La sangre llama
Sus ojos negros miraban con atención el elegante techo que estaba encima de él. Las luces opacas y cortinas cerradas, daban a la inmensa biblioteca, un aspecto lúgubre y misterioso. Cómo él.
Su largo cabello castaño caía por ambos lados de su cuerpo recostado en aquel sofá rojo oscuro. Una mano perdida en el aire, en búsqueda de algo invisible e impalpable, expectante…
Sus recuerdos eran amargos, preferibles de olvidar. Había pasado ya más de medio año desde que llegó a la mansión de Faust VIII. Su estado era impactante, sangre fresca en su cuello y; una mirada oscura y perdida. Ropas manchadas del plasma vital y; a su lado estaba la persona que fue causante de todo. Aquella mujer de rubio cabello.
Se mueve hacia un costado, para evitar que la tenue luz le cayera más en los ojos. Su mente divaga en los pensamientos que había tratado de callar desde que fue traído aquí.
Desde que la vio ese día, se enamoró de ella. Fue un capricho que le nació en aquella noche, en el primer bar al que entró cuando llegó a aquella gran cuidad. La hermosa apariencia, la fragilidad del cuerpo esbelto, la elegancia de su caminar…todo. El cabello rubio, largo y sedoso, perfecto.
No se había acercado a ella, la observaba desde lejos. Curioso en naturaleza, examinando minuciosamente cada detalle.
Afuera llovía, había entrado a buscar refugio y algo para que le abrigase el interior. Más se encontró con algo que le estaba avivando el alma. La belleza rubia, de fría mirada y encantos embriagantes. La contempló hasta que su vaso de licor le llamaba para otro sorbo.
Quedó pasmado. Engatusado por sus actos. Ella, refinada, estaba sentada en una de las mesas bebiendo lentamente un líquido de oscuro color. Miró a ambos lado del lugar. ¿Cómo era posible que nadie voltease a verla, acaso su apariencia no era ya de por sí deslumbrante?
Era su oportunidad. Nuevo o no en esta metrópolis, sus detalles para conquistar a las féminas no eran nada nuevos. Ella simplemente no se resistiría a él.
Tomando su copa, se acercó en pasos lentos a la mesa de la mujer, que al notarlo alzó su mirada. Lo comprobó: mirada de hielo.
- En un bar rodeado de hombres, no le sentaría mal la compañía de uno.- dijo sonriendo con picardía el hombre de largo cabello oscuro.- Le molesta si me siento y la acompaño.
Ella miró su vaso y entrecerró sus ojos en malicia pero, luego volvió a mirar los ojos negros que esperaban en respuesta.- Por supuesto…-dijo en pequeña sonrisa, acomodando sus largos cabellos con una mano.
El joven no tardó y tomó asiento a su lado. Miro la copa de la mujer.- Qué es lo que bebe, señorita.-preguntó al no reconocer el líquido de rojo oscuro color.
Ella sonrió coqueta.- Es especial.-contestó.- Me brinda calor en noches como esta.-dijo y tomó un sorbo largo.
-Mi nombre es Hao, Hao Asakura.-habló ni bien la mujer terminó de beber.- El suyo señorita…?-preguntó.
Calló un momento.- Anna Kyoyama.- En la posición sentada como en la que estaban, Hao tomó una mano blanca y la besó elegante.
-Mucho gusto.-replicó con la mano en los labios. Ese gesto fue de agrado para la rubia que lo miró divertida.
-De donde proviene usted, joven Asakura.- habló ella, mirando con interés al sujeto.
-De todas partes, señorita.- dijo en sonrisa.
-Como es eso.-preguntó ella, sin cambiar expresión en su rostro.- Que lo trajo a Tokio..
- Mis orígenes quedan allí, en orígenes. Vine a Tokio a buscar desafíos…pruebas en las que pueda superarme…-dijo observando el reflejo que causaba su bebida de él.
-Por eso vino a la gran cuidad..?- habló en ironía la mujer.- El típico muchacho de pueblo en busca del gran sueño.- río ella con disimulo.
Podría tomarlo como un insulto, pero era verdad. Más el cinismo de la joven lo hizo sonreír en igual ironía.- Tendrá mucha razón, mi bella dama, pero mis metas van más allá de ser el simple sueño de alguien del campo.
-Que ambicioso...-dijo ella sonriendo pícara.- Qué planea.?
Él le devolvió la sonrisa en igual forma.- Es un secreto, mi bella dama.- posando un dedo en sus labios.
Kyoyama rió divertida.- Que interesante, Asakura. Más veo en sus ojos…-observándolo detenidamente.-…que esa ambición, no es realmente de su interés…
-A que se refiere.- dijo Hao, apoyando una mano en su copa y jugando con los bordes de la misma. Esa mujer se le acercaba y lo miraba con embelesamiento.
-Me refiero a que…-sus ojos azabaches le miraron seductoramente.- esos ojos sólo reflejan tristeza y soledad…pero-dijo alejándose de él y retomando su postura.- son sus asuntos.-terminó seria.
-Eres interesante, puedes decir eso con solo mirarme a los ojos… -repicó él con interés.-…mi bella dama.-lo último dijo enfatizando bella.
Anna sonrió en diversión.- Puedo decirte eso y mucho más…y no sólo con mirarte a los ojos.- dijo con sus ojos negros seductores en expresiones.
Las insinuaciones de la mujer se hicieron más evidentes a medida que se hundían más en una conversación. Tanto ella como él, eran coquetos, seductores y amantes de la vida a tiempo completa. La sensación de sentirse vivos, a pesar de que uno de ellos ya no lo estaba.
Fue bajo la lluvia que él descubrió la naturaleza de aquella mujer. Un beso apasionado resultó ser más profundo de lo que pensó. Aquellos labios tentadores pasaron a su cuello desnudo mordiendo al principio de forma juguetona, a una fuerte y dolorosa.
La sangre en hilos corría por su piel, manchando la camisa azul oscuro que portaba. Con espanto, colocó su mano temblante en el lugar que le ocasionaba dolor. Su horror al ver la sangre en su palma, miró a la mujer con confusión.
Ella saboreaba sutilmente el líquido que resbalaba por su boca. Una mirada divertida en su rostro, altanera y maliciosa, se acercó en pasos lentos a él.
-Aléjate.-le ordenó, molesto.
-Tu sangre es una de las más deliciosas que he probado.-dijo ella.- No parece humana…-en sonrisa habló y sus ojos cambiaron a un color celeste claro. Su cabello rubio relucía a la luz de los faroles.- Me gustas…
Hao quiso retroceder unos pasos.- ¡Lárgate!-le gritó.
-Puedo decirte esto y mucho más.-citó.- tú no quieres que me vaya.-concluyó tranquilamente.
Cogiendo su cuello, recobró su postura elegante. La sangre no dejaba de fluir entre sus dedos.- ¿Qué diablos eres? –musitó.
Ella sonrió en placer.- Un ser que tiene el alma contaminada. Que trae perdición y desgracias con un beso apasionado. Soy lo que los humanos llamaban antiguamente, vástagos.
-Vás…ta…gos-repitió el sorprendido.- Eres…un-
-Una…vampiro, mi joven apuesto.- dijo, dejando relucir sus colmillos manchados.-Y tengo que llevarte conmigo...-acercándose tentadoramente al sujeto.
Sus blancos brazos pasaron por su cuello y con un beso apasionado cerró un trato que ni el mismo Hao estaba enterado. Poco después, cayó en repentino desmayo y con lo último en mente, aquella belleza rubia hipnotizándolo con un beso endemoniado.
Kyoyama se lo llevó consigo. Apareciendo él por primera vez en la impresionante mansión del médico sin escrúpulos. Inconsciente, totalmente dominado, entró al lado de la joven rubia. A su alrededor muchas personas le miraban interesadas.
-Y ese quién es Anna?- preguntó una mujer de negro cabello rizado.- Un juguete?-río.
La aludida la miró fríamente y sin mofa en su rostro-Eso no te importa, Celestine.- Le dijo dándole la espalda y siguiendo en su camino.
Su largo vestido negro de encaje era arrastrado por el suelo liso de la tremenda casa. A su costado, en trance momentáneo, estaba Hao Asakura. De pie y sólo siguiéndola a donde ella fuese.
La parte difícil había pasado, su objetivo en ese momento era: convertir a uno de los descendientes de Víctor…al humano del puro corazón. Satisfecho por haberlo logrado, Anna fue directamente con su superior para informarle la noticia.
Llegando a la gran pintura de la hermosa mujer rubia, la joven digitó los números y la imagen se elevó, dando paso a la puerta de roble.
Y ahí estaba. El hombre alto y rubio, de macabra sonrisa y de perversas intenciones. Apoyado en su escritorio examinando una probeta de líquido amarillento.
-Doctor Fausto.-habló la mujer en voz alta.
El aludido la miró del rabillo de los ojos celestes. Luego volteó en simpática sonrisa.- Annita…volviste pronto…
La joven asintió con la cabeza.- Sí, le he traído lo que me ordenó.- dijo mirando al de largo cabello castaño.
El médico lo miró en interrogante, frunciendo el entrecejo.- Estás segura de que me has traído lo que te he pedido…-decía observando detenidamente al joven.
-Si señor. He traído al descendiente del linaje de Víctor, el Asakura de sangre pura.- con la confianza notaria en su tono.
Fausto VIII caminó en dirección al hombre que parecía en estado de trance. Le examinó. Suspiró pesadamente.
-Annita…-dijo dulcemente, cosa no común. Un escalofrío recorrió la espalda de la mujer.- Me has traído a la persona equivocada…
Un asombro se observó en el rostro de la rubia.- Equivocado…?- repitió.-Pero señor, Usted no me dijo que tráigase al hijo último de la familia Asakura.-dijo cuestionante.
Un semblante oscuro fue lo que recibió de respuesta. Tuvo miedo. Ese hombre le había inspirado un temor y un respeto muy profundo, pero su horror hacia él era mayor.
En un momento, el hombre que la acompañada estalló en macabra carcajada. Ría de la incompetencia de la muchacha.- Claro, Claro…jajajaja claro que me haz traído a un Asakura…jajajaja-siguió riendo.- me haz traído…a uno de los DOS descendientes jajajaja.
Ella le quedó mirando atónita.- a uno de los dos…-dijo.
La risa malévola empezaba a apaciguarse en la habitación.- Si querida…me trajiste a uno de los gemelos Asakura…-habló fingiendo calma.
Se dio cuenta de su error. En los informes que se le habían entregado, lo decía claramente: dos varones de la misma familia. Ambos gemelos. ¿Cómo no pudo darse cuenta antes?...Espera…
-Doctor...-se atrevió a hablar la rubia de ojos fríos. Pero él la interrumpió.
-Querida mía, me trajiste al gemelo equivocado…-con amabilidad que provocaba miedo, habló el doctor. Kyoyama se quedó en blanco. –Pero, no te preocupes.-continuó.- Volverás otra vez a las calles y me traerás al adecuado…él te ayudará.- finalizó señalando al hipnotizado Hao.
La rubia volteó su vista al sujeto.- De que nos puede servir señor.-preguntó.
El hombre rió.- Sabes de que?-le decía mientras volvía a examinar la probeta del principio.- Su sangre va a hacer la que atraiga a su gemelo…lo usaremos hasta que aparezca el indicado…-dijo arreglándose las gafas sin marco redondas.
-Entiendo.
-Entrénalo bien…-volvió a hablar el médico rubio.
-Ren se encargará se eso.- decía ella con sonrisa en sus labios carmín.-Más bien señor, qué haremos con sus recuerdos…-en tono un tanto preocupado.
Otra vez la risa retorcida volvió.- Jajajaja Querida mía, ves lo que tengo acá? – mostrando la probeta del líquido amarillento.- Esta sustancia le bloqueará gran parte de su memoria. Algo muy parecido a como si hubiese tenido un accidente…
-Doctor, usted ya estaba preparado.- habló, recordando que cuando entró al laboratorio, el médico ya tenía aquel líquido con él.- Acaso ya prevenía mi fracaso…-dijo en ironía la muchacha.
Fausto sólo le devolvió la sonrisa. Talvez había fallado en su misión, pero había ganado un buen adepto. No será el individuo indicado, más podría servir de algo. Se lo llevó con ella cuando salieron de aquel lugar.
Con roce en su rostro lo volvió a la realidad. Como si hubiese despertado de un largo sueño, el mayor de los Asakura abrió los negros ojos y lo primero que vio fue a la belleza rubia frente a él.
-Que me ha pasado…-desconcertado a la visión, preguntó. No obtuvo respuesta.- Quien eres…
Ella se miró y besó apasionadamente. Impactado al principio pero, pronto dejado guiar por aquellos labios. Se sumergió en lo que sería su perdición desde ese momento.
Abrió sus ojos, otra vez había soñado con ese día.
Sus ojos oscuros brillaban intensamente. Con ironía sonrió recordando con total lucidez lo dicho por el médico. Ellos, tanto el desgraciado médico como la rubia, habían pensado que se habían desecho de sus memorias cuando bebió aquella grasienta sustancia.
-Se equivocaron.- sus labios esbozaron esas palabras. Asegurándose desde antes de que estuviese sólo en ese salón, Hao tomó una postura sentada.-Recuerdo todito, todito.-río solo.
Habían pasado más de medio año, de verdad creyeron ser lo suficiente poderosos como controlar la mente de uno de los descendientes impuros del gran Victor…pensó en ironía el sujeto. Escuchar que buscaban algo, el que él estuviera involucrado…aquel afán descontrolable del médico repugnante.
El buscar al humano de pura sangre. A su hermano y gemelo, Yoh Asakura.
Si mantuvo silencio durante esos meses fue porque, quería averiguar las razones para las cuales querían al muchacho. Si bien la relación con su hermano no fue de toda maravillosa, desde niño había existido ese instinto sobreprotector sobre aquel hermano suyo tan distraído e inocente.
Sonrió para sí con el recuerdo de los audífonos naranjas del pequeño que en su niñez lo acompañaba. Con amargura, su memoria lo llevó a los momentos en que, por un repentino impulso de la juventud, viajó a la capital en busca de mejor futuro. Y la tristeza infinita que observó en el semblante igual al suyo al irse.
Pese a sus intentos, la forma tan discreta en que fueron asignados sus casos le negaron intento de conocer más. Sólo Ren y la rubia tenían acceso al laboratorio y él, estaba completamente seguro de que ambos sujetos conocían los propósitos del VIII.
-Basta de divagar en recuerdos…-se dijo moviendo su largo cabello a un lado de su cuello. Sintió la puerta de la gran habitación abrirse. Los ojos dorados le miraban desde ahí. El de cabellos castaños le saludó con débil sonrisa.- Que tal, Ren.
El aludido lo miró serio.-Es hora de irnos.-le ordenó tanto en voz como en fría mirada. El colgante de su cuello brillaba bajo la tenue luz. Los cabellos violetas caían tapando los ojos, los brazos caían a ambos lados del cuerpo y el porte altanero siempre presente. La mirada dura, fría y sin expresiones, a Hao no le dio otra que obedecer.
En el tiempo en el que se le fue introducido al muchacho, era menos expresivo de lo que era ahora. Parecido a un robot, ni sentimientos ni emociones rondaban en su ser. Nunca hablaba, sólo se limitaba a cumplir con los mandatos que se le imponían, sin objetar ni cuestionar.
Más en los días siguientes que estuvo con él¿qué será, empezó a manifestar reacciones que nunca había tenido. Como arte de magia, o simplemente el encanto que aquel hombre de cabellos castaños poseía, lograba sacar en Ren uno que otros comentarios cortos de palabras pero de grandes significados.
Poco a poco, mientras el supuesto entrenamiento se realizaba, pudo conocer el pasado de aquel gato de ojos dorados. De la boca del mismo.
-Que esperas, muévete.- fue lo que dijo el muchacho de semblante frío al salir por la puerta.
Un suspiró salió de la boca de Hao. Tanto tiempo ha pasado, le había confiado tantas cosas importantes y seguía tratándolo de una manera tan poco afectuosa.- jajajajaja .-río para sus adentros. Divertido ante el comportamiento del chino, él hizo lo mismo, siguiéndolo a lo que sería otra noche de caza.
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-Todo listo.
Una mujer de rosa cabello se alistaba para una noche de vigilancia. Con el arma en su lugar, además de contar con otro tipo de armamento, ella se disponía a cumplir su labor.
Debía permanecer atenta, por sobre todo esta noche. Su sangre hervía en sus venas. Algo muy dentro de ella le gritaba que algo iba a pasar. Llámesele sexto sentido, pero sus corazonadas jamás fallaban y era lo que para esa mujer de rosas ojos, en lo que más confiaba.
Ryu a un lado de la puerta la esperaba también con todo lo que podía necesitar para ese "día".
-Entonces vamos.- le dijo.
-Sí.-contestó ella. Colocándose la larga capa negra que completaba su traje de ajustado material.
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Lo siguió hasta el apartamento, el lugar que sería su hogar hasta que pudiese encontrar otro. Más debía agradecer la hospitalidad que su tío mostraba. Otro lo hubiese botado ni bien abierto la puerta.
-Acá podrás dormir, Yoh.- acomodando unas cuantas sábanas y almohadas en uno de los amplios sofás de la sala. Silver, le hablaba a un despistado Asakura desde el otro lado de la habitación.
-Gracias, tío.- contestó el muchacho de corto cabello.
-Decirme Silver es suficiente.- le decía sonriente el de largo cabello negro.
Le devolvió la muestra de afecto.- Gracias.
-De nada, pero…déjame decirte que gratis aquí no vivirás jejeje.
La sonrisa desapareció dando lugar a una mueca de gracia.- Me lo esperaba…je.
Fin del cap
Holas y sorryyy por la demora en la actualización, culpen a mi flojera ella es la que me dice que me vaya a mi cama a visitar a Morfeo y olvide lo que dejo pendiente jejeje pero aki hay otro capitulo, ojala que sea de su agrado.
Y auque pareciese que no fuese un Ren x Tamao lo es! sólo que le meto un poco de trama a la historia sino no tendría sentido jejeje ya en el prox cap habrña algo de ellos XD sean pacientes
