#07# Enmascaradas
Permaneció unos cinco minutos más con los ojos entreabiertos clavando la mirada en la televisión apagada de encima del mueble de April.
Splinter le rondaba estudiando sus reacciones, las cuales tenían que ser nulas. La anciana rata le atizaba con el bastón cada vez que Michelanggelo distraía su atención de la meditación. Pero lejos de llegar a un estado mental profundo, la tortuga luchaba por no caer dormida entreabriendo los ojos de vez en cuando para distraer a su mente del aburrimiento y el sueño que le rondaba al estar tanto rato quieto y con los ojos cerrados.
Splinter le rodeó por delante una vez más blandiendo su bastón de madera, y Michelanggelo se apresuró a cerrar los ojos tratando de aparentar parecer concentrado.
Cuándo el maestro se retiró de nuevo a sus espaldas, suspiró levemente tras haberse salvado del golpe.
Pero resultó en vano pues le llovió un nuevo bastonazo justo en el hombro despertándolo de nuevo de su adormecimiento .
Tras soltar un leve grito la tortuga se giró sobándose el hombro hacia su maestro:
.- ¿Ahora qué?- preguntó con cierta arrogancia
.- Nada – Mickie abrió los ojos con confusión – sólo te ayudé a que no cayeras dormido. ¿O me negarás que estabas empezando a cabecear?
La tortuga suspiró de nuevo antes de aguantarse la cara con ambas manos apoyando los codos en las rodillas:
.- Esto es tremendamente aburrido si siempre lo hago solo…
.- Aunque tus hermanos estuvieran aquí, tendrías que estar en concentración igualmente. No iba a resultar más divertido, pues sería exactamente lo mismo…
.- Eso es lo que te crees – susurró la tortuga para sí misma- será que no me reía con Raph cada vez que le golpeabas…
.- ¿Decías algo?
.- Que tal vez lo dejamos ya para mañana ¿no? – se apresuró a contestar con una falsa sonrisa en el rostro mientras se incorporaba.
Pero antes de que pudiera levantarse del todo, Splinter le arreó un nuevo bastonazo en el hombro opuesto haciendo que se sentase de nuevo de golpe:
.- Seré yo quién decida eso, ahora, vuelve a concentrarte.
.- ¿Y no le vale que plasme el ninjutsu en el arte? Puedo hacerlo y de seguro sería igual de instructivo – únicamente hizo falta que Splinter meciese levemente su bastón para que Micelanggelo se diera por vencido y volviera a adoptar la misma posición de meditación.
.-
Se encontraba hojeando una vieja revista encima del mostrador mientras su rostro se derretía por encima de una de sus manos y trataba de reprimir un nuevo bostezo.
A causa del mal tiempo que hacía últimamente la gente no solía frecuenta las calles tanto cómo antes y la tienda de April se encontraba algo vacía y solitaria.
Trataba de pasar el tiempo muerto distrayéndose una y otra vez con las mismas cosas, pero llegaba un momento que el aburrimiento era tal, que acababa por llamar a Casey y obligarle a visitarle durante un buen rato. Pero últimamente pasaba mucho tiempo fuera con Raphael y era pura casualidad poder encontrarlo en casa una simple tarde.
Las campanillas de la puerta sonaron y la muchacha despertó de su encantamiento sonriendo con una forzosa sonrisa:
.- ¡Buenas tardes! – April no pudo evitar fruncir el ceño cuando vio entrar a un personaje completamente cubierto por una enorme gabardina y un sombrero algo pasado de onda.
.- Menuda cara¿tan mal aspecto tengo? – la muchacha reconoció la voz al instante y no quiso esperar a que la tortuga se quitase le sombrero para lanzarse a abrazarle.
.- ¡Donny¡Cómo me alegro de verte¿Cuánto tiempo hace que no te veo¿ Dos meses¿Tres?…¡diablos¡Parecían años!
La tortuga le sonrió deshaciéndose de sus ropas con cuidado estudiando que nadie se encontrase cerca. Tras recibir un sinuoso beso en la mejilla por parte de la chica se paseó por la tienda:
.- Venía a hacerle una visita al Maestro. Pero ya que primero tengo que pasar por aquí, pues creí que también tenía que venir a verte…
.- Más te valía. Hace demasiado tiempo que no se nada de vosotros. Únicamente a Raphael lo voy viendo de vez en cuándo, y ni así. No sé en qué está metido que nunca está en casa…
.- Mejor no quieras saberlo …- susurró Donatello para sí mismo tras suponerse que fuera cual fuera el asunto que su hermano pudiera llevar entre manos no tenía que ser nada sano - …¿y Maestre Splinter está arriba?
La muchacha asintió mientras sacaba un refresco a Donatello de la pequeña nevera escondida detrás del mostrador:
.- Me parece que está entrenando con Michelanggelo.
.- ¿Mickie?….genial…- April escrutó el rostro de Don en cuánto supo que su hermano menor estaba en casa. Así pues, por fuerza, si quería ver a Splinter se encontraría a Michelanggelo…y aquello no parecía agradarle.
.- Todavía seguís con esas ¿nah? – Don tardó en contestar a la muchacha que lo seguía con la mirada por toda la tienda:
.- Bueno…nadie ha hecho nada para arreglarlo…y no voy a ser yo el que lo empiece…- April suspiró.
.- Así nunca vais a llegar a ninguna parte.
Donatello hizo caso omiso de los intentos de April por convencerle de que hablase con alguno de sus hermanos y desvió su atención hacia un rincón de la tienda.
Una de las esquinas se encontraba completamente adornada por varios cuadros de pintura colgados por las paredes y sosteniéndose encima de los muebles. Le resultaban tremendamente familiar y, sin dejar de darle tragos al refresco, se acercó frunciendo el ceño para lograr leer la firma de las esquinas de todas las obras:
.- Vaya…Michelanggelo está expandiendo su arte…
.- ¡Sí! Es un gran artista y ya tiene algunos clientes fijos. Lástima que nunca pueda ser reconocido cómo tal…- April se paró al lado de Donatello que, en cuestión de segundos, quedó ensimismado con uno de los cuadros que permanecía colgado en una de las paredes.
En él, un fondo completamente negro aguardaba a cuatro tipo de armas distintas colocadas con esmero y perfecta sincronización. Unas katanas permanecían cruzadas entre ellas con una cinta azul entrelazada entre sus hojas, unos sais se clavaban en un supuesto fondo sólido a lado y a lado de las katanas. Uno de ellos traspasaba con sus extremos una cinta roja que permanecía colgando y servía de apoyo a un par de nun-chakus que descansaban en el suelo envueltos con una cinta naranja.
Finalmente, apoyado en la misma pared que en la que se clavaban los sais, un bo staff permanecía erguido con la cinta morada atada a uno de sus extremos más altos.
Inconscientemente, Donatello agarró con fuerza uno de los extremos de su bandana mientras seguía con la vista clavada en el cuadro.
April se percató de ello y le colocó una mano en el hombro mientras lo observaba con una mirada compasiva:
.- ¿Cuánto vale? Me lo llevo – la chica le sonrió y lo descolgó entregándoselo a Donatello que continuó observando el cuadro ensimismado – tal vez…visite a sensei otro día…
.- Ya le diré.
.- Por favor April…no digas nada a Mickie.
.- Descuida.
.-
Llevaría cerca de unas dos horas en ese tejado, justo en frente del hospital central de Manhattan, escrutando sin cesar las ventanas, puertas y balcones que tenía a la vista sin perder detalle de lo que ocurría dentro.
Sabía del cierto que no tenía que estar ahí. Que eso no le incumbía en absoluto y que lo único que debía hacer era esperar a que Jan le diera la señal de ataque. Nada más.
Pero sin embargo allí estaba. Se sentía cómo un completo estúpido, un imbécil que había acabado haciendo lo que Stanley Dorvin le había pedido…pero no sabía del cierto si se encontraba allí por petición de su "jefe" o por iniciativa propia.
Desconocía la razón, pero conociéndose y sabiendo el desagrado que le proporcionaba el tener que cumplir órdenes sabía que se encontraba allí por sí mismo.
Está bien, tal vez le preocupase lo que podía llegar a pasarle a la inconsciente de Jan Dorvin y temía quedarse sin plata si se quedaba sin ella.
Así pues no dejaba de echarse en cara a sí mismo lo estúpido que era mientras seguía esperando poder alcanzar a ver la silueta de la muchacha por alguna de las ventanas. Se despreciaba y se insultaba.
Pero no marchaba de allí.
Un par de siluetas pasaron bastante fugaces por una de las ventanas de los pisos más altos. Raphael no les hubiera prestado atención a ninguna de ellas de no ser que la mujer que había visto junto a un hombre le era tremendamente familiar…
Más con curiosidad que con sentimiento de protección, la tortuga saltó al edificio del hospital enmarañándose en las tuberías que lo decoraban por el exterior tratando de quedar lo mas cerca posible de aquella habitación sin ser visto.
Escudriñó por la ventana apoyándose al marco de ésta. Logró llegar a esconderse de nuevo cuando la mujer y el hombre volvieron sobre sus pasos.
Se trataba de un muchacho bastante joven, moreno con el pelo relativamente corto y un par de pendientes colgando de la misma oreja.
El rostro del hombre resultaba tremendamente familiar y, fuera de su bata blanca, no tenía pinta alguna de enfermero. Pero no fue en él en quién centró su atención, la mujer que lo acompañaba bien podría ser Jan Dorvin si no fuera porqué tenía los ojos azules y una larga melena rubia:
.- Entonces…¿te interesa? – el hombre habló con una voz calmada, dulce y ciertamente sensual.
.- Por supuesto, tengo algunos temas pendientes por las calles…¿ a cuánto…?
.- ¿El quilo? – el hombre sonrió anchamente antes de acercarse demasiado a la muchacha – bueno…eso se va rebajando mientras me voy cobrando los favores.
Trató de desabrochar los botones de la bata de la chica con cierta expresión de vicio en el rostro. La muchacha, por su parte, le sonrió y lejos de querer apartarse, detuvo sus manos posándolas directamente sobre su pecho:
.- Tranquilo, aún hay tiempo. Y ahora estamos de servicio – el hombre únicamente le guiñó un ojo antes de salir por la puerta abandonando a la chica en la habitación.
Raphael permaneció agazapado en el marco un tiempo más, esperando poder sacar algo en claro de la perversión del personal de aquél hospital y estudió al milímetro los movimientos de la rubia.
Ésta suspiró cuando se encontró sola y sacó del interior de su bata un pequeño móvil completamente negro.
La tortuga lo reconoció, pues el pequeño aparato era surcado por dos tremendas rallas que cruzaban la parte posterior de este por completo. Eran las mismas ralladuras que la tortuga provocó con su sai una vez en el móvil de Jan Dorvin en un enfado con ésta.
Así pues, sin saber del cierto si se trataba de Jan o de alguien que le había robado el celular, saltó al interior de la habitación sorprendiendo enormemente a la muchacha que se giró asustada tirándose contra la pared:
.- ¡Demonios!…¡Maldita tortuga¿En qué estás pensando?
.- En sacarte de aquí, mira por dónde – Raphael se acercó amenazante y tiró de la melena rubia quedándose ésta enredada en sus manos. La Jan Dorvin morena que Raphael conocía se presentó con descaro y le arrancó la peluca de las manos tratando de volver a colocársela en su lugar de forma creíble:
.- Serás…¿qué estás haciendo aquí?…¡si te ha llamado Stanley yo….!
.- Tranquila bonita, me pidió que te vigilase nada más.
.- Vaya, creía que lo tuyo no eran los recados personales. Ya sabes, todo eso de que te importa una mierda lo que le pase al prójimo…- Raphael gruñó como respuesta antes de apoyarse en la puerta por intuición evitando que nadie más pudiera entrar. Se cruzó de brazos y lanzó varias miradas penetrantes a la muchacha que, tras colocarse bien la peluca de nuevo, se volteó a enfrentarlo con la mirada:
.- ¡Lárgate de aquí de inmediato! Vas a echarlo todo a perder si me ven contigo…
.- ¿se puede saber que intentas conseguir?- la tortuga acercó su rostro al de la muchacha con confusión - ¿Y qué coño llevas en los ojos?
.- ¡Se le llaman lentillas, pedazo de inútil!- apartó el rostro de la tortuga de un manotazo haciendo que Raphael volviera a gruñirle con desdén – estoy así de cerca de conseguir pruebas sólidas sobre el tráfico de morfina de Milo Hace, así que si no te importa, déjame trabajar en paz para que pueda culpabilizarle de una maldita vez. Ya te llamaré indicándote cuándo puedes intervenir.
.- Creí que esto ya era asunto mío. Ese tal Milo Hace era el hombre que salía en el papel que me diste ¿nah? Pues es mi trabajo, así que también estoy de por en medio.
Por descuido de la tortuga que dejó de apoyarse en la puerta, ésta se abrió de repente.
Haciendo uso de sus más veloces movimientos, Raphael se ocultó tras una de las cortinas que rodeaban una de las camas del lugar. Para su sorpresa, Jan lo había seguido y permanecía pegada a su caparazón escrutando al invitado:
.- Es uno del personal de Hace…se hace llamar Montana dentro del negocio…- se trataba de un hombre medianamente alto y tremendamente corpulento el cuerpo del cual parecía luchar por mantenerse dentro de la prieta gabardina.
Jan sacó el móvil de nuevo y, corriendo levemente la cortina, empezó a echar fotos a medida que Montana abría uno de los armarios de medicamentos buscando algo en él:
.- ¿Qué haces? Estáte quieta o va a encontrarnos – susurró la tortuga con nervio a la muchacha que se mecía por encima de su espalda tratando de enfocar el objetivo.
.- Espera, espera…solo una más…- Montana rebuscó por el armario abriendo una pequeña caja de medicamentos y depositando en ella un viejo y arrugado sobre que sacó previamente de su bolsillo:
.- ¿qué es eso?
.- Lo tengo…ya lo tengo…¡cuidado! – de una revolada el hombre corrió la cortina con sospecha.
Pero únicamente encontró la cama vacía y limpia. Nada más.
Tras arrugar los hombros abandonó la habitación de la misma manera que había entrado. Justo al instante, Raphael se descolgaba del techo con Jan en su regazo:
.- Ha estado cerca…¿en que estabas pensando? – la chica se le encaró con cara de enfado.
.- Ya basta Rapha, lárgate de aquí y yo te daré la orden.
.- ¿Orden¡Ja!
.- Mira quelonio, sólo estoy haciendo mi trabajo.
.- Pues vas a perder eso y tu vida si sigues aquí dentro. Si te descubren no tendrás ni oportunidad de salir corriendo.
.- Pues ya me las apañaré – Jan empezó a marchar cruzando la habitación colocándose la peluca y la bata decentemente – si Stanley vuelve a llamarte, dile que dentro de nada tendré las pruebas suficientes para encerrar a Hace.
.- Claro¿vas a acostarte con él para conseguirlas no? – Raphael se cruzó de brazos sacando a relucir su inconfundible sarcasmo.
Por toda respuesta, la muchacha sólo le envió una mirada envenenada:
.- Eso es asunto mío – seguidamente marchó de la habitación pegando un portazo.
Raphael esperó unos segundos con los brazos cruzados imaginándose que tal vez fuera a aparecer por la puerta. Pero tras comprobar que el tiempo seguía extendiéndose empezó a tratar de organizar lo que iba a contarle a Stanley sobre su hermana.
Francamente, poco le importaba lo que el jefe de policía del departamento de Manhattan pudiera decirle. Después de todo, se trataba de su hermana y, por lo tanto, de su problema.
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April se apresuró a darle la vuelta al cartel colgado de la puerta. Se aseguró que en este caso indicase que se encontraba cerrado. Solía marcharse a comer con toda tranquilidad sobre esas horas considerando que el público no aparecería hasta bien entrada la tarde.
Se giró con curiosidad cuando escuchó la puerta de la trastienda abriéndose, por el umbral, un Michelanggelo con cara cansada entraba con vagancia estirando uno a uno todos sus músculos:
.- ¿qué tal esa meditación? – se mofó la chica con las manos en la cintura. Mickie sólo le dedicó una amarga sonrisa mezclada con un tono de ironía.
Tras desplomarse encima del mostrador en señal de cansancio, balanceo su mirada hacia su especial rinconcito de la tienda deseando poder echar de menos alguna de sus obras.
Para su suerte, había un pequeño hueco en la pared que no tardaría en ser reemplazado por otro cuadro.
Algo curioso y con ilusión en el rostro, se desenganchó del mostrador para desplazarse hacia allí mientras arrastraba los pies por haberlos mantenido quietos durante tanto rato:
.- ¡se ha vendido algo!- preguntó con desesperación a April que cerraba la puerta con llave - ¿Cuál ha sido¿quién lo ha comprado, al menos habrá pagado bien ¿no?
.- Tranquilo artista – lo calmó la muchacha colgando otro cuadro en el agujero vacío de la pared – se ha vendido uno esta justa mañana…no se cómo se llamaba pero pude notar qué hacía cierta referencia a ti y a tus hermanos…
La expresión de Michelanggelo cambió de una amplia sonrisa a una eterna seriedad que poco le caracterizaba. Devolvió la mirada al hueco vacío ahora reemplazado por otra de sus obras:
.- ¿Ese? – a la mente le vino la imagen del cuadro que April aseguraba que se había vendido - …vaya, no creí que nadie fuera a comprarlo…
.- ¿Por qué no? Era bueno…
.- …pensé que no habría nadie que lo entendiera…- cómo si se tratase de una explosión en su interior, el estado anímico de Michelanggelo cambió de nuevo y la tortuga soltó un grito de victoria sin poder evitar alzar las manos con alegría - ¡genial¡Parece que tengo clientes que comprenden mi arte mucho mejor de lo que yo creía!
April lo observó alzando una ceja y con una compasiva sonrisa en el rostro. No podía dejar de imaginarse cómo se sentiría Michelanggelo si supiera que había sido Donatello, su propio hermano, el que se había hecho con el cuadro sabiendo, con toda exactitud, lo que significaba para Mickie y para cualquiera de sus hermanos.
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Lo colgó en una columna de metal, justo la que quedaba detrás de su escritorio predilecto, aquél en el cual se tiraba horas y horas trabajando y meditando.
Tras asegurarse que quedase completamente recto, retrocedió unos pasos con las manos en la cintura observando el cuadro de lejos y cómo quedaba junto con la escasa decoración del lugar.
Con una sonrisa triunfal, se frotó las manos antes de dirigirse de nuevo a la pequeña máquina de café. Kevin apareció por la puerta agarrándose a su propio abrigo por el viento y el frío que se había levantado al exterior:
.- ¡Mierda! Si llego a tardar un poco más en venir tendrías que haber venido por mí.
.- No hace tanto frío…
.- ¿Y me lo dice un anfibio de sangre fría?…- Don cabeceó ante esa pregunta- que mal repartido está el mundo…
El regordete hombre pareció echarle ojo al cuadro y no dejó de mirarlo mientras dejaba su chaqueta en un improvisado perchero:
.- vaya. ¿Y eso? No sabía que te gustase el arte…
.- Y no es algo que despierte mi interés….la verdad…- Kevin se acercó estsudiándolo al mílimetro:
.- Eh, este es el palo ese que sueles llevar contigo ¿no?
.- Bo Staff, Kevin, y si, es exactamente ese.
por largos minutos, Donatello perdió la vista entre las pinceladas al óleo dibujadas en la tela tratando de imaginarse en qué debería de estar pensando Michelanggelo cuándo le vino a la cabeza dibujar algo así.
Sin duda era una clara referencia a todos sus hermanos y al ninjutsu que todos seguían practicando. pero en el cuadro no había ni pizca de ironía, sarcasmo o rencor. Simplemente representaba una cierta unión y daba la sensación de tratarse de algo apacible y hogareño si no fuera por el escabroso fondo negro sobre el que algunas de las armas se sostenían.
Donatello supuso que después de todo, Michelanggelo parecía dar la relación con sus hermanos completamente por perdida arrastrándola hacia una eterna oscuridad que los engullía a todos.
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Avanzó con decisión subiendo con rapidez las escaleras del departamento de policía de Manhattan. Muchas de las personas con las que se cruzaban se volteaban a verla contonear las caderas con simpatía y un cierto deje de despreocupación.
Sus innumerables trenzas se recogían ahora en una extremada coleta y sus azules ojos quedaban tras los cristales de unos lentes completamente negros.
Había tratado de ocultar su vestimenta callejera con un elegante traje de americana y falda junto con unos zapatos con nada de tacón.
A su mano derecha, un maletín oscuro oscilaba con sus andares y golpeaba sin querer a cualquiera que se le cruzase llamando aún más la atención de lo que ya lo hacía de por sí.
Leonardo no pudo evitar arrugar la nariz a la vez que dibujaba una estrecha mueca de satisfacción en el rostro. Prácticamente colgado de las escalerillas de emergencia del bloque contiguo a la comisaría, vigilaba acechando los movimientos de Lizz tratando de seguir su sinuosa silueta incluso por los ventanales.
Se encontraba conectada a la muchacha mediante un pequeño micro que ésta escondía en un pequeño bolígrafo. Cortesía de Donatello que al marchar de casa dejó alguno de sus utensilios más preciosos para el espionaje.
Lizz avanzó entre el tumulto de gente que solía frecuentar el departamento a esas horas. era un vaivén de policías de aquí para allá, sentados en sus escritorios cuestionando a diferente gente, amontonados en las máquinas de bebida y café charlando entre ellos y contestando a numerosos timbres de molestos teléfonos que parecían no dejar nunca de llamar.
Lizz permaneció a la espera y, en cuánto divisó uno de los escritorios vacíos de algún ciudadano se encaminó hacia allí. trataba de mantener la calma cómo muchas otras veces lo había hecho, trataba de no parecer ella misma para no ser reconocida...pues eso podía ser lo peor que podría llegar a pasarle.
El hombretón que escrutaba unos papeles detrás del escritorio clavó los ojos vagamente en la muchacha:
.- ¿puedo hacer algo por usted?
.- Bueno, verá...venía a por un permiso - el policía la estudió con la mirada antes de dejar los papeles en un cajón y empezar a sacar de nuevos:
.- ¿usted es...?
.- Marta Taylor - Lizz se apresuró a sacar una tarjeta de identificación completamente falsa que había logrado conseguir de la mano de uno de sus múltiples contactos. El policía la tomó observando la fotografía de éste para luego devolver la mirada a la chica.
La tarjeta era posesión de una muchacha de mismo color y con unos lentes algo parecidos a los de Lizz en aquellos instantes:
.- Periodista ¿nah?
.- Así es...necesito conseguir algo que no se encuentra en los mercados y que resultaría ser de gran peligro si realmente pudiera conseguirse bajo algún precio...- Lizz agarró el bolígrafo y empezó a mordisquearlo con nervio mientras se sentaba en la silla frente al policía - ...trato de llevar a cabo una denuncia social sobre la tecnología utilizada, en algunos casos, para provechos con los que no se debería de usar...y, claro...necesitaría conseguir uno de estos aparatos para poder hacer más verídica mis fuentes y conseguir más información de todas las medidas de seguridad que se deben llevar a cabo para lograr uno de estos mecanismos de decodificiación.
El policía pareció no entender muy bien las cuestiones de la chica y, fue a decir algo cuándo una estridente voz se alzó por encima del resto haciendo que el perímetro a su alrededor quedase en silencio por curiosidad:
.- ¿Es que no quieres creerme! te estoy diciendo la verdad! Ese lugar es un maldito antro de tráfico de drogas y únicamente porqué está protegido por el estado no piensas hacer nada contra ello.
.- Cálmate Jan, no creo que éste sea un buen lugar para hablar sobre ello - Stanley indicaba a su hermana que bajase la voz mientras ésta maldecía interiormente al departamento entero y se balanceaba nerviosa de lado a lado del pupitre de su hermano mayor.
.- dame sólo un par de días más. ¡Sólo eso! tengo tiempo suficiente para lograr incriminar aún más a Hace.
.- ¿Aún más? - Stanley arqueó una ceja y habló en un nivel mucho más bajo - me has traído un cargamento de dos quilos de morfina que, supuestamente, Milo Hace te ha pasado...no creo que puedas conseguir muchas más pruebas a menos que no se trate de alguna grabación dónde él mismo se auto culpabilice...
.- Bueno, pues eso conseguiré.
.- Ya basta Jan. Ya te he dicho que dejes el tema en manos de profesionales - la muchacha gruñó con odio - ahora vuelve a tu trabajo antes de que mucha gente más sepa sobre el tráfico de Hace...
La chica se volteó indignada y se abrió camino entre el tumulto de personal que se apartaba al verla pasar por miedo a no recibir algún que otro grito por parte de la indispuesta muchacha.
El policía que atendía a Lizz la encaró nuevamente tras la estrepitosa conversación:
.- Disculpe los gritos...pero esto a veces parece una jaula de grillos...
.- Ajá...- una vez más, el hombre fue a decir algo antes de recibir un aviso importante por parte de uno de sus compañeros. segundos después, se levantaba estrepitosamente de la silla alcanzando su chaqueta y sus armas.
.- Lo siento señorita, ha surgido una complicación...- se giró concierta preocupación viendo en Jan Dorvin su solución. la agarró de brazo arrastrándola hacia el escritorio en dónde Lizz seguía sentada - si no le importa, mi compañera seguirá con usted.
.- ¡Qué! Por quién me has...- Jan suspiró tras entornar los ojos y recibir una acusadora mirada de Stanley que parecía acecharla al mínimo movimiento - está bien...
No con mucho respeto y educación, Jan tomó asiento en la esquina de la mesa y escrutó los papeles que su compañero le había dejado antes de marchar por la puerta:
.- Marta Taylor...periodista...y, vienes a por un permiso ¿de?
.- Uno para conseguir que me vendan cierto aparato bio-tecnológico...- Jan arqueó ambas cejas mirando sospechosamente a la muchacha.
.- Está bien, Taylor...y¿para qué lo quieres?
.- verá, intento escribir una crítica social sobre la utilización de...
.- Sí sí, claro - Jan la cortó- eres periodista...os gusta agarraros a cualquier excusa para conseguir plata...
Lizz volvió a mordisquear con nervio el bolígrafo:
.- y...¿qué garantía puede usted darme de que no va a utilizar ese chisme para su bien? ya me entiende, de qué no va a convertirse en una de esas personas en las que supuestamente va a criticar en su columna...
.- Bueno...si escribo en contra de ello significa que no estoy dispuesta a caer en el problema en vez de formar parte de la solución...- Jan pareció seguir estudiando a Lizz, Marta Taylor, con sospecha en la mirada y tratando de atrapar el argumento de la chica en algún momento.
La imagen de Lizz Wagner, la muchacha cuyo rostro salía junto al de Milo hace en el papel que entregó a Raphael, le vino a la cabeza y no supo exactamente porqué...aquella mujer bien podría tratarse de ella:
.- Podría quitarse las gafas¿señorita Taylor?...es de mala educación cuándo se habla con alguien...
.- Cla..claro. No hay problema - para sorpresa de Jan, Lizz obedeció procurando haber escondido previamente sus característicos ojos azules bajo unas lentillas de un color completamente negro.
Jan pareció defraudada aunque no se dio por vencida.
.- así pues...requiere un permiso de un ...¿decodificador VG?
.- Exacto...- Lizz supuso que la muchacha policía no tenía ni la más mínima idea de lo qué podía ser ese aparato y trató de buscar rápidamente una buena manera de contarlo sin que pareciera demasiado peligroso...pero para su sorpresa, Jan no preguntó nada y simplemente se levantó de la esquina de la mesa:
.- Discúlpeme un momento, debo pedir permiso a alguien más antes de entregárselo yo...
.- No hay problema...¡perdone! - Jan se volteó - ¿podría ir al baño?
.- Al final del pasillo...ya lo encontrará..- siguió con la mirada a Lizz hasta que ésta desapareció por la puerta del servicio de mujeres. Acto seguido, entró de nuevo en el despacho de Stanley Dorvin para informarle sobre la petición de un permiso de aquel calibre.
Lizz se encerró con rapidez en uno de los lavabos en el que se recostó por la pared tras dejarse resbalar por esta. Tenía los nervios a flor de piel y las manos seguían temblándole con insistencia, no sólo por el mal momento por el que estaba pasando, si no por el hecho de que era uno de esos momentos en los que hubiera querido poder tirar de su adicción para huir de la preocupación que la carcomía por dentro.
nerviosa, agarró el bolígrafo con ambas manos:
.- Leo...esto no me gusta...
>¿Que pasa¿Algo va mal? - la voz de Leonardo sonó por un pequeño auricular que la muchacha guardaba cautelosamente en su oído tapándolo con mechones de su pelo.
.- Esa mujer...no me gusta, me ha hecho quitarme las gafas...parece que realmente me conozca y no sepa de qué...- Lizz tomó aire con desesperación - ...Leo...¿vas a intervenir si las cosas se ponen feas?
>Espero no tener que hacerlo...pero sabes que sí...¿van a darte el permiso?
.- eso espero...todo es tan extraño y tan complicado...
>tranquila, tú sigue firme con tu posición de perioditsa...ya verás que no puede resultar tan difícil...- Lizz asintió con una sonrisa en el rostro y se incorporó para salir de nuevo del baño - y por tu madre Lizz...deja de morder el bolígrafo...vas a dejarme sordo.
.-
.- No me gusta...no me gusta ni un pelo.
.- a ti no te gusta nada Jan.
.- ¡estoy hablando en serio Stan!- Jan escrutó el cristal oculto tras una persiana metálica de pliegues a través del cual Marta Taylor volvía a tomar asiento - ¡mírala! está pidiendo que la detengamos a gritos...es ella...podría jurarlo...
Stanley bufó de aborrecimiento por las suspicaces intuiciones de su hermana menor y con un ademán salió de su despacho dando la conversación por finalizada.
Jan no pudo evitar observarlo con rabia en el rostro y, puesto que ni siquiera el jefe del departamento de polícia, su propio hermano, hacía caso de sus fundadas sospechas, la muchacha decidió tomarse la justícia por su mano.
.-
.- ¿va algo mal? - preguntó Lizz en cuánto Jan volvió a presentársele en la esquina del escritorio.
.- No, en absoluto, aquí tiene su permiso - de una carpeta la chica sacó una hoja con un sello del departamento de policía de Manhattan al final de ésta - con esto tendría que valerle.
Lizz se levantó y agarró el papel que Jan le ofrecía con una sonrisa en la cara. después de un "grácias", la misma Jan acompañó a marta Taylor a la puerta del departamento:
.- Espero poder leer su columna en el periódico de aquí a poco - le indicó la policía con una palmada ciertamente cariñosa en la nuca destapada de la chica.
.- Claro, recordaré nombrarla por su colaboración. Grácias .
Jan Dorvin siguió con la mirada los pasos de Marta Taylor que desaparecieron por la esquina más próxima con relativa rapidez. La muchacha sonrió para sus adentros con una mueca algo siniestra:
.- Tranquila...no creo que tardemos mucho en volver a vernos...- Acto seguido, Jan Dorvin volvió a antremezclarse entre el confuso e inparable ambiente del departamento.
.-
Elisabeth Wagner se deshizo la prieta coleta dejando sus numerosas trenzas volar a sus andares de rapidez por la calle. Tiró el maletín negro a un lado junto a los cubos de la basura y se deshizo de la americana y de las negras lentes antes de acercarse el bolígrafo a la boca:
Te voy siguiendo - levantó la mirada al cielo descubriendo la silueta de Leonardo que saltaba con maestría los edificios de la calle opuesta tratando de alcanzar su paso - ¿lo tienes?
Por toda respuesta, Lizz detuvo su paso y blandió con aires de gloria el papel blanco con la mano en alto bajo la atenta mirada de leonardo, que no pudo evitar sonreír de alivio por haber pasado por el peor de los momentos de la vida de la chica.
Bueeeno, siento mucho haberme retrasado tanto, pero he estado algo ocupada con la vuelta a la rutina...sí sí. Pero bueh, ya estoy por aquí de nuevo.
me siento eternamente feliz de comunicar que tengo un nuevo miembro en la family! se trata de una gatita de 3 meses, y ¿sabéis el nombre que le he puesto? (no, no es cascabel, jejejej). Pues he rememorado a mi primer fic y la gata pasa a llamarse Kyara (también dudé en ponerle Mink, pero bueh, me decanté por el otro)
Po zí Karliña, las cosas empiezan a juntarse hasta que acabaen todas bien pegaditas así cómo en una macedonia (ke comparación más nefasta...) Por cierto! A ti te lo digo porque sé que eres de mis barrios (ya me entiendes) No sé si te percataste de que cambiaron la voz de Donatello en la continuación de la tercera temporada de TMNT (que los muy perros de la tele volvieron atrás unos cuantos capítulos posiblemente por no haberlos doblado aún...)pos i po si...y en estos momentos con la voz tan chillona que le han puesto al pobre de Don juraría que podría pasar por el más peque de sus hermanos (es una lástima, me encantaba la voz que tenía antes...hay que ver cómo meten la pata...)
Y por otro lado...¡Ese Magic Alonso! Oee oeeee! Quien pudiera ser ese mono azul tan prieto que lleva! (menos calentones, ke el chaval no es muy agraciado de cara...la verdá...)
Bueno, no se si me va a leer o no, pero me gustaría der las grácias a Martin Rotweiler (o algo asín) por dejarme review en "Qué puta es la vida". ya resulta muy raro que te dejen review en un fic que ya hace tiempo publicaste. Ásí pues le agradezco que me haya incluido entre sus escritoras favoritas! (y mira Karliña, ahí tenemos a un individuo masculino! ya decía yo que no podían esconderse durante mucho tiempo...)
nada nada, al ajo y menos palabras. Nos estamos leyendo chusmilla, y haber si martin se anima a publicar ese preview de fic que puso durante algunos días! (que por cierto no sabía que no se podía poner review...)
besos a todossssssss! muakis muakis!
YaS ;-)
