CAPITULO 5: CUESTIÓN DE EQUILIBRIO
-¿Qué dices?- dijo Dohko, muy sorprendido de lo que acababa de escuchar del Patriarca- creí que cuando Mu la curó de su maldición le había quitado...-
-No, todo indica que no le quitó su dependencia al diamante- dijo Shion- cuando vencimos a Deyana, Lily me confió el diamante, porque debió saber o imaginarse lo importante que era...-
Dohko quedó en silencio al darse cuenta de que el Patriarca no había mencionado nada sobre el peligro que constituía el poderoso diamante en manos equivocadas, tanto para Atena como para el resto del mundo. Evidentemente, Shion estaba casi igual de preocupado por Lily que Mu.
-Shion, dijiste que ella lo había robado- dijo Dohko- ¿te referías a la reina Deyana?-
-Si no fue ella, ¿quién más?- dijo Shion.
-No lo creo, Shion- dijo Dohko- hubiéramos sentido su cosmo...-
-Debió hallar otra manera de entrar- dijo Shion- nadie sabe de la existencia de ese diamante, salvo nosotros, Julián Solo y ella... además, mi libreta con las predicciones también desapareció. Sin duda es obra de ella-
-¿Y que haremos?- dijo Dohko.
-Primero, tenemos que informarle a Mu- dijo Shion- después, tenemos que encontrar una manera de dar con Deyana y recuperar ese diamante antes de que... sea demasiado tarde para Lily-
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La noche había caído ya y las tres chicas sicilianas seguían en el teatro hasta que el intendente les pidió que salieran. Las tres volvieron a pie al hotel donde se estaban hospedando.
-No sé que pasó hoy- iba diciendo Francesca- esa vuelta no te sale aún, ¿en que has estado pensando, Agata?-
-¿Yo? En nada- dijo Agata, un tanto distraída.
-No te hagas- dijo Francesca- has estado muy distraída. ¿Sigues pensando en el chico ese que se te apareció la otra noche?-
-¿Qué chico?- preguntó Agata.
-Ese...Aike de no se quién...- dijo Francesca, haciendo reír a Agata y a Lorena.
-Aiakos de Garuda- dijo Lorena- de verdad, Francesca, ahora que estamos en Grecia, deberías estudiar un poquito la mitología...-
-Ni hablar- dijo Francesca- y no me desvíen del tema. Agata, ¿es eso lo que te ha estado preocupando?-
-No, la verdad ya ni me acordaba de él- dijo Agata- no es nada, estoy un poco cansada por la práctica, eso es todo...-
-Entonces debemos ir a cenar y luego a dormir- dijo Francesca.
-Me parece excelente- dijo Lorena.
Agata las acompañó sin muchas ganas, y las tres entraron a un restaurante griego que estaba junto al hotel. Un par de ojos negros las siguieron, llenos de tristeza.
Una vez que les llevaron la comida, Francesca comió hasta que no podía tomar un bocado más. Lorena probó un poco de todo y lo único que se terminó fue el pastel de chocolate del postre. Agata muy a fuerzas tomó la ensalada, sin más aderezo que un poco de aceite de oliva y vinagre.
Después de que las chicas cenaron, volvieron al hotel. Mientras entraban, Agata escuchó de nuevo un fuerte batir de alas. Se volvió, y vio que Lorena había alzado la mirada.
-¿Escuchaste eso?- preguntó Agata.
-Sí, se escuchó como un golpe de viento- dijo Lorena- o un batir de alas...-
-Ustedes y sus locuras, que imaginación tienen...- dijo Francesca, quien evidentemente no había escuchado nada- dejen de alucinar con demonios y vamos a dormir de una vez, me muero de sueño...-
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Mu tomó relativamente bien lo que el Patriarca le había comunicado.
-¿Y que haremos al respecto?- preguntó el caballero de Aries.
-Buscar a Deyana y traer ese diamante de regreso- dijo Shion- la vida de Lily depende de ello. El problema es que ya no está en Salem ni en ninguna parte del norte de Italia...-
-¿Qué haremos para encontrarla?- preguntó Mu.
-Esta noche iré a Star Hill de nuevo- dijo Shion- estoy seguro que las estrellas tienen la respuesta... si, Deyana robó mis anotaciones de la última vez, claramente quería impedir que nos diéramos cuenta-
Mu suspiró con tranquilidad, aunque en su interior estaba muriendo de impaciencia.
-¿Cuánto tiempo cree que tengamos?- preguntó Mu.
-No estoy seguro- dijo el Patriarca- yo creo que tres días...cuatro a lo mucho-
Mu volvió la vista hacia Lily, quien aún dormía profundamente bajo las sábanas. Clara le había dado unas pastillas para calmar su dolor, y su sangrado se había detenido para dar lugar a solo finas líneas doradas donde unas horas antes hubo sangre.
El Patriarca se retiró respetuosamente mientras que Mu la tomaba de la mano y se sentaba junto a ella. El caballero de Aries miró el reloj. Las tres de la mañana.
-No te rindas, Lily, aguanta un poco más- dijo Mu- encontraremos ese diamante para que vuelvas a estar bien...-
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A la mañana siguiente...
-¡Arriba!¡Arriba!- exclamó Francesca. Lorena y Agata abrieron los ojos lentamente, y los cerraron de golpe cuando Francesca corrió la cortina.
-¡Francesca!¿Estás loca?- exclamó Lorena- son las seis de la mañana-
-Y es sábado- añadió perezosamente Agata, dejando colgar su brazo de la orilla de la cama.
-¡Exacto!- exclamó Francesca- ustedes dos necesitan practicar mucho... vamos, hoy no hay ensayo y tenemos el teatro para nosotras solas, sin esa Dora ni nadie más... además, al terminar podemos ir a conocer la ciudad-
Lorena y Agata se miraron entre sí.
-De acuerdo, vamos- dijo Agata antes de que Lorena pudiera responder- tienes razón, tenemos mucho que practicar...-
Las tres se alistaron y se fueron al teatro, el cual acababa de abrir. El intendente alzó los ojos al cielo al verlas llegar. ¿Qué tenían esas tres chicas italianas locas que iban a practicar en sábado tan temprano? Pensó que sería mejor no molestarlas, y se fue.
Las tres chicas se colocaron en el escenario. Francesca se sentó de espaldas a las butacas, para ver de frente a sus dos amigas mientras ejecutaban sus pasos.
-Bueno, Agata, esta vez te saldrá- dijo Francesca- ¡ahora!-
Agata ejecutó sus pasos a la perfección, excepto en el momento en el cual siempre fallaba. Y esta vez no fue la excepción. Los pies le fallaron y cayó al suelo de la misma manera que siempre lo hacía.
-Es inútil, Francesca- dijo ella- soy un fraude...-
-Vuélvelo a hacer- dijo Francesca- te tiene que salir...-
-Es inútil- repitió Agata- es más fácil que Dora sea amigable a que me salga esta cosa...-
-No es cierto- dijo Lorena- yo sé que te tiene que salir, y a mi también. In boca al lupo...- añadió, ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse. Agata sonrió y aceptó la mano de su amiga.
-...crepi il lupo!- terminó Agata.
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Afrodita aún se sentía mal por lo que Máscara Mortal le había dicho a Mu la noche anterior. ¿Cómo podía ser tan insensible, sobre todo ahora que él mismo tenía una chica por quien preocuparse?
Aún pensando en ello, el caballero de Piscis bajó a la primera casa. No es que él y Mu hayan sido siempre grandes amigos, sino todo lo contrario, pero sabía lo que era perder a una persona querida, y no se lo deseaba ni a su peor enemigo.
El caballero de Piscis abrió la puerta de la habitación de Lily. La chica aún dormía profundamente, y tenía finas líneas de escarcha dorada sobre los párpados, las mejillas y junto a la boca. Mu, por su parte, tenía la mano derecha de Lily bajo la suya, sentado sobre una silla junto a la cama, e inclinado hacia delante, también profundamente dormido.
-Pobre Mu...- murmuró Afrodita para sí mismo, antes de cerrar de nuevo la puerta y salir.
El caballero de Piscis salió del Santuario hacia la ciudad. Miró a su alrededor. La ciudad le parecía tan monótona y aburrida como siempre. ¿Qué hacer? Tenía que ir a ajustar unas cuentas de Saori antes de poder volver al Santuario.
Pasó cerca del teatro y la florería por donde había pasado el día anterior, y vio a dos chicas desconocidas fuera del primero, hablando en veloz italiano. Afrodita miró fijamente la entrada del teatro.
Involuntariamente, una serie de imágenes volaron por la mente del caballero: Máscara Mortal entrando precipitadamente a la florería con Danny, esos ojos de un celeste tan peculiar, esos cabellos color azul oscuro, esas mejillas tan proporcionadamente teñidas, ese cuerpo delgado y esa piel tan blanca.
Afrodita jamás había visto un ser humano tan hermoso como la chica que había conocido el día anterior. Todo en ella era tan perfecto que no podía ser mortal. Simplemente no podía. Y luego le vino a la mente esa rosa, la rosa que estaba casi marchita, y que de pronto se volvió la más bella que jamás había visto en su vida. ¿Qué era ese misterio?
-Que demonios- dijo para sí mismo el caballero- las cosas de Saori pueden esperar-
Y, sin pensarlo más, se dirigió a la entrada del teatro. Las dos chicas italianas ya se habían ido.
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-Esto es inútil- repitió Agata después de caerse por enésima vez- no puedo, no puedo, y no podré...-
-Agata...- comenzó Lorena.
-No, le diré a Giovanni que no puedo- dijo Agata, sin levantarse- que lo elimine de...-
-No seas una llorona, Agata- dijo Francesca- lo tienes dentro de ti, solo que de repente pierdes el equilibrio...-
-No puedo- repitió Agata- déjenme sola un rato...-
-Agata, no te riendas- dijo Lorena.
-Por favor, Lorena, déjenme sola un rato- insistió ella.
-Como quieras- dijo Lorena, aunque sin muchas ganas- vamos a dar la vuelta, Francesca, hay una florería cerca que quiero visitar...-
-Vamos- dijo Francesca.
Una vez que Agata se quedó sola, se levantó y le dio una certera patada a un pequeño banco que estaba cerca. Después de ello, se dejó caer de nuevo y cruzó los brazos.
-Esto no me va a salir- dijo para sí misma- no me va a salir, y Dora se reirá de mi en mi cara...- frunció el entrecejo- no, no puedo permitirlo...-
Ensayó sus giros una y otra vez, sin saber que era observada. Y una y otra vez, tuvo el mismo resultado, siempre terminaba en el suelo.
-¡Demonios!- exclamó Agata de mal humor.
Se levantó de nuevo y recogió el banco. Con una habilidad impresionante, puso el banco en el suelo, se inclinó hacia delante apoyándose en él y quedando parada de manos. Siempre hacía lo mismo cuando estaba presionada, para calmarse un poco.
-Cálmate, Agata, cálmate...- se decía una y otra vez con los ojos cerrados, aún en la misma posición.
-Tienes una habilidad impresionante- murmuró una voz masculina. La chica volvió los ojos hacia las butacas y vio al chico que había conocido el día anterior.
-Hola- dijo ella con una sonrisa, aún en esa posición. La chica arqueó su cuerpo hacia atrás para quedar de pie y a espaldas del escenario. Luego se volvió hacia el caballero- Afrodita, ¿cierto?-
-Así es- dijo el caballero de Piscis- no me digas que su acto incluye maromas y pararse de manos-
-Se supone que no lo vería nadie hasta el día del estreno- dijo Agata- pero sí, algo de esto tiene...-
-Que impresionante- dijo Afrodita, acercándose al escenario- supongo que eres la mejor de todas...-
-Tengo la mayor responsabilidad- dijo Agata, sintiendo un agudo calor sobre sus mejillas.
-No te ruborices, lo digo en serio- dijo Afrodita, subiendo al escenario para estar de frente a ella.
-Gracias- sonrió ella- significa mucho para mí, aunque...- y vaciló un poco.
-Aunque preferirías que tu hermano fuera quien te lo diga, ¿cierto?- dijo Afrodita, y ella asintió- supongo que tú lo conoces también como yo: aunque lo sienta, no lo diría ni aunque su vida dependiera de ello...-
Agata se echó a reír. Sí, Afrodita describía perfectamente a su hermano Roberto o, mejor dicho, Máscara Mortal. Fingía frialdad, aunque ella sabía muy bien que era solo eso: fingida.
-Vi que practicabas un giro en especial- siguió Afrodita.
-Sí, pero no me sale, y ya lo deseché- dijo Agata.
El caballero de Piscis la miró.
-Yo sé porque no te sale- dijo Afrodita- vuelve a hacerlo...-
Agata lo miró, interrogante. Sin embargo, hizo como el caballero le dijo. Ejecutó sus pasos y volvió a caer.
-¿Lo ves?- dijo Agata, un tanto adolorida de tanto caerse- no es posible que...-
-Hazlo de nuevo- la interrumpió Afrodita, mirándola con atención- pero esta vez, más lento-
Agata repitió los pasos. Cuando estuvo a punto de caer, Afrodita la detuvo.
-¿Qué...?- comenzó ella.
-Caes porque doblas demasiado la rodilla sobre la que estás girando, o no doblas bien la otra cuando quieres cambiar el pie en el que te apoyas- dijo el caballero de Piscis- además, en este momento sigues apoyándote en la punta del pie, debes bajar un poco más el talón, aunque sin dejar que toque el suelo, para que tengas mejor equilibrio...-
Agata lo miró, sorprendido.
-¿Cómo sabes eso?- dijo ella.
-¿Porqué no lo intentas?- dijo Afrodita sin responderle directamente- no pierdes nada con eso, ¿o si?-
Agata asintió. El caballero dio un par de pasos atrás para darle espacio. La chica ejecutó de nuevo los pasos, esta vez con las modificaciones de Afrodita, y se sorprendió mucho de que no tuvo el mismo desenlace de antes. Terminó el giro sin perder el equilibrio.
-¡Lo hice!- exclamó Agata, casi saltando de alegría- ¡lo hice!¡lo hice!-
La chica estaba tan feliz que habría abrazado a Afrodita. No lo hizo, para bien sobre todo del caballero de Piscis, pues había un par de ojos furiosos mirando la escena con atención, aunque ninguno de los dos se había percatado de ello.
-¿Cómo lo supiste?- preguntó ella.
-No lo sé- dijo Afrodita- es cuestión de equilibrio...será que paso mucho tiempo mirando las rosas-
-Tienes razón- dijo Agata- como los rosales en casa de mi madre... muchísimas gracias por haberme ayudado, ya me había rendido-
-No es nada- dijo Afrodita- ¿quieres ir a comer?-
Una nube pasó por los ojos de Agata cuando el caballero dijo eso, justo antes de que la chica sonriera y la nube pasara. Sin embargo, Afrodita no se percató de ello.
-Me encantaría- dijo ella con una dulce sonrisa.
Los dos salieron del teatro, seguidos por la siempre vigilante sombra. Una segunda sombra los miró salir.
-Ya todo está en movimiento- dijo la sombra para sí misma con voz de mujer, abriendo un casillero e introduciendo algo en su interior- este es el siguiente paso para el triunfo de mi señora...-
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CONTINUARÁ...
¡Hola! Perdón por la demora. Las frases que puse en italiano son las maneras de desearle suerte a alguien. La persona que desea suerte dice: In boca al lupo! y la otra le responde Crepi il lupo! Un saludo a todos.
Abby L. / Nona
