Yu-Gi-Oh!

"Il trillo del Diavolo"

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Notas1:

¡Último capítulo! ¡Último capítulo! n.n Que alegría.

MUCHÍSIMAS gracias a: Juny S. Tao (¡Gracias! Espero que te guste éste final! xD), BaLucita (Síe! xD Fue divertido!), Seikas (Oh, bueno! Es que, en realidad, esta idea no es muy original! xDD Pero, como está inspirada en una leyenda, no quise cambiarlo mucho! n.nU A mí tampoco me gustaría ver al diablo! xD), Marineneko (Me sonrojé! xD Gracias, gracias. Espero que te guste lo que hace el rubio), Mog (Sí, sí! Todo el estudio del alma es muy interesante; bueno, yo lo estudio, y no pude evitar colar eso por ahí! xD Mira que luego me emociono y no dejo de hablar del tema, jeje), Madrik and Sam Pegasus (Sigo sintiéndome muy halagada! Espero, en verdad, que te guste éste desenlace), Ale (xD Síe, Joey es un caso), Marieru Takaishi (xD Bueno, el perro trata de resistirse), Rei Dark Angel (Sí, de repente la idea de ver a Joey con el diablo ya no es tan descabellada, ne? xD), Takami Megunata (Sabes que me sonrojo! Pero qué honor hacer escrito tu primer SetoJoey! xD Espero que te siga gustando), marisa (Bueno, todo sea por su alma!), Lady-Amaltea (Mí vida! xD Pues, adoré mi imagen mental de Joey con un violín, ahora siempre será eso. Y sí! A penas busqué una fecha, dije "¿17 de octubre? Lily! xDDD" Espero te guste), y lady mameha (Vaya! Me siento muy halagada que lo leas, aunque no te guste la pareja. Gracias!).

Y también gracias a todas las personas que lo leyeron en general pero no pudieron dejar un comentario; aunque se les agradecería también! xDDD

Bien, éste el final… ¡¡Espero, en verdad, les guste!

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Parte 3era: Allegro Assai

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.-¿Il trillo del diavolo?- Preguntó la señorita que tan amablemente les atendía con un semblante sorprendido.

.-¡Sí, sí!- Le sonrió el rubio con algo de incomodidad, ¡vaya que aquella chica abría bien grande los ojos!- Me preguntaba si podría ser, por favor, lo primero que me enseñen a tocar.

Yuugi, aunque más abajo, no pudo dejar de notar la cara de espanto de la chica. El tricolor no entendía muy bien la situación: su mejor amigo había llegado a la escuela diciendo que quería empezar clases de violín, y a pesar de que no le dio muchas explicaciones, lo acompañó gustoso hasta la academia de música; sin embargo, verlo tan entusiasmado por una pieza en especial le hacía sospechar de los posibles motivos ocultos.

No se creía eso de que el rubio se aburría en las tardes.

Sin contar que su intuición prácticamente le gritaba que el pedido de Joey no iba a poder ser cumplido tan fácilmente. Nada fácilmente.

.-Eeh… ¿por qué… quiere tocar esa pieza exactamente?- Preguntó la señorita, tratando de clamarse.

.-Razones personales, espero no se ofenda por no decirle.- Siguió sonriendo.

.-Joven Wheeler,- Le dijo bajando la vista - ¿Qué tan avanzado está en violín? ¿Ha hecho algún solo alguna vez?

.-¡Oh, no!- El rubio siguió el rubio moviendo las manos en un gesto de despreocupación- Ni si quiera sé leer las partituras, mucho menos tomar un violín; pero tenía la esperanza de que, si practicaba día y noche, dentro de una semana pudiera tocar la pieza.

Si Joey quería agregar algo a su pequeño y muy rápido discurso, se vio interrumpido por un gemido de la muchacha, que lo veía ahora con ojos aún más grandes que los de Yuugi y Mokuba juntos. Casi daba miedo.

.-¿Está usted bien?- Preguntó el chico Motou amablemente.

Aunque tardó unos segundos en reaccionar, pudo responder:

.-¡Usted está loco!

.-¿Qué?- Preguntaron ambos amigos en coro.

.-¡No se puede enseñar a tocar el trino del diablo así como así! ¡Mucho menos en una semana! ¡Eso es un soneto para los profesionales de los profesionales!

.-Aah…- Dejó escapar Joey con la boca muy abierta- ¿Es muy difícil?

.-¡Joven!- Le reclamó la que les atendía- ¡Se ve que usted no sabe nada de violín!- Durante una fracción de segundo, se sintió regañado- ¡Il trillo del diavolo le cuesta has a los profesionales! ¿Tan si quiera sabe por qué lleva ése nombre?

.-¿Por qué?- Preguntó Yuugi con curiosidad, al ver que su amigo aún no cerraba la boca para poder responder correctamente.

.-¡Oh, Dios!

Y así la joven empezó el relato, tratando de calmarse poco a poco mientras lo contaba.

Il trillo del diavolo o Trino del diablo, había sido compuesto por Giuseppe Tartini por un año que la chica a penas pudo precisar ("Mil setecientos y déle…"). Tenía una historia de lo más interesante, que hacía que Joey perdiera más y más el aliento, a la par que la escuchaba.

Según habían encontrado en el diario del músico italiano (Tartini), contaba que una noche mientras dormía, el diablo se coló en sus sueños y lo persuadió a que hiciera un pacto con él (vendiéndole su alma, dicen algunos). En el sueño, todos sus caprichos fueron cumplidos a penas los decía. Entonces, Tartini retó al Diablo a tocar su violín, y la música que el Rey de la oscuridad tocó, fue algo tan mágico, divino y fuera de éste mundo, que el violinista despertó totalmente emocionado, extasiado y maravillado.

Con ése mismo ánimo y tratando de recordar aunque fuera un poco de la melodía, el músico se dispuso a pasar las notas que quedaban en su cabeza a una partitura; sin embargo, -cuenta él- lo que pudo hacer, a pesar de haber sido lo mejor de su obra, no le llegaba ni a los talones a lo que el Diablo le había tocado en sueños. Se sintió frustrado.

A parte de la gran leyenda, la sonata tenía una característica que la hacía particularmente difícil: Llegar a la tercera nota. Debían sostenerse simultáneamente dos notas con el violín, de tal manera que una tercera se produjera; éste fenómeno acústico, se le denominaba sonido diferencia, o sonido de Tartini. No por nada se llamaba Il trillo del diavolo. (Además de que contaba de tres partes)

El soneto representaba todo un reto para los profesionales, y era una obra muy respetada.

Cuando la chica dio fin a la historia, se encontró de lleno con los ojos mieles del rubio abiertos de par en par y totalmente desenfocados. Algo preocupada, miró al niño bajito buscando alguna respuesta al comportamiento del alto, pero sólo se encontró con que el chico tricolor estaba tan confundido como ella, sólo que más preocupado.

Una parte de Joey se negaba a creer completamente lo que había escuchado. ¡Ése maldito Diablo era tan bastardo como el verdadero Kaiba! ¡¡Le puso adrede el peor reto de todos! ¡¡Y en una melodía inspirada por él mismo! ¡¿Por qué tuvo que aceptar la propuesta sin saber bien en lo que se metía!

Ahora… ahora… su alma… ¡Oh, Dios, no! ¡En verdad no quería que su alma le perteneciera a Lucifer! ¡No quería! ¿Por qué se tuvo que haberse dejado llevar por la impresión inicial del primer sueño, y aceptar el estúpido trato de tener al Diablo como sirviente? ¡¿Por qué!

.-Ra, si existes: manifiéstate.- Dijo en voz alto, sin pensar.

Para su sorpresa, sintió como era sacudido fuertemente para ser regresado a la realidad. Luego de ver las manos de Yuugi en su chaqueta, todo quedó claro al saberse jamaqueado por el más pequeño.

Parpadeando, se hizo nuevamente consiente de su exterior, y cayó en cuenta de que hace tiempo que no respiraba correctamente, por lo que le empezó a faltar el aliento. Peligrosamente cerca de jadear, cerró los ojos tratando de calmarse.

Sabía que después de salir de ahí le debía una gran explicación a Yuugi, pero por el momento no era lo que más le importaba. También sabía que no llegaría el 25 de octubre sin pelear. Iba a tratar. Se inscribiría en las clases de violín, y trataría como pudiera de tocar aunque sea una parte de la melodía.

A pesar de toda su alteración y nerviosismo, visualizó la cara de Kaiba casi sonriendo. Aquél no era Lucifer, el que imaginaba ahora era el verdadero Seto Kaiba, y en su imaginación lo miraba algo sorprendido, algo complacido y algo feliz.

Su regalo de cumpleaños, su perfecto regalo de cumpleaños era ése soneto; ¡Y por amor a Dios que quería hacerlo bien! Así tuviera que venderle su alma al Diablo. (Muy paradójicamente hablando)

Sentía las miradas de las dos personas estudiándole; a buen seguro estaba pálido, Yuugi estaría preocupado. Y aunque no había tenido intenciones de abrir los ojos, una melodía que empezaba lo sacó de su mundo de sombras, haciendo que la imagen de Kaiba volviera a aparecer en su cerebro con más fuerza.

.-¿Qué…?- Trató de decir, sin embargo, la chica encargada le interrumpió.

.-Éste es un fragmento de la melodía.

Y el rubio no pudo estar más de acuerdo en que era hermosa, elegante, fría, casi melancólica, difícil, cambiante, llevadera, seductora, atrayente, pero que, a la vez, marcaba un límite.

"Kaiba."

«Lo dejas a tu intuición.» Recordó las palabras que el Kaiba-Diablo le había dicho en sueños.

Sí, el sonido de violines lo hechizaba más y más, y no podía dejar de pensar en el joven y alto millonario que tanto le gustaba.

Ya no tenía dudas, interpretarle aquella melodía debía ser el regalo perfecto para alguien como Kaiba. Sólo para él. A nadie le importaba el mismísimo Diablo, casi parecía inspirada por y para el ojiazul.

.-Yo…- Empezó a decir en un hilo de voz, en medio de todos los sonidos hermosos del violín; se aclaró la garganta- Yo quiero intentarlo. Empezaré hoy mismo si es posible y al menos trataré.- Subió la vista con decisión.- Nada pierdo con intentarlo.

Yuugi sonrió un copo más calmado, pero no por ello menos curioso. Ése cambio de personalidad de una indecisa a una fuerte, con la firme convicción de tratar, era el Joey que él conocía y quería, como los mejores amigos que eran.

El rubio no se salvaría de un interrogatorio, pero al menos tenía la certeza de que lo que fuera que le pasara a Joey en esos momentos, lo afrontaría con la misma contundencia de siempre.

La chica no pudo hacer más que asentir, bastante contrariada consigo misma. Si ése chico lograba tocar la pieza en una semana, empezando desde cero, podría ser considerado un genio, o, como decía la leyenda, un vendedor de su alma al Diablo.

.-Dijo que quería empezar hoy mismo, ¿no?

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Joey estaba sentado en su silla correspondiente, con su cara recargada sobre su mano derecha, y a su vez, el mismo brazo, sobre su mesa. Miraba hacia la ventana, más concretamente, miraba las gotas de lluvia caer desde el cielo y bañar todo, incluso, golpear el cristal un par de veces.

Se sentía sin mucho ánimo, tal vez, producto de no haber dormido en toda la noche, después de todo, se la había pasado practicado con el violín todas las horas que pudo. A eso de las 3 de la mañana, supuso que debía descansar, sobretodo, al sentir sus manos más acalambradas que nunca.

Pero se lo merecía por imbécil, aún era un estúpido por haber creído que podría sostener dos míseras notas a la vez aunque fuera por cinco segundos. Maldito esperanzado.

Se había esforzado toda la semana, incluso saltándose comidas para aprender rápidamente, y en todo ese tiempo a penas podía leer correctamente las partituras y sostener algunas notas, mal sacando fragmentos. Según sus profesores, debía estar orgulloso de su trabajo, que había avanzado con una rapidez increíble para haber empezado de cero.

Pero Joey ni siquiera feliz se sentía con eso, por el contrario, lo frustraba más, ya que sentía que nadie compartía su impotencia, y en efecto, era así.

A Yuugi le había explicado la verdad a medias. Le había dicho que quería aprender a tocar la melodía como regalo para Kaiba el día de su cumpleaños, y el ojón quedó contento con la respuesta, aunque se le notaba que no del todo satisfecho, como si supiera que faltaba información. Fue el que más le apoyó y dio ánimos.

Pero ¿para qué? Ya había pasado la maldita semana, y él a penas se encariñaba con su violín.

Oh, sí señores, la fecha de hoy es 25 de octubre. Feliz cumpleaños, Kaiba y ego de Kaiba.

Ésa madrugada había intentado dormir, en serio lo había intentado, prefería salir de cuentas de una vez y saberse resignado a su destino, que pasar todo el día angustiado; sin embargo, el mismo nerviosismo no le dejó dormirse, por el contrario, parecía darle más y más ganas de moverse de aquí para allá.

Por lo que, aún más temprano que de costumbre, se levantó, tomó su violín y se dispuso a irse al trabajo. Terminó antes de lo que hubiera deseado, y se dirigió a la escuela con gotas cayéndose sobre su cabeza. En el salón practicó un poco más con las partituras que tenía de la primera parte de El trino del Diablo, pero aún nada.

Sus manos habían vuelto a acalambrarse, y ahora cansado, se había sentado en su puesto con una baja de ánimo increíble.

Porque no sólo sentía que había perdido su alma, sino también se sentía mal por no tenerle regalo a Kaiba. Él estúpidamente siempre había creído que algo iba a llegar a hacer, sin embargo, ya era demasiado tarde como para comprar un regalo, cuando se dio cuenta de que sus progresos con el soneto eran nulos.

¡Genial! Sin alma y sin regalo. Ahora lo que faltaba era que llegara Kaiba antes que alguno de sus amigos y lo encontrara en solo en el salón.

Sorprendentemente y sintiendo un salto en su estómago, oyó como la puerta se abría suavemente, y para cuando la persona que entró lo miró, no pudo más que maldecir su perra suerte.

.-Vaya. Con razón llueve.

Claro que sí. El cumpleañero acababa de arribar al salón. Oh, fiesta.

El rubio sólo cerró los ojos, bastante confundido con lo que debía decir a continuación. En verdad no se sentía con ánimos de verle tan siquiera, ¡es que se sentía tan mal al no haber podido lograrlo! Por eso contestarle dejaba de ser una opción. Decir un escueto Buenos días era tan atípico en él, que sentía que delataba su estado. Y le dio algo de vergüenza desearle un feliz cumpleaños simple y sin gracia, para lo que le había planeado en un principio.

Por lo que guardó silencio. Lentamente giró su vista hacia la ventana nuevamente, sabiendo que así, al menos, quedaba como si nada de lo que tenía relación con el ojiazul le importase. Aun cuando fuera totalmente lo contrario; aunque se sintiera totalmente abrazado por la sola presencia del alto en el salón.

El saberse ignorado fue que algo que, al parecer, no le dolía al festejado de la fecha, por lo que, haciendo gala de su paso siempre altivo, se encaminó hasta su puesto de siempre (atrás, en la fila siguiente a la que estaba del lado derecho de Joey), y a penas se sentó, sacó un libro casi de la nada y siguió su lectura.

El no recibir ni una palabra del ricachón, fue aún más duro para Joey, que iniciar una pelea hiriente, como todos los días. De repente se sintió miserable.

A pesar de que las cosas no le salieron como las tenía planeadas, era el cumpleaños de Kaiba; ¡y él se estaba comportando como un completo idiota egoísta! Era la fecha de Kaiba; merecía que la recordaran, que al menos los que lo apreciaban le felicitaran. Y Joey sabía que él le apreciaba de una forma más especial que los demás.

Con decisión, prácticamente regañándose a sí mismo, se levantó de su asiento con la más clara intención de darle un saludo de cumpleaños a Kaiba, aunque esto lo condujera a una de sus tantas e inevitables peleas.

Se levantó tan rápido de su asiento para empezar a caminar, que descuidó el estuche en donde guardaba el violín que le habían prestado de su escuela; casi sin hacer ruido, cayó al suelo abriéndose revelándole al rubio el contenido que el ya conocía.

De repente, una sonrisa adornó las facciones del de ojos mieles y agachándose para tomar el violín no pudo más que empezar a sentirse bien consigo mismo.

¿Qué más daba? Su alma podía pertenecer a un inmortal ahora, pero eso no quitaba el hecho de que tenía que darle algún regalo al ser que más lo hechizaba. A quien parecía más importante que cualquier otra persona. En el proceso de sacar el violín y posicionarlo en sus manos, se dio cuenta de una realidad que se le había escondido: su alma pertenecía a Lucifer, pero su mente y corazón a Kaiba.

"Vaya, ya no puedo decir que sólo me gusta, ¿eh?"

Y se sintió bien consigo mismo cuando cerró los ojos; por fin sentía una tranquilidad que no había sentido a lo largo de la semana, y que no pensó ser su poseedor a esa hora de la mañana.

Pero, si por Kaiba había empezado todo eso, al menos debía darle lo poco que aprendió.

Y empezó a tocar. Si bien eran acordes sin sentido de ordenanza, sostenidos por algunos segundos, sabía lo que hacía; de hecho, era lo único que sabía. Estaba de frente a Kaiba, aún al lado de su puesto, pero tocando con toda la dulzura y el sentimiento que podía expresar.

Sintió que era mucho para tan pocas notas. Sintió deseos de tocar una melodía larga, en donde pudiera vaciar todas las cosas que había sentido y sentía. Donde de forma sutil desnudara su corazón frente a Kaiba, por eso trataba, en verdad trataba de hacerlo bien; aunque fuera medianamente digno del cumpleañero.

Más pronto de lo que huera querido, se había quedado sin notas que repetir, por lo que bajando poco a poco la intensidad de el último Do, terminó de tocar. Bajando los brazos lentamente, cerró los ojos saboreando la quietud del momento.

Se sentía tal cual era, como si le hubiera dicho al ojiazul lo que podía hacer, y que poco a poco se superaba a sí mismo. Fue algo humilde, pero cargado de emociones, no fue rebuscado y ni siquiera duradero; pero sí significativo. Si le hubieran dado una semana más, estaba seguro de poder haber completado alguna canción simple.

Dando una sonrisa que le salió del alma, subió la vista hasta Kaiba, que estaba sentado aún en el pupitre de atrás, observándolo con curiosidad mezclada con sorpresa. Para satisfacción del rubio, no se veía aturdido.

.-Feliz cumpleaños, Kaiba.- Le dijo suavemente, aún sintiéndose en calma. En verdad disfrutaba aquellos momentos.

Estaba resignado a no recibir respuesta, e incluso, empezar una nueva pelea, como pensó que pasaría al ver como el castaño se levantaba de su pupitre hasta quedar a unos pasos de él.

.-Me sorprendes, no sabía que tocabas el violín; al parecer no sólo ladras.

.-Así es.-Le respondió Joey, todavía sonriendo- No sólo ladro. Me alegro que te gustara.

.-¿Por qué?- Preguntó Kaiba cruzándose de brazos- ¿Fue mí regalo?

El catire no pudo evitar una risita.

.-Algo así. Es lo que por ahora puedo dar; pero nada más espera al próximo año, te daré el soneto más complicado de todos.

.-Jum. ¿El cachorro tiene oído musical? Es verdad que amansa a las bestias, supongo.- No pudo evitar que su vista recorriera el violín analíticamente, que ahora yacía sobre el pupitre del rubio- ¿Cuál es tu soneto favorito?

Joey sonrió un poco más cálidamente al recordar tan agitada semana. Había estado escuchando piezas de violín hasta que le tomó pasión al mismo. Las cuatro estaciones, Concierto para dos violines, estaban entre tantas que había escuchado.

Sin embargo, su favorito, era su reto.

.-Il trillo del diavolo.- Respondió con seguridad.

Toda aquella melodía le recordaba al la persona que tenía al frente, no se culpaba por hacerla su favorita. Pudo haberle estresado, y gastado su paciencia, pero lo agarró cariño, más del que antes hubiera podido admitir. Como si del mismísimo Kaiba se tratara.

.-También es el mío.- Respondió con una simplicidad increíble, al menos para Joey.- No lo sabes tocar ¿cierto?- Preguntó a la par que tomaba el violín que estaba sobre la mesa con elegancia innata.

.-No, como te podrás haber dado cuenta, aún me falta mucho.- Siguió el rubio, viendo como Kaiba se acomodaba el violín en su hombro izquierdo- Lo cual no quiere decir que nunca lograré tocarlo. Dame más de tiempo, y podré dedicártelo de regalo como quería.

Sin previo aviso, el ojiazul empezó a tocar un soneto que el más bajo sabía muy bien. Nada más el principio era lento, pero complicado, para después pasar a acelerarse, y luego volverse casi alegre, para después volver al inicio, tornándose más rápida.

Kaiba había cerrado los ojos mientras tocaba, y Joey tuvo lo certeza de que ni Lucifer en persona tocaría mejor Il trillo del diavolo como el escorpiano lo hacía en esos momentos.

Y por primera vez en mucho tiempo, el rubio se sintió feliz. No una sensación de alegría que te hace estar de buen humor y te saca una sonrisa; era mucho más que eso. Veía desde lo más profundo de su ser, era una armonía, tranquilidad, confianza, e inmediatamente supo porqué se sentía de esa forma.

Si mal no recordaba, era la primera vez que estaba con Kaiba en un espacio cerrado, los dos solos, y se trataban civilizadamente, en paz, sintiendo una confianza ciega desconocida. El oírlo tocar sólo le hacía pensar que el castaño le estaba entregando algo privado, sólo a él. Algo personal, un ligero secreto.

Le encantaba estar así, pudiendo estudiar a Kaiba desde todos los aspectos y ángulos. Sintiéndose maravillado por todo y afortunado por lo que escuchaba.

De repente, le importaba muy poco que el diablo se apareciera ahí mismo a reclamar su alma. También, sentía que el regalado era él mismo, y no al revés como debería ser.

El más alto tan sólo tocó un fragmento de la canción, como si esta no representara reto alguno, como si le dijera al mundo lo bien que se conocía a sí mismo. Para cuando dejó de tocar, todavía no podía dejar de verlo con una sonrisa maravillada (y maravillosa, aunque Joey no lo supiera) y los ojos brillando emocionados. Y eso tampoco le importó, se sentía tan cómodo.

Lo quería; en verdad lo quería, en todos los sentidos posibles.

Cuando Kaiba abrió sus ojos azules, casi se sintió abrumado por el mensaje directo que los mieles de Joey le daban: comprensión, ternura, deseo y algo más, algo más que pudo descifrar a la perfección.

Volvió a cerrar los ojos para colocar el violín en el pupitre a la par que sonreía con superioridad. Durante un segundo se había sentido como el hueso que el perro más quería, pero después no pudo más que sentirse complacido, satisfecho por no haber tenido que hacer algo más, para tener a Joey justo como estaba.

.-Así que era mi regalo. Bueno, supongo que el perro tampoco va a la sinfónica.

.-Jajaja, Kaiba, que risa me das.- Canturreó el rubio con ironía, mientras guardaba su instrumento musical- Espero que tu ego te deje escuchar las notas musicales.

.-Ya descubriremos quién vence a quién.- Se volteó a verlo directamente, haciendo que le catire se estremeciera- Por ahora, estoy pensando en otro muy buen regalo que puedes darme.

.-¿Ah, sí? ¡Pues me facilitarías las cosas! Aunque, que no se te haga costumbre, ricachón, o me obligarás a morderte.

"No se oye tan mal." Pensó Kaiba mientras avanzaba hacia la puerta del salón, y la hacía un gesto al perro para que lo siguiera.

.-No, Joey, no, que no se te haga costumbre a ti.

Aunque extrañado y bastante emocionado, el aludido caminó atrás del ojiazul después de lanzar un gruñido y un nuevo comentario indignado que trataba de poner en duda el tamaño del egocentrismo marca Kaiba.

El cumpleañero simplemente sonrió sin la más mínima intención de contestarle, después de todo, iba rumbo a reclamar su regalo que, aunque se lo entregaría Joey, sabía que no podía salir mejor si no lo hubiera paneado como un regalo 'de mí, para mí'.

Tocó el violín porque el estar con el cachorro en ese momento le dio una sensación de plenitud increíble; tocó para darle confianza, para que se diera cuenta de que buscaba mucho más que una pelea en la escuela. Mucho más.

Al abrir los ojos, se dio cuenta de que su información (para su sorpresa), había sido bien procesada, y, de paso, le estaba entregando el regalo que más había estado esperando: Joey Wheeler.

Su mirada le había dicho que no tenía que buscar muy lejos su corazón, y que se paseaba por su mente con regularidad. Y se sintió tan bien en ese momento; y lo mejor fue que lo logró sin utilizar fuerzas malignamente mágicas.

Por ahora, iba a reclamar su premio carnal que había estado esperando desde hace tiempo. Iba en camino, con su cachorro pisándole los talones, para componer una segunda parte de El Trino del Diablo, porque pensaba hacer gritar a Joey a tal punto, que sus gemidos se mezclaran con los de él, para así producir un tercer sonido, nacido de la combinación.

Joey Wheeler era el regalo que había estado esperando toda la vida, y ahora estaba más que seguro de que nadie se lo quitaría; absolutamente nadie.

El corazón y mente del cachorro eran suyos desde hace unos pocos minutos (que lo descubrió), y su cuerpo estaba a poco tiempo de pertenecerle.

¿Su alma? Si eso fue lo primero. El alma de Joey era suya desde hace una semana, ya que le impuso un reto que no pudo cumplir a tiempo.

"Aunque sospecho que pronto sabrá tocar mí melodía muy bien." Y los ojos de Kaiba brillaron casi con fuego, mientras su semblante se adornaba con una sonrisa maligna.

"Eres todo mío, Joey." En su mente, sonaron violines de felicidad.

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¡Finiquiten!

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Notas finales:

Se acabó, jejeje. Bueno, Diox… xDD Kaiba de Lucifer no es tan malo, ¿ne? A mí me gustó el detalle. Miren que pensé en matar a Joey… xDD Pero luego me di cuenta de que era mucho más divertido éste final. No que me gustara, pero, mmm… yo me entiendo!

Por cierto, toda la leyenda de Tartini es cierta (xD Lo cierto es la leyenda queda de cada quién creerla o no). Para los que han visto Yami no matsuei: síep, de ahí la conozco, y quedé encantadísima; y cuando supe que tenía que escribir algo sobre Kaiba, sólo pude pensar en el soneto; es que me lo recuerda tanto! Tal vez el proceso de Joey fue acelerado, pero, digamos que le metió ganas! xD

Vaya, en verdad espero no haber defraudado a nadie. En verdad.

Si desean escuchar un pedazo del soneto, (porque se corta feamente, pero aún así se disfruta), vayan a: http// www. epdlp. com/ framesmo2. php (Donde dice Il trillo del diavolo, 1765 -Larghetto- (Giuseppe Tartini) con un clic bastará! n.nU), obviamente, bórrenle los espacios. Ya verán, es tan bella, que les encantará.

¡¡Bueno! Ya saben cual es mi e-mail cualquier cosa! Ruego no haberlos defraudado.

¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

¡No te pierdas!

Zelshamada.