Tiempo ha pasado desde mi última aparición, no? Pues ahora que ke entrado a la escuela de nuevo, eso me quita de mas tiempo del que me imaginaba Pero así es la vida no? Ahora el siguiente capítulo de este desenfrenado, patético y tardado fic.
Y ahora las clases de nuevo son presentes en mi vida ¬¬.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
No podía ver nada más que una tétrica oscuridad absoluta en todo lugar que le rodeaba, el piso era lodoso, resbaloso y demasiado complicado. Y había un terrible aroma a muerte... Mezclado con la casi agonizante esencia de Kurama.
Aceleró mas este paso casi errante, ni siquiera sabía exactamente hacia donde iba, solo de gruta en gruta, cuidando no caer por nada, murmurando, llamando su nombre.
"Kurama"
Todo era una confusión en el Koorime. Aquella fuerza que de nuevo sentía, la del kitsune ahora era la causa de este desespero. Alivio y deseos por igual forma. Verle... era todo lo que llegaba a su mente. Saber de él, del como estaba... Del estar de nuevo a su lado.
Como todo lo dependiente que se había hecho de su persona, resultaba desconcertante a su mente y alma, alma la cual, nunca había sentido tal malestar en centenares de años vagando en el Makai... Y que había encontrado en su... amigo zorro milenario.
Se acercaba más... Podía sentirlo ya. Cada paso que daba, le acercaba más a Kurama. A su esencia, a la calma que le había arrebatado hacía tiempo. ¿Cómo es que pudo continuar en pie sin ello? Le haría pagar, el hecho de dejarlo así.
Y a aquel bastardo que se atrevió a llevarse a Kurama de su lado. Le haría ver, que el infierno tiene un nombre, que le busca, que nunca le dejaría en paz... que no se puede elidir, que éste, ya le había encontrado...
Que Hiei estaba aquí sediento de venganza.
Aun en esta oscuridad que parecía nunca romper topó con un callejón sin salida. Y una pared de roca vieja y dura. Paro en frente, colocando las manos sobre este muro estorboso, pensando en que mas podría hacer ahora.
Sus ojos se abrieron en sorpresa.
Kurama estaba aquí.
Del otro lado de este muro.
Podía sentirlo a través de ello. Su energía venía de ahí, junto con esta calidez que el youko solo poseía. Una apagada sonrisa se dio en sus secos labios. Al fin, ya no había nada más que les separare. Solo este blasfemo muro.
"Kurama... ¿Puedes escucharme? Estoy aquí..." Llamó Hiei acercando su iodo contra la roca, esperando escuchar la voz de Kurama una vez más "... Voy hacia ti... ¿Kurama?"
Pero no había respuesta del kitsune. Verbal o espiritual, mantenía este poder bajo... terriblemente agonizante. Comenzó a cuestionarse si el Kurama estaría conciente ahora.
"Kurama... Escúchame bien. Voy a titar esto... aléjate un poco..." Nada. Ninguna reacción del youko. Temió más a esto. Y de verdad, Kurama le tenía preocupado con esto. Su nula reacción.
Si Akhenaton se había atrevido a dañar gravemente a Kurama él iba a...
"Lo va a pagar... con sangre... Kurama te lo prometo"
Con esta nueva rabia, cerró en puño y le levantó en alto. Mil imágenes llegaron a su mente. Su último momento a su lado, y la burla de Hiei ante su cortesía normal. La forma en que su rojo cabello paseaba en la brisa mientras iban camino al duelo. Que sutilmente solo observó fascinado, aparentando que nada llamaba su atención. La intrincada forma de batalla en Kurama, que nunca había podido profesarle, consideraba muy adecuada para su persona excelsa.
Y ahora ahí estaba él.
El culpable de todo este desespero.
Aunque, en el fondo de su ser, sabía que la realidad de esto iba mas allá de esto.
Si ahora era dependiente, era por su falta de fuerza.
Y si era débil era por Kurama.
Y por Kurama, todo esto sería una carga con la cual estaba decidido a cargar el tiempo que fuere necesario.
Pues al final de toda esta agonía hay una luz, plateada. Donde todo lo que había estado buscando por siglos, ahora estaban reunidos en una persona. Paz, autocontrol, cariño, amabilidad única... Belleza incomparable... Todo eso en el Youko al que podía llamar amigo.
Incluso algo más importante que ello.
¿Cómo podía acelerar y calmar su corazón de esta manera?
Se pregunto a la par que dejaba impactar su puño fuerte contra la pared.
No era más que uno mas de los varios efectos que Kurama tenía sobre Hiei.
La pared quebrajó en varios bloques, rocas ahora de menor tamaño. Una densa nube de humo llenó ambas cámaras subterráneas. Haciendo que Hiei tosiere un poco, y tapando su boca. Maldito muro.
Casi a ciegas entró algo turbado, sus extremidades temblaban mientras apartaba pateando restos de piedras rotas regadas por el suelo. No había notado la apagada luz que unas cuantas antorchas emanaban a su alrededor.
Un anormal crujir en sus pies llamó su atención. Disipó algo de humo con su mano y recogió eso que había pisado. Era largo, y duro, lleno de tierra. Poco a poco el humo se fue dejando ver lo que sostenía entre manos.
"Huesos" Uno al parecer viejo. Entonces entendió de donde venía el pestilente aroma a muerte de ese lugar.
Todo estaba lleno de restos putrefactos, huesos tirados aquí y allá. Viejos cráneos y respectivas dentaduras, colmillos afilados... Costillas rotas y demás piezas.
El que hubiere hecho esto, era un enfermo mental.
Tenía que sacar a Kurama de aquí lo más rápido posible. No podía dejar que estuviere mas tiempo es este lugar parecido a un cementerio. Pero nada a su alrededor había de Kurama. Solo mas cosas tiradas, vendajes llenos de sangre... La cual, esperó no fuere de Kurama.
En un rincón estaban todas estas amontonadas, se acercó lentamente, cuidando no pisar más de esos restos de youkai caídos.
Tomo con ambas manos un paño blanco... Que a pesar que lleno era en sangre y olor a esta, aun tenía en si el aroma a rosas de Kurama. ¿De verdad había..? Apretó los dientes y cólera tomo su cuerpo.
Había sangrado de tan cruenta manera a Kurama. Y aun había tenido el cinismo de jugar al médico y tratado de evitar su pérdida de sangre, solo para conseguir más tiempo para jugar con él.
Consiguió ponerse de pie, controlando esta ira implacable. Y cuando se giró dispuesto a encontrar a Kurama, hecho un vistazo a sus espaldas, quedó sin aliento ante la temible visión que delante de él tenía lugar.
Estaba a sus espaldas, encadenado, en medio de negrura Kurama.
"¡Kurama!" Hiei corrió en su dirección, buscando de nuevo a su amigo. Desesperado de la mera imagen.
Derrapó de rodillas frente a Kurama, que tenía la cabeza baja. Su pecho malherido descubierto, envuelto en trozos de telas viejas y sucias. Que tenían sangre revuelta con tierra. Demostrando arañazos, cortadas y rasguños por toda la piel pálida de su cuerpo marchito. Tomo su mentón, elevando el rostro del youko que había estado buscando. Estaba sucio, arañado maliciosamente. Un moretón en su mejilla sangrada.
Estaba aterrado.
Iba a hacerle pagar... repetía para sí mientras retiraba las cadenas de Kurama. O ello intentó. Pero eran mas fuertes de lo que imaginaba. Tal vez una rara aleación de metales del Meikai, ya que un material como este, nunca lo había visto en el Makai o el Ningenkai.
Cuidando no ser muy brusco, tomó las cadenas y decidió a jalarlas de lleno, quitarlas de la pared y llevarse ya a Kurama. Primero las de los tobillos, luego las de las manos.
Cuando retiró la última, la de la muñeca derecha, Kurama cayó pesadamente sobre Hiei, quien solo le recibió angustiado.
Deseó abrazarlo, una vez, antes de todo lo demás. Por primera vez, sentir su cuerpo cerca de verdad. Pero temía hacerlo, dañar más al kitsune. Pero ya de verdad, no actuaba racionalmente, solo estaba dejando que estas emociones le llevaran, abrazó levemente su delgado cuerpo.
Acariciando su pelo rojo. Que enredado estaba y que a pesar de ello, aun era tan suave como aparentaba.
Lo había encontrado ya...
Lo tenía sobre de si. Y ya nada dejaría que le pasare de más. Asomó su cara sobre el hombro de Kurama, y volvió hacia su mejilla de nuevo.
"Estas... sangrando..." De una cortada en es lugar. Con dos dedos retiró ese hilo fino, pero mas brotó de este. Sin pensarlo ni saberlo, de pronto se vio lamiendo su sangre dulce. No buscando mas de ella, sino sanarlo a su manera.
Esa fue una acción estúpida, se dijo a sí mismo.
Mientras exploraba en su cuerpo, buscando heridas mas, porque intentaría sanarlo un poco antes de salir de aquí, se dio cuenta de que estos grilletes eran tan justos a su piel, que estaban dejando ya un moretón terrible en su piel. Tendría que quitarlos de una vez.
No podría intentar fundirlo, porque dañaría mas a Kurama.
Solo quedaba retirarlos con fuerza, lo que ahora, no importaba si podría hacerlo o no, solo quería quitarlas de encima de Kurama. Tomó con ambas manos el grillete y jaló fuertemente, sintiendo sus músculos contraerse en esfuerzo y debajo, Kurama calmaba al sentir menos presión sobre él. Lo que le animó a hacerlo, deseaba más que nada quitarle todo el dolor e incomodidad que en su poder estuviere.
Es un último jalón, quitó la primera de ellas. Partida a la mitad. La arrojó lejos, haciendo un estridente sonido al chocar contra el suelo y huesos regados. En medio de la oscuridad no lo notaba bien, pero había algunas marcas en su cuerpo, brazos y esta muñeca.
Lo tomó entre brazos, y le saco de la sombra, cerca de una de estas antorchas. Se sentó en el suelo o sobre sus piernas acomodó a Kurama. Ahora podía verlo claro...
"Maldito bastardo..."
Había marcas claras en su cuerpo, no de lucha, no de rasguños... Eran dibujos, un emblema extraño en la piel de Kurama tatuado. Que parecía había sido hecho con metal caliente... La misma marca, que la que había llegado en la carta de duelo.
Un cuervo de alas extendidas, en medio de lo que parecían llamas.
¿Había usado a Kurama como un mero y simple pergamino y garabatear?
Estaba lleno de más símbolos antiguos, mensajes de una lengua la cual Hiei no podía entender. Ninguna del Makai. Acarició este lugar, dejando sentir la forma de la figura dolorosamente hechos sobre esta piel calma en el pasado... Y que así debió haber quedado eternamente.
Lleno de rabia ahora, por este pecado elevado contra su zorro, sentía inmediata sed de venganza. Hacerle pagar el enorme error que se había atrevido a cometer en el cuerpo de Kurama…. Y en el alma de Hiei. Pero el jadeo que recién Kurama había emitido, le sacó de esta idea.
Tenía que ayudarle ahora mismo. Llevarlo hasta esos humanos que le ayudaren. Con su madre, y el resto del Reikai Tantei. Y de paso, calmarse a sí mismo.
Cuidando no lastimar mas su piel, acomodó el cuerpo delgado de Kurama entre sus brazos. Llevándolo por la espalda, elevando sus piernas del suelo terroso. Aunque su venganza fuera a verse interrumpida por esto, era mas importante sanarlo.
Susurró a su oído algo muy leve, tratando de llamarlo a la realidad de nuevo.
"Ya nada hay de malo, Kurama… ¿Ves? Todo esta bien. Te llevaré a casa" Le dijo, apartando unos cuantos de sus mechones rojos del camino.
Pero aun no había respuesta de Kurama.
Suspiró a la par que levantaba del suelo, con Kurama en sí.
Una apagada sonrisa se dio en sus labios.
De cualquier modo, le había encontrado….
Había valido la pena toda esta búsqueda, todo lo que esos blasfemos caza recompensas le habían hecho perder y soportar. Esa maldita persecución y el ser llamado cobarde… Tal vez débil… Pero cobarde nunca.
Comenzó a salir de ese lugar, para siempre, jamás pisar de nuevo este mundo. Innecesario ahora era. Fijó su vista en el rostro de Kurama, magullado pero aun con este aire de paz y serenidad absoluta. Sus ojos suavemente cerrados, perdidos entre los mechones rojizos que caían de su frente.
Y esos labios… de donde apenas y salían suspiros y respiros del kitsune. ¿Por qué no lograba apartar sus ojos de él? ¿Estaba tan ansioso de encontrarle? ¿Emocionado?
En el fondo de su pecho había algo que insistía y golpeaba insistentemente. Que hacía mas y mas fuerte, conforme daba pasos y su cuerpo rozaba con el de Kurama. El polo sobre su tórax, ahora estaba lleno de las manchas de sangre que ya hacían en el cuerpo de su amigo.
A pesar de los sentimientos encontrados que le tenían preso ahora, se sentía bien estar a su lado. Y era como si nada mas existiere ahora. Ni esta cueva, ni este mundo, youkais o seres habitantes… Ahora solo eran él y Kurama.
"Oye, eso que te estas llevando es mío, sucio bandido"
Hiei paró de seco a esta voz. Conocida… Despiadada…
"Akhenaton.."
"Vaya Hiei. Me asombra verte aquí. ¿Dónde están los demás Tantei? Tu patético escuadrón de búsqueda kitsune"
Poco a poco, dignó a dar la cara a ese youkai. Aun con kurama en brazos. Una mirada oscura, nublada de odio puro. ¿Esto era Hiei? Ahora no había mas del implacable guerrero del pasado. Solo una sombra de ello. Alguien que se dejaría llevar en batalla por emociones…
Justo como esperaba que lo hiciera.
"No hay nadie mas que yo en este lugar…" Masculló bajo, yendo hasta una esquina y dejando a Kurama en esta, recargado suavemente en la pared. Y poco a poco levantándose. "Pero no hace falta, yo solo puedo hacerlo"
"OH Ya veo señor Youkai." Burló haciendo una reverencia falsa "Pero no creo que sea sano que tenga tanta seguridad de sí mismo. Después de todo… Si el listo Youko no pudo en mi contra… dudo que tu ahora puedas hacerlo"
"¡Cállate ya!" Ordenó lleno de odio. Tenía frente de él a el culpable de lo ocurrido a Kurama y no iba a dejarle ir de tan fácil manera "Voy a acabarte… y llevaré a Kurama a casa"
"¿Casa? Espera pero él ya esta en ella. Ahora este plano es su hogar… Vive conmigo. Bueno, vive ahora… mas tarde terminaré con esto" Amenazó, lanzando una mirada sádica al cuerpo del Youko.
De verdad era divertido jugar con él. Disfrutar de los quejidos del presumido ser. Llenarlo de garabatos, y verle sangrar era uno de los espectáculos mas interesantes y exquisitos que pidiere recordar.
Pero una mano estorbó entre su juguete y sus ojos…. La mano del Jaganashi.
"No volverás a tocarlo"
"¿No? Pero si ahora es MI juguete."
"No lo es"
"Claro que si" Aseguró, señalándolo posesivamente. "Yo me lo gané en batalla, así es en el Meikai… No hay mucho que le diferencie del Makai"
"No lo es"
Por que Kurama era…
"¡¿Por qué no!"
"… Porque es mi Zorro…" Su esencia, su amigo, su compañero…
Su alma….
Y de nadie más. A manos de un demente como él no pretendía dejar a Kurama. No de nuevo... Someterse de nuevo a una espera tan larga y desesperante como esta misma no iba a tolerar.
"¿Tu zorro?"
Hiei no respondió, apenas un suave balanceo en aceptación.
"Vaya, lo veo y no lo creo... Hiei Jaganashi, maestro del Kokuryuuha, verle aquí, muerto de preocupación por un youko, o el revestimiento de éste"
Comenzaba a aburrirse de la mirada que Hiei le lanzaba, llena de una supuesta aterradora advertencia. A cada palabra que decía, insistía en ello. Patético si creía que él iba a ceder ante miradas vacías. Quería jugar mas con su presa, y pintar mas sobre su piel pálida.
Rió mientras todos esos gritos que Kurama mismo quiso reprimir, regresaban a su mente torcida.
Lo admitía para sí, era un completo desquiciado cuando de torturas y juegos se trataba. Tal vez era algo exagerado con ello...
Se aseguraría de no ser tan cruel con Hiei ahora...
"Tienes suerte, Hiei. Hoy me siento benévolo" Rió, quitándose su limpia camiseta, y andando frente de Hiei. "Te prometo que no seré tan cruel contigo"
"No necesito de tus palabras" Lo único que quería de él, era derramar su sangre por todo el Meikai, hacerle pagar por esto de una vez. Mancharse de este líquido y reír después de ello.
Tenía que ser rápido... No había mucho tiempo.
Desenvainó sutilmente su Katana, ligeramente manchada de sangre de otros masque habían tenido el mismo destino, antes de lo que iba a hacerle a Akhenaton. Quien solo le miró, examinando esta nueva posición de ataque en Hiei. Intimidante de cierto modo, no por la técnica que empleaba, sino este invisible sentimiento de protección. Que estaba empapando sus movimientos. Frente de Kurama, tratando de esconderlo aún de su mirada sádica.
¿Tampoco le agradaba como veía a Kurama?
Se había vuelto mucho más patético de lo que recordaba. Y esta necesidad de protección que afloraba sobre su esencia maldita.
"Me das tanta risa"
Akhenaton comenzó a reír de modo descarado.
Se estaba burlando de él. Y esto no lo podía soportar.
Se abalanzó sobre Akhenaton, apretando la mandíbula deseando mas control sobre de su persona y estos asfixiantes sentimientos.
Dejar su mente en blanco para la batalla.
Pero era imposible, nada había mas en su mente que Kurama, la paz de su persona y de su rostro, mezclado con estas imágenes que rondaban en su mente. Su kitsune, sangrado hasta el extremo, gritos que deseó reprimir.
Su agotada faz... llena de inconciencia.
Lleno por esto de más cólera, estuvo a punto de golpear de lleno contra el cuerpo de su oponente. Lo tenia frente de si. Solo aguardándolo con una mirada tranquila, como quien no tiene nada de que temer.
Él iba a darle a que temer...
Elevando su katana sobre sus hombros, llena de este odio igual que su dueño, dispuesta a cobrar venganza de una vez por todas.
Pero de improviso, la imagen que Hiei creyó haber dividido en dos, de el diestro golpe que supuso habría de haber acabado de una vez con su existencia y con esta batalla, se esfumó de improviso. ¡No estaba! Esto era imposible, simplemente una locura que desapareciere.
Sintió a sus espaldas la presencia de Akhenaton. Intentó girar su cuerpo para dar la cara y contraatacar, pero antes de ello, sintió un terrible golpe darle en la cara, llevándolo hasta la pared cercana, que quebrajó sobre su cuerpo aturdido. Piedras, rocas muchas sobre de si. Estaba mareado del mero golpe, y su visión era borrosa mientras su mente apenas y asimilaba lo que ocurría a su alrededor.
No era un youkai cualquiera...
A duras penas se puso en pie. Dolorido del rostro, escupiendo discretamente un poco de la sangre que salió de su boca.
No podía confiarse ni un segundo con éste.
"Eres débil"
"¿Qué?"
"Eres patético, de verdad" Burló, dejándose llevar contra Hiei de nuevo.
No tubo tiempo siquiera de reaccionar. Era mucho mas rápido que él... Por esto era que Kurama, incluso él había caído ante Akhenaton. Era mas que un youkai, era un asesino, despiadado y experto en batalla.
Intentó poner la katana frente de él. Defenderse de su ataque rápido, pero antes de esto, Akhenaton tomó el filo de la espada, llevándolo él mismo contra el suelo.
¿Cómo era que..?
De pronto y sin saberlo antes, ya estaba en el suelo, empotrado contra las rocas del lugar, aclaro su mirada, estaba rodeado de rocas, y continuo a su cabeza, unos mas de huesos rotos. Corridos por los años, putrefactos.
Comenzó a sentir asco.
Y cundo intentó ponerse de pie, sintió sobre de su espalda, que le presionaba contra el suelo y las rocas, haciendo que su torso se enterrare en las filosas puntas de unas de ellas.
Tomó su rostro desde atrás, torciendo su cuello por que simplemente se le había dado el capricho de hacerlo, encararlo y ya. Tomando con ambas manos sus mejillas, intentó moverse pero este poder, esta técnica… este punto el cual había atacado, simplemente lo había dejado sin movimientos ni defensa alguna.
El siseo en la voz de Akhenaton cerca de su oído, que inspiraba temor absoluto, era lo último que estaba dispuesto a escuchar, intentó zafarse de él. Pero cuando este se dio cuenta, presionó mas sobre el cuerpo.
"Quita tu asqueroso cuerpo de mi"
"No…. Es mejor que te calles ¿sabes? Si me haces enfadar…." No continuó, sino que dirigió su mirada y la misma de Hiei hacía aquel youko tirado. Cerca de la funda que Hiei había tirado antes de la batalla, esa de la katana. " ¿Quieres terminar del mismo modo?" Suspiró en su oído, su aliento demasiado caliente. Húmedo.
¿Quién era él para decirle cosas así?
Con fuerza que creía inexistente hasta este instante, pateó el estomago de Akhenaton. Llevándolo hasta el otro extremo de la oscuridad de la cueva bajo el suelo. Sacudió con una mano su oído, el cual tomaba por contaminado ahora.
Era un demente.
Entre la sombra que estaba, notó algo…
Una figura alta que salía de entre las rocas, con el rostro bajo.
"E-esta…. riendo…"
Con una carcajada que helaba su sangre…. ¿Cómo? Nadie, nunca había podido hacer esto antes, sacarlo de su implacable estado, el de frialdad absoluta. Maestro del Kokuryuuha ahora quieto por una mera carcajada.
Y como si de un juego se tratare esta pelea, simplemente se tiró a reír, una carcajada profunda, demencial a primera instancia. Estaba retorciéndose entre los escombros, tomado un cráneo cercano a una de sus manos y estaba golpeándolo contra en suelo, haciendo un seco sonido que se propagaba como un eco aterrador y profundo, que recorría cada rincón, cada sitio por debajo de la tierra, y terminada su tétrico recorrido en su cabeza que era el sitio donde mas afectaba al subconsciente.
Su subconsciente.
"Veo que se ha enojado" Dijo Akhenaton, metiendo sus dedos en el cráneo putrefacto y fingiendo que éste tenía vida, haciendo chocar sus viejos y podridos dientes "¿No lo ves así? …. Solo míralo! Esa cara de temor…. Me encanta saber que es por mi que tiene esa expresión" Pareció escuchar lo que su amigo le decía "Si concuerdo es eso… es Patético, tanto que desearía ayudarlo…."
"No necesito de tu ayuda, y mucho menos de tu piedad"
"Sht! Guarda silencio…. Me esta diciendo algo…. Anda dime…" Acercó su oído hasta los esqueléticos labios de su amigo, asintiendo a todo lo que suponía que le decía.
Tal vez, era nada mas que una extraña forma de darle cuerpo a sus ideas.
Y de repente, una sonrisa se dio en su torcido rostro, lleno de sombras y tierra por igual
"Tienes la razón…. No hay mas como sacarlo de esto…." Murmuraba, mientras lamía la putrefacta faz de hueso y carne "No hay mas que matar a Hiei. Solo así se quitará de esta molestia de sentimientos humanos."
Y rió mas. Lleno de una alegría que ni el mismo podía comprender. De verdad, pasaren los siglos, él no se aburría de esto. De la tortura, de los gritos de otros más, de ver sangrar a quien fuere.
Esto iba a ser interesante.
¿Qué clase de sonidos divertidos haría Hiei? Se pregunto, mientras arrojaba lejos a este que le había dado tan buen consejo, estrellándose contra el suelo y quebrajándole en pedazos.
Se aseguraría de poner en práctica este buen consejo.
"No te temo" Anticipó Hiei, de nuevo en posición de ataque. Tratando de no quitar la vista de sus enemigo.
"Pero no quiero hacerte daño, Hiei. ¡Lo que voy a hacer es la mejor de las ayudas que he brindado!" Iba a quitarlo, de toda esta inmundicia de sentimientos.
"¡Te dije que no!"
"Eso, no es decisión tuya"
En un rápido movimiento, llegó hasta la espalda de Hiei de nuevo… ¿Cómo? Era mas rápido ahora, y su actitud mas desquiciada que antes. Intentó de nuevo girarse hasta él, e intentar de nuevo atacar con la katana, pero estaba helado… quieto.
"Que es lo que…"
Sentía el cuerpo entumido, y era imposible moverse. Como si de repente se hubiere convertido en piedra. O le hubieren privado de movimiento alguno.
"Esto, Hiei, no es mas que presión sobre puntos clave en tu cuerpo. No causa dolor. Solo te priva de movimiento alguno. Un par de golpes aquí, uno mas allá y aquí te tienes! Quieto a mi merced. ¿Te sientes cómodo?" Preguntó, quitando la katana de sus manos. Hiei no pudo moverse ni por un segundo. Por más que sus ojos estallaren en furia, y sus dientes chocaren haciendo un sonido irritante, un escalofrío recorriere de pies a cabeza su cuerpo y deseare moverse y acabar con la vida de este bastardo, no podía moverse. Quieto como un cadáver. "Espero que si. Pero de cualquier modo, no creo que te dure mucho… Es innecesario, si vas a morir justo ahora no?"
Examinó el filo del arma de Hiei rápidamente, pasando su lengua por la hoja de metal.
Sangrándose ligeramente.
"Buen filo" Dijo, tomando de su sangre.
"Deja eso justo en el suelo, y no morirás"
¿Qué estaba escuchando? ¿Le estaba dando órdenes?
Esto no lo podía tolerar. ¿Quién era el indefenso aquí? ¡Hiei no debería de hablar tonterías en este momento!
"Baka…"
Elevó el mango de la katana sobre la cara de Hiei, y la dejó caer de lleno en el rostro del Jaganashi. Sintiendo con placer como la mandíbula de su negro juguete torcía bajo este hecho. Tomó el rostro del pequeño youkai entre sus dedos, y apretó sus labios de fuerte manera.
Hiei no podía moverse, e incluso, su habla estaba esfumándose. Estaba entiesándose todo en él. Hubiere caído al suelo, si Akhenaton no lo estuviera sosteniendo de la cara.
"Escúchame… Esto, se ha acabado, Hiei"
Murmuró de nuevo cerca de su oído agudo.
Su voz estaba cansándolo.
Era demasiado creído.
Tal vez… Por que de verdad era fuerte…… Y no podía reclamarle nada si esto se decidía por batalla...
….¿Pero que estaba pensando?
¡Esto no era cuestión de pelear por gusto, capricho o mera diversión!
Esto era por Kurama Por que no iba a permitir que le arrebataren a Kurama de tan miserable modo. Por que su sonrisa era demasiado valiosa como para perderla.
Y sus ojos verdes demasiado hermosos como para dejar que cierren para siempre.
Con este sentimiento en mente, a penas y pudo quitarse del camino de el nuevo ataque que Akhenaton había liberado en su contra a solo milímetros de que rozare en la piel de su costado izquierdo.
"¡Deja de moverte! ¿Acaso no ves que me haces las cosas aún mas difíciles?" Reclamó Akhenaton, quitando del suelo la katana que había quedado clavada en el suelo.
"Vete al infierno"
"¡Te dije que te callaras!"
Comenzó a atacarle mas, mientras Hiei a penas y podía rodarse por el suelo del lugar, llenándose de tierra toda la cara. Y Akhenaton solo insistía en mas de esto. Y su rostro llenaba mas de esta maliciosa sonrisa sádica que gobernaba ahora en él. Era embriagante esta sensación, la de control absoluto que ondeaba sobre su cuerpo lleno de fuerza, la cuál para él era absoluta.
Ver la cara de Hiei, bajo de su inminente ataque, lo que gesticulaba entre asombro y propia impotencia.
Resultaba gracioso, como el Jaganashi torcía una mueca, entre esquivaba y pensaba un vano modo de cambiar las cosas y elevar un contraataque.
Estúpido. Lo único que conseguía era hacer esto mas placentero y divertido para él.
El reciente intento, parte de un juego sádico por parte de este desquiciado youkai, dejó a Hiei contra la pared.
Con la espalda en esta, y su propia katana en manos ajenas contra su cuello. Respiro jadeante, sintiendo el filo de la katana en su piel.
Nunca lo hubiere imaginado...
Sentirse él mismo, sometido a su propia arma.
Akhenaton cambió en poco la posición de la katana, quitando la hoja filosa de ésta y ahora presionando con la punta de esta en la yugular de Hiei. Cuando de esto había contacto, tal vez, inconscientemente, el cuerpo mismo del Jaganashi y sus extremidades tensaban, e intentaba alejarse de esto.
"Fue divertido, Hiei" Rió, mientras paseaba sobre la garganta de Hiei su amada katana.
¿Como haría se sentirse, a solo segundos de acabar todo, por el propio filo de su tan querida katana? Saber que todo este viaje que hizo, solo por el youko aquel, no había servido de nada, y que ahora, los dos iban a caer ante el mismo demente. Que este al que sentía inmensas ganas de quebrajar en pedazos, y del cual deseaba liberar a su amigo zorro, iba a matarlo en este momento.
¿Cómo sería, lidiar contra tus propios reproches, y la debilidad que solo vino a concretar aquí, antes de la muerte la cual era inevitable?
Supuso, debía ser algo atroz.
"No hay de que temer, Hiei, yo voy a librarte de eso justo ahora!"
Elevó de nuevo la katana, con fuerza y salvajismo nuevos, todavía mas entrañables que los que había profesado hacía unos momentos, y su rostro alegró de la mera idea.
Hiei cerró los ojos, apartando su vista de lo que venía a solo centésimas de segundo, lo ultimo que vio, el rostro el cual odiaba mas que a nada. No por esta batalla, sino por todo lo hecho contra Kurama... Y por lo que imaginaba, podría terminar de hacerle a su amigo...
Estaba mal... Esto no debió de terminar así... Él no debía haber caído en esta lucha, pues ahora la razón por la cual había llegado a este lugar, estaba ahora perdido, su destino a manos de un demente.
El cual, sabía que final le haría esperar...
Hiei mismo sabía como es que él mismo iba a terminar ahora... Bajo su propia arma...
Pero esto se estaba retrasando. Y el golpe el cual debía haber llegado hacía unos instantes no venía aún.
¿Qué era lo que estaba esperando?
Curioso por esto, abrió de nuevo sus ojos rojos, y le costó convencerse de que lo que estaba viendo, era real.
Akhenaton, en esa exacta posición, con los brazos y la espada sobre sus hombros, preparado para dejarlo caer de lleno. Pero, su cara, esa que tenía antes, ahora estaba llena de angustia muda.
Terror puro, e impotencia aún mayor.
Jadeaba sobre Hiei, y una gruta de su sudor frío recorrió su cara, cayendo sobre la mejilla de Hiei.
Y a vista simple, pudo notar dolor inminente en su cuerpo tenso por ello. Sus dientes duros y apretados, y sus ojos llenos de lágrimas mudas. Que transmitían en ellas lo terrible de su situación. Y de improviso, de sus manos tensas dejó caer la katana al suelo.
Que pasó y quedó cerca del rostro de Hiei.
¿Pero que demonios...?
Sacudió rápido su cabeza, tratando de conseguir moverse de este lugar.
No había tiempo para pensar ahora.
Era solo actuar, matar o morir.
En un rápido movimiento, tomó la espada a su lado, y la empuñó de nuevo. Ya no entre los dedos de un demente youkai, ahora bajo el yugo de su dueño.
Tomándola ya, no había mas. Tomando algo de fuerza, la que adecuada para matar. El lugar a atacar, decidido en una centésima de segundo.
Atravesando su pecho, un conjunto de puntos vitales de una sola incisión. Retiró la katana de su cuerpo y espero resultados de ello.
Un pequeño hilo de sangre, casi inexistente, salió del cuerpo de Akhenaton. Pero aún no había cambio en sus movimientos, ni es su posición.
De hecho, había alivio en su cara, podo notarlo, antes de que dejara de respirar...
Cayó de lleno sobre Hiei, haciendo mas presión.
Esto estaba resultando desagradable, y mas que nada, extraño, pensó Hiei, mientras se quitaba de arriba el cuerpo muerto de Akhenaton, y se ponía de pie, tambaleándose ligeramente por que aún, estaba bajo los efectos de los puntos que habían usado en su cuerpo.
Arma de dos filos.
Tenía a su oponente frente de si, y ya estaba muerto, pero... ¿Por qué? Esto, lo que había pasado, no tenía una verdadera razón para ser.
Él había sido el amenazado, el que había estado bajo el ataque de Akhenaton. El que estaba siendo presionado y el que se suponía, debía haber muerto.
¿Entonces como era que...?
Una pequeña mancha verde llamó su atención...
Del cuerpo de Akhenaton, del lugar del que le había atravesado.
Inclinó su cuerpo hacia esto, bajando al suelo para ver mejor que era eso que salía de su herida pequeña.
Con una mano, abrió un poco la herida reciente. Algo salió mas de este lugar.
"¿Una hoja...?" No, mas que eso. Toda una enredadera dentro de su cuerpo, dura, casi cono el acero. Y todo el cuerpo de Akhenaton estaba lleno de eso. Por eso era que le había resultado imposible movimiento alguno. Por eso que había detenido su ataque y dado tiempo para ser él el que agrediere primero.
¿Cómo era que esto fuera posible?
"Ah! Kurama!"
Se levantó del suelo en un impulso, apretando la punzante herida que había en su torso, para quitarse ese dolor con otro mas fuerte, y apaciguar en algo esto.
Llegó hasta donde Kurama estaba boca abajo, cerca de la funda de su katana.
Inconsciente.
¿Había sido él? Pero, eso era imposible. Estaba inconsciente! No habría podido hacerlo. Además del hecho, de que Akhenaton le había desarmado de planta alguna. Y en esta subterránea cueva no había planta alguna, señal mínima de vegetación. Por eso que era había llevado a Kurama hasta este lugar, alejado de bosques y matorrales, nada de vida la cual Kurama fuere capaz de manipular.
Y no había nadie mas cerca, ni remotamente.
Además, ¿quien querría ayudarle?
Kurama jadeó de momento, sacándolo de sus pensamientos de golpe. Le tomó por los hombros, haciéndolo hacia él, quitando algunos de sus mechones rojizos de su magullado rostro. Pasó una mano sobre de una de las mejillas de Kurama, alejando un poco de tierra de él.
De verdad, había podido dar con su... amigo.
Dentro de su cansado cuerpo, de nuevo llegaba la calma, una vez mas tenía control sobre de si, y ahora, podía calmar todos estos gritos que exigían la presencia y la esencia de Kurama, cerca de él, tanto como fuere posible.
Sus suaves suspiros entraban de delirante forma en sus atentos oídos, que alegraban de increíble forma su palpitante corazón, que batía de fastidiosa forma, aún mas fuerte, aún mas desesperante que aquel miedo el cual había embargado su cuerpo en estos días últimamente.
"Se acabó, Kurama..." Murmuró, rodeando su cuerpo con sus brazos, que temblaban de manera increíble.
Se preguntó por un segundo, por que era que esto le ocurría. ¿Lo cansado y agotado que aún estaba por la batalla?
De cualquier modo, eso ya no importaba ahora.
Poniéndose de pie, llevando a casa de nuevo a su blasfemo zorro... De vuelta a donde era que él pertenecía.
No al plano humano.
Sino al lado de Hiei...
Quisiere o no admitirlo a sí mismo, esto era mucho mas real de lo que se pudiera haber imaginado o permitido en algún momento.
¿En que momento fue que Kurama se convirtió en una necesidad tan apremiante en su ser? Para su alma y calma eran resecarías las palabras de Kurama, acompañadas de estas acciones que generalmente le molestaban, pero de algún modo, terminaban haciéndole bien.
Salían ambos de la subterránea cueva, ambos llenos de tierra y sangre poca mas.
Tenía a Kurama entre sus brazos, procurando no dañar mas su piel dolida con su áspera piel. Y aunque tal vez estaba siendo mas cuidadoso de lo que era necesario, no podía evitarlo. Por que simplemente era una necesidad que el bastardo youko había hecho manar de él.
Una sonrisa seca volvió a su rostro...
Iba a hacerle pagar todo esto, cuando estuviere bien de nuevo.
"Diablos, lo había olvidado"
Tenía que regresar a donde el mismo portal de donde había entrado, hacerlo lo mas rápido posible, por que el príncipe del Reikai no era lo suficientemente fuerte como para darle tiempo.
El primer rayo solar desde que emergió del subterráneo golpeó de lleno su cara, haciéndolo cerrar levemente sus ojos a medida que salía mas y mas hacia ella.
"Maldita sea..."
¿Cuánto tiempo había permanecido aquí? Koenma de seguro no tardaría en caer rendido por el estúpido y patético esfuerzo que hacía al mantener su bifurcación abierta entre los dos planos, y aun tendría que pasar por el Seudo Espacio.
Y para llegar a ese lugar, aún habría que pasar por el camino cerrado, el que estaba atestado de bandidos, q los cuales, no había resultado de agradable sorpresa que un intruso profanare y de paso, acabare con unos cuantos de ellos.
Pero claro, no había camino mas rápido que ese.
Tendría que hacerlo como fuere.
Pero, ¿qué haría con Kurama?...
"Hiei, no te preocupes por pequeñeces como esas"
"¿Pero que...?"
Dos figuras saltaron de un árbol cercano, arrojando una espada, algunas cadenas, ballestas y mas armas. Hiei pareció asimilarlo un poco, antes de reír discretamente.
"Ustedes..." Dijo, cerrando los ojos "Najeri, Sesaru. ¿Qué no les había dicho que no quería de su ayuda o piedad?"
La mujer rió un poco, mientras revolvía las armas del suelo con un pie, jugando con ellas.
"No es eso, créeme, solo que..."
"Queríamos algo de diversión, es todo..." Termino Sesaru, pateando una ballesta ligeramente manchada de sangre.
¿Diversión? ¿Pelear hasta el cansancio? Por mas que se par de enamorados fueren fuertes, y tuvieran habilidades fuera de lo común, acabar con cientos de esos bandidos, por mera diversión, mas que eso, sería una pelea difícil. Y mas aún, innecesaria para ellos.
"De acuerdo, Hiei, no fue solo por diversión" Suspiró ella, mientras caía al suelo demostrando mas abiertamente su agotamiento. "Tu sabes por que lo hemos hecho"
"Yo no les he pedido nada" Gruñó Hiei, pasándose de largo a ambos habitantes raros y enfermizos.
Pero fuere lo que fuere, dijere lo que dijere, no podía callar su mente...
"De nada, Hiei..." Escrutó Najeri, mientras complacida observaba como Hiei, y su amigo el youko se perdían entre los árboles y matorrales. Rumbo a el camino mas corto, el cual ahora, estaba segura que no habría mas bandidos que le fueren a molestar.
"¿Crees que les vaya bien?" Preguntó Sesaru, sentándose a su lado "Por que aún puede que le ataquen mas de ellos. Alguno de esos cobardes que corrieron de nuestro ataque"
Ella le miró con desprecio, antes de estallar en risas de nuevo.
"No lo creo, créeme, son mas cobardes de lo que te imaginas. Y esta actitud que Hiei despide ahora, es algo..."
"¿Aterradora?"
"Iba a decir intimidante, pero como quieras verle"
"Bueno... Espero que estés satisfecha" Comento graciosamente, mostrándole la espada de la cual algo de sangre enemiga había quedado en su filo.
"Lo estoy"
"¿Cuántos crees que hayamos matado?"
Ella hizo una mueca, mientras rascaba su mejilla y fingía recordar. De verdad, no importaba mucho ahora, solo podía pensar en todo lo que le alegraba que se raro y pequeño youkai, estuviere bien, y que esta calma que ahora emanaba, era mas que agradable.
"No lo se.. .¿te gusta que digamos cuatrocientos?"
"Es aproximado"
Ella suspiró hondo, mientras apartaba algo de su cabello de su cuello para alejar en algo este infernal calor que le llegaba.
"Sabes..." Sesaru le miró dándole su total atención "Ese Kurama... Era bastante atractivo"
Él casi se cae de la impresión y le miró exigiendo una explicación a esto.
Ella no podría...
"Ah! Sesaru! No empieces de nuevo! Sabes que esto es una broma" Susurró, acariciando su cuello de manera seductora. "Además, ya se va... y prefiero quedarme contigo"
"Mas te vale..."
Se levantó del suelo, tal vez era verdad... Pero solo por curiosidad, se aseguraría de que Hiei se llevare a ese kitsune. No quería que cosas peores, pasaren después.
Le tendió una mano, y ella la aceptó tomándola suavemente. Una vez a su lado, se abrazó a él, y ambos, se perdieron entre los caminos.
Perdiéndose en su mundo.
Vagando en su lugar.
Plano al cual habían acostumbrado totalmente.
Por que ahora, los mundos volverían a separarse eternamente.
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Aki termina el capítulo! Siento mi ausencia de la vida, pero anden, que aún vivo.
Pero lo siento UU
Espero ke puedan esperar a mi vida de mierda ¬¬ Aunke el fic, no valga tanto la espera.
Youko Hikari
