Disclaimer: Nunca, nunca permitas que tu sensei diga la hora de encuentro para el entrenamiento. ¡Llegará tarde! (No, no es mío... pero de pana deberían regalarle un reloj a Kakashi,. ¿ne? XD)
Capítulo 10: Tómate tu Tiempo o Danza entre Shinobis
Kakashi despertó temprano ese día, sintiendo el cuerpo cálido de Midori a su lado. Después de su encuentro en la Arena, habían convenido en vivir un tiempo juntos, a ver qué resultaba de esa mutua atracción.
Escuchando la suave y profunda respiración de su pareja, los pensamientos del ninja copia vagaron, posándose en Saya y en Genma. Era difícil, la situación de esos dos... más porque sabía perfectamente que Saya no era la misma de antes... habiéndose ido de Konoha a los catorce años de edad, persiguiendo un ideal de venganza... ¿dónde habría escuchado eso antes,. pensó con ironía.
Tal vez una conversación entre ella y Sasuke fuera la ideal para hacer olvidar al Uchiha de perseguir a Itachi...
No es que fuera por su seguridad, igual... él vendría pronto a Konoha, aunque no se supiera si era para invadirla, para arrasarla... o para pagar...
Era muy extraña su conducta para con Saya... pensó, rascándose perezosamente la cabeza.
— ¿Kakashi? —la voz soñolienta de Midori lo sacó de sus pensamientos. Volteó a mirarla y le ofreció una pequeña sonrisa—. Pareces preocupado... ¿qué ocurre?
— Estoy preocupado por Saya-chan —respondió, abrazando a la pelinegra y escondiendo la cara en su cuello—. Temo que Genma no entienda que ella necesita su espacio... y que ya no es la misma chica amable de cuando éramos niños...
— Me parece difícil de creer que ella haya sido así... —murmuró Midori—. Ella siempre ha sido muy seria, desde el tiempo que estuvo con nosotros en La Arena... aunque reía y bromeaba conmigo, nunca la vi sonreír de verdad...
— El único que pudo lograr eso fue Genma —recordó Kakashi con una sonrisa que ella sintió contra su piel—. Nunca supe cómo lo hacía, sólo sé que por más que ella estuviera enfurruñada o triste, él siempre lograba arrancarle una sonrisa... y ahora que Saya-chan ha regresado, presumo que verlo tan cambiado también tuvo que haber tocado un nervio en ella.
— Lo que tocó sus nervios fue verlo de casanova —bufó Midori, mostrando la misma molestia que esa noche en el pub—. Dudo mucho que Saya-chan se convenza alguna vez de sus argumentos... pero sé de cierto que su presencia en la cena la puso nerviosa.
— Hay cosas que nunca van a cambiar, Mi-chan... —susurró él a su oído, plantando un suave beso en su cuello—. Ellos están destinados uno al otro... así como tú estás destinada a estar aquí conmigo.
— Mou, Kakashi... —suspiró la morena, dejándose llevar.
-- X --
Saya se encontraba sentada frente al Monumento, leyendo todos los nombres de los ninjas que habían dado su vida por la protección de la villa. Una leve brisa agitó sus cabellos, los cuales caían libremente por sus hombros y le llegaban a la cintura.
— Ah... —suspiró, tratando de olvidar el dolor de cabeza y la molestia que sentía por lo ocurrido en la escultura de Yondaime hace unos días—. Rin-chan... Obito-kun... tantos nombres... —se detuvo al ver los nombres de sus padres, uno al lado del otro... y a continuación, el suyo propio—. Jeje, creo que soy un fantasma... estoy viendo mi propia lápida...
Continuó buscando, pero no lo encontró. Era más que obvio que Yondaime tenía su propio monumento, la escultura de su rostro sobre Konoha, pero él...
— Justo como lo pensé... —murmuró—. No importan cuántas buenas acciones hayas hecho en la vida, sólo importa cómo te conduces al final de ella... ¿no es así, Sakumo-sensei?
Otra ráfaga de viento pareció contestarle. Ella dejó caer la cabeza y observó el kunai en su mano.
— A veces me pregunto realmente si... realmente soy hija de mi padre...
— Todos nos preguntamos una vez eso, Saya-chan —respondió la voz queda de Genma. Ella se sobresaltó—. Siento mucho si te asusté, sólo quería...
Saya se levantó de un salto y se dio la vuelta para irse.
— Espera, Saya... sólo quería decirte que siento mucho lo de la otra noche... no fue mi intención hacerte eso... sólo que... aparentemente, tu presencia me descontrola, por eso es que meto la pata cada vez que me acerco a ti... quisiera que me dieras otra oportunidad, por favor... me gustaría mucho saber de ti...
Saya se había detenido mientras lo escuchaba hablar. Se volvió a mirarlo por encima del hombro, notando que él miraba al Monumento, en dirección opuesta donde estaban los nombres de los Ryukai. Caminó hacia él lentamente, sintiendo algo de curiosidad por el nombre que él observaba. Viendo que ella no se marchaba, Genma continuó.
— Te contaré una historia... soy examinador de Chuunins porque estoy cubriendo la plaza de un amigo... se llamaba Hayate, Hayate Gekkou... él murió hace unos años, mientras escuchaba sobre un ataque a Konoha... no pudo pasar la información y un traidor de La Arena lo mató. Él estaba enfermo todo el tiempo, pero su chakra era poderoso y era magnífico en Taijutsu... aún pienso que Hayate hubiera sido el único en derrotar a Gai, de no haber estado Kakashi por estos lados...
Saya no pudo aguantar la curiosidad y se acercó más, leyendo el nombre del Jounin fallecido. Pudo sentir la tristeza de Genma, por lo que comprendió que la vida del castaño no había sido fácil tampoco, mientras ella estaba fuera de Konoha rastreando al maldito de Kabuto.
— ¿Sabes qué es lo más irónico del asunto? Que fue el sensei de Temari-san, Kankuro-kun y Gaara, el Kazekage, quien lo mató...
La pelirroja sintió su boca abrirse de la sorpresa. Miró a Genma, quien la miró de vuelta a sus lentes oscuros. Se aclaró la garganta y murmuró.
— Lo siento mucho...
— No te preocupes, sé que está en un mejor lugar... criticando a quien tenga cerca, así era él...
— ¿Era tan criticón como tú? —preguntó ella, deslizando los dedos por el nombre grabado, mientras Genma soltaba una risita—. Recuerdo que no había argumento posible contra ti cuando se hablaba de la diferencia entre las armas de los shinobis...
— Mou, pero tienes que estar de acuerdo conmigo en que los senbons son más fáciles de disimular¿no te parece? —saltó él, olvidando su ánimo para seguir el tema—. No son tan ágiles para herir como los kunais, pero son efectivos si los cargas de veneno.
— Aa, pero nada tan efectivo como una katana —provocó ella, curvando levemente los labios—. Con sólo tres golpes puedes dejar a tu oponente como un rollo de atún.
— ¿Pero cómo vas a comparar? La katana es más obvia que un senbon, además de que puedes ensuciarte muchísimo mientras peleas...
— ¿Quieres probar? —preguntó Saya, alzando una ceja—. Te apuesto el almuerzo a que puedo parar con la katana todos los senbons que me lances,. ¿qué tal?
— Oi, está bien —dijo él burlonamente—. Cuando termine contigo, tu chaleco va a parecer un alfiletero, Ryukai.
— ¡Ja!. ¡Eso lo veremos, Shiranui! —exclamó ella, desapareciendo entre humo azul. Genma realizó los sellos necesarios para el Genjutsu de rastreo de chakra, para verificar que la pelirroja había tomado la dirección que había imaginado. El claro de Sakumo.
Saltando ágilmente sobre los techos de las casas, la siguió rápidamente, lanzándole unas cuantas agujas para provocarla. Ella no se inmutó y siguió saltando, hasta desaparecer en el bosque. Genma se detuvo, colocándose cinco senbons en la boca. Vamos a ver si puedes parar varios a la vez, Saya-chan, pensó jactanciosamente.
Entró en el bosque caminando silenciosamente, la punta de la lengua acariciando las agujas que tenía en su boca. La Cazadora se había convertido en presa, cosa que incitaba los instintos del shinobi de cabellos color caramelo.
Escuchó la suave risa burlona de Saya a su derecha, lejanamente. Armándose con senbons entre los dedos de ambas manos, entrecerró los ojos y se agachó, manteniéndose en guardia.
Ella apareció frente a él, la katana brillando en su mano. Sonrió ferozmente, colocándose en la primera postura de kata de kendo.
— Pareces una vieja costurera con los alfileres en la boca, Genma-kun... —se burló ella, moviendo la espada levemente de un lado a otro—. Cuando quieras...
Oh, esto era mejor que cualquier sake que hubiera probado o cualquier mujer con quien se hubiera acostado, pensó él. La crudeza de los instintos de un ninja, anticipándose a una batalla, eran más primarios que los suaves sentidos de una borrachera o una sesión de sexo.
Lanzó tres senbons hacia ella, tanteando terreno. El ruido de las agujas chocando con la katana llenó el aire, seguido por el leve sonido sordo de las mismas al caer al suelo. Ella alzó una ceja detrás de sus lentes oscuros.
— ¿Eso es todo lo que tienes? —provocó en un susurro—. Vamos, sé que puedes hacerlo mejor...
— No me tientes, Saya-chan —dijo él con los dientes apretados—. No quiero hacerte daño...
— ¿A una ANBU? —preguntó ella sarcásticamente, moviendo la katana hacia ella, en un movimiento que podría interpretarse como el mismo que le hizo a Kakashi en examen de Jounin/ANBU—. Por favor, yo puedo soportar el dolor de unos cuantos palillos de dientes... si es que me llegan a dar, claro...
El poco control que tenía Genma se fue al diablo con la última provocación. Comenzó a correr alrededor de ella, imprimiendo velocidad a sus piernas con chakra, mientras lanzaba grupos de cinco a ocho senbons por vez. El choque de las agujas contra metal le indicaban que ninguno había tocado a la pelirroja, lo que lo fastidió aún más.
Sus manos se movían rápidamente, soltando espina tras espina, el sonido de sus respiraciones controladas y el ruido metálico era el único que se escuchaba en el bosque.
¡Tenía que encontrar la manera de ganar la apuesta! Pero,. ¿cómo?., se preguntó. Ella era demasiado veloz con esa condenada katana como para poder acertarle... ¡y se le estaban acabando los senbons!
Deslizando la mano en sus bolsillos, sus dedos se toparon con algo.
¡El tanto!
Tal vez...
— ¡Creo que esto demuestra la supremacía de la katana! —dijo ella con una risita burlona. Esto lo hizo decidirse y, sacando el tanto, lo lanzó hacia ella, atinándole limpiamente en el hombro que se había herido en la frontera. Saya soltó un sonido de sorpresa y cayó sentada al suelo, dejando caer la katana en el proceso. Genma corrió hacia ella.
— ¡Lo siento, lo siento mucho! —exclamó, pero se quedó de piedra al ver que la pelirroja se reía a carcajadas. Esto lo confundió un poco, pero sonrió a manera de disculpa por su estupidez—. Saya, de verdad lo siento...
— Oh, Kami... —suspiró ella entre carcajadas, mientras se sostenía la herida—. ¡Tenías que hacer trampa para ganar!. ¡Además, con algo que es mío!
— Oi!. ¡Yo te regalé eso! —protestó burlonamente él mientras se inclinaba a revisar la herida. Profunda, ciertamente, pero al parecer no había tocado ningún nervio del hombro o del brazo—. Debemos ir al hospital para curarte, vamos--
— ¡Ni loca! Sabes que odio los hospitales y médicos... y desde un tiempo para acá le he tomado tirria hasta a las enfermeras, por lo que preferiría curarme yo misma a ir a un sitio de ésos.
— Eres demasiado tozuda,. ¿lo sabías? —dijo Genma, sonriéndole—. Venga, te ayudo a quitarte eso...
— Espera, si me lo quitas la sangre hará un desastre... vamos a-- —soltó otro sonido de sorpresa cuando se vio en los fuertes brazos de Genma, quien había recogido la katana y se la había colocado a la espalda, caminando luego en dirección a la salida del bosque—. ¿A dónde me llevas?. ¡Te dije que no voy a ir al hospital!
— Respeto tu opinión, Saya-chan, por eso es que no iremos allí. Te llevaré a mi casa para poder mirar esa herida con más cuidado, y luego comeremos algo.
Sin tener el derecho a replicar, Saya se dejó hacer.
Avanzaron hacia la casa de Genma, no sin antes llevarse una serie de silbidos y exclamaciones por llevar a una chica en brazos, además de una enorme cantidad de mujeres que le lanzaron miradas asesinas a Saya, por la misma razón. Ella soltó una risita incómoda.
— Mou, Genma... si las miradas mataran ya estuviera bajo tierra —susurró, mientras pasaban frente la florería de los Yamanaka, desde donde otra rubia cliente los observaba. Genma se echó a reír y cerró más el brazo izquierdo, atrayendo el rostro de la pelirroja al suyo.
— ¿Por qué no les damos de qué hablar? —preguntó, mirándola a los lentes, encantado internamente al ver el leve rubor que coloreó las mejillas de la Cazadora ANBU—. ¿Me lo permites, Saya? —añadió, con un susurro.
Ella asintió y dejó que la besara. Los pensamientos se arremolinaron en su cabeza, no pudiendo escuchar nada más que los rápidos latidos de su corazón. Sin saber que lo hacía, rodeó el cuello del shinobi con su brazo sano, hundiendo los dedos en los cabellos castaños. Los silbidos y sarcasmos se redoblaron, pero Genma no hizo el menor caso. Mientras sus labios estuvieran junto a los de Saya, nada más le importaba.
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A/N: Ains... me encanta esta escena... :-$
Nabiki: Luego te contaré un cuentico con lo de Yondaime... pero lueguini, lueguini, jeje... ¡Gracias por leer!. :-)
