Capítulo 11: Lejos de aquí

Sus ojos buscaban respuestas. Su mente no podía dárselas. Sus manos comenzaron a temblar, sabiéndose perdida. ¿Por qué había hecho eso? Entregar el arma era la cosa más estúpida del mundo.

Y allí estaba, como si nada estuviera ocurriendo.

-Mi lord...- Susurró Draco, al tiempo que se arrodillaba a los pies de Voldemort. Ginny abrió la boca, incrédula. Su cabeza le decía que no debía creer todo lo que veía.

Pero le era prácticamente imposible.

-¿Qué diablos está pasando?- Exclamó ella, saltando de la cama y tratando de pensar claramente. Todo debía tener una explicación. Ella se acercó a Draco y lo miró a los ojos. Buscaba algo que le dijera que era una trampa.

Algo que la hiciera saber que todo era una mentira para hacerla dudar.

-Aléjate de mí, Weasley –

Aunque en sus palabras no había rastros del hombre que amaba, ella supo que era él. Los ojos del hombre que tenía enfrente eran los de Draco. Esos, que con una sola mirada le decían más que mil palabras. Esas dos perlas grises que ella tanto amaba.

Se quedó estática, comprendiendo. Una lágrima se resbaló por su mejilla. Solo una. Se acercó a él, y le susurró algo en el oído.

Una despedida, tal vez.

-Ya basta de aspamentos...- Siseó una voz a sus espaldas. Lord Voldemort se levantó de su sillón y con un movimiento de su varita, lanzó a Ginny lejos de ellos. Draco ni siquiera pestañeó.

-Vine para remendar mi error...- Le dijo él, cuando lo sintió cerca. Continuaba con la cabeza gacha y sus ojos fijos en el suelo. Pero su voz denotaba seguridad... y sinceridad.

-¿Y crees que yo voy a dejar que regreses a mi lado así como así?- Inquirió el Lord, sonriendo plácidamente.

-Sé que no me lo merezco... pero puedo ganármelo... – Sentenció el muchacho, levantando la mirada hacia él. Voldemort notó un brillo de inteligencia en esos ojos, pero no comprendió el significado.

Sin embargo, algo le hizo creer que podía sacar provecho de esa situación.

-Tengo algo que le pertenece... y que es muy importante para usted... mi señor... – Draco se hizo para atrás unos pasos, y le mostró la urna. La levantó a la altura de su pecho y sonrió maliciosamente.

Voldemort seguía sin comprender a qué se refería.

Y eso lo estaba molestando.

-¿De qué diablos está hablando, Malfoy?-

-Estoy diciéndole que esto que tengo en mis manos es lo que podría salvarlo... o destruirlo... –

El dark lord frunció el seño. Ahora realmente estaba enfadado. Creía que Malfoy había ido a cambiar a su preciosa Ginny por la urna... y luego los aniquilaría a ambos. Pero las cosas se estaban yendo de control.

Porque a Malfoy parecía importarle más esa urna que la chica que yacía inconsciente en el suelo...

-Estás haciendo que pierda la paciencia contigo, Malfoy. Dime a qué has venido... – Le dijo, tratando de entrar en su mente y responder esa pregunta él mismo. Pero una barrera le impedía saber lo que su contrincante estaba pensando.

Malfoy siempre había sido muy bueno en Oclumancia.

-Afuera del castillo tengo dos hombres y un rehén... una persona que a usted le agradará tener en su poder... – Voldemort abrió los ojos casi sorprendido.

-¿...trajiste a Potter? –

Draco sonrió abiertamente.

-Deseo su perdón... por eso se me ocurrió no sólo devolverle esto – dijo, alzando la urna y agrego – Sino trayéndole a quién ha sido su enemigo durante años... –

El lord sintió que algo no estaba bien. Algo en esa historia no cuadraba. Sonrió complacido... y a la vez buscando un hueco en lo que Malfoy le había dicho.

-¿Debo confiar en ti, cuando ya me has traicionado a mí y a ella?- Le susurró, acercándose al cuerpo de Ginny, que continuaba en el suelo. Draco se encogió de hombros.

-Usted lo decidirá... mi señor... – Le dijo, poniendo énfasis en la última palabra.

Voldemort le dio la espalda y se recostó nuevamente en su sillón verde y plata. Dejó caer su cabeza sobre una de sus manos, como si estuviera pensando lo que le era más conveniente.

Tras una pausa de unos minutos, su voz quebró el silencio:

-Diles que pueden pasar –

O:o:o:O:o:o:O

Ginny oyó gritos. Y luego más gritos. Sonidos de cristales rotos y de gente huyendo por doquier. El viento le pegaba fuerte en el rostro, como si se estuviera moviendo rápidamente.

Abrió los ojos y se vio flotando en el aire. Detrás suyo, Neville corría y corría.

-¡Nev, detente!- Exclamó, queriendo tocar el suelo con los pies. Su amigo negó con la cabeza, pero no le dijo nada. Se escondió en una habitación desierta, y allí le quitó el hechizo.

-Ginny, tengo la orden de sacarte de aquí – Le dijo rápidamente. Mientras hablaba, se fijaba por una rendija de la pared si alguien venía.

-¿Pero qué pasó? –

-Harry está luchando contra el innombrable – Neville decía todo esto con las palabras atragantadas y mucho miedo. Ginny sintió que se le oprimía el pecho.

-Y... y ¿Draco? –

Su amigo se volteó y la miró a los ojos. Ella creyó que moriría si le decía que algo malo le había ocurrido. Ella sabía que no la había traicionado. Lo había visto en sus ojos. Y le había susurrado que estaría bien...

Pasara lo que pasara.

-Desde que Harry entró en la habitación... nadie lo ha visto... – Ginny no pudo preguntarle más. Una de las paredes del castillo fue derrumbada y un grupo de personas entraron en la sala. No podían distinguir entre mortífagos y aurores... por lo que se les hizo más difícil escapar de la batalla.

-¡Ginny! – La voz de su hermano le llegó distorsionada por los gritos. Se volteó y lo observó. Tenía una herida en la cabeza que sangraba a chorros... y a detrás de él estaba Hermione.

-¡Ron¿Qué diablos está pasando? –

-No puedo explicarte ahora... pero debes salir de aquí cuanto antes –

-¿Y que harán ustedes? –

-Pelear –

Un haz de luz verde pasó volando sobre sus cabezas, por lo que tuvieron que agacharse.

-¡Yo quiero ayudar! – Le dijo ella, mientras Ron buscaba un escondite.

-Ginny no hagas esto más difícil... acabas de salir del hospital... y estamos rescatándote del innombrable... ¡Por una vez en tu vida, hazme caso! – Ron lanzó un hechizó mortal a un mortífago que cayó inerte a sus pies, y con una mirada a su hermana le indicó que por más que llorara no iba a dejar que se quedara.

-Cuídate... – Susurró ella con el corazón oprimido. Un pensamiento fúnebre se le cruzó por la mente, y ella decidió erradicarlo para siempre de allí.

Sintió que sería la última vez que lo vería...

O:o:o:O:o:o:O

Las horas pasaban y el miedo se incrementaba. Quería llorar... pero las lágrimas no acudían a sus ojos. Era como si no tuviera fuerzas para sentirse triste.

Se acurrucó en la cama y quiso dormir.

Soñar.

Creer que lo imposible se hacía realidad. Verse con él, lejos de todas las guerras... lejos del odio... lejos de cualquier cosa que les impidiera ser felices.

i Lejos de allí... /i

Cerró los ojos creyendo que así él regresaría a ella. Que volvería por la noche y la abrazaría... y le diría que nada había ocurrido.

Y se durmió, con la esperanza de despertar... y tenerlo a su lado...

O:o:o:O:o:o:O

Harry entró en la habitación. Draco le cedió paso, pero se mantuvo a su lado. Voldemort observó que su prisionero... estaba con la varita en la mano.

Y allí comprendió el error.

-¿Me traicionaste nuevamente, Malfoy? – Preguntó lentamente, pero sin una nota de temor en su voz. Más bien era odio el sentimiento que teñía sus palabras.

-Yo le dije la verdad. Usted decidió interpretar lo que quería... – Susurró Draco sin mover un solo músculo de la cara. Si dejaba que él se diera cuenta que Ginny continuaba en la habitación, estaría perdido.

-Lamento interrumpirlos, pero no tengo toda la noche... – Con un movimiento rápido, Harry tomó la urna y la abrió. Sin saber lo que ocurriría tras hacerlo, Draco corrió hacia donde se encontraba Ginny y la protegió con su cuerpo.

Por su parte, Voldemort le lanzó un hechizo a Harry. Pero éste rebotó.

Una luz roja iluminó la sala y todos los presentes se quedaron estáticos. Tras unos segundos, todo volvió a la normalidad.

O casi todo...

-¡Llévatela! – Draco se volteó y observó a Harry. Éste le dirigió una mirada rápida que le sirvió para saber lo que debía hacer.

Sin una palabra hizo que Ginny tocara un reloj muggle que Hermione había convertido en traslador unas horas antes... pero cuando estaba a punto de viajar con ella, un profundo dolor en su pecho hizo que la soltara.

-¡No! – Oyó que gritaba Harry, pero su atacante no se detuvo. Con desesperación la soltó y ella desapareció ante sus ojos. Ni siquiera pudo despedirse.

-¿Así que creíste que escaparías así como así? – La voz le llagaba desde su propia cabeza. El crucio lo hizo doblarse entero y sentía a todo su cuerpo quebrarse ante la maldición.

Los minutos le duraron horas... en las que lo único que lo mantenía vivo era el saber que ella estaría a salvo...

-¡Déjalo! – Volvió a gritar Harry, esta vez lanzando un hechizo que hizo volar a Voldemort casi dos metros más allá. Draco se desplomó en el suelo. Su respiración estaba disminuida, y sentía que el corazón bombeaba mucho menos de lo que debería.

Harry se acercó al muchacho y lo hizo desaparecer. El poder que aquella urna le había propiciado era sorprendente. No sólo había arrojado a su enemigo muy lejos sin mover un solo dedo, sino que había logrado desaparecer a alguien sin necesidad de usar su varita.

-Ahora es entre tú y yo – Susurró el muchacho, dándose la vuelta y encontrándose con un temeroso Lord Voldemort.

Éste se había levantado y ahora lo miraba con los ojos muy abiertos. Tal vez presintiendo su derrota. Quizá buscando la manera de huir nuevamente del niño que vivió.

-Después de tanto tiempo... volvemos a encontrarnos... – Le susurró Lord Voldemort.

-Por última vez... –

O:o:o:O:o:o:O

Cuando abrió los ojos sintió la lluvia mojar sus ropas. El cuerpo adolorido se quejó cuando intentó pararse. Maldijo por lo bajo al verse tirado en medio de la calle.

'¿Es que Potter no podía haberme enviado a un lugar peor?'

Lentamente fue sentándose sobre la acera. El frío hacía que sus huesos le dolieran aún más... pero había pasado cosas peores.

Sobreviviría...

Haciendo un esfuerzo muy grande logró ponerse de pie. Estaba exhausto y no tenía ni idea de qué lugar era aquel. La tormenta le hacía imposible la visión... por lo que no tuvo más remedio que ponerse a caminar.

Pensó en desaparecerse hacia algún lugar... pero no sabía a cuál. No conocía los resultados de la batalla y trasladarse hacia un sitio no seguro podría ser riesgoso.

Tras varios minutos de caminata, lo que vio lo dejó pasmado. Allí, frente a él, se encontraba el cementerio.

'Que lugar propicio...' Pensó mientras observaba con melancolía aquel lugar que tanto había frecuentado. Su padre... luego su madre. Y tantos amigos que había tenido que enterrar tras una batalla...

Pero lo que vio después lo hizo entender. Él estaba allí por una razón. Harry sabía lo que pasaría cuando lo envió hacia ese lugar.

Una mujer envuelta en velos negros se le acercó lentamente. En sus ojos se veía la tristeza... el dolor... pero también la sorpresa.

-¿Qué haces aquí? – Le preguntó Hermione.

-No lo sé... – Respondió.

No se dijeron más nada. Una procesión de hombres que sostenían un ataúd pasó por su lado. Entraron en el vasto territorio plagado de tumbas y se dirigieron hacia un lugar especial. Una cripta preparada para esa ocasión.

La tumba de los Potter.

Sin saber por qué, Draco se dirigió hacia allí. Sabía que ni en sueños se había preparado para algo así. Más de una vez había deseado la muerte de Harry... pero jamás creyó presenciar su entierro.

O peor aún... lamentarlo...

-¡Draco! –

Ginny corrió hacia él y enterró el rostro en su pecho. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, cansada ya de tener que ocultar el dolor que estaba sintiendo.

-Todo estará bien, pequeña... – Le susurró él al oído. Ella sollozó levemente, sin alejarse de él. Había temido tanto perderlo... y volver a quedarse sola...

-Él está muerto por mi culpa... – Él la apartó suavemente y la miró a los ojos.

-Su destino era este, Gin. Tú no tuviste nada que ver con lo que pasó. –

-La que debería estar en ese ataúd debería ser yo... jamás debí contarte lo de la urna –

Draco tomó el pequeño rostro de Ginny entre sus manos. Deseó con todas sus fuerzas poder detener esas lágrimas que se agolpaban en sus ojos. Quiso tener el poder de sacarle la tristeza que la atormentaba...

Y de alguna manera lo logró.

-Escúchame bien, Gin. Si tú hubieses muerto, no sólo yo te acompañaría en ese ataúd... sino también todas las personas que continuarían muriendo por causa del Innombrable. Él tenía que enfrentarse con él... acabar con él. Y fue lo que hizo. –

Ginny levantó la mirada y una triste sonrisa se formó en sus labios.

-Si él se sacrificó para que nosotros pudiéramos ser felices... entonces no debemos defraudarlo... ¿Verdad? –

Draco la abrazó y exhaló un suspiro. Le debía unas cuantas a Potter.

Pero lo peor es que jamás podría pagárselo...

La procesión continuó su camino. Llegaron a un enorme mausoleo preparado especialmente para la ocasión. Los cuerpos de James y Lily habían sido enterrados ahí por orden directa de Dumbledore hacía casi veinticinco años... y ahora Harry estaría con sus padres.

Tal vez ya lo estaba.

Tras unas palabras, el ataúd fue colocado dentro de la cripta, y ésta cerró sus puertas. Un silencio incómodo se cernió entre los presentes. Algunos lloraban. Otros se limitaban a esbozar miradas compungidas, llenas de tristeza.

-Llévame a casa... – Pidió Ginny, mientras se aferraba al brazo de Draco para sentirse de alguna forma, protegida.

No se dijeron nada más.

No había palabras para decir.

Él conjuró un hechizo y ambos desaparecieron.

Hacia algún lugar...

Lejos de allí...