Seguramente, seguramente…

-Te mataré.- sentenció el hombre frente a ella.

Los fríos ojos ámbar la recorrieron entera. Pero, ¿que debía temer? No era la primera vez que se enfrentaba a un ser con estas características tan sorprendentes más, que era ese sentimiento que le helaba los fluidos con el sólo echo estar en su presencia.

Lo miraba seria, sin inmutarse ante las palabras antes dichas. Con la capa ondeante con el viento y empuñando con firmeza el arma, Tamamura estaba lista para emprender un ataque si es que el enemigo atentaba contra su vida.

Lo importante ahora era que, aquel blanco fuese puesto a salvo. Tendría tiempo después para interrogarlo y si era posible en caso de ser culpable…matarlo.

- Con el arma de balas de carga líquida, no puedo hacerle frente a un vástago pero, el impacto que podría producir contra la piel sería suficiente…- murmuró a la vez que cargaba una munición en la pistola.

Tao la miró desentendido. ¿Con quién diablos estaba hablando aquella mujer? Acaso murmuraba sus planes en contra de él en voz alta…sí que iba a perder.

Una mueca se formó en su rostro, caminó lento en dirección hacia ella. Su objetivo: acorralarla y evitar que huya.

-Carga lista, blanco en posición, sin distracciones presentes.- volvió a hablar como si la presencia de aquel individuo fuera solamente una ilusión. Apuntaba directo al pecho, preparada. Sus ojos rosas se notaban vacíos y cansados, más le miraban fijamente.

-Que diablos murmuras…- dijo exaltado ante la poca animación de la pelirosa. Tomó con fuerza la espada y paró en seco a pocos metros de ella.

-Número de cazador el 00520, Número de víctima la 1500…- sus palabras eran de tedio escuchar para el hombre que, "ofendido" le reclamó.

-Estúpida, quien te hace pensar que seré tu próxima víctima…. No me subestimes simple humana.- y en un arranque se dispuso a atacar. Elevando su espada sobre su cabeza, el joven de violeta cabello en un salto se aproximó a la muchacha que seguía muy calmada ante la situación.

-Iluso.

Un disparo fue escuchado en el desolado callejón. Corto y seco.

Tamamura había disparado contra el vampiro pero este astuto había bloqueado el impacto con la espada al interponerla entre él y su cuerpo.

-Te lo dije, no subestimes ni a mí ni a mis armas.- habló a la vez que de un tirón la espada recobraba la forma que antes lisa había quedado magullada. Más volvió al estado inicial.

-Primer disparo fallido.- murmuró la mujer. Desesperando al hombre que no dudó en volver dar inicio a su ataque.

Esta vez pudo rozarla y ver caer de la pálida piel, hilos de sangre.

-Eres rápida.- le dijo en sorna. Su mirada de oro, altanera y soberbia, la observaban de reojo.- Al menos logré que te movieras…- continuó, posando la espada en su hombro.- Te daré de pleno, te voy a matar.- los ámbar ojos brillaron intensos.

Se cogió la mejilla, limpiando el rastro de sangre que de ella corría. Miró fijamente su mano manchada, sintiendo asco del sólo verla así. Entrecerrando el ceño, Tamao apuntó nuevamente su arma contra el violáceo.

-Segundo disparo fallido.- volvió a murmurar pero esta vez con más fuerza en el tono.-Queda una sola bala…-pensó la muchacha. Calculando que si volvía a equivocarse, tendría que pelear cuerpo a cuerpo. Pero si conocía una de sus debilidades era que por más que quiera, su fuerza física no se igualaba con la de un ser inmortal.

-Prepárate.- corrió velozmente hacia ella. Con el arma extendida, la lanzó de lleno en la cara. Si la tocaba, le atravesaría en rostro. Al mismo tiempo en que el joven lanzaba su espada, la pelirosa disparó su última carga.

No iba a darle, había fallado.

Un nuevo disparo desvió el curso de la espada, clavándola en el asfalto. Tamamura miró en la dirección de donde habría provenido la bala.

Ojos verdes al igual que el cabello. Con un abrigo que le cubría del cuello a los tobillos, un hombre alto apuntaba directo a la cabeza del atacante de la mujer.

-Señor…-murmuró la de ojos rosas en cuanto vio al sujeto.

-Otro desperdicio.- habló el de frío semblante.- Mientras más mejor, puedo con todos…- agregó el vástago..

La voz del recién llegado se hizo escuchar, resonando en el callejón, fuerte y amenazadora.

-Estas no son balas de plata, te pueden hacer mucho daño…si me lo propongo.- su ver siempre amable, varió a uno inanimado cuando chocó con el par de ojos dorados. Este sólo le devolvió la mirada de forma temeraria.

-Atrévete…-le contestó con enfado y sonrisa burlona en el rostro.

La mujer miraba atenta a lo que su superior hiciese. No quería que interviniera en su pelea, pero no veía ninguna otra opción. Apretando sus puños para después guardar el arma en su cinturón, la pelirosa dejó que el recién llegado se hiciese cargo.

-00520.-llamó el de cabello verde. Tamamura viró la cabeza.- ¿Dónde esta el 00123? – preguntó aún apuntando a la amenaza vampira.

-Está junto a un civil.- contestó a secas la joven de ojos rosas sin apartarlos del hombre de duro semblante.

Diethel la miró extrañado.- un civil?...- pero poco fue el tiempo que tuvo para preguntar más, un golpe cercano le hizo girar el cuerpo para evitar ser afectado. Tao se había lanzado nuevamente en su ataque, propiciándole un golpe al hombre.

-No te descuides.- mirando de reojo.-…que no habrá próxima vez.- una sonrisa irónica adornó el apuesto rostro sombrío.

El peliverde (…) le devolvía un serio semblante. Se posó al lado de la muchacha que le miraba inquieta.

-Señor.- habló.- Yo me encargo.- volvió a hablar. Los ojos rosas le miraban en suficiencia.

-Bien.- contestó simple y le entregó el arma que antes portaba.- Pero, no te vayas a morir.- agregó.

Tamao sonrió un poco.- Ya son dos personas que me dicen eso.

-¿Porqué será…?- le dijo en un tono cansado, haciendo que la mujer se sonrojara un poco.

-Tan inútil me creen.- su voz sonaba un poco sarcástica.

-Inútil nunca, créeme.- volvió hablar, dedicándole una sonrisa.- Tan sólo precipitada.

La pelirosa le devolvió la sonrisa.

-Nos vemos.- y ágilmente desapareció del lugar.

Pacientemente, talvez hasta enfermizamente estático, Tao había permanecido sin habla en todo ese momento.

-Realmente te quieren ver muerta.- habló el muchacho.- Terminaré contigo rápidamente.

-Calla.-ordenó seria.- Dime, porque están persiguiendo a ese humano.- demandó la pelirosa frente a él.

El vástago no respondió.

- No es problema de cazadores.

- Todo asunto que involucre vidas de humanos es nuestro problema.- defendió.

- No me importa lo que ustedes hagan.- se lanzó en ataque usando como medio, el cuerpo.

El cuerpo ligero y veloz de la mujer le sirvió para evitar ser lastimada por los continuos golpes que el sujeto lanzaba contra ella. Lucha cuerpo a cuerpo, sin municiones ni armas blancas, sólo usando la fuerza que le brindaba el ser.

Recibió un golpe en el estómago que la hizo retroceder hasta quedar acorralada contra la pared. Sus ojos examinaron sus posibilidades de escapar, ninguna. ¿Por qué era que la siempre terminaba así? Los puños chocaban varias veces contra la pared, muy cerca de su rostro. No le habían tocado ni un pelo.

-Témeme.- le dijo estando a centímetros de ella. Los blancos colmillos hicieron su aparición.

Su semblante no cambió. El rostro bello sin emociones aparentes le miraba, expectante de un golpe final. Se desconcentró al verla así. Tan rendida, tan quieta y lista…sin miedo reflejado.

-¿Está viva realmente…?- pensó el hombre. Los ojos dorados clavados en los de ella.

El filo de la espada rozando con la blanca piel del cuello. Un hilo de sangre corrió y manchó el filo. ¿Qué le pasaba a la pelirosa? Porque no efectuaba movimiento alguno. ¿Temor? No, esos ojos decididos no reflejaban temor. Entonces, ¿que era?

Ren no podía adivinar lo que la joven estaba pensando en ese momento. Los ruidos cesaron alrededor de ellos y en lo único que pudo concentrarse era en tenerla a su merced, a una cazadora que podía vencer fácilmente pero cuya inmovilidad desesperaba.

Como persona orgullosa que es, no podía dejar que sus rivales no le dieran batalla. Si los mataba, debía ser de forma memorial. Pero, le daba…de cierta forma asco que la muchacha no se defendiera.

Hastiado, retiró la espada del cuello y le dio la espalda a la mujer.

-¿Qué no piensas matarme? – habló Tamao, aún pegada a la pared.

-No tientes a tu suerte, mujer. Que no ataco a seres más débiles que yo…-contestó con tono de superioridad, ganándose el enojo de la cazadora.

-Y quien te dijo que era débil.- el hilo de sangre corría por su cuello, perdiéndose en las ropas oscuras que portaba.

Sólo giró levemente su cuerpo, mostrándole la mitad de su rostro, en media sonrisa sus labios.- Eres tan sólo una mortal…- y comenzó a retirarse.

-Tú también lo fuiste...- su cuerpo se sentía pesado. Debe ser por los golpes, escasos pero fuertes, que el hombre pudo darle. La voz comenzaba a flaquear.

Guardo la espada recogida, dentro de su saco.- Según quién.- dijo cortante. Unas sombras aparecieron por fuera del callejón y estruendo fue escuchado.

Los gritos de civiles.

Tres licántropos hacían su aparición, devorando a cuanta persona vieran su paso. Salvajes, despiadados y horrendos en apariencias, los hombres lobos transformados en bestias atacaban por instinto. La cazadora, siguiendo al vástago que, también alertado por los gritos, fue corriendo en busca de sus compañeros.

Ahí estaban. Hao interviniendo a un licántropo para que no atacara a la mujer rubia, que a su vez acorralaba al hombre alto con el muchacho a su lado y uno de los tres licántropos los amenazaba

El menor de los Asakura lo único que quería era desaparecer de tal sueño que su mente creía formar. Los ojos negros del trigueño reflejaban terror y desconcierto. Las escenas que se mostraban frente a él, inverosímiles e increíbles…

Un hombre de largo cabello rápidamente se alejaba siendo perseguido por un bípedo mounstruoso. Cortes, golpes y varios desastres es lo que dejaron a medida que la pelea entre ambos avanzaba.

Incrédulo, quería escapar...

Pronto la pelirosa llegó al lado del hombre alto de la cabellera extraña. Este la miró de reojo, observando la herida en el cuello.

-Acabaste con el vampiro.- le preguntó aún en guardia. Pero, vio aparecer al muchacho violáceo.- Veo que no.- terminó suspirando.

-Mmm, no molestes.- dijo fastidiada la mujer.- De dónde salieron estos.- habló refiriéndose a los licántropos.

-Al parecer olieron la sangre de uno de los suyos y vinieron en venganza.- sacando un arma.

-Hiciste hablar al muchacho.- preguntó la muchacha.

-Ja, sólo velo. Está asustado…

Lo miró de reojo. Asustado era poco decir. Yoh estaba completamente desconcertado y la expresión no variaba ni con la aparición de la de ojos rosas.

-Ya lo haremos hablar. Hay que encargarnos de que no hieran a más humanos.- sentenció la muchacha.

-Y dime con que arma piensas atacar Tamao.- habló divertido el hombre a su lado. Cargando una bala en su pistola.

Tamamura sonrió divertida, mostrándole al sujeto de gafas oscuras lo que traía desde hace un rato en su cintura.- Con esto.- y disparó varias veces a la bestia frente a ella.

Una marca en la empuñadura de la pistola hizo saber a Ryu que la misma no le pertenecía a la pelirosa. De acabados resaltantes y de excelente calibre, el arma era del jefe de todos los cazadores.

La criatura cayó muerta al piso. Uno menos.

-Así que Lyserg está aquí.- habló nuevamente el hombre.

De la punta del arma salía un humo de un extraño color verde.- El señor me la dio cuando me encontré con el vástago.- contestó la pelirosa, acercándose al cuerpo de la bestia y disparando al cráneo de la misma.

-Que mala costumbre…-resopló el hombre al ver la acción de la jovencita. Esta volteó y le sonrió levemente.

-Quie..quienes son ustedes.- la voz temblorosa del muchacho a quien protegían se oyó. Asakura cogía su hombro sangrante.- QUE DEMONIOS ESTA PASANDO AQUÍ.- gritó desesperado y enojado.

-Hay que ver la herida primero.- contestó Tamao aproximándose a él. El muchacho retrocedió.

-No te acerques, …dime que o quienes son…

-Primero quisiera saber el porque eres de utilidad para los vampiros.- dijo la mujer de rosa cabello.

-Vampiros…no tengo idea de lo que me estas hablando…- respondió cansado.- Te toca.

Tamamura tomó aliento.- Somos un grupo organizado y encargado de proteger, eliminar toda amenaza viviente o "no" que afecte la cuidad de Tokio. Código de cazador el 00520.

-Y yo el 00123- alzando una mano en señal de saludo.

-Yo te he visto antes. Eres la chica de la cafetería…- pasmado, recordó haber visto el rostro de la mujer.

-Tu nombre.- dijo seria y cortante.

-Soy Yoh …Yoh Asakura.- dijo un poco más calmado. Sus ojos aún veían pelear al hombre del largo cabello.

-Entonces Yoh Asakura.- el rostro inanimado.- No estorbes. Ryu cuídalo.

A otro lado de la calle, el mayor de los Asakura ya había acabado con la bestia que le había incomodado tanto. El violáceo le dio el golpe final a la criatura.

La sangre y los restos estaban por doquier.

-Me quitas la diversión, eh Ren?- habló con sorna, tapándose la un poco el rostro, el de cabello oscuro y largo.

-Cállate.- estaba malhumorado. No cumplió con su cometido y para colmo de males, no terminó con la vida de la insolente muchacha.

-¿Y la cazadora?- preguntó fingiendo inocencia.

Una murada asesina bastó para borrarle un poco la sonrisa al cínico.- Dónde esta Anna.

La mujer había cruzado los brazos y se hallaba ya no cerca del objetivo principal, estaba a un lado. Expectante y observadora.

-Díganos que es lo que quieren de este humano.- la voz dulce pero fuerte (…) de la pelirosa se escuchó de repente. Los vampiros voltearon al origen de la voz.

Tamamura se había acercado peligrosamente a los individuos. Con sólo el arma en su mano, les exigía respuestas que jamás obtendría de buena gana.

-Te lo vuelvo a repetir, no es asunto de cazadores.- grave pero audible, la voz del de ojos ambarinos habló por los tres.

Después sólo desaparecieron dando un gran salto sobre un edificio. El violáceo le dio una última mirada llena de odio a la muchacha. Guardó en su memoria aquel rostro…

-Escaparon…- viró a ver al Asakura restante. La sangre recorría la mano de este.

-Llevémoslo al hotel.- ordenó.- Hay que curarlo.

-Si srta.- cargando como pudo al joven. Este tanto física como psicológicamente estaba agotado.- Y no es el único que necesita ser curado.

Se había olvidado de la herida en su cuello.- Vámonos Ryu.

Cuando llegaron al gran hotel Funbari, una conmoción les hizo visita. En la recepción, miles de malestas aguardaban ser llevabas y una escolta de uniformados en azul cuidándolas.

La recepcionista los saludó como siempre, amable y cordial. Pero con cierta timidez nunca vista antes. Se acercó a ellos, preguntando por el muchacho que Ryu traía en el hombro.

No tuvieron tiempo de explicar.

Subieron por el elevador hasta llegar a la habitación de las figuras de seres mitológicos, el despacho de Diethel. En la cabeza de la pelirosa aún no se iba la "preocupación" de la rápida ida de ese sujeto.

Lo encontraron sonriente, sentado en su silla junto con una persona de espaldas a ellos.

-Tamao, Ryu…que bueno que…-la voz del guardián de la cuidad de Tokio se escuchó temblorosa. La figura en la silla se dejó ver.

Una mujer. De largos cabellos plateados y exquisitos ojos rojos. La piel pálida y de hermosa apariencia. Los labios pintados de un rojo estaban en sonrisa.

-Srta. Tamamura, Sr. Umemi. Tanto tiempo sin verlos.- cordial y detallada era la voz de la mujer.- ¿Cómo ha estado?

Un rasgo de asombro apareció en los rostros de los dos cazadores y un gran sudor frío los recorrió enteros. Esa joven, de tranquila mirada y de gestos formales, estaba frente a ellos. Era la misma muchacha que años atrás había sorprendido y aterrorizado a medio grupo de cazadores al enterarse las crueles formas de castigo que ella imponía frente a los desertores en misiones.

La dueña y señora de todo armamento creado y utilizado por ellos. La "Iron Maiden" Jeanne.

Holas en general no me ha gustado mucho este cap, pero tenía que actualizar sino perdia costumbre. Lo siento por la falta de creatividad para con este cap y espero que con esto no se desilusionen. Para otra vez traere mas ideas uU gracias a todos los que se toman la molestia de leer este fic y de muevo muchas gracias uU