Capítulo 9: Fly...
"¿Cómo que Potter apareció?" Bramó furioso Lord Voldemort. Sus mortífagos temblaron ante los gritos. Los tres hombres bajaron la cabeza instintivamente y sólo uno se atrevió a contestar.
"Estábamos torturando a la sangre sucia cuando de la nada, apareció Potter y nos atacó..."
No pudo continuar hablando porque el Dark Lord le lanzó un crucio. Lo dejó retorciéndose de dolor unos minutos, mientras se paseaba por la sala nervioso.
Los otros dos hombres se miraron alarmados. Nada de esto era bueno. El temor se reflejaba en sus rostros... y sabían que Él se daba cuenta de ello.
De pronto, se paró en seco.
Dándose la vuelta, miró directamente a los mortífagos y siseó unas palabras apenas audibles.
"Vayan por ella y tráiganla hasta aquí" Los hombres asintieron y tras hacer una reverencia se dirigieron hacia la salida.
Pero algo los detuvo.
"Y asegúrense de que Malfoy los vea..."
Tras estas palabras, el Lord se quedó solo, contemplando cómo se llevaban a la rastra al mortífago herido.
Se sentó en un sofá de la habitación y exhaló un suspiro. Las cosas no iban bien. Si Ginny hablaba con Malfoy, éste sabría lo importante que era aquella urna que le había dado hacía casi un año. No podía permitirlo.
En ese momento había creído que no había nada más confiable que un joven ansioso por tener un reconocimiento de su amo. Y se había equivocado.
Si había algo que le molestaba era fallar.
Y se aseguraría de no volver a hacerlo...
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"Puede irse a casa" Ginny sintió que su pecho se abría de dicha. Había esperado casi seis meses tirada en una cama, esperando para oír esas palabras. Draco a su lado, apretó su mano muy fuerte.
"Muchas gracias, doctor..." Susurró ella, sintiendo que le faltaban las palabras. Pero esta vez era por la emoción.
"No tienes nada que agradecer... la parte más difícil la has hecho tú" Ella sonrió y miró a su hermano. Éste no quitaba la vista de Malfoy. No dijo una palabra. Hermione no se lo permitía.
Luego de llenar unos papeles, se pusieron en marcha. Mientras Ginny se paraba ayudada por Ron, Draco se acercó a Hermione.
"Lamento lo de los mortífagos..." Le dijo, tratando de que no notara el arrepentimiento en su voz. Ella lo observó, casi contenta.
"¿Me estás pidiendo perdón?" Le preguntó divertida. Estuvo tentada de reírse, pero se contuvo. Él se movió molesto.
"Estoy intentando ser amable contigo. Pero veo que no se puede" Sentenció, dispuesto a irse con Ginny. Pero Hermione lo detuvo.
"No tienes que ser amable conmigo. Lo que hice, lo hice por ella" Le dijo señalando a la muchacha que estaba colocándose un abrigo.
"Yo también"
Ambos se miraron un momento. En sus ojos se veía el agradecimiento. Y el perdón. Luego, cada uno se fue por su lado.
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Draco abrió la puerta de la casa y luego entró en ella, con Ginny en brazos. Caminó hasta la habitación, y la depositó suavemente en la cama.
"Siempre soñé con entrar así luego de mi boda..." Le dijo ella, mirándolo desde su lugar. Él se tiró a descansar a su lado.
"Imagina que acabamos de casarnos" Ella sonrió y lo besó.
"No lo sé... todo esto me confunde. Tengo tantas cosas en la cabeza..." Draco la abrazó y ella se recostó en su pecho. Escuchaba su respiración tranquila... el silencio de la casa parecía romperse con aquel sonido.
"No te preocupes. Todo esto pasará..." Él cerró los ojos, dejando que el cansancio por fín lo dominara. Hacía tantos días que no podía dormir por temor a despertarse sin ella, que estaba rendido.
"Tengo miedo" Susurró ella. No obtuvo respuesta. Levantó la cabeza y sonrió.
Draco estaba profundamente dormido.
Ella se levantó lentamente y lo tapó con las sabanas. Luego, se dirigió al balcón. El apartamento que habían alquilado era pequeño, pero bastante cómodo. En un barrio muggle, lo único que querían era esconderse.
Buscaban huir de un pasado que los asechaba como un cazador a su presa.
Sintió el aire golpear furiosamente sus mejillas. Y lo disfrutó. Hacía tanto tiempo que no experimentaba esa sensación de ser liviana... de flotar...
De volar...
Cerró los ojos y se puso en puntas de pie. Tanto tiempo acostada le había hecho temer haber olvidado aquellas sensaciones. En ese momento, deseó tener su escoba. Quiso volar y recordar como era alzar vuelo y perderse entre las nubes... querer alcanzar al sol.
Pero no pudo hacerlo.
Porque todos sus sueños volvieron a derrumbarse al perder el equilibrio y caer sobre el frío cemento. Sintió una lágrima recorrer su mejilla por la frustración.
Permaneció sentada allí unos instantes, que se le hicieron eternos.
Cuando volvió a pararse sintió miedo de caer otra vez. Se aferró de la baranda del balcón y perdió la mirada en el cielo manchado de tonos azules y negros.
Lentamente se dio la vuelta y entró en la habitación. Se acercó a Draco que continuaba durmiendo. Se sintió bien al verlo. Suavemente se inclinó y lo besó en la frente.
"Que tangas dulces sueños..."
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Draco abrió los ojos lentamente. Con sus manos tanteó a su costado, buscando encontrar a Ginny. Pero al no hallarla se incorporó de un salto. Tomó su varita y salió del cuarto escrutando con la mirada la sala de estar.
Su corazón palpitaba muy fuerte, y su mente se nubló de miedo al pensar siquiera en pederla de nuevo.
"¿Hice demasiado ruido?" Draco se dio vuelta con rapidez y sonrió. Allí estaba Ginny, con un plato en la mano... comiendo...
"No, es solo que..." Ella se le acercó y le ofreció un poco de papas fritas. Él negó con la cabeza.
"No te imaginas lo que ansiaba volver a comer esto" Le dijo ella con alegría. Draco no pudo sino sonreír animado. El temor que momentos antes lo había invadido se desvaneció cuando se sentaron a cenar juntos.
"Ginny... ¿Estás lista para contarme todo?" Ella ni siquiera lo miró. Ya había terminado de comer y ahora estaba juntando la vajilla usada.
"No quiero hablar de eso"
"Pero tienes que hacerlo. Tengo que saber qué fue tan importante como para dejarte en ese estado..." Ginny sintió unos brazos tomarla por la cintura y voltearla suavemente. Draco fijó sus ojos en los de ella.
"Tengo miedo, Draco... si él se entera de que tú lo sabes te buscará también..." Él frunció el seño.
"¿También...?"
Ginny se dio cuenta de que no debería haber hablado. Se estremeció toda al recordar las manos de Tom aferrándola fuertemente en su sueño. Se apartó de Draco bruscamente y se dirigió a la cocina.
Él la siguió hasta allí, y ella lo oyó suspirar.
"Son tus sueños ¿verdad?" Preguntó desde el umbral de la puerta. Ella asintió tímidamente.
"Los he estado teniendo desde el ataque... pero últimamente son peores que antes..." Se dio la vuelta y Draco observó unas finas lágrimas resbalarse por su rostro.
"No te preocupes, preciosa... ya no puede hacernos más daño..." Le susurró, volviendo a abrazarla y sintiendo un ligero temblor en su cuerpo.
Ella dejó escapar un sollozo.
"Desearía poder creerlo..."
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"¿Harry?"
El muchacho descolgó el teléfono y escuchó la voz de Ginny. Aún dormido fijó la vista en el reloj que tenía en su mesa de luz. Las tres de la mañana.
"¿Sucede algo malo?" Ahora estaba preocupado.
"No... es sólo que necesito que sepas algo..." Harry se sentó en la cama y buscó sus gafas. Cuando las tuvo puestas encendió la luz y se dispuso a pensar mejor.
"Dime... y espero que sea tan importante como para despertarme a esta hora..."
"Créeme que lo es..."
"Continúa"
"Por la mañana vas a encontrarte con Draco. Él te llevará a Gringotts, y abrirá una cámara de máxima seguridad para que te lleves lo que contiene. No me preguntes qué es... no me preguntes qué harás con eso, porque no lo sé. Simplemente creo que tienes que tenerlo tú..."
Harry se quedó meditando estas palabras. Ya de por sí eran extrañas... viniendo de Ginny... y a esas horas de la madrugada.
"¿Tiene algo que ver con...?"
"Harry, no hablemos más. Mañana por la mañana... no lo olvides"
Y colgó.
Y Harry se quedó con el tubo del teléfono en la mano, y miles de preguntas en la cabeza...
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Ginny suspiró. Ya estaba. Le había dicho a Draco que la urna que Voldemort le había confiado hacía tanto tiempo era la única arma que Harry podría usar contra él. Y que debían entregársela.
Lo observó unos instantes. Estaba durmiendo a su lado... evidentemente estaba agotado. Las ojeras habían disminuido un poco, pero su rostro delataba el cansancio. Apoyó la cabeza en la almohada y dejó escapar un suspiro.
La carga que sostenía en su espalda estaba más liviana por haberle contado a Draco lo que sabía acerca de la urna. Pero sabía que aún había más. Ella no había podido oír todo lo que hubiera querido... pero tenía suficiente como para darle una pista a Harry sobre lo que debía hacer.
Y de pronto, todo se vino abajo.
Un ruido.
Un grito.
Draco abrió los ojos y lo que vio lo dejó helado.
"Ni se te ocurra moverte, Malfoy" Ginny luchaba por escapar de dos encapuchados que la sostenían con fuerza por los brazos, mientras otro mortífago le apuntaba a él, directo al pecho.
"No..." Fue lo único que él atinó a decir. Estaba completamente desarmado. Su varita estaba en la mesa del comedor... no había vuelto a traerla luego de la cena.
Ginny estaba paralizada. Por dentro un remolino de sensaciones la estaba aniquilando. Sentía un dolor inmenso subir hasta quedarse atrancado en su garganta. Recordaba a la perfección una escena parecida... sólo que en aquel entonces Draco no era otra víctima...
"Así que tu eres el estúpido que se atreve a desafiar al Amo..." Susurró uno de los que mantenía a Ginny atrapada.
Draco se revolvió en la cama, pero el hombre que le apuntaba le hizo una seña para que no se moviera.
"¿Piensan matarnos?" Inquirió altanero. La chica tuvo miedo de que pudiera hacer algún comentario que los comprometiera... pero luego se dio cuenta de que eso no pasaría.
"Lamentablemente para mí, el Lord tiene otros planes..." Respondió el que le apuntaba con la varita y le dirigió una mirada a ella. Draco comprendió lo que pasaría, y en una milésima de segundo se aterró.
En ese instante, los dos mortífagos y Ginny desaparecieron y Draco se quedó mirando entre asustado y sorprendido el lugar donde segundos antes habían estado los tres.
"Si mañana no apareces con aquel 'paquete'... entonces puedes ir rezando para que ella no la pase tan mal..." El mortífago sonrió despectivamente y Draco sintió deseos de abalanzarse contra él.
La ira se apoderó de su cuerpo, pero se fue convirtiendo en temor por ella. Aún con la impotencia de querer matar al hombre que, frente a él, le apuntaba con una varita, intentaba trazar un plan.
"Y puedes estar seguro que yo voy a divertirme con ella..."
Esa fue la gota que colmó el vaso. Draco saltó de la cama y se tiró sobre el mortífago, pero cayó al suelo estrepitosamente. Suprimió un grito de dolor y miró a sus costados.
Nadie.
Estaba solo.
Como aquella vez, en la que sintió haberla perdido...
"No puede estar pasando..." Susurró para sí mismo.
Hundió la cabeza entre las piernas y allí, en la oscuridad de la noche, Draco comenzó a llorar. Se sentía un estúpido por haber permitido que se la llevaran. Por haber dejado que ellos la atraparan enfrente de sus narices.
Golpeó el suelo con la mano cerrada, tratando de liberar la angustia y el odio que tenía en su corazón.
Pero no pudo.
Se recostó en el suelo mareado.
Las lágrimas empapaban su rostro, y él simplemente se repetía una frase en la mente. Una y otra vez... sin cesar.
"Otra vez no..."
