Under Shaman
Fuertes pasos se escuchaban en todo el subterráneo. Una sombra se desplazaba velozmente a través de los obstáculos que le impedían llegar a su destino: salir con… "vida".
Corría con todo lo que sus fuerzas aún le brindaban. Su cuerpo estaba agotado, sus piernas se sentían de acero, imposibilitada para moverse más; pero aún seguía huyendo.
A unos metros detrás de ella, doblando una de las tantas esquinas, en uno de los centenares de callejones; se encontraba aún en proceso el motivo por el cual ella huía.
Su respiración se agitaba más a medida que se alejaba del lugar…aún así su bello rostro, no mostraba miedo o terror alguno.
-Falta…ah…poco.-se dijo. Viendo en su muñeca lo que parecía ser un reloj con una esfera de neón azul.
Tap, TAP sus pasos cada vez más rápidos, sus brazos moviéndose de lado a lado, su cabello corto se perdía con la velocidad.
La oscura noche le servía de camuflaje…-Debo…advertir a los…demás…af…deb… -algo la paro en seco.
Sangre mezclada con aceites y otras sustancias, recorrían las paredes y el piso. Dos cadáveres terriblemente masacrados yacían frente suyo.
Se acercó con asco en su rostro, se agachó y se posó a un lado de un cuerpo. Un hombre que había sido asesinado con solamente una puñalada en el estómago además de haber perdido un brazo. Reconoció al sujeto.
-James…- susurró pesadamente. Su expresión varió para observar el otro individuo. Una mujer muy joven, brutalmente degollada. En su cuerpo había múltiples heridas, cortes, rastros de golpes y quemaduras. Algo le llamó la atención, marcas de fauces en sus brazos y piernas…no había duda de quien había sido el agresor.
-Se gozaron contigo…Angelic…- murmuró para sí.
Sin más contemplaciones, los revisó. Encontró los cartuchos que necesitaba para cargar su arma, unas balas de plata.
Un frió aire con olor a sangre inundó todos los corredores del subterráneo en el cual se hallaba. Despertando al fin a la bestia que yacía "dormida" en el callejón.
Su apariencia repugnante, su cuerpo cubierto de pelos, grandes músculos sobresalían, garras de lo que antes eran manos. Los ojos blanquecinos, las fragmentaciones del rostro iban cambiando, ensanchándose, desfigurándose para formar una figura canina.
Lo que era una persona, se retorcía de dolor al sentir el crujir de sus huesos, moldeándose para optar por lo que iba cambiando.
Un fuerte aullido resonó por los pasadizos y llegó a los sensibles oídos de la persona que iba huyendo.
-Ha despertado…
Levantándose, se despidió de ambos cuerpos y comenzó con su carrera desesperada. No sin antes dar un último vistazo a aquel relicario que colgaba del cuello de la mujer.
Corriendo unos metros más llegaría. Sentía el olor de aquel monstruo que venía tras de ella. Percibió su olor en la estancia en que la había estado momentos atrás.
Con angustia pensó en los cuerpos de los que una vez fueron sus compañeros, siendo devorados por aquel repugnante ser.
-Los vengaré…lo juro.
Sus pasos hacían eco en el oscuro pasaje, cuyas paredes oxidadas y oscuras, chorreantes y mal olientes, jugaban a formar un laberinto del cual ella no tendría escapatoria.
Pero eso no la atemorizaba, estaba preparada para todo, incluso la "muerte".
Acercó el reloj de su muñeca a su boca…- funciona…funciona…-se repitió mientras seguía corriendo.
El transmisor de su reloj se había dañado en una pelea anterior, otra criatura la había atacado antes, en impresionante pelea, ella acabó con esa bestia vaciando lo que le quedaba de municiones en la cabeza de este.
Pero, no se había percatado de que momentos atrás. El mounstro había "convertido" a un humano…
Ensangrentado aún, ella se alistó a matarlo pero al verse sin balas, se limitó a golpearlo hasta dejarlo inconciente lo suficiente para poder alejarse de ahí…
-Calculé mal…demonios…
Lo sentía ir tras de ella, sentía la mezcla del aire con olor a sangre…algo con lo que ya estaba familiarizada.
Lo que tanto había estado persiguiéndola hizo su aparición repentina, el hocico manchado de aquel líquido vital fluía por sus fauces recién estrenadas…
-Estúpido…haz condenado tu existencia…- rápidamente sacó sus armas, apuntando al cráneo disparó de el balas de plata.
La bestia se movió ágilmente, esquivando las balas y corriendo como un león en persecución, se dispuso a atacarla.
Ella no se movió, concentrada esperó el momento exacto para acabar con él.
La criatura seguía acercándose con velocidad terrible, emitiendo gruñidos. Eran pocos los metros que los separaban.
De un salto, el ser repugnante se abalanzó sobre la mujer. Pero…
La criatura estalló en mil pedazos…
Trozos de carne, partes del cuerpo, sangre y en especial, la cabeza del agresor yacían en el suelo a vista de ella.
-Ya era hora…Ryu-dijo es un suspiro calmado, la mujer.
Entre los escombros de lo que quedaba del animal, otro individuo alto, con un chaleco antibalas, pantalones anchos y largos; y unas apenas botas de militar, hizo su aparición con un arma de gran tamaño sobre su hombro. Su gran cabello azabache era del mismo tamaño de su arma.
El hombre alto caminó y destruyó el cráneo de lo que antes un humano.- Lo siento srta. Tamao, no encontraba las coordenadas.
La mujer identificada como Tamao, piel blanca con cabellos y ojos rosas, avanzó hacia él. Agachándose, examinó los restos de la bestia, buscando algo en particular.
-Era verdad que habían vuelto…
La mujer seguía buscando entre la sangre mezclada con huesos, lo encontró…el relicario de oro.
-Ya veo atacaron a Angelic…- susurró, denotando tristeza el joven alto.
-A James también…-aumentó la pelirosa.- Los masacraron brutalmente…-dijo apretando en su puño el relicario.
-Tranquila Srta.…-dijo el hombre acercándose a la muchacha.-pagarán con sangre lo que hicieron…
Unas gotas caían por las mejillas de la mujer. Lágrimas amargas, de odio y rencor, de angustia e impotencia…si hubiera llegado antes…talvez…
-Es hora de irnos, quien sabe si volverán más….
Secándose con la manga de uno de sus guantes, la mujer mostró un semblante serio mientras se alejaban del oscuro subterráneo.
Comparado con ese lugar, la superficie era radiante y llena de vida. Los habitantes: hombre, mujeres, niños, etc. Disfrutaban una vida diurna sin dificultades.
La cuidad de Japón, tan poblada de personas, tan bella en todos sus aspectos. Ocultaba en las profundidades de sus callejones como abismos, secretos tan crueles y repugnantes. Que sólo eran de conocimientos de aquellos valientes que eran capaces de enfrentarlos.
Pobres seres humanos…tan indefensos durante el día y siendo aún más, presas fáciles durante la noche.
Los trajes que portaban llamaban la atención de la gente a su alrededor, pero a ellos no les interesaba. Tenían que ir al único lugar el cual eran conocidos. No por nombres, más bien por las habilidades que habían ido desarrollando y destacando.
Caminaron entre las transitadas calles, una mujer de llamativo pelo rosa de traje negro ceñido al cuerpo el cual estaba muy bien formado, con sus curvas y diestras en su lugar, sus largas botas sin taco negras y un largo saco también del mismo color de sus conjuntos. Dándole una apariencia gótica.
El sujeto no se quedaba atrás, su estilo de cabello llamaba más la atención que su mismo traje. Peinado hacia delante, largo y brillante. Portaba unos lentes de solo oscuros para evitar que sus "sensibles" ojos fueran dañados.
Llegaron a las puertas de un edificio de cuatro pisos custodiado por dos guardias inmóviles a cada lado de las puertas.
Se adentraron al edificio. Las pinturas antiguas, los candelabros de la época, las mesas de madera aún con el olor a recién echas, las alfombras elegantes y extensas por todo el piso, el color rojo oscuro de las paredes, daban al ya hotel Funbari una apariencia del Londres antiguo.
Una recepcionista les abrió paso entre los visitantes del hotel, a un elevador. La mujer apretó uno de los botones que había, para ser exactos uno sin número.
El elevador tenía vista a la ciudad, la pelirosa observaba con indiferencia el paisaje…cómo anhelaba ser como los demás humanos, incrédulos y frágiles.
-Llegamos.
La voz de la recepcionista la sacó de sus pensamientos. Con una reverencia cordial, ambos se despidieron de la mujer y salieron del ascensor.
Un pasillo los esperaba, con marcos con ribetes dorados, imágenes de seres mágicos de diversas mitologías. Demasiados, tantos que el pasillo estaba repleto de ellos.
-Todavía le gusta coleccionar estas cosas…-murmuró la mujer muy bajo pero lo suficiente para ser escuchada por su acompañante, que sólo esbozó una sonrisa.
Llegaron al final del recorrido, se encontraron con un hombre parado en una puerta que hacía ahí. Un guardia custodiaba la entrada.
Les pidió identificarse. Cosa que ellos hicieron…
-Pasen, los están esperando.
Ambos asintieron la cabeza y entraron. Detrás de esa puerta, había un despacho iluminado sólo con una lámpara de pie. Se sentía una calidez en el lugar.
Había un sofá al extremo del cuarto, un escritorio de roble muy grande, una biblioteca pequeña, un retrato de una mujer muy hermosa de cabellos verdes ondulados largos que portaba un vestido de la colonia.
Caminaron sobre la alfombre de color rojo oscuro y se sentaron en el sofá del extremo.
La joven pelirosa se encontraba intranquila. Debía contarle a ese sujeto lo que había visto, experimentado en el subterráneo…pero, también debía contarle lo de las bajas…
-Ya entró el señor, Tamao.-dijo el hombre alto sacudiendo un brazo de la mujer.
Ella levantó su mirada y encontró un par de ojos verdes que la miraban con preocupación.
Parándose de presto hizo una reverencia de respeto hacia aquella persona.
-No es necesario reverencias Tamao. Ryu, me alegro de que estén a salvo.-sonrió el hombre de verdes ojos.
El hombre, no, más bien un joven, tenía un acento inglés muy particular. Sus ojos y cabellos verdosos llamaban mucho la atención. Su rostro sereno, incapaz de mostrar enojo, era muy apuesto.
Sus ropas consistían de unos pantalones negros anchos al final, una camisa apenas visible de color blanco con un lazo delgado de color rojo en el cuello y un saco de color verde oscuro que resaltaban sus ojos.
-Muchas gracias, señor.-respondió Tamao todavía haciendo la reverencia.
-Ya te dije, Tamao. Llámame Lyserg….-dijo con una sonrisa en su rostro.- Ahora, cuéntame que fue lo que pasó. Recibimos una señal muy débil de tu transmisor. Dime.
-Hacía el patrullaje de costumbre y encontré a un licántropo impuro convirtiendo a un humano. Lo ataqué e eliminé al mounstro pero no me quedaron municiones suficientes para matar al otro. Así que lo dejé inconsciente y fui en busca de…Angelic y James…pero…per-dijo con la voz temblorosa la mujer de cabellos rosados.
-Están muertos.
-S..si –contestó la mujer. Apretando en relicario que aún tenía en su mano.
Un silencio reinó en la habitación.
-Ya veo, esos desgraciados están acabando sin sentido con nuestras tropas. Lo peor es que son los impuros…-dijo con cierta molestia el hombre de cabellos verdes.
-Se están multiplicando cada vez con más velocidad, mi señor.-habló Ryu, mirando sobre sus lentes oscuros.
-Entonces tendremos que eliminarlos a todos…por algo somos Cazadores.- caminando en dirección al escritorio, el joven peliverde se sentó en el y empezó a buscar algo en los cajones.
Tamao seguía con la vista perdida. Murmurando algo que ni siquiera Ryu podía interpretar y eso que su sensibilidad era muy poderosa a comparación de todos los agentes.
-Srta…-susurró el hombre alto.
Levando su vista poco a poco, la mujer le dedicó una leve sonrisa al hombre. Su guardaespaldas.
-No te preocupes, no pasa nada.-le dijo calmadamente.
El hombre del oscuro cabello sonrió con tranquilidad. Su protegida era de un carácter sorprendente.
-Bien lo encontré.- la voz del joven de ojos verdes los distrajo.
-¿Qué buscaba, mi señor?
-Debemos encontrar la guarida de los licántropos, Ryu. Este es un mapa que señala muchas rutas por las que han sido vistos: subterráneas, terrestres, marítimas. Incluso indica los lugares más recónditos de la cuidad de Tokio.
Ambos, Ryu con Tamao, observaban con atención lo que les mostraba el joven.
-Sólo es cuestión de organizarnos…pero con tantas pérdidas…-dijo suspirando pesadamente.- será difícil.
-Tenemos que capturar a uno, así podríamos interrogarlo…y luego acabar con él.-dijo con su expresión oscurecida la pelirosa.
El de ojos verdes sonrió a lo dicho por la chica.- La última vez que hicimos eso, Tamao. Más que interrogarlo, lo usamos como muñeco de experimentación dado a que se negó a hablar. Son muy leales a su clan…mismos perros…
-Entonces, que hacemos…-dijo el hombre del cabello oscuro cruzándose de brazos.
-Primero debemos conseguir armamento. Y mejorarlo. Han aprendido a esquivar y a soportar las magnitudes de las balas de plata, señor.-habló la pelirosa muy seriamente.
-Tendremos que recurrir a Manta y a Jeanne… ellos se encargarán de ese asunto.- suspirando nuevamente, el joven de ojos verdes se llevó una mano a la cabeza. Tenía que contar con la ayuda de esa mujer tan detestable.
-La doncella Jeanne, está en Tokio?.-preguntó la chica de ojos rosas tomando el mapa.
-No pero, si la llamo…puede que tome un vuelo de Inglaterra a Tokio. La situación lo amerita..-trató de convencerse a sí mismo el chico de verde cabello.-"Aunque preferiría no hacerlo…".- pensó.
La mujer miraba con detenimiento el mapa, ubicando el lugar exacto en donde ella había estado patrullando…debía encontrar un escondite cercano al sitio en donde encontró a la criatura.
-Pero dime algo, Tamao…-empezó a hablar el muchacho.
Ella miró a sus verdes ojos.- Que cosa, señor?
-Los atacantes son solamente licántropos…no es así?-preguntó con cierta suspicacia el hombre.
-Al menos los que han acabado con nuestros hombre, señor. Acaso tiene alguna duda…
-No, ninguna. Sólo quería asegurarme.-terminó el hombre, girando sobre su silla y dando la espalda a las otras dos personas.
Aquel hombre de cabellos verdes como sus ojos, gustaba de la intriga. A pesar de su corta edad de 20 años, eran propietario de una gran gama de servicios hoteleros en todo el país de Japón y su sede era Inglaterra, de donde era oriundo. Pero era también único heredero y miembro de su familia, con vida.
Encargado de los hoteles de día, de noche tenía bajo su mando una organización que tenía por encargo, eliminar toda amenaza que acabara con la vida tranquila de los habitantes de Japón.
Tenía a su cargo a muchos hombres y mujeres dispuestos a sacrificar sus vidas en pos de salvar otra. Con tecnología muy avanzada. Su organización era la sombra de toda civilización.
Él era el guardián de la ciudad de Tokio y sus seguidores, los cazadores.
Continuará…
Holas, aquí les traigo un nuevo fic. Está basado en la película UnderWorld, pero ojo, estaba basado pero no va a ser igual. Va a tener un poco de Tamao x Ren, Hao x Anna x Yoh, Lyserg x Jeanne, etc etc. Pero no va a hacer muy romántico, algunas cositas pero no mucho. Esto es más para quienes les gusta ver a sus personajes favoritos cosas que nunca harían.
Los caracteres de los personajes van a variar un poco. No me digan que Tamao no pelea, porque en el manga hay una parte corta, pero hay en la cual ella se defiende muy bien contra unas seguidoras de Hao.
Jejeje en cuanto al otro fic, lo voy a continuar, sólo estoy esperando un poco de inspiración jejeje espero que les guste. Please dejen review… chaufis n.n
