Título: Contigo hasta el final
Autora: Ali
Clasificación: NC 17
Pareja: Lucius Malfoy/Severus Snape
Disclaimer: Ninguno de los personajes son míos, todos de Rowling. No gano nada al usarlos un ratito, es sólo diversión.
Resumen: Lucius toma una decisión que cambiará su destino completamente. ¿Qué pasará al final? ¿Se hundirá en el abismo o realmente será su salvación?
Nota de Autora: Lucifer y Segrael no son míos sino de Ayesha, gracias por prestármelos amiguita.
Capítulo 4
Contigo hasta el
final
Lucius Malfoy se hallaba sentado en la terraza de la casa con la vista fija en el mar que en ese momento presentaba un color grisáceo, como presagiando tormenta. El viento soplaba con fuerza y azotaba su rubio cabello contra su rostro, pero él no hacía nada por remediarlo.
Habían pasado dos semanas desde que despertara a su 'nueva vida' y en ese tiempo se había recuperado casi por completo, por lo que reflexionaba sobre lo que haría a partir de ahora.
Por lo que había podido leer en El Profeta, en esos momentos se estaba desatando una cacería de brujas sobre los pocos Mortífagos que habían logrado huir y el maldito periódico, ansioso de que el mundo mágico olvidara que en su día ellos mismos habían apoyado a muchos de estos criminales e ignorado el regreso de Voldemort, ahora se ensañaba con los caídos y aguijoneaba a sus lectores para que se mantuvieran alerta y no bajaran la guardia.
Severus le había contado que Draco, Harry, y varios miembros de la Orden estaban moviéndose en el Ministerio para que fuera reconocida su ayuda en la destrucción de Voldemort y su régimen de terror, pero aunque la Ministra actual y varios miembros del Wizengamot estaban dispuestos a escuchar, muchos otros sólo eran capaces de recordar todo el daño que había hecho en sus años como mano derecha del Señor Oscuro, y la opinión pública compartía esta opinión.
De hecho, varios Aurores estaban dedicados exclusivamente a su búsqueda y captura, por lo cual no estaría seguro en ningún lugar. Tomas había prometido que no diría nada sobre su paradero, pero no podía quedarse eternamente en la casa de la playa, a la larga lo averiguarían y Severus se vería automáticamente involucrado. Y por nada del mundo lo arrastraría en su caída.
Severus, ese era otro asunto. Su antiguo amante apenas le había dirigido la palabra en esos días. Era cierto que había sido atento y considerado, y lo había cuidado con esmero, pero se había mantenido frío y distante todo el tiempo. Y lo peor de todo era que pese a los años transcurridos esa actitud le seguía afectando profundamente.
Escuchó unos pasos firmes que se acercaban pero no apartó la mirada del mar, sabía de quien se trataba.
-Hace demasiado viento para que continúes aquí, ¿no crees?
Lucius se encogió de hombros pero no contestó. Severus se acercó y se sentó en una silla a su lado, fijando también su oscura mirada en la inmensidad del océano.
-¿Por qué lo hiciste?- era una pregunta que le había estado quemando el pecho desde que vio a Lucius caer herido por las maldiciones de los Mortífagos-.¿Por qué lo traicionaste?
-¿Importa acaso?
-Sí, a mí sí me importa.
El hombre rubio giró la cabeza y clavó su mirada de hielo en los tormentosos ojos negros.
-¿Por qué?
-Porque me pregunto por qué esperaste hasta ahora, por qué esperaste hasta convertirte en mi enemigo.
-Nunca fui tu enemigo.
Un sonrisa amarga surgió en los labios de Severus.
-Es cierto, nunca me respetaste lo suficiente como para convertirte en mi enemigo, siempre fui para ti un juguete útil, nada más.
-Eso no es cierto- el tono de Lucius hubiera congelado el infierno-. Siempre te respeté, mucho más de lo que supones.
Severus guardó silencio. Claramente incrédulo ante lo que le decía Lucius, prefirió seguir averiguando las motivaciones del otro mago.
-Entonces, ¿por qué lo traicionaste?
-Tuve mis razones- por el tono era claro que no iba a decir más y Severus lo notó enseguida, así que decidió sondear por otro lado.
-¿Y cómo llegaste hasta aquí?
-Utilicé el broche- musitó Lucius, mirando de nuevo hacia el horizonte.
-¿El broche?- la voz de Severus sonaba genuinamente sorprendida-. Pensaba que te habías deshecho de él hace años.
-Conservo todas las cosas que me distes- una vez más miró a Severus, pero esta vez en los ojos grises había añoranza-. Cada objeto.
-No entiendo- Severus se levantó y miró fijamente a Lucius-. ¿Por qué?
-Era lo único que me quedaba de ti- fue la escueta respuesta.
-¿Y qué te podía importar conservar algo mío?- insistió el mago de pelo oscuro.
-¡Demonios, Severus!- Lucius se paró bruscamente y sintió un ligero mareo-. ¿Quieres dejar el interrogatorio de una maldita vez?
-No- replicó el otro categóricamente, acercándose al otro hombre, tomándolo por los hombros y sacudiéndolo ligeramente, sin importarle la palidez en el rostro del rubio-. No quiero. Quiero saber la verdad. Toda la verdad. Creo que lo merezco.
Lucius se quedó mirándolo con el rostro inexpresivo, luego con un gesto de cansancio se dejó caer nuevamente en la silla.
-Sí- musitó tan bajo que Severus tuvo que hacer un esfuerzo para oírlo-, puede que lo merezcas. Pero antes de empezar a hablar necesito beber un poco de agua.
Severus se acercó a una mesita cercana, le sirvió agua en un gran vaso y se lo entregó. Luego se sentó, está vez en una silla frente al rubio, esperando mientras el otro bebía con lentitud.
-Cuando te propuse que te unieras al Señor Oscuro- comenzó Lucius con hablar pausado-, en verdad creía lo que te decía. Te extrañaba demasiado y quería que estuvieras conmigo- tomó un nuevo sorbo de agua y fijó la vista en el líquido transparente-. Cuando el Señor Oscuro mencionó que necesitaba con urgencia un experto en pociones, aproveché la oportunidad y le hablé de ti. Me contestó que ya sabía quien eras, que tu padre le había dicho que estabas renuente a unirte a él pero que te metería en cintura. Me aterré de pensar en lo que podrían hacerte para 'meterte en cintura' así que le pedí que me dejara convencerte y tomarte bajo mi tutela.
Pero el muy maldito vio mis verdaderas intenciones y me siguió la corriente. Me aseguró que ibas a ser mi pupilo, y yo te podría instruir y, es para reírse en verdad, yo soñaba con que estaríamos juntos para siempre- levantó la vista y la fijó en Severus, y el Profesor de Pociones pudo ver algo más que el hielo habitual. Vio sinceridad y...¿amor?
El tiempo que siguió a tu entrada al servicio de Voldemort fue terrible para mí- nuevamente sus ojos estaban fijos en el vaso que apretaba entre ambas manos, los antebrazos apoyados sobre los muslos y la cabeza inclinada en actitud derrotada-. No te mentiré diciendo que me afectaba lo que hacíamos con los muggles y nuestros enemigos, la verdad es que me daba igual, para mí eran seres inferiores que no me preocupaban lo más mínimo- se detuvo un momento, consciente de lo terrible de las palabras que acababa de pronunciar-. Sin embargo, lo que el Señor Oscuro hacía con sus colaboradores era otro asunto, especialmente lo que hacía contigo, las humillaciones a las que te sometía día tras día y en las que me obligaba a participar, aún a sabiendas de lo que yo sentía por ti.
Poco a poco, esto me fue abriendo los ojos a la realidad y dejé de encontrarle sentido incluso a los ideales que tan ciegamente había seguido. Seguía creyendo en la pureza de razas y despreciando a los muggles y los sangre sucia, pero lo que estábamos haciendo me empezó a parecer una horrorosa charada montada exclusivamente para aumentar el ego de un ser cuyo comportamiento era cada vez más paranoico e irracional
Dejó el vaso sobre la mesa y enterró la cabeza entre las manos. Severus lo observaba demudado, el único signo visible de cuanto le afectaba lo que estaba oyendo era el ceño fruncido y las mandíbulas encajadas.
Cada día acariciaba con más deseo la idea de huir contigo y alejarnos de sus garras- Severus fue incapaz de disimular el gesto de sorpresa y Lucius rió entre dientes-. Sí, Severus, soñaba con irnos lejos, donde nadie nos encontrara.
-¿Por qué no lo hiciste?
-Por ti.
Severus lanzó una risa irónica.
-Por favor, Lucius, nos conocemos- dijo con desdén-. Si hubieras pensado en mí no hubieras seguido las órdenes de tu amo y no te hubieras casado con Narcissa- ya estaba, lo había soltado.
-Eso también lo hice por ti- dijo endureciendo la expresión hasta hacerla insondable.
-¿Qué quieres decir?- el tono de Severus era terriblemente duro.
-Yo sabía que pensabas abandonar a Voldemort.
Ahora sí que la sorpresa en el rostro de Severus Snape fue más que evidente.
-¿Cómo lo supiste?
-Yo estaba encargado de tu vigilancia y asistí a tu entrevista con Dumbledore.
-¿Cómo es posible?- Severus había palidecido intensamente.
-Te seguí- explicó el rubio sin hacer gesto alguno por disculparse-. No fue muy inteligente de tu parte traerlo a la casita de la playa.
-Nunca imaginé que la única persona además de Jasón que conocía este sitio fuera un vulgar espía que estaba montándome cacería- contestó con desdén.
-Quizás espía, pero vulgar nunca- casi bromeó Lucius antes de endurecer nuevamente la voz-. Y si en verdad hubiera estado a tu caza, hace años que estarías muerto- al ver que Severus relajaba el rostro ante la verdad de su declaración, continuó-: Te seguí y escuché que Dumbledore te ofrecía su ayuda si te unías a su bando y aunque ese día tú dudaste, sabía que en tu interior ansiabas aceptar.
Entonces tomé una decisión. Si te proponía huir juntos siempre seríamos unos proscritos, perseguidos tanto por los Mortífagos como por la gente de Dumbledore y el Ministerio, nunca tendríamos paz. En cambio si tú aceptabas la ayuda del anciano, tenías una oportunidad de salir del hoyo en que estábamos.
-¿Por qué no me dijiste? Ambos habríamos podido hablar con Dumbledore.
-¿Y tú crees que el viejo hubiera confiado en mí?- inquirió Lucius con expresión cansada-. No, Severus, tu única oportunidad era que yo me alejara de ti.
-Yo hubiera preferido mil veces huir contigo. De hecho- dudo un momento antes de continuar, pero si Lucius estaba siendo sincero por una vez, él también debía serlo-, nunca hubiese aceptado su propuesta de no haber sido porque...
-Me casé con Narcissa, lo sé- se rió con amargura al ver el rostro de Severus-. ¿Por qué crees que decidí casarme?
-No me irás a decir que...
-Lo hice por ti, para que te alejaras de mí y aceptaras la propuesta de Dumbledore. ¿Imaginas cuál fue mi amarga sorpresa cuando al regresar de mi viaje de bodas te encontré todavía allí?- miró el vaso vacío frente a si y pidió-: Creo que necesito algo más fuerte...¿podrías?
Mandando al diablo las recomendaciones del medimago, Severus convocó una botella de firewhisky y dos vasos y sirvió con mano temblorosa, en ese momento realmente necesitaban la bebida. Ambos hombres dieron un largo trago antes que Lucius continuara.
Empecé a observar todos tus movimientos, tratando de descifrar el por qué no te habías ido con Dumbledore. Entonces empezaron a ocurrir cosas extrañas, muchas de las incursiones fracasaban porque parecía que nos estaban esperando, como si supieran que íbamos a atacar. En ese momento lo entendí- clavó sus ojos en los iris negros-. Sí estabas trabajando para el viejo, de hecho, te habías convertido en su espía.
Al ver que Severus no hacía nada para negarlo, continuó:
Entonces decidí que si ibas a actuar como espía, necesitarías protección desde dentro o no sobrevivirías- levantó la mano para impedir que Severus hablara-. Déjame terminar, ya falta poco. Te protegí todo lo que pude durante un buen tiempo y entonces ocurrió lo de los Potter y todos pensamos que el Señor Oscuro había muerto.
Respiré aliviado, por fin éramos libres para vivir tranquilos- los ojos grises se entristecieron repentinamente-. Pero te había perdido. Yo tenía una esposa y un hijo y tú jamás creerías lo que había pasado en realidad, así que me alejé.
Años más tarde ocurrió todo el asunto del regreso de Voldemort y tuve que empezar a actuar nuevamente- se recostó contra el respaldo de su silla y cerró los ojos-. De nuevo rendirle pleitesía, esta vez para evitar que dañara a los seres que amaba, a Draco y... a ti- alargó la mano y acarició temeroso la mejilla de Severus por donde rodaba una única lágrima incontrolable-. Pero entonces se desató el infierno. Draco se unió a la Orden del Fénix y Voldemort descubrió que eras un traidor, así que puso precio sobre la cabeza de ambos. Y eso era algo que yo no podía permitir.
Severus se arrodillo frente a Lucius y hundió el rostro en su regazo, agobiado por la angustia que le producía aquella revelación. El hombre rubio alzó una mano y acarició suavemente los negros cabellos
Por eso lo ataqué en la batalla, aún sabiendo que lo más seguro era que yo resultara muerto. Y por eso envié a Dumbledore el mensaje alertándolo del ataque. Y me puse el broche que me regalaste, porque si tenía que morir, haría hasta lo imposible por llegar antes a este lugar- pasó una delgada mano bajo la barbilla de Severus y le alzó la cara con suavidad-. Te amo, Severus Snape- musito acariciando sus labios-. Sé que nunca lo dije, y probablemente nunca lo repetiré, un Malfoy nunca confiesa ese tipo de cosas, pero Draco y tú son lo único que he amado en esta vida.
Acercó sus labios al hombre moreno y lo besó con pasión, deseando en ese instante resarcirse de tantos años de dolor, y Severus abrió la boca y respondió con todo su ser. Ya no eran Lucius Malfoy y Severus Snape, eran sólo Lucifer y Segrael y volvían a amarse y entregarse como cuando tenían veinte años.
-Miaw.
Fue un susurró tan tenue que Severus apenas logró escucharlo, pero que envió a su corazón oleadas de calor y a su espina dorsal punzadas de excitación. Sin detenerse a pensar en lo que estaba haciendo, limitándose a sentir, levantó el aún frágil cuerpo del rubio en sus brazos y se dirigió hacia el dormitorio, mientras daba y recibía besos sin fin.
Depositó su carga con cuidado sobre el mullido lecho y acaricio suavemente el amado rostro. Al tiempo que apartaba los rubios mechones de suave pelo delineó la frente y las cejas, la nariz afilada y los labios generosos. Se inclinó hasta su oído y mordisqueó el lóbulo mientras una mano jugueteaba con su pelo y la otra se deslizaba sugerente hacia el primer botón de la pijama de seda verde.
Lucius se retorcía y gemía incontrolablemente bajo las atenciones del moreno, quien seguía abriendo la camisa lenta e implacablemente. Cuando todos los botones fueron abiertos, la mano siguió hacia el rosado pezón y pellizcó y acarició, mientras Severus susurraba al oído del rubio una ardiente súplica:
-Maulla de nuevo para mí, por favor.
Lucius reaccionó de inmediato ante el inmenso deseo que reflejaba el pedido y abrazando con fuerza el cuello de Severus, lo atrajo hacia así, haciéndolo perder el equilibrio y caer. Lucius no pudo evitar un leve gemido al sentir el impacto del cuerpo del otro hombre contra sus heridas y al oírlo, Severus hizo amague de incorporarse a lo que el rubio respondió pegándose aún más al cálido cuerpo.
-No te atrevas a moverte- amenazó suavemente, mientras movía sus caderas hasta frotar su ya crecida dureza contra la de su compañero. Mientras Severus gemía audiblemente, Lucius acercó sus labios a la otra boca y susurró 'miaw' antes de apresar sus labios en otro apasionado beso.
Mientras las lenguas se enlazaban en una frenética batalla, las manos avariciosas acariciaban, desnudaban, adoraban, hasta que pronto dos cuerpos completamente desnudos se frotaban uno contra otro con ansia incontenible, y los jadeos y maullidos llenaron el ambiente.
-Miaw.
-Severus, ¿acabas de maullar?- preguntó Lucius risueño.
-¿Acaso eres el único con el privilegio?- preguntó el otro mago mientras besaba el cuello con veneración.
-Pues no- rió el rubio mientras su boca apresaba un pezón de Severus y mordisqueaba hasta casi hacerlo sangrar, logrando un profundo gemido como recompensa. Después subió besando y lamiendo hasta besar nuevamente la atrayente boca-. De hecho, se te oye casi tan sexy como a mí- un ronco sonido escapó del la boca del hombre moreno, una mezcla de risa y jadeo.
Una blanca mano se deslizó por la nuca de Severus y luego bajó delineando la columna vertebral hasta acariciar las suaves redondeces de su trasero. Luego siguió en una insinuante caricia por las caderas, hasta deslizarse entre los dos cuerpos y cerrarse en torno a la palpitante dureza del Maestro de Pociones, desplegada en todo su esplendor
-Prepárame, Segrael- suplicó mientras su mano viajaba arriba y abajo por el rígido pene, y sus dedos jugaban una y otra vez con los redondos testículos-. Deseo que me poseas, sentirte dentro de mí.
Severus no se hizo de rogar. Se apartó ligeramente, riendo ante la automática protesta que salió de los labios de Lucius, y comenzó un lento y torturante camino de besos a lo largo del pecho de Lucifer, bajando más y más cada vez, siguiendo la línea del rubio vello que lo conducía a la gloria.
Cuando estaba a punto de llegar a su destino, se volvió a alejar, provocando un quejido aún más sonoro en los labios del torturado, quien arqueaba las caderas con desesperación. Ignorando la muda súplica, bajó hasta los pies de la cama y con mucho cuidado separó ambas piernas y comenzó un nuevo recorrido de besos, acariciando pies, tobillos, pantorrillas, rodillas, muslos...
-Segrael, por favor, ya no resisto- gimió Lucius, mientras encogía las piernas y las abría ofreciendo un mejor acceso.
Sonriendo, Severus convocó un frasco de lubricante y comenzó la deliciosa tarea de preparar a su amante. Hundió un dedo en el lubricante y colocándolo en la rosada entrada comenzó a acariciarla con círculos suaves, mientras su lengua empezaba a delinear los contornos de sus testículos. El dedo entró en el cálido túnel y comenzó su labor, trabajando y distendiendo.
El dolor que la intrusión provocaba en el rubio se vio compensado por las deliciosas sensaciones que producía la lenta caricia de la lengua de Severus sobre su piel. Cuando un segundo dedo se unió al anterior, la lengua empezó a recorrer la dureza de Lucius arriba y abajo, mientras los dedos siguieron entrando y saliendo, preparando, distendiendo. Un nuevo dedo, más besos y más caricias.
¡Merlín, Severus! ¡Entra ya!
Severus se aplicó una generosa poción de lubricante sobre el pene y se deslizó en el interior de Lucius, mientras un jadeo de placer escapaba de los labios de uno y otro. Una embestida de la cadera de Lucius le indicó que no era necesario esperar, así que dio rienda suelta a la pasión contenida y comenzó a embestir una y otra vez, cada vez con más y más fuerza, con más y más deseo de recuperar el sentimiento perdido, hasta que con un grito agónico Lucius se corrió entre ambos, y poco después Severus se dejo ir en el cálido interior de su compañero.
Antes de caer dormido de agotamiento, Lucius logró escuchar la última confesión de Severus.
-Yo también te amo, Lucifer.
°°°°°°
Los días que siguieron habían sido hermosos y extraños a la vez. Severus y Lucius bajaron sus defensas por primera vez en muchos años y se permitieron vivir, olvidando el mundo que les rodeaba y que en cualquier momento podía caer como una losa sobre sus cabezas, derrumbándolos.
Por eso vivían el día a día con frenesí, pues sabían que en cualquier momento Lucius tendría que partir, probablemente para siempre.
No habían tocado el tema de lo que les deparaba el futuro. Harry se había comunicado con ellos y les había dicho que las cosas seguían igual, Lucius seguía siendo un fugitivo, y todavía había Aurores tras su cabeza, aunque en el mundo mágico la mayoría de la gente pensaba que ya estaba muerto.
Sus propiedades habían sido confiscadas, aduciendo que eran producto de los saqueos efectuados mientras había estado a las órdenes de Voldemort, y pese a que Draco había puesto una demanda demostrando que dicha fortuna era una herencia de familia y le correspondía por derecho, no logró nada en absoluto. Lo único que se había podido salvar era el patrimonio que Draco había recibido como herencia directa de parte de su abuelo materno.
Esa tarde, Lucius y Severus estaban sentados en la terraza frente al mar, que era el rincón favorito de ambos. Habían instalado una enorme tumbona donde solían acostarse abrazados y pasaban horas interminables mirando el mar y sintiendo la paz y la calma que les transmitía.
Lucius se hallaba acurrucado en los brazos de su pareja, mientras Severus deslizaba sus dedos una y otra vez entre las doradas hebras de cabello en un movimiento relajante. Lucius, quien trazaba círculos con aire distraído sobre el pecho del otro, habló en un susurro:
-Me voy a tener que ir.
-Lo sé.
-Pronto.
-Lo sé
-Me vas a extrañar.
Severus no pudo evitar esbozar una sonrisa.
-También lo sé.
Se quedaron nuevamente en silencio, perdidos en sus propios pensamientos, extrañándose aún antes de separarse. De repente, un discreto carraspeo los sacó de su ensoñación.
-Señores- musitó Jasón con tono neutro-, los esperan en la salita.
-¿Cómo?- preguntó Severus extrañado, al tiempo que tanto él como Lucius se levantaban precipitadamente-. ¿Quién?
-El señor Harry Potter, señor- contestó el anciano-. Y viene con un amigo.
-¿Un amigo?- inquirió Lucius, preocupado.
-¿Y por qué los dejaste entrar?- preguntó Severus, furioso.
-Usted me dijo que el señor Potter era bienvenido a la casa?- replicó el anciano.
-Sí, pero nunca dije que podía traer a un amigo. Lucius, espérame aquí y no entres a menos que te llame- y con eso entró en la casa furioso.
-¿Se puede saber con que derecho invit...- Severus interrumpió su perorata en cuanto paso a la sala y se quedó mirando fijamente a los recién llegados-. Draco, ¿qué demonios haces aquí? ¿Acaso son un par de inconscientes? ¡¡Están poniendo en peligro a Lucius con su estupidez!
-Tranquilízate y déjanos hablar- pidió Harry con tono calmado-. No hay ningún riesgo, logramos neutralizar el hechizo localizador que habían lanzado sobre Draco, y lanzamos algunos hechizos para cubrir nuestras huellas.
-¿Y ustedes dos lo lograron solos?- Severus recalcó la última palabra con ironía.
-Bueno, digamos que tuvimos un poquito de ayuda- contestó Harry risueño.
-¿La señorita Granger, supongo?- dijo Severus-.¿Y cuál...?
-Padre- murmuró Draco suavemente, interrumpiendo lo que iba a decir su ex profesor de Pociones.
-Hola, Draco- saludó Lucius, caminando hacia su hijo apoyándose en un bastón. Al llegar a su lado, puso una mano en su hombro y le sonrió-. ¿Cómo has estado?
-Bien, padre- le contestó el más joven sonriendo cálidamente-. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?
-Mejor- amplió la sonrisa aún más.
El joven lo miró un momento dudando. Al fin, tomando una decisión, alzó la cabeza y le ofreció el brazo como apoyo.
Lucius miro el brazo tendido. Nunca había pedido ni aceptado el apoyo de nadie, no que recordara; pero ése era su hijo, y lo amaba, quizás fuera hora de ceder y aceptar lo que la vida le ofrecía. Sin una palabra, se apoyó con firmeza y caminó con Draco hasta un sofá cercano.
-Entonces- interrogó Severus, intentando ocultar la emoción que aquel gesto le había provocado-, ¿se puede saber qué hacen ustedes dos aquí?
-¿Por qué no nos sentamos todos y les explicamos con calma?- propuso Harry haciendo un gesto hacia los divanes. Gruñendo por lo bajo, Severus se dejó caer en un cómodo sillón azul al lado del que ocupaba Lucius, Harry y Draco se sentaron en frente.
-¿Entonces?- insistió Severus.
-La situación en el Ministerio está cada día peor- comenzó Harry mirando fijamente a los dos hombres mayores-. La opinión pública está pidiendo su cabeza, Lucius, y la Ministra no tuvo más remedio que dar instrucciones de buscarlo hasta debajo de las piedras- hizo una pequeña pausa y agregó-. No se puede quedar aquí. La gente sabe que Severus aprecia a Draco y pueden empezar a establecer relaciones, de hecho, ya se han hecho uno o dos comentarios al respecto.
-Nadie conoce esta propiedad- argumentó Severus.
-La conocen- aseguró Harry categórico-, y en cualquier momento van a caer por aquí.
-La propiedad tiene barreras y...
-No, Severus- lo interrumpió Lcius-. Potter tiene razón, lo más probable es que se presenten en cualquier momento y te verías metido en un buen lío. Es mejor que me vaya.
-¿Pero a dónde?- preguntó Severus con mirada atormentada-. No pienso permitir que huyas como un vulgar fugitivo, sin siquiera un techo a donde ir.
-Tiene que hacerlo- aseveró Harry.
-Pero ya arreglamos un escondite, al menos temporal- intervino Draco con rostro sereno-. Los señores Granger alquilaron una casa de campo en la zona de Gales, en los Brecon Beacons. Es un lugar lo suficientemente apartado como para que puedas pasar desapercibido.
-¿En el mundo muggle?- preguntó espantado Lucius.
-La cabaña está cómodamente amoblada y la despensa está surtida como para un mes- siguió Harry ignorando la exclamación de protesta del hombre-. Además, hemos abierto una cuenta en el banco de la localidad a su nombre, donde se le irá depositando una cantidad mensualmente.
-No pienso ir a vivir con los roñosos muggles y depender de la caridad- espetó Lucius, furioso.
-Pues lo siento, pero eso es lo que hay- declaró Harry con gesto duro.
-Lo está disfrutando, ¿verdad, Potter? – preguntó echando fuego por los ojos-. ¿Esto es una especie de venganza?
-Aclaremos algo- puntualizó Harry, enfureciéndose a su vez-. Usted y yo sabemos las razones por las cuales me ayudó con Voldemort- dijo, mirando significativamente a Draco y Severus- y sabemos que de no ser por eso no le hubiera importado dejarme morir- Lucius sólo sonrió indicando que así era-. Entonces no nos engañemos, yo lo estoy ayudando por las mismas razones, porque Draco y Severus lo quieren y yo les debo mucho.
-Es bueno que pensemos lo mismo.
-Ya que definimos posiciones, debe entender que ésta es su única posibilidad, al perderse dentro del mundo muggle hará prácticamente imposible detectarlo.
-Por favor, padre- suplicó Draco-. Te juró que analizamos todas las posibilidades y es la única alternativa. De todas maneras, vamos a seguir luchando por aclarar tu participación en la derrota de Voldemort para que puedas regresar al mundo mágico lo antes posible.
-Un Malfoy no huye jamás- dijo Lucius con mirada dura.
-Déjate de estupideces- intervino Severus con acento airado-. No eres un condenado Gryffindor- Harry hizo una mueca, medio molesto, medio divertido-. Eres Slytherin, un sobreviviente. No me tomé el trabajo de casi resucitarte para que ahora vayas a entregar tu vida estúpidamente en manos de los dementores. Así que vas a aceptar lo que te ofrecen y a dar gracias por ello.
Lucius se levantó cuan alto era y encajó la mandíbula con rabia, pero no replicó. Harry, intuyendo que el hombre estaba cediendo al fin, continuó:
-Aquí tiene una varita ilegal, intente utilizarla sólo en caso de emergencia- dijo, entregándole la delgada varilla-. Le advierto que está manipulada, si intenta hacer alguna clase de magia oscura, se destruirá en el acto- Lucius emitió una sarcástica sonrisa y Harry lo imitó-. ¿Qué quiere? Aún no me fío de usted.
-Quien sabe, a lo mejor todavía haya oportunidad para usted, señor Potter- comentó con ironía, mientras extendía la mano y tomaba la varita.
-Lo mismo digo, señor Malfoy- replicó Harry en igual tono, antes de agregar-: Le aconsejo que se lance a si mismo un hechizo de glamour, su rostro y su aspecto son fáciles de identificar.
-Puedo enmascarar mi rostro, señor Potter- señaló Lucius con un gesto de desdén-, pero la clase es imposible de ocultar.
-Y que lo diga- aceptó Harry con una sonrisa, lanzando una mirada de soslayo a Draco, quien no pudo evitar sonreír pensando que la relación de Harry y su padre quizás podría mejorar en un futuro no tan lejano.
Le hemos preparado un traslador- continuó Harry, centrándose nuevamente en el asunto prioritario-; es un tanto especial, ya que no sólo lo llevará a la cabaña, sino al lugar que usted desee- esta vez el rostro del rubio reflejó auténtica sorpresa-. Sí, señor Malfoy, aún me quedan un par de ases bajo la manga- ambos hombres sonrieron, esta vez con sinceridad-. Úselo siempre que quiera trasladarse, recuerde que no puede aparecerse, lo detectarían de inmediato.
-Entendido- aceptó el hombre-. ¿Y dónde está el traslador?
-Camine por la línea de la playa en dirección a las rocas. Se va a encontrar un gran caracol azul, y dentro una pequeña llave. Ese es el traslador.
-¿Y por qué no me lo entregó usted?- preguntó, antes de hacer un movimiento con la mano-. Olvídelo, supongo que fue por molestar- le tendió la mano firme-. ¿No esperará que se lo agradezca, verdad?
-Jamás- sonrió, estrechando la mano extendida-. ¿No esperará que esto se repita, verdad?
-Jamás- declaró, antes de girarse hacia Draco-. Cuídate mucho, hijo, y gracias por todo.
-Cuídate tú, padre- dijo el joven, abrazándolo, para apartarse al instante-. Y no te preocupes por esto- dijo refiriéndose al abrazo y haciéndose el duro-, no se volverá a repetir.
-Eso espero- dijo, aunque sus labios y sus ojos sonreían con ternura. Por último, se acercó a Severus,
-Gracias, fue grandioso reencontrarme con Segrael- se acercó al hombre y lo besó con pasión-. Hasta que nos volvamos a encontrar.
-Hasta entonces, Lucifer.
Sin otra palabra, Lucius se giró y se dirigió a la salida, desapareciendo por el umbral sin volver la vista atrás ni una sola vez. Severus se quedó mirando la puerta un largo rato mientras algo se retorcía en su interior. ¿De veras estaba dispuesto a perder de nuevo al hombre que amaba sin luchar? Tomando una súbita decisión, se lanzó hacia la salida.
-Severus- lo detuvo la voz de Draco-. ¿A dónde vas?
El hombre se giró y se quedó mirando a los jóvenes con el alma reflejada en la cara. Harry sonrió, miró su reloj de pulsera y extendió la mano hacia Draco.
-Te lo dije, paga.
Con una sonrisa, Draco sacó unas cuantas monedas del bolsillo y las puso sobre la palma abierta de Harry.
-¿Qué significa eso?- preguntó Severus. Estaba ansioso de alcanzar a Lucius pero quería saber qué tramaban esos dos, de alguna manera intuía que era importante.
-Eso, mi querido Severus- explicó Draco con una sonrisa-, quiere decir que Harry y yo apostamos a ver cuanto tiempo tardabas en ir tras mi padre.
-Yo dije menos de cinco minutos- agregó Harry, sonriente-, así que gané- antes que pudiera protestar, el chico sacó otra varita del bolsillo-. Esta varita también es ilegal, pero puedes utilizar el poder total de la misma, así que ten cuidado- advirtió-. Al ver que desapareces, probablemente más de uno adivine que estás con Lucius, así que para ti van las mismas advertencias que para él- sacó una pequeña llave del bolsillo de su túnica-. Y aquí tienes el traslador. En cuanto sepamos algo les mandaremos a Hedwig con noticias.
-¿El traslador?- tomó la llave y la miró confundido-. ¿Y la playa? ¿Y el caracol?
-Digamos que no sabíamos cuanto tiempo ibas a tardar en decidirte y no quisimos correr el riesgo de que mi padre escapara mientras tanto- explicó Draco, burlón-. Para llegar a la cabaña sólo tienen que decir Breacon Bacón.
-Gracias- musitó apenas, antes de dar media vuelta y salir precipitadamente por la puerta. Casi corrió hasta divisar la esbelta figura que avanzaba por la arena cojeando ligeramente y apoyándose en su bastón. Lo alcanzó y emparejó su paso con el de Lucius.
-¿Adónde vas?- preguntó el rubio sin voltear la cabeza ni cambiar el paso.
-Hacia adelante.
-¿Por qué?
-Te acompaño.
-¿Hasta dónde?
-Hasta donde vayas
-¿Hasta cuándo?
-Hasta que te detengas.
-No va a ser fácil.
-Lo sé.
-¿Y aún así me acompañarás?
-Por siempre.
No se dijo más, sólo una mano se deslizó en la otra y dos pares de pasos siguieron caminando indetenibles hasta perderse en la línea del horizonte. No importaba a dónde iban ni por cuanto tiempo, estaban juntos y eso era suficiente. El tiempo decidiría lo que les depararía el futuro a partir de ahí.
Mil gracias a Ailuj por su lindo comentario y a todos los que me han acompañado leyendo por allí atrás, espero que les guste el final de la historia. Besitos mil y uno más.
Por cierto, Chibi, aquí tienes el otro lemon
