-Espera aquí- había dicho Envidia, con aire un tanto desinteresado -NO te vayas.

Y allí estaba ahora. Sentado en un banco de la plaza, viendo a varios niños correr de aquí para allá, jugando y riendo.

De pronto, una niña de mas o menos 7 años se me acercó. Su cabello color nuez estaba atado en una trenza, y los boladitos de su vestido amarillo me ponían nervioso.

La chica se sentó a mi lado, sonriente. Miré hacia otro lado.

-Hola- saludó con una vocecita chillona -Soy Marie. ¿Tú como te llamas?

-Ira...- contesté de mala gana.

-¿Ira?- se extraño -Qué nombre raro.

Se quedó en silencio unos instantes.

-¿Quieres jugar conmigo?- preguntó tocándome un hombro.

-No- repliqué con sinceridad.

-¡Vamos!- insitsió la niña irritantemente -¡Por favor¡Juguemos a ser novios!

¿Que...qué?

La miré. ¿Y a esta qué le pasaba?

-¿Perdón?- fruncí mi ceño.

Ella me sonrió bobamente, algo sonrojada.

-Me gustas, eres lindo, Ira.

¿Que le...gusto?

-Ni me conoces- solté rápidamente, con voz acalorada.

-Pero pareces ser una muy buena persona- reiteró mientras se me acercaba más -¿No quieres ser mi novio?

Bueno. La chica era linda, y sus ojos verdes llamaban la atención, pero... pero yo no podía tener novia¿o sí?

-No puedo.

-¿Ya tienes novia?- Marie bajó la vista, triste.

-No, no- me encontré a mi mismo sin saber qué pasaba -Es que... No necesito una novia.

-Entonces- su rostro quedó a centímetros de mi cara. Me paralicé. -Te voy a dar un beso de despedida.

Abrí mucho mis ojos al sentir sus labios sobre los míos.

Habrá durado un segundo y medio, ya que dos manos nos separaron bruscamente.

-¿Qué demonios te pasa?- me espetó Envidia.

-¿A mi?- me hice el idota -¡Fue ella!

Envy miró a la niña. Esta se hizo la valiente.

-Solo me despedía de mi amado.

Mi hermano mayor ahogó una risotada.

-¿Tu...- se le escapó una sonrisa, que pronto volvió a ocultar -...tu qué¿Tu novio?

-Yo lo amé, pero él evidentemente ama a otra- Marie sacudió su cabello al dar media vuelta e irse.

-Explícame qué rayos fue todo eso- Envidia me levantó del banco tirando con fuerza de mi brazo.

Sorprendentemente, no pude contestar.

-¿Vas a decirme que la chica vino, se sentó a tu lado, te pidió que se casen y te besó, y tu ni te diste cuenta?- el tonito de autoridad que estaba usando comenzaba a encrisparme los nervios.

A decir verdad, sonaba bastante enojado.

Empezó a caminar, arrastrándome del brazo. Traté de seguir el ritmo de sus amplias zancadas.

-¿Qué te pasa?- pregunté, un tanto asustado -Juro que esta vez no hice nada.

Me miró de reojo, pero siguió caminando.

-Oye...- murmuré -Juro que no hice nada. No me trates mal.

Frenó de golpe y se cruzó de brazos.

-No sentiste nada¿no es cierto?

-No entiendo.

-Vaya que eres idiota- insultó, caminando más tranquilo. Le pegué en el brazo -Te estoy preguntando si sentiste algo por ella. Si te gustó, si sentiste algo.

-Eh- titubeé -Era linda.

Mi hermano mayor levantó una ceja.

-Y no, no sentí nada. Sabes que no siento.

-¿Qué te hace pensar eso al respecto?

ODIO cuando me quiere hacer razonar...

-Qué se yo- rasqué mi cabeza -¿Qué importa?

Frenó de golpe, otra vez.

-Importa, e importa mucho- se paró frente a mí.

-No voy a decir que no me gustó, pero no sentí nada- volví a replicar -Eso me hace pensar que fue pura y simple lujuria.

-¿Lujuria?- rió incrédulo -Esa cosita no es lujuria, amigo.

-¿Y por qué no? La lujuria podría considerarse relativa a la edad de las personas, sabes.

-Te estas yendo de tema- sacudió su cabeza. Me tomó de los hombros firmemente -Eres un homúnculo. Los homúnculos, no sienten. Sobre todo amor. Porque el amor te hace débil, estúpido, distraído. Y los homúnculos no son ninguna de esas cosas. Con lo de estúpido, quizás Gula sea la excepción, pero tu,.- pausó unos momentos, mirándome directamente a los ojos -...tu no puedes fallar. No puedes amar.

-¿Por qué no?- realmente mi intención no fue decir eso.

-Porque el amor no está hecho para los homúnculos.- dijo simplemente -No sientes, no entiendes. No sabes qué es el amor, nunca lo sabrás, y estarás mejor así. Créeme.

-¿Pero, por qué?

-¡Por que no!- puso sus manos en su cintura testarudamente -Imagínate que te atrae una alquimista. ¿Qué clase de degradación es esa, dime¿Y si se da la casualidad de que tienes que matarla? No podrías, te volverías suceptible. Y a ti no te puede pasar eso¿o sí?

-No...- susurré, comprendiendo -No puede pasar.

-¿Entonces te quedó claro?- siguió caminando -Te lo repito: el amor no está hecho para los homúnculos. Nunca cometerás ese error.

-No, no lo haré- asentí firmemente.

-Y...- proseguí después de un ratito -¿Tu te enamoraste alguna vez?

Me miró de reojo.

-Eso no es asunto tuyo.