Disclaimer: Nunca dejes que tu perro se te monte encima... ¡te llenará la ropa de pelo! xD (No, no es mío, 'ta sea... uu)
Capítulo 11: Getting Closer o el Senbon Plateado
— ¡Ay!. ¡Eso duele!
— Es líquido desinfectante de heridas, Saya-chan, no seas chillona —se burló Genma. Estaban en su casa; había colocado a la pelirroja suavemente en el sofá y había rebuscado entre las repisas de la cocina, donde guardaba los utensilios de curación. Tenía que sacar el tanto del hombro de la chica, pero primero tendría que poner a la mano unos vendajes y las suturas.
Utilizando la katana de Saya, Genma deslizó la hoja por debajo de la tela que conformaba la camisa cuello de cisne negra de la chica, abriendo la manga por completo, hasta el hombro. Luego, colocó unos cuantos pliegos de gasa empapados en alcohol alrededor del mango de la daga, dándole más estabilidad. Ella siseó al ardiente contacto.
— Ahora sacaré el tanto, no te muevas —explicó el shinobi, mientras deslizaba los dedos por el lacado mango—. ¿Quieres algo para morder?
— Sí, dame la máscara de Kakashi... ¿qué parezco, perro? —replicó ella alzando una ceja—. Créeme que si necesito morder algo, consideraré a mi fiel salvador y verdugo para ello.
— Oi, hieres mis sentimientos, Saya-chan —remarcó Genma con ironía—. Sé que te duele, así que haremos esto rápido. A la cuenta de tres...
Ella se preparó, cerrando los ojos, tomando aire y tensando la mandíbula.
— Uno... —Genma sujetó el tanto firmemente—. Dos... —su otra mano tomó el hombro de la chica, presionándolo levemente—. Tres.
El tanto salió rápida y eficazmente, dejando rodar un montón de sangre que manchó inmediatamente las gasas sujetas alrededor de la herida. Saya soltó el aire y exclamó algo en otro idioma, el cual Genma no pudo entender. Colocando más gasas sobre la herida, el castaño empujó levemente a la chica, indicándole que se acostara.
— ¿Qué, para qué?
— Necesito suturarte, y así la sangre no me impedirá ver —replicó concentrado en su tarea. Ella obedeció con un suspiro y colocó la cabeza en el cojín, mientras observaba al examinador con la vista fija en la aguja con la cual batallaba para enhebrar el hilo quirúrgico. La concentración se convirtió en fastidio cuando vio que no lograba introducir el hilo, por más que lo mirara con un solo ojo. Saya bufó, aguantando la risa.
— A ver, pequeño dobe —murmuró mientras cerraba un ojo y tomaba la mano de Genma, guiándola hasta el ojo de la aguja. Pronto, la aguja estaba lista para ser utilizada y Saya sonrió satisfecha. Genma gruñó, alargando la mano y entregándole una botella pequeña de sake—. ¿Qué, es la anestesia?
— Sé cómo te pones con las agujas, así que preferiría que estuvieras un poco mareada para que no sintieras dolor —explicó pacientemente, esperando que ella tomara el primer trago. Ella lo miró de reojo antes de beber un largo trago del licor—. Avísame cuando te sientas ligera.
— Mou, Genma... —dijo ella en tono burlón—. Comienza de una vez, quiero tener el hombro sano para dentro de dos semanas...
La realidad de la aproximada guerra hizo que Genma se pusiera serio. Comenzó a suturar la blanca piel del hombro de la pelirroja, poniendo mucho cuidado en los puntos. Saya entendió su mutismo.
— Eres bastante diestro con los senbons —continuó, intentando aligerar un poco la tensión de la sala—. Tengo que admitir que unos cuantos estuvieron a punto de escapárseme... —completó en tono respetuoso. Al ver que Genma no respondía, comenzó a mirar a su alrededor—. Kami... tienes esto como lo recordaba...
— Desde que mis padres murieron me ha gustado mantener la casa en el mismo orden que mi madre colocaba las cosas —contó él con voz ausente, alargando la mano de la aguja y atando otro puntito—. Lo encuentro práctico y confortante a la vez... digamos que es una manera de respetar su gusto.
Saya asintió mientras observaba las fotografías y pergaminos de las paredes. Muchos eran del padre de Genma, un shinobi reconocido entre los senseis de nuevos equipos de Genins; algunos desu madre, la cual era una ninja médico bastante habilidosa, siendo la única persona que podía tratar con Saya cuando se malhería en los entrenamientos... y era la única que podía acercarse a ella con una aguja. Tal vez era por eso que dejaba que Genma ahora la suturase... tenía la misma habilidad que su madre.
— Saya —la voz de Genma sonaba preocupada—. Si se presenta Kabuto...
— Lo mataré —replicó ella sin perder un segundo—. Tu más que nadie sabe lo que pasó con mis padres... no puedo dejarlo pasar así, no puedo...
— Está bien, Saya... sólo quiero que sepas, que si llega el momento... me gustaría estar contigo, pues —murmuró él, utilizando la punta de un kunai para cortar el último resquicio de hilo. Ella lo miró fijamente desde detrás de sus anteojos oscuros, mientras el shinobi aplicaba firmemente un vendaje limpio al hombro, cambiando el tema abruptamente—. Listo, ya está; no lo muevas por un tiempo o la herida se abrirá.
— Genma... —dijo ella mirándolo. Él le mantuvo la mirada hasta que ella se sonrojó y bajó la cabeza—. ¿No tienes hambre? Vamos a comer,. ¿quieres?
Viendo que no podría decirle más nada, el castaño sonrió brevemente y se levantó. Ahora sí estaba decidido, no porque ella le hubiera dicho esas cosas en el monumento a Yondaime... sino porque ya había encontrado de nuevo su camino. Ya era el tiempo de sentar cabeza... y Saya era la única en quien podía pensar para eso.
— ¿Ramen? —preguntó, casualmente, haciéndola sonreír un poco con el tono jocoso de su voz.
-- X --
Saya regresó a su casa con el corazón henchido. Estaba completamente confundida. Acariciando la venda de su hombro, recordó el resto del día con una leve sonrisa.
Habían caminado hasta el restaurante más cercano, donde se acomodaron en una mesa junto a la ventana. Genma le contaba de sus misiones como Jounin y de los exámenes de Chuunin que había aplicado, mientras ella escuchaba atentamente. No podía negarlo, Genma había tenido una vida movida y bastante interesante. A cambio, ella le contó de las mil y una cosas que había visto en sus viajes, haciéndolo reír con una anécdota de la Ola.
Se había dado cuenta, sin embargo, que las mujeres que pasaban junto a la ventana le lanzaban dardos con la mirada, mirando luego al castaño de reojo. Esto la pudo incómoda, pues esas vistazos indicaban ciertamente que el shinobi había tenido algo alguna vez con esas mujeres...
En un momento dado, Genma se dio cuenta de su incomodidad.
— Mou, Saya... ¿no te gusta el teriyaki? —preguntó, con el palillo en la boca. Ella negó con la cabeza y le ofreció una pequeña sonrisa, intentando despistarlo.
— Está bueno, muy bueno —respondió, comiendo otro bocado. Genma no era ningún tonto. Luego de terminar la comida, cruzó los dedos sobre la mesa y la miró fijamente.
— Oye, hay algo que quiero que sepas —dijo, serio—. Mi vida en Konoha... no es la de un santo. Nunca la ha sido, de hecho. Pero quiero explicarte mis razones de mi comportamiento.
— No, no hace falta, Genma... —respondió Saya, jugueteando con los palillos—. La verdad es que cada uno tiene su pasado y su presente, aparte de los momentos que vivimos juntos en nuestra niñez... y yo no pienso criticarte nada, porque también espero que tú no lo hagas... recuerda lo que pasó con Yondaime-kun, por ejemplo... todo el mundo pensaba que él y yo teníamos un rollo cuando lo cierto era que él era mi amigo y confidente...
— Lo sé, nena, lo sé... —respondió él en un murmullo—, y no puedo negar que sí me sentí un poco celoso, pero cuando te fuiste él habló conmigo y me contó la verdad.
Saya saltó en el asiento, sorprendida.
— Te... ¿te dijo algo?
— Aa —asintió Genma con una sonrisa—. Pero en ese tiempo no pude entenderlo, estaba muy dolido por tu partida; pero desde que apareciste de nuevo he estado empezando a ver todo bajo una nueva luz... —deslizó la mano por la mesa y la colocó encima de la de ella—. Estoy cansado, nena... estoy cansado de andar de saltimbanqui...
— ¿Y por qué no te sales de esa situación, pues? —preguntó ella—. El Genma que recuerdo no se dejaba amilanar por esas cosas...
Ambos guardaron silencio, disfrutando de la presencia del otro... hasta que pasó otra chica por la ventana, taladrando a Saya con la mirada. Genma se dio cuenta finalmente de qué era lo que incomodaba a su pelirroja.
— ¿Sabes qué? —dijo, casualmente—. Quiero que tengas esto.
Metió la mano en el bolsillo del chaleco, sacando un senbon. Pero no era un senbon cualquiera, éste era uno de color plateado brillante, como la hoja de una katana. Saya soltó un sonido de sorpresa al reconocerlo.
— Pero...
— Por favor, Saya... significa mucho para mí que tengas esto... perteneció a mi padre, era su senbon de la suerte... por favor, acéptalo...
— Está bien, está bien... —acordó finalmente, tomando el senbon. Sus dedos hicieron contacto brevemente con la mano del shinobi, enviando un pequeño estremecimiento por todo su cuerpo.
Mirándose al espejo, el senbon plateado enredado en sus cabellos y sosteniéndolos en una suerte de moño, sintió sus labios curvarse.
Ese maldito se había salido con la suya.
-- X --
Pasó cinco días canalizando chakra en su hombro, restañando la herida lo más posible. Tenía que entrenar con la katana y el vendaje le impedía muchos movimientos rápidos, por lo que utilizó un Jutsu para acelerar el proceso de cicatrización. Hacía un día nublado en Konoha, por lo que seguramente la lluvia se haría presente en horas de la tarde, lo más seguro.
Caminó más allá del Monumento a los caídos, encontrándose con un espectáculo curioso: tres adolescentes intentándole quitar una campana a un Jounin de cabello plateado con la nariz escondida en un libro de tapas naranja. Contuvo a duras penas la carcajada al ver que el chico rubio se multiplicaba con unKage Bunshiny entre todos intentaban inmovilizar a Kakashi.
Sakura saltaba sobre los clones de Naruto, Sasuke haciendo lo mismo; Kakashi hacía uso de su velocidad para no ser atrapado, mientras el portador del Kyuubi le gritaba frustrado que se detuviera un momento. Sakura le gritaba que era un "Ero-Sensei", mientras Sasuke hacía todo lo posible por quitarle la campana. Saya entrecerró los ojos y sacó un kunai de su bolsa, apuntándolo al libro.
El kunai voló silenciosamente, siendo detenido por dos dedos enguantados. Kakashi levantó la mirada y sonrió brevemente detrás de su máscara.
— Mou, Saya-chan, eso no se hace —reprendió—. Ahora voy a tener que pelear contigo para darme a respetar con mis estudiantes.
Sakura sonrió y haló a Naruto por un brazo, mientras que Kakashi y Saya se colocaban en postura de combate. El ninja copia observó con su ojo la sonrisa que jugaba en los labios de la chica y le dio gracias a todo lo que hubiera por ello.
— ¡Patéale el trasero, Saya-san!.
— ¡Naruto!. ¡Deberías de animar a nuestro sensei!.
— Técnicamente él ya dejó de ser nuestro sensei, Sakura —replicó Sasuke, a lo que Sakura se sonrojó un poco.
— ¡No me importa!. ¡PATÉALE EL TRASERO, SAYA-SAN!.
Se oyó a Sasuke suspirar audiblemente antes de descargarle un puñetazo a Naruto que lo hundió de cara al suelo. Sakura se sentó en el riel del puente, observando detenidamente las poses de su sensei y la pelirroja.
— Creo que te perdieron el respeto, Kakashi-kun —murmuró Saya, extendiendo un brazo con dos dedos en pie—. ¿Les damos una lección?
— Será todo un placer, Saya-chan —respondió Kakashi en el mismo tono. Sakura alzó levemente una ceja al ver que ambos Jounins se volvían hacia ellos y realizaban la misma serie de sellos en dirección a Naruto y Sasuke, quienes para variar estaban dándose una paliza el uno al otro.
— Brain Tickling no Jutsu! —exclamaron ambos, el Jutsu impactando en ambos Jounins. Pronto, Naruto se retorcía en el suelo riéndose a carcajadas, mientras que Sasuke hacía lo propio, pero de una manera no tan escandalosa. Sakura estaba anonadada por lo que ocurría a sus pies, mucho más cuando vio a Kakashi y a Saya chocando las palmas.
— ¿Qué fue lo que les hicieron? —preguntó con muchísima curiosidad. Saya sonrió traviesamente, mirando a Kakashi sacar de nuevo su libro Icha Icha y sumergirse de nuevo en la lectura. Rodó los ojos tras los anteojos y caminó hasta el rojo puente.
— Es un Genjutsu, Sakura-chan —indicó la pelirroja, subiéndose al riel del puente al lado de la pelirrosa—. Las imágenes que están pasando por sus mentes son las más graciosas que han visto en su vida, por lo que están anulados en el suelo... estarán así por un buen rato, hasta que lloren de la risa por lo mínimo.
— ¿Es refrescante ver a Sasuke riéndose así, no, Sakura? —le preguntó su sensei. Sakura se sonrojó un poco y Saya dejó escapar una risita.
— Mejor sonó tu risa cuando usé ese Jutsu sobre ti la primera vez —replicó la pelirroja—. Recuerdo que Yondaime-kun me reprendió severamente, pero luego se tuvo que tragar las palabras al verte más tranquilo y relajado.
— Aunque nunca me dijiste quién te enseñó ese Jutsu especial... —recordó el ninja copia, guardando el libro y rascándose levemente la enmascarada barbilla—. Bueno, puede decirse que la risa es una de las mejores medicinas¿ne?
— Aa, así es —acordó Saya—. Y tú, Sakura-chan... ¿no quieres que utilice este Jutsu sobre ti también?
— Er... no, gracias, creo que paso —respondió la chica con una sonrisa forzada, lo que hizo que la risita de Saya se repitiera. La pelirroja saltó del riel y se acercó a Sasuke, quien ya se estaba levantando con dificultad. El Jutsu ya se había cancelado en él.
— Mou, Uchiha-kun,. ¿puedo hablar contigo un momento? —el joven la miró susceptible y asintió. Saya lo guió unos metros más allá, donde no los escucharían. Sakura observó fijamente el rostro de Sasuke mientras hablaba, frunciendo el ceño al ver que él lo hacía también. Naruto ya se estaba dirigiendo hacia ellos cuando Kakashi le metió un pie en el camino, haciéndolo caer de nuevo.
— No es de buena educación espiar las conversaciones privadas, Naruto —reprochó el Jounin sin sacar la cara del Icha Icha—. Dejemos que Sasuke y Saya hablen libremente,. ¿eh?
No pasó mucho rato antes de que la pelirroja y el moreno regresaran, Saya con la cara seria y Sasuke con un pliego en su ceño. Para aligerar la atmósfera tensa, Kakashi guardó de nuevo el libro y sacó la campana, haciéndola tintinear frente a Saya.
— ¿Qué te parece, Saya-chan? —provocó con su habitual tono perezoso—. ¿Apostamos una cena a que no me quitas la campana?
— Ah, Kakashi-kun —dijo ella recuperando la sonrisita burlona de antes—. Hagámoslo más interesante: te apuesto el Jutsu ese que querías aprender contra tu máscara.
Él soltó la carcajada.
— ¡No, mi máscara no! —protestó, mientras Sakura y Naruto soltaban la carcajada—. Quedémonos con el Jutsu... y otra cosa, pero la máscara no.
— Perfecto, entonces idearé otra cosa... ¡a él, muchachos! —exclamó lanzándose contra Kakashi, quien la esquivó velozmente, esquivando igualmente a Naruto y a Sakura. Sasuke sonrió brevemente al verlos a todos encima del ninja copia, haciéndolo reflexionar en las palabras de la pelirroja. Mmm... tal vez era cierto... ¿pero acaso Sakura pensaría igual que Saya?
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Caminaron hasta el pub entre risas y bromas; la campana sonaba burlona en las manos de Sakura. Kakashi se rascaba la cabeza entre avergonzado e incómodo. Entre el Sexy no Jutsu de Naruto y un Jutsu de fuego de Saya, lo habían hecho retroceder lo suficiente para que un Henge de Sakura con la apariencia de Midori lo confundiera. Sasuke tuvo que reír un poco para sí, la estrategia fue bastante inteligente.
Entraron al pub, el aire estaba algo enrarecido con el humo de los cigarrillos y los diversos olores de las bebidas y comidas que allí se servían. El equipo siete y la pelirroja se abrieron paso entre el gentío, para ser recibidos con una visión.
Genma, abrazando a la rubia enfermera, Yumi, mientras ésta le besaba en plena boca. Todos se quedaron petrificados. Saya sintió su corazón romperse por completo.
Dándose media vuelta, salió del pub sin decir una sola palabra. Genma se separó de la enfermera justo para verla cruzar la puerta.
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A/N:. ¡Gracias por el review, Nadeshiko!. :-)
