LA SOMBRA
DEL SANTUARIO
CAPITULO 3
UN ATAQUE BAJO EL
CIELO ESTRELLADO
El atardecer ya era claramente visible sobre el santuario. Gran parte del sol estaba escondido detrás de las montañas, y el cielo brillaba en tono como llamaradas. Había un profundo y denso silencio en todo el lugar, acompañado muy de fono por algunos mormullos por parte de los alumnos. El rumor de lo ocurrido al Patriarca se había extendido por todo el sitio, aunque aún no había comprobado nada.
En la sala principal, parados justo afuera de la alcoba del Gran Maestro, Aioros y Saga esperaban. La gran puerta de roble se encontraba cerrada, y del otro lado de ésta no se escuchaba nada. Aioros estaba de pie, recargado en uno de los pilares blancos del pasillo. Saga estaba en la misma posición, parado frente a él del otro lado del pasillo. Ambos caballeros ni siquiera cruzaban sus miradas. La expresión fría del caballero de Géminis se quedaba clavada en la puerta. Aioros lo ve de rojo, con algo de inseguridad.
Aioros: Te ves preocupado – Le dijo de pronto, pero él ni lo volteó a verlo. – En el fondo creo que todo caballero y aprendiz de caballero debe de estar preocupado por la salud del Gran Patriarca del Santuario, la representación de Athena en la Tierra. Pero bueno, tú llevas más tiempo en este sitio que yo, y has tenido más contacto con él…
Saga: Eso no importa – Le contestó – El Patriarca es el Patriarca, e independientemente del respeto que algún caballero le pueda tener nosotros debemos de preocuparnos por su seguridad y por la este Santuario. En especial nosotros que somos los Caballeros de Oro.
Las palabras de Saga no poseían mucha emoción, ni alguna clase de preocupación. En su tono se sentía una frialdad y despreocupación que casi congelaba al joven de oro.
De pronto, la puerta de la alcoba se abre, llamando la atención de ambos. Arles, vestido sin su armadura y usando un traje de color café claro, salió del cuarto, cerrando la puerta a sus espaldas.
Aioros¡¿Cómo esta el Patriarca! – Preguntó de inmediato el caballero.
Arles: No se preocupen caballeros – Respondió – No parece tener algo que ponga en peligro su vida en estos momentos, pero… - Arles volteó a ver hacía la puerta detrás de él, con preocupación en sus ojos – Al parecer ha sufrido una recaída de su enfermedad.
Saga: Creí que ya estaba mejor.
Arles: El Maestro Shion puede ser el máximo dirigente de los Caballero del Zodiaco, y estar por encima de cualquiera de los 88 caballeros de Athena… pero él no es Athena. Por encima de ser todo lo que su rango lo hace ser, el Maestro es aún un humano, ligado a las limitaciones humanas. Su edad ya es demasiado avanzada, y aunque su cosmos no ha disminuido, su cuerpo poco a poco se ve afectado por el pasar del tiempo.
Aioros¿Qué pasaría si…, bueno, usted sabe… ¿Qué pasaría si el Gran Maestro llegara a morir?
Arles: El Santuario no puede estar sin un Patriarca, no sin la presencia de Athena aquí. Si el Maestro Shion llega a morir, la persona que lo vaya a remplazar debió haber sido elegido por él con anterioridad. Pero, si el Patriarca muere sin elegir a un sucesor, quien suba al trono del Santuario deberá de ser uno de aquellos Caballeros que se encuentran a la cabeza de las 88 constelaciones…
Saga: Un Caballero de Oro… - Agregó Saga, y Arles asintió con su cabeza.
Los tres se quedaron en silencio unos momentos, como meditando sobre lo ocurrido. A ellos en el fondo no les constaban, y algunos llegaban a pensar que era un rumor, pero se había dicho que el Patriarca Shion había sido elegido por la propia Athena hace más de 200 años, y desde entonces él sólo había controlado éste Santuario. Era casi imposible para todos creer que el Santuario había tenido durante más de dos siglos al mismo dirigente; ¿Qué clase de persona será?
No tan lejos del Santuario, en una región no muy visitada por aquellos que viven en él, se encuentra una extensa pradera, completamente desierta de alguna clase de animales. Bajo el cielo anaranjado de la tarde, un grupo de siluetas se mueven con velocidad hacía la misma dirección. Son cerca de diez figuras, cubiertas con unas capas negras que le cubren todo el cuerpo. Al frente iba uno, que parecía estar guiando al grupo. Todos corren hasta llegar a lo lato de una cañada. Ahí, el que los guiaba se paró en la orilla, viendo a lo lejos.
Entre montañas y rocas, sus ojos pudieron notar la presencia de varias construcciones, pilares y demás. Esas eran las ruinas cercanas a la famosa ciudad de Atenas, en Grecia, un lugar muy conocido por los turistas. Sin embargo, más el fondo de éstas, existía un gran secreto para todo el que iba a ese sitio.
¿1¡El Santuario! – Dijo con algo de indiferencia en su tono.
¿2: Nunca pensé que volvería a ver este sitio – Mencionó otro que se le acercó a un lado.
¿1: Yo tampoco, pero creo que ya es hora de volver… "a casa…" – Bajó las sombras de su capucha, se pudo distinguir una maliciosa sonrisa. Todos saltaron al mismo tiempo, abriéndose paso en el dificultoso camino.
Con los último rayos del sol en a sus espaldas, se enmarcaba la figura del joven de cabello verdoso, aquel que se llama Shura. Su mirada se enfocaba en el enorme pilar frente a él, hecho de aquel material tan fuerte que sólo el poderoso cosmos puede romperlo. A su izquierda yacen los escombros de aquellos pilares rotos por los Caballeros Dorados, en especial aquel rotó por Saga.
Cerró con fuerza su puño derecho, apretándolo con toda la fuerza que tenía. Poco a poco éste comenzó a cubrirse por un resplandor blanco. Por su frente comenzó a resbalarse una gota de sudor como señal de su fuerte esfuerzo. El resplandor se hacía poco a poco más fuerte, hasta cubrir por completo todo su antebrazo.
Sin esperar ningún segundo, Shura se lanzó al frente, chocando con fuerza su puño contra la estructura del pilar. El sonido del su puño chocando contra aquella roca resonó en todo el Santuario. El impacto creó una ráfaga de viento que empujó hacía atrás una fuerte cantidad de polvo, que se alejó hasta chocar contra la montaña.
Pasaron unos segundos antes de que él resplandor en el puño de Shura desapareciera por completo. Lentamente retiró su mano del pilar, dando un par de pasos hacía atrás. Centró sus ojos verdes en el punto exacto en el que lo había golpeado. La estructura estaba completamente intacta.
Shura¡Maldición! – Se dijo así mismo, con algo de frustración en su tono de voz. – ¡Aioros y Saga pudieron hacerlo sin problema¡Y yo ni siquiera puedo hacerle un simple rasguño¡¡¿Porqué!
Con furia en sus acciones, lanzó su puño izquierdo hacía abajo, golpeando el suelo con éste. La tierra bajo sus pies comenzó a romperse, hasta dejar en su lugar un agujero que se extendía a su alrededor. Shura se quedó varios segundos con su mirada bajaba, enfocada justo en el agujero que acababa de crear. La frustración era más que evidente en su rostro.
De pronto, escucha un sonido que viene desde enfrente de él, como algo rompiéndose. Rápidamente alzó la mirada, clavándola en el pilar erguido al frente. En la región que había golpeando con su puño derecho, se hizo de la nada una pequeña grieta, misma que se extendió unos cuantos centímetros hacía arriba, y unos cuantos centímetros hacía abajo.
Shura¡¿Qué! – Se preguntó así mismo sin poder creer lo que veía.
Aioros¡Bien hecho! – Oyó de pronto que alguien decía por detrás. Rápidamente se dio la media vuelta, sólo para ver la silueta del Caballero de Sagitario parado frente a él.
Shura¡Aioros!
Aioros caminó hacía el frente, pasando a lado de Shura. Luego se acercó al pilar, colocando su mano derecha sobre la grieta hecha por el golpe del joven.
Aioros: No esta mal. Si podías hacer esto¿Por qué no lo hiciste esta tarde?
Shura: No lo sé – Le respondió, no muy seguro – Creo que sólo hasta después de verlos a ustedes, tuve la fuerza suficiente para lograrlo.
Aioros: No digas eso Shura. No hay forma de que Saga o yo hayamos hecho que tú rompieras este pilar. Esto lo lograste tú mismo. Tienes un cosmos muy poderoso; sólo te falta aprender a controlarlo.
Shura: Lo haré – Dijo con firmeza – De eso estoy seguro. – Shura alzó su puño, apretándolo con fuerza – No importa que tan difícil sea, me convertiré en un Caballero de Athena.
Aioros sintió una gran determinación en las palabras del joven. Sin embargo, sentía incluso como si él mismo se estuviera obligando a alcanzar dicha meta...
Mientras tanto, con su habitual frialdad en el rostro, Saga bajaba las escaleras que llevaban a la alcoba del Gran Maestro. Aioros se había retirado ya hace algún tiempo, pero él había decidido quedarse un rato más. Aún seguía pensando sobre lo que ocurrido al Patriarca.
Jiste¡Joven Saga! – Oyó que alguien le gritaba desde algunos escalones abajo. Corriendo hacía él, distinguió de inmediato la máscara blanca que cubría el rostro de Jiste.
Saga: Jiste¿Qué haces aquí?
Jiste: Vine a ver si era cierto – Le contestó cuando ya estaba frente a él – En todo el Santuario están diciendo que el Patriarca esta a punto de morir.
Saga: La gente habla demasiado – Dijo con un poco de enojo – El Patriarca sólo tuvo una recaída.
Jiste¿Y cómo está? – Saga guardó silencio uno segundos.
Saga: ...En estos momentos esta inconsciente, y no sabemos hasta cuando vaya a despertar. Fuera de eso, se encuentra estable.
Jiste: Menos mal... Aunque... – Jiste parecía querer decir algo, pero no estaba muy segura si decirlo o no.
Saga¿Qué pasa?
Jiste: Bueno, no es nada importante. Es sólo que, hace algún tiempo escuché que si el Patriarca muere, su sucesor debe de ser un Caballero de Oro... como tú – Saga se quedó serio ante este comentario – Y bueno, usted y Aioros son los únicos Caballeros de Oro que hay en el Santuario, y… ¡Yo creo que usted sería un gran Patriarca!
Saga¿Yo?
Jiste: Por supuesto. Usted es fuerte, listo, inteligente. Ningún otro caballero sería más digno para tomar tan prestigioso puesto.
Saga se le quedó mirando unos momentos, enfocando su mirada en los ojos blancos de la máscara. De pronto, desvió la mirada hacía un lado, para luego sacarle la vuelta y seguir caminando.
Saga: No entierres tan pronto al Maestro – Le dijo antes de irse – Y te sugiero que mejor no hagas ese tipo de comentarios Jiste.
El caballero bajó las escaleras con pasos lentos, mientras Jiste lo veía desde arriba. Se encontraba muy extrañada por su actitud; ¿Habría dicho algo que lo molestara?
La noche cayó con fuerza sobre todo la región. El cielo se cubrió de estrellas, y la oscuridad reinaba en el aire. Pero el Santuario no duerme, ni siquiera de noche. Caminando por los alrededores, haciendo sus rondas de costumbre, vemos a los guardias del sitio, siempre divididos en parejas.
La gente común desconocida la presencia de ese lugar. Los habitantes del pueblo lo tomaban casi como una leyenda, que algunos creían y otros no. Durante algún tiempo las cosas siempre han estado pacíficas, o por lo menos no ha pasado algo que merezca una gran preocupación para los Caballeros. Aún así la seguridad del Santuario sigue tan rígida como siempre.
Guardia 1¿Escuchaste los del Gran Maestro? – Le preguntó uno de los guardias a su compañero, mientras ambos caminaban hombro a hombro.
Guardia 2: Sí, dicen que esta completamente inconsciente¿crees que vaya a morir?
Guardia 1¿Cómo voy a saberlo, sea como sea el señor Arles ordenó que se redoblara la seguridad del Santuario ahora que el Patriarca esta mal.
Guardia 2: No le veo mucho caso a esto. No creo que alguien venga a atacarnos en este mismo momento…
De pronto, un sonido a su lado interrumpió las palabras del guardia, haciendo que ambos se voltearan hacía esa dirección. No se veía nada fuera de lo común en lo oscuro de la noche.
Guardia 1¡¿Quién esta ahí! – Gritó uno de ellos, caminando lentamente con su lanza en mano.
De pronto, de entre las sombras, sintió como una mano surgía y tomaba su lanza, arrebatándola de un sólo tirón. Inmediatamente después el extraño abalanzó su pie derecho hacía el frente, golpeándolo en el cara. Su compañero, vio como su amigo caía al suelo inconsciente.
Guardia 2¡¿Qué pasó!
En ese instante, se vio rodeado por cinco figuras, camuflajeadas en la oscuridad de la noche gracias a las capas negras que traían sobre sus cuerpos. El guardia se quedó paralizado, muerto del miedo.
¿1: Tonto mortal que sigues las órdenes de Athena – Dijo uno de ellos, acercándosele – Sufrirás el mismo destino que tu Diosa. – El extrañó alzó su mano derecha al frente, apuntándolo con la punta de sus dedo…
Aioros y Shura estaban sentados en una roca, conversando el uno con el otro. Shura tenía la mirada baja y una expresión algo pensativa.
Aioros¿Por qué deseas con tanto ahínco convertirte en un caballero Shura? – Le preguntó el Dorado con cierta curiosidad.
Shura: Eso es algo… que le debo a la Diosa Athena.
Aioros¿Le debes a Athena? – Aioros se extrañó mucho con la respuesta del joven. Shura alzó su mirada hacía el cielo, contemplando todas las estrellas que en este se encontraban.
Shura: Yo perdí a mis padres cuando era muy pequeño, y desde entonces he tenido que cuidarme por mí cuenta. Sin embargo, nunca he estado solo. Siempre sentí que alguien iba a mi lado, guiándome en mi camino, haciéndome más fuerte. No sabía quien era, pero estaba seguro a su lado. Entonces, esa presencia me guió hasta aquí, hasta el gran Santuario de Athena. Aquí supe la verdad, Athena siempre había sido mi mano protectora, ya que ella es la eterna guardiana de la Tierra. Yo luchó día con día para así convertirme en un caballero, totalmente leal a mi Diosa y de alguna manera agradecerle todo lo que ha hecho por mí.
Aioros¡Shura! – Aioros se quedó algo extrañado por los comentarios del joven; ¿Enserio pensara que Athena lo protege?
En ese momento, ambos jóvenes sintieron un extraño escalofrío recorriendo sus espaldas. Rápidamente ambos se pusieron de pie y dieron media vuelta. A lo lejos, pudieron ver como un resplandor de fuego alumbraba un punto del Santuario. Al mismo, una columna de humo se elevaba en el aire.
Aioros¡Ese fuego viene del lugar en el que duermen los estudiantes!
De pronto, el caballero de oro vio como Shura daba un largo hacía el frente, corriendo hacía el lugar del fuego. Aioros trató de detenerlo, pero le fue inútil, ya que cuando menos lo pensó ya iba muy adelante.
Saga, bajó rápidamente las escaleras, parándose a unos pocos escalones del principio. Luego, alzó su mirada para ver la llamarada alzándose a lo lejos. Detrás de él, Jiste se también se paró.
Jiste¡¿Qué esta pasando en aquel lugar! – Preguntó Jiste sin comprender lo que sucedía. En eso, Saga baja la mirada hacía el frente.
Saga¡Jiste¡Mantente atrás! – Le gritó mientras se lo indicaba con la mano.
De pronto, la Amazona pudo ver como unas extrañas siluetas se acercaban hacía ellos, corriendo por la oscuridad de la noche. Jiste retrocedió un poco hacía atrás, mientras Saga permanecía de pie, mirando al frente fijamente. Cuando uno de los extraños estuvo frente a él, éste se lanzó al frente para atacarlo. El caballero alzó su puño derecho, golpeando a su atacante directo en el estomago.
La figura oscura fue impulsada hacía atrás, cayendo en el suelo. Una vez ahí, pudo ver que se trataba de una persona, vestida con una capucha de color negro. Después de esto, vio como los otros cuatro se paraban a su alrededor: uno detrás de él, otro al frente y uno a cada lado. A pesar de esto, no perdió para nada la calma.
Varias de las chozas donde se dormían los aspirantes a caballeros se encontraban consumiéndose por las llamas poco a poco. En el suelo de tierra, se veían las siluetas de varios jóvenes y guardias, tirados e inmóviles. En medio de todo el caos, se encuentran cinco de los atacantes, aún vistiendo sus capuchas.
¿1: Esto fue más sencillo de los que pensé – Se dijo así mismo uno de ellos, mientras clava la vista en las casas – Nada me hará más satisfacción que ver este Santuario arder en llamas.
En ese momento, escuchan como unos pasos se acercan detrás de ellos. Al darse la vuelta, ven como Shura llega al sitio. Su cuerpo se paraliza al momento de ver a todas esas personas tiradas en el piso. Rápidamente, se hinca en el suelo, y alza a uno de ellos.
Shura¡Amigo! – Le dijo con algo de desesperación mientras lo agitaba – ¡Contéstame!
Joven: … ¿Eres tú Shura…? – Preguntó el chico, algo débil.
Shura¡¿Cómo pudiste dejar que te hicieran esto! – Le preguntó con enojo – ¿No se suponía que te convertirías en un caballero de Athena junto conmigo!
Joven: Shura… eso siempre fue para mí sólo un sueño… un sueño que ahora no ser podrá hacer realidad…
El chico cerró sus ojos de golpe y se dejó caer sin resistencia en los brazos del joven de cabello verde. Shura lo miraba con tristeza, al cuerpo que por sus mejillas comenzaban a resbalar unas lágrimas. Lo acercó a él, abrazándolo con fuerza.
¿1¿Lloras por tu pequeño amigo chico? – Escuchó de pronto que alguien le decía al frente. Lentamente Shura alzó su mirada, volteando a ver a los encapotados – Si fuera tú tomaría como consuelo el hecho de que murió dejando una gran verdad en sus últimas palabras.
Shura¿Qué dices?
¿1: Todos ustedes trabajan y entrenan día con día, con la esperanza de convertirse en "caballeros", servirles a Athena, proteger la Tierra y toda esas tonterías. Pero lo que dijo tú amigo es la verdad: el convertirse en un caballero es sólo un sueño, ya que Athena sea como te digan que sea, ella es una Diosa, y para ella los humanos no somos nada.
Shura¡Cállate! – Le gritó mientras se ponía de pie – ¿Cómo te atreves a decir esas cosas¡¿No permitiré que digas esas cosas de la Diosa Athena!
Sin pensarlo dos veces, Shura se lanzó al frente al tiempo que alzaba su puño derecho para atacar. Sin embargo, al momento de lanzar el golpe hacía el frente, ni siquiera pudo ver como el extraño sacaba su mano de entre su capucha, deteniendo con ella el golpe. Shura se quedó sorprendido por esa clase de velocidad, pero también se sorprendió cuando vio la mano que lo sujetaba. Ésta y el antebrazo, parecían estar protegidas por una clase de armadura, hecha de un material gris.
Shura¡¿Qué!
¿1: Das la impresión de tener un gran coraje en tu actitud, pero tu ataque no lo refleja.
Dicho esto, le comenzó a apretar el puño, provocándole un gran dolor al joven. Después, alzó su rodilla derecha, golpeándolo directo en el estomago para luego empujarlo hacía atrás. Shura rodó por la tierra, hasta quedar a lado de su amigo. Una vez ahí, aferró sus manos al lugar donde había recibido el golpe.
¿1¿Por qué deberías de tenerle tanto respeto a Athena, si en verdad para Athena no fuéramos mas que simples peones¿Cómo explicar con que tranquilidad y naturaleza el Patriarca de este Santuario se dedica a elegir caballeros en cuanto uno muere? Para el Patriarca o para Athena, la muerte de los Caballeros no significa nada. Simplemente son personas que se pueden remplazar con otro si así se ofrece.
Shura: No sabes lo que estas diciendo – Le dijo Shura mientras se trataba de poner de pie – a Athena le importamos más que nada. Ella es nuestra Diosa, la protectora de nuestro mundo – El chico se puso completamente de pie y alzó su mirada hacía el extraño frente a él – Y yo le debo mi vida…
Saga seguía de pie, entre los extraños de negro. El que había atacado ya estaba de pie, y se había unido a sus compañeros. Saga los miraba con frialdad en su mirada, sin la mayor intranquilidad.
Saga¿Quién rayos son ustedes y cómo osan invadir de esa manera el Santuario Sagrado de Athena? – Les preguntó con severidad en su palabra.
¿2: Ja, no uses la palabra sagrado para referirte a este sitio. Este lugar no es más que un infierno.
Saga¿Qué estas diciendo?
¿2: Esto no es una invasión chico, sino una venganza. Nosotros venimos hasta aquí para acabar con aquel que se encuentra al final de estas escalares, me refiero al Patriarca que se supone es la representación de Athena en el mundo.
Saga¿Qué vienes a matar al Patriarca? – En ese momento, en el rostro de Saga se reflejó cierta incertidumbre – "¿Venganza¿Qué querrán decir con eso¿Sabrán acaso del estado en el que se encuentra el Patriarca?"
¿2: Así que chico, quítate del camino o sufrirás el mismo destino que el señor de este Santuario.
Saga: De ninguna manera haré lo que me dicen – Saga movió sus brazos hacía arriba para luego de un movimiento rápido quedar en posición de combate – Yo soy un Caballero de Oro, por lo que para pasar hasta el aposento de Maestro, primero deben de pasar por mí.
¿2¿Un Caballero de Oro¡No me hagas reír!
Sin hacer caso a las palabras del caballero, los cinco se lanzaron en su contra. Saga se quedó inmóvil. De pronto, los atacantes pudieron ver como su cuerpo era cubierto por un resplandor dorado, que luego se elevó en un fuerte destello…
El extraño se le quedó viendo a Shura con gran detenimiento. Se sorprendió mucho de la determinación con la que le había dicho esas últimas palabras.
¿1: Admiro tu devoción por Athena chico. Pero igual que a muchos en la historia, esa devoción serán la causa de tu destrucción. Lo mejor que puedo hacer por ti y tus amigos es darte la muerte que deseas: Una muerte de caballero.
En ese momento, los otros cuatro se lanzaron hacía el frente, directo hacía Shura. El chico, por su parte, se preparó para defenderse. El primero que llegó hasta él, lo comenzó a atacar con repetitivos golpes, mismos que Shura trataba de esquivar lo más rápido que podía. Luego, se lanzó al frente, encajando su codo en el abdomen de su contrincante, pero éste no pareció recibir mucho daño.
Hecho esto último, vio como los otros lo rodeaban. De pronto, todos colocaron sus manos derechas sobre sus capas, retirándoselas de un tirón. Shura se quedó petrificado de la sorpresa al verlos: usaban armaduras. Las cuatro eran iguales: era de color gris oscuro con algo de negro. Solamente les protegían el pecho, las manos y antebrazos, las rodillas y un casco para la cabeza.
Shura¡¿Armaduras!
: Niño, lamentarás haberte metido con nosotros.
Todos se arrojaron al mismo tiempo contra él. Shura trataba de esquivar sus golpes, pero le era muy difícil esquivar a los cuatro al mismo tiempo. Sus esfuerzos al final no fueron suficientes, ya que recibió varios ataques por parte de sus contrincantes. Después de resistir algunos golpes, cayó al suelo, donde los cuatro comenzaron a patearlo con fuerza.
El quinto miraba todo desde su posición. Después de unos segundos, los atacantes se alejaron, dejando al chico en el piso, con su cuerpo lleno de golpes.
: Parece que ya esta muerto – Dijo uno de ellos mientras se daba la media vuelta y junto con el resto comenzaba a caminar.
Shura¿A dónde van? – Oyeron de pronto que la voz del chico les preguntaba. Rápidamente vieron como Shura se comenzaba a poner de pie a duras penas, a pesar de todos los golpes – ¡No pueden dejar pendiente una pelea entre caballeros!
Shura alzó sus brazos, colocándose una vez más en posición de combate, listo para recibir cualquier clase de ataque. El extraño que aún traía su capa, se le quedó viendo con detenimiento.
¿1: Te equivocas chico, ni tú ni yo somos caballeros… - Le dijo a través de las sombras de su capucha.
Shura: No, tú eres quien se equivoca. Mientras podamos hacer arder nuestros cosmos hasta lo más alto y hacerlo explotar cuando peleemos con nuestro contrincante, podremos ser caballeros…
¿1¿Hacer arder nuestros cosmos? – En ese instante el sujeto pudo ver como la silueta de Shura se enmarcaba en un resplandor luminoso, que se elevaba poco apoco. – ¿Qué!
La mirada de Shura se encontraba llena de una gran decisión, la decisión de pelear por su Diosa. El brillo se incrementó a gran medida, hasta cubrirlo por completo.
¿1¡Este es el poder de mi cosmos! – Dicho esto, envistió su puño hacía el frente con todas sus fuerzas. De su mano surgió un rayo blanco que se movió rompiendo el aire, directo a donde estaban sus enemigos.
Los cuatro que lo había atacado se hicieron a un lado para esquivarlo. Sin embargo, el quinto, no se movió, simplemente se quedó de pie, como esperando el ataque.
¡Señor! – Gritó uno de ellos al verlo, pero el no respondió. El golpe iba directo hacía él.
De pronto, para sorpresa, él alzó sus dos manos al frente. El ataque de Shura chocó contra ellas con toda su fuerza, pero ni siquiera lo movieron. El extraño se quedó de pie, deteniendo el resplandor blanco justo entre sus manos.
Shura¡¿Qué! – Dijo Shura la ver como su energía era detenida.
El resplandor blanco que rodeaba el cuerpo del chico, así como el ataque que acababa de lanzar desaparecieron por completo. Shura se quedó sin energías, cayendo de rodillas al suelo, con su mirada perdida.
¿1: Eso fue impresionante – Le mencionó mientras bajaba sus manos – Pero aún no has podido hacer arder tu cosmos hacía lo más alto como dijiste.
: Niño, vas pagar por intentar atacarnos de esa manera.
Uno de los cuatro se lanzó al frente a gran velocidad, directo hacía el chico de cabello verde, quién por su parte se quedaba inmóvil, sin hacer el menor gesto.
Shura: "Puse todo mi empeño en ese ataque" – Pensaba, sin importarle que su enemigo se acercaba – "Entonces¿Porqué no hizo efecto?... ¿Porqué?... Acaso… ¿No soy un caballero digno de servirle a Athena…?"
¡Muere! – Gritó el atacante cuando ya estaba cerca de él.
Shura se quedó quieto, como dispuesto a recibir el golpe. De pronto, cuando el puño de aquel sujeto estaba por tocarlo, algo se interpuso en su camino. Shura pudo ver como una figura se colocaba frente a él, y detenía con su mano protectora el golpe que venía hacía él.
Aioros: Levántate Shura – Escuchó que le decía – ¿O es que acaso no me dijiste que serías un caballero que daría su vida por Athena?
Shura¡Aioros!
¿1¿Y tú quién rayos eres? – Le preguntó al momento de verlo.
Aioros: Si quieres saberlo…
Aioros sonrío ante la pregunta. Luego, jaló su otra mano hacía atrás, para luego lanzarla hacia el frente y golpear al atacante que sostenía justo en el abdomen, para lanzarlo con fuerza hacía atrás. El sujeto salió volando, pasando por el lado derecho del encapotado, hasta chocar contra unos de los pilares blancos del Santuario. En cuanto chocó, éste se volvió pedazos, al igual que el área en la que Aioros había golpeado. Cayó al suelo, completamente inconsciente.
¡Lo lanzó volando¡Es imposible!
Aioros¡Yo soy Aioros! – Respondió mientras se ponía en posición de combate. – ¡El Caballero de Sagitario!
¿1¡¿El Caballero de Sagitario!
Aioros¡Ahora reciban la ira de Sagitario! – De pronto, un aura dorada cubrió por completo al caballero, misma que casi inspiraba miedo a los atacantes. – ¡Relámpago de Voltaje!
Aioros lanzó su puño hacía el frente, y de éste parecieron surgir millones de rayos dorados que se movían en todas dirección, pero al mismo tiempo se acercaban hacía los extraños.
¿1: "¿Qué es esto!" – Dijo el quinto de los atacantes en cuanto vio la técnica – "¡Millones de rayos de luz están cruzando el aire a la velocidad de la luz¡Es imposible!"
En un parpadeo, los rayos alcanzaron a los tres hombres de armadura que quedaban de pie. Estos fueron lanzados con fuerza por la técnica a la misma dirección que su compañero, mientras parecían volar por el aire. Al mismo tiempo, el que aún tenía su capucha puesta, pareció moverse a la misma velocidad de los ataques, y así logró esquivarlos o por lo menos logró mantenerse de pie.
Los tres cayeron desde lo más alto hasta el suelo, chocando sus cuerpos contra el duro suelo de piedra. Todos quedaron completamente inconscientes, y los rayos de luz desaparecieron por completo. El brillo dorado de Aioros dejó de cubrir su cuerpo, y de inmediato bajó sus brazos. Shura, aún en el suelo, lo miraba con un gran asombro.
Shura: "¡Es increíble!" – Pensó sin quitarle los ojos de encima – "¡Ni siquiera pude ver la velocidad del ataque!"
¿1: Eso fue interesante caballero – Se escuchó de pronto que una voz encima de ellos les decía. Al momento de que ambos alzaron las mirad, pudieron ver como la figura del quinto de los atacantes descendía hasta caer de pie, justo frente a ellos.
Shura: "¡Ese sujeto aún sigue de pie!"
¿1: No hay duda, sólo hay un tipo de caballeros que es capaz de alcanzar de esa manera la velocidad de la luz¿No es así Caballero Dorado?
Al mismo tiempo, los rivales de Saga chocaban contra el suelo, haciéndolo pedazos. Todos quedaron totalmente desmayados y con las armaduras que los protegían totalmente destruidas. El caballero se mantenía de pie frente a ellos, sin ningún tipo de daño.
Jiste¡Los venció a todos joven Saga! – Sin hacerle mucho caso al aclamo de su amiga, Saga caminó hacía unos de los hombres, tomándolo de sus ropas y acercándolo a él.
Saga: Habla¿Quién los envió para matar al Patriarca, Dímelo ahora y puede que te perdoné la vida.
El hombre estaba semimuerto. Con sus últimas fuerzas alzó su mirada, viendo fijamente al caballero de oro. En su rostro, se pudo distinguir como se dibuja una pequeña sonrisa.
¿2: Nos envío la venganza… - Fue su respuesta. Saga no comprendió estas palabras, pero cuando estaba dispuesto a preguntarle que quería decir, el hombre cerró los ojos y murió al instante.
Aioros¿Fuiste capaz de ver a través de mis Relámpagos de Voltajes y esquivarlos? – Preguntó Aioros con algo de seriedad – Dime quién eres.
¿1: Soy el enviado de la venganza, Aioros de Sagitario.
El extraño sacó su mano derecha de entre su capa, colocándola sobre la parte del cuello. Luego, de un rápido y fuerte tirón, se la retiró. Aioros y Shura se quedaron congelados al verlo. Era un hombre, de cabello en un tono verde oscuro y largo. Sus ojos eran azul claro y su piel blanca; su rostro mostraba algunas cicatrices.
Sin embargo, lo que más sorprendió a ambos, fue lo que vestía: una armadura, toda un tono gris oscuro, y debajo de esta una malla negra. La armadura le cubría todo el antebrazo y las manos, las rodillas y las espinillas, tenía un cinturón, un peto que le cubría todo el pecho y los hombros. Tenía además un casco con la forma de un animal de trompa larga y orejas puntiagudas, como un zorro. Como último detalle, tenía en las espaldas dos objetos que asemejaban a unas alas que apuntaban hacía abajo y por lo tanto no se había notado debajo de la armadura.
¿1¡Yo soy Hevelius de Anser! – Le contestó, parándose con firmeza.
Shura¡¿Hevelius de Anser¡Él es un caballero!
Aioros: No Shura – Le contestó sin voltear a verlo – Esa armadura no pertenece a una de las 88 constelaciones del cielo. No hay manera que este sujeto sea un caballero del zodiaco.
Hevelius1: Qué inteligente eres caballero de oro. Tienes razón, esta armadura no tiene la misma procedencia que una Armadura de Athena. Pero vas a ver que estas ropas y este guerrero tienen el mismo poder que tú¡Caballero de Athena!
Hevelius se lanzó al frente corriendo hacía Aioros, quién por su parte se paró listo para recibir cualquier golpe. De pronto, para sorpresa del caballero, las alas de la armadura de Hevelius se abrieron, haciendo que el cuerpo del extraño se elevara en el aire.
Aioros¡¿Cómo! – Gritó Aioros al ver como se elevaba.
Shura¡¿Ese sujeto puede volar!
Hevelius se elevó hasta colocarse justo sobre Aioros. Una vez estando en lo más alto, bajó su mirada hacía su contrincante.
Hevelius¡Ahora verás caballero¡Recibe mi poderoso ataque¡¡Vuelo del Ganso!
El cuerpo del extraño se cubrió por completo por un resplandor blanquizco, y frente a los ojos de ambos vieron como se dibujaba la figura de un ave con sus alas extendidas. Luego, esa silueta descendió con fuerza hacía el suelo, teniendo la parte que asemejaba a su cabeza para abajo.
Aioros no trató de esquivarlo. Cruzó ambos brazos hacía arriba, como una protección contra el ataque. Shura vio como la cabeza del ave se estrellaba contra el caballero, y después de eso no vio nada. Un gran destello blanco se extendió por todos los alrededores, dejando ciego a Shura por unos instantes, al mismo tiempo, pudo sentir como algo parecido a una ráfaga de viento lo empujaba hacía atrás.
Shura¡Aioros! – Gritó el joven mientras era arrastrado.
Saga sintió de pronto como una extraña sensación le cruzaba la cabeza. Rápidamente se puso de pie y alzó la mirada en dirección en donde se encontraba la llamarada, en la misma en la que estaban Aioros y Shura. Se quedó viendo perdido en esa dirección, como cierta mirada de preocupación.
Saga¡Este cosmos…!
El destello blanco y todo el polvo levantado por el ataque se habían disipado por completo. Algunos metros de donde se encontraba hace un momento, Shura se encontraba tirado en el suelo. Más adelante, donde estaba Aioros, ahora había un inmenso agujero. En el centro de este, se podía ver el cuerpo del caballero de oro, aparentemente inconsciente. Y sobre el, con su rodilla derecha sobre el pecho del caballero y sus alas extendidas al aire, estaba Hevelius, que miraba a su oponente detenidamente con sus ojos azules. Aioros no reaccionaba, parecía haber perdido el conocimiento.
Hevelius dio un salto y salio del agujero. Aún afuera, parado en la orilla, se le quedó viendo fijamente, con una expresión totalmente fría, que era adornada con todas las cicatrices de su rostro…
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Datos Extras:
-Constelación de Anser: Esta constelación fue introducida por el astrónomo polaco Johannes Hevelius bajo el nombre de "Vulpecula cum Ansere" (la Zorra con el Ganso). Actualmente sus estrellas se encuentran situadas en la constelación de Vulpécula (El Zorro), introducida a las 88 constelaciones por Bartsch. Esta es una de las tantas constelaciones antiguas que desaparecieron al formalizarse las 88 constelaciones que ahora cubren el cielo.
