Desde aquella noche de cacería no hago más que pensar en ti, maldito Potter… ¿Será qué al final el que se quedo con las ganas fui yo? No, eso nunca. No viendo tu cara. Cada vez que lo recuerdo no puedo más que echarme a reír y te juro que eso es muy a menudo, tanto que estoy comenzando a pensar que me voy a volver loco… y no quiero. Maldito Potter tengo tu olor y tus gemidos grabados en mi mente. Pero se el remedio y se que tu caerás en él; por que si yo no hago más que pensar en ti, tú me deseas. Si yo te deseo, tú me anhelas hasta la locura. Lo sé porque no eres el primero Potter, ni el primero ni la primera y date por seguro que no serás el último.
Se lo que sientes, me tienes grabado en tu mente, una obsesión que te condena y necesitas saciar… pero esta vez…
¡Maldición¡ Tu eres mi obsesión no duermo pensando en tu boca, esos labios de seda, esos ojos perdidos en la inmensidad de un placer que yo y nadie más que yo te puede dar.
¡Sal de mi cabeza¡
Una obsesión sentir como te enciendes
conocer tu intimidad.
Solo tengo que buscarte, aunque saber donde estás no es tan difícil. Eres una persona fácil de localizar. Peor para ti. Mejor para mí. Pero que te tenga grabado a fuego y necesite desprenderme de ti como sea Potter, no quiere decir que no te vaya a hacer sufrir. Lo vas a sufrir a conciencia, vas a morir de placer para resucitar y volver a morir. Soy el amante entre los amantes. El placer hecho carne y juro dejar mi huella impresa en ti con más fuerza; si con eso consigo hacerte enloquecer.
La calle estaba atestada de gente como era de esperar un sábado por la tarde. El sol invernal brillaba anunciando una próxima primavera. El callejón Diagon mostraba al comprador su jovial y distendido ambiente por el entre el cual, Draco Malfoy caminaba con paso decidido llamando a su paso la atención de todos los transeúntes; aunque solo esperase llamar la de uno. Sabía que Potter estaría esa tarde allí. Como todas las tardes de sábado, con los recién casados Weasley, esos amigos suyos que tanta, en su opinión, belleza le quitaban al chico.
Sentados tal y como esperaba en la heladería. Hablando distendidamente sobre nada con una sonrisa en los labios. El pelirrojo sin quitarle un ojo a su mujer que acariciaba su voluminosa tripa.
-"Con que embarazada ya. Si es que en esa familia no tienen vergüenza. ¿No saben que existen formas de evitar eso? Pociones, hechizos, métodos muggles… menuda manera de atarse de por vida. ¿Aunque a mi que me importa? Yo solo lo quiero a él."
Así como Weasley no quitaba el ojo de la chica, él no lo quitaba de su presa. Lo miró en secreto sin guardar ninguna apariencia desde lejos, mientras se acercaba al local para pasar de largo sin dirigir la vista hacia allí. Sabía que aquello funcionaría. Potter vendría detrás. Comenzó a contar; despacio hasta diez, tras meterse en un callejón sabiendo que lo había visto entrar. Esperó haciéndose el distraído ante un escaparate que mostraba unas maravillosas túnicas de alta costura, de las que no despreció la oportunidad de tomar nota para próximas ocasiones. Una coqueta jovencita le sonrió desde dentro mientras cosía una túnica de gala. Le devolvió la sonrisa con un guiño.
-Diez…- susurró.
-¡Malfoy!- El aludido sonrió para sí orgulloso. Nunca fallaba, nunca. No tenía la culpa de ser tan jodidamente seductor, pero se lo agradecía a sus genes porque no dudaba nunca en utilizarlo a su favor.
-Vaya, Potter.- dijo con una fingida sorpresa muy convincente.- ¿Tú… por… aquí?- candente. Ese era su tono. Candente, susurrante, arrastrado y suave como el terciopelo más caro. Y supo que con solo eso ya lo tenía de nuevo a su merced. Se miraron a los ojos. Una batalla con un ganador fijo, con una apuesta segura. Los ojos verdes brillaron un momento.
-Malfoy… - el rubio se lamió los labios, despreocupado. ¿Sabía lo que le estaba haciendo? Se preguntaba Harry.
-Mmm…- un ronroneo. ¿Cómo se puede ser tan perfecto, tan increíblemente sexy?- ¿Sí Potter¿Querías algo?
Y por única respuesta un beso ardiente de deseo contenido.
-"Caíste muy rápido. Pensé que te resistirías más. Pero ya te tengo"- pensó el rubio para sí, retrocediendo hasta el final ciego de la calle sin separarse del moreno que parecía querérselo comer. Sintió unas manos impacientes bajo su caro abrigo forrado de piel, buscando sin descanso un lugar por el cual escaparse y tocar su nívea piel.- Shhhh, tranquilo gatito…- susurró en su oído, lamiendo el lóbulo sin prisas. Y pronto sin darse cuenta Harry se vio contra la pared, en las redes del rubio; ambos ocultos tras una gran pila de cajas de cerveza amontonadas; propiedad de algún bar con trastienda en aquel callejón sin salida.
Una obsesión subir por la pendiente
de tu espalda la eternidad
Comenzó por el moreno cuello. Mordiendo y torturando cada centímetro de aquella piel. Suaves lametazos y mordiscos. Caricias que recordaban a algo que habla de cielo y oculta un infierno de algodón.
Harry se sentía perdido. Cuando había besado al rubio, con un instinto casi animal y dominador no había esperado que volvería a estar a su merced y no se veía con fuerzas para deshacerse de esas cadenas; tejidas con algo tan invisible como el aire. Apoyado contra la pared, sostenido por la rodilla de Draco entre sus piernas. Aquella rodilla lo torturaba, lo invitaba a mover sus caderas en busca de placer. Placer que nacía en cada poro de su acompañante y como una corriente pasaba a su piel.
Se agitaba incansable sobre el rubio, gimiendo en bajo, tratando de morderse el labio para no gritar. Cuando unas manos juguetonas recorrieron su columna sintió un escalofrío que lo hizo estremecer. Su torturador sonreía satisfecho al verlo sucumbir.
Oh quiero ver tu ropa caer
Oh eres como un imán
Oh tu manejas mi voluntad
estés… donde estés
La camisa de Harry cayó al suelo, perdida y olvidada. La boca insaciable de Draco comenzó su trabajo sobre el moreno pecho que se estremecía tanto por el frío que los rodeaba como por los toques enloquecedores de un rubio excitante. Pero ese frío que rozaba su piel pronto se transformo en un calor insoportable que lo insto a desprender a su seductor acompañante de su abrigo y su jersey de lana, pero no tuvo opción a más ya que el rubio no se lo permitió. Colando una mano juguetona en los pantalones de Harry acarició suavemente una ya crecida erección que lo hizo sonreír. Se lamió los labios con un placer y agrado infinitos. Si, eso era a por lo que venía, con eso se libraría del moreno de una vez por todas.
Harry gimió al sentir el roce de los largos dedos aristócratas sobre sus bóxers y se agitó buscando más de aquello. La mano abandonó su posición para encontrarse con el cierre de aquellos pantalones que tanto estorbaban y sacarlos fuera de aquel lujurioso juego de fieras. Tras los pantalones fue la ropa interior; Harry se hallaba completamente desnudo; a merced de Draco Malfoy, en un callejón sin salida… medio oculto a la vista de todo el mundo. Cuando por un momento recuperó un mínimo de lucidez y cayó en la cuenta de su situación… esta no hizo más que acrecentar su excitación. El juego de lo prohibido. El riesgo de ser cogido haciendo algo que no estaba bien, que no debería hacer… el placer del veneno que le ofrecía un ángel caído.
Una obsesión saber tus debilidades
descifrar lo que hay detrás.
Draco admiró el esplendor del cuerpo ante él. Se relamió los labios, antes de atacar con ellos las rojizas tetillas duras ya por el frío. Sentía al moreno retener los gemidos en su garganta, aunque realmente lo hacia bastante mal. Con sus fríos dedos recorrió una caliente piel; acariciando unas deseables nalgas. Tenía que torturar a su presa. Hacerla rogar y pedir por más… tenía que hacerlo suspirar por él. Perder la cabeza, ahogarse en un placer que jamás volvería a probar y que anhelaría el resto de su vida… porque tras pasar un Malfoy nunca queda nada mejor.
Harry se estremeció de puro placer al sentir la boca de Draco jugueteando en su ombligo y las caricias de aquellas manos inquietas que no llegaban todo lo lejos que su cuerpo le pedía. No era consciente de su situación… si lo hiciera saldría corriendo. Se alejaría de la víbora que le ofrecía la manzana del placer.
Perder el tiempo sin treguas sobre tu cuerpo
Y volver a volver a empezar
Los gemidos de Harry inundaban el aire, apagándose con los ruidos de la calle principal. Draco disfrutaba viendo al moreno perder el control. Sintió como el también se encontraba terriblemente excitado. Sin perder tiempo hizo al moreno arrodillarse ante él. El otro dócil accedió a lo que le pedían y no perdió tiempo en encontrar la excitación del rubio y complacerlo con todos sus recursos.
El rubio disfrutaba del contacto ahogando cualquier ruido en su garganta, sintió con frustración que si el león seguía mucho más así acabaría por venirse… y aquello además de dejarlo en ridículo haría a su pabellón bajar estrepitosamente. Tiró del pelo negro hacia arriba para ahogar a su acompañante en un ardiente beso.
Oh quiero ver tu ropa caer
Oh eres como un imán
Oh tus caderas moviéndose
Se pasean matándome.
Voy a tientas buscando las huellas de tu piel
Oooohhohhhh Yeah
No pudo esperar mucho antes de coger al ex-león y atraparlo de frente a la pared. Tanteó aquel apetecible trasero con sus manos. Buscando la pequeña hendidura entre las dos nalgas.
-Vas a disfrutar esto como nunca lo has hecho.- le anunció Draco.- pero antes… ruega.
Harry estaba tan perdido en su propio placer que no supo que le decían hasta que sintió unas uñas clavarse sin piedad en su hombro. Draco repitió su orden una última vez, el moreno no tardo en contestar.
-Po-por favor ¡Hazlo!
Draco sonrió. Hizo a Harry inclinarse un poco para poder penetrarlo mejor… y de un golpe sin ni siquiera dilatar se hundió en el gryffindor.
El rubio sintió como algo se rasgaba al entrar en el moreno. Noto el cálido hilillo de sangre manar… aquello lo hizo aún más excitante y no pudo dejar de comenzar una danza para la cual había nacido.
Harry gemía sin control entre una sensación que rayaba el dolor y el placer. Su cabeza perdida, solo fijo en el descontrol de su cuerpo, las sacudidas que recorrían su espalda. La electricidad que recorría cada uno de sus nervios.
Draco sintió como el dulce latigazo del orgasmo avanzaba por su espalda tras sentir sobre su miembro la fuerte presión del orgasmo de Harry. Se quedó un instante quieto antes de retirarse.
Oh quiero ver tu ropa caer
Oh tu me atraes como un imán
Oh sabes bien que me desarmaras
Oh anda suelta la pasión
Se apartó dos pasos admirando el desnudo cuerpo de su obsesión tendido en apoyado en la pared de rodillas en el sucio suelo. La sangre y el semen goteando de sus rojas nalgas. El moreno trataba como podía de recomponer su respiración; sin sentir todavía el dolor en la parte de atrás.
Draco sonrió satisfecho ante lo que vio. Se limpio con un pañuelo que dejo caer después junto al moreno. Abrochó su camisa y arregló su ropa en un santiamén. Quedo vestido como si no acabase de tener una sesión de ardiente sexo.
Harry levantó la cabeza y miró a Draco a los ojos. Aun estaba algo confuso. El rubio se agachó junto a el sin perder la altivez que lo caracterizaba.
-Has sido un buen amante.- le susurró.- Por eso voy a ser benévolo contigo.- le anunció como si le estuviera haciendo un favor.
Saco su varita y la colocó entre las nalgas del otro chico. Con unas frases Harry volvía a estar como si nada hubiese sucedido, desnudo, pero sin marcas.
Oh me imagino tu desnudez
Oh Ya no puedo esperar
Oh Tus caderas moviéndose
se pasean matándome
-En fin, no ha estado mal pero es hora de que me vaya Potter. Hasta nunca.- dijo el rubio girando con gracia y yéndose con un último revoloteo de su capa.
Nada más salir de la vista del moreno Draco se arregló en pelo, puso una hipócrita sonrisa en sus labios y entro en la tienda que antes había visto en ese mismo callejón. La chica que seguía cosiendo le sonrió amable dejando su labor. Si había escuchado algo de lo que acababa de pasar al fondo de la calle la verdad es que hacia como si no lo supiera. El rubio sonrió satisfecho y se puso a parlotear con la dependienta.
Al cabo de unos diez minutos Harry paso por delante del escaparate con la ropa puesta de cualquier modo y cojeando un poco. Draco no había sido tan bueno como había dicho. El dragón mostró una sonrisa de triunfo mientras acompañaba a la chica hasta el probador.
-Mademoiselle, creo que voy a necesitar ayuda aquí dentro.- dijo el Malfoy con una voz claramente seductora. Y es que aquella sesión con Harry lo había dejado bastante caliente todavía.
Y me estoy muriendo de sed
Tú que tienes la llave de mi condena
ven oh mujer…
FIN
