El Extranjero
Cuánto tiempo habrá pasado desde que el sueño lo venció en aquel puerto abandonado. Con el morral de almohada y tapado sólo con el gran saco que portaba, un joven de cabellos castaños cortos despertaba al fin.
Lavándose la cara con la cristalina agua, refrescándose y preparándose para otra de sus rutinas diarias. Cogió su mochila y la colgó en su hombro. Buscó aquellos audífonos que le sirvieron de mecedora para conciliar el sueño en una fría noche y se dispuso a irse. No sin antes despedirse del mar y agradecer al cielo por haberle dado un nuevo día de vida.
Saliendo del puerto llegó a las orillas de la ciudad. Donde ya en sus calles había personas circulando y puestos de servicios en orden y listos para su funcionamiento.
El bullicio de la ciudad, cómo lo odiaba. Precisamente por eso le pidió a su padre de pequeño que lo llevase a otro lugar. Donde la tranquilidad y silencio fuese lo primordial. Y su padre accedió a eso gustoso, llevándose a su esposa y sus dos hijos a las afueras de la ciudad. Viviendo sólo de lo que la naturaleza le pudiese brindar.
Más tuvo que volver a este lugar.- Hermano…-murmuró dando un vistazo a los altos edificios de la ciudad de Tokio. Apretando más su mochila, se adentró al lugar donde la desventura lo esperaría.
Lo primero que tenía que hacer era buscar otro lugar para hospedarse. Buscó un mapa de su bolsillo y trató de ubicarse en el. Muy bien, estaba cerca de un familiar conocido, podría ir y quedarse unos días. Claro, tendría que explicarle el porque de su visita pero…bien podría mentirle.
Las personas a su alrededor le observaban, no era común ver a un chico portar un saco tan grande y llamativo como el que tenía. Más aún parado en medio de una vía de tránsito. Rápidamente se dio cuenta en donde estaba parado y salió a la acera.
Las personas aún no quitaban su vista de él. Con una sonrisa en sus labios alzó su mano en señal de saludo a unas colegialas de instituto que no dejaban de mirarlo con embelesamiento.
-¡Hola!-dijo el joven castaño en una sonrisa alegre. Al instante las muchachas se ruborizaron y siguieron caminando apenadas.
Lo mismo hizo él. Preguntando direcciones llegó a un edificio de departamentos. De apariencia algo descuidada y estrecha, el muchacho se adentró al lugar.
En su mano tenía un papel pequeño y arrugado, en el cual su madre había escrito la dirección de este pariente: Silver Asakura.
-El tío Silva…se acordará de mí…-se dijo mirando la ya encontrada puerta del apartamento. Tocó tres veces la madera. No hubo respuesta. Una vez más…
-¿Quién es…?.-una voz se escuchó detrás de ella.
-Mi…Mi nombre es Yoh Asakura.-gritó el chico, haciendo salir a cuantos vecinos de sus "casas".- ¿Está Silver Asakura?
-Mmmm…¿Qué relación tienes con esa persona?.-la voz se tornaba molesta. Al menos eso pensó el joven de castaña cabellera.
-Soy…su sobrino…-dijo un poco cabizbajo.
-Mmm…dices que eres…espera un momento.-la voz calló en ese momento y ciertos ruiditos fueron escuchados. Movimiento de muebles y de otros objetos. Al fin cuando el ruido cesó. Un hombre alto y de cabellera alta abrió la puerta.
-Así que eres hijo de Keiko…-habló el hombre mirando al muchacho, que tuvo que alzar demasiado su cabeza. En verdad el sujeto era muy alto.-Pasa.-ordenó entrando a la habitación.
-Sí.-respondió Yoh siguiéndolo.
Era un apartamento mediano. Lo suficientemente espacio para que una sola persona viviese. Pero, estaba algo sucio y desordenado. Típico apartamento de soltero.
El hombre de cabellera larga y negra se sentó en unos de los sofás de estaban e hizo un ademán con la mano para que el muchacho hiciese lo mismo.
Colocando su morral en sus piernas, Asakura tomó asiento y se quedó mirando fijo a un punto del suelo.-Usted es Silver…entonces.-comenzó a hablar con cierta timidez el muchacho.
-Así es.-contestó el hombre con calma.
Yoh alzó su cabeza y observó los ojos de la persona que tenía al frente. Eran de apariencia dura pero, un cierto brillo en ellos lo hizo tranquilizarse. Después de todo este hombre era su tío y su madre le había contado muchas cosas acerca de él, a pesar de que nunca fue a visitarlos.
Quedaron un momento en silencio.- ¿Quieres algo de comer?-le preguntó Silver.
-No, no gracias.-contestó con una sonrisa pero un gruñido de su estómago le hizo ver todo lo contrario. El de cabello largo rió en buena gana.
-Ya veo…Venga, vamos a desayunar.-le dijo parándose y tomando una chaqueta que estaba cerca.- Conozco una cafetería que es muy buena y sirven comida de calidad…Kalim debe estar ahí…-habló algo pensativo.
Yoh lo miraba algo asombrado. No lo había cuestionado con preguntas, ni nada por estilo. Por lo contrario, estaba siendo amable con él.- Esta bien…- dijo, parándose y siguiendo al hombre alto.
Llegaron un local de comidas que era atendido por un hombre igual de alto y con la cabellera larga pero esta, era un poco ondulada. Además que su apariencia era menos favorable que la de su tío, dado que muchas mujeres fijaron su vista en el sobrino y en el hombre alto que lo acompañaba.
-Viniste a malograrme la imagen, no Silver?.-dijo fingiendo molestia el hombre de ondulada cabellera.
-Jaja, nada de eso, Kalim. Te presento a mi sobrino.-contestó riendo ante lo dicho por su amigo.- Ven Yoh.- indicándole que se acercara.- Yoh, te presento a Kalim, él es el dueño de este lugar. Kalim, mi sobrino, Yoh Asakura…
El hombre llamado Kalim observó al muchacho.- Con que él es el hijo de tu hermana…Mucho gusto.-dijo dándole una mano, que al instante fue recibida.
-Igualmente.-contestó en una sonrisa. Kalim le sonrió con simpatía. Les dio puesto en una mesa cercana y los atendió.
Unas cuadras más adelante se encontraba el majestuoso Hotel Funbari, tan lleno de vida y movimiento. En pleno centro de la gran ciudad de Tokio.
En el último piso de aquel lujoso edificio se encontraba la base de los Cazadores. Quien lo diría…a plena vista de todos, no necesitaban esconderse…y nunca fueron atacados. Los miembros de esa organización vivían ahí, todos bajo la protección del guardián de Tokio: Lyserg Diethel.
-Tamao…-unos golpeteos a su puerta no eran suficientes para que la belleza de cabellos rosa abriese su puerta.- Srta…Tamao? Está despierta...-la mucama estaba cansada de tocar. De su bolsillo buscó la llave maestra de todas las puertas y abrió con cuidado esta. Pero, no encontró a nadie en ella.
Dentro de una cámara de fuerza. Una mujer de atractiva apariencia realiza ejercicios físicos. Un hombre alto y de exagerada cabellera le supervisaba en todo lo que hacía. Dándole de vez en cuando los minutos necesarios para poder recuperarse.
-Ya es suficiente.-ordenó Ryu acercándose a la joven y dándole una botella de agua.
Ella no aceptó.- Todavía puedo…-dijo entre jadeos, sobándose una muñeca que había sido herida la noche anterior.
-No puedes.- y al momento cogió la muñeca herida, haciendo que la pelirosa diera un gemido de dolor.- ¿Porqué no fuiste a que te revisaran?-preguntó el hombre soltándola.
-No era necesario...-contestó ella.- Sólo fue una pequeña torcedura, bastará hielo.-habló parándose y tomando un poco de agua de la botella.
El hombre sonrió vencido.-Esa terquedad te llevará a la ruina.
Parando en seco de beber. La muchacha no lo miró más contestó: ¿No lo estamos ahora?...-diciendo esto fue a ducharse.
-Esa niña…-habló Ryu, empezando él su entrenamiento.
Era un plan que sucedía todos los días. Desde que le fue encargada la custodia de aquella muchacha, él siempre estuvo cuidándola. A los cuatro años de edad, Tamao Tamamura quedó al cuidado de Umemi Ryuunosuke, más conocido como Ryu.
Así fue siempre pero, la que una vez tímida jovencita que reía de vez en cuando pero cuya amabilidad cautivó a todos los que la rodeaban…se convirtió por desgracia del destino en una joven mujer ruda, seca e indiferente. Todo por culpa del…destino.
La desgracia cayó sobre esa niña desde su nacimiento, siendo muertos sus padres en una pelea de licántropos y vampiros. La verdad jamás le fue revelada, más fue cuando cumplió nueve años lo que la hizo cambiar radicalmente su estado y emociones.
Vio con sus ojos de niña, aún virgen a las calamidades de la vida, como está le era arrebatada a un ser humano a manos de un vástago maldito. Cómo fue que ella llegó a verlo, nunca lo dijo, fueron sus gritos de horror lo que atrajeron a los cazadores al lugar.
Ella quedó en estado de pánico después de eso. Rechazando cualquier contacto, salvo de su guardián. Que nunca se apartó de su lado, más con gran pesar en su alma, fue testigo del cambio de su protegida.
Se juró así misma ser una cazadora y eliminar al mundo de aquellas criaturas destructoras de vidas, que ya suficiente daño le habían causado aún sin saberlo. Entrenada por Ryu y aceptada con gremios entre sus compañeros. Convirtiéndose en la más apta, la más capacitada….la mejor.
-Más sólo el deseo de venganza es lo que la mantiene con vida…- murmuró con tristeza el hombre, dejando a un lado las pesas que de sus manos llevaba.
Una mujer de cabellos cortos rosados se alistaba después de una merecida ducha, a salir. Con un top de tiras blancas y un pantalón ceñido negro; y sus ya comunes de ver botas. Salió de la agencia sin decir nada a nadie. Sólo portando un arma escondida en su cintura y otra, una navaja, en su muñeca.
Se colocó una casaca del color de su pantalón y lo único que dejó explicado fue, que no le dijeran nada a su sempai.
Su cabello rosa brillaba en el sol, atrayendo la atención de los hombres que a su lado pasaban. Sus bellos ojos rosas estaban mirando de frente sin preocuparse de las indecentes miradas que en ella se posaban.
-¿Srta. Tamamura?
El escuchar su apellido la hizo detenerse en su paso. Volteó para encontrase con un par de ojos negros y un lacio cabello corto rubio. Un joven alto la saludaba con una sonrisa. El profesional en recursos: Oyamada Manta.
-Joven Manta…-susurró la joven sin mucho interés. El identificado se acercó a la muchacha, traía un portafolios en su mano y el traje sastre puesto.- Regresó de su viaje…-comentó la pelirosa.
-Así es.-contestó sonriente.- Iba a la agencia a hablar con Lyserg pero te vi y …-comenzó a sonrojarse un poco.
-Vengo de ahí, no estoy segura si el señor este…-habló la muchacha murando al joven rubio.
-Ya veo…-dijo Oyamada. Mirando los ojos de la chica.- ¿Haz tomado desayuno, Tamao?- preguntó inocentemente el muchacho.
-No joven.- como si fuese contestación a una orden, la muchacha habló.
-Entonces, si no fuera molestia. Déjame invitarte algo.- dijo con un ademán.
La muchacha sonrió un poco.-Gracias, joven.
Manta Oyamada sonrió ampliamente y condujo a la joven pelirosa a una cafetería cercana.
-Y dime que te trae a la gran ciudad, Joven Asakura.-preguntó Kalim al muchacho que veía lentamente de una taza de café.
Procesando velozmente la información en su cerebro. Asakura buscó una respuesta lo suficientemente convincente.
-Trabajo, quiero un empleo en este lugar.- dijo sin más y con una sonrisa tranquila.
-¿Un trabajo? ¿Aquí? Jajajaja.-rió el hombre de cabello ondulado. El otro sólo seguía tomando de una taza y escuchaba lo que decían.
-Así que Keiko te dejó venir a la capital, vaya, pensé que eso jamás pasaría.- habló animadamente Kalim.
Yoh rió un poco.- Mi padre la convenció de dejarme.
-¿Tu padre…Mikihisa?-preguntó algo nervioso y mirando al hombre que tenía a su izquierda.
-See…--contestó mirando su taza aún con aquel líquido. Su padre, una persona muy amable pero también muy misteriosa. Observando de reojo a su tío, Asakura lo notó algo pensativo.
-Y dime Silver, cómo llegó este muchacho a tu departamento.- le preguntó Kalim, tratando de cambiar la conversación.
-Hoy en la mañana, Kalim.-contestó como si nada el hombre de largo cabello, dejando la taza de lado.- Se apareció en mi puerta…-dijo sonriendo un poco.
-A ya veo…-luego mirando a Yoh.-Ojalá te quedes un buen tiempo.- le dijo en una sonrisa llena de sinceridad.
-Jejeje. Claro!.-respondió animado el joven de cabellos castaños.
-Espera, tendrás que pagar una…- cuando Silver iba a reclamar, algo lo cortó.
La campañilla que había en la puerta sonó indicando que habían nuevos clientes. Un joven rubio acompañado de una mujer de cabellos rosados, entraban y se ubicaban en alguna mesa disponible.
Los tres hombres que estaban en el mostrador voltearon a ver a los recién llegados. Más de uno se asombró por la belleza de la joven y por el porte que tenía el que la acompañaba. Kalim fue a atenderlos personalmente.
-Buenos Días.-saludó Manta con una sonrisa.
-Buenos Días.-replicó el hombre.-¿En que puedo servirles?-preguntó amablemente.
La pelirosa miraba todo menos a las dos personas que hablablan. Sus extraños ojos se posaron en un joven de saco crema que estaba sentado muy cerca al mostrador.
Sentía algo raro en él. Un mal presentimiento con respecto a esa persona y a la que lo acompañaba. ¿Qué será?-comenzó a preguntarse.
-Tamao…-llamó Manta atrayendo la atención de la mujer.
-¿Quién es él? –preguntó de frente a Kalim que se sorprendió un poco, ignorando al joven rubio.
-¿Él? –dijo mirando al lugar que le indicaba la joven- Ahh, es el sobrino de un amigo mío. Su nombre es Yoh Asakura.
La muchacha lo miró fijamente. En verdad había algo extraño en él. Más no dijo nada más. El hombre de ondulado cabello miró al rubio que sólo le sonreía nerviosamente.
-Al momento le traigo su orden, señor-diciendo este se retiró.
El joven de cabellos rubios cortos observaba a su amiga con la vista perdida en aquel sujeto. Una sombra de celos apareció en su rostro.
Ella estaba seria pero, decidió dejar de lado eso. Volteó a ver a su acompañante y le sonrió levemente. El muchacho se calmó y continuaron hablando.
Muy lejos de ahí, en la mansión de Faust VIII sumergida en oscuridad. Tres individuos planeaban en secreto el próximo movimiento para esa noche. La próxima captura.
-El blanco ya está en posición. Debemos buscar al individuo con nombre Yoh Asakura- habló una mujar de cabellera rubia y ojos como de hielo.
Un Hao estaba en las tinieblas sólo sirviendo de oyente ante la conversación de dos de sus aliados. Sus ojos cerrados pero con los oídos atentos, escuchaba con molestia lo hablado.
El joven de cabellos violáceos notó el extraño comportamiento del insolente pero decidió dejarlo así. Ya podrá después exigirle una respuesta a su actitud. Su objetivo principal era la captura de ese humano de sangre pura.
Nadie conocía su pasado, un día llegó a la pensión después de haber sido mordido por la vampiresa rubia. Sólo decía llamarse Hao…y fue así como se le fue conocido.
FIN del capítulo
Gracias a todos aquellos que dejaron review, ojala sea de su agrado. Cuidense chaufisss n.n
