Holaaaaaa, este es el primer fic que escribí y que todavía escribo... espero que os guste!

Capítulo 1

Snape estaba sentado en su despacho corrigiendo los pergaminos que estaban esparcidos por todo su escritorio.

Su atención se veía desviada de vez en cuando por una luz proveniente de un caldero situado en una mesa más alejada. Él intentaba resistirse al terrible influjo que le doblegaba, pero no era capaz.. Entre anotación y anotación en rojo, se sorprendía dirigiendo la mirada hacia ese lugar.

Aprovechando la ocasión, una araña esquelética pasó por encima de los pergaminos produciendo un ruido chasqueante casi inaudible, pero suficiente para que el hombre descubriera su presencia, esperara pacientemente a que bajara de los trabajos de sus alumnos y, finalmente, la aplastara con uno de sus largos y esqueléticos dedos produciendo un crujido inconfundible.

Snape recogió cuidadosamente los restos y los embotelló.

Al ir a colocar el tarro en su correspondiente lugar del estante, pasó al lado de la poción que ocupaba sus pensamientos. Se paró y miró por encima del caldero. Al compás de las burbujas ascendían vapores que le hacían perder la cabeza, su entereza empezaba a flaquear. No, tenía que evitarlo. Había dado su palabra a Dumbledore y no iba a defraudarle una vez más. Claro que... Sólo un poco... ¿quién lo iba a notar? Los alumnos dormían y los profesores estaban lejos, en sus habitaciones o en cualquier otro lugar. No creía posible que ninguno de ellos se acercara a su despacho. Después de tantos años en aquel castillo, casi toda su vida y todavía no había tenido a nadie a quien poder llamar amigo.

Era demasiado tarde. Había sido cruel y despreciable demasiado tiempo, y eso era algo que dejaba una marca imborrable, como la dichosa calavera de su antebrazo. La odiaba, se odiaba a sí mismo, igual que todos.

Snape suspiró. Olvidándose del tarro de la araña cogió un cacillo y lo introdujo en el caldero hasta la mitad. Sólo hasta la mitad... Se paró indeciso, pero sabía que lo necesitaba, sólo ese líquido era capaz de hacerle olvidar. Si Albus se enteraba de que la había vuelto a preparar... ¡Qué sabría ese viejo!

"Él no es como yo".

Y cerrando los ojos se llevó el cacillo a los labios. Primero fue lento, hasta que el líquido los rozó, pero luego vació su contenido ávidamente. Su cabeza empezó a darle vueltas, se sentía más libre, más inocente. No pudo contenerse y volvió a llenar el cacillo y a beber, y así varias veces. Ya no veía más que delirios de su mente. Incluso le pareció que la puerta se abría y se volvía a cerrar entre toda esa vorágine de imágenes borrosas.

Esa mierda algún día le iba a matar.

Al amanecer, Snape volvió en sí perezosamente. Todavía sentía su cabeza embotada, pero por experiencia, sabía que eso era normal dadas las circunstancias.

No creía que fuera posible volver a mirar al director a los ojos otra vez. A pesar de toda la oclumancia, él lo adivinaría, sabría que su adicción podía con él y se alegró de que esos ojos azules no estuvieran mirándole con una mezcla de ternura y censura por detrás de las lentes de media luna.

Lo que no se imaginaba era que los ojos que sí le habían visto fueran verde esmeralda por detrás de una capa de invisibilidad.

Harry no podía creerlo.

Había ido allí con el propósito de dejar su trabajo entre los de sus compañeros disimuladamente. No lo había entregado en clase y tenía la esperanza de que el profesor no hubiera notado la ausencia de su trabajo.

Ciertamente no se esperaba la escena que tuvo lugar ante sus ojos.

No podía dejar a su profesor en ese estado, por mucho que se odiaran. Pero tampoco podía delatar su presencia porque significaría una muerte segura, lenta y dolorosa a manos del tétrico profesor. Por eso, decidió sentarse en un rincón que asegurara su integridad, su invisibilidad y su campo de visión.

Era extraño ver cómo se alteraban las facciones del hombre, balanceaba su cuerpo por la habitación, se dejaba caer sobre la silla, decía cosas sin sentido... así hasta que a las pocas horas cayó desplomado sobre su escritorio, encima de los trabajos. Hubiera sido divertido sino fuera por lo terriblemente patético de la situación.

Harry se inquietó, pero cuando se dio cuenta de que dormía, se tranquilizó un poco y aprovechó para dejar su pergamino debajo de los que no habían sido desenrollados.

Con asco se dio cuenta de que Snape dejaba caer la baba sobre el que tenía apoyada la cabeza, pero sonrió al descubrir la estilizada y cuidad letra, ahora un poco emborronada, de Draco Malfoy. Se imaginó la cara que pondría el Slytherin al serle devuelto el trabajo.

Tras haber completado su misión, decidió que Snape ya no parecía en peligro y que él, en cambio, lo estaría pronto si alguien lo descubría allí a esas horas con un Snape inconsciente y salió del despacho cerrando con cuidado la puerta.

Volvió a la torre de Gryffindor para descansar un poco antes de que fuera hora de levantarse. En su cabeza se formulaba una pregunta¿qué le pasaba a Snape¿Por qué hacía eso?

Decidió no decirles nada a sus amigos hasta que hubiera averiguado algo. No sabía por qué, pero sentía que era su responsabilidad no divulgar la noticia.

Ni siquiera a ellos.