Capítulo 2: La resurrección del pasado.
Zarbón observaba silenciosamente cómo habían transformado su habitación. Freezer sabía cuanto él odiaba a la híbrido, y no pudo imaginar mayor venganza que encargarle la misión de ser su niñera. Zarbón casi echaba chispas al comprobar como al lado de su cama pusieron otra de tamaño más pequeño, en la cual llacía Bra plácidamente.
- Maldita sea, resucité del infierno para caer en un infierno peor. - Pronunció con resentimiento.
La niña abrió los ojos aún aturdida. Luego se incorporó con rapidez. - PAPAAAAAAAAAAAAA. - Gritó al no notar su presencia.
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En alguna parte del Universo, una nave unipersonal con forma redonda albergaba a Vegeta. La unión espiritual que tenía con su hija reflejó la desesperación que ella sintió al despertar y no verle. Cómo quisiera él dar la vuelta a aquella maldita nave que le conduciría a un infierno de matanza y desolación y consolarla. - Ni siquiera pude explicarte nada... - Un estremecimiento le asoló al recordarse a sí mismo el día que su padre, el Rey Vegeta, se vió obligado a entregarle al mostruo. Así fue como debió convencer a su padre. Después de todo, no era tan malo como él pensó. De nuevo se estremeció. ¿Y si su hija llegase a odiarle por abandonarle con aquel tirano?. Vegeta cerró sus puños de los cuales brotó sangre inmediatamente. - Bra... no importa lo que te digan, yo... yo... te quiero. - Aquellas palabras que a él tanto le costaba pronunciar salieron de sus labios en un intento desesperado de transmitírselas a su hija.
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- CALLATE. - Gritó Zarbón histéricamente. - Tu querido papá se ha marchado muy lejos de aquí y no te puede oir. -
- MENTIRA. Mi papi no me dejaría sóla nunca. - Le encaró ella secando sus lágrimas. - El me quiere... -
- Hm, Será mejor que te quedes calladita y no armes ningún problema, no sea que se enfade el Maestro. - Dijo con firmeza y seriedad el hombre de cabellos verdes.
- ¿Teneis escuela?. - Bra abrió los ojos sorprendida analizando la habitación. - Esto no parece un colegio. -
Zarbón dejó escapar una gota de sudor en su frente ante semejante comentario, aunque interiormente le hizo tanta gracia que no pudo evitar una pequeña sonrisa exterior.
- ¿Dónde estamos?. - Bra se levantó frotando su nuca un tanto adolorida.
- Este es el Planeta Freezer 79. -
- Ahh, ¿dónde está mi mamá?. - Preguntó compungidamente.
- Muerta. -
Bra abrió los ojos y la boca asombrada por aquella cruda respuesta. - Mentiroso... -
Zarbón sintió algo en su interior saltar con aquella respuesta. Retrocedió muchos años atrás, cuando él apenas era un niño de 8 años. Su planeta había sido destruido y él había sido capturado por el Imperio. Preguntó lo mismo y él respondió la misma cosa. "mentiroso".
- No estoy mintiendo. - Dijo algo más suavemente en vista de los lagrimones rabiosos que luchaban por salir fuera de aquellos ojos cristalinos. - Lo siento. - No es que él lo sintiera, en realidad ni siquiera sabía por qué había dicho que lo sentía. Interiormente se dijo que no quería que la niña siguiera armando escándalo y llorando. Sin embargo algo dentro de su conciencia le hacía recordarse a sí mismo en aquella situación indeseable.
- ¿Y mi papá?. - Preguntó ella esperanzadoramente, cubriendo sus ojos llenos de lágrimos con sus pequeñas manitas.
- Está en una misión, volverá dentro de una semana. -
- ¿Y mi hermanito Trunks?. - Zarbón se impresionó con aquello, no esperaba que Vegeta se hubiera convertido en el padre responsable de dos mocosos.
- Tu planeta ha sido destruido y con él todos sus habitantes. -
- Mentiroso... mi papi no hubiera permitido que hicieran eso. - Lloró Bra y Zarbón, incapaz de sostenerle la mirada se alejó de la habitación, no sin advertirle antes de abandonarla.
- Será mejor que no hagas nada estúpido. Permanece aquí. - Dijo sin volverse a mirarla, de espaldas a ella, ya en el marco de la puerta.
- Espera. - Gritó Bra.
Zarbón detuvo su paso aún sin querer mirarla. ¿Es que su conciencia había renacido junto con su alma?. - ¿Mi papá te encargó que me cuidaras?. -
Aquella pregunta tan inocente, por algún motivo, era terriblemente difícil de responder. - Si. - Mintió y seguidamente salió de la habitación asegurándose de sellar la puerta con el código para que la niña no pudiera escaparse.
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En el futuro...
Bra, esta vez, la homóloga del futuro, ya con 30 años de edad, daba vueltas alrededor de la rubia que estaba siendo interrogada en la comisaría de policía. - ¿Dices que desapareció? -
- Si, Buaaaaaaa, buaaaaaa. -
- DEJA DE LLORAR. - Puso su mano en la frenta para tratar de controlarse, estaba claro que esa chica no daba para más. Raditz se buscaba amantes de buen físico, pero por regla general obviaba lo concerniente al cerebro. - ¿Te dijo algo antes de desparecer?. -
La rubia comenzó a pensar detenidamente. - Me dió un beso. Ahh ¿y si yo he tenido la culpa?. -
- ¿Qué?. -
- Una vez vi una película acerca de una chica que cuando besaba a los chicos les absorvía su energía y los mataba. Dios mío, ¿y si lo he matado? BUAAAAAAAAAAAAAA. -
Bra arqueó una ceja y luego respiró profundamente. - Tranquila, no creo que sea el caso... -
Cuando se marchó de la comisaría se prometió algo. - Raditz, no te voy a dejar, juro que te encontraré, eres mi mejor amigo. Donde quiera que estés, ten por seguro que te haré volver. -
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En otra de las naves uniplazas de Freezer...
Raditz permanecía ensimismado en sus pensamientos. Todo había sido tan terriblemente rápido. De pronto estaba besando a una rubia despampanante, y acto seguido se encontraba en una celda con grilletes anti ki. Cuando vió a Freezer casi no podía creerlo. Pero cuando vió a Vegeta sosteniendo a Bra su corazón le dió un vuelco.
- ¿Qué edad debe tener? . Concluyó mentalmente que debe ser de la misma edad que Bura, la hija de Goten y Bra.
- Son casi idénticas. - Una sonrisa se encrespó en sus labios al percatarse de que el material genético que Goten no había hecho presencia en la descendencia d ela pareja. Bura había salido en todo a la familia de Vegeta. Al menos... Tio Raditz. Así es como le llamaba siempre Bura. Él y Bra eran los mejores amigos. Muchas veces incluso quizás tenían más confianza entre ellos dos de la que pudiera tener con su marido.
- Bra... - Con el paso de los años su amor hacia ella había crecido, y su tormento al verla al lado de alguien como Goten era casi insoportable, si no fuera por su activa vida social... bueno... mejor dicho sexual. Siendo un poeta de renombre no le costaba tener cientos de amantes que lo consolaran. - Bra, no dejaré que Freezer te dañe esta vez,aún cuando tenga que volver de nuevo a vivir como un asesino maldito, aun cuando acabe con mis huesos en el infierno, te protegeré. -
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En el Planeta Freezer...
(Llamaré Chibi Bra a la pequeña Bra de 6 años, para diferenciarla de la Bra de 30 años del futuro)
Había anochecido y Zarbón aún no había vuelto a verla. Chibi Bra, después de haber llorado durante horas por la pérdida de su familia, sintió un calor en su corazón, como si su padre le dijera que no llorase más, que la quería, y decidió que no iba a llorar más. Además seguro que su padre tenía un plan y quizás... quizás... fuera posible resucitar a su mamá... y a su familia...
Sus tripas rugieron por el hambre. Realmente ese tal Zarbón había ignorado por completo que una niña Saiyajin necesita comer abundantemente. Chibi Bra se sentó en la cama y se quedó dormida, rendida por el cansancio y el hambre.
Una hora después, la puerta de la habitación se abrió. Chibi Bra abrió un ojo y vislumbró la figura que entraba tambaleándose.
- Maldita sea... - Se quejó Zarbón justo antes de caer al suelo de rodillas. Chibi Bra no se atrevió a acercársele de momento así que siguió observándole.
El estado del hermoso guerrero era realmente lamentable. Nadie escapaba a la venganza de Freezer, y Zarbón no era una escepción. Si alguien pensó que el lagarto le perdonaría por rebelarse en su contra y matarle estaba completamente equivocado. Ahora que había resucitado, ahora que tenía la inmortalidad y el poder ilimitados, se daba el placer de someter a torturas sexuales a su ex-amante Zarbón. El sadismo de Freezer no tenía límites, y el cuerpo magullado de Zarbón estaba completamente destrozado. Lágrimas de rabia e impotencia quemaron las mejillas del guerrero justo antes de que las fuerzas le abandonasen y se desplomase en el suelo de la habitación inconsciente.
Chibi Bra se levantó sigilosamente y lo miró de cerca. Con tiento, acercó un dedo a su espalda. - Oye... - Sus ojos se pararon a pensar un poco. No, aquel hombre no le había dicho su nombre. - Como te llames... - Volvió a tocarle con el dedo obteniendo un gemido de dolor al hacerlo. La niña dió un brinco hacia atrás asustada por aquel sonido. Luego se envalentonó, encendió las luces y le miró más detenidamente que antes.
- Parece que está herido... pobrecito... - Susurró apenada al ver las contusiones, los cortes y la sangre en su cuerpo.
- Oye, ahí no puedes dormir... Mmmm Verdecito. (Nombre con el que bautizó a Zarbón, ya que no sabía el verdadero). Te voy a llevar a la camita. - Bra se agarró al musculoso Zarbón y lo levantó utilizando su fuerza saiyajin y su capacidad de volar, únicas habilidades en las que había sido entrenada, llevándolo a la cama enseguida.
- Te voy a curar. - Cantando una canción infantil corrió al baño donde antes había visto algo que parecía un botiquín de primeros auxilios. Al paso de una hora de árduo trabajo, el guerrero había quedado vendado, no demasiado uniformemente, y quizas más exageradamente de lo que era necesario, pero sus heridas, al menos las visibles fuera del uniforme, habían sido curadas.
- ¡Buen trabajo! - Se felicitó la niña mirando a la momia delante de ella.
Zarbón gimió un poco aún sin despertarse. - Pobrecito, te duele mucho ¿verdad?. ¡Verdecito! te voy a contar un cuento para que se te pase. Mi mamá siempre me cuenta cuentos cuando me pongo malita, ¿sabes?. - Por supuesto nadie le respondió.
ChibiBra se subió a la cama y comenzó a contarle un hermoso cuento. - Había una vez una niña que se llamaba Caperucita Roja... - Al poco de comenzar, sus ojitos empezaron a pesarle y se quedó dormida.
Por la mañana, Zarbón despertó sobresaltado. Se incorporó y sacudió la cabeza al notar que estaba abrazando a la niña híbrida. - Qué diablos... - Exclamó aturdido aún por la extraña situación. De pronto se miró a sí mismo detenidamente y notó la gran cantidad de vendajes que tenía puestos, así como lo mal colocados que estaban. - Esto no lo ha hecho ningún medico... - Susurró mirando de reojo a la pequeña niña.
Caminó al baño más repuesto y se quitó los vendajes. Después de ducharse se puso un nuevo uniforme y de nuevo fue a mirar a la pequeña que seguía durmiendo con un hilito de babita colgándole en su propia cama. La niña despertó de pronto y le pilló mirándole infraganti. Luego sonrió.
- Hola Verdecito, ¿ya estás bien?. -
Zarbón notó una gota de sudor enorme en su frente. - ¿Cómo me has llamado?. -
Chibi Bra volvió a sonreir. - Como no sabía tu nombre te llamé Verdecito. ¿te gusta?. -
- NO. - Contestó rudamente frunciendo el ceño a la niña que aún le miraba con ojos enormes confiados. - Me llamo Zarbón. -
- Ah. - Contestó ella desilusionada. De pronto sus tripas sonaron. - ¿Qué hay de desayunar Ver... Zarbón? - Sonrió.
Zarbón suspiró. - Saiyajins... Vístete y sígueme... iremos al comedor... -
- Si ya estoy vestida - Contestó ella que aún no se había cambiado la ropa que llevaba puesta.
El guerrero sacudió su cabeza de nuevo, luego fue a su armario y sacó un uniforme pequeño que habían dejado para la pequeña expresamente. - Este debe ser del guardaropa de Gurdo. - Rió Zarbón pensando en el más pequeño de los integrantes de las también resucitadas Fuerzas Especiales.
- Toma, ponte esto... ehh... - La miró de arriba a abajo. - Mejor dúchate primero. -
Chibi Bra salió de la ducha con el traje nuevo puesto y con el cepillo enredado en el pelo. - Zarbi... ¿puedes peinarme por favor? -
- ¿QUEEEE? . - La niña se paró frente a él con ojitos de cachorrito desvalido. - Arrrggg. Está bien. - Gruñó entre dientes. - Pero no me llames Zarbi nunca más... ¿comprendido?. -
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