Paso Primero
Los tacones resonaban en el pasillo. Pasos apurados y decisivos. La mujer de tez blanca y cabellera rubia, andaba en busca de sus dos compañeros para esa noche.
Si bien Anna Kyoyama no era precisamente una guerrera, sus artimañas consistían en la búsqueda de información usando como medio, la seducción natural que ella emanaba. Fue así que logró ser una de las favoritas por el dueño y señor de la mansión, Faust VIII.
Aunque eso no era no objetivo primordial.
- En dónde se habrán metido…-masculló mientras seguía caminando.
Siguió en su andar algo pensativa. Dobló una esquina y llegó al gran salón principal. Ahí los encontró. Un hombre alto de buenas facciones, con cabello largo oscuro y capa que le llegaba hasta los pies. Y se sentado, sin apartar la vista del suelo, Ren Tao ocultaba su vista con los mechones violáceos de su revuelto cabello.
El alto de largo cabello volteó al sentir la presencia de una tercera persona.- Te estábamos esperando.- dijo, haciendo que su voz grave y sensual hiciera eco en el deshabitado salón.
Ella como siempre había sido, no prestó atención y habló directamente hacia el que estaba sentado.
- Ren…-le llamó.- Aquí tienes parte de la información que pude conseguir con referente a nuestro blanco. Le entregó unos papeles.
Su brazo alargado quedó flotante unos segundos. El joven no la había escuchado, al menos eso pretendía. Molesta le arrojó los papeles en el regazo. Este le alzó la cabeza.
-…Qué te pasa…-habló con claro tono de fastidio.
La rubia mujer le devolvía un semblante de arrogancia.- Presta atención cuando te están hablando…- el muchacho sólo la miraba con seriedad y ceño fruncido.
Hao reía discreto.- Ya, ya…-decía.- Ren, haznos un favor un revisa esos papeles.- moviendo una mano, señalando lo que tenía en el regazo.
El violáceo le hizo caso. Cogía cada hoja y con los ojos dorados entrecerrados, leía lo que tenía en ellas.- Son sólo… frivolidades…- dijo como conclusión.
El comentario molestó aún más a la mujer. Suspiró profundo y le arrebató los documentos.- Aquí esta escrita la dirección en la que se encuentra actualmente. Está viviendo con un familiar…-Hao la observó interesado.-…un tío, no estoy segura.
-Así que es verdad. Ha venido a está ciudad…-se dijo mentalmente. Con pesadumbre en el tono.
El muchacho violáceo observó de su lugar el semblante del de descarado carácter. Algo extraño ocurría con él, no es costumbre de ese individuo el pensar mucho. Sólo cuando tenía alguna maldad por hacer.
Se levantó de su asiento y tomó una chaqueta que había estado a su lado. Se la colocó y se acomodó unos guantes sin puntas.
Nos vamos.-habló en tu típico tono frío de voz.
Kyoyama se limitó a darle detalles, que esta vez sí fueron escuchados con atención.-Hao, irás con él.-no preguntó, ordenó.
Al escuchar la voz de la mujer que siempre había considerado sensual, sonrió.- Acaso no lo he hecho antes, Annita?-contestó con sorna.
La expresión seria no varió.-No vayan a morirse de nuevo que tenemos mucho que hacer.- habló y dándose media vuelta regresó por aquel pasillo oscuro por el que había salido.
-Nunca ganaré con esa mujer…-dijo rascándose la cabeza y suspirando. La sonrisa no abandonaba sus labios.
-Hao…-le llamó su compañero desde la puerta.
-Si, si. Que paciencia…- decía mientras caminaba a la dirección de donde lo llamaban.- Esta será una larga noche…
En un descuidado y de amarillentas paredes, recostado sobre un viejo sofá, Yoh Asakura veía el dar vueltas del ventilar a punto de caerse.
-Afuera hará frío…aquí la historia es otra…-comentó abanicándose con un pedazo de papel. La camiseta blanca que vestía, le quedaba holgada y le era cómoda para entonces.
Posó una mano sobre su frente, cansado. Sentía una gran agitación por dentro y algo que le quemaba la piel.
-Yoh.-llamó su tío del marco de la puerta.- ¿Te pasa algo?-preguntó al notar el incesante movimiento del papel para refrescarlo.
El de cabello corto marrón miró al hombre.-¿No tienes calor?- dijo dándole una vista a la vestimenta de su familiar. Una chaqueta gruesa con una chompa de cuello alto y unos pantalones que parecían abrigadores.
Silver lo miró confuso.- ¿Calor…? Pero Yoh-le señala un termostato que estaba fijo en la pared. Señalaba que la temperatura era baja en ese momento.- ¿No estarás enfermo?
-Nunca antes me he enfermado.-le respondió con simpleza.- Debe ser que no estoy acostumbrado al clima de esta ciudad.
-Tokio es un lugar muy frío, Yoh.-comentó acercándose a una ventana.- Acabo de recordar, quería que fueras a la tienda que está en la esquina, tu sabes que bodega es.- agregó al ver la expresión en el rostro del muchacho.- y me traigas esto.- terminó dándoles una lista.
-….Tanto?- preguntó Asakura al recibirla.
-Te recuerdo, que hay una boca más que alimentar.- señaló el de cabello lago. Yoh rió al recordar a su madre cuando regañaba a su padre. Le decía cosas así. Y escuchar ese hombre con esa frase…le provocó risa.- ¿Qué te pasa ahora? – confuso al notar la disimulada risita que desprendía del trigueño.
-Nada, nada.- se levantó y cogió una chaqueta. Aunque no la necesitaba, seguía sintiendo calor.- Ya vuelvo.
Y cerró la puerta, saliendo del apartamento.
-Menudo el hijo de mi hermana…- dijo Silver al ver irse al joven Asakura.
Los cabellos cortos rosas "volaban" a la helada brisa de la noche. En la azotea de un edificio, el servicio de los Cazadores daba inicio.
No estaban en ese lugar por simple casualidad. Los intentos naturales de la mujer los habían traído hacia allí. A su guardián y a ella.
-Tamao…-susurró el hombre ante el silencio que se había formado.
La muchacha estaba de pie a su lado y sostenía con firmeza su arma. Los ojos determinantes estaban quietos en una dirección. Parecía desconcentrada pero logró escuchar al hombre.
-Que pasa, Ryu.- lo miró. Su voz sonaba tranquila.
-Nada, quería saber si estabas atenta.- le dijo. Aspiró un poco de la colilla de su cigarro.
La joven de amatistas ojos parpadeó un par de veces. Volvió su vista al frente, pensativa y ansiosa. Otra vez, sentía que la sangre le hervía y sus sentidos estaban inquietos. Expectantes, algo debía de pasar esta noche.
Desde hacía mucho tiempo que no tenía esta sensación. No desde la muerte de sus padres. Y a los cuatro años fue dejada en custodia de aquel hombre. Umemi Ryuunosuke, guardián, protector indispensable, padre…pero aún así, humano con grandes fallas.
Sacudió su cabeza de un lado para otro, atrayendo la atención del sujeto.
-¿Pasa algo?- preguntó incorporándose de donde estaba sentado.
Ella se movió de la pared de la cual estaba recostada y caminó a la orilla del edificio. Observando las calles desde esa altura.
-Aunque diga que hay que alimentar otra boca…esto es demasiado…- comentó mientras se dirigía a la tienda.
La campanilla de la puerta sonó, indicando que alguien entraba.
-Buenas noches.- saludó el encargado de la tienda. Era un hombre mayor.
-Hola…-saludó con simpática sonrisa el muchacho y se dispuso a comprar lo que le habían pedido.
Al cabo de unos minutos escuchó la campanilla. No prestó importancia, así que al terminar de colocar los paquetes de compras en el cesto que había cogido. Fue a la caja a pagar.
-Nada más va a comprar.- preguntó amablemente el cajero, que era el mismo anciano.
-Jeje no nada más, señor.
Sintió algo frío que le recorría la espina dorsal. Tuvo la extraña impresión de que había alguien detrás de él.
Volteó ligeramente tu cabeza para encontrar un par de ojos dorados que le miraban intensamente. Se asustó ante la mirada penetrante y soltó una risita nerviosa, así que de nuevo le dio la espalda.
Afuera de la tienda había un hombre de cabello largo que aguardaba impacientemente la salida de su compañero.
Ocultando su rostro con el cuello alto de la capa, Hao Asakura pensaba como hacer para que su hermano gemelo no lo reconociese.
-Demonios…le dije a Ren que era mejor cogerlo desprevenido…para luego doparlo…maldito…- murmuraba a la par que movía un pie incesantemente.
-Cálmate.
La voz repentina de la mujer rubia lo distrajo.
-Y tú… ¿en qué momento llegaste?- le preguntó con cierta molesta involuntaria.
Ella le miró despectiva.- Estás tenso…eso es muy raro en ti, Hao…-dijo su nombre con cierta sensualidad propia de la vampireza.
El mayor de los Asakura sonrió con sorna y los ojos se llenaron de malicia.- Cómo me provocas…-trató de acercarse a ella pero esta le evitó.
-Iré a ver a Ren.-y entró por la puerta.
El semblante burlesco volvió a uno serio. Lo iban a descubrir, eso temía.
La campanilla de la puerta dio un tercer repique.
El violáceo la miró de reojo. Ella le llamó para que se acercase. Cuando se apartó del muchacho trigueño, la rubia pudo observar por pocos segundos el rostro del joven.
El parecido era increíble, el gemelo Asakura, al que debió traer desde un principio. Ahí, en una misma habitación que ella.
Cómo era posible que Ren no se haya inmutado ante tal semejanza con el descarado.
-Ese es…- susurró ella.- No vayas a hacerle daño, sino…- le dijo al muchacho ni bien estuvo frente a ella.
-No le haré.-le cortó.- Es hora de llevárnoslo.- diciendo esto, dio un golpe fuerte a uno de los estantes haciendo que callesen uno detrás de otro.
El ruido alertó tanto al joven trigueño como al anciano que intento tomar el teléfono para llamar a la policía. Más un brazo le detuve.
La hermosa mujer rubia le sujetaba fuertemente y con sus ojos, negros y vacíos lo hizo caer en profundo trance.
Asakura Yoh miraba atónito como el viejo caía al suelo dormido. Colocó una mano en su pecho. Era de nuevo la agitación que se hacía presente y el calor que antes había abandonado su cuerpo, volvía en mayor intensidad.
-¿Lo vas a dejar vivo?- preguntó seriamente el muchacho de brazos cruzados.
-Bueno…eso depende.- miró al Asakura que estaba al frente de ella.-…depende de la resistencia que ponga este muchacho.
-Qué…-dejó escapar nerviosamente.- quienes…son…que…
No tenía escapatoria. El violáceo cubriéndole la única salida y con la mujer rubia al frente de él bloqueándole también el teléfono, no tenía como salir de esta.
-Ren…-llamó Kyoyama.- Hazte cargo.
-Hmp, tú no me das órdenes.- le contestó molesto. Ella no se inmutó.
Avanzó hacia el muchacho que no lograba a entender que querían con él. Con la miraba buscaba alguna esperanza de salir de ahí.
Los ojos dorados como de gato le intimidaban y le profesaban temor. Notó una extraña arma en el cinturón del que lo iba a atacar.
-No te opongas, o el viejo morirá.- amenazó fríamente.
El muchacho miró por el rabillo del ojo como la mujer cogía y alzaba del cuello al hombre inconsciente.
-Maldita sea…-pensó.- Qué demonios…hago…m…-su mente ejercía ideas con velocidad. El calor y la agitación no se iban.
El ardor le quemaba la piel. ¿Qué le pasaba!
Un estruendo fue escuchado en las calles, atrayendo la atención de las tres personas en la tienda.
-Hao…-murmuró por lo bajo la mujer. Alcanzando a oírla con suma sorpresa el trigueño.
Cuando iba a abrir la boca para preguntar el porque esa joven sabía el nombre de su hermano, un objeto pequeño fue lanzado por la puerta. Segundos después, estalló en una nube de humo.
Aprovechando la confusión, Asakura decidió escapar. Sus pasos fueron rápidos y torpes a medida que se hacía camino a través del desorden provocado en el lugar.
-No escaparás.- gritó el violáceo sacando su arma y disparando al vacío. Dándole con aparente certeza en un hombro al muchacho.
Ahogando un grito para que no lo escucharan, colocó una mano en su hombro herido y salió de la bodega.
Lo que lo esperaba afuera lo dejó atónito.
Lo que parecía ser un animal bípedo peleaba con gran destreza contra un sujeto en capa.
El hombre poseía gran destreza y ataca al animal fieramente. Pero en un descuido provocado por la presencia de una tercera persona ahí, hizo que fuese atacado y lanzado violentamente contra el gran ventanal de la tienda. Destrozando el fuerte vidrio antibalas por el impacto.
Sintió su boca temblar y el sudor frío que cubría la piel quemante.
Un aullido fue escuchado. La bestia avanzaba lentamente hacia él mientras que de sus grotescas fauces recorría un desagradable babeo.
La sangre no dejaba de fluir del hombro herido y la criatura iría por algo más.
Corrió con todas sus fuerzas. Jadeante, sin fuerzas. El miedo no lo abandonaba al igual que el animal que lo perseguía a gran velocidad.
-Mier…me va a alcanzar…- Pensó como pudo en su carrera.- Me va a matar…me va a matar…-seguía repitiendo con terror.
Llegó a la puerta de la entrada del edificio en el que vivía pero paró en seco. No podía subir, pondría en riesgo la vida de su tío.
La criatura seguía tras de él.
Saltando sobre botes de basura, se adentró en un callejón sombrío. Buscó como pudo una de esas escaleras de emergencia al no hallarla, perdió esperanzas de salir con vida.
Y fue atacado.
La bestia de grueso pelaje saltó por encima de él. Era su fin.
Más un disparo le dio de llano en la cabeza. La sangre salpicó en el rostro del muchacho cuya herida sangrante le provocaba gran dolor, más en este momento todo su cuerpo se había quedado inmovilizado.
-Que diablos…está pasando…-susurró en su miedo tocándose la cara y asqueándose por encontrar aquel líquido vital en ella.
Una figura apareció de entre las sombras. Los pasos que daba eran cortos y sonoros.
-Por poco.- fue lo único que dijo esa figura.- ¿Estás bien muchacho?- la misma voz amable le preguntó.
El menor de los Asakura cayó de rodillas al suelo. Mirando perplejo sus manos que no dejaban de temblar.
- Estás herido.- la misma voz masculina habló al notar la herida del joven.
El hombre suspiró pesadamente al no escuchar reacción por parte del de corto cabello marrón.
-Qué…qué era…eso…-la voz empequeñecida de Yoh hizo eco en el callejón oscuro.
-Eso era un licántropo.
Una tercera voz se hizo escuchar. Esta vez una femenina. La esbelta figura de la pelirosada hizo su aparición desde la entrada del callejón.
-Un… qué…-preguntó con claro temor en el tono.
La muchacha se acercó al cadáver de la criatura que aún daba señales de estar con vida. Con desprecio en su mirada sacó su arma y apuntó al cerebro.
Tres disparos de bala de plata y la criatura murió miserablemente.
-¿Era necesario?- preguntó con reproche el hombre alto.
-Siempre lo es.- contestó la jovencita de rosa cabello.
-Bueno…Tamao.-llamó el sujeto.-Al parecer ese licántropo perseguía a este muchacho.-dijo mirando al trigueño que estaba en el suelo.
La pelirosa lo miró. Sus ojos se abrieron un poco al recordar en donde había visto ese rostro antes.
-El tipo de la cafetería…-dijo para sus adentros.
Y al parecer él también podía recordarla.
-Tú…
Un golpe les advirtió de la presencia de otras tres personas más. Con el cuello de la tapa cubriéndole gran parte del rostro, estaban allí Hao, Anna y Ren, con la mirada determinante en llevarse al muchacho de temeroso semblante.
-Vaya vaya…que tenemos aquí…-murmuró en voz grave, el más descarado.- Pero si un Cazador…-habló con sorna.
Tamamura sostuvo su arma con firmeza, estaban en desventaja. Eran tres contra dos y un humano al cual defender. Más no se rendiría.
-Muévanse.- la voz fría de la mujer, que heló la sangre del trigueño se escuchó.
El violáceo quedaba en silencio. Sólo actuaría si era necesario. Al fin y al cabo eran tan sólo dos simples humanos con juguetes por armas. Nada comparado a la fuerza extraordinaria de un ser sobrenatural.
Un disparo le rozó la mejilla. Más no logró hacerle daño. Su vista encontró la rosa de la mujer que lo apuntaba con precisión.
La examinó por unos segundos. Una humana.
-Corre.- le ordenó la de rosa cabello corto al muchacho que la miraba con confusión en su rostro.
Yoh se paró con las piernas que le temblaban.
-Ja, crees que lo dejaré escapar.-habló con tono de voz amenazante el de cabello violeta.- Y tú…-señalando a la mujer con su arma.-…acabaré contigo por tu osadía.
-Acaso no escuchaste…-murmuró con su dulce voz.- CORRE.- el tono cambió drásticamente al gritarle para que escapase.
El muchacho fue hacia el lado en que se encontraba el hombre alto. Lo miró y este le cogió de un brazo, cargándolo al hombro.
-Me lo llevaré.- empezó y mirando de reojo a la muchacha.- No te vayas a morir todavía.- sacando de su chaleco una especie de pistola con un agregado y la disparó hacia un techo. Una cuerda metálica salió de el, elevándolo con rapidez tanto al él como al muchacho.
-Demonios…-murmuró la rubia.- Y yo que no quería correr…- habló con tono de aburrimientos propios de Hao.
-Vayan tras él.- ordenó el de dorada mirada.- Tengo asuntos aquí.- mirando con el ceño fruncido a la mujer que lo observaba con simpleza en su rostro.
-Mátala, no la conviertas en tu juguete…que para eso hay muchas…-agregó Hao con malicia. Desapareciendo junto con la rubia en un instante.
-Eso jamás…pero, me divertiré…- de su cinturón sacó una pequeña daga, que de un tirón se convirtió en una espada larga.
Tamao sólo le miraba, sabía que esperar de esa "criatura". Los ojos ámbar le resultaban inquietantes y eso no le agradaba.
Con sólo su arma como único medio de ataque, en aquel callejón oscuro, esa noche correría sangre. No sólo humana.
- Te mataré.
CONTINUARA
Holas, muchas gracias por las personas que me dejan reviews con sus comentarios aprecio mucho .Y para los que estaban esperando que este fic fuese un Ren x Tamao, les tengo la noticia que a partir del capítulo siguiente la trama será centrada más en ellos n,n Ya era hora jejejej
En fin muchas gracias y ojala les guste este cap Byes
