CAPITULO 3: LLEGADA A ATENAS

Al día siguiente, Agata luchaba con todas sus fuerzas para cerrar su maleta, mientras escuchaba la aguda voz con la que su madre la llenaba de recomendaciones.

-Y ten mucho cuidado- decía la mujer- no salgas a la calle sola muy tarde... comes bien y todo lo que ten den... me llamas cada dos o tres días...-

-Sí, mamá- dijo Agata por enésima vez. En un esfuerzo desesperado por cerrar la maleta, la chica se sentó sobre ella y ésta se cerró. Si había algo que Agata odiaba más que las berenjenas cocidas eran las despedidas y los sermones de su madre.

-Ya, no la regañes- vino su padre a rescatarla- solo será un par de semanas, y nuestra chica se sabe cuidar bien, ¿no es así?-

-Sí, papá- sonrió ella, aliviada.

-Bueno, hija, solo recuerda una cosa- dijo su padre- no vayas a perder ese dije...-

-No, papá, no te preocupes- dijo Agata, apretando la cadenita dentro de su mano- oye, ¿crees que Roberto esté en Grecia?-

-Un caballero de Atena puede estar en cualquier lugar del mundo, así que no lo sé de seguro- dijo su padre- aunque espero que lo vuelvas a ver...-

Agata sonrió y asintió.

-Bueno, los veré en un par de semanas- dijo la chica- hasta luego...-

-Hasta luego, Agata- dijo su madre- un baccione! Y llámanos si necesitas algo...-

-Un baccione, mamma!- exclamó Agata- un baccione, babbo!-

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Aquella mañana, Lily se levantó con un fuerte dolor de cabeza. ¿Por qué tenía que pasarle esto a ella? De todas las personas presentes en el Santuario, tenía que ser ella la que pescara un resfriado humano y justo al inicio de la primavera. O bueno, un resfriado era lo que parecía. Y bueno, sea lo que fuere no podía ir con Clara, pues no era conveniente contagiarla en su estado.

-Oh, rayos, ya que...- dijo ella, levantándose y sintiendo que la cabeza le daba vueltas. Se vistió tratando de no caerse, hasta que por fin se rindió y se sentó sobre la cama, sujetándose la cabeza con ambas manos.

-Lily, ¿estás ahí?- dijo Milekha, entrando junto con Marín y June- ¿te sientes bien? Te ves enferma...-

-Estoy bien, Milekha, no te preocupes- dijo Lily, forzándose a sí misma a levantarse.

Rory, la cual estaba sentada sobre la mesita de noche, le dirigió una mirada de reproche a su dueña.

-No me mires así, Rory- dijo Lily- y tu tampoco, Milekha, ya les dije que estoy bien...-

-Milekha tiene razón- dijo Marín a su vez- te ves muy pálida...-

¡Ya era suficiente! Lily se enfadó porque las tres chicas y encima su gata la miraban como si fuera un completo extraterrestre. Guardó su vara en su bolsillo y salió del recinto. Aioria estaba en la entrada, esperando a Marín, cuando vio a Lily salir.

-Lily, ¿a dónde vas?- preguntó Aioria.

Lily no respondió. Dio un par de pasos torpes y luego cayó al suelo, desmayada. Tras ella venían corriendo Milekha y las dos amazonas.

-Lily, ¿qué te sucede?- dijo Marín, sacudiéndola. Lily no respondió- está desmayada...-

-¿Qué hacemos?- dijo June- no se ve nada bien-

-Yo creo que deberíamos llevarla con Mu- dijo Aioria- él sabrá que hacer...-

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El avión de las chicas de Catania llegó a Atenas con media hora de retraso. Giovanni estaba ya desesperado, y ya había conseguido desesperar a la mayoría de las chicas con su actitud.

-Ese Giovanni, ¿porqué no se relaja?- dijo Francesca, exasperada al ver a Giovanni tan nervioso. Agata y Lorena se echaron a reír.

-¿Porqué no te relajas tú?- dijo Agata.

-Muy graciosa, Agata- dijo Francesca- ¿y porqué no comiste? Lo que nos dieron estuvo delicioso...-

-No, gracias- dijo Agata- la comida de avión no me inspira mucha confianza-

-Yo traje galletas- dijo Lorena, señalando su mochila- ¿quieres unas cuantas, para matar el hambre?-

-No, gracias, no tengo mucha hambre- dijo Agata- prefiero esperar a bajar del avión, no vaya a ser que me maree y vomite- miró hacia el techo- que ganas me están dando...-

-Ni lo menciones- dijo Francesca- no quisiera verte vomitando aquí-

Las tres rieron de nuevo y siguieron conversando hasta que el avión estuvo a punto de aterrizar y Giovanni les hizo una señal para que volvieran a sus asientos.

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Tras llevar a cabo sus tareas cotidianas, como por ejemplo instruir a Saori, Shion volvió a su habitación para seguir descifrando lo que había visto en Star Hill. El Patriarca estaba fastidiado, ya que Saori no había querido atender sus lecciones diarias.

-Puede ser la diosa de la sabiduría, pero cuando se pone así es solo una niña malcriada- dijo Shion de mal humor.

El Patriarca cerró la puerta de su habitación y encendió la luz. Se dirigió a su escritorio a buscar la libreta en la que había anotado todas sus observaciones de hacía dos noches. La pequeña libreta había desaparecido.

-No es posible...- dijo Shion, revolviendo todos sus papeles del escritorio para encontrarla, aunque sin éxito- la dejé aquí, estoy seguro...-

El Patriarca repasó mentalmente todo lo que había hecho al llegar. Estaba todo justo como lo había dejado cuando volvió de Star Hill, excepto por la ausencia de la libreta. ¿Qué rayos había sucedido?

Shion salió a preguntarle a Saori. Con lo curiosa que era la diosa, de seguro lo había tomado sin permiso. Si lo había hecho, la que se llevaría Saori. Si no, ¿dónde podría estar? Eso era lo que más preocupaba al Patriarca.

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Cuando Lily despertó, se encontró un par de ojos verdes frente a los suyos. Parpadeó un par de veces para aclarar su vista, y vio que Mu la miraba preocupado.

-¿Mu?¿Qué sucede?- dijo Lily, tratando de levantarse, pero el caballero se lo impidió. La chica apretó sus ojos con fuerza. Su dolor de cabeza había empeorado.

-Tranquila, no te levantes- dijo Mu- estás en mi casa, Aioria y las chicas te trajeron porque te desmayaste...-

-¿Yo me qué?- dijo Lily.

-Te desmayaste- dijo Mu- desde ayer yo te veía un poco mal. ¿Sabes si estás enferma de algo?-

Lily sacudió la cabeza un par de veces, pero se detuvo por el dolor que le causaba hacerlo.

-Se supone que no me puedo enfermar- dijo Lily, apretando los ojos en un intento por disminuir su dolor de cabeza- así como tú tampoco... porque no somos seres humanos puros-

-Eso ya lo sé- dijo Mu- pero de que estás enferma no hay duda...-

-Mu, entiende que no estoy enferma, no es posible- dijo Lily- solo me levanté con un poco de dolor de cabeza, pero pensé que había pescado un resfriado, y ya me siento bien...-

-Lily, por favor- dijo Mu- sé que te sientes mal, y que me dices que estás bien para no preocuparme. Por favor- añadió, mirándola fijamente a los ojos- dime que tienes...-

Lily bajó la mirada.

-No lo sé- dijo ella- no lo sé, Mu, y tengo miedo-

-¿Miedo de que?- preguntó él.

-No lo sé- dijo ella- pero mi corazón está lleno de angustia... algo malo va a pasar, no, algo malo me va a pasar...-

-¿Cómo lo sabes?- dijo Mu.

-No sé como- dijo Lily- solo lo sé...-

Mu no sabía que decir, solo atinó a abrazar a su chica. No sabía porqué, pero él también tenía la horrible sensación de que algo malo estaba a punto de suceder. Tal vez fue porque esa mañana Shaka le había contado la visión que Nahir había tenido, aunque no tenía sentido para él. Y lo que menos le gustaba es que Lily era la primera que estaba sufriendo por ello.

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-Allora, sentitemi, paperelle!- dijo Giovanni- por instrucciones de Emanuelle, esta tarde y noche descansarán, mañana temprano comenzaremos con los ensayos, ¿de acuerdo?-

-De acuerdo- dijeron las chicas a coro.

-Las habitaciones serán de tres- dijo Giovanni, sacando una lista- así que las acomodaré...ya me imagino que Agata, Lorena y Francesca deben estar juntas-

-Certo!- exclamaron las tres a coro.

-Benissimo- dijo Giovanni, escribiendo el nombre de las tres- la suya es la habitación número 410. Aquí tienen la llave-

-Gracias- dijeron las tres, tomando sus maletas y subiendo a su habitación.

La habitación no era muy grande, pero al menos tenía tres camas, un gran vestidor y closet separado en tres, y un baño.

-Bueno, podía ser peor- dijo Lorena- conociendo lo tacaño que es il signore Emanuelle...-

-No se quejen- dijo Agata, dejándose caer sobre la cama más cercana a la ventana- al menos ya estamos aquí, y juntas, no con la amargada de Dora-

-Señorita positividad- dijo Francesca- ¿y tú que te traes?-

-Nada- dijo Agata- lo que pasa es que anoche, después de que se fueron, me pasó algo muy extraño... llegaron esos dos sujetos de siempre...-

-¿Los que se te quedan viendo tirando baba?- dijo Francesca.

-Qué desagradable- añadió Lorena.

-Sí, lo sé- dijo Agata- me estaban molestando, pero de repente llegó otro chico, uno que nunca había visto y, sin embargo, se me hacía muy conocido... les dio su merecido a esos dos y luego se fue-

-¿Y no te dijo nada?- dijo Francesca- ¿no te dijo su nombre?-

-Dijo que se llamaba Aiakos de Garuda- dijo Agata, recitando mentalmente lo que había escuchado- y dijo que era su deber cuidarme... ¿será acaso un ángel de la guarda?-

-Lo que cuentas es escalofriante- dijo Francesca- ¿un sujeto que aparece en medio de la noche diciéndote que tiene el deber de cuidarte? Que escalofriante...-

-Más de lo que crees- dijo Lorena- según la mitología griega, Aiakos de Garuda es uno de los tres jueces del Inframundo junto a Radamanthys de Wyvern y Minos de Gryffin-

Las tres chicas se quedaron en silencio por unos momentos.

-De acuerdo, esto está extra escalofriante, Lorena- dijo Francesca con seriedad al principio, para luego echarse a reír- ¿un juez del Inframundo? Sí, claro, ¿y de dónde salió?¿y el Etna es la puerta al Inframundo o que?-

Agata y Lorena sonrieron solo por el compromiso. Agata sabía que su amiga adoraba la mitología griega y se la sabía perfectamente bien. Aún pensaba en ello mientras sus amigas se cambiaban para ir a la cama.

Antes de retirarse a dormir, Agata volvió a escuchar un aleteo, como cuando estaba en casa, y se asomó por la ventana. Nada. No había nadie. La chica suspiró. El viaje la había cansado.

-Es un ángel de la guarda, estoy segura- murmuró en voz baja mientras se metía a la cama.

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Shion estaba ya desesperado. Saori le había jurado y perjurado que ella no había tomado su libreta. ¿Entonces quien fue? El último recurso era bajar con Afrodita y preguntarle si alguien había atravesado su templo ese día y el anterior.

-¿Afrodita?- dijo el Patriarca.

-Buenas noches, maestro Shion- dijo el caballero de Piscis- ¿qué lo trae por aquí?-

-Perdí la libreta donde tengo mis anotaciones- dijo Shion- y Saori me juró que ella no la tomó. Quería preguntarte si alguien ha pasado por aquí ayer u hoy-

Afrodita lo pensó unos segundos, para luego sacudir la cabeza.

-No que yo sepa- dijo el caballero por fin- hoy estoy seguro que no ha pasado nadie, y ayer hacía mi ronda y no sé si alguien pasó... solo supe que Lily salió del Santuario tarde...-

-¿Lily? Que raro- dijo el Patriarca- de hecho, es tarde y siento su cosmo en el templo de Aries- se aclaró la garganta- iré a preguntarle...-

El Patriarca bajó al primer templo, y su sorpresa fue grande al ver a Mu tan preocupado.

-¿Qué sucede, Mu?- preguntó Shion con seriedad.

-Es Lily, parece que está enferma- dijo Mu- sé que está peor de lo que ella quiere admitir, y no puedo dejar de preocuparme...-

-¿Enferma?- dijo Shion, sorprendido- pero... no debe enfermarse...-

Mu se encogió de hombros. Shion cerró los ojos, e hizo aparecer frente a ellos el enorme libro dorado sobre Lemuria y Salem. Mu no entendía los extraños signos, pero Shion los leía como si fueran caracteres normales.

-No, Mu, ningún microbio que afecta a los humanos normales puede afectarla a ella o a nosotros- dijo Shion, una vez que terminó de hojear el enorme libro- hay algo en ella que debe andar mal...-

-¿Qué puedo hacer?- dijo Mu- ella no me ha dicho nada-

-Déjamelo a mí, yo hablaré con ella- dijo Shion- quédate aquí...-

El Patriarca entró a la habitación. Lily no se había levantado, solo miraba tristemente a través de la ventana.

-Buenas noches, Lily- dijo Shion- ¿cómo te sientes?-

-Bien, maestro- dijo Lily con la voz un tanto entrecortada- no sé porqué todos hacen tanto escándalo, estoy bien, en serio...-

-Lily, por más que trates de fingir, Mu y yo sabemos que algo anda mal- dijo Shion. Lily bajó la mirada con un poco de tristeza.

-No sé que tengo- dijo Lily- solo me duele un poco la cabeza, y ahora la garganta...-

-Lily, ¿porqué saliste del Santuario hace dos noches?- preguntó Shion.

-¿Yo qué?- dijo Lily- yo no salí del Santuario. De hecho, ayer en la mañana me levanté muy tarde porque tenía mucho sueño...-

-¿No has subido a través de las Doce Casas?- preguntó Shion.

-Para nada- dijo Lily, mirando a Shion como si le estuviera preguntando algo sumamente absurdo- ¿qué haría yo más allá de la casa de Aries?-

-No lo sé- dijo Shion, y dejó escapar un suspiró- olvídalo...-

-Maestro, no quiero que se preocupen por mí- dijo Lily- la verdad no estoy tan mal-

Shion sonrió.

-De acuerdo- dijo el Patriarca- pero debes prometer quedarte aquí para que Mu te vigile... solo para asegurarnos de que estés bien- añadió, viendo que Lily estaba a punto de reclamarle- si yo fuera tú no me quejaría...-

Lily iba a quejarse, pero sonrió.

-Tiene razón, maestro- dijo ella.

-Espero que te mejores- dijo Shion- si te sientes mal de nuevo, te lo pido, avísanos-

-Lo haré, maestro, gracias- dijo Lily.

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CONTINUARÁ...

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Abby L. / Nona