Un hombre alto, vestido de negro con sombrero adornado con una hebilla dorada, entró en el amplio salón, dirigiéndose a la enorme jaula. Dentro de ella y sobre un montón de almohadones descansaba un ser mágico de largo cabello. Sus alas, ligeramente plegadas se movían al compás de su agitada respiración. Una joven apareció de repente y se acercó a la reja visiblemente asombrada.
-"¡Pero tío es... simplemente... increíble!."
-"Lo sé, ¿no es magnifico?."
-"Si, pero, ¿qué le sucedió?."
-"Nada, sólo problemas de conducta."
-"Está lastimado, permíteme atenderlo."
-"Hazlo, pero no te confíes de él. Toma las llaves."
-"Traeré lo necesario."
El sujeto abrió la jaula, entró y se inclinó sobre el ángel.
-"Mas te vale acostumbrarte de una buena vez. Ahora yo soy tu Amo, y no trates de escapar, porque ya sabes lo que pasa si me disgusto."
La chica regresó con las manos llenas de cosas y observó a su tío salir de la jaula y dejar la puerta completamente abierta. Ella lo miró desconcertada.
-"¿La puerta? No te preocupes, no escapará, está muy débil. Me voy a dormir, buenas noches."
-"Buenas noches tío."
La joven estaba fascinada con el ser frente a sus ojos. Era hermoso, de piel blanca y sus alas eran enormes, cubiertas de suaves plumas. Lo revisó con cuidado, tenía una marca en el cuello, había sangre en ella, como si algo le hubiera cortado. Bajo el cuello de la camisa encontró el objeto causante. Un collar negro de metal con extraños símbolos grabados. No encontró forma de quitarlo, pues no parecía tener broche, era un aro continuo. En la pálida mano derecha también tenía un corte, más profundo. Limpió con cuidado las heridas y con un paño refrescó la frente del ángel tratando de calmar la fiebre.
Toda la noche permaneció despierta cuidándolo. De vez en cuando el ángel se quejaba ligeramente, la fiebre descendía poco a poco. La chica acomodó la cabeza en su regazo y acarició con suavidad el rostro, despejando algunos mechones de cabello plateado.
Ya amanecía cuando el ángel comenzó a recuperar la conciencia. El dolor casi había desaparecido. Sintió una suave caricia en la mejilla y aún entre sueños suspiró.
-"... ... Clow..." – La mano se detuvo un momento y después continuo su ligero movimiento.
El Guardián trató de sentir el aura de su Amo, por un momento consideró que todo había sido una pesadilla. Se encontraba en casa, junto a su creador. Sólo él le acariciaba con tanto cariño... Pero no... no estaba ahí... no era su aura, llena de confort y calidez, pero a la vez poderosa y solemne.
¿Quién era entonces? Abrió los ojos y se alejó lo más rápido que pudo de aquel contacto.
Encontró frente a él a una espantada muchacha de cabello negro y lacio, vestida como alguien de clase media, de ojos verdes y labios finos, ligeramente pintados de rosa.
Intentó hablar pero el dolor en el cuello le cerró la garganta. La joven trató de ayudarlo sobreponiéndose al susto, pero éste rechazó el acercamiento.
-"No, no temas, no te haré daño. Mi nombre es Meridian, por favor, déjame ayudarte."
-"... No..."
-"Tal vez apreté demasiado la venda. ¿Permíteme revisar, sí?."
La joven le miró con tranquilidad, tratando de convencerlo. Él vaciló al principio, pero finalmente le permitió acercarse y revisar el vendaje.
-"Perdona si te lastimé, ¿cómo sientes la venda de tu mano?"
-"... ... ..."
-"Oh, lo siento, aún debe doler tu cuello. Hablaremos ya que estés mejor." – Colocó una mano sobre la frente del sorprendido ser. –"Lo bueno es que la fiebre desapareció por fin."
-"¿Porqué lo haces?" – Le preguntó el ángel en un tono frió de voz.
-"¿Qué cosa?." – Le respondió la joven.
-"Ayudarme."
-"Porque estabas herido y enfermo. No iba a dejarte así, por supuesto."
El ángel desvió la mirada y no dijo nada.
-"Dime, ¿cómo te llamas?."
-"... ..."
-" Mmm, de seguro tienes hambre, iré por algo rico y también debes tener sed."
La chica salió dejándolo sólo y con la puerta abierta. Era su oportunidad de escapar.
Intentó incorporarse, pero las piernas no le respondieron. Sus alas eran su única salida. Logró llegar hasta la orilla de la jaula y se levantó sosteniéndose con fuerza de la puerta. Una vez afuera extendió las alas e intentó elevarse. Tan sencillo movimiento le agotó completamente y se quedó tendido en el piso.
-"¡Maldición!" – pensó.- "¿Cómo es que alguien como él es capaz de someterme de esta forma?" – Golpeó con furia su puño contra el piso, cerró los ojos recordando su último enfrentamiento con ese hombre. Fácilmente lo derrotó. Ese collar negro drenaba su energía y le quemaba cada vez que intentaba liberarse. Al recuperar la conciencia después de la batalla, se encontró en otro lugar, una extraña chica cuidando de él. –las vendas en el cuello y la mano eran pruebas de ello, además de esa cálida sensación en su rostro... Una repentina sombra lo cubrió. Meridian había regresado y se sobresaltó al encontrarlo en el piso.
-"¿Te encuentras bien?." – Le ayudó a incorporarse y lo llevó dentro de nuevo. – " No vuelvas a salir así. Si mi tío te ve se va a enfadar mucho."
Colocó frente a él una charola con varios platillos, una pequeña jarra con agua y un vaso de latón.
-"Perdona que no traiga más cubiertos, pero mi tío teme que te lastimes. Lamento no poder acompañarte a desayunar, pero vendré a verte en cuanto termine mis labores, ¿de acuerdo? Y descansa."
Unas horas después entró el joven de negro, acompañado de otro sujeto de baja estatura y gordo.
-" ¡Por todos los cielos, Señor Marcus ¡ ¡Es un ángel!." –Dijo mientras se acercaba a la jaula.
-"Así es, como le dije, lo rescaté de esos malditos hechiceros, aunque no pude evitar que lo dañaran."
-"Dios nos ha enviado un gran regalo, no me explico cómo fue a caer en manos del demonio."
-"Pues ya ve, con tantos seguidores que tiene, pero eso se terminó."
-"Con esta prueba, nuestros fieles reforzarán su fe y las ovejas perdidas volverán al buen camino."
-"Mañana será el primer juicio."
-"Le estaré eternamente agradecido por acudir a mi llamado, Señor Marcus."
-"Ese es mi deber, fui elegido para ser el portador y ejecutor de los designios de Dios. Pero lamentablemente debemos cubrir gastos materiales, usted sabe, el viaje fue largo, y mantener a salvo este precioso don no es fácil."
-"No se preocupe, todos nuestros fieles ayudarán a compensarle."
-"Se lo agradezco mucho."
-"¿Puedo, puedo mirar un poco más?."
-"Por supuesto, pero recuerde que tenemos asuntos que resolver aún."
-"Cierto, tan divina presencia me nubló por un momento. Vayamos entonces."
Durante todo el tiempo que los dos hombres estuvieron frente a él, el ángel permaneció inmóvil, con la vista clavada en un punto imaginario, indiferente a la conversación. Ya había escuchado todo eso antes.
Ya estaba cansado de escuchar semejantes mentiras y no poder hacer nada. A base de dolor le obligaban a permanecer callado, aún durante los juicios y frente a las horribles escenas de la gente en la hoguera, suplicando por la " Misericordia Divina" se veía obligado a permanecer inmóvil, sintiendo los gritos de dolor y angustia estremecer su cuerpo.
Pero nada podía hacer, encerrado en esa prisión, débil hasta el punto de no poder sostenerse de pie, y con su garganta cerrándose ante cualquier movimiento en falso. Ni que hablar de su magia, prácticamente había desaparecido, con su nivel de energía tan bajo.
Era mucho peor que cuando realizaron aquel extraño hechizo y dependía de la magia del alumno de Clow. Le costó trabajo acostumbrarse a Xander y por tanto se debilitó.
Había perdido la noción del tiempo. ¿Cuánto había pasado ya? ¿Lo estarían buscando? Por supuesto que sí. Clow no admitiría que alguna de sus creaciones estuviera perdida. Pero... ¿por qué tardaba tanto? Temía no volver a verlo. Extrañaba a su hermano, incluso extrañaba sus bromas. Una solitaria lágrima recorrió su mejilla. ¿Cuánto más tendría que soportar ver a la gente morir... bajo la mano de su propia especie? Condenados por la ambición, el odio, venganza o simple ignorancia de lo que les rodea. Por vanas creencias de que todo lo que desconocen es signo del demonio. Un demonio que ellos mismos hicieron para su beneficio.
Ironía. Un ser mágico, creado por un poderoso hechicero, usado para condenar a los hechiceros y brujas, por ser el "Representante de Dios".
Si pudiera escapar, volver a su hogar... volver a los brazos de su Amo, su creador... su amor...
-"No has probado bocado... ¿No es de tu agrado la comida?"
Tan sumido en sus pensamientos se encontraba, que no se dio cuenta de la presencia de la chica.
Permaneció en silencio, sin moverse.
-"Si me dices qué deseas puedo traerlo."
No hubo respuesta.
-"Tal vez más tarde tengas ánimo, ¿Sabes algo? Al principio no le creí a mi tío cuando me dijo que había encontrado a un ángel, y que lo traería aquí. No es que mi tío acostumbre jugarme bromas pero... tampoco es algo fácil de imaginar. Y cuando te vi ayer, pues me sorprendí mucho. Eres... eres muy lindo.
-"... ..."
-"Si no te molesta... me agradaría que los chicos a los que doy clases pudieran verte, estarán muy tranquilos, te lo prometo."
-"¿Piensas engañar a unos niños?." –El ser alado rompió su silencio.
-"¿Engañar?." – La chica titubeó.
-"¡No soy un ángel. !" – le respondió con rudeza.
-"Pero tienes la apariencia de uno y..."
-"Las apariencias engañan."
-"Entonces dime qué eres."
-"Soy un ser creado con magia, para servir a mi Amo. Soy sólo eso."
-"¿Y quién es tu Amo?."
-"... ..."
-"¿No confías en mi verdad? O tal vez no te agrado."
-"Meridian, ¿qué haces?." – Llamó Marcus desde la puerta.
-"Tío... le traje algo de comida, pero no ha probado nada."
-"Ja, ja, ja. No lo ha hecho desde que lo encontré."
-"¡ Pero, ¿cómo es eso posible?!."
-"No tengo idea sobrina, tal vez no come lo mismo que nosotros. No te preocupes, cuando no resista el hambre lo hará."
-"Pero..."
-"Deja ya eso, es bastante terco. Mejor dime, ¿qué era eso que querías preguntarme?."
-"Si puedo traer a los chicos."
-"Si, por que no, así le contarán a sus padres."
-"Me temo que él no está de humor." – Dijo mientras observaba al indiferente ser.
-"Y a mí que me importa de qué humor esté. Sólo obedece y nada más. No está aquí para opinar. Tráelos antes de que anochezca porque mañana tenemos cosas que hacer, anda, ve."
-"Lo que tu digas."
El hombre se acercó a la reja.
-"Sé convincente angelito, y si te portas bien tal vez deje que ella te cuide más seguido."
-"Vete al diablo."
-"Ja, ja, ja, ja, suena gracioso viniendo de ti. Mañana tenemos una función, amigo. Espero que no intentes nada estúpido como la última vez, no me agrada maltratar mi mina de oro. Nos vemos angelito."
Horas después llegaba la chica con varios niños.
-"Por favor, niños, permanezcan tranquilos y sin gritar."
Una pequeña de ocho años se acercó a la jaula y sin temor acarició el largo cabello del ángel.
-"Qué suave es tu pelo." – le dijo la pequeña.
-"Susan, ven por favor, no lo molestes." – la joven trató de alejarla para no disgustarlo. Pero el ángel que permanecía recostado sólo observó a la niña.
-"Cielos, maestra, es muy blanco, ¿esta enfermo?."
-No Katy, así es su piel."
-"¿Bajó del cielo?" –Preguntó Susan.
El ángel observó a Meridian, esperando la respuesta que le daría a la niña.
-"Todos los ángeles vienen del cielo, Susan."
-"¿y por qué esta encerrado, se portó mal?." – dijo otro niño.
-"No Jonny, no hizo nada malo, es para que no lo lastimen. Hay gente que no lo quiere, y aquí está seguro."
-"¿Es como cuando mi mamá guarda mis juguetes en un cajón para que no se rompan?."
-"Algo así."
-"¿Puedo tocar tus alas?." – Le preguntó la pequeña Susan al ángel.
-"-¡ Susan. !"
El Guardián sin decir nada extendió una de sus alas para acercarla a la pequeña.
-"Yo también quiero tocarla ¿puedo?." –dijo otro de los chicos y todos pidieron permiso.
-"¿Podemos?."
El ángel asintió y todos los niños se acercaron a la reja emocionados.
-"Qué bonitas plumas y son muy blancas.
-"Y muy suaves."
-"¡ Siiiii. !"
La chica suspiró aliviada al ver la paciencia que le tenía a los niños. Les permitió acariciar, sujetar e incluso jalar para ver si eran de verdad las alas. El Guardián no decía nada, pero no daba muestras de inconformidad. Tiempo después llevó a todos los pequeños a sus casas, prometiéndoles otra visita, y regresó al lado del ángel.
-"Gracias por permitirle a los niños acercarse."
-"¿Acaso tengo elección.?" – le respondió el ángel con su acostumbrado tono de voz, sin emoción alguna.
-"Yo... lamento, lamento haberte molestado." Se levantó y dio la vuelta para salir.
-"Los niños son inocentes. No tienen la culpa de lo que hacen sus padres, así que no me molestan... no tanto como los demás."
La joven se detuvo y volteó. –"Es por eso que me gusta enseñarles, son muy listos y obedientes, y sé que cuando crezcan serán buenas personas."
-"Entonces no deberías mentirles."
-"No les mentí."
-"Lo hiciste, les dijiste que estaba aquí por mi seguridad y en realidad soy un prisionero. Además ya te dije que no soy un ángel."
-"¡Es verdad si las personas te encuentran afuera te acabarían por ser producto de hechicería o simplemente por tu apariencia.!"
-"Sabes lo que soy y continuas la farsa."
-"Es necesario."
-"¿Necesario? ¿¡Dices que es necesario que tanta gente inocente muera!? ."
-"A veces hay que hacer cosas que al principio parecen crueles pero..."
-"Eres una asesina como todos los demás, no sé como te permiten ser maestra."
-"¡Basta! No quiero escucharte más." –La joven salió corriendo, con el rostro cubierto de lágrimas.
