Principio del formulario

Trama: Se me ocurrió de la nada Oo Es una charla que tienen Envy y Wrath sobre cómo matar y qué tan maduro hay que ser para lograrlo.

Raiting: T , porque trata sobre la muerte, matar, y cosas así :S

Aviso: Lamentablemente, ni Envy, ni Wrath ni nada que tenga que ver con FMA me pertence ¬¬ Pero si me pertenece el fic

Madurar.

Entré a la casa, totalmente indiferente.

-¿Estuvo fácil, no es cierto?- me preguntó Pereza, que se encontraba sentada en el sillón, con Ira en su regazo.

Miré la escena con algo de asco.

-Fue pan comido- repliqué, dispuesto a pasar de largo hacia mi habitación.

-Hermano mayor- me llamó el pequeño, causando que suspirara, harto.

-¿Qué quieres?

-Envidia, no seas malo- "reprochó" Pereza con voz neutra.

-¿No quieres quedarte conmigo un rato hasta que sea la hora de que me vaya a dormir?- prosiguió Ira, balanceando sus piernas juguetonamente.

Más asco...

Pereza me miró significativamente.

¿No tenía otra, o sí?

-Dios, eres molesto- murmuré, y me dirigí hasta el sillón para sentarme a su lado. Una vez allí, me crucé de brazos y me recosté pesadamente.

-Yo voy a atender algunos asuntos con Lujuria, tú cuida a tu hermanito- me dijo Pereza, dejando a Ira a un lado, besándolo en la frente, y yéndose hacia otra habitación.

El niño me sonrió entusiastamente.

¡Asco, asco, asco! Realmente no soportaba a los niños.

-¿Qué cosa fue pan comido?- preguntó curiosamente.

-Degollar a un militar de por ahí...- respondí sin tacto alguno.

El rostro de Ira se oscureció.

-¿Lo mataste?

-No, lo arropé y le canté una canción de cuna para que se durmiera- resoplé sarcásticamente mientras desviaba mi vista hacia otro lugar.

-¿Y fue fácil?- prosiguió. A decir verdad, para ser pequeño, hablaba sin pelos en la lengua.

-Seh, un simple rasguño en la garganta y listo.

-Me refería a otra cosa.

Rayos.

Sabía a lo que se refería, y odiaba tener que explicárselo.

-Pequeño bodoque, no me colmes la paciencia- mascullé con los dientes apretados.

Ira me sonrió.

-Estas algo nervioso. Eso quiere decir que no fue fácil.

-Cállate.

-No quiero.

-¡Cállate!- y le di un almohadonazo.

-¡Ay!- chilló, y me pegó con poca fuerza en un brazo -¿Por qué eres tan malo conmigo¡Yo solo quería saber!

Y me hizo ojitos de cachorro abandonado.

Oigan, no es que me estuviera ablandando, pero iba a ser la única forma de sacármelo de encima.

-Ira, cuando madures, no tendrás problemas, en serio- expliqué, sonando obvio –Una vez que madures vas a poder manejar montones de situaciones que nunca creíste posibles de manejar. Es así de simple.

-Pero tú tienes como 400 años...- resopló, volviendo a su postura curiosa. -¿Cuántos años tuviste que pasar madurando?

-Yo tuve que madurar de golpe- mi rostro se puso serio –Tú, con suerte, maduraras a tiempo normal.

-¿Y si maduro lo suficiente como para controlar esas situaciones de las que hablas,- bajó un poco su voz –podré también matar, como lo hacen todos ustedes?

Asco otra vez, pero de otro tipo.

-¿Tu quieres matar?

Ira enmudeció ante mi pregunta.

-Pero matar es malo.

-¿Sabiendo que es malo, matarías?- repetí mi pregunta, para finalizar la conversación lo más rápido posible.

Silencio.

-Cuando madures y puedas contestar y llevar a cabo esa pregunta, tú me contarás si es fácil matar.- le dije, con aire rotundo.

-Ya quiero madurar- el chico sonrió.

Tardé antes de volver a hablar.

-Créeme,- le palmeé la cabeza amistosamente –a veces es mejor ser un inmaduro.