#14# Volando juntos
Aún sosteniendo la pistola en la entrepierna de la chica, Milo la empujó violentamente contra la camilla a la que estaba atada y atacó sin reparo alguno el cuello de Jan haciendo que ésta se retorciera de dolor por el contacto contra su herida y por la situación.
Trató de apartarlo, colocando su rodilla en el pecho de éste para alejarlo de ella, pero Milo abreviaba la sonrisa vacilona de su rostro recordándole a la chica que el cañón de su pistola seguía entre sus piernas.
Jan se detuvo y tan solo cerró los ojos con fuerza mientras las manos del hombre seguían su libre recorrido por el cuerpo de la muchacha.
El terror verdadero empezó a apoderarse de ella y sus piernas empezaron a tiritarle con violencia. Su herida le escocía y sus muñecas palpitaban bajo la presión de la goma que apenas dejaba que la sangre corriera por sus manos:
.- Siempre me había dado cierto morbo tirarme a una policía...- susurró éste a escasos centímetros del oído de la chica para luego morderle con consistencia el lóvulo de la oreja de ésta.
Jan volvió a gruñir aún con los ojos cerrados. Trató de hablar, decir algo coherente, pero las palabras apenas lograban salir a trompicones de su garganta:
.- De...Deténte Hace...aún estás a tiempo. Estás drogado y no sabes lo que estás haciendo...- de un rapido movimiento y medio enfurecido por el comentario, Milo sacó la pistola de la entrepierna para llevarla con amenaza a la cara de ésta.
.- Sé perfectamente lo que estoy haciendo, agente Dorvin, y sé que si lo hago con sumo cuidado tan sólo será usted un pequeño borrón en mi lista negra. Nada más.
.- ¿Sigues creyendo que puedes salir de ésta? - Nuevamente y preso por algún tipo de ira esporádica del momento, Hace agarró el pelo de Jan ladeándole con violencia la cabeza hacia atrás para luego introducir el cañón de la pistola en la boca de ésta.
Jan trató de ahogar un grito por el tirón repentino y ya abandonó cualquier alternativa de dialogar en cuánto se encontró con su lengua rozando el frío metal del arma:
.- Me parece que no desconoces la gravedad de la cuestión. Soy yo quien debería hacerte esa pregunta a ti. ¿Sigues creyendo que puedes salir de ésta? - Milo cargó la pistola y los ojos de Jan se abrieron cómo platos para luego volverse a cerrar al instante presa de una histeria irremediable - fue bonito mientras duró.
El índice de Milo ya había iniciado el movimiento de presión sobre el gatillo cuándo algo lo golpeó con fuerza en la nuca haciendo que se chocase de bruces contra la camilla a la cual Jan permanecía atada.
Quedó en el suelo, gruñiendo y cubriéndose con desesperación un pequeño corte en la frente a causa del golpe.
Jan seguía gimiendo silenciosamente en el suelo tras pasar a un estado de nervios incontrolables después de perder la pistola de su boca. Alguién la zafó de la barbilla y subió levemente la mirada de la chica. Ésta se encontró con la fruncida pero preocupada mirada de Raphael que repasaba uno a uno cada rincón del cuerpo de la muchacha temiéndose encontrar alguna herida grave.
Los ojos se le anegaron en lágrimas en cuánto se vio acompañada y su cuerpo se relajó enormemente tras saber que Raphael se encontraba en la habitación. Fue a soltarle alguna ironía, pero por los nervios las lágrimas le traicionaron y tan solo logró balbucear su nombre:
.- ...Raph...
.- ¿ese maldito cabrón te ha...? - no pudo terminar la frase, pues Milo se recuperó de su anonamiento y rebentó una patada en el pecho de la tortuga mandándola a chocar contra uno de los armarios.
Raphael murmuró algunas palabras inteligibles a la vez que desenfundaba sus sais de nuevo.
Milo se incorporó con rapidez desviando su atención de la chica para centrarla en recuperar su pistola. Se percató de que ésta se encontraba a sus pies, pero antes de que pudiera agacharse a recogerla, Jan la pateó enviándosela a los pies de Raphael que la detuvo de inmediato con una irónica sonrisa en la cara:
.- Vamos. ¿a que esperas? Ven a por ella - le indicó brulonamente con la pistola bajo uno de sus pies.
Milo le mandó una penetrante mirada mientras, con sigilo, tanteaba con la mano la mesa a sus espaldas. Cuando logró alcanzar lo que buscaba, lo lanzó con fuerza hacia la tortuga.
Raphael, haciendo uso de sus más principales dotes de defensa cómo ninja, abanicó con ambos sais delante de sí para partir en dos fuera cual fuera el objeto lanzado. Cual fue su sorpresa en cuánto se encontró que, tras un leve sonido de rasguido, su vista se nubló envuelta en polvos blancos que le dejaron cegado momentáneamente.
Confundido, se sacudió entero con resignación, pero apenas podía entreabrir los ojos. Esa sustancia le escocía enormemente y el olor a químico que le envolvió no le gustó ni un pelo.
Antes de que pudiera tan solo cubrirse por esperar un próximo ataque, empezó a estornudar:
.- ¡Raph muévete! - el grito de Jan quedó en vano, pues para cuándo pudo escucharlo, Milo se había tirado encima de él con violencia y lo golpeaba por doquier aprovechándose de la situación indefensa de la tortuga.
Raphael trataba de detener los golpes, esquivarlos aunque fuera. Pero el escozor en sus ojos aumentaba y su lengua había empezado a quedarse ciertamente dormida por el sabor.
Para cuándo quiso percatarse de ello, Milo se encontraba a cuclillas encima de él y amasaba su rostro de forma violenta una y otra vez:
.- ¿Que me dices ahora estúpido monstruo?
La paciencia de Raph se iva agotando paulatinamente y con bastante rapidez, en cuánto notó que uno de los puñetazos le dolió demasiado de lo previsto, alzó uno de sus puños en alto y, agarrando la empuñadura de su sai del revés, mandó un fuerte golpe en el pecho del muchacho echándolo a un lado para poder incorporarse.
Milo quedó rendido en el suelo, sujetándose con frenesí el lugar del golpe y con la cara desencajada por el dolor.
Sabía del cierto que Raphael sabía bien dónde le había dado. Y por su condición de enfermero también sabía que le había hundido un par de costillas.
La tortuga se tambaleó levemente al incorporarse. Aún seguía medio ciego pero justo empezaba a distinguir las formas a su alrededor. Eso sí, el sabor a químico le rodeaba toda la boca y garganta provocándole ciertas arcadas.
Dio un respingo en cuánto notó como alguien le echaba un balde de agua fría encima.
Se volteó asustado y visiblemente molesto. A sus espaldas, Lizz sujetaba el cubo vacío:
.- Hasta que no te mojes con agua, no se te va a pasar el escozor - Raph guardó su aberración dialogal para luego y agradeció a escondidas la reacción de la muchacha, pues sus ojos volvían a funcionar y el sabor de su boca y garganta había desaparecido ligeramente.
Se acercó a Milo que, en el suelo, seguía aferrándose a un costado temeroso de que alguna de sus costillas no se hubiera quedado contra algún pulmón. Permaneció erguido, observándole con una sonrisa maliciosa mientras jugueteaba con uno de sus sais en las manos.
Lo agarró del cuello de la camisa y lo levantó a peso aplastándolo contra la pared:
.- Muy bien drogaadicto, aquí acaba tu carrera.
Levantó su sai dispuesto a clávarselo sin reparo alguno, pero la voz de Jan lo alertó a tiempo:
.- Ya basta Raph - de pie al lado de la camilla y apretándose el hombro después de que Lizz la soltase, se acercó a la tortuga colocándole una mano en el hombro.
Raphael bajó al hombre con resignación y lo tiró al lado de la camilla en dónde Lizz lo amarró del mismo modo del que Jan antes había estado.
Jan se colocó a cuclillas delante de él y, con media sonrisa en el rostro, le mostró la placa:
.- Quedas detenido, Milo Hace. Por atraco a mano armada, homicidio, tráfico de droga, intento de violación y atentado contra un agente de la ley.
Raph la observó con ojos sospechosos:
.- ...me parece que la mitad de eso te lo has inventado...
.- ¿si? Que me digan lo contrario pues - con un gruñido se incorporó y clavó su mirada en Lizz, que dio un respingo al verse observada.
Raphael le siguió la mirada entenidendo los pensamientos de la policía. Suspiró con contundencia a la vez que se cruzaba de brazos y devolvía su mirada a Jan:
.- ¿Es necesario?
Jan no contestó. Quedó pensativa mientras ella y Lizz compartían una serie de miradas vacías, indescifrables, sin saber del cierto si una debía correr y la otra alcanzarla o si simplemente debían de quedarse quietas.
Finalmente y tras varios minutos de silencio que quedaban rotos por los gruñidos de Milo, Jan envió su mirada al techo antes de voltearse con velocidad dándole la espalda a Lizz.
Ni Raphael ni Elisabeth comprendieron y permanecieron mirando con confusión a Jan:
.- Bueno...¿vas a detenerla?
.- ¿A quién?- contestó quedadamente. Raph abrió los ojos sorprendido:
.- Pues a ella...¿a quién si no?
.- ¿A ella? Si nunca ha estado aquí - se volteó levemente mirando a Lizz de reojo que quedaba sorprendida en medio de la habitación. Le mandó una leve sonrisa - ...yo nunca me he topado con ella.
Lizz le sonrió de vuelta y agachó la mirada al suelo con agradecimiento.
Del cierto que había pensado que Jan Dorvin no la dejaría escapar así como así, y que quedándose en el hospital en vez de marchar con Leonardo lo único que hacía era complicarse la vida, pues de seguro irían a por ella en cuánto todo terminase.
Pero no fue así.
Por alguna razón, Jan Dorvin había decidido hacerse la loca sobre todo y estaba dispuesta a dejarlo ir todo cómo si nunca nada hubiera pasado.
Pero leyó en sus ojos que eso no significaba que, si en un futuro tubieran que volver a verse las caras, Jan no la dejaría huir.
Sólo aquella vez. Tan sólo ese momento.
Lizz se volteó con la sonrisa pintada en el rostro:
.- Gracias...- antes de cruzar el umbral de la puerta, mandó una fugaz mirada a Milo que seguía en el suelo observándola con reproche - ...púdrete entre rejas, Hace.
Por su paso hacia la salida se cruzó con Kevin que justo llegaba al lugar con una mueca de satisfacción en el rostro.
Su mirada y la de Lizz se cruzaron sin significado alguno y la siguió con los ojos a medida que ésta desaparecía por el vacío pasillo del hospital corriendo. Luego se volteó de nuevo hacia la habitación:
.- Bueno, me equivoqué pensando que la competencia de la policía no valía nada.
Jan le devolvió la sonrisa con un rostro algo agotado. Kevin se le acercó y echó un rápido vistazo a la herida de su hombro haciendo que la muchacha tubiera que quitarse la gabardina.
Se tomó la libertad de sacarle la bala y desinfectarle la abertura antes de coserla. Raphael observaba con una mueca de asco en la cara.
.- bueno...supongo que al final nunca se puede conseguir todo lo que se propone ¿verdad? - preguntó Kevin prestando atención a su faena. Jan lo miró confundida.
.- ¿A que se refiere?
.- La chica...juraría creer que también pretendía cogerla.
.- ¡Bah! Yo a esa no la conozco de nada.
.- ya vale con la broma Jan. El concepto quedó claro - se quejó Raphael tirando por los suelos las intenciones despreocupadas de la chica. Ésta tan solo lo fulminó con la mirada.
.- Testificaré en tu contra - la voz agotada de Milo entró en el lugar - has dejado escapar a alguien muy buscado. Eso es negligéncia policial...
Milo no pudo continuar, pues Raphael le ventó una patada en el estómago sin mucha molestia y éste cayó desmayado al instante.
.- ¡Raph! - se quejó Jan por esa ruda reacción.
.- ¿Que? te estaba amenazando. - Jan entornó los ojos.
Al momento, las sirenas de la policía se colaron a través de la ventana estrechamente abierta.
Todos los presentes se voletaron a la vez.
.- Tal vez deberías marcharte Raph - la tortuga suspiró de alivio ante el comentario de la chica y se volteó hacia la ventana haciendo un ademán con la mano:
.- menos mal. Esto son horas extras Jan, espero lo tengas en cuenta con mis honorarios. - la chica le sonrió picaronamente:
.- Bueno, creía que no te tomabas el trabajo cómo algo personal. Ya me entiendes, yo nunca te pedí que te quedases.
.- ¿Que? - soltó éste con arrogancia y sorpresa.
.- Pues que eso no entra dentro de tu paga. A sido algo voluntario, por lo tanto, a Milo no lo has cogido tú. Así pues, no cobras.
Raphael abrió la boca para decirle alguna obscenidad arrogante. Pero se quedó inmóvil cuando nada cruzó por su lengua y comprobó por sí mismo que Jan tenía razón. Apretó sus puños con rabia ante la sonrisa bacilona de la chica que esperaba algun reproche.
Pero no lo hubo.
Tan sólo se volteó y se colocó a cuclillas en el borde de la ventana:
.- Ahí te violen la próxima vez...
Seguidamente se marchó mientras las primeras patrullas de la policía aparcaban delante del hospital después de la órden de Stanley de desacordonarlo pasadas las dos horas que había dado cómo tiempo límite a Jan.
.-
Saltó con rapidez y sigilo al callejón más cercano al edificio del hospital. La luz del día podía delatarlo con facilidad y pretendía bajar cuánto antes a las alcantarillas y desplazarse por debajo de la ciudad.
Aterrizó a cuatro patas en el callejón y se incorporó con normalidad tras comprobar que nadie se encontraba cerca.
Se acercó a la tapa de alcantarilla más próxima y la levantó:
.- Menos mal - Raphael dio un respingo y la tapa le resbaló de las manos para ir a caer encima de su pie - ya creí que te quedabas ahí a dormir.
Con un aullido se volteó enfurecido descubriendo a Lizz que le sonreía des de una de las esquinas. Quedó perplejo al verla allí. Creía que ya se encontraría a varios kilómetros de distancia:
.- ¿Que haces por aquí todavía? - le preguntó con algo de arrogancia temiéndose que, tal vez, la chica quería hacerle pagar de alguna manera todos los problemas que le había dado.
Pero para su asombro, Lizz sonrió tímidamente y agachó la cabeza adquiriendo el aspecto de una inocente e inofensiva jovencita:
.- Bueno. Quiero ir a la guarida y des de aquí no sé llegar.
Raph quedó roto.
Aún sin creerse que Elisabeth Wagner le había estado esperando para seguirle hasta la guarida, se masajeó las sienes con algo de impaciencia.
Suspiró finalmente y, cojeando, levantó de nuevo la tapa y le indicó que entrase.
La chica le sonrió al pasar por su lado y empezó a descender por las escalerillas de las alcantarillas:
.- Maldito Leo...- susurró para sí antes de ajustar la tapa en su lugar de nuevo.
.-
Empezó a mecerse levemente para luego entreabrir los ojos en un esfuerzo. Parecía que su propio cuerpo le impidiese de despertarse, pero luchaba por hacerlo y saber que todo se encontraba bien. Aún adormecidas, sus carnes no lograron más que abrir levemente los ojos y surcar a su alrededor con impaciencia, esperando encontrarse el familiar techo de la guarida.
No pudo evitar pintar una ancha sonrisa en su cara cuándo, tumbado boca arriba en su propia cama, el techo se le hacía tremendamente familiar, pues era el mismo que veía cada noche antes de dormirse profundamente.
Algo le envolió su mano, una extraña calidez que casi llegaba a ser fría.
Reconoció al momento el tacto de sus pupilos.
Al ladear la cabeza a un lado, la mirada de alivio y sorpresa de Michelanggelo lo observaba y envolvía su mano con tanta protección que parecía que nunca fuera a soltarla.
Splinter le sonrió:
.- ¿Se encuentra bien? - le susurró tratando de no molestarlo mucho.
.- ¿Que ha pasado...? - logró balbucear. Mickie no le contestó, tan solo se giró y mandó un grito por toda la guarida.
.- ¡Sensei despertó! - la anciana rata frunció el ceño por el rugido que le entró taladrante en la cabeza.
Con curiosidad se repasó el peludo pecho con la mano. Descubrió un pequeño bendaje en su pecho y se descubrió de inmediato para observarlo.
Michelanggelo lo pescó mirándose el parche con estupor y sorpresa, luego, la anciana rata clavó una fría mirada en él:
.- ¿Estoy operado? - Mickie asintió, y viendo que la mirada no se borraba de su rostro, trató de quitarle importancia a la situación:
.- Pero no se preocupe, no es nada grave, apenas estuvo unos minutos en quirófano y...
.- ¿En quirófano? - Tras un asombro increíble, Splinter se llevó la mano a la cara descubriendo que había sido un humano quién lo había operado, pues sabía del cierto que Donatello no controlaba el visturí lo suficiente cómo para llevar a cabo una intervención quirúrjica.
Leonardo y Donatello asomaron tímidamente por el umbral de la puerta, April y Case preferieron quedarse a la retaguardia para dejar ese momento a las tortugas.
Tratando de pasar el máximo desapercibidos y mandando miradas por doquier de la habitación por no cruzarse con la de Splinter, ambos se acercaron a los pies de la cama. Splinter los sorprendió con un grito:
.- ¿Cómo se os ha ocurrido permitir que un humano me opere?
.- Era...bueno, era Kevin, sensei, un hombre que ha estado conmigo todo este tiempo y...bueno, lo sabía prácticamente todo acerca de mi familia...- explicó Donatello con precaución en sus palabras:
.- Aún y así habéis cometido una imprudencia al meterme dentro de un hospital. Y no sólo por mi, si no por vosotros. Podríais haber sido descubiertos en cualquier momento.
Leonardo agachó a cabeza:
.- No había otra opción, sensei...
.- Era eso o perderlo...- acabó Michelanggelo la frase.
Splinter suspiró con consistencia llevándose la mano a la frete de nuevo. Tras unos segundos, se descubrió el rostro mostrando a sus hijos una ancha sonrisa. Michelanggelo fue el primero en abrazarlo seguido por Donatello.
Splinter ahuecó con agrado a ambas tortugas mientras lanzaba una mirada cariñosa a Leonardo que seguía en pié en los pies de la cama.
Éste le sonrió de vuelta con el alivio en su cuerpo.
Todo había acabado bien. Splinter se encontraba a salvo. Sus hermanos parecían no querer acordarse de todo lo ocurrido y tan sólo deseaban poder estar con su padre en aquellos instantes.
Su cuerpo le ofreció una oleada de tranquilidad en cuánto se le presentó la escena enfrente de sí. Por unos instantes, todos los amargores de su cabeza y la soledad que había sentido aquellos meses desaparecieron en cuánto la guarida volvió a estar repleta.
La televisión de Michelanggelo seguía escuchándose por encima de todo. Donatello removía la cocina con frenesí, y Casey y April se paseaban atendiendo a Splinter que seguía postrado.
Todo había vuelto a cobrar vida. Las sombras que amenazaban en acercharle en las esquinas y volverlo loco en cualquier instante se habían retirado y huían al paso de Mickie y Don recorriendo la guarida.
.- Me alegra tanto volver a estar todo juntos...- susurró Splinter incorporándose levemente para recibir un tazón de sopa de April.
La muchacha le sonrió:
.- Se lo dije, sensei. Tan sólo necesitaban aire...después de todo cada uno de ellos se deben a su familia. - la anciana rata perdió al mirada en la sopa con una ancha sonrisa.
.- Sabe, señorita O'Neil...de verdad que llegué a pensar que mis hijos no estarían a mi lado en mis últimos momentos...que ya no necesitaban de mi tanto cómo yo necesito de ellos y que lo unico que me quedaba era postrarme en un rincón esperando a que la vejez...o este atolondrado corazón, me matase...
La mano de April se posó sobre el hombro de la rata:
.- No diga tonterías, tan solo hizo falta que cayera enfermo para que todos acudieran en su ayuda...- April se incorporó dispuesta a dejar descansar a Splinter - no se preocupe más por eso. Ahora vuleven a estar juntos ¿no?
La rata perdió de nuevo la vista en el tazón humeante:
.- Claro...pero ¿por cuánto tiempo?
Agazapado en la esquina, Michelanggelo había detenido su paso hacia el umbral de la habitación de Splinter y permanecía al otro lado de la mampára siendo tan solo una borrosa silueta.
Quedó detenido. Inmóvil. Repasó mentalmente las palabras de su maestro.
Claro, volvían a estar juntos pero..."¿por cuánto tiempo?". No podía evitar sentir cierto amargor al saber que el rencor entre ellos seguía presente y que, si después de que Splinter se recuperase todos ellos volviesen a separarse, la anciana rata volvería a lamentarlo.
Lo pensó.
Por unos instantes navegó en su mente ponderando la situación. Creyendo que tal vez, todo debía de ser cómo había estado siendo...cada uno de ellos por su camino...por el camino que habían buscado.
Después de todo, ahora, tanto Raphael cómo Leonardo y Donatello, tenían sus propios asuntos que atender, su propia vida completamente paralela a la del resto...a la de él...y a la de Splinter.
Suspiró profundo antes de voltears cuando descubrió que April se acercaba a la puerta.
Al virar la cabeza, se topó con las miradas cabizbajas de Leo y Don, que al igual que él, habían detenido su paso hacia su maestro tras escuchar el comentario.
Se entremezclaron las tres miradas entre ellas, sin saber qué decir.
Finalmente, los tres optaron por no decir nada.
Leonardo les dio la espalda y marchó por su paso por la guarida. Únicamente Donatello aguantó los ojos de Michelanggelo que le pedían que dijera algo.
Algo para tranquilizarle. Para calmar la situación.
Algo para hacerle creer que Splinter estaría bien.
Pero, tras un ademán con la mano, apartó la cabeza con brusquedad y se dirigió de nuevo hacia la cocina.
Para entonces, April salía topándose con Michelanggelo en el camino:
.- ¡Ah! Mickie¿vas a entrar? - preguntó indicándole si cerrar la puerta o no.
La tortuga vaciló unos instantes antes de negar con la cabeza.
April se encogió de hombros y cerró la mampára:
.- ¿Que pasa con Raph? - preguntó ésta dirijiéndose hacia Leo que se desplomaba en el sofá.
Leonardo mandó una mirada hacia el viejo reloj de pared colgado en una de las columnas.
.- ...iré por él...- se incorporó desenfundando sus katanas.
Justo antes de salir por la puerta de la guarida se detuvo tras ser alertado por la voz de sus hermanos:
.- ¿Vas a ir solo? - Donatello aguantaba su bo por detrás de su cabeza reposando en él sus manos - ¿tanto a crecido tu ego en estos meses que no recuerdas que somos un equipo?
.- Fuí yo quién le dijo que volvería por él - protestó observándolos de reojo y arrugando la nariz con desagrado por el comentario de su hermano:
.- Bueno, también fuimos nosotros quienes le abandonamos.
Leonardo no contestó, tan solo volvió a darles la espalda y empezó a cruzar el túnel. Detrás de él, por toda respuesta, Mickie y Don le siguieron los pasos.
Pero las tres tortugas se detuvieron en cuánto una sombra borrosa empezó a formarse en la curva del túnel.
Una sombra encurvada, que andaba con cierta dificultad casi arrastrando los pies.
Automaticamente, las tres tortugas desenfundaron sus armas y tomaron posiciones al no saber exactamente de qué se trataba la visita:
.- ¿Porqué demonios no avisó el sistema de detección? - preguntó Donatello con cierto reproche:
.- Hace meses que dejó de funcionar - explicó Leonardo aceptando el hecho de que él no era quién cómo para saber repararlo y la ausencia de Donatello en la guarida lo había obligado a mantenerse constantemente en guardia por posibles visitas inadvertidas.
Apretaron sus puños alrededor de sus armas en cuánto la sombra aumentó su tamaño por estar cada vez más próxima al giro del túnel de entrada.
Todos quedaron perplejos y alividaos cuándo, entre la oscuridad, Raphael apareció jadeando y visiblemente cansado con cara de pocos amigos.
En su espalda, acarreaba a una risueña Lizz que empeció a mecerse con locura en cuánto divisó la figura de Leonardo:
.- ¡Bájame¡Bájame!
.- ¿Ahora sí? - le reprochó éste con arrogancia e ironía.
Lizz dio un bote des del caparazón de Raphael hacia el suelo y de ahí, hacia el cuello de Leonardo.
Éste la recibió con incomodidad y rubor en sus mejillas mientras la agarraba de la cintura tratando de descolgarla con delicadeza.
.- Vaya, una tortuga transportista - se mofó Michelanggelo con picardía cuando Raph los alcanzó con el agotamiento en el rostro.
.- ¿Tu nuevo trabajo Raphael? - Donatello siguió el juego de su hermano menor pero retrocedió en cuánto Raph les levantó el puño a ambos con rabia pidiendo que se callasen:
.- ¡Menos chorradas! - se dirigió hacia Leonardo por su paso hacia el interior de la guarida - demasiado mal criada tienes a la señorita. Se negaba a seguir andando por las alcantarillas - Raphael marchó furioso hacia la guarida y siguió hablándole de espaldas - ¡buah¡No sea que se manche la suela de los zapatos con mierda!
Leo miró a Lizz que seguía colgada de su cuello con una ancha sonrisa:
.- De verdad que estaba eso muy súcio...- la tortuga entornó los ojos.
.-
.- Kevin le colocó un marcapasos...seguro...- indicó Donatello postrado de rodillas cerca del lecho de Splinter - ...es la solución más eficaz teniendo en cuenta el rato que duró la operación...y de que no había donante alguno, claro.
.- Un marcapasos...- musitó Michelanggelo, acto seguido empezó a reírse - tenga cuidado de no acercarse a la tele, sensei. Que des de que Don la arregló pega unos calambrazos increíbles.
Raph lo acalló con un sopapo en la nuca antes de que Mickie le mandase una mirada hostil:
.- ¿Que pasó con la policía? - Raphael se dio por aludido al encontrarse los ojos de April traspasándolo. Chasqueó la lengua quitándole importancia al asunto:
.- Nah, Milo ha sido arrestado.
.- Vaya, eficaz justiciero - se mofó Michelanggelo.
Raphael lo acalló de nuevo con otro bofetón.
.- Y...- Leonardo desvió su mirada a Lizz que, sentada a parte del grupo, trataba de no acercarse demasiado a la anciana rata por el miedo y la agonía que un animal de su tamaño y espécie le producía - ¿que pasa con ella?
.- Jan se hizo la loca
.- Le salve el culo - replicó Lizz poniéndose de pie - a ella y a ti.
Raphael fue a protestar pero se calló. Tan solo quedó surcando unos momentos en los ojos verdes de Lizz que, en cierta manera, y él lo sabía, le agradecían no haberla cazado como a una presa.
Las miradas entrecruzadas quedaron vacías en cuanto Donatello habló cambiando el tema por completo:
.- Vaya - se sobó el mentón unos instantes - ...pues no se de qué demonios nos sirvió la alianza con la señorita Dorvin si Milo Hace ha sido agarrado de todas formas...
.- Jej, pues para salvar tu trasero de la cárcel - le musitó Michelanggelo casi en un susurro para que sensei lo pasase desapercibido. Donatello lo aceptó cómo una respuesta inocente y verídica aunque con cierta picardía:
.- Cierto.
Lizz empezó a marcharse de la habitación bajo la atenta mirada de Leonardo que, cruzandose con la de la chica justo antes de que ésta marchase por la puerta, la siguió a distancia.
En su recorrido, se topó con Raphael de cara que lo observó con el ceño fruncido:
.- Gracias, Raph.
.- ¿Por?- soltó con arrogancia extrema y despreocupación.
.- Por no arrestarla - Leo empezó a marchar tras Lizz mientras Raphael lo siguió con la cabeza girándose levemente - era tu trabajo después de todo...
.- Y tu estabas haciendo el tuyo...supongo - escuchó que su hermano empezaba a marcharse - ..gracias a ti tambien.
Leo se detuvo algo sorprendido y recibió una cálida mirada de reojo de Raphael:
.- Por dejarme actuar a mi manera...
.-
La chica se sentó en la mullida cama y empezó a empaquetar sus pocas pertenencias en un bolso demasiado pequeño para abarcarlo todo.
Forcejeó con la cremallera tratando de cerrarla tras haber embutido quilos de ropa dentro de la bolsa. Se rindió tras un sonoro "creck" y se sentó en la cama desparrramándose con la cabeza y la nuca apoyadas contra la pared.
Su cuerpo botó levemente cuando alguien más se sentó junto a ella.
Leonardo se colocó en la misma pose mandando su mirada al frente, justo dónde Lizz la tenía clavada.
Un viejo poster con un enorme yin yang era lo único que se les mostraba en la pared.
La muchacha dejó resbalar la cabeza por la pared hasta quedar apoyada en el hombro de Leo haciendo que las numerosas y finas trenzas negras cayeran cubriendo parte de su rostro.
Leonardo sonrió aliviado. Pero borró la alegría de su rostro en cuánto descubrió la bolsa de la chica a medio cerrar.
Su más inmediata reacción hubiera sido incorporarse y preguntarle si realmente pensaba marcharse. Pero respiró peofundo preparándose para lo que siempre, des de que conoció a Lizz, había sabido.
La atolondrada muchacha no seguiría a su lado para toda la eternidad.
Mentalmente se había imaginado ese momento en distintas versiones, y en todas, Lizz le sonreía mientras él se bañaba en sus enormes ojos verdes.
Pero aquella vez el rostro de Lizz estaba cubierto y él no quería mirarla a la cara.
Tan sólo siguió con la mirada clavada en el yin yang de su propia habitación:
.- ...¿y se puede saber dónde piensas ir? - preguntó monótonamente cómo si ya antes hubieran estado hablando del tema.
Lizz se sorprendió y levantó la cabeza del hombro de Leonardo. Lo escrutó con la mirada, apenada, sabiendo que no la dejaría marchar si no era para bien.
Estudió el rostro de Leo. Frío, inmóvil, con la vista fija en la pared.
Se levantó de un brinco y se meció risueña por la habitación para, en cierta manera, hacerle ver a la tortuga que no se encontraba triste:
.- Me iré a Europa, Leo - le indicó con una sonrisa en el rostro. Se acuclilló en frente de él agarrando ambas manos de la tortuga entre las suyas. Leo la miró a los ojos por primera vez - ¡a Europa¿puedes imaginarlo? Tengo familía en París, no les importará acogerme. ¿Puedes creerlo¡Voy a ver la Torre Eiffel después de todo!
Leo sonrió con desagrado. La chica trataba de hacerlo sonreír con explicaciones dignas de tranquilizar a un niño pequeño.
Iva a contestarle alguna sutileza, pero supuso que lo que más deseaba Lizz era marcharse con su consentimiento y su buen recuerdo.
No era bueno ni para ella ni para él que las últimas horas las pasaran entristecidos.
Así pues, haciendo caso omiso a la seriedad que le caracterizaba, le sonrió de vuelta cómo un niño pequeño mientras apretaba con cariño las manos de la chica:
.- Sólo dime que estarás bien.
.- estaré bien, lo prometo - Lizz se incorporó prestando atención a su bolsa y a sus cosas desparramadas por la cama - ahora ya no estás solo. Tus hermanos han vuelto a tu lado...y de seguro que se quedarán un tiempo...
.- ...no lo tengo tan claro...
.- Pues yo sí.
.- Genial, todo arreglado, pues - soltó la tortuga con ironía.
.- Vamos Leo, són tus hermanos. Y tu eres un trozo de pan...no pueden ser tan malos. Después de todo, los polos iguales se repudian. Sois más parecidos de lo que os creeis, y por eso no os guardáis perdón - Lizz pareció pensar en algo - Raphael...era tan distinto a ti la primera vez que lo ví...pero se gana el cariño a pulso. Cómo tú...Sois iguales Leo. Todos vosotros. Es normal que os odiéis y que tu les odies a ellos más que a nada.
.- No les odio
.- lo ves - Leo se sorprendio por esa inmediata respuesta e interrogó a Lizz con la mirada - no les odias, eso es un paso. Tiempo atrás tal vez hubieras deseado degollarlos y todo.
Se rió levemente mientras sacudía la cabeza.
Se incorporó en la cama y removió las trenzas de la muchacha con una mano:
.- Almenos, pasa aquí la noche.
.- ¿Contigo? - la tortuga se volteó aturdida:
.- No he dicho eso.
.- Tal vez, querías oírlo - le contestó risueña.
Algo rebentó en el pecho de Leo y éste empezó a sonrojarse. Antes de que la cosa se complicase y su sentimiento de incomodidad aumentase entreabrió la puerta.
.- ...Quédate. Ya partirás mañana...- ella no le contestó. Le sonrió aún más y devolvió su atención a la bolsa.
Cómo un autómata y con los miembros oxidados, cerró la puerta tras de sí dejando a la muchacha empaquetar a solas.
.-
.- ¿Y ahora que? - la voz de April cayó sobre Michelanggelo y su eterna atención postrada en la televisión.
.- ¿Ahora qué que?
.- Bueno, si Splinter se quedará aquí reposando, tal vez deberías venir al apartamento a por sus cosas¿no crees? - Michelanggelo bajó el volumen y escrutó a la chica con la mirada.
.- Cierto...y...tal vez también debería recoger las mías...o no...- mandó una tímida mirada a su alrededor, esperando que ninguno de sus hermanos lo hubiera escuchado. No sabía del cierto si ellos ivan a quedarse o no y, por lo tanto, si él debía volver a la guarida...después de todo, durante los últimos seis meses, había sido Leonardo el huésped y sentía cómo si tubiera que "pedirle permiso" para volver.
Quedó callado.
Perdió la mirada en la moqueta bajo sus pies mientras el silencio se esparcía por la zona siendo roto por la vocecita de la presentadora.
Raphael, sentado en la butaca, lo estudiaba con la mirada. A sabiendas de que Mickie quería volver, prefirió permanecer callado y no reprocharle nada en absoluto.
Donatello, el más alejado pero no por ello ignorante del comentario de su hermano, permanecía sentado en su inolvidable escritorio rebuscando en los papeles.
Sin tan solo mandar ni una ojeada a sus hermanos, agarró su comunicador marcando un número:
.- ¿Kevin?... Aquí Don... oye, EDIAP queda clausurada, pienso volver a casa.
Michelanggelo se volteó sobre sí mismo sorprendido tras escuchar a su hermano hablando por teléfono. Le pareció increíble que alguno de ellos hubiera decidido volver y, en cierto modo, apoyarle en las ganas de volver a ocupar la guarida.
Raphael se levantó de un respingo del sofá llamando la atención de Mickie que, aún asombrado, lo siguió con la mirada:
.- ¡Oye Case! - le gritó por la guarida mientras estiraba sus músculos con despreocupación - mueve el culo para casa. Tengo cosas que coger.
Bueno, éste es el último capítulo de HATE., Lo próximo es un epílogo bien larguito y nos despedimos del fic. jejeje, ya pondré los agradecimientos correspondientes en la próxima actualización. nn
¿delicadeza? ya viste Zen que Raph no tiene delicadeza en nada. Es más, de seguro que si Lizz no hubiera estado allí para abrirle la puerta la hubiera echado abajo carcomido por los nervios y la rabia...(psé, sería la reacción más inmediata de Raphael, seguro). Y bueh, cuando el mono te llama, no hay quien le diga que no a la droga (lo digo por Milo eh? que soy drogata, pero no tanto Xd jejejeje, no piensen mal)
Samarita! ke te pusiste al día de jalón! (Como siempre, jejeje) Viste ya la web que te dije? el cómic es una pasada (si, lo sé, se me olvidó mencionar que estaba en inglés...pero vaya, se puede entender). Merci por indicarme lo del foro, todavía tengo que mirarlo (si...-- yo tambien voy muy mal de tiempo...y más ahora que se me echa todo el trabajo encima...hay que ver...)
Ya veré cómo lo hago para subir el fic yaoi (porque por las instrucciones que me diste veo que la cosa está complicada...ya se verá)
Bueno gente, nos leemos más adelante! Suerte en vuestras vidas XD jejeje. Nos estamos leyendo!
YaS nn
