabara enganchando en las telarañas y fuera hasta arriba de mierda por todo el colegio. Eso sí, no se me caía ni un solo pelo. Era muy resistente.

Claro, que siempre tenía la posibilidad de cortarlo... ¿pero os acordáis de que cada vez que lo hacía crecía más rápido? Pues eso. Y no es que tardara un mes en crecer, sino que si ahora mismo lo cortara hasta la nuca llegaría otra vez hasta las rodillas en menos de dos horas.

Mientras hacía lo imposible por desenredarlo aunque fuera un mínimo iba pensando en lo que podría haber salido mal.

¿Y si había sido culpa mía? Mientras me miraba al espejo y luchaba con el cepillo intenté recordar sus instrucciones.

"Sólo tiene que diluir el líquido con otra parte de agua y mezclarlo con la pomada. Luego extienda la mezcla sobre la zona afectada y en unas ocho horas habrá recuperado su cabello normal..."

Creo que eso fue lo que dijo... Y ¿No era lo que había hecho? Mezclé el líquido con la pomada y me lo extendí. ¿Entonces? Repetí las instrucciones otra vez con los ojos cerrados:

"Sólo tiene que diluir el líquido con otra parte de agua y mezclarlo con la pomada. Luego extienda la mezcla sobre la zona afectada... "

"Sólo tiene que diluir el líquido..."

Diluir el líquido.

Mierda.

¡No lo diluí en agua! O sea, que la poción era tan potente porque me la había echado tal cual sin rebajarla. Por eso me crecía tanto. ¡Por queeeeeeeeee!

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Me sentía muy tonta. Dejé de cepillarme y empecé a darme cabezazos contra la mesa mientras gritaba de todo.

-Soy tonta. TONTA, TONTAAAAAAA... Claro¡y él se ha dado cuenta! Por eso en clase me llamaba inútil... ¡sin duda él sabe que no lo diluí! Aaaaaaaaaaahhhhhhhhh me quiero moriiiiiiirrrrrrrr!

Qué vergüenza. ¡Y lo peor es que no podría negar que lo hice mal porque para Snape sería evidente que mentía!

-¿Se puede saber por qué gritas?- me dijo Mónica.

-BUAAAAAAAAA, soy tontaaaa. Déjame. Soy lo peor.

-Bueno, eso ya lo sabíamos todas. Y ahora déjame que intente seguir cepillándote.

Snif, snif... Mónica cogió el cepillo y comenzó a pasarlo con insistencia sobre el pelo.

-Au¡me haces daño!-Le grité

Mónica pasó de mí hasta que noté que de repente paraba.

Había roto el cepillo.

-Genial. ¿Y ahora?

Me quité la parte de las púas que se había quedado en el pelo y me resigné.

-Bueno, Mónica. Ya no hay nada que hacer. Moriré y cuando encuentren mi tumba unos arqueólogos dentro de dos mil años verán un panteón en el que habrá dos kilómetros de pelo saliendo de la cabeza de una persona...¡qué voy a hacer yo con dos kilómetros de pelo! Bueeeee...

-En fin, Vic... creo que deberías hablarlo con alguien. Si Snape pasa de ti, inténtalo con Pomfrey o con algún profesor. No me puedo creer que esto sea muy difícil de arreglar.

Un momento... Mónica tenía razón. Snape no era el único que podría curarme.

-¡Tienes razón! Venga, se lo diré mañana. ¡Seguro que hoy se ponen tan hasta arriba de alcohol que no sabrán ni de qué les hablo!

-Ojalá para ti que el murciélago también se emborrache. Ya quiero ver cómo intentas echarle el filtro.

-Sssshhh.- le dije poniéndome un dedo en los labios- Eso es un secreto.

-Pues buena suerte. ¿Bajamos ya?

Me miré al espejo nuevamente y suspirando asentí.

No pude evitar tocar el frasco de filtro que guardaba en el bolsillo para asegurarme de que seguía allí.

En la sala común estaba el resto de nuestros amigos esperando. Al final bajamos todos a la vez al Gran Comedor.

Una vez sentados frente a las mesas repletas de comida todo empezó a darme vueltas. Estaba muy nerviosa. ¿Cómo se suponía que tendría que echar eso en la copa de Snape? Para empezar debería acercarme a la copa... y a Snape.

¡Oh, mi Sev! No seas tan frío conmigo.

Y bien, Victoria. ¿Cómo vas a hacerlo con cientos de estudiantes y todo el personal (menos los elfos domésticos) presentes? Probé el pastel mientras no paraba de mirar a la mesa de profesores. Ni una sola vez crucé mi mirada con la de Snape. ¿Y Dumbledore creía que esta sería la ocasión perfecta? Tendría que emborracharme para obtener el valor necesario... Pero dudaba mucho que Dumbledore hubiera proporcionado alcohol en una fiesta de colegiales.

¡Qué bien me vendría ahora esa bebida...Grog...!

Pues pasaron las horas, el pelo me fue creciendo y los nervios también... Pero no conseguí pensar en nada útil. Comí poco, la verdad es que no podía tragar nada y me atragantaba cada vez que pasaba alguna sombra negra cerca de mí pensando que sería él... normalmente eran murciélagos.

Intentaba seguir las animadas conversaciones de la mesa inútilmente.

De repente alguien mencionó que pretendía irse para trasladar la fiesta a la torre y casi todos se levantaron a la vez para eso.

Yo no tuve más remedio que seguirles, aturdida como estaba me dejaba llevar por la masa. Bill iba a mi lado y me contaba algo... pero no le escuchaba.

Para ir hacia la puerta había que pasar a lo largo de toda la mesa de profesores. Esa sería mi última oportunidad.

Miré a Snape, que estaba sentado junto a Dumbledore. Me sorprendió mirándole, pero no dio muestras de reconocerme.

Ya casi estaba en frente de él, iba andando con pies de plomo. Desgraciadamente el pelo ya me llegaba hasta el suelo e iba limpiando el suelo, me temo. Apreté con fuerza el bote en mi mano y lo destapé (esta vez no iba a fallar por eso) preparándome.

Pude oír a Dumbledore llamar la atención a Snape.

-Severus... ¿has visto esas calabazas de allí?

Era mi oportunidad, no me había equivocado: Dumbledore desviaba la atención de Snape de la copa y de mí misma.

Observé cómo los dos giraban la cabeza para otro lado, me acerqué a la mesa rápidamente y justo cuando pasaba frente a él algo insólito ocurrió: Tropecé con mi pelo y el frasco se me escapó de entre las manos hacia arriba.

Me caí.

Snape seguía mirando calabazas junto a Dumbledore y yo desde el suelo contemplé como a cámara lenta como el bote caía limpiamente con todo su contenido dentro de la copa de Snape. Tiempo después me pregunté si Dumbledore había sido el que me había hecho caer y había dirigido el frasco hacia la copa. El hecho es que nadie se fijó en la bebida y casi nadie se dio cuenta de que yo estaba en el suelo.

Sólo Snape, que estaba frente a mí desvió la atención de las calabazas una vez que me caí. Entonces esbozó una sonrisa burlona (dando a entender que se alegraba de mi caída y esperaba que me hubiera hecho daño) y llevó su mano a la copa.

Yo no pude apartar la mirada cuando sin sospechar nada Snape levantó la copa y bebió un trago largo para después clavar la mirada en mí de nuevo.

Bill me ayudó a levantarme, pero yo no le prestaba atención. Vi cómo la mirada de Snape hacia mí cambiaba. Dumbledore sonreía disimuladamente y me guiñó un ojo.

Bill fue intercambiando miradas de mí a Snape y cuando Snape se levantó de su sitio para dirigirse hacia mí, lo comprendió todo.

-No permitiré que te toque.- dijo vehementemente.

Y tirando de mí me sacó del comedor. Al principio no me di cuenta de lo que hacía pero luego...

-Suéltame, Bill... ¡Lo he conseguido¡¡Suéltame te digo¡Quiero ir con él! SUÉLTAME.

-Ni hablar.

-No puedes hacerme esto... ¡Con lo que me ha costado¡ Con lo que nos ha costado a los dos¿Qué haces?

-No lo permitiré. Nunca.- y sin importarle el hecho de que estábamos rodeados de gente me abrazó y me besó apasionadamente.

-Bill...- balbuceé cuando dejó de besarme

Pero entre los estudiantes alguien se iba abriendo camino.

Mi mirada pasó de un Bill conmocionado a un Snape ávido de pasión por mí.

¿Qué iba a hacer ahora?

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Jejejeejj, soy maaaaaalaaaaaaa... ¿Y qué queréis que pase ahora? Buajajajaaja. Soy capaz de hacer cualquier cosa, os lo aseguro.

Si tenéis sugerencias serán escuchadas. ¿Quién queréis que gane Bill o Snape? Tengo mucha curiosidad por saber a quién de los dos preferís.

Besitos y dejadme muchos reviews! Os agradezco de verdad los que me escribís ya que me dan muchos ánimos para seguir con la historia.

Snape White.

Miembro de la Orden Severusiana

In Severus I trust