LA SOMBRA
DEL SANTUARIO

CAPITULO 1
EL REGRESO DE SAGITARIO

Su oscura figura se movía lentamente por las sombras de la noche. Sus pasos eran decididos y firmes como señal de que estaba dispuesto a llevar acabo lo que planeaba, y nada ni nadie impediría que hiciera lo que estaba a punto de hacer. El Santuario se encontraba un profundo silencio, como si se tratara de un conjunto de ruinas que hubieran estado en ese estado desde hace miles de años. De pronto, se escucha como la enorme puerta de la habitación sagrada es abierta, alumbrando a la pequeña con la luz proveniente del pasillo.

Se quedó unos segundos para en la puerta, como admirando a la bebé frente a él, recostada en su cuna llena de tantos adornos, rodeada con sus velos blancos que parecían ser sus protectores. En toda la habitación se podía notar su influencia, y sobre todo su gran presencia. Sin pensarlo más, se acercó a ella, sosteniendo con fuerza el objeto que con tanto sigilo traía consigo. Estando ya frente a los velos blancos se detuvo de nuevo, clavando su vista sobre su objetivo.

Su rostro era inocente, blanco y puro como la nieve, y en sus mejillas se dibuja en tono rosado. La bebé estaba profundamente dormida, con sus pequeños ojos cerrados al tiempo que respiraba lentamente. Era casi imposible de creer la gran fuerza que guardaba en un cuerpo tan pequeño. En ese instante, sin perder más el tiempo, traspasó a los velos, entrando a su territorio, parándose frente a su lugar de descanso. Alzó rápidamente su mano derecha al aire, como pidiéndole fuerzas a Dios para hacerlo. La daga dorada brilló con intensidad ante la luz de la luna que entraba por la ventana.

Fuera de todos los adornos y joyas que esa daga traía consigo, lo más atrayente de ella era el poder que traía consigo: esta daga era capaz de matar a un Dios, era capaz de cambiar la historia de un mundo. Las consecuencias de lo que esta daga podía hacer eran incontrolables e impredecibles. Él sabía muy bien cual era una de las opciones, que era lo que podía pasar si lo hacía. Pero no podía hacer otra cosa, era algo que tenía que hacer.

Abalanzó el filo del arma hacía abajo, sin importarle que era lo que tocaría. La punta de la hoja se dirigía directo al pecho de la pequeña, lista para atravesarlo sin piedad. De pronto, como si fuera la mano de un Ángel Guardián, un milagro del cielo, algo detiene el arma, la mano de una persona que la toma desde el filo. La mano la detiene, apretándola con fuerza. La hoja rápidamente se comienza a cubrir con la sangre del salvador, descendiendo lentamente por el filo hasta llegar a la punta, de donde comenzaron a caer lentamente las gotas rojas, cayendo en el manto blanco que resguardaba al bebé.

: Maestro¿Qué es lo que esta haciendo? – Le preguntó el joven de cabellos rubios mientras sostenía con fuerza el filo de la daga.

¡Aioros! – Gritó el atacante al reconocerlo – ¿Qué haces aquí¡Lárgate! – El extraño lo empujó, haciéndolo a un lado. Luego, volvió a tratar de embestir al bebé con su arma. Su pudo escuchar con gran facilidad como la hoja atravesaba la tela, pero no era la del manto del bebé.

Al alzar la mirada al frente, pudo ver la figura del caballero, enmarcada con la luz de la luna que brillaba a sus espaldas. En sus brazos, sostenía con fuerza a la pequeña, aquella que era su Diosa.

Aioros: Su Ilustrísima¿Se ha vuelto loco¿Se da cuenta acaso de lo que esta haciendo? – Le preguntaba el joven sin entender el porque de su actitud – Esta bebé es la Diosa Athena, aquella que los Dioses envían al mundo solamente cada doscientos años¿Qué motivos tiene para querer matarla¿Qué no ve que eso traerá una gran desgracia al mundo?

Ambos se vieron fijamente el uno al otro. El caballero centraba su mirada directo a los ojos rojos de la máscara, que parecían brillar entre la oscuridad del cuarto.

¡No te metas en lo que no te importa! – Le gritó el hombre enmascarado al tiempo que se lanzaba en su contra. Por simple reflejo, el caballero de Sagitario se defendió, abalanzando su puño derecho hacía el frente, golpeando al atacante con tanta fuerza que salió volando hacía atrás, chocando contra la pared.

Al hacer esto, Aioros se quedó totalmente congelado, mientras tenía su mirada en el suelo. No podía creer lo que acababa de hacer; atacar al Gran Maestro del Santuario era como atacar a Athena misma. Pero no había tenido otra opción, tenía que proteger a su Diosa, sin importar quien fuera.

Aioros: Lo siento mucho su Ilustrísima – Se disculpaba el caballero – Pero no tuve otra... – En ese momento, alza su mirada al frente, y sus ojos se enfocaron en la persona frente a él. No podía creer lo que veía; estaba totalmente atónito ante esto – ¡Tú!

: Parece que me has reconocido – Le dijo en un tono algo sarcástico mientras se ponía de pie. Su rostro estaba escondido tras su mechón de cabello blanco y las sombras de la habitación.

Aioros¿Pero que estas haciendo!

¡Ahora tendrás que morir junto con Athena! – Le respondió al tiempo que alzaba su mano derecha al frente – ¡Muere Aioros!

De la mano del Patriarca surgieron varios rayos dorados que se movieron por el aire hacía el caballero. Temiendo que la pequeña pudiera salir lastimada, Aioros se dio la media vuelta, protegiendo a la bebé con su propio cuerpo. El ataque golpeó al Caballero directo en la espalda, impulsándolo al frente. Aioros atravesó la ventana con la persona que protegía en sus brazos, cayendo desde lo más alto de la torre.

El caballero de oro había desaparecido, pero él sabía muy bien que no había muerto. Lentamente caminó hacía donde estaba su máscara, tomándola con su mano para luego colocarla de nuevo frente a su rostro.

¡Soldados! – Gritó con fuerza para que todos lo escucharan – ¡Aioros trató de matar a Athena¡Aioros ha traicionado al Santuario¡Atrápenlo antes de que escape!

Mientras en el Santuario se siente un gran movimiento, a lo lejos, se ve como Aioros se aleja corriendo, teniendo a la pequeña bebé en sus brazos y llevando además en su espalda una caja de color dorado...

(3 años Antes)

En medio del Gran Santuario, se encuentra un Coliseo de batalla, un lugar que tiene la forma de varios escalones, que descienden de manera circular hacía la arena en la cual se enfrentan los peleadores. Enfrente de la arena, rodado por algunas columnas, se encontraba el lugar en donde el Patriarca, aquel que es el vínculo entre Athena y el Mundo, observaba los combates. En muchas ocasiones se llenaba de personas que iban hasta haya para poder ver la pelea entre dos caballeros. Sin embargo, ahora se encuentra casi vacío por completo, a excepción de un grupo de personas reunidas en la arena.

Eran cuatro jóvenes, vestidos con armaduras de colores cafés y verdes que protegían sus torsos, que se encontraban en círculo alrededor de una quinta persona: un chico alto, de cabello en un tono azul oscuro, largo hasta la cintura, que a diferencia del resto no llevaba una armadura que protegía su cuerpo, sino simplemente un traje constituido de una camiseta azul y unos pantalones azul oscuro. Los rostros de los cuatro jóvenes parecían reflejar algo de miedo mientras se movían de un lado a otro, mientras que el rostro del otro chico era tranquilo, serio o incluso frío.

De pronto, los cuatro comienzan a atacarlo al mismo tiempo, aún algo dudosos en sus expresiones. A pesar de sus intentos por tocarlo, sus golpes ni siquiera se le acercaban. Él se movía de un lado a otro, esquivando con facilidad todos los ataques, como si ellos se movieran en cámara lenta. Después de varios segundos de simplemente esquivar, se decide por contraatacar. Primero bloqueó uno de los ataques, para luego golpear a uno de ellos justo en la frente, haciéndolo volar hasta chocar contra los escalones. Luego, otros dos se le acercaron por detrás, por lo que él estiró su pierna derecha hacía uno de ellos, golpeándolo directo en el pecho. Inmediatamente después, extendió su brazo derecho, golpeando al otro en la mejilla.

Con tan solo esos ataques, tres de ellos quedaron fuera del combate, por lo que solo quedó uno. El combatiente restante se encontraba frente a su oponente, teniendo sus brazos y piernas en posición de defensa. De pronto, su cuerpo comienza a brillar, cubriéndose por un aura blanca. Luego, el joven se acercó corriendo hacía él, embistiéndolo con su puño derecho que parecía ser el centro de todo el poder que lo rodeaba, directo hacía su rostro. De pronto, cuando parecía que el golpe lo tocaría, el joven de cabello azul alzó su mano izquierda, deteniendo con esta el ataque, dejando totalmente sorprendido a su atacante. Sin soltarlo, él también levantó su mano derecha, levanto el dedo índice de esté, mientras comenzaba a cubrirse con una aura dorada. Rápidamente, acercó su dedo hacía la frente del joven, e incluso antes de que lo tocara siquiera, sufrió un empujón que lo impulsó hacía atrás con gran fuerza.

Joven: Es imposible – Dijo uno de ellos tratándose de poner de pie – No hay nadie que pueda derrotarte Saga, eres el más fuerte de todo el Santuario.

El ganador volteó a verlo con una expresión fría después de que hiciera ese comentario. De pronto, su rostro se adorna con una ligera sonrisa.

Saga: No digan esas cosas chicos – Les dijo – Así nunca llegaran a ser verdaderos caballeros de Athena. Bueno, ahora vayan a seguir con su entrenamiento.

Siguiendo las órdenes del caballero, los cuatro se pusieron de pie como pudieron y se encaminaron a seguir con su entrenamiento regular. Sin embargo, sin que ninguno de ellos se diera cuenta, en ese instante alguien los vigilaba desde lo alto de los escalones del Coliseo.

: Dime Saga – escuchó de pronto que alguien le decía. De inmediato, se dio media vuelta y levantó la mirada hacía arriba. Se trataba de un hombre alto, con una larga cabellera blanca hasta su cintura, vestido con una armadura blanca – ¿Te divierte este tipo de combates?

Saga¡Señor Arles!

El Santuario de Athena ha existido desde la época de mitología, donde los Dioses gobernaban: Poseidón en el Mar, Hades en el Mundo de los Muertos, y Zeus en la Tierra. La Leyenda dice que durante años los Dioses gobernaron el mundo, pero comenzó a surgir gran variedad de conflictos entre ellos. Cuando menos lo pensaron, se encontraban discutiéndose el control del mundo entero. De esas guerras surgidas entre ellos no se sabe mucho. Se dice que Zeus, el gran Rey de los Dioses, quedó gravemente herido al final de los combates. Sin más remedio, se vio obligado a abandonar la Tierra, pero antes de subir al cielo, dejo el mundo terrestre en manos de su hija más fuerte y preparada: la Diosa Athena. Pero los combates no terminaron ahí, pues aún le quedaba Athena combatir en las Últimas Guerras Sagradas.

Athena murió, o eso es lo que se dice, pero desde ese momento, sus caballeros entrenan y se instruyen en este lugar, esperando algún día su regreso que se ha profetizado desde hace cerca de dos siglos.

Después de encontrarse, vemos a Saga caminando a lado del caballero de la armadura blanca. Saga parecía tenerle cierto respeto, como si fuera alguien superior a él, a pesar de que él era un caballero de oro, y Arles un caballero de plata. El respeto puede que se trate a que mientras que Saga tenía apenas 12 años, él ya era alguien mucho mayor. Mientras caminaban, ambos se encontraban conversando.

Arles: Increíblemente te convertirse en merecedor de la Armadura de Géminis – Le decía – En estos momentos además eres el único caballero de oro en el Santuario, por lo que para todos ellos eres como un sinónimo de gran respeto.

Saga: Yo no soy merecedor del respeto de nadie – Le respondió el caballero – Todo lo hago por el nombre de Athena.

Arles: Eres una persona muy noble Saga. El estar entre los doce caballeros de oro no es para cualquier persona.

Arles y Saga llegó hasta un sitio, en donde se encontraban entrenando gran número de jóvenes. Los entrenamientos del Santuario para convertirse en caballero iban desde tener que escalaras peligrosas montañas, hasta tener que romper rocas con las manos desnudas. Todo era parte de lo mínimo que se necesitaba para convertirse en un caballero de Athena.

Saga: Sí, eso creo – Respondió Saga ante el comentario.

Arles: Más de cien jóvenes entrenan en este sitio arduamente, pero solo unos cuantos de ellos llegaran a ser un caballero de Athena, si no es que ninguno.

Saga: Eso suena muy poco alentador.

Saga se quedó contemplando a todos los que entrenaban. Había de todas clases y edades; algunos eran solo niños pequeños. Todos ellos por una razón u otra tenían el deseo de llegar a ser un caballero. Pero como Arles lo había dicho, más de cien jóvenes se discutían ese derecho, pero solo había 88 armaduras para 88 caballeros, y la gran mayoría de ellas no habían sido usadas en más de un siglo.

De pronto, la vista del caballero se centra en un joven en particular. Era un chico de estatura media, cabello en un tono verde oscuro, corto y piel blanca. Se encontraba parado frente a una enorme roca, mientras la observaba con detenimiento. De pronto, cierra sus ojos al tiempo que aprieta con fuerza sus puños. De pronto, frente a los ojos de todos, su cuerpo se comienza a cubrir por completo de un resplandor blanco, que se eleva cada vez más.

Desde su posición, Arles y Saga pudieron sentir como su cosmos se elevaba poco a poco hasta alcanzar un nivel muy alto. Era la primera vez que Saga sentía este cosmos emanar de un aprendiz. El joven abrió rápidamente sus ojos para luego abalanzar con fuerza su puño derecho en contra de la piedra. En cuanto su puño golpeó la roca, esta comenzó a destruirse poco a poco, hasta hacerse pedazos. Una vez hecho esto, su cosmos comenzó a volver a la normalidad, mientras él comenzaba a respirar con más fuerza.

Saga: Eso fue interesante – Mencionó con algo de indiferencia en su voz.

Arles: Si no me equivocó ese es Shura – Le dijo Arles – Es originario de España, ha entrenado en su país durante años, pero vino hace tiempo al Santuario para seguir su entrenamiento aquí. Es algo muy extraño, tiene apenas siete años, pero posee un cosmos muy elevado.

En ese instante, Saga notó un gran movimiento entre los aprendices. Uno grupo de ellos corrieron rápidamente frente a ellos, en dirección hacía donde se encontraba la entrada al santuario. En un abrir y cerrar de ojos, casi todos se dirigían a la misma dirección.

Saga: Oye tú – Le gritó a uno de los jóvenes deteniéndolo – ¿Porqué tanto apuro¿Qué es lo que pasa?

Joven¡Es Aioros! – Le respondió emocionado – ¡Es Aioros¡Aioros ha vuelto!

Esta noticia sorprendió mucho a Saga, pero no lo mostraba en su rostro. Al mismo tiempo, Shura, que se encontraba de pie en el mismo lugar, tenía una gran expresión de sorpresa en el rostro, a diferencia del caballero de Géminis.

Shura: "¡Aioros esta regreso…!" – Pensó Shura.

Un gran número de personas se encuentra reunido en la entrada del Santuario, esperando el triunfante regreso de una persona muy esperada. Avanzando hacía adelante con pasos firmes, con un gran semblante en su rostro, se encontraba el esperado por todos. Era un joven, de cabello rubio y corto, vestido con una armadura en un tono café oscuro, y llevando consigo en su espalda una enorme caja de color dorado. Su rostro estaba adornado con una gran sonrisa.

Los jóvenes lo miraban con admiración, y lo aclamaban como si fuera un héroe. Cuando Saga y Arles llegaron a ese lugar, lo primero que escucharon fueron los grito de todos, y ellos rápidamente notaron porque. Los dos centraron sus ojos en la caja que traía consigo. Era imposible, pero cierto: era una armadura de oro.

Saga¡Una armadura dorada! – Se dijo así mismo al verla.

¡Hermano¡Hermano! – Se escuchó que alguien decía entre todo el tumulto. De pronto, Aioros desvió su mirada hacía su derecha, y pudo ver como un pequeño niño se abría paso hacía donde se encontraba él.

Aioros¡Aioria! – Dijo el joven con una sonrisa en el rostro. De inmediato, el pequeño niño se le hecho encima, abrazándolo con fuerza.

Aioria¡Hermano, sabría que volverías con la armadura de oro contigo. Eres el mejor hermano.

Aioros: Tranquilo Aioria, te dije que así sería¿no?

Aioros continuó su camino con su hermano menor caminando a su lado, al tiempo que todos lo observaban con detenimiento, en especial los dos caballeros que lo miraban desde lo alto.

Arles: Parece que ya no serás el único caballero de oro – Le mencionó Arles, pero Saga pareció no ponerle importancia a esto.

La habitación del patriarca era como un enorme templo totalmente dedicado a él y a Athena. Este gran templo no solo era el aposento de él, sino también sería el lugar de descanso para cuando Athena regresará a ese mundo. Durante todos estos años, el Gran Maestro, el gran sacerdote de Athena, ha dirigido el Santuario y se ha encargado de sus caballeros. Después de tanto tiempo, los años habían caído sobre su cuerpo, pero aún seguía manteniendo su poderoso cosmos.

Aioros se encuentra de pie frente al gran trono del Patriarca, un hombre vestido con una larga túnica blanca y un casco dorado del cual surgen sus mechones rubios que caen frente a la máscara de color azul que cubre su rostro. A pesar de que ya era una persona demasiado vieja, su cabello seguía tenía ese tono de cabello que tenía en su juventud; muchos decían que era debido a que su cosmos no había envejecido en todo este tiempo. Todo el lugar parecía cubrirse con su gran poder; su presencia era casi sagrada. Parado de su trono, se encuentra Arles, un caballero que le había sido leal toda su vida.

De pronto, el recién llegado toma la caja que traía consigo, y la coloca frente a él. Luego, se arrodilla en el suelo ante él, mostrando así su gran respeto.

Aioros: Su ilustrísima, como lo prometí, he traído la armadura de Sagitario de vuelta al Santuario. Y me siento honrado de haber sido elegido por ella y por Athena para portarla.

Patriarca: Aioros, te felicitó – Le dijo con una voz profundo pero calida, una voz que no parecía humana – Sabía muy bien que alguien de un corazón tan leal como tú sería capaz de portar la Armadura de Sagitario, una de las doce Armaduras Doradas. Pero debes de entender que esto no es un juguete. La armadura de oro trae consigo una gran responsabilidad.

Aioros: Lo sé su Ilustrísima – Le respondió con firmeza, poniéndose de pie. – Le prometo que no le fallaré.

Después de la llegada de Aioros, todo el Santuario regresaba a la normalidad, aunque muy lentamente. Un grupo de aprendices camina por un campo abierto, mientras conversan de lo sucedido hace poco; entre ellos, se encuentra el misterioso Shura.

Niño1¡Vaya¡Aioros ahora es un caballero dorado! – Dijo uno de ellos con admiración en los ojos – ¿Quién que sea más fuerte¿Aioros o Saga?

Niño2: Eso ni se pregunta – Le respondió otro – No hay nadie que pueda derrotar a Saga, él es el mejor.

Niño1: No, yo creo que Aioros si podría.

Niño2: Es imposible. Saga es un caballero de Oro de nacimiento y Aioros acaba de obtener su armadura, es ilógico que pueda superar los poderes de Saga.

Niño 1¿Tú que piensas Shura?

Shura¿Qué? – El chico parecía haber estado pensando en otra cosa, pero al escuchar la pregunta de su amigo hace que su mente vuelva a la realidad.

Niño2¿Quién crees que es más fuerte¿Saga o Aioros? – El niño de cabello verde bajó un poco la mirada, como pensando sobre la pregunta.

Shura: No lo sé – Fue su única respuesta, la cual no convenció mucho los otros.

Niño1: Tú siempre tan comunicativo. – Le dijo el otro con algo de sarcasmo en su voz.

: Oigan ustedes – Escucharon que alguien les gritaba.

Los tres chicos voltearon de inmediato hacia atrás para poder ver de quien se trataba. Parada detrás de ellos, se encontraba una joven, talvez de su misma edad, con una larga cabellera negra, vestida con pechera de color morado claro y unas medias negras. En el rostro, llevaba una máscara blanca con unas marcas rojas a los lados.

Shura¡Una Amazona! – Dijo Shura al verla. Era bien sabido por todos que aquellas aprendices a convertirse en caballeras o incluso las caballeras mismas, siempre traían una máscara con la que ocultaban su rostro.

¿Qué es todo eso de que alguien es más fuerte que el caballero Saga? – Les preguntaba con un tono prepotente de voz, mientras caminaba hacia ellos.

Niño2¿Qué no sabes nada, Aioros ha regresado al Santuario, y trae consigo la Armadura Dorada de Sagitario.

¡Imposible!

Niño1: Es enserio, ahora hay dos caballeros de oro en el Santuario.

: No es posible que alguien pueda derrotar a Saga.

Mientras tanto, lejos ahí, vemos Aioros, que camina por un camino desierto del Santuario, cargando consigo su armadura. Se encuentra con la mirada al frente, parado derecho en una posición firme. De pronto, la figura de una persona aparece en el camino, caminando en la dirección contraria que él. Sus ojos rápidamente se centran en ese individuo, que también lo voltea a ver con una expresión fría en el rostro.

Aioros¿Eres tú Saga de Géminis! – Le pregunta el caballero deteniendo su marcha. Saga se detiene unos segundos al oír la pregunta, como se dispusiera a contestarla, pero no fue así. En su lugar, continua su camina, pasando a lado del caballero de Sagitario…

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Bueno, este el primer fanfic dedicado a un anime que conocí en mis años de Kinder y Primaria y que ahora vuelve a mí: Saint Seiya. Bueno, no es la primera vez que escribo algo que relacione a estos personajes, pero si es el primer fanfic dedicado por completo a esta serie. Bueno, como podrán ver este es el primer capitulo, y es relativamente corto, y tal parece que la gran mayoría de estos serán así, ya que la historia será algo corta. Como pueden ver además, esta historia involucra más que nada a los caballeros dorados. Bien, desde ahora aviso que este fanfic es un fic "Realidad Alterna"¿Qué quiero decir con esto, pues que no concuerda al cien por ciento con lo relatado en la serie. Los personajes siguen siendo básicamente los mismos, pero he creado situaciones y circunstancias muy diferentes a las conocidas regularmente. Los cambios puede que algunos los hayan notado desde ya, pero se verán más claramente en los capítulos siguientes. Lo primero que notaran será la actitud medio rebelde de los Santos de Oro, y esta se las puse debido a que sacando cálculos, en esta etapa deben de tener unos 11 o 12 años, recién entrados en la adolescencia, por lo que su actitud no puede ser de alguien serio (Aunque sean caballeros de oro).

Algunas de las cosas que mencionó en esta historia, las saque de la historia "Excalibur" y el "Episodio G", historias no tan conocidas para muchos, pero que ambas narran historias antes del inicio de la serie. Bien, como ya dije, esta es una historia realidad alterna, por lo que solo he tomado algunos datos de ellos para adaptarlos a esta nueva historia. Bueno, sin más, aquí los dejo y espero que la historia sea de su agrado.

Atte.

Wing Beelezemon