Título: Contigo hasta el final

Autora: Ali

Clasificación: NC 17

Pareja: Lucius Malfoy/Severus Snape

Disclaimer: Ninguno de los personajes son míos, todos de Rowling. No gano nada al usarlos un ratito, es sólo diversión.

Nota de Autora: Lucifer y Segrael no son míos sino de Ayesha, gracias por prestármelos amiguita.

Además, me tomé una 'licencia de autor' respecto a la diferencia de años entre Lucius y Severus, espero sepan disculparme.

Advertencia: Este capítulo contienen lemon explícito, por si alguien desea saltárselo

Capítulo 2

MIAW

Severus Snape irrumpió como una tromba en la enfermería, ganándose una mirada furiosa de Madame Pomfrey y miradas ansiosas del resto de los presentes.

-¿Qué has podido averiguar?- preguntó de inmediato Draco, desprendiéndose de los brazos de Harry y haciendo un gesto de dolor ante la brusquedad del gesto. Tenía el hombro vendado y contusiones y magulladuras por el resto del cuerpo-. ¿Lo encontraron?

-No- denegó el hombre con gesto severo.

-No ha podido desaparecer en el aire- intervino Remus, mostrando una venda alrededor de su cabeza.

-Hay mucha confusión, y lamentablemente no disponemos de demasiados recursos para buscarlo- explicó el Maestro de Pociones.

-¿Cómo que no?- gritó el joven rubio furioso-. Mi padre está gravemente herido, todos vimos como lo atacaron los Mortífagos. Podría estar agonizando en este momento, hasta el más mínimo segundo es importante.

-El ambiente allá afuera es terrible- razonó Severus tratando de hacerlo entender, aún cuando él mismo quería lanzar gritos de impotencia-. Dumbledore está muerto- un silencio opresivo siguió a esta declaración, sólo roto por el leve grito de consternación de Madame Pomfrey-, acaban de llevar su cuerpo al Ministerio, junto con los de muchos aurores y varios alumnos del colegio- su semblante se ensombreció al pensar en esas jóvenes vidas-, y los heridos son incontables. No hay recursos disponibles para buscar a tu padre, y tampoco les interesa hacerlo, para el Ministerio él es un proscrito.

-Pero no entiendo- dijo Harry, mientras abrazaba a Draco quien, luego del exabrupto inicial y fiel a su formación como Malfoy, había encajado la mandíbula y observaba a Severus con semblante pétreo-. Lucius Malfoy nos ayudó, de no ser por él, a estas alturas probablemente todos estaríamos muertos

-Pero sólo lo vimos unos pocos miembros de la Orden- replicó Severus con tono pausado-, y en estos momentos es muy difícil convencer a la gente de cualquier cosa. Nadie escucha razones. Hay muchas pérdidas y mucho dolor. Si alguien lo encontrara, lo más probable es que ni siquiera le permitirían hablar. Lo matarían en el acto.

Harry aferró con más fuerza el cuerpo del rubio que había comenzado a temblar imperceptiblemente.

-Entonces- preguntó Draco con voz gélida-¿nadie está buscando a mi padre¿Van a dejar que se muera solo, como un perro?

-Nos están ayudando algunos miembros de la Orden, Tonks, Kingsley, Ojo Loco y los Weasley, incluso Hermione se unió al grupo a pesar que todavía está aturdida y dolorida. Han estado rastreando los terrenos a conciencia, pero sin resultados.

-¿Entonces qué hacemos nosotros aquí? Tenemos que ir a ayudarlos- Draco se levantó con tanta brusquedad que sintió un fuerte mareo y cayó desmadejado contra el cuerpo de Harry.

-Usted no va a ningún lado, jovencito- lo regañó Madam Pomfrey-. Su herida es muy severa y perdió demasiada sangre. Y antes de que hable- prosiguió, mirando fijamente a Remus-, usted tampoco puede ir.

-Tranquilo, amor- musitó Harry, dando un pequeño beso en la sien del rubio-. Yo voy a ir con Severus a ayudar en la búsqueda. Ustedes dos quédense aquí, en cuanto sepamos algo vendré a avisar.

-No, Harry, yo...

Antes que pudiera continuar, las chimenea de la enfermería crepitó y la cabeza de un anciano de bigotes y pelo blanco apareció entre las llamas.

-¿Ahí se encuentra el Profesor Snape?- preguntó a Madame Pomfrey que había acudido a ver de qué se trataba-. Por favor, es muy urgente.

-Jason- exclamó Severus, llegando alarmado frente a la chimenea. Si el anciano lo estaba llamando con tanta premura es porque había pasado algo muy grave-. ¿Qué sucedió?

-Es el señor Lucifer, señor- contestó el anciano-. Está aquí, y está muy mal.

Una expresión indescifrable, mezcla de alivio y temor, cubrió los rasgos de Severus. Por un momento pareció congelado, pero reaccionando de inmediato, ordeno:

-Jasón, abre la red floo, voy para allá- antes de entrar en la chimenea, se giró hacia los demás y fijó la vista en Draco-. No sigan buscando, ya sé donde está. En cuanto pueda los llamaré

-Pero...- intentó protestar el joven Malfoy.

-Quédate tranquilo, Draco- musitó Severus, suavizando la mirada-. Te prometo que en cuanto pueda me comunicaré con ustedes- y sin esperar más, dio un paso adelante y desapareció entre las llamas.

°°°°°

-¿Dónde está?- preguntó Severus nada más entrar en la pequeña casa de playa de su propiedad.

-En su dormitorio, amo- fue la escueta respuesta del encargado.

Severus corrió hacia el dormitorio y nada más entrar los vívidos recuerdos lo golpearon inclementes. Muy pocas veces había regresado a ese sitio luego que Lucius y él se separaron y en ninguna de esas ocasiones había querido entrar en el dormitorio. Y ahora estaba ahí, y quien él consideró su pareja por tantos años, estaba tendido en su cama, agonizando.

Éste último pensamiento fue el que lo hizo reaccionar. Corrió hacia la cama y se detuvo horrorizado, ni sus más terribles previsiones lo habían preparado para lo que encontró. Lucius estaba acostado con los ojos cerrados y por la palidez de su rostro y la levedad de su respiración, casi parecía que estaba muerto. Su cuerpo estaba completamente destrozado, con hematomas y heridas por doquier, y su rostro, su hermoso rostro, estaba totalmente deformado a causa de las contusiones.

Severus notó con preocupación la herida del muslo, apenas contenida por un torniquete, y la respiración inconstante del herido. Tocó su frente con temblorosos dedos y notó que estaba extremadamente caliente, y por lo que pudo notar, sus pulsaciones eran muy lentas.

Ante la sensación de sus dedos en el rostro, el hombre rubio se movió ligeramente y emitió un leve susurro, casi imperceptible.

-Segrael.

-Es todo lo que ha hecho desde que lo encontré, amo Severus, susurrar su nombre casi en agonía.

-Está muy mal, y yo no tengo ni el conocimiento ni los recursos para ayudarlo- musitó Severus, más para si mismo que para Jasón-. Espera aquí un momento y no lo pierdas de vista. Y sigue poniéndole paños fríos en la frente- terminó, señalando la palangana situada en una mesa cercana y que evidentemente había sido utilizada para tal fin.

Sin esperar respuesta, corrió de nuevo hacia la chimenea, lanzó un pequeño puñado de polvos floo y gritó "Mansión Matinson". Al instante, una cabeza coronada de una espesa mata de cabello castaño apareció entre las llamas, al tiempo que una sonrisa sincera iluminaba el rostro de el doctor en medimagia y cirujano mágico, Tomas Matinson.

-Severus, que gusto verte- lo saludó con alegría-. Ya escuché las noticias de la batalla. ¿Estabas ahí, no¿Te encuentras bien?- ahora se percibía un cierto tono de preocupación en la voz.

-Estoy bien- declaró el mago moviendo las manos nervioso-, pero te necesito con urgencia- al ver que el otro tenía toda la intención de empezar a interrogarlo, agregó-. Cuando llegues aquí te explico, voy a mantener abierta la red para ti, pero por favor, ven ya. Es caso de vida o muerte.

-Está bien- aceptó el medimago de inmediato-. Apártate, voy para allá.

Momentos después, el hombre emergía por la chimenea y miraba a Severus con semblante preocupado.

-¿Qué ocurre?- preguntó nada más llegar.

-Acompáñame- dijo Severus y se encaminó hacia el dormitorio, seguido de un medimago cada vez más desconcertado.

-¡Merlín, es Lucius!- exclamó el hombre en cuanto entró en la habitación, dirigiendo sus pasos presurosos hacia la cama, asumiendo de inmediato una actitud profesional. Después de revisarlo a conciencia, se giró hacia Severus con el rostro extremadamente serio.

-Está muy mal- declaró-. Es evidente que ha perdido mucha sangre, y el nivel de la fiebre indica que hay un severo trauma interno y una fuerte infección. Creo que tiene un pulmón perforado y quien sabe si tenga algún otro órgano vital dañado. Es más que probable que haya una hemorragia interna- puso una mano sobre el hombro de Severus-. Debes llevarlo a San Mungo.

-No puedo- negó Severus con firmeza-. En cuanto sepan que es él estará perdido y si se recupera, su destino más probable será el beso del Dementor.

-¿Es lo que se merece, no?- inquirió Tomas, repitiendo lo que probablemente diría todo el mundo.

-No, Tom- dijo Severus, con la esperanza de poder convencerlo-. Lucius ha cometido muchos errores, es cierto, pero en gran medida gracias a él ahora podemos respirar tranquilos- y sin más, le explicó brevemente todo lo ocurrido en la batalla final-. Créeme- dijo, al ver la expresión no muy convencida del medimago-, no sólo lo vi yo y su hijo Draco, sino el mismísimo Harry Pottter, él te lo podrá confirmar.

El hombre se quedó observando a Severus un buen rato, sopesando sus palabras. Sabía que el Profesor de Pociones no mentiría en algo como eso.

-Está bien- aceptó al fin-. Te creo. Pero aún así, no puedo atenderlo aquí. No existen las condiciones necesarias, no tengo equipo ni ayudantes.

-Dime lo que necesitas y yo te lo conseguiré- le aseguró Severus-. Además, puedo ayudarte en lo que sea, mi entrenamiento en pociones ha incluido otras destrezas relacionadas con la salud- al ver que el hombre dudaba, insistió-: Por favor, Tomas. Dale una oportunidad. Si no por él, al menos hazlo por mí.

-Está bien- cedió su amigo al fin-. Te voy a dar una lista de lo que necesito, trata de traerlo lo antes posible. Mientras tanto, veré cómo me las arreglo para conservarlo con vida.

°°°°°°

Severus se trasladó al Callejón Diagón y luego de prácticamente saquear su cuenta de Gringots, se dirigió al Callejón Knockturn, sabiendo que aunque con toda seguridad le costaría una fortuna, allí encontraría todo aquello que necesitaba, con el adicional de que nadie le haría demasiadas preguntas.

Luego de una y mil peripecias, logró encontrar todo lo encargado, con excepción de una poción extremadamente rara. Recordando con alivio que tenía una pequeña cantidad de la misma en su stock del laboratorio en Hogwarts, y felicitándose internamente por su manía de coleccionar muestras de pociones raras, regresó a la villa, dejó todo lo demás en manos de Tomas, y luego de verificar que Lucius continuaba estable, se trasladó a Hogwarts.

Salió a toda prisa por la chimenea de su oficina, para encontrarse allí reunidos a Harry, Draco y Remus.

-¿Y ustedes siguen juntos?- preguntó con simpatía teñida de sarcasmo, mientras se dirigía hacia un anaquel cerrado.

-Estábamos esperando a que te comunicaras- dijo Draco con un tono de reproche.

Severus extrajo la medicina que necesitaba y miró al joven Malfoy. Estaba extremadamente urgido, pero la imagen destrozada del muchacho le hizo detenerse por un breve segundo.

-Mira, Draco- musitó con voz baja, tratando de tranquilizarlo-. Encontraron a Lucius. Está en un lugar seguro en manos de un medimago excelente, un viejo amigo mío- alzó una mano para impedir que Draco lo interrumpiera-. No te voy a mentir, tu padre está muy mal, pero estamos haciendo hasta lo indecible para salvarlo. Ahora tengo que irme porque Lucius necesita esta droga con urgencia, pero en cuanto sepa algo prometo que te avisaré.

Draco encajo los dientes y no dijo nada. Sabía que no había nada que pudiera hacer en ese momento. Los estúpidos Aurores del Ministerio, pensando que su padre iría a pedirle ayuda, le habían lanzado un hechizo localizador, con el cual sabían donde estaba en todo momento.

Eso le impedía acudir junto a su padre, ya que sería demasiado raro que fuera a un lugar poco común, los del Ministerio sumarían dos más dos. Tenía que medir cuidadosa y fríamente cada uno de sus pasos si quería proteger a su padre.

-¿Podemos ayudar en algo?- preguntó Remus, realmente preocupado.

-Apoyen a Draco- fue la seca respuesta de Severus Snape, antes de entrar en la chimenea y desaparecer al instante.

°°°°°°

Había sido una lucha ardua, inclemente. En más de una oportunidad los magos que la libraban estuvieron a punto de perderla. En más de una oportunidad, el hombre rubio que se balanceaba entre la vida y la muerte había estado a punto de partir. Sin embargo, luego de muchas horas, Tomas Matison se despojó de los guantes quirúrgicos y giró su cansado rostro para enfrentar la ansiosa mirada de Severus Snape.

-Ya se hizo todo lo que se podía hacer- murmuró con el rostro serio-. Ahora todo depende de él y de su posibilidad de recuperación.

-¿Aún no está fuera de peligro, verdad?- preguntó Severus con expresión inescrutable.

-No- confirmó el medimago-. Las próximas cuarenta y ocho horas serán cruciales. Si logra superarlas, es casi seguro que pueda recuperarse- se quitó la bata blanca y se dirigió hacia un sillón donde había colocado su capa de viaje-. Supongo que es innecesario que te diga que necesita vigilancia constante- ante un asentimiento de Severus, continuó-: Volveré a primera hora de la mañana, pero si notas algún cambio, por muy ligero que sea, me llamas de inmediato- al ver que su amigo se disponía a acompañarlo, negó con un gesto-. Conozco el camino, quédate con Lucius, te necesita- y sin otra palabra, cruzó la puerta en dirección a la sala.

Severus retrocedió hasta la cama de Lucius y convocando un cómodo sillón y el último libro que estaba leyendo, una novela llamada Poison, se instaló a vigilar el sueño del durmiente. Estuvo unos minutos intentando concentrarse en la lectura, pero sus ojos no podían permanecer apartados mucho tiempo del blanco rostro del enfermo. Extendió una mano y apartó cuidadosamente un mechón rubio platino que caía incómodo sobre el rostro del mago dormido. Al sentir la suavidad del cabello entre sus dedos, fue incapaz de resistirse y retrocedió al pasado, al momento en que esa cascada platinada lo había impactado por primera vez.

°°°°°°

El pequeño de cabello oscuro y rostro ceñudo estaba sentado en solitario en un compartimiento del Expreso que lo llevaba por primera vez a Hogwarts, la Escuela de Magia y Hechicería donde iba a estudiar durantes los próximos 7 años.

En el andén había podido notar el entusiasmo y nerviosismo de algunos niños que al parecer iban a ser sus futuros compañeros. También había observado que algunos de esos chicos habían ido formando grupos en el tren, de hecho, creía que el único ser humano que estaba solo en un compartimiento era él.

Tampoco le importaba demasiado ese hecho. Ya se había acostumbrado a que lo rechazaran por ser tan poco agraciado y demasiado hosco, y en ningún momento tuvo la esperanza de que eso cambiara cuando entrara en Hogwarts. Estaba curtido, y podría superar los siguientes años como había hecho hasta el momento; de hecho, el no estar cerca de un padre abusador y una madre indiferente definitivamente era ganancia.

Fijó sus negros ojos en la ventana, viendo como las imágenes se sucedían unas a otras a una velocidad de vértigo. La campiña era hermosa, pero él no estaba en ánimo de notar la belleza que lo rodeaba. Ensimismado en sus pensamientos, no notó que la puerta del compartimiento se abría, y alguien entraba con paso ligero.

-Vaya, vaya, miren qué tenemos aquí- se escuchó burlona una voz que arrastraba las palabras-. Parece que tenemos un enano de primero.

Severus se giró para enfrentar al extraño pero las palabras murieron en su boca. Era el muchacho más hermoso que había visto en su vida, delgado, de porte aristocrático, con sus ojos grises y su cabello rubio platino, parecía un verdadero ángel.

-Mira, sanguijuela- gruño un chico alto y tosco parado al lado del rubio-. Necesitamos este compartimiento, así que mejor vas saliendo.

Severus despertó de su ensoñación y se giró hacia el otro muchacho con ojos furiosos. Lucius Malfoy dio un respingo, nunca había visto tanto fuego ni tanto espíritu en una mirada. Nunca.

-Sácame tú- retó Severus, con más coraje que sensatez, al tiempo que sacaba su varita.

-Vaya, si el niño tiene varita- se burlo el otro-. ¿También la sabes usar?

-Pruébame.

Cuando el adolescente burlón empezaba a sacar su varita, Lucius lo detuvo.

-Basta, Goyle- advirtió secamente-. Deja al muchacho en paz, mira que podría quedar en nuestra Casa.

Goyle miró a su amigo extrañado, era la primera vez que Lucius evitaba que diera una lección a un mocoso. Sin embargo, el rubio ignoró la expresión de su guardaespaldas y se giró hacia Severus.

-¿Cuál es tu nombre?

-Severus Snape- contestó el muchacho, cuya expresión se había suavizado nuevamente.

-¿Snape?- repitió Lucius con una sonrisa-. Mi padre conoce a los Snape. ¿Lo ves, Goyle? El chico es un Slytherin.

-Sí, pero...

-Nada de peros- replico el otro-. A partir de ahora Severus está bajo mi protección- declaró, mientras los ojos negros brillaban de emoción-. Quédate tranquilo, pequeño. Está noche serás recibido como se debe en la mesa de Slytherin- y sin otra palabra, dio media vuelta y salió seguido de un asombrado Goyle.

A partir de ese momento la perspectiva de Severus para su estancia en la escuela cambió drásticamente. Había prometido a su padre que saldría en Slytherin pero no le importaba mucho el asunto. Pero ahora sí, saldría en la Casa de las Serpientes aunque tuviera que amenazar al sombrero seleccionador para conseguirlo.

°°°°°

-Señor- la voz de Jasón lo sacó bruscamente de sus pensamientos

De inmediato dirigió la vista hacia el convaleciente. Notando que estaba todo bien, se giró hacia Jasón.

-¿Qué ocurre?- preguntó con voz cansada.

-Me preguntaba- el anciano dudó brevemente- si no le gustaría que yo cuidara al señor Lucifer mientras usted come algo y descansa un rato.

-No es necesario- denegó el hombre-, estoy perfectamente, no me siento cansado. Pero gracias por preguntar.

-Pero lleva todo el día sin comer- insistió el hombre-. No va a poder cuidarlo si usted no se cuida a si mismo.

-No tengo hambre- negó de nuevo-. Pero si agradecería un poco de café.

-Lo que mande- Jasón se dio por vencido, conocía a su amo lo suficiente como para saber que insistir más sería contraproducente-. Enseguida regreso.

Al poco rato, el guardián regresó portando un juego de café y una bandeja con pastas, y le sirvió una taza. Cuando el hombre se retiró, Severus se sumergió nuevamente en los recuerdos.

°°°°°

A diferencia de lo que creía, sus primeros cuatro años en Hogwarts habían sido los mejores de su vida. En cuanto se corrió la voz del que Lucius Malfoy, el Rey de Slytherin, lo protegía, su vida transcurrió muy, muy placenteramente. Aunque el rubio estaba dos cursos por encima de él, muchas veces lo invitaba a reunirse con su grupo y hacerle la vida imposible a los chicos de otras Casas, especialmente a los Gryffindors, y muy especialmente a cuatro imbéciles arrogantes que se hacían llamar a si mismos Los Merodeadores

Pero ahora, en su quinto año, el panorama se presentaba desolador ante Severus. Poco a poco, la admiración inicial por su ángel se había ido transformando en amor, un amor glorioso pero terrible, pues no era correspondido y nunca lo sería. ¿Cómo el Rey, por muy benevolente que fuera, se iba a fijar en él?

Desde que había aceptado su amor su vida había sido muy dura. Lucius era el chico más popular del colegio y siempre tenía alguien a su lado, chico o chica, aunque todo el mundo decía que terminaría casándose con Narcisa Blake, en una boda concertada por los padres de ambos cuando apenar eran unos niños, la unión de dos de las familias de sangre pura más importantes del Mundo Mágico.

Dolía hasta morir que Lucius no lo viera más que como su hermanito pequeño cuando lo que él ansiaba era que lo abrazara, lo besara, lo amara. Él no quería un hermano mayor, anhelaba un amante.

Y ahora iba a perder incluso al amigo. En unos pocos meses acabaría el curso, Lucius se graduaría y no volvería a verlo y eso lo destrozaba. Severus sintió que se asfixiaba. Esa noche se estaba celebrando un fastuoso baile en el castillo pero pese a la insistencia de sus amigos prefirió no asistir, aduciendo que se sentía mal. Pero la verdad es que no soportaba la idea de ver a un hermoso y sonriente Lucius, bailando, conversando, sonriendo y coqueteando con todos, con todos menos él.

Sintiendo que necesitaba respirar un poco de aire fresco, salió de las mazmorras y se dirigió a grandes pasos hacia el lago, al lugar que solía ir cuando quería estar realmente solo. Se sentó bajo un gran sauce y comenzó a tirar piedras al lago, mientras su mirada se perdía en las ondas que producían al chocar contra la mansa superficie del agua.

-Si sigues haciendo eso vas a despertar al calamar gigante.

Severus levantó la cabeza con brusquedad para encontrarse con unos ojos plateados fijos en el. Sin decir una palabra, giró de nuevo hacia el lago y siguió arrojando piedras.

-¿Qué ocurre?- preguntó Lucius, extrañado

-Es mejor que regreses a la fiesta.

-No lo voy a hacer hasta que me digas por qué demonios no asististe al baile y qué haces aquí solo.

-¿A ti qué te importa?- espetó Severus con brusquedad, al tiempo que se levantaba y se alejaba varios pasos.

-Claro que me importa- replicó Lucius con voz dura-. Eres mi amigo, me intereso por ti.

-Claro- dijo Severus con sarcasmo-. Te preocupas por tu 'hermanito', por el pequeño Slytherin. Pues entérate- lo miró con la furia ardiendo en sus negras pupilas-. Ya no soy un niño, hace mucho que dejé de serlo- al notar que Lucius se acercaba, bajo la voz y terminó-. Es mejor que regreses al baile, te deben estar esperando.

-No.

-Vete Lucius, aquí no eres necesario.

-Pero no te das cuenta que yo sí necesito estar- musitó, antes de envolver a Severus entre sus brazos, buscar su boca y atraparla en un beso tierno y apasionado. El moreno envaró el cuerpo por la sorpresa, pero ante la insistencia de la otra boca, cuya lengua acariciaba su labio inferior solicitando entrada, abrió la propia y se dejó devorar por los labios que lo reclamaban.

Severus perdió conciencia de tiempo y lugar mientras se dejaba sumergir en el mar de sensaciones que esa boca y esos labios estaban generando en su interior. Cuando ya la falta de aire fue demasiada, se separaron y los labios de Lucius iniciaron su descenso por la mandíbula del otro chico, para terminar anidando en el tibio cuello, donde empezó a depositar besos y mordiscos que enviaban escalofríos por la espina dorsal de Severus y hacían que su excitación creciera a pasos agigantados.

Las manos de Lucius viajaron hasta las estrechas caderas y siguieron su recorrido hasta posarse en las redondas nalgas, antes de, con un movimiento imperioso, atraer a Severus hacia si, logrando que sus durezas entrechocaran, lo cual provocó un gemido mutuo. Sin detenerse, el chico rubio apagó los gemidos del otro con su boca y empezó a mover sus caderas contra las de Severus en un movimiento lleno de lujuria y ansiedad. Separo sus labios del moreno y subió hacia su oreja, mordisqueando el lóbulo y susurrando entre jadeos de excitación:

-Te deseo- los blancos dientes mordisquearon la oreja con pasión-. No te imaginas cuanto ni desde hace cuanto tiempo. Me muero por hacerte el amor.

Severus abrió los ojos de par en par por la sorpresa. ¿Lucius lo deseaba¿Desde hacía tiempo?

-No te sorprendas tanto- rió el rubio aún desde el suave hueco del cuello de su compañero de Casa, mientras sus manos acariciaban su firme pecho y empezaban a desabrochar los botones de su túnica-. ¿Acaso no te has dado cuenta de lo apetecible que eres?

-¿Yo?- jadeó Severus, derritiéndose ante las atenciones que estaba recibiendo-. ¿De qué hablas?... ¿No sólo no soy atractivo...si no que soy hosco...¡Merlín! sigue, por favor...Soy huraño...Sí, más... ¿Cómo te puedo gustar?

-No eres huraño- la lengua de Lucius siguió jugueteando con el pezón que en ese momento acaparaba su atención mientras su mano derecha acariciaba la espalda de Severus y la izquierda bajaba lentamente a la pretina del pantalón, la túnica y la camisa ya caídas en el suelo-. Eres reservado- volvió a subir la cabeza y habló sobre sus labios-, sombrío- la mano había abierto el pantalón y se deslizaba bajo los boxers, acariciando todo cuanto encontraba a su paso-, misterioso. Me muero por hacerte el amor.

Había una pregunta implícita en esas palabras, pero Severus era absolutamente incapaz de emitir palabra alguna. La suavidad de esa boca contra la suya y las expertas caricias de esa mano sobre su sexo, estaban a punto de llevarlo hacia la locura, por lo que se limitó a mover la cabeza asintiendo, único movimiento que se sentía capaz de hacer.

Sonriendo, Lucius lo besó nuevamente y empujándolo con mucho cuidado lo recostó sobre el mullido césped, antes de dedicarse a despojarlo de las prendas que aún vestía, mientras acariciaba y besaba hasta el más pequeño resquicio de piel que quedaba al descubierto. Cuando hubo concluido su placentera labor, se separó, se levantó y se alejó un par de pasos.

Severus gimió ante la pérdida, pero Lucius le regaló una cálida sonrisa y una ardiente mirada y comenzó a desnudarse, lenta, muy lentamente, observando la ansiosa expresión del rostro de su futuro amante. Cuando su espléndida masculinidad salió a la luz, Severus fue incapaz de contener un gemido ahogado.

Arrodillándose de nuevo a su lado, Lucius busco la boca ávida para besarla apasionadamente. Notando que Severus empezaba a acariciarlo torpemente, deseoso de prodigarle las mismas atenciones que había recibido, susurro:

-Shh, tranquilo- besó su boca y su mano se posó en su intensa dureza, deslizándose de la base a la punta en una suave caricia y recibiendo en respuesta un agónico gemido-. Hoy es tu día, quiero que lo disfrutes.

Los labios de Lucius bajaron por el pecho moreno con una sinuosidad y lentitud desesperantes, entreteniéndose en acariciar los pezones y el ombligo, delinear los marcados pectorales, mordisquear la firme carne del bajo vientre y lamer el inicio de la ingle. Ignorando de momento la erguida dureza, manos y lengua empezaron a juguetear con los testículos, hasta que de los labios de Severus escapó un sonido agónico.

-Lucius, ahhhhh.

El rubio sonrió y sin esperar más, tomó entre sus labios la masculinidad de Severus y empezó a acariciarlo con labios y lengua y a masturbarlo hasta que el otro fue incapaz de contenerse por más tiempo y con un gritó, se descargo con fuerza en la cálida boca.

Lucius, sonriendo, regresó a los labios de Severus y lo atacó en un beso apasionado, continuando con las caricias, permitiendo que se recuperara y dando tiempo a que las hormonas empezaran a actuar de nuevo. Cuando notó que el pene del otro chico se endurecía nuevamente en su mano, susurró en su oído:

-¿Quieres probar algo más?- la pregunta fue hecha con un tono plagado de lujuria.

-Sí- contestó Severus, aunque en su cara se veía claramente que sentía cierta inseguridad ante lo que sucedería a continuación-. Sí quiero, pero yo no...

-Lo sé- musitó el rubio, acariciando su pecho para tranquilizarlo-, pro no tengas miedo, seré muy cuidadoso.

Utilizando el propio semen de Severus como lubricante, se dispuso a preparar a su amigo. Cuando el primer dedo de Lucius entró en el estrecho canal, notó como el muchacho moreno se tensaba tremendamente.

-Tranquilo- Lucius habló con mucha suavidad.

-Disculpa, es que...

-No debes disculparte, es natural al ser tu primera vez. Sólo debes relajarte y dejarme hacer a mí, ya verás.

El chico se relajó momentáneamente, pero al sentir la invasión del segundo dedo se tensó una vez más. Lucius no quería hacerle mucho daño y sabía que si el otro no se relajaba ello sería inevitable, así que buscó frenéticamente una idea para lograr que el otro se distrajera hasta que pudiera llegar a su próstata, sabía que en cuanto lo hiciera el placer superaría al dolor y Severus se relajaría. Entonces pensó en algo, si lo podía hacer reír...quien sabe...

-¡MIAW!- Lucius soltó un maullido largo y seductor.

-¿Estás maullando?- preguntó Severus sonriendo al tiempo que se relajaba visiblemente.

-¿Sí?- musitó Lucius moviendo de nuevo los dedos poco a poco, empezando a distender el canal-. He pensado que cada vez que hagamos el amor maullaré. ¡MIAW!- agregó un tercer dedo y Severus apenas se resintió-. ¿No te gusta?

-Sí- jadeó Severus lanzando una exclamación ahogada, Lucius había llegado a su próstata-. Merlín...Lucius...ahhh- tratando de recuperar la respiración, agregó-. Me gusta. Es sexy

Lucius trabajo un poco más en el canal mientras Severus lanzaba gemidos de placer, el dolor relegado al fondo de su mente, por lo que el rubio decidió que ya era tiempo o él no aguantaría mucho más, así que se colocó entre las piernas abiertas de Severus y le levantó las caderas para facilitar el acceso.

-Te va a doler un poco al principio- musitó-, pero pronto pasará, lo prometo

Severus asintió con la cabeza.

-¿Te puedo pedir algo?

-Lo que quieras

-¿Podrías volver a maullar?

Sonriendo con una mezcla de lujuria, y sí, por qué no, con cierta ternura, Lucius puso la punta de su pene frente al orificio distendido y con un potente MIAW empujó, deslizándose a través del estrecho canal.

Severus gimió de dolor pero no se tensó. Lucius esperó a que el cuerpo del muchacho se acostumbrara a la intromisión mientras lanzaba pequeños maullidos. Cuando las caderas de Severus se arquearon pidiéndole de forma inconsciente continuar, Lucius se deslizó hacia fuera y volvió a entrar, una y otra vez, a un ritmo cada vez más desenfrenado, mientras los gemidos de ambos y los maullidos de Lucius llenaban el aire. Poco después, dos potentes gritos resonaron mientras ambos magos dejaban salir la excitación contenida y colapsaban uno en brazos del otro, exhaustos y satisfechos.

Tiempo después, Lucius se apartó de Severus, quien estaba acostado con la cabeza sobre su pecho, se levantó, tomó su varita, se lanzó un hechizo limpiador y procedió a vestirse.

-¿Te vas?- preguntó Severus, decepcionado, mientras se paraba y lo imitaba.

-Sí- contesto Lucius lanzando un nuevo hechizo sobre su túnica, esta vez para alisarla-. Hace mucho rato que desaparecí del salón y deben estar preguntándose en dónde estoy.

Severus imaginó quienes deberían estar extrañándolo y sintió una terrible oleada de celos.

-Sí, supongo que sí.

-¿Tú no vienes?- preguntó con una sonrisa casi indiferente. El corazón de Severus se encogió, Lucius volvía a ser el muchacho frívolo y desinteresado de siempre.

-No, es mejor que no. Dije a mis compañeros de cuarto que no me sentía bien.

-En ese caso- Lucius se acercó y lo beso levemente en los labios-, nos veremos mañana.

-Espera, Lucius- lo detuvo cuando estaba a punto de partir-. ¿Qué pasará mañana?

-¿A qué te refieres?

-Con nosotros. ¿Qué pasará¿Qué somos ahora?

-Lo que siempre hemos sido, buenos amigos- al ver la expresión sombría de Severus, explicó-. Debemos ser discretos. La situación es muy difícil, mi padre tiene sus planes y por lo pronto debo fingir que los voy a seguir. Hay demasiadas cosas en juego.

-Dinero y poder¿no?- dijo Severus con ironía.

-Exacto- replicó el rubio con tono práctico-. Pero no te preocupes, nos vamos a seguir viendo. Este encuentro definitivamente se tiene que repetir.

Y sin otra palabra, dio media vuelta y partió, dejando a Severus más deprimido que al principio, sintiendo que sólo era para el rubio un juguete más, y con la horrible certeza de que él le iba a permitir jugar cada vez que quisiera.

Continuará...

Muchisimas gracias a Chibi-Kaisie y Ailuj por sus comentarios, las quiero. Puse la respuesta en un review aparte, que ya bastante bien voy si no me borran la historia por el lemon . Muchos besos a todos los que me lean