Aquí está el segundo capítulo, espero que les guste, y muchas gracias a aquellos que me escribieron reviews, no me llegó el tiempo para contestaros... kises!
Cleo-lil
2. Remedio para el corazón: arriesgar por lo que te mande.
Miraba la página, la releía sin prestar la mínima atención, perdiéndose cada vez más en sus sentimientos... y eso la exasperaba de una manera muy irritante. Apretó los puños y se levantó enfurruñada con los libros en las manos, soltándose el pelo pelirrojo. Rogaba por todos los medios que nada de lo que creía iba a pasarle ocurriera, porque si no, se le caería el cielo encima. Potter para ella era el chico más prepotente que jamás había visto en la faz de lo que había llegado a conocer, y dudaba que en su vida pudieran relacionarse más de un simple hola y adiós.
- Maldito sea, maldito sea, maldito sea... – andaba pisando tan fuerte que resonaban sus pasos por todo el lugar. Se cogía la cabeza furiosamente, sin dar crédito de su pésima suerte.
No más lejos de la realidad, justo cuando cruzaba la esquina pasaba James Potter, el mismísimo demonio en persona para la pelirroja. Suerte que se alejara pasillo abajo para volver tras sus pasos ocultándose tras la esquina. Suspiró, lamentándose de su arrebato inconsciente.
-Lo odio, creo que ese juramento mágico tan sólo fue un estúpido... engaño- miró a sus pies tras terminar la frase, sintiendo una fuerza atrayente y que a la vez hacia que subiera energía a través de ellos. Sus pies se elevaron sobre el aire, mientras ella atónitamente se quedaba sin habla. Intentó agarrarse a la pared o a lo que pillara pero le era imposible, no había absolutamente nada, resbalaba.
Chillidos cruzaron el aire haciendo que un moreno que iba metido en sus propios pensamientos saliera de su ensimismamiento, dándose la vuelta, justo cuando vio una pelirroja acercándose volando y chocando contra el de una forma muy violenta.
El enredo ya estaba hecho.
La chica cayó sobre él mientras el joven merodeador se golpeaba con el suelo fuertemente. Ella se levantó rápidamente algo adolorida. Miró el panorama que se presentaba en sus narices algo asustada, observando alternativamente al chico que empezaba a levantarse de cintura para arriba, y la esquina de la que había volado repentinamente.
- Qué demonios... –el chico la miraba interrogante echándose mano a la cabeza, dirigiéndose justo después a sus piernas donde estaba la pelirroja sentada. Ella percatándose se levantó sonrojada y regañándose por dentro.
- Esto... si tuviera una razón te la daría, pero la verdad es que... – miró al muchacho que se levantaba y se sacudía los pantalones, y veía las gafas rotas. La chica de ojos verdes ladeó la cabeza, y sacando su varita apuntó a las gafas-... Oculus Reparo...
Un silencio se hizo entonces entre los dos mientras el chico volvía a ponerse las gafas. Mirando bien, clavó sus ojos avellana en los verdes esmeralda de ella, algo extrañados y mirándola con un gesto de interrogación, temiéndose ella lo peor...
-... vale, vale. Antes de que sueltes alguna impertinencia por la boca, sólo te digo que lo siento, que no sé como demonios llegué a toparme contigo y no, no intentaba acosarte con ello...
- Lo sé... venías ¿volando¿Alguien te lanzó? – la sorpresa de que aquel chico, el chico más idiota pero también más solicitado de Hogwarts, le estuviera hablando como a una persona normal sin comentarios machistas o impropios le estaba revolviendo el estómago hasta puntos insospechables. Y más aún si se preocupaba por ella...
- Ehm, más o menos... – primero: estaba segura que se le había quedado una cara tipo mujer en la ducha justo cuando el asesino corre la cortina con el cuchillo, de la película Psicosis; segundo: no le iba a decir que acababa de volar para chocar justo con él y que seguramente era por algo raro, nada que ver con que alguien se lo hubiera hecho, estaba segura que mientras estuvo en la esquina no había nadie; y tercero¡Demonios¿Qué eran esos revueltos de estómago que la envolvían por completo¡Dios, le había gustado que Potter se interesara por ella!
- O sea que eso quiere decir que no te han lanzado... ¿seguro que no querías acosarme o algo parecido? Mira que puedo hablar con las jefas de mi club de fans para que te hagan un hueco... – se paseó la mano por el cabello mientras pasaba de largo. ¿Qué significaba aquello? Que se le cortaron las ganas e ilusiones de golpe... es decir, que se le corto el rollo. A lo lejos el chico le tiró algo que recibió.
- ¿Un caramelo? – miró el caramelo cuyo papel tenía inscrito el nombre de su club: JP The best. Sí, no era un nombre muy inteligente, pero ninguna de sus partidarias tampoco lo eran... así que era lógico el nombrecito. Apretó el caramelo y con golpe de suerte, lo tiró a la distancia, dándole en la cabeza a James.
Ella sólo le hizo una mueca en la lejanía, mientras el moreno de gafas fruncía el entrecejo, y cuando Lily cruzó la esquina sonrió melancólico. Pero ahí no acababa todo, porque cuanto más pensaba la pelirroja en lo inútil que era el moreno, más parecía que su cuerpo estaba en contra de ella, porque de un momento a otro se volvía a repetir el episodio anterior.
Justo cuando el moreno se paró en mitad del pasillo sintiendo una presencia detrás, la pelirroja con los ojos tremendamente abiertos y volando en el aire, se tapaba la boca tras él Espera, espera, no... no... – pero sus pies entonces empezaron a temblar violentamente- un momento, ya entiendo... cuando lo odio mi cuerpo reacciona... entonces... amo a James Potter, lo quiero... Un ruido se escuchó y el chico se dio la vuelta. La chica había tocado el suelo mientras con una cara extrañada y fruncida hasta la exasperación intentaba tranquilizarse.
- ¿Qué haces aquí de nuevo? Mira, está bien que intentes seguirme una vez pero si intentas hacer algo contra mí más te vale que ni lo intentes... – su mirada se volvió férrea pareciendo que hablaba en serio.
Ella ya no podía más, por más que se lo repitiera interiormente, su mente iba a estallar e iba a empezar a decir algo que no debía, lo cual significaba que a saber que podía ocurrir si iba en contra de aquel extraño juramento que había hecho... Con lo antiguo que era incluso podría tener fallos... ¡ ya no existía, estaba en uso irregular¡Por algo sería! Así que si tenía que afrontar lo que había hecho, de lo cual no tenía la culpa, prefería no ir contra el hechizo... sólo quedaba...
- Sal conmigo... – sus ojos verdes se encontraron con los sorprendidos avellana, mientras su cuerpo empezaba a relajarse.
En el mismo castillo pero en un lugar totalmente distinto, una chica de pelo negro estaba algo refunfuñada mirando unos pergaminos. El fuego crepitaba a su lado, y sus mejillas sonrosadas se movían cuando resoplaba aburrida. Lo entendía todo menos una estúpida poción para volver las cosas transparentes...
En un momento a otro, la puerta de detrás del cuadro de la Sala Común se escuchó abrirse entrando en ella un muchacho alto de cabellos marrones y mirada perdida, un tanto demacrado y delgaducho si cabe decir, pero de sonrisa dulce. Los ojos miel de ella se dirigieron hasta su figura y sonriendo fue corriendo hasta allá...
- Remus... me tienes que echar un cable... ¿me puedes ayudar con la poción para volver transparente? – Sus ojos de borrego hicieron que él los rodara, asintió no quedándole otra opción, y se sentaron ambos en el sofá.
Media hora después, Cloe estaba con el lápiz detrás de su oreja meditando mientras el chico la miraba expectante. Los ojos miel de ella se abrieron bastante expresivo mirando alternativamente su pergamino y a Remus, sin percatarse ninguno de que alguien más había vuelto a entrar en la Sala. Ella se tiró encima del moreno con un grito de alegría abrazándolo...
- ¡Lo entendí¡Lo entendí!
- ¿Qué entendiste¿Lo guapo que soy? – Prácticamente se había tirado encima de los dos desde un salto, bajando de las escaleras, hasta el sofá¿quién más sino...?
- ¡SIRIUS¡Me estás aplastando! – el chico miró hacia arriba porque había caído encima de Remus y de Cloe, haciendo una especie de bocadillo humano. Remus sacó las dos manos y empezó a hacerle cosquillas a Sirius, cayéndose éste al suelo, pudiéndose quitar Cloe, no sin antes pasar por encima de Sirius y darle una pisada en la mano.
- ¡BESTIA! – el chico de cabellos negros se sentó sobándose la mano y mirándolos mal, sobretodo a la chica.
- Vaya... ¿te hice daño¡Qué pena! – sonrió tan falsamente que ni el lobo de caperucita.
- Bruja... – ella se agachó y de cuclillas le tiró de la cara algo irritada.
- Cloe... – tanto Remus que se estaba riendo como los otros dos se quedaron parados mirando hacia la oscuridad, en la puerta de la Sala. Ella se levantó escudriñando con la mirada, y fue entonces cuando su novio Mike se le acercó.
La pelinegra llegó a su lado algo extrañada por el tono lúgubre con que la había llamado. Enseguida, él le tiró de la mano llevándosela de allí. Su mano se apretaba fuerte contra la pequeña de la chica. Ésta tiró enojada, quedándose en el sitio y viendo al chico entre una mezcla de odio e incomprensión totales ante ese tal Mike que cada vez parecía que conocía menos.
- No lo vuelvas a hacer... – la voz del chico parecía de ultratumba, mientras ella lo miraba confundida.
- ¿Qué?
- Tenemos que hablar, vayamos a otro lado... – la tomó del hombro con fiereza. Ella quebrándose de dolor le quitó la mano rápidamente, mirándolo con ira. Desde allí, tanto el moreno como el peli-negro estaban a punto de levantarse. Fue Sirius el primero que lo hizo.
- Ehm... no sé si molesto, pero me había parecido que este estúpido te estaba molestando... – miró al tal Mike con ojos amenazadores.
- Black... no te metas, déjame esto a mí¿vale?... – la chica fue a recoger sus pergaminos, mirando con gratitud al moreno que a la vez la miraba preocupado.
Salió de allí seguida por el moreno, su novio, Mike. La puerta se cerró y Sirius miró al otro preocupado.
- Yo iré... sólo por si las moscas...
- Pero coge la capa de James, no vayan a verte... – decía el moreno de ojos cansados.
- ¡No hay tiempo! Tengo el mapa, con eso me valdrá...
Cuando el chico de ojos grises salió, ya no había nadie en el pasillo. Tiempo le faltó para mirar en el mapa donde estaba la chica. Se movía por un pasillo que normalmente estaba desolado del piso inferior. Se habían movido muy rápido en apenas cinco minutos. Corrió hasta allí, pero ya era demasiado tarde...
- Vale... ahora dime por qué actúas así conmigo... ¡ESTOY HARTA! Antes no eras así... ¿sabes? Creo que esto se acaba aquí... – lo miró furiosa-... no puedo dejar que controles mi vida.
- Tienes razón... – la miró desolado, sujetándose de sus hombros-... pero no vas a dejarme, no puedes hacerlo.
Su mirada se volvió oscura y apretando de nuevo sobre sus hombros ella empezó a doblarse del dolor, hasta que no pudiendo más, consiguió darle una patada en sus partes nobles. La inexpresión y doloren los ojos de él vio el miedo y rabia en los de Cloe. Cuando ella iba a echar a correr, el chico volvió a agarrarla del brazo pero con un grito ella le pegó una cachetada en la cara.
Sólo ganó algunos segundos, pero en ese momento, el peli-negro llegó por un pasadizo detrás de una estatua, escuchando el grito anterior. Fue entonces cuando a una distancia considerable, mientras el moreno se recuperaba, la joven cayó en la cuenta de que llevaba varita encima.
- Demonios... no me acordaba... – sacó la varita-... ¡Expeliarmus!
- ¡Qué pasa...! – fue todo muy rápido, pero supongamos que justo cuando empezaba a murmurar el hechizo contra el moreno, la estatua se abría y Sirius salía justo a mitad del pasillo, sin poder remediar el rayo enviado con tanta energía, acabando al final del pasillo chocando con la pared fuertemente. Consecuencias: Mike lo había visto venir y había tenido tiempo de esquivar al joven volante, intentando enfrentarse contra su novia de nuevo.
- ¡SIRIUS! – la chica vio al final del pasillo con la boca abierta, justo cuando el moreno se dio cuenta que su propia varita estaba en la túnica que había dejado en el suelo junto los pergaminos de Cloe. Ella se percató y con rapidez: ¡Accio túnica! – Más te vale que te vayas de aquí... - el moreno se fue corriendo tras ser amenazado sin varita.
Tras pasar todo aquello, Cloe fue corriendo al final del pasillo para ver como estaba el muchacho al que había mandado volando. Cuando llegó lo vio tirado en el suelo medio inconsciente. Se arrodilló y con la varita le echó agua sobre la cara...
- Mmm... - abrió los ojos y se reclinó lentamente, viendo los ojos miel de una chica preocupada
- ¿Estás bien¿Tienes algo roto?
- No... – la miró bien mientras apoyaba su codo en el suelo. Fue entonces cuando ella le pegó en la cabeza frunciendo el ceño- ¡EY! Que me acabas de tirar, me vas a dejar al final secuelas psicológicas...
- No creo que eso sea ya posible... – lo miró fijamente-... ¿me puedes decir por qué me seguiste?
- Paso palabra...
- Sirius...
- ¿Por qué va a ser? Por si te pasaba algo, mujer... – se empezó a sobar la cabeza adolorido. Ella elevó las cejas interrogantemente.
- En fin, si no me vas a decir la verdad, será mejor que me vaya... – se volvió a levantar y darse la vuelta sobre sus propios pasos.
- Cloe...
- ¿Sí?
- ¿Te hizo algo ese inútil?
- No
- Sabes que si te llega a hacer algo lo mato¿no?
- Puedo protegerme yo sola, no soy una niñita indefensa... lo sabes¿no?
- Sí
- De todas formas, gracias...
- ¡Oye! – la chica volvió a mirar hacia atrás cuando se disponía a andar, mientras él se levantaba y se metía las manos en los bolsillos-... No me respondiste... ¿sabes que haría cualquier cosa por ti, no?
- ¡Yo también te quiero, Sirius! – siguió andando de espaldas, sin volverse más.
Lo que no vio ninguno de los dos fue la sonrisa estúpida y dulce que se les quedó, como a las personas que están ensimismadas y ennubecidas por ese mal del corazón que suele llamarse amor.
