CAPITULO 6: LA TRAMPA DE VIVIEN

Afrodita y Agata entraron a un negocio pequeño. El caballero había insistido en que ella debía probar la comida griega. Agata no estaba muy segura de que su estómago resistiera esa carga de comida, sobre todo porque estaba acostumbrada a no comer mucho.

-¿Estás seguro de que es absolutamente necesario...?- dijo Agata al ver el enorme plato de carne que tenía justo frente a ella.

-¿No lo has escuchado?- dijo Afrodita, sonriendo ante la mirada de terror de Agata al ver su platillo- una artista como tú debe comer carne, de lo contrario sus músculos no tendrán la suficiente fuerza para hacer todo lo que haces...-

-Lo sé, lo sé- dijo Agata, mirando su plato- pero esto es demasiado-

-Come lo que desees- dijo Afrodita.

Como si estuviera bebiendo un trago de un veneno fatal, Agata comió un poco de carne. Se sorprendió: estaba delicioso.

-Esto está buenísimo- dijo Agata. Afrodita sonrió.

-Sabía que te gustaría- dijo Afrodita.

Los dos continuaron su comida platicando de muchas cosas. Agata estaba muy interesada en saber como había sido la vida de su hermano mientras había vivido en el Santuario, y se preguntaba porqué no había vuelto nunca a casa a visitarlos. Se estremeció al escuchar el relato sobre la guerra del Santuario de Atena contra Hades y sus espectros.

-Entonces dices que Hades es malvado- murmuró Agata.

-No tal- dijo Afrodita- yo no digo eso. Solo que, en esa batalla en particular, él era nuestro enemigo. Quien sabe, tal vez algún día sea nuestro aliado...-

-Tal vez- sonrió Agata, dejando los cubiertos sobre el plato, asombrada de sí misma de haber acabado todo- discúlpame un momento...-

-Por supuesto- dijo Afrodita.

La chica estuvo ausente durante al menos diez minutos. Diez minutos durante los cuales Afrodita meditó sobre lo que estaba sucediendo. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Salía con la hermana de su mejor amigo? No, eso sonaba muy niñezco. Además, solo la había invitado a comer. ¿Qué malo tenía todo el asunto?

El punto es que, por primera vez en muchísimo tiempo, el caballero de Piscis había encontrado una chica que le agradara tanto como... ¿había alguna necesidad de traer su recuerdo a la mente? Afrodita sacudió la cabeza.

x-x-x FLASHBACK x-x-x

El pequeño niño de diez años entró corriendo a su casa, entre carcajadas. ¡Qué hermoso día acababa de tener! Llevaba una rosa blanca en la mano. Mientras caminaba de la escuela a su casa, iba pensando en esa chica que se dedicaba a cuidarlo por las tardes, mientras su madre trabajaba. Era su prima, pero igual era bellísima, y el niño la adoraba por compartir su tiempo con ella.

-Mira, Jessy, la rosa que te...- comenzó al abrir la puerta, pero se interrumpió.

Al entrar no vio a quien esperaba, sino a su madre sentada junto a la puerta, apretando un pañuelo entre sus manos, mientras se mordía el labio inferior. Estaba tan pálida que parecía que acababa de ver a un fantasma.

-Mamá, ¿qué pasó?- dijo el niño- ¿dónde está...?-

-Ven, mejor que sepas la verdad desde ahora, hijo mío- dijo la mujer, poniéndose de pie. El niño asintió muy serio.

Su madre lo llevó en auto por las congestionadas calles de Estocolmo. Más de una vez un automovilista le gritó por una maniobra equivocada, por invadir carril, por pasarse una luz roja, pero la mujer ni se inmutó. El niño notó que su madre parecía estar pensando en otra cosa, totalmente ajena al mundo.

-¿Mamá?- dijo el niño- ¿a dónde vamos?-

-Ya lo verás- dijo la mujer, en un tono que quería decir "no tengo el valor suficiente para decirte".

-¿Falta mucho?- preguntó él de nuevo.

-No- dijo la mujer, entrando a un estacionamiento.

El niño siguió a su madre dentro del edificio. Los dos entraron a un elevador que se dirigía al quinto piso. El pequeño reconoció perfectamente el lugar.

-¿El hospital?- preguntó a su madre- ¿de qué se enfermó Jessy?-

En ese momento, y antes de que su madre pudiera responderle, un médico se acercó a ellos con una expresión sombría en su rostro.

-¿Vienen a ver a Jessy Prassak?- preguntó el doctor.

-Así es- dijo la madre- ¿cómo está ella?-

-Lo hemos intentado todo, señora- dijo el médico- sus repetidos vómitos hicieron que sus electrolitos séricos se perdieran. Tiene también desgarrado el esófago y apenas pudimos lograr que dejara de sangrar. Me temo que la trajeron muy tarde, su corazón está muy débil...-

El niño no quiso seguir escuchando. No entendía ni una sola palabra, pero la última frase y el tono usado por el médico le dijo todo lo que necesitaba saber. Corrió entre las salas, girando la cabeza de izquierda a derecha para ver a los pacientes dentro de cada una, y entró a la última.

Su querida prima yacía ahí, tendida en la cama, con una mascarilla de oxígeno y varios sueros y cables eléctricos conectados a un monitor. El pequeño la recordaba delgada, pero con esa bata de hospital, parecía meramente un esqueleto cubierto de piel. Su belleza perdida. Lo único hermoso que quedaba en ella eran sus ojos, que lo miraron llenos de lágrimas.

-Fi...Fi...- comenzó la chica.

-Shh... no hables, Jessy, el doctor dijo que tu corazón está débil- dijo el niño- ¿qué te pasó? ¿de qué te enfermaste?- La chica cerró los ojos, un tanto avergonzada- ¿Jessy?-

-Yo...quería ser... bonita- dijo Jessy con mucha dificultad, y con los ojos llenos de lágrimas- yo... quería...-

-Pero si siempre has sido la más bonita- dijo el niño con lágrimas en los ojos también, aunque sin entender bien porqué estaba llorando- ¡siempre!-

Jessy sonrió levemente y cerró los ojos. Un hilo de sangre comenzó a brotar de las comisuras de su boca. Los monitores comenzaron a hacer un ruido infernal, el más horrible que el pequeño haya escuchado en su corta vida. Médicos y enfermeras corrieron hacia la chica y lo apartaron. El niño sintió una mano en su hombro. Era su madre.

Minutos más tarde, una de las enfermeras apagó el monitor.

-Hora de la muerte, 4:37- dijo el médico, y se volvió hacia la mujer- lo siento-

x-x-x

Si hubo algo peor que ese momento fue el entierro. Ahí estaba Jessy, dentro de ese ataúd, parecía dormida, con esa delgadez mortal. El niño le dejó una rosa blanca sobre el pecho. Ese momento quedó impreso en la mente del pequeño.

-La anorexia es una gravísima enfermedad- decía el padre de Jessy en su discurso- una enfermedad que ha clamado la vida de nuestra Jessy...-

El niño ya no prestaba atención. Las palabras de su tío se perdieron a lo lejos. Escuchaba, en cambio, la voz de Jessy, llamándolo.

-¿Afrodita?¡Ayúdame!- le decía Jessy- no dejes que esto vuelva a pasar...-

-No, Jessy, no lo haré- le respondía él.

-¿Afrodita?-

x-x-x FIN DEL FLASHBACK x-x-x

-¿Afrodita?¿sucede algo?- dijo Agata, tomando asiento frente a Afrodita y metiéndose a la boca una pastilla de menta. El caballero sacudió su cabeza de nuevo.

-No, nada, lo siento- dijo él. El caballero la miró. Se veía más pálida de lo normal, con las mejillas rojas y los ojos húmedos- ¿sucedió algo?-

-No, nada- dijo ella a su vez.

-¿Segura?- dijo Afrodita- te ves...diferente-

-Ah, eso- dijo ella nerviosamente- es solo que... sentí que algo me picaba en la garganta y tosí mucho...-

-Está bien- dijo Afrodita- bueno, ya comimos. ¿Qué quieres hacer ahora?-

-Debería regresar al teatro- dijo Agata- mis amigas van a preocuparse... pero también quiero conocer la ciudad. ¿Podrías mostrarme algunos sitios?-

-De acuerdo- dijo el caballero- vamos-

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Lily estaba, si es posible decirlo, aún peor que antes. Parecía no más que una frágil muñeca de trapo. No paraba de temblar, ni dormida ni despierta. Sus ojos ya habían perdido el hermoso brillo amatista que poseían.

-Resiste, Lily- le decía Mu todo el tiempo- aguanta un poco más...-

Desde que Mu tenía a Lily en la casa de Aries, Kiki casi no se apartaba de su lado. El pelirrojo había dejado de jugar con Zalika y se quedaba quieto junto a la chica, mirando casi con lástima la tristeza de su maestro.

Milo y Selene habían vuelto de su viaje esa mañana. Ninguno de los dos pudo ocultar su felicidad, a pesar de que Selene se veía muy preocupada por el destino de Lily.

-¿Quieres decir que alguien entró al Santuario, hasta el cuarto del Patriarca, y robó ese diamante?- dijo Milo- es imposible...-

-Lo sé- le dijo Mu con tristeza- sea como fuere, tenemos que recuperarlo...-

Milo asintió y volvió con Selene hacia la casa de Géminis, pues querían saludar a Clara, dejando solo al caballero de Aries. Era ya casi el anochecer cuando Shion apareció en su puerta.

-Maestro- dijo Mu al verlo- ¿encontró a las hechiceras?-

-Sí- dijo Shion. Mu esperó una explicación de su maestro- sentí su presencia aquí mismo, en Atenas... vinieron a robar el diamante hace varias noches, pero no se han ido; están esperando algo...-

-La muerte de Lily- dijo Mu en tono sombrío.

-Algo me dice que no es así, Mu- dijo Shion- hay algo más...- dejó escapar un suspiro- saldremos esta noche...-

Mu tenía serias dudas sobre ello. Estaba resentido con la malvada Deyana por lo que le estaba haciendo a su chica. Shion dirigió la mirada hacia donde se encontraba Lily. La chica los miraba sin mirarlos.

-Lily...- murmuró Mu en voz baja.

La chica movió sus labios, sin que ningún sonido pudiera salir de ellos.

-No te preocupes, encontraremos a tu abuela y traeremos el diamante- dijo Mu- no dejaré que te suceda nada malo...-

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Ya había oscurecido. Afrodita acompañó a Agata de vuelta al hotel. La chica se preparó psicológicamente para soportar los regaños de sus dos amigas, en especial Francesca.

Agradeció al caballero y subió las escaleras. En la entrada de su cuarto le esperaba una desagradable sorpresa. Sus dos amigas la estaban esperando con los brazos cruzados y una mirada llena de furia.

-¿Se puede saber donde rayos has estado?- dijo Francesca tan pronto como Agata cerró la puerta tras de sí- son las nueve de la noche...-

-Ya sé bien la hora que es, Francesca, muchas gracias- dijo Agata- no creo necesario darles explicaciones...-

-"Quiero estar sola un momento"- dijo Francesca, imitando a Agata- muy sola que estuviste...-

-¿De qué hablas?- dijo Agata, frunciendo el entrecejo, pero sintiendo que el color se le subía a las mejillas.

-De que te vimos con ese chico de cabello azul a mediodía- dijo Francesca en el mismo tono furioso- ¿porqué no nos decías que querías salir con él y ya?-

-No era eso- dijo Agata- ustedes no entienden... me quedé sola en el teatro y luego llegó él y me invitó, ¿qué malo tiene eso?-

-Sí, claro, nos vamos a creer una historia así- dijo Francesca.

-Pues si no me creen no me interesa, es la verdad- dijo Agata- es sábado y podíamos salir si queríamos...-

-¡Pero no tenías que engañarnos!- comenzó a gritar Francesca.

-¡Entiende que no las engañé!- gritó Agata a su vez.

-¿Quieren callarse las dos de una buena vez?- dijo Lorena, quien había permanecido en silencio todo ese tiempo. Las dos dejaron de gritarse mutuamente- Agata puede hacer lo que quiera, Francesca, y no creo que haya querido engañarnos... y Agata, por favor, si vuelves a desaparecer así, al menos avísanos para que no nos preocupemos...-

-Lo siento, Lorena- dijo Agata en voz baja- no era mi intención preocuparlas...-

-Pero lo hiciste- intervino Francesca.

-No te preocupes- dijo Lorena en tono paciente.

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Afrodita se había retirado del hotel rumbo al Santuario una vez que había dejado a la chica en la entrada. Caminaba con una sonrisa en los labios. De pronto, el caballero tuvo la sensación de ser seguido por alguien. Se dio la vuelta. Demasiado tarde: un par de fuertes manos lo lanzaron contra una pared cercana. El caballero de Piscis se sorprendió al ver de quien se trataba.

-¿Aiakos?- murmuró Afrodita- ¿qué rayos...?-

-Aléjate de ella- dijo Aiakos en tono seco.

-¿De qué rayos hablas?- dijo Afrodita, sorprendido.

-Aléjate de ella, de Agata, si sabes lo que te conviene- dijo Aiakos- déjala en paz y no la busques más...-

El caballero de Piscis frunció el entrecejo.

-¿Y se puede saber porqué demonios voy a obedecerte?- dijo Afrodita en tono desafiante.

-Debería bastarte con que yo te lo diga- dijo Aiakos en tono frío.

-Pues no me basta- dijo Afrodita.

-Haz lo que te digo, o tendremos el honor de ser tus anfitriones en tu "nuevo hogar"- dijo Aiakos- le tocas un cabello y toda la furia de mi señor Hades caerá sobre ti...-

-¿Qué dices?- dijo Afrodita- ¿qué tiene que ver Hades con todo esto?-

-Una palabra sola y morirás- dijo Aiakos, extendiendo sus alas.

Antes de que el caballero pudiera responder, el espectro desapareció volando. Afrodita lo miró alejarse, desconcertado. ¿Qué demonios tenían los espectros de Hades con la hermana de Máscara Mortal? ¿Qué sentido tenía esa "advertencia"?

-Bah, será mejor que regrese- dijo el caballero.

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Esa noche, Mu y Shion habían salido a Atenas, siguiendo el cosmo de la reina Deyana y de sus hechiceras. Mu llevaba puesta la armadura de Aries, y Shion no tenía más que sus propios poderes como defensa.

-Ya casi llegamos- informó el Patriarca.

El corazón de Mu latía con tanta fuerza que le dolía. ¿Tan cerca estaban del diamante? Esperaba que así fuera, por el bien de Lily.

-Ahí- dijo el Patriarca, señalando un edificio antiguo junto al teatro de la ciudad. El último piso estaba iluminado. No hacía falta que Shion lo mencionara, ya que Mu también podía sentir los cosmos de las hechiceras ahí dentro, alrededor de uno muy poderoso, que debería pertenecer a la reina.

Los dos lemurianos se teletransportaron hacia el piso iluminado. Ahí las hechiceras, las cuales habían estado en círculo alrededor de una de ellas, deshicieron su formación con un grito de sorpresa.

-¡Caballeros!- exclamó una.

Shion y Mu notaron que una de las hechiceras llevaba puesta una máscara dorada. Las demás simplemente vestían de negro.

-Deyana, devuélvenos el diamante de Gioia- dijo Mu.

Entonces, todas las hechiceras se echaron a reír, comenzando por la de la máscara. Mu tenía verdaderas ganas de mandarlas a volar a todas con su Stardust Revolution, pero se contuvo y no lo hizo.

-Mu, no es ella- dijo Shion.

-Tiene razón- dijo la hechicera de la máscara dorada, quitándosela. En efecto, no era la reina Deyana, pero se parecía bastante a ella y a Lily- mi señora nos advirtió que vendrían aquí...-

-¿Y bien?- dijo Mu- ¿dónde está el diamante?-

-En un lugar seguro- respondió la hechicera, tomando asiento frente a una mesa, la cual tenía varias piezas de ajedrez y un tablero. Tomó la pieza de la reina negra y la colocó entre dos caballos y dos torres del mismo color- junto con nuestra reina...-

-¿Quién rayos eres tú?- preguntó el caballero de Aries.

-Mi nombre es Vivien, soy la nueva heredera de Salem- dijo la hechicera- soy prima de su querida Lilia... lástima por ella...-

Mu sintió un vuelco.

-¿Dónde está la reina?- preguntó Shion con calma, aunque su cosmo estaba encendido lleno de furia.

-¿Qué no lo ves?- dijo Vivien, señalando el tablero- está bien protegida por sus sirvientes. En cambio, ustedes han dejado sola a su princesa...-

Y mientras decía esto, Vivien rodeó la reina blanca de peones negros. Con una horrible sonrisa, volvió su vista a los dos intrusos por un segundo y luego volvió su atención al tablero. Tomó la reina blanca de madera en su mano derecha, encendiendo un pequeño fuego en ella y consumiéndola por completo.

-...y ahora ya la perdieron- añadió Vivien.

Shion y Mu se miraron entre ellos.

-¡Lily!- exclamaron, teletransportándose hacia el Santuario.

Vivien y las demás hechiceras se echaron a reír, mientras desaparecían convirtiéndose en niebla.

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¡Todo el Santuario sintió esa presencia maligna!

Shion y Mu entraron corriendo a la casa de Aries. Corrieron hacia la habitación donde Lily había estado durmiendo. Mu abrió la puerta de golpe.

Kiki estaba en el suelo, al parecer desmayado. Había varias cosas tiradas en el suelo, en todas partes de la habitación. El florero que estaba junto a la cama ahora se encontraba en el suelo, quebrado. La cama estaba vacía.

-¡No!- exclamó Mu.

-Por todos los dioses...- murmuró Shion- no puedo creerlo...-

Llegaron varios caballeros: Saga, Aldebarán, Aioria y Afrodita.

-¿Qué rayos sucedió aquí...?- comenzó Aldebarán. Los demás no necesitaron preguntar. Con ver la escena fue suficiente.

Mu se arrodilló junto a Kiki. Con una leve sacudida se despertó.

-Kiki, ¿estás bien?- dijo el caballero de Aries.

-¡Señor Mu!- exclamó Kiki, despertando y recordándolo todo- fueron ellas... ellas vinieron por Lily... traté de detenerlas, les arrojé lo que encontré, pero...- sacudió la cabeza con coraje- les fue tan fácil, solo la levantaron y ya, y luego desaparecieron como niebla...-

No necesitó decir más. Las salemitas se habían llevado a Lily.

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CONTINUARÁ...

¡Hola! Espero que les esté gustando y que no me quieran matar (aún). Muchas gracias por seguir leyendo y por sus reviews. Se agradecen mucho los comentarios! Un saludo a todos.

Abby L. / Nona