Epílogo

El reflejo que el espejo le devolvió no le gustó. Se veía diferente. Casi le costó reconocerse. Habían pasado meses desde que no se veía en alguno. Suspiró al recordar lo que había ocurrido.

Se alejó tratando de que los recuerdos se desvanecieran. Que los fantasmas se alejaran de su mente.

Sus ojos se posaron en el hombre que dormía en la cama. Sonrió al pensar que Draco siempre había estado ahí para ella. Aún cuando las cosas fueron de mal en peor... cuando todo era un túnel oscuro... sin salida...

Él había estado allí, para llevársela a un lugar seguro.

Lentamente se dirigió a una habitación continua. Sus pies se deslizaron suavemente sobre la alfombra verde que decoraba el lugar. Elección de Draco...

Avanzó en silencio, tratando de no hacer ruido. Hasta que oyó un leve llanto que provenía de una cuna. Sin pensarlo dos veces levantó a su hijo y lo acurrucó en sus brazos.

-Ya... no llores... – Le susurró tiernamente al pequeño de tan solo tres meses. Lo meció suavemente unos minutos hasta que fue amainando el llanto.

No pudo evitar que una lágrima se escapara de sus ojos. Hacía exactamente un año de la muerte de Harry. Por eso no podía dormir. Por eso no podía dejar de sentir un vacío en su pecho.

-Él dio su vida por la nuestra... – Susurró para más para sí misma que para compartirla con el niño. El bebé abrió sus ojos en ese momento. Ginny sonrió emocionada. Era como si el pequeño Ethan la hubiese escuchado. Tomó una de sus manitos entre las suyas y sintió cómo él se aferraba a ellas.

Como diciéndole que él estaba allí.

Ginny no se dio cuenta que estaba llorando en silencio. Definitivamente el ser madre la había ablandado mucho. Ni siquiera se percató de que Draco se había despertado y la observaba desde el umbral de la puerta.

-¿No puedes dormir? – Ella se asustó al oír su voz. Aunque el tiempo había pasado y los mortífagos estaban en peligro de extinción, ella no pudo evitar el escalofrío que le recorrió el cuerpo.

Los tiempos oscuros habían terminado... pero el miedo era una cicatriz que no se borraría jamás.

-Lo escuché llorar... – Se apresuró a decir ella. No quería decirle la verdadera razón de su desvelo. Pero él la conocía.

-No puedes seguir sintiéndote culpable por la muerte de Harry – Ella le dio la espalda. Pudo notar que su hijo no soltaba su mano.

-Una muerte que podría haberse evitado... –

-Tú no lo mataste –

Ella cerró los ojos. Esa frase le palpitaba en el cerebro desde aquella noche. Hacía un año. Ella luchaba por creerlo. Por convencerse de que era inocente.

Pero no podía.

Apretó a Ethan contra su pecho y suspiró. Draco se le acercó por detrás y la abrazó.

-Ginny... ustedes son lo único que tengo... pero siento que cada vez estás mas lejos de mí... – Ella no le contestó. Se dejó abrazar por él, y en silencio le pidió que no la dejara ir.

Que la mantuviera viva...

-Tengo que salir – Le dijo, separándose de él repentinamente.

-¿Qué? –

-Tengo algo que hacer... quédate con él... – Ginny le entregó a Ethan y se dirigió a su habitación. Se vistió rápidamente y salió.

O:o:o:O:o:o:O

'Tú no lo mataste'

Ginny observaba el cielo desde el tejado de una casa. Una vieja casa. La luna fue tapada por unas inmensas nubes negras que amenazaban tormenta. Sintió frío e intentó darse calor con sus brazos.

No lo logró.

Los sueños que había estado teniendo desde aquella noche le impedían perdonarse a sí misma. Pesadillas en las que Tom aparecía con el cuerpo de Harry en brazos y le sonreía... o en las que era ella la que moría... a manos de aquel que había sido su amigo de tantos años.

Cerró los ojos y se levantó de un salto. Sin previo aviso, un rayo iluminó el cielo y las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre ella.

-¿Por qué? – Gritó con todas sus fuerzas, sintiéndose caer en un pozo sin fondo.

-Porque debía ser así – Le contestó una voz a sus espaldas. Ginny se quedó estática. Abrió los ojos asustada y se dio la vuelta.

-¿Ron? – Quiso correr hacia su hermano, pero sus piernas no se lo permitieron.

-Debes dejar de culparte, Gin – Ella sonrió vagamente.

-Draco te pidió que vinieras ¿No es así? – El otro asintió.

-Está preocupado por ti... al igual que yo... –

Ella no le contestó. Bajó la mirada y buscó algún hueco por donde huir. Y así poder escapar de los fantasmas del pasado que continuaban atormentándola.

-Harry decidió. Tú no tuviste nada que ver con eso –

-Te equivocas – Esta vez fue Ron el que se quedó sin palabras.

-¿Qué quieres decir? –

El silencio se adueñó del protagonismo... hasta que ella lo rompió.

-Tom me lo dijo... si yo no hubiera descubierto el secreto, Harry seguiría con vida... –

Ron abrió los ojos. Estaba asustado. Fijó su vista en los ojos de su hermana y fue ahí cuando supo que ella continuaba luchando una batalla.

La última.

Ella estaba peleando contra su propio pasado... contra el Tom que alguna vez la había poseído... y que a pesar de que fuera un simple recuerdo, continuaba dentro de su cuerpo.

-Ginny, no dejes que él te gane. Sabes que es mentira... que sólo te está usando... –

-¡Cállate! –

-...busca dentro de ti... sabes a quien debes creer... –

Ginny dejó escapar un sollozo y cayó de rodillas sobre el tejado. Ron corrió hacia ella y la abrazó.

-Harry murió en vano, Ron... Tom sigue vivo... dentro de mí... – Susurraba ella mientras las lágrimas se mezclaban con la lluvia.

-Enfréntalo, Ginny... demuéstrale que eres mas fuerte que él... –

-Tengo miedo... –

-Yo estaré contigo... siempre... –

Ella se aferró a su hermano y se dejó caer. Ron no la soltaba... quería entrar en su cabeza y matar con sus propias manos a aquel demonio que no dejaba en paz a su Ginny.

Y de pronto, ella se durmió.

-Ya todo está bien, Gin... él no volverá a causarte daño... –

La tomó en brazos y la condujo hacia el interior de la casa. Aquella vieja casa que había sido testigo de tantas cosas... risas... llantos... tropiezos... enojos... alegrías y tristezas.

Aquella casa que por tanto tiempo había sido la morada de una familia felíz... y que ahora estaba rota en pedazos.

La madriguera.

O:o:o:O:o:o:O

Ginny abrió los ojos con pesadez. El cansancio de la noche anterior se evidenciaba en las ojeras que adornaban su rostro. Sintió un pequeño cuerpo moverse arriba suyo. Levantó la cabeza y descubrió a Ethan trepando por su abdomen.

-Se puso a llorar y tuve que traerlo a verte – Ginny dirigió la mirada hacia su marido que la miraba preocupado. Ella no sabía si sonreír o echarse a llorar otra vez. Le hizo señas para que se acostara a su lado.

-Siento haberte preocupado... – Le dijo ella cuando lo tuvo cerca. Draco sonrió. Ethan se abalanzó sobre su madre y ella lo acurrucó en su pecho.

-Yo sabía que las cosas no serían fáciles... pero quise seguir adelante... –

-¿A qué te refieres? – Preguntó ella, fijando la vista en aquellos ojos grises. Se dio cuenta que allí había algo que jamás había sabido.

-Desde el momento en que te vi postrada en la cama de ese hospital por primera vez, supe que tardarías en volver a ser la misma... si es que alguna vez lo lograbas... – Ella abrió la boca para decir algo... pero no dijo nada.

Sintió una piedra estancarse en su pecho al oír esas palabras.

Porque sabía que eran ciertas.

-Y aún así estás aquí... conmigo... –

-Sabes que no te dejaría sola –

-Lo sé –

Draco se acercó a ella y la besó. Ginny le respondió el beso con una pasión que hacía tiempo no experimentaba. Recién en ese momento se dio cuenta de cuánto lo amaba...

El momento fue interrumpido por el llanto de Ethan, quién estaba molesto por no ser el centro de la atención.

Puede ser que tuviera la humildad de una Weasley... pero en el fondo tenía la arrogancia de un Malfoy...

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Sus piernas la llevaron hacia el balcón de la casa. Puso sus manos en el barandal que la separaba del vacío y cerró los ojos. Sintió el viento soplarle en el rostro y sonrió.

Y recordó aquella noche en la que había querido volar... y que había sentido la frustración y el dolor de caer. Y no poder levantarse.

Pero ahora era diferente.

Ya no tenía miedo. Se aferró a su varita, hizo un movimiento con su mano y pronunció un hechizo que había aprendido en alguno de sus años de estudiante.

Cerró los ojos y sonrió al sentir que levitaba.

Se levantó unos centímetros del piso, pero eso le alcanzó para llenar su corazón de alegría. Hacía tiempo que buscaba la manera de eliminar aquel sentimiento de tristeza... de fracaso que la había acechado desde hacía más de un año y medio.

Desde que aquellos tres mortífagos la hubiesen dejado parapléjica. Con amargura revivió aquellos instantes en los que deseó morir. En los que la única salida posible había sido rendirse.

Cuando había creído que estaba vencida.

Sintió que el dolor de no poder moverse... no poder hablar... solo poder sentir... y sufrir, regresaba a su cuerpo.

Y a su alma.

Y supo que la cicatriz jamás sanaría.

-Una como la de Harry... solo que la mía no se puede ver... y definitivamente no tiene forma de rayo... –

Sonrió ante su propio comentario y tocó el suelo con los pies, otra vez.

-¿Hablando sola, Weasley? – Ginny se dio vuelta para encontrarse con Draco.

-Creo que me he vuelto loca de una vez por todas –

-Ya estabas loca cuando te enamoraste de mi – Le respondió él tomándola de la cintura. Ella se dejo abrazar, sintiendo unas cosquillas que hacía tiempo no se manifestaban en su cuerpo.

-Quiero jugar al Quidditch – Le dijo ella firmemente. Draco la miró sorprendido. Se le dibujó una sonrisa en el rostro.

-¿Y a qué viene este comentario? – Inquirió divertido.

-Acabo de recordar el placer que siento al volar... y además quiero ganarte de nuevo – Exclamó con picardía.

-¿Ganarme? Oh no, Weasley... eso está por verse... –

Ambos comenzaron a reír y terminaron la discusión con un beso. Después de unos minutos, Draco se dirigió a la habitación y trajo a Ethan con él.

-Creo que es hora de que alguien comience a jugar al Quidditch – Dijo, mientras conjuraba un par de escobas que aparecieron en el suelo.

-¿Estás loco¡Apenas tiene tres meses! – Exclamó ella, tomando al pequeño en brazos.

-Cuanto mas pequeño, mejor –

-Oh no, Malfoy... es un deporte muy peligroso para un niño tan pequeño... –

-Ahora estás sonando como tu madre –

Ginny iba a protestar pero se sorprendió a sí misma hablando como Molly. Sonrió, derrotada.

-Pero ni sueñes con que va a ser un bateador... –

-Por supuesto que no... nuestro hijo va a ser el mejor buscador del mundo... –

Ambos rieron con la idea y acomodaron las escobas para subirse en ellas. Cuando todo estuvo listo, partieron, y se perdieron en el horizonte.

Y el tiempo pasó, impasible. El dolor se convirtió en sinónimo del pasado. La angustia de una guerra sin final pudo hacerse a un lado para dejarle paso a la felicidad de un mundo nuevo.

Un mundo en el cual existiera espacio para un final felíz...

Fín