Disclaimer: Se ha determinado que las vendas utilizadas por los shinobis hacen muy buen uso en otro tipo de menesteres. ¡Ley de impuesto por el bondage! xD (No, no es mío, joer...)
Advertencia: Escena Lemon adelante... están advertidos ;-)
Capítulo 13: I want to be with you
Faltaba sólo un día para la finalización del plazo de Orochimaru. Los shinobis de toda Konoha estaban tensos y pendientes de cualquier movimiento en las afueras de la villa. Dentro, los habitantes se reunían en corros nerviosos, preguntándose si en verdad verían la luz al final del túnel o... sobrevivirían a la sombra del lunático Sannin.
El cielo se nubló totalmente, tapando el cielo por completo. El sol sólo era un recuerdo y el azul del firmamento sólo una ilusión. Desde su casa, Kakashi abrazó a Midori, escondiendo la cara en su cuello, mientras ella suspiraba entre nerviosa y tranquila. Temari observaba al mismo panorama desde la casa de Shikamaru, quien en ese momento le susurraba al oído que todo estaría bien. Sasuke y Sakura estaban en el puente, compartiendo un momento de silencio luego de la conversación que Sasuke quería tener con ella. Naruto... estaba perdido en acción, mirando el cielo desde la confortable habitación de una preciosa chica de ojos perlinos.
Genma había completado sus intenciones. Primero, hablar con Yumi. Ella lo ofendió gravemente al hablar pestes de la pelirroja, por lo que él le dejó bien claro lo que sentía por la Cazadora. La dejó echando chispas de furia y humillación.
Segundo, colocar una ofrenda a sus padres. Lo hizo con el corazón oprimido, aún sin saber qué suerte traería el día siguiente.
Tercero... hablar con Saya.
Había vislumbrado su cabello en el Monumento a los Ninjas caídos en las mañanas, pero luego desaparecía por el resto del día... hasta que la encontraba en la sala de su casa, exhausta y dormida por la cantidad de alcohol ingerida.
Pero la última noche ella no fue a dormir a su casa.
Comenzó a llover furiosamente.
No le importó empaparse por completo, mientras dirigía sus pasos hacia la colina donde predominaba la Mansión Hyuuga. Se detuvo abruptamente cuando vio a la autora de sus pensamientos bajo la lluvia, con la cara al cielo. No tenía los lentes oscuros puestos.
Estaba empapada, pero no le importaba. Sabía que alguien la observaba, pero tampoco le importaba. Tenía la sensación de que era Genma el que la miraba, pero aún así no abrió los ojos ni bajó la cabeza.
Genma se acercó lentamente, como temeroso de que ella desapareciera entre el agua que caía con fuerza. Cruzó el pequeño portalón que dividía la calle con el jardín lleno de maleza y se detuvo frente a ella.
Intentó hablarle, pero no pudo.
Sin previo aviso, ella subió los brazos y enlazó su cuello, hundiendo los dedos en sus mechones castaños. Sorprendido, sólo atinó a abrazarla de vuelta. Saya acarició su cabello, introduciendo los dedos debajo del hitai-ate, mientras aspiraba el aroma mentolado y canela de su loción. Los dedos de Genma se aferraron a sus costados, mientras ella recorría su cuello con ligeros roces.
— Saya... —susurró. Ella le colocó un dedo en los labios, aún sin abrir los ojos.
— No quiero saberlo... —murmuró ella deslizando su nariz por la de Genma—. Mañana... mañana será un día oscuro...
Genma nunca se había sentido tan abrumado como en ese momento; el suave susurro de la pelirroja bajo la lluvia fue el sonido más seductor que había escuchado en toda su vida de conquistador.
— Abre los ojos, Saya... —murmuró tomándola del mentón y dirigiendo su rostro hacia el suyo propio. Ella obedeció y él se encontró mirando unos ojos grises, tan oscuramente tormentosos como la misma que caía encima de ellos.
Inclinó la cabeza y la besó, con hambre, con delirio, con desespero.
Dejó rodar sus manos por sus costados, tomándola por las piernas y envolviéndolas alrededor de su propio cuerpo, mientras se dirigía a la puerta de la casa. La empujó rudamente con la mano, para luego cerrarla de una patada. Todo, sin dejar de besarla.
Ascendieron por las escaleras, tropezando en la oscuridad de la casa. Ella soltó una risita cuando él gruñó de frustración por los traspiés, hasta que llegaron a la puerta de la habitación de Saya.
Cruzando la habitación, sabiéndosela de memoria, Genma la bajó finalmente junto a la cama. Ambos se miraron, tiritando de frío, pero sintiendo un calor sofocante por dentro.
Saya alzó la mano y deslizó su hitai-ate de su cabeza, dejándolo caer al suelo. Él levantó la mano y desligó la katana de su nudo frente a su pecho, cayendo al suelo igualmente con un ruido sordo. Ella deslizó los dedos por el cierre de su chaleco, abriéndolo con un sonido que inundó la habitación.
Genma se encontró con los ojos cerrados cuando ella empujó la pesada prenda y la dejó caer al suelo. Toda su ropa estaba empapada.
— Genma... —su nombre se escapó de sus labios sin ella quererlo; él abrió los ojos y vio esa sombra de nerviosismo y timidez que había conocido hace años. La Saya que él conoció y amó... y que aún amaba.
Al diablo lo demás, al diablo la guerra, al diablo todo, pensó antes de tomarla por la nuca y fundirla en un beso apasionado. Ella gimió brevemente, suavemente, cuando él deslizó los dedos por la empapada camisa, recorriendo su fría piel. Se estremecía bajo su contacto, el contacto de sus manos.
La negra camisa cayó al suelo, al igual que el cabello rojo cayó pesadamente sobre su espalda. La piel blanca fulguraba con las ocasionales centellas que iluminaban brevemente la habitación. No pudo ver su tierno sonrojo en la oscuridad, pero sí pudo sentir sus manos sobre su pecho, buscando el fin de su propia camisa. Se la quitó, tiritando apenas en el frío ambiente de la casa Ryukai.
La sintió moverse, alejándose de él un poco. Buscó sus manos en la oscuridad, presionándolas suavemente, tranquilizándola. Ella titubeó un poco y se acercó a Genma, mientras él deslizaba sus manos por su cintura y la abrazaba firmemente contra sí. Ella suspiró profundamente, calentando la piel del hombro masculino con su aliento.
— He... —comenzó, en un susurro—. He pasado toda la vida en la sombra... y ahora sólo quiero cruzar el umbral hacia la luz,. ¿sabes? Es más--
— Saya —la interrumpió él, frotando sus manos contra los fríos brazos—. Mañana es sólo una batalla, la decisiva. Estás lista para todo,. ¿no es así? —ella asintió sutilmente—. Pues yo estoy listo también, para pelear a tu lado. Y si la suerte no está de nuestro parte... estoy dispuesto a morir contigo. No estás sola, Saya... no cuando yo estoy aquí contigo.
Ella apoyó la frente en su hombro, mientras él inclinaba la cabeza y besaba su cuello. Saya estaba temblando, parte por nervios parte por frío... tendría que hacer algo para arreglar eso. Apartó el cabello y conectó su boca con el punto que unía la oreja con el cuello femenino... arrancándole un suspiro entrecortado.
Saya se sentía mareada por las sensaciones tan marcadas que recorrían su cuerpo. Era más que la adrenalina de las peleas, más que la excitación de las persecuciones... un sentimiento más crudo, más inexorable, más febril que el evitar Jutsus y responderlos uno por uno.
Los dedos de Genma encontraron las tiras de la prenda que cubría el pecho de su pelirroja, por lo que las tomó una por una y las deslizó por sus brazos. Ella se estremeció de nuevo cuando despegó la prenda de su cuerpo, dejándola caer, para ser reemplazada por las cálidas manos del sexy shinobi que tenía enfrente.
Gimió, sin saber que lo hacía. Genma gruñó quedamente al sentir sus suaves pechos responder a sus caricias. No podría soportarlo mucho tiempo...
Utilizando el mismo movimiento, la levantó por las piernas y la llevó hasta la cama, tendiéndola en ella gentilmente. Deslizó sus labios desde su boca hasta su cuello, mordisqueándolo suavemente, hasta llegar a su pecho. Saya se mordió los labios al sentir su cálida lengua tentar lentamente su pezón, mientras el otro era acariciado por una mano.
— Ah... Genma... —suspiró, arqueando su cuerpo. Su sangre corría desbocada, abrasadora como la lava por sus venas, mientras sus manos sostenían la cabeza del castaño y enredaba los dedos en sus cabellos. Él bajó la otra mano hasta los pantalones, desabrochándoselos y quitándoselos poco a poco. La piel de Saya comenzó a tiritar de nuevo, pero ya no de frío. Genma bajó la cabeza por su cuerpo, besando su estómago y acariciando las marcas dejadas por los peligros del camino, hasta llegar a la línea que dividía la carne con la tela.
La pelirroja arqueó el cuerpo para facilitar la salida de la prenda inferior, quedando completamente desnuda. Genma sonrió descaradamente al ver el efecto que tenían sus besos y caricias en el cuerpo de la kunoichi debajo de él.
El cabello del shinobi le hizo cosquillas en el estómago a Saya cuando él se inclinó de nuevo y besó su camino hasta el centro de sus piernas; separándolas un poco, sopló una bocanada sobre la intimidad de la pelirroja, haciéndola retorcerse. Consciente de su estado puro, aún a su edad, sabía que tenía que andarse con paciente cuidado... aunque su instinto le gritara que se hundiera en ella hasta el olvido.
Saya abrió los ojos al techo conteniendo un gemido. La lengua de Genma la acariciaba donde pensó que la fuente de las sensaciones estaba localizada. Su respiración se aceleró al sentir un dedo presionar su abertura, introduciéndose dentro de ella. Se arqueó de nuevo cuando la boca masculina se centró en su punto más sensible, succionando y lamiendo con pereza, con sensualidad.
Algo se apuraba dentro de ella, lo podía sentir, era como si algo quisiera salir desde dentro de su cuerpo. Aumentaba con cada caricia, con cada lamida. Saya gimió cuando él añadió un segundo dedo, entrando y saliendo de su cuerpo con firmeza y seguridad.
El orgasmo la sacudió con violencia, estremeciéndola de pies a cabeza. Genma se incorporó con una sonrisa torcida, relamiéndose como un gato.
— Oh, Kami... —suspiró ella entre jadeos—. Nunca pensé que esto fuera...
— Nena, aún no comenzamos —murmuró él roncamente antes de besarla. Pudo gustarse a sí misma en los labios del shinobi, lo que acrecentó su necesidad. No comprendía cómo podía sentirse tan vacía después de una sensación tan avasallante bañándola con su magnitud.
Genma tomó las manos de Saya y las guió hacia sí mismo, pidiéndole mudamente que lo despojara del resto de sus ropas. Ella obedeció, siguiendo los instintos de su carne. Genma parecía disfrutar las manos femeninas sobre él, por lo que se sintió más segura en sus exploraciones. Desabrochó los húmedos pantalones, descubriendo el cuerpo del ninja en la oscuridad.
La lluvia golpeaba con fuerza en el ventanal, mientras él se inclinaba sobre ella y tocaba sutilmente su intimidad con su excitación. Saya envolvió su cuerpo con sus piernas, buscando más contacto.
— Saya... —jadeó él, pero la brillantez casi metálica de sus ojos no dejaban sombra a la duda, aún en la oscuridad. Ella por toda respuesta frotó su centro contra su eje, haciéndolo gemir.
Lentamente, muy despacio, Genma se deslizó en su interior. La sensación de ser estirada en ese sitio tan sensible luego del orgasmo experimentado fue curiosamente intensa... hasta que él llegó a un punto donde encontró una suave resistencia.
— Genma... —susurró en su oído, el cuerpo tenso—. Genma...
Lentamente, atravesó la barrera, besándola profundamente para ahogar su gemido de dolor. Se contuvo de moverse, dándole tiempo a que se ajustara a él, mientras la besaba incansablemente, deleitándose con la calidez de su cuerpo y con la suavidad de su piel, con la dulzura de sus labios y la musicalidad de su voz.
El ritmo de sus caderas comenzó lentamente, haciéndola olvidarse del dolor y sumergiéndola en un mar de nuevas sensaciones. Saya hundió una mano en sus cabellos, mientras la otra trazaba caprichosos diseños en su espalda. Genma lo veía todo bajo un manto de calor y frenesí, mientras se movía cadenciosamente.
El delicado equilibrio fue prontamente roto cuando ella comenzó a acariciarle de vuelta, deslizando las uñas por su espalda y costados gimiendo, pidiendo más. Aumentó el ritmo, sintiéndola en todo su esplendor; sus propios sentidos realzados con el momento, haciéndolo gruñir y gemir roncamente.
Saya se arqueó contra Genma cuando alcanzó el clímax, seguida por él en pocos instantes. Permanecieron en silencio, sus corazones latiendo al mismo ritmo. El sueño los reclamó, abrazados, cálidos y sudorosos.
-- X --
Saya despertó poco rato después, encontrando la habitación iluminada brevemente. El crepitar del fuego de la chimenea era un sonido relajante, completamente alejado de lo que traería el día siguiente. La lluvia aún caía afuera.
Estaba cubierta por la sábana; Genma no estaba por ningún lado. ¿Se había ido... después de todo?
Se incorporó un poco, para encontrarlo inclinado frente a la chimenea, colocando un tronco pequeño. Sonrió al verle, la silueta del shinobi recortada con la luz del fuego era... sencillamente impresionante.
— Despertaste... —susurró él aprisionando el senbon con una sonrisa. Ella sonrió a su vez, envolviendo su cuerpo con la sábana y sentándose al borde de la cama.
— Tenía frío —replicó ella, a sabiendas que era una mentira. Una habitación caldeada por un buen fuego y una sábana cálida envolviéndola... Genma amplió su sonrisa, habiéndola pillado en la mentira. Caminó hasta ella, tomando asiento a su lado.
Ella inclinó la cabeza, apoyándola en su pecho. Estaba contenta con su decisión. Había mantenido su promesa, hecha hace años... a un joven Genin dormido entre sus brazos. El brazo de Genma rodeó su cintura, atrayéndola hacia sí. Suspiró y cerró los ojos aún sonriendo, completamente satisfecha.
— Genma —murmuró levemente, con los ojos fijos en el fuego—. Si yo no me hubiera ido... ¿qué hubiera sido de nosotros?
— Si las cosas hubieran pasado de otra manera —ponderó él, rascándose la cabeza—, ahora estuviéramos en la misma posición que estamos ahora. Saya, estaba hablando en serio cuando te dije que no estabas sola... y mañana, cuando estemos deteniendo a esos bastardos, estaré a tu lado. Somos ANBU,. ¿no es así? Pues pelearemos el todo por el todo, juntos.
— ¿Y cuál es tu motivación, Genma? —preguntó, queriendo meterse por un momento en su cabeza y averiguar qué pensaba.
— Mis motivaciones siempre han sido las de proteger lo que amo, Saya —respondió inclinando la cabeza hacia la de ella—. Konoha es mi hogar, cada vez que salgo en una misión no tienes idea de la alegría que siento cuando regreso a casa a salvo... así no sea sano —sonrió recordando sus cicatrices, sacándose el senbon de la boca y dándole vueltas ausentemente en su mano—. Mucha gente piensa que soy bastante superficial, por aquello de siempre estar parrandeando, bebiendo y de juerga, pero cuando se refiere a mis obligaciones... puedo ser igual que Kakashi, pienso yo.
Saya descubrió con no poca sorpresa que el Genma que conocía desde niña no era el mismo que estaba ahora a su lado. Había madurado, había profundizado esos pensamientos que había tenido cuando ambos estaban pequeños, acordando desde la Academia que serían los mejores ninjas en su estilo y técnicas.
— Y tus motivaciones, Saya... ¿cuáles son? —rebotó él la pregunta, estirando su pierna y haciendo tronar los huesos de su tobillo. Ella sonrió al recordar esa costumbre del castaño cuando algo le preocupaba. Ella no tuvo necesidad de pensar su respuesta, por haber sido su objetivo desde que atravesó las puertas de Konoha, dejando un amor de amante, un amor de hermano y un amor de amigo.
— Mis motivaciones tienen nombre, siempre las han tenido —dijo ella suavemente—. Mis motivaciones se llaman Hatake Sakumo, Ryukai Sayaka, Hatake Kakashi, Matsudaira Kenji y Shiranui Genma. Aunque últimamente he añadido unas hermanas Naname y unos hermanos Sabaku... pero básicamente son los de siempre.
Genma frunció el ceño, confundido ante el nombre desconocido.
— Antes que preguntes... Kenji Matsudaira era el nombre real de Yondaime. Me lo dijo cuando colocó la lápida de Sakumo-sensei en el claro... me quedé fría cuando me dijo su nombre, pero fue una de las cosas que aprendí a apreciar de él, la confianza incondicional que me tenía, así fuese una niña a los ojos de los demás... nunca lo fui para él.
El castaño sonrió tiernamente al escuchar el cariño con el que ella hablaba de su fallecido amigo. Ella dejó escapar una risita.
— Recuerdo una vez, que Hizashi me preguntó incansablemente sobre el nombre verdadero de Yondaime, pero nunca se lo dije. A pesar de que Hizashi era mi amigo y compañero de equipo cuando entonces, no quise romper el acuerdo que tenía con Kenji... recuerdo que el Hyuuga estaba dolido conmigo, pero luego lo comprendió. Kenji me contó un poco sobre las costumbres y tradiciones de los Hyuuga, sabiendo que mi curiosidad no me dejaría en paz hasta que me enterara de todo, así que intenté varias cosas sobre Hizashi para que me contara. Así que, durante una misión de escolta, lo invité a tomar sake...
— ¿Y qué ocurrió? —preguntó él, interesado y divertido.
— Todo salió mal —respondió Saya, soltando una carcajada—. Resultó que Hizashi era mal bebedor, por lo que se ha quedado dormido en el pub en la villa de la Ola... dejándome a mí y a Jaina con el trabajo de pagar la cuenta y llevarlo a cuestas hasta el campamento... Jaina me estuvo regañando durante todo el camino, pero en cuanto Kenji vio el estado de Hizashi... las carcajadas aún me persiguen.
Genma se echó a reír, imaginándose a un estoico Hyuuga (que tenía la misma semblanza que Neji) dormido encima de una mesa, con el rostro rubicundo por la bebida.
— ¿Y no te reprendieron por eso?
— Kenji no pudo hacerlo, no lo dejaba la risa —dijo ella con una risita—. Pero me obligó a invitarle el almuerzo en el Ichiraku... ¡por todo un maldito mes! No podía creerlo, Kenji era capaz de comerse seis tazones grandes de ramen con hierbas y todavía entrenar a los chicos de su equipo.
El castaño sonrió al recordar el amor incondicional de cierto chico rubio por el ramen, de rasgos idénticos al Cuarto Hokage.
— ¿Le extrañas, Saya? —preguntó, sin trazos de celos en su voz. Sabía lo que había significado la figura del Hokage para ella, no tenía derecho a mancillar esos recuerdos con sentimientos dobles.
— Sí, lo extraño —respondió ella , acurrucándose un poco contra él—. Pero murió con honor, salvando la villa... no puede estar mal,. ¿no crees? Además... los recuerdos los guardo con mucho afecto, todos y cada uno. Los que pasé con Kenji, los que pasé con Sakumo-sensei, los que pasé con mi madre... todos se fueron, pero sé que sus memorias nunca serán olvidadas mientras yo tenga vida.
— Yo te ayudaré a que no las olvides, Saya-chan —murmuró besándola en la frente—. ¿Me permitirás eso?. ¿Me prometerás que mañana, pase lo que pase, daremos el todo por el todo?. ¿Me prometes que si sobrevivimos a esto... te quedarás?
Ella sonrió cálidamente, alzando la cara y mirándolo a los ojos.
— Te lo prometo.
Y él le creyó.
-- X --X --X --
A/N: Para los que querían el lemon... aquí está, espero les guste, jeje.
Alexiel:Nena-nena, de no haber sido por ti no hubiera reencontrado el amor por mis escritos... y ahora con esta fiebre, está difícil que pare xD... ¡Gracias mil!
Nadeshiko:. ¡Muchas gracias por tu review! Qué bueno que te gustó mi Yondaime... es demasiado tierno, me fascina 3
Y no te preocupes, pronto se revelará lo que Sasuke le dijo a Sakura... de una manera muy sutil.
¡Prepárense para la batalla final!. :-D
